Cuentos que no son cuento
Cuentos que no son cuento
La vida es una narración y por lo mismo conocer y encarnar las historias que otros han vivido siempre será una fuente de aprendizaje e inspiración. En este apartado podrán encontrar reflexiones, cuentos y pequeños textos que pueden ayudarles.
Trini Ried escribe estas historias a diario tomando las alegrías y tristezas cotidianas y transformándolas en cuentos que a todos nos pueden iluminar y consolar.
Para ordenar la búsqueda hay seis libros donde se puede obtener cuentos y reflexiones diarias: Flores para el Espíritu, Fuego en el Corazón, Espada de doble filo, Catapultas de Amor, Bálsamo para el Alma y Cosas que hablan.
Cuentos que no son cuento
Catapultas de Amor
Tejidos de Cielo y Suelo
Cosas que hablan
El pez arco iris en aprietos
El corazon elástico de la mamá
La historia oculta detrás del arcoiris
El constructor de sueños
La esperanza de Dios
El Burro desencantado
Los niños fugaces
Los niños envueltos
El llanto de las hadas
Cantik, la ranita del arrozal
Los Si y Los No de Aki y Trinuka
COLECCIÓN LOS SÍ Y LOS NO DE AKI Y TRINUKA
The yeses and noes of Aki and Trinuka
- Aki y Trinuka dicen no al bullyng
Aki and Trinuka say no to bullying
- Cuando Aki ve en el recreo que están molestando a su amigo Juan, inmediatamente interviene defendiéndolo y les hace ver a los demás que eso está mal y que a todos les afecta la burla personal.
When Aki sees someone bothering his friend John during recess, he immediately intervenes defending him and lets others know that it is wrong because everyone is bothered by personal derision.
- Cuando Trinuka queda fuera de los juegos porque sus amigas deciden mal, ella levanta la voz con valentía y les dice que eso también a ellas les podría pasar. Arrepentidas, la vuelven a integrar.
When Trinuka is left out of the games due to her friend´s bad decisions, she bravely raises her voice and tells them that they too could be left out. They regretfully let her back in.
- Cuando Aki y Trinuka leen algunos WhatsApp feos que escriben los demás, rápidamente escriben en el chat para que paren y recapaciten sobre el daño que pueden causar.
When Aki and Trinuka read ugly whatsapp messages written by others, they quickly write back saying to stop it and think about the damage it can cause.
- Aki a veces duda si meterse o no en defender a su amigo Tito cuando los demás le quieren pegar, pero el abuso lo supera y siempre busca cómo ayudarlo para que lo dejen en paz.
Sometime Aki doesn´t know if he should intervene when others want to hit his friend Tito, but he can´t stand the abusive situation and so he always finds a way to help him, so that they´ll leave him be.
- Trinuka sabe que las mujeres pueden ser muy destructivas con su hablar, por lo que les regala dulces de cuidado y consideración para el paladar. Nunca están de más.
Trinuka is aware that women can be very destructive with words, so she offers caring and consideration candy for their palate.
- Aki y Trinuka saben que las víctimas y los que dañan en el bulling lo pasan muy mal, por lo que siempre buscan fortalecer los vínculos de respeto y empatía en su comunidad.
Aki and Trinuka know that victims and victimizers of bullying have a really bad time, so they always try to strengthen all ties of respect and empathy in their community.
- Aki y Trinuka dicen no al abuso
Aki and Trinuka say no to abuse
- Trinuka sabe que por ser niña algunos podrían abusar con su fuerza o forma de pensar causándole mal, por lo que siempre pone límites firmes y le cuenta todo lo que vive a sus papás.
Trinuka knows that being a little girl, others could abuse their force or way of thinking on her causing her damage, so she always sets firm limits and tells her parents everything she goes through.
- Aki reconoce que hay niños más grandes que pueden abusar de él obligándole a hacer cosas que no quiere realizar, por lo que siempre usa su inteligencia y su buen humor y nadie lo puede dañar.
Aki knows that bigger kids could abuse of him forcing him to do things he doesn´t want to do, so he always resorts to his humor and intelligence to keep from harm.
- Aki y Trinuka aprendieron desde chicos que nadie les puede obligar a hacer cosas contra su voluntad; menos exigirle secretos o hacerles sentir vergüenza por su actuar. Eso está muy mal y no lo van a aceptar.
Aki and Trinuka learned from early on that no one can force them to do things against their will; specially impose secrets or make them feel ashamed for their actions.
- Trinuka sabe que su cuerpo nadie lo puede tocar sin el permiso de sus papás, como el doctor cuando la tiene que examinar. Es como un castillo muy lindo y sagrado que protege con un foso de agua y cocodrilos de verdad.
Trinuka knows that no one is allowed to touch her body without previous consent from her parents, like when the doctor has to examine her. Her body is like a beautiful castle protected by a real pond with alligators in it.
- Aki ha visto que las redes sociales también pueden ser armas muy peligrosas para su inocencia y que algunos las pueden usar mal, por lo que jamás comparte información privada al jugar o navegar.
Aki has seen that social media can be very dangerous and that others may make bad use of them, this is why he never shares private information when playing or surfing the web.
- Aki y Trinuka saben que tienen derechos que nadie ni nada pueden vulnerar como el ser cuidados por una familia y tener una casa para alojar. También reconocen que tienen deberes como estudiar y mantener sus cosas en su lugar.
Aki and Trinuka are aware of their invulnerable rights, like having a family that cares for them and a house to live. They also know that they have duties like studying and keeping their rooms clean.
- Aki y Trinuka dicen no a las pantallas
Aki and Trinuka say No to screens
- Aki sabe que puede perder muchas horas jugando en el celular, por lo que se pone un horario para también leer y jugar con los demás. La vida virtual es entretenida, pero jamás supera a la realidad.
Aki knows he can waste a lot of time playing on his cellphone, so he has a schedule to read books and play with others as well. Virtual life is lots of fun, but it never surpasses reality.
- Trinuka se puede borrar viendo videos de cocina o de dibujar, pero se regula porque sabe que hacer queques de verdad es mucho más rico y que sus pinturas son para hacer una galería real.
Trinuka can dive into cooking or drawing videos, but she controls herself because she knows that baking in real life is so much better and her paintings are to make a real gallery.
- Aki y Trinuka tienen muchos amigos que no dejan de mirar pantallas y les preocupa lo que les puede pasar, ya que quedan como zombis con los que apenas se puede conversar o jugar a imaginar.
Aki and Trinuka have lots of friends that won´t stop looking at screens and they worry about them, since they are like zombies with no imagination that they can hardly talk to or play with.
- Aki sabe que internet puede encontrar información infinita sobre la flora y la fauna que él quiere salvar, pero también le gusta mucho regalonear a su gato Thor y escucharlo ronronear.
Aki knows that he can find infinite information on internet about how to save flora and fauna, but he also enjoys cuddling with his cat Thor and hearing it purr.
- A Trinuka le fascina escuchar canciones en YouTube y ver bailes en el Ipad de su papá, pero es mil veces más feliz cuando baila con él o canta con sus hermanos en el karaoke familiar.
Trinuka loves to hear music and watching videos on her dad´s ipad, but she is a thousand times happier when she dances with her dad and sings karaoke with her brothers.
- Aki y Trinuka saben que la tecnología no es mala y que llegó para ayudar. Depende de su disciplina y voluntad el que su uso sea bueno y productivo y no se convierta en una droga que les quite su inteligencia y paz.
Aki and Trinuka know that technology is not a bad thing and that it is very helpful. It all depends on their will to make a good and productive use of it, not letting it become a drug that takes away their peace and intelligence.
- Aki y Trinuka dicen no al individualismo
Aki and Trinuka say No to individualism
- Trinuka es fanática de mirarse al espejo porque es muy graciosa al bailar, pero sabe que lo más lindo está en el “nosotros” y no en el “yo” al danzar; es muy aburrido no poder hacer rondas y coreografías con los demás.
Trinuka loves to watch herself in the mirror because she is such a funny dancer, but she is aware that the beauty of dancing lies in “us” and not “I”; it is very boring not to be able to do choreographies and rounds with others.
- Aki es más culto que la enciclopedia de su abuelo al exponer sobre ciencias o astronomía sin parar, pero lo que más valora es tener amigos y amor de verdad. Ahí no existen suficientes libros para aprender ni enseñar.
Aki is more knowledgeable than his grandfather´s encyclopedia when talking about science and astronomy, yet what he values the most is having friends and real love. There aren´t enough books to learn and teach about that.
- Aki y Trinuka saben que al almorzar siempre deben pensar en los demás para que las cosas ricas alcancen para todos sin pelear. Compartir es el mejor nutriente para la felicidad.
Aki and Trinuka know that at lunch time they should think of others so there will be enough for everyone to enjoy without fighting. Sharing is the best nutrient for happiness.
- Trinuka ha aprendido a ayudar a sus hermanos a ordenar después de cocinar; no es justo pensar en sí misma nada más, cuando todos van a disfrutar los manjares que acaban de hornear.
Trinuka has learned to help clean up with her brothers after cooking; it´s not fair to only think about herself when they are all about to enjoy the delicious food they´ve baked.
- Aki es muy bueno para los negocios y sabe que el individualismo es la peor empresa para invertir en la actualidad; sólo en la relación generosa y amorosa con el resto todos ganan en abundancia y alegría real.
Aki is very good in business and knows that individualism is the worst enterprise to invest in today; only in generous and loving relationships with others can everyone win in abundance and true happiness.
- Aki y Trinuka ven a muchos que viven todo el tiempo mirándose el ombligo, sin ver el camino ni a los demás. ¡Pobres!, esa postura del alma y del cuerpo los va dejando solos y se tropiezan con mucha facilidad.
Aki and Trinuka see many people always looking at their belly bottoms, without noticing the road or others. Poor people! That soul disposition only leaves them alone and ready to easily fall.
- Aki y Trinuka dicen no a la destrucción
Aki and Trinuka say no to destruction
- Aki llora cuando ve las noticias de la extinción de animales o flores porque sabe que no tienen opción de resurrección. “Paren” suplica al ver las máquinas destruyendo la vegetación.
Aki cries when he sees the news about animal or plants extinction because he knows they have no chance of resurrection. “stop” he cries to the machines that destroy vegetation.
- Trinuka se apena mucho con lo que sucede con la migración de países en guerra o destrucción. Sabe que todos merecen un hogar y protección por lo que ayuda en las campañas de recolección de alimentos o medicación.
Trinuka is very sad with all that is happening in countries with migration, war and destruction. She knows that everyone deserves a home and protection, so she always helps with food and medical campaigns.
- Aki y Trinuka hacen los mejores esfuerzos por reducir el consumo y reciclar lo que se usó. Saben que su granito de arena en algo ayuda a la descontaminación.
Aki and Trinuka do their best to reduce consumption and recycle whatever they use. They know their grain of sand helps decontamination.
- Aki investiga sobre el grafeno o cualquier otro elemento que sea mejor que el petróleo para el cuidado de la creación. Se tiene mucha fe y trabaja con tesón.
Aki is researching about graphene or any other element that may be better than petroleum to take care of the world. He is very hopeful and works with tenacity.
- Trinuka aprende sobre el calentamiento global ya que sabe que el futuro de ella y de todos depende de cómo reparar lo que el ser humano destruyó. Aún estamos a tiempo, dice con convicción.
Trinuka is learning about global warming because she knows that her future and everyone else´s depends on how to repair what mankind has destroyed. There is still time, she says with conviction.
- Aki y Trinuka saben que la ecología es un gran paraguas que cuida a toda la creación; parte por cada persona, sigue con los más pobres y la naturaleza como la casa que Dios nos regaló.
Aki and Trinuka know that ecology is a big umbrella that takes care of the whole creation; it starts with each individual, it continues with the poor and nature as the house that God has given us.
- Aki y Trinuka dicen sí a los vínculos
Aki and Trinuka say yes to bonding
- A Trinuka le encanta hacer rondas con sus primas porque es la forma más parecida a una cadena de amor que las hace sentirse cerca y con calor en el corazón sin hacer ninguna diferencia por su edad.
Trinuka loves to make rounds with her cousins because it’s the closest to a chain of love that makes them feel close and warm in the heart without any age differences.
- Aki se vincula con los más “bakanes” y los más tímidos de su curso sin distinción ni comparar. Es más, le encanta convertirse en un puente que los una y les permita armar una gran amistad.
Aki is Friends with the popular and not so popular kids in his class, without prejudice nor comparisons. Furthermore, he enjoys being the bridge that unites them and helps them be friends.
- Aki y Trinuka saben que los vínculos son la mejor apuesta para la felicidad. Su mamá les enseñó que de ellos depende la belleza, la bondad y la fecundidad de todo ser de la creación.
Aki and Trinuka know that bonds are the best bet for happiness. Their mom taught them that beauty, kindness and fruitfulness of everything in God´s creation depends on them.
- Trinuka se vincula con los más pobres con especial cariño y atención. Aprende tanto de ellos que no los quiere dejar. Su sencillez, generosidad y confianza en Dios son lecciones para atesorar.
Trinuka bonds with the poor with special care and attention. She learns so much from them that she doesn´t want to leave. Their simplicity, generosity and trust in God are lessons to treasure.
- A Aki le gusta vincularse con niños de otros países y culturas que piensan distinto a él, ya que así aprende y enriquece su visión con puntos de vista científicos, políticos o religiosos que nunca antes imaginó.
Aki likes to bond with kids from other countries and cultures that think differently, this way he learns and broadens his vision with different science, political and religious points of view that he never imagined existed.
- Aki y Trinuka han aprendido que no hay cosa, razón o discusión que sea más importante que cuidar el vínculo de hermanos y su amor. A veces lo olvidan, pero recapacitan al ver la tontera los separó.
Aki and Trinuka have learned that there is no thing, reason or discussion more important than to nourish the bond and love between brothers and sisters. Sometimes they forget, but they reconsider once they see the silly thing that separated them.
- Aki y Trinuka dicen sí a la inclusión
Aki and Trinuka say yes to inclusion
- Trinuka ha aprendido que su hermano mayor necesita más tiempo para escalar debido a su pierna discapacitada, por lo que le hace porras para animarlo hasta que a la cima logra llegar.
Trinuka has learned that her older brother needs more time to climb due to his handicapped leg, so she cheers him on until he reaches the top.
- Aki es fanático de enseñarle a los amigos que les cuesta más. Sabe que no solo todos aprenden, sino que fortalecen una linda amistad y lo pasan genial ya que tienen talentos que nadie puede imaginar.
Aki loves to teach hid friends when they have trouble learning. He knows that not only do they all learn, but also they strengthen their friendship and have a great time since they all have different talents no one can imagine.
- Aki y Trinuka miran a todos sin discriminar. Las diferencias son como colores para pintar: todos son bellos y sirven para hacer maravillas en la sociedad. Además, si fuésemos todos iguales, sería muy aburrido para jugar.
Aki and trinuka see everyone without discriminating. Differences are like colors to paint: all are beautiful and are useful to make wonders in society. Plus, if we were all equal, it would be really boring during play time.
- Trinuka tiene una gran sensibilidad para ayudar a aquellos a los que les cuesta hacer amigos o conversar. Ella les espera, les regala confianza y la seguridad para que poco a poco se suelten y comiencen a socializar.
Trinuka is very sensible with those who have trouble socializing or communicating. She waits for them, gives them confidence and trust so that they may slowly loosen up to socialization.
- Aki se enfurece cuando alguien discrimina por lo social o lo racial ya que ha visto el dolor que provoca esa ceguera mental. Una vez a él mismo lo hirieron por ser blanco en una ciudad. “Somos todos hermanos” protesta sin parar, llevando letreros de igualdad.
Aki gets very angry when someone discriminates due to social or racial differences because he has seen the pain this mental blindness causes. He suffered prejudice once for being white. “we are all brothers and sisters” he yells, carrying signs of equality.
- Aki y Trinuka han compartido con una inmensa diversidad de niños y culturas en las aventuras con sus papás. Tienen la mochila llena de tesoros, recuerdos y amigos como Leah o Lex que son para la eternidad.
Aki and Trinuka have shared with an immense variety of children and cultures in adventures with their parents. Their backpacks are filled with treasures, memories and friends like Leah or Lex that are forever.
- Aki y Trinuka dicen sí a la salud
Aki and Trinuka say YES to health
- Aki es bueno para leer y aprender de ciencias y tecnología, pero no le gusta tanto hacer deportes ni ejercitarse al despertar, pero trata de hacer esfuerzos para cuidar sus músculos y no comer de más.
Aki is a Good reader and likes to know about science and technology, but he doesn´t really like sports, but he tries his best to take care of his muscles and not overeat.
- Trinuka ha aprendido piruetas de gimnasia y se ha vuelto adicta a las ruedas, volteretas y rondats. Sabe que así se hace más flexible y saca abdominales que siempre soñó presentar en sociedad.
Trinuka has learned many pirouettes in gymnastics she is addicted to car wheels, somersaults and flips. She knows that this way she becomes more flexible and gets better abs that she´s always wanted to show.
- Aki y Trinuka son muy buenos para comer y ni las migas dejan para lavar, pero saben que todo exceso hace mal y tratan de aumentar la dosis de verduras y frutas para mantenerse en forma y saludables de verdad.
Aki and Trinuka are very good eaters, they don´t even leave crumbs, but they know all excess is bad and try to increase vegetables and fruits to keep fit and healthy.
- Aki siempre aprende de proteínas, carbohidratos y vitaminas para alimentarse como debe a su edad. Sabe que para llegar a ser un adulto sano y feliz el desafío de una buena dieta parte ahora y que no puede esperar.
Aki is always learning about proteins, carbohydrates and vitamins to feed himself properly. He is aware that to become a healthy and happy adult the challenge of a good diet begins today and cannot wait.
- Trinuka es como gato para el agua cuando se trata de lavarse el pelo o limpiar sus orejas por detrás, pero se deja bañar sin problemas para que su cuerpo esté sano y fuerte como un roble de verdad.
Trinuka is like a cat to water when it comes to washing her hair or cleaning behind her ears, but she takes baths with no fuss so her body will be healthy and strong like an oak.
- Aki y Trinuka no son muy veloces ni ágiles para correr ni saltar, pero saben que lo importante no es ganar las competencias sino hacer amigos y permitir que sus huesos se fortalezcan cada vez más.
Aki and Trinuka are not very agile or fast when jumping or running, but they know that winning is not as important as making friends and letting their bones get stronger and stronger.
- Aki y Trinuka dicen sí al amor
- Aki sabe que es un error dividir la realidad en partes porque es toda una unidad. Es un tejido infinito y muy complejo donde todo y todos estamos conectados para amar e iluminar. Olvidar esto genera cortes de circuito que nos pueden hacer muy mal.
Aki knows that it´s silly to divide reality into parts since it is a unit. It´s an intricate and complex web where everything and everyone is connected to love and inspire.
- Trinuka aprendió que ni “yo” ni “tu” son buenos pronombres para conjugar. Mucho más entretenido es el “nosotros” que incluye a todos y a la creación entera para hacer juegos infinitos de amorosidad.
Trinuka has learned that “I” and “me” are not good pronouns to conjugate. “us” is so much more fun because it includes everybody and the whole creation with whom to play lovely games.
- Aki y Trinuka saben que la dualidad de “aquí y allá” es un recurso de la mente para aprender y comparar, pero el corazón sabe que somos uno y que nos debemos cuidar. Eso es Amor de verdad.
Aki and Trinuka know that dual concepts of “here and there” are useful to the mind in learning and comparing, but the heart knows we are one and we need to take care of each other. That is true love.
- Aki ama la física y sabe que “adentro” y “afuera” no es más que un espejismo para pensar; que la vida verdadera es un sistema vivo e intercomunicado de amor o desamor donde todos nos afectamos para bien o para mal.
Aki loves physics and knows that “in and out” are nothing more than mirages for thought; real life is a living organism intercommunicated by love or lack of love in which we all influence one another for good or bad.
- A Trinuka le encanta hacer slime con detergente, pegamento y crema de afeitar, porque así imagina que es el universo y la realidad; se estira y se expande cuando se ama y nada ni nadie lo puede parar.
Trinuka loves making slime with detergent, glue and shaving cream, she imagines that it is reality and the universe; it expands when there´s love and no one can put a stop to it.
- Aki y Trinuka han aprendido que todo se construye al comunicar amor por eso tratan de hablar siempre bonito y relacionarse con los demás y la naturaleza como su propia familia y hogar.
Aki and Trinuka have learned that everything is built on communicating with love, that´s why they always try to speak with kindness and to relate with others, nature and their own family and home.
- Aki y Trinuka dicen sí a la conversión
Aki and Trinuka say Yes to conversion (redemption).
- Aki reconoce que su amiga Clara se equivocó y que lo dañó, pero también confía en que recapacitó y le regala nuevamente su amistad sin rencor. Ella la recibe como un trofeo después de una difícil maratón.
Aki realices that his friend Clara made a mistake and hurt him, but he also trusts that she has reconsidered and so he gives her his friendship without resentment. She receives it like a trophy after a hard marathon.
- Trinuka aprendió de Dios la palabra misericordia que es como un gran pizarrón: todos tienen la oportunidad de borrar los errores cometidos y partir de nuevo con entusiasmo y amor.
Trinuka learned the word mercy from God, it is like a chalkboard: everyone has the opportunity to erase past errors and start over with enthusiasm and love.
- A Aki y Trinuka les duele el alma ver cómo se condena a tantos para siempre, dejando fuera la posibilidad de conversión. Nunca es tarde para partir de nuevo y dar una mejor versión de nosotros mismos para amar y servir mejor.
Aki and Trinuka´s soul hurt when they see so many condemned forever, leaving out any chance of repentance. It´s never too late to start over and be a very version of ourselves to love and serve in a better way.
- Aki antes era desordenado y distraído, pero se convirtió en un niño responsable y con foco de acción. ¿Por qué a algunos no les dan la oportunidad de rehabilitación si han reparado su falta y están arrepentidos de corazón?
Aki used to be messy and distracted, but he has become a responsible kid with a purpose. Why isn´t everyone given a second chance ones they´ve repaired their faults and have truly repented?
- Trinuka ve como su amiga Luz realmente cambió su actitud peleadora y egoísta de cuando la conoció. Sólo le faltaba amor y paciencia para sacar todo su brillo y bondad interior.
Trinuka can see how her friend Luz has changed her selfish and aggressive attitude since they first met. She only needed love and patience to shine and show her inner kindness.
- Aki y Trinuka reconocen en Jesús al gran maestro de la conversión ya que su amor todo lo transforma si se le da opción; todo está en el verdadero arrepentimiento y en vivir con y para el Amor que Él nos enseñó.
Aki and Trinuka recognize Jesus as the great master of redemption (conversion) since his love transforms everything if given the chance; it all comes down to real repentance and living with and for the love He has taught us.
- Aki y Trinuka dicen sí a hablar bien
Aki and Trinuka say Yes to speaking well
- Aki observa con tristeza cómo sus compañeros al crecer empiezan a decir garabatos y a tratarse con verdaderos shurikenes de ninjas maltratándose sin razón. Él sabe, sin embargo, que lo más valioso de todos es el respeto y el cuidado de cada corazón.
Aki sees with sadness how his friends use foul language as they grow up, they mistreat each other with real ninja shurikens for no apparent reason. He knows, however, that the most important thing is to respect and take care of each other.
- Trinuka oye que muchos adultos hablan un idioma distinto al que ella aprendió. Es más, a veces ve cómo tratan a sus hijos de igual modo y le da terror. Cada garabato que reciben los niños es peor que un borrón del pizarrón en su dignidad y valor.
Trinuka hears a lot of adults speak a language different than the one she´s learned. Moreover, he sees how they treat their children and it frightens her. Each bad word a child receives is worst than erasing a piece of their dignity and value.
- Al pasear por las calles de la ciudad o escuchar programas de televisión, Aki y Trinuka escuchan cómo cada vez la gente habla peor. “Digan cosas buenas, verdaderas y bonitas” suplican, ya que aprendieron que es la forma en que funciona la creación.
While walking down the street or listening to tv, Aki and Trinuka hear how people speak worst and worst. “Say something nice, beautiful and truthful” they implore, since they´ve learned that is the way the creation works.
- Aki lee mucho y sabe más palabras que un elefante de colección; por lo mismo le da impotencia ver cómo otros niños no tienen la misma opción. Con su mamá trabajan en una campaña que aumente el vocabulario de la población y que erradique los garabatos de la nación.
Aki reads a lot and knows more words than an elephant; this is why he gets so upset when he sees that other kids don´t have the same opportunities. He is working with his mom in a campaign to increase the vocabulary of the population and to eradicate curse words.
- Trinuka aprendió desde pequeña que el lenguaje es la clave de la relación, por eso piensa antes de hablar para sólo dar motitas de amor a sus amigas como si fuese algodón. Así sana los shurikenes que algunos ninjas repartieron a su alrededor.
Trinuka learned from an early age that language is key in relations, that´s why she thinks before she speaks in order to only give love specks to her friends, as if they were cotton balls. This way she heals the pain others have spread with their ninja shurikens.
- Aki y Trinuka saben que el futuro depende del esfuerzo que hagamos todos por mejorar los vínculos y llegar a nuevos acuerdos de comunicación. Sin descalificaciones ni garabatos el mundo sería muchísimo mejor.
Aki and Trinuka know the future depends on the effort we all put into making better bonds and ties to reach new communication agreements. Without disqualification and curse words the world would be a much better place.
Cosas que hablan … al hombre y de Dios
Edificio: Aquí estoy encumbrado en la tierra, atravesado por hebras de acero y envuelto en capas de hormigón, aguantando el viento y el sol. ¿Qué quieres que te diga hoy? Lo primero es que es una ilusión mi altura y la importancia que me doy; qué decir de la que tu te das a costa mía, de mi estructura y ubicación. Lo que cuenta es lo que sucede en cada piso y lo que me habita en las entrañas de cada pasillo y elevador. No sabes cuánto envidio tu columna hecha de nervios y la sangre que te recorre en vez de cañerías de cobre y metalcom. Ahí es donde se gesta la vida y no en mis materiales que tanto compites en poseer y aparentar. Querido humano, despierta de una vez; recorre tus propios subterráneos para ver dónde hiciste tus fundaciones, airea tus sótanos para ver cuánto has acumulado sin objetivo; pinta de nuevo tus muros, pero esta vez con alegría y colores verdaderos; asciende a las alturas de ti mismo y veras cómo acá arriba se respira libertad y se cosechan vistas inolvidables si te atreves a ser diferente a los demás. Yo voy a pasar y las termitas y el óxido tarde o temprano me asolaran; tu en cambio tienes un piso que yo jamás podré pisar; que no te engañen los ingenieros o los expertos en aparentar. Tu edificio es invisible a sus ojos, pero el único que te traerá la felicidad. Invierte en lo que de verdad tiene plusvalía y no te confundas más.
Mesa: Uff no sabes cuánto me gusta que me vengas a visitar; ojalá con una familia numerosa o con tu pareja para poderlos acompañar. Siempre me he vanagloriado de ser altar de los más profundo de los humanos en donde todo puede pasar. En mi lecho ustedes se nutren, trabajan, escriben, pintan, cocinan, entretejen todo lo que a través de la maravillosa conexión entre su cerebro y sus manos se puede ligar. Estoy consciente que en mi también se han urdido planes y estrategias macabras que prefiero no recordar, pero las más de las veces he sido elemento para la alegría y la unidad. Te puedo confesar eso sí una inquietud creciente que no me deja en paz; cada vez vienes más solo a mis brazos y no te veo con quien puedas realmente conversar, compartir la vida y urdir planes de locuras lindas y amores que te puedan alegrar. No renuncies a mi por la comodidad; no me cambies por objetos tecnológicos que jamás te darán lo que yo te puedo dar. Soy mesa, soy superficie de comunidad, por eso me hiciste, como fiel reflejo de tu propia identidad. No me reduzcas porque te restas a ti también y así no podremos celebrar juntos ninguna victoria nacional. Tampoco podremos llorar juntos cuando alguien se va; tampoco sabremos quién es amigo de verdad. Déjame a mi ser tu soporte, pero trae tu a mi los comensales que te puedan acompañar en este camino de la vida que siempre en una mesa se ha de potenciar.
Pájaro: ¿Sabes por qué canto apenas logro despejar mis alas de la oscuridad? Porque no me puedo resistir a ser ave y a gritar de felicidad. Algo dentro de mi, que no logro explicar, me hace alabar la vida y dar gracias por las plumas que tengo, por las patas que me sostienen, por los colores con que nací pintado y hasta por las semillas y gusanos que logro pillar. Jamás me he preocupado de dónde voy a vivir mañana o con qué me voy a abrigar; nunca me ha faltado nada y sé que Dios proveerá. Lo que más me apasiona es volar por encima de ti y verte afanado en producir y ganar; qué ganas me dan a veces de tirarte mis heces a ver si logras reaccionar. Sin embargo, me controlo y prefiero cantarte y planear con lindos bailes para que me puedas imitar. No te das cuenta que eres un ser mucho más libre y bello que yo si te logras liberar. Tu canto puede generar sinfonías que yo jamás lograré redactar; tus manos pueden hacer obras y arquitectura que crean más belleza y bien para la humanidad; tu cerebro es mucho más grande y rico que el mío, pero parece no funcionar. Si no cómo me explico que te olvides de tu origen y te restes de disfrutar la vida como Dios te la da. Amigo mío, quieres que te de mis semillas y/o gusanos para nutrirte el alma con mi dicha y libertad?
Vaso: Qué bendición ser yo. Podría haber sido escusado o florero de mesa sin ningún brillo ni utilidad mayor. En cambio me tocó la suerte de ser un contenedor de cuánto líquido quisieras ingerir hoy. Debo confesar que la leche me da un poco de amargo en el interior; lo mismo los alcoholes que irritan mi condición; qué decir de los jugos que tiñen mis entrañas con sus colores sin pedir permiso y exigiéndome después un lavado mayor. Sin embargo, quién de todos los objetos existentes puede estar más orgulloso que yo; recibo y ofrezco el agua que calma la sed del hombre sin importar su origen ni condición. Con ella hacemos el mejor equipo de salvación, aunque nos menosprecien en algunos lados por la poca sofisticación; sin embargo en la hora de la muerte, somos implacables en el modo de resucitación. Nunca me he sentido más necesario, más amado, más deseado que cuando ella me habita y nos ponemos en tus manos a calmar tu desesperación. Lo único que me gustaría decirte es que nos cuides a los dos y que siempre veas la mitad media llena antes que el vacío que también guardo en mi corazón. La vida es linda, llena de sorpresas y hay mucho más de bueno que lo que creen muchos que se bebieron el amargo y la desesperanza de hoy. Si no mira a través de mis paredes de vidrio y podrás ver cómo reflejo el sol con todo su esplendor. Soy lindo, no crees, ¿o es sólo mi imaginación?
Celular: Quizás de todos los objetos creados por ti, soy el más nuevo y el que ha tenido una carrera más maratónica en desarrollo y en captar tu atención. Lo paradójico de mi origen es que fui creado para comunicarte con otros y he logrado justamente lo contrario y mientras más circuitos me agregas, se empeora la situación. Yo quería estar a tu servicio y facilitarte la conexión con aquellos que te aman con todo el corazón, pero tú te rendiste a mis pies y no sé cómo revertir esta situación; yo quería regalarte herramientas para que pudieras captar la realidad con toda su diversión, pero lamentablemente te metiste dentro de mi y te perdiste la mayor bendición; yo quise genuinamente regalarte tiempo para la contemplación ahorrándote trámites y control, pero no entendiste bien mi intención y te quedaste con menos horas en tu reloj para mirar a los ojos y a la naturaleza en su esplendor. Me miras a cada rato y la verdad no sé que más ofrecerte para calmar tu ansiedad y tu dolor. Saco imágenes, replico mensajes, te traigo lo que quieras de internet, pero sé que ahí no está tu liberación. Qué ganas de que me dejes un rato y descansemos los dos. Yo de paso puedo aprovechar de colaborarte en la organización de tu agenda y vaciarte espacio de tu escritorio que se atochó, pero tú date cuenta que soy solo un instrumento y no el reflejo del mismo Dios. Aprende a usarme para el beneficio de los dos y mientras más distancia establezcamos, más nos sanaremos los dos de esta tóxica relación. Aprieta en mi pantalla si estás de acuerdo conmigo al menos el día de hoy.
Desodorante: Menuda misión me encomendaron a mi: pelear contra el mal olor de tus axilas y remediar el sudor de tu trabajo y del calor. Para algunos parientes resulta indecorosa mi posición, yo en cambio digo, “A mucha honra”, ya que bendigo y acompaño tu esfuerzo y tesón. Sé que gracias a mi, puedes relacionarte mejor con los demás y disfrazar un poco tu cansancio y agobio de hoy, pero no te ilusiones demasiado con mis capacidades que milagrero aun no soy. Es más creo que soy un constante recuerdo de tu fragilidad y limitación. “Con el sudor de tu frente vivirás en la tierra” te dijo el Señor y yo sólo alivio, pero no te oculto tu humanidad y condición. Algunos me están ocupando actualmente como arma de seducción como si tuviera yo alguna magia, pero eso es falso y sólo efectos de la publicidad y la televisión. Yo nací para matar bacterias que se alojan debajo de tu brazo y no tengo más poder sobre féminas o muchachos por mi aroma que lo que tiene una flor. El resto es sólo ideas que te meten en la cabeza para ganar a costas mías, con mi profesión. Yo me comprometo a cada mañana aliviar tus molestias por el trabajo y el calor, pero tú no te dejes engañar más por los vendedores de ilusiones a través de alguien tan sencillo como yo. El amor te llegará si amas de verdad y no porque me utilices a mi como mediador; yo soy un buen compañero para que no te avergüences en momentos de tensión, pero hasta ahí no más puedo llegar yo. El resto depende de tu seguridad y el tamaño de tu corazón.
Maniquí: Ahí estás de nuevo, mirándome detrás del escaparate con tu nariz pegada al vidrio. Sé que no sólo anhelas la ropa que me han colgado (fina y muy a la moda por cierto), sino que envidias mi figura y mi estampa como a nadie más. Es verdad, tengo la figura perfecta y mis presas están levantadas como con elásticos para que todo me vista perfecto, sin arrugar ni afear las prendas que el alto diseño ha podido crear. No hay rollos y mi cintura y mis piernas ni a una Barbie podrían igualar… cómo veo tu decepción al hacer la inevitable comparación con la figura que logro contemplar. Mujer, despierta, qué necedad. No ves que soy sólo un molde de silicona, de fibra de vidrio o de lo más estético y barato que pudieron inventar. Qué daría yo por salir de esta vitrina y estar aunque fuera por unos segundos en un cuerpo real. Sí, podría ser que algo de mi perfección se estropeara, pero viviría de verdad. Qué daría yo por unos kilos de más si pudiera pasear por el campo o bañarme en el mar. Qué sueño sería ser madre y no estar siempre encerrada detrás de un cristal. No sabes la fortuna que revela tu ser cuando lo contemplo desde acá. Veo tus brazos llenos de fuerza, de hijos que criar; veo también tu cintura más o menos rellena y me imagino cuántos te han podido abrazar; veo tus piernas desiguales y sueño con caminatas y las veces que han corrido para jugar; veo tu cuello apenas asomando por tu abrigo que – no está ya a la moda, pero es de buena calidad- y te pido, te ruego, mujer acéptate y quiérete como vas. Yo soy de plástico, tu muy real.
Bote: Heme aquí otra vez mojándome el bajo vientre para que tu puedas navegar y llegar a ese ansiado paraíso o que vuelvas de trabajar. No sabes lo agresivo que se ha vuelto el mar cuando me apuras y me tortura la panza de tanto pegar. Mis maderos son nobles y están pegados con ungüento contra el moho y la sal, pero igual estoy cansado de nadar y nadar. Siento como de mis entrañas se van perforando ulceras de vejez por donde el agua se atreve a entrar. Tu te enojas conmigo, pero la verdad no me da más. Siempre que tu te vas a casa, yo me quedó solo amarrado al muelle o anclado con mi gancho de metal. Converso con las gaviotas que son curiosas y habilosas y siempre tienen algo nuevo que contar. No así los pelicanos que me usan de reposera y a veces me dan vuelta cuando se agita el mar. ¿Sabes cuál es mi sueño? ¿Te lo has preguntado en realidad? Quizás es el mismo tuyo porque a veces te he escuchado gritarlo al horizonte que nos otea con su infinidad. A mi gustaría ir mar adentro, mucho más lejos que lo que las costas pueden mirar. Quiero estar rodeado de ese azul celeste que sólo se da en altamar y ahí quedarme quietecito para que Dios me venga a hablar. Me han dicho las gaviotas que su bondad no se puede graficar, pero yo sí la conozco porque en uno como yo se vino a subir hace 2000 años ya. Ojalá vuelva pronto, porque tu y yo amigo, sino terminaremos de naufragar sin sentido y sin dicha en esta loca humanidad.
Collar: Aquí voy colgando en tu cuello haciéndote resaltar tu belleza a costa de la mía; que buen equipo armamos niña; ¡no me vayas a estropear! Me atraviesa un hilo de cera, que es mi columna vertebral y por él se van colgando la cuentas que me componen como vertebras de perlas y coral. Tu composición es parecida, pero de mucha mayor complejidad. Lo siento en tus venas que palpitan bajo mis cuentas a todo dar. A ratos te siento feliz y contenta ya que no paras de moverme nerviosa como coqueteando a los demás. Mis cuentas te sirven de relajo y para jugar. Pero también en otros momentos veo cómo la vida te trata mal. Ni siquiera mi belleza de nácar y mi tintineo de gloria te ayudan a reaccionar de una pena insondable que te atraviesa como un puñal. No sabes cuán delicado y elocuente es tu cuello y tu pecho para revelarme tu identidad. Si eres altanera me elevas por sobre los demás; si eres humilde me pierdo en un espacio cóncavo que generas al doblar tu espalda sin piedad; si eres sensual oscilo entre tus pechos y me mareo de tanto bailar; si eres sencilla y amorosa, al fin me dejas reposar como un niño para amamantar. Si tu cuello es grueso sé que eres fuerte y un poco mandona además; si tu cuello es largo y frágil, sé que eres de la alta sociedad; si es corto, sé que te encanta reír y celebrar, pero si no tienes, no hay espacio para que me puedas lucir en realidad. Ay mujer sólo un último consejo para descansar: eres linda con o sin mi presencia, porque el collar más lindo lo llevas esculpido en tu rostro y es la sonrisa celestial.
Sandalias: No sé bien quién hizo el diseño de sus pies, pero que son raros, lo son. Seguro que tienen alguna lógica para andar y sostener toda tu humanidad, pero mirados desde aquí abajo, son difíciles de entender y contener. Son solo unos pocos pies privilegiados los que logran encajar bien con mis tiras y suelas de cuero, pero la inmensa mayoría asemejan morcillas, fiambres y cuánto embutido hay. Por qué será que los descuidan tanto siendo que son la clave para vivir en paz. Soy yo el que anda resintiendo sus dolores deformando mi estructura con sus juanetes, callos, dedos quebrados o el mal pisar. Qué costaría poner un poco más de atención nada más y darles un poco de cuidado y cariño a los que reflejan su humanidad. Claramente al calzarlos logro percibir la masa de su cuerpo más que el centro de gravedad de la tierra y me pregunto porqué no se animan a descargarlos un poco de tanto peso para soportar. Son miles de huesitos los que les dan forma, pero desde mi humilde punto de vista es un abuso de todo el resto de su corporalidad. En apenas 30 centímetros de largo cargan osamentas, órganos, extremidades y sobre todo una cabeza que no se acuerda casi nunca que no es obvio caminar. Yo como sandalia voy a organizar una huelga en reclamo del cuidado de los pies y que con ellos puedan solidarizar; de lo contrario más temprano que tarde me quedaré sin trabajo y tú no podrás andar más.
Vela: No me vaya a confundir con vela de barco, mira que yo soy vela de cera y a mucha honra aunque esté de capa caída mi identidad. Antes me usabas siempre, era tu mejor amiga para la oscuridad. Mi esfuerzo y entrega era tu modo de vivir cuando el sol se iba a acostar, pero llegó la famosa electricidad y sin decir agua va, me dejaste abandonada en el desván. Ahí estuve como 100 años conviviendo con arañas, corchos viejos y tachuelas sin usar, hasta que te acordaste que mi ser te aportaba algo más que luminosidad. Hoy siento que voy resucitando gracias a la nueva espiritualidad que va reapareciendo en la mundanidad; por fin digo yo, sino ibas a terminar tu muerto en el famoso desván. Recién ahora te percatas de que te aporto misticismo y mi humo es un verdadero portal a lo invisible que quieres tocar. Recién ahora te das cuenta que mis aromas y el baile de mi pabilo son hipnóticos y hablan con lenguajes que puedes aprender a hablar. Es el vocablo de la contemplación, del no tiempo, de lo íntimo, de lo oculto, de la divinidad. Ciertamente mi esperma puede ser molesta para la sociedad de hoy, tan eficiente y funcional, pero yo siempre pienso en tu esperma espiritual. Acaso no te das cuenta que yo soy un mínimo reflejo de tu pabilo personal que también se está quemando a cada instante y que tiene una fecha de término, en que sí o sí se va a apagar. Te propongo una alianza para que nos podamos ayudar: tú préndeme cada noche para meditar y orar y yo por mi parte te soplaré inspiraciones y visiones que te aporten sentido y felicidad. ¡Ah, no me crees¡ Qué incrédulo eres la verdad; haz la prueba esta noche y obedéceme aunque sea por curiosidad. Entra a tu cuarto, apaga todo, préndeme al centro y quedémonos en silencio hasta que tus lágrimas arrepentidas me permitan irme a acostar.
Tapón: Qué presión más grande me has encomendado amigo; el agua es un temible enemigo a la hora de querer traspasar los límites que me has encargado cuidar. Me empuja y me empuja y yo que soy un caballero, no cedo aunque me haga ojitos con su gorgoreo y más. Lo que sí, no tengo para nada claro para dónde va después de que la dejo pasar. Me da escalofríos sólo pensar en esas cavidades que tan tenebrosos ruidos y olores producen cuando ya nadie las puede ocupar. Dicen que penan por allá, que hay seres monstruosos y hasta alienígenas que nadie jamás ha visto aterrizar. Por suerte casi siempre me amarras a un cordel y no me puedo escapar, pero a la vez me pierdo toda la acción y la emoción que puede haber al pasear. Sin embargo, amigo mío debo decirte que de los oficios existentes es bien ingrato el que me das. Mucha mejor suerte tienen la esponja, el jabón, el patito de goma o el shampoo que sueles usar. A ellos los cuidas y los repones, en cambio yo estoy hace años y jamás se te ocurre mirarme ni limpiarme. Qué cantidad de mugre produces y con tu pelo ya podría reeditar a Rapunzel de las cañerías sino no las fuera a tapar. Recuérdame aunque sea hoy con un buen baño, como el que yo te regalo todos los días sin chistar.
Espejo: ¡Qué obsesión tienes conmigo! Me das miedo de tanto que te miras en mi porque no sé que quieres que te refleje en realidad. Cuando estás linda, te encuentras fea igual. Cuando algo no te queda, me recriminas como si yo fuese la misma aparición de Atila en tu ajuar; cuando te vas despertando, siento tu odio reflejado en tu mirar y así, casi nunca te sientes contenta con lo que logro dibujar. Hay veces eso sí que actúas diferente y ahí sí que me pongo contento a rabiar. Dicen que se llama amor, pero no lo he podido encontrar para incorporarlo a mi programación natural. Sin embargo, cuando vienes llena de amor, todo lo que te reflejo de ti te encanta y hasta lo pareces amplificar. Tus ojos brillan de gracia, tu boca queda grabada en mi y todo de ti parece revestido de un halo especial. Yo me pregunto, dónde radica el poder de este sentimiento que te hace todo distinto mirar. Para mi eres la misma persona, bella, amorosa, que me encanta contemplar. Sin embargo, son tan pocos los días en que somos cómplices con tu imagen corporal, que francamente me pregunto para qué me creaste en realidad. Yo hago mi trabajo objetivo de reflejar, pero tu ves lo que quieres ver cada día y nada de lo que yo haga te hará cambiar. Nunca finalmente me escuchas, aunque no cansas de preguntar “espejito, espejito “ y todo lo que ya es sabido del cuento; sólo espero que no me quiebres cuando el esquivo amor se te arranque de tu vida una vez más.
Tenedor: Dicen algunos que mi forma deja mucho que desear; hay incluso algunos que simulan con mis tres puntas al mismo Lucifer con su herramienta del tridente que dan nervios de mirar, pero la verdad mis tres brazos son de una inteligencia genial. Debo agradecerle a quien me inventó y a quien perseveró en mi utilidad, ya que obviamente fui el último en aparecer entre los cubiertos que se suelen usar. Siempre pelean la cuchara y el cuchillo quién es el más útil o quién apareció primero en el comedor, pero sin duda el rey soy yo. Sin mi jamás podrían pinchar una arveja o darle vuelta a un pedazo de carne para poderlo cortar, sin mi tú no podrías seleccionar un trozo de tomate o enrollar la pasta que tanto te gusta cocinar. Un buen pinchazo es clave para la vida en realidad; no sólo un corte o un recipiente como hacen mis partners al maniobrar, sino una pinza a distancia que te permita elegir o desechar lo que quieres sin ensuciarte las manos además. Ves que soy importante en verdad; siempre he pensado cómo aún no inventan gemelos míos que te permitan pinchar a ciertas personas o situaciones para que no te atragantes tanto con lo que no vale la pena tomar y menos ensuciarte el alma con los que te pueden enfermar. Quizás el demonio no es tan leso en realidad, al pinchar a sus amigos ya que después de su infierno no se pueden liberar.
Martillo: No sabes cuánto me duele la cabeza con el trabajo que me has pedido ejercer por la eternidad. Con el clavo siempre nos inmolamos los dos para darte en el gusto y poder unir lo que nada más puede pegar, pero que duele, duele y es un esfuerzo que deberías valorar más. Siempre me alegas cuando por tu dispersión llegas a dirigir mi cabeza hacia tus dedos y estos empiezan a palpitar de dolor y frustración además. Ojalá te percataras que esa misma sensación la poseo yo en cada martillazo que logras ejecutar. Mi resiliencia es enorme y jamás me veras llorar, pero es fuerte ser el que recibe los golpes y más encima debe golpear a alguien más. Los clavos ya están entregados y reconocen que su labor es fundamental, pero la madera a veces me presenta sus reclamos cuando no aciertas o la maltratas de más. A veces me pregunto si no es tiempo de que me dejes como reliquia de la antigüedad. Hay tanta sustancia química que parece funcionar mejor que yo, pero no; soy al parecer un símbolo de algo más grande que no lo logro dimensionar: soy como una extensión de ti ¿o no?: un brazo armado que puede construir o destruir dependiendo sólo de tu intención. ¡No será esto un abuso de autoridad! Si hay algo que detesto es cuando me haces deshacer trabajos que me ha costado tanto armar. Mi cabeza queda colgada y ocupas mi cola sin ninguna dignidad; peor aún si me haces enderezar clavos viejos o masacrar obras que otros compañeros realizaron antes de que yo pudiera llegar. A mi me gusta unir, no dividir, me entusiasma ser instrumento de edificación y no del caos o de la locura que a veces te suele atrapar Ojala puedas llevar a tu cabeza estas ideas que rondan en la mía y que me tienen francamente preocupado por ti.
Micro: Qué envidia genero en todas las cosas que has podido crear. Cierto que estoy un poco pasada en años, mis motores se tapan y que lo charro me gusta ostentar, pero no hay nadie que me pueda superar en el conocimiento de tu humanidad. Es más, me deberían dar un master porque aunque no lo creas en mis pasillos y en mis asientos he conocido tu mayor grandeza y miseria además. Conozco a las buenas personas porque siempre hablan con respeto y dan el asiento a los de la tercera edad; conozco los indecentes que me usan para cualquier propósito indigno como robar o manosear mujeres en la impunidad del choclón imposible de identificar. También conozco tu cansancio al regresar y cómo la rutina cada mañana casi te mata los sueños que llevas en tu boleto existencial. Conozco a los que venden hasta el alma para figurar y los que sirven con gratuidad sin más recompensa que un gracias y alegran el trayecto a pesar de su propia necesidad. De la A a la Z en mis entrañas puedes encontrar; desde el farsante hasta el santo, son huéspedes de mis fierros y estructura de metal. Me encantan también los estudiantes aunque a mi chofer le guste reclamar por su estridencia y cantidad. Los oigo al fondo de los asientos urdiendo amores, planes, proyectos, besos, encuentros que nadie podrá conocer jamás. Para mí representan la esperanza y la pasión que me hace calentar motores cada mañana y llevarlos a donde quieran ir en realidad. La parada final jamás me ha importado; lo fascinante está en todas las estaciones que recorremos juntos y cuánto más puedo aprender de tu curiosa especie animal. Ah. Y no te bajes más sin pagar, sino, no habrá dinero para arreglarme el parachoques que me lo acaban de chocar.
Candado: ¿Porqué te doy tanto asco? No soy peor que las monedas en realidad. Sé que paso de mano en mano y que mi fin es guardar los tesoros que tienes para acumular, pero he tratado de ser lo más digno y fiel desde que me trajiste acá. Mis engranajes internos casi nunca aceitas porque creo que ni sabes que existen en realidad. A ti te interesa que sea fuerte e infranqueable nada más. Lo que es yo estoy lo más aburrido que hay. A veces pasan años y nunca me vienes a visitar. Figuro con una roñosa cadena, más oxidada que yo y juntos ya no tenemos temas que conversar. Por lo mismo, me cabe preguntarte ¿por qué no usas lo que guardas o bien lo compartes con alguien más? Sabías que muchos de los míos hemos quedado cerrados para siempre guardando tesoros que nadie nunca pudo disfrutar. La llave es otra desafortunada que nadie encontró o que vendieron por adorno o al por mayor ¿Qué sin sentido verdad? Si al menos hubiéramos podido darle acceso a esos niños para que pudieran entrar a jugar a ese patio prohibido que me hiciste cerrar; o haber compartido esa biblioteca hermosa que me hiciste bloquear y qué decir de esa caja fuerte llena de riquezas que jamás podrás gastar. Quizás al fin he entendido porqué la repulsión que te causo al tocar; soy reflejo tu desconfianza, tu codicia y tu miedo a que otros te quiten lo que tanto te costó juntar. Guaj, empatizo contigo a todo dar.
Chancho de greda: ¿Quién habrá sido el chistosito que me creó? Acaso un chancho de greda es una figura digna para guardar tus más grandes sueños y todas las ilusiones que tienen los niños al ahorrar. Claro, porque eso es claramente lo que soy: un símbolo de los anhelos más grandes y más queridos que hayas podido tener en tu infancia. Yo encuentro que soy el resultado de una broma de mal gusto o de un amargado social. Conocido es que los chanchos de tierra son hediondos, molestos y que chillan sin parar. Cómo en un animal tan poco gracioso quieren guardar los tesoros de tu inocencia e ingenuidad. Como si el chiste no fuera ya aburrido, siempre me rasgan la espalda por la mitad. Un pequeño orificio que permite pasar monedas y billetes, pero que es imposible de vaciar. Resultado: me tienen que quebrar. Después que me he sacrificado, que he sostenido monedas sucias, billetes roñosos y cuanto papelito pudiste ingresar, viene mi destrucción total. El sacrificio puede llevar o no ritual, pero siempre termino igual: hecho trizas en un basurero sin ni siquiera poder mirar tu sueño hecho realidad. Por qué no me haces una tapa por mi bajo vientre o me pones un tapón de goma en la cola. Te aseguro que guardaré tus ahorros como siempre, pero me permitirás disfrutar de tu vida como parte esencial y no como un mero instrumento desechable, sin sentimientos ni opinión real. Es más, estoy pensando en patentar mi idea para guardar los sueños de la humanidad; si todos ahorran un poco y se saca de acuerdo a la necesidad de cada cual, todos serían más ricos y a nadie la faltaría nada. Genial ¿o no? Lo pasaríamos chancho de una vez por todas en la historia de la humanidad.
Calzoncillo: Ay mi buen amigo, sí que soy fiel a tu humanidad; mira que tener que guardar tus presas, tus olores y todo lo que tu intimidad guarda con secreto confesional, es un gran mérito para mi en lo que de prendas se da. Me da risa cómo ahora han inventado diseños y cortes para hacerme más cómodo y hasta a la moda, cuando la intención primera era mantenerme lo más oculto que hay. Ahora los chiquillos se vanaglorian a costa mía sin importar si estoy deshilachado o ya voy sin elásticos haciéndome mi mejor esfuerzo por tu dignidad. Antes los hacían de géneros sencillos como para no gastar; ya queda poco para el día en que de seda nos hagan para ostentar más. Cómo decirte amigo mío que a través de mi siempre tendrás el mejor recuerdo de memoria de tu humanidad. Eres frágil como todos y nadie, aunque sea con calzoncillos de oro, se libra de ser vulnerable para los demás. Quizás habría sido buena idea hacernos de metal, para que nunca una patada te pudiera dañar, pero eso hubiese traído otro tipo de complicaciones que es mejor no nombrar. Mi propósito en la vida y mi campaña electoral es que cada noche cuando me dejes en la silla (o en el canasto de ropa sucia, ojalá), te identifiques conmigo como signo de humildad. Por ti podrá pasar la vida, el éxito y la fama con una fina corbata de seda natural, pero en la soledad de tu casa, eres siempre uno más. ¡Buena marca la mía, no es cierto! ¿Por qué crees que algunos narcisos prefieren andar a lo “gringo” y no usarme para engañarse un día más con aires de superioridad? Están fritos… por decirlo en elegante y no desentonar.
Control Remoto de la TV: Necesito urgente un psiquiatra que me pueda aliviar de esta locura en que me tienes, sin poder fijar la vista en un solo canal. Apenas me voy interesando en una historia, click y cuello no más, vamos con balazos, explosiones, noticias, documentales y teleseries a todo dar. Cómo quieres que profundice en algún tema si ni cinco segundos te puedes calmar. Soy lo más parecido a un chapsui de contenidos, pero metidos en una juguera infernal. Qué infoxicación es la que me provocas y casi todo tóxico en realidad. Yo pensé que me habían hecho para regalarte comodidad y que no te tuvieras que parar a girar perillas que siempre funcionaban mal, pero ahora pienso que debo ser fruto de alguna maldición o venganza social. A través mío lo único que haces es pelear. Me escondes de tu mujer y de tus hijos para que nadie te pueda controlar. Me usas sin decoro y me manchas con todo lo que tus manos osan tocar. Me utilizas como instrumento de tu ira cuando tu equipo juega mal y para peor, siempre te saltas aquellos pocos canales que algo te podrían aportar. Yo creo que si no me llevas a un psiquiatra para calmarme y dejar de evadir la realidad, me voy a suicidar uno de estos días o voy a escupir mis pilas donde jamás las puedas encontrar. No ves que te hago mucho daño y que no hay signos de mejorar. Cada día aparecen más señales y tu haces zapping más rápido que pestañear. Siempre me pregunto, seré yo muy lento o tu tienes telepatía con las emisoras para saber lo que dan. Mi único alivio es cuando alguien pone música o un documental. Sólo ahí repongo un poco las fuerzas para poder sobrevivir a los 24/7 que tu consumes sin contar los avisos comerciales que tampoco ves jamás. Ponme off esta noche, te lo suplico una vez más. No vaya a ser que de nuevo te quedes dormido y yo tenga que trabajar, viendo unos debates en alemán, que marcaste sin querer al roncar.
Aguja: Apuesto a que no tienes idea lo antigua que soy. Mucho más que tu tatarabuelo o el ancestro más antiguo que recuerdes en el mundo hoy. Aparecí hace como 25 mil años cuando de tanto frío a alguien se le ocurrió hacer una pequeña lanza para unir las pieles de los animales y que las nieves no los pudiera matar. ¿Te pillé no es cierto? Así que más respeto conmigo, porque soy fundamental para ti aunque me pierdas como si no valiese un céntimo para tu honor. Sin mí cómo te sacarías las astillas de tu piel, esas que te causan tanto dolor. ¿Cómo harías para coser tu basta y no tropezarte como un niño con tu pantalón? ¿Cómo coserías ese botón indiscreto que siempre se quiere salir de su lugar? ¿Cómo pincharías globos para asustar a alguien más? Yo sé también que cuando pasa la edad, me comienzas a odiar, ya que hago evidente tu presbicia y no me puedes enhebrar. Así y todo, yo fiel, soy capaz de agrandar mi ojo con tal de que no dañes el tuyo…¿Qué tal?. Mi único problema contigo es que siempre me pierdes y me caigo en lugares donde puedo dañar. En la alfombra soy fatal y después me culpan, como si yo tuviese pies para caminar. En el pecho, soy mortal, no sé si es mito, pero dicen algunos que me puedo ir navegando por tu corriente sanguínea hasta el corazón pinchar. Espero nunca vivir pesadilla igual. Déjame unida a un hilo de color y así me creo cometa y sueño con volar, aunque sé que entre telas debo quedarme para cuidar mi oficio que es noble y antiguo como los que ya no hay.
Chicle: Debe haber sido algún torturador chino el que me dio la vida porque no hay destino peor que el mío, eso te lo puedo asegurar. Al nacer me llenan de ilusiones con aromas de frutas, de menta o de un cuanto hay. Me envuelven en unos envoltorios muy lindos y llamativos y ahí me dejan reposar, soñando yo que estoy destinado al paraíso tropical. Pero vienes tu, me compras, me desnudas así sin más y comienza la tortura del masticar. Una mordida tras otra van deformando mi forma original y me transformó en esa masa pegote y viscosa tan molesta de maniobrar. A ratos me divierto, lo debo confesar, sobre todo cuando haces globos y logro devolverte un poco la mano explotando en tu cara sin avisar. Pero no me dura mucho mi dulce venganza, vuelta para dentro de tu boca que deja bastante que desear. Vieras todo lo que me comentas tus muelas y dientes, no están muy conformes contigo; las deberías escuchar. Como si supieras que te voy a armar un sindicato bucal, me comienzas a sacar mi sabor, mi color y quedo prácticamente relegado a ser una pasta informe sin gusto a nada. Pensando que mi final ya estaba cerca, me dispongo a la muerte con dignidad, pero ¡no!, craso error. Recién comienza lo peor. Me tiras al suelo, me pegas debajo de una mesa o me arrojas al basurero sin compasión. Ahí comienza mi tortura más macabra; lenta descomposición recibiendo oprobios de todos los que toco en busca de mi salvación. Resignado me entregó a mi suerte de inmortalidad; sólo son como mil años y podré descansar. Sin embargo, en todo ese tiempo reflexiono sobre la suerte de ambos y me asalta la duda en realidad: ¿no estás tú en una dinámica parecida a la mía sin ser consciente? Sería bueno que lo mastiques un rato… da que pensar.
Berenjena: Sabías que si hoy hicieran una elección de verduras y frutas, soy yo una de las peor evaluadas. Qué injusta es la vida si ni siquiera puedo defenderme ante tan mala fama, sobre todo cuando he hecho tantos esfuerzos por ser bella y sabrosa además. Hasta has inventado un dicho aludiendo a que soy lo más malo que hay; no sabes cuánto me duele eso porque siempre sólo te he querido agradar. Según mi parentela solo se debe a mi amargor inicial; pero sólo con un poco de cuidado al cortarme y con paciencia al prepararme, puedo ser mejor que el caviar. Quizás mi color tampoco es el más popular; le va mucho mejor al tomate, a la zanahoria, a la palta y hasta el choclo con su dorado espectacular. Mi rostro a mi me parece una perla negra digna de reinar como la soberana de la ensalada, pero siempre quedo relegada para el final, para el guiso, para la conserva, para el budín y nunca como plato principal. Me gustaría que te pusieras un rato en mi lugar y me dieras una oportunidad; no por tener un mal comienzo signifique que sea mala al final. ¿Cuántos de los tuyos no son igual?; ¿cuántas veces los menos populares son los más leales, los más buenos, los que te acompañan hasta el final? Te quiero pedir que evalúes un cambio de nombre como los ingleses me han sabido llamar. ¿Sabías que ellos me dicen Eggplant?, es decir planta de huevo por lo nutritivo y útil que es este alimento para la humanidad. Igual que él, puedo tener una cáscara dura y no soy sabrosa si me comes tal cual; pero como un buen preparado puedo pasar a ser la compañera ideal de todas tus comidas y revertir las encuestas para ser la más popular. Quizás a ti también te juzgan muy rápido y no te dan la oportunidad de mostrar todas tus gracias y ayudar como siempre has querido a los demás. Por lo mismo, te propongo un nuevo trato confidencial: tú me empiezas a ser buena propaganda entre mis pares y yo prometo hacerte fama de chef internacional. ¿Aceptas?
Flor: No sabes lo feliz que me pones cuando me ves, cuando realmente me contemplas admirado de mi belleza, de mi alegría, de mi delicadeza, de mi aroma y de todo lo que me esmerado en desarrollar para ti. Me fascina cuando me cuelgas de tu pelo, cuando me llevas a tu mesa, cuando me permites acompañarte en tus fiestas y también me alivia poder consolarte en tus momentos de dolor o de partida de alguien que amas con el corazón. Confieso ante ti que no hay nada que me decepcione más que pasar inadvertida; debe haber algo de exhibicionismo natural en mi, pero creo que para eso me creó Dios, para que me vieras y lo vieras a Él en mi. Es como quedar con los crespos hechos, lista para salir a bailar y que nadie vea mis pétalos, mi pistilo coqueto, mi tallo que tanto he cuidado para que me sostenga sin flacidez, me da una depresión fenomenal. Tanto que me marchito y me hago vieja y fea como con un hechizo de maldad. Si no te gusto yo, tengo infinitas parientes con tanta diversidad de colores, tamaños, formas y diseños, que me sorprende cómo algunos ni saben de nuestra existencia y se pierden la magia que se nos regaló para darles a ustedes armonía y amor. A que no sabías eso; creías acaso que mi savia era solo eso. ¡Ay Dios mío, cuántas veces habrá que explicarles la ecuación de la creación! Todo es energía amorosa, envasada en distintos frascos para llamar tu atención, pero de todas creo que soy la Top 1. Si no porqué me regalas cuando estás enamorado, aunque te de alergia el polen que se me escapa de las orejas. ¿Orejas? Sí, Señor. Por supuesto que tengo orejas y ojos también. No igual a los tuyos, pero sí pueden ver y oír también. Estamos todos conectados porque tu también eres un envase de amor, aunque haya algunos que se hayan olvidado de esta verdad. ¿Me quieres? ¿Mucho, poquito o nada? Yo por lo menos te amo desde siempre y desde mucho antes.
Pelota de fútbol: No sabes lo sentida que estoy contigo; tus patadas ya me tienen más machucada que membrillo escolar y no me das ni un segundo para estar en paz. Cuando me hicieron pensé que mi destino sería transitar entre las manos amorosas de los niños y a lo más uno que otro golpecito para poder entrar en movimiento y girar viendo mis diferentes facetas brillar. Mi linda imagen ciertamente no duró más que unos segundos intacta y ya me empezaste a pegar, como si mereciera el peor castigo de la humanidad. Para peor soy el motivo de disputa que capta hoy más popularidad. A veces me pregunto si no será mucho para mi esencia tan sencilla y aparentemente banal. A pesar de mi simpleza, salgo en todos los canales de televisión, en los diarios y no hay quien me quiera atrapar como trofeo monumental. La fama me confunde y no la entiendo en realidad; me parece tan efímera como el aire que me da forma y que se escapa sin notarlo hasta que ya no sirvo más. A veces hasta me río de mi misma cuando veo a tantos hombre corriendo detrás de mi, como si en mi interior hubiese un tesoro que conquistar. ¿Será que jugar es un acto imprescindible para ustedes los seres humanos y lo deben retomar para salvarse de la gravedad y el individualismo brutal? Me consuela mucho eso sí el que te permito entretenerte, hacer amigos, hacer deporte y compartir con los demás, sin una pantalla de por medio y por eso estoy dispuesta a sacrificarme hasta que mi interior ya se reviente de tanto aguantar. Dar hasta que duela dijo un santo de nuestra ciudad y yo me he comprometido con esta causa sin importar mi salud física ni mental. Si lanzándome a los aires o metiéndome en el arco del rival te hago feliz, estoy disponible y lo digo en verdad, sobre todo cuando veo niños que ponen su esperanza en darme una patada y triunfar. Ojalá te acuerdes de mi cuando te vayas a celebrar el partido con un asado y me puedas llevar o que me hagas cariño cuando no le pude achuntar, porque creo sinceramente que soy tu mejor amiga y me debes fidelidad. Quizás una lustradita del cuero que me cubre podría ayudar, pero sobre todo que de vez en cuando me mires y me tomes en cuenta como uno de las cosas que más te acompaña y que más felicidad te da. Me lo merezco, ¿no es cierto?
Fósforo: ¿Has visto la importancia que puede tener alguien aparentemente tan pequeño e insignificante como yo?. Por lo menos a mi me llena de orgullo cómo con mi estructura tan simple y sencilla puedo hacer la diferencia entre la vida y la muerte para ti. Sé que me has buscado desesperado en esas noches de invierno para poder prender tu hoguera y aliviar el frío de tu familia. También he visto tu cara sonreír cuando al fin mi sacrificio te permite prender una vela en medio de la oscuridad y la incertidumbre total. Sé que han tratado de desplazarme en el último tiempo con sucedáneos míos electrónicos o de gas, pero sé que me serás fiel hasta la eternidad. Mas que mal, llevamos un vínculo que tiene más de 200 años y sería muy feo renegar de nuestra amistad. Una de las cosas que más me duele de mi identidad es lo efímero de mi existencia porque apenas me da tiempo para poder escribirte ahora y conversar de la vida actual. Cuando me enciendo veo la situación como está y si bien veo imágenes muy lindas, en estos últimos 50 años hay algunas de las que te deberías preocupar más. Por ejemplo me niego a encender tus cigarrillos una vez más. Siento que derrochas mi vida y la tuya en un vicio que no tiene sentido y que sólo te hace contaminar el aire y enfermar tus pulmones aún más. Tampoco estoy dispuesto a prender más explosivos porque ya has destruido demasiado con tu ambición desproporcionada. De hecho me asusta que de tantos incendios que provocas, después no encuentres más madera para gestarme una vez más. Sé que llevo el fuego dentro como ser potencial, pero por favor úsame para el bien y no más para destruir tu hogar. Si pudiera elegir un destino alternativo, soñaría con que hicieras más artesanías conmigo y así no terminara chamuscado y hecho cenizas sin poderte acompañar. De hecho esa transformación a carbón es dolorosa y es mucho más noble quedarse a la espera de vivir un día más. Cuando estoy en la caja con mis compañeros siempre conversamos sobre a quién le tocará trabajar. Sabemos que para eso fuimos hechos, pero inmolarse para tus propósitos siempre es un acto heroico que deberías valorar más. A mi por lo menos me gustaría morir por un fin noble como calentar un caldero para alimentar a los que no tienen nada o bien prender la antorcha olímpica para poder mirar el mundo y elevarme al éxito total. ¿Me harías ese favor de que mi fuego encienda otro fuego y así podamos sumar energía a la humanidad?
Estrella: No sabes el gozo que me da verte todos los días desde acá en el firmamento. Creerás que te veo apenas como un punto porque de verdad estamos muy lejos, pero hay muchos más misterios entre nosotros de lo que logras imaginar. Lo primero que te quiero decir es que compartimos nuestra materia y alguna vez saliste de mis entrañas para materializarte en tu cuerpo actual. Aún recuerdo cómo mis elementos viajaban en plena oscuridad buscando alguna forma de reunirse y darle forma al planeta que conoces desde tu eternidad. Sin embargo, yo te puedo contar que tu eternidad no es nada con lo que yo he podido contemplar. Miles de seres han pasado y tú eres apenas una mota de polvo en la inmensidad que existe y que no puedes dimensionar. No me tomes a mal; no estoy subestimando tu vida ni el precioso planeta que te regaló Dios para habitar; sólo te estoy recordando un poco de perspectiva astronómica para que te ubiques un poco mejor en el contexto creacional. A veces hasta tintineo de risa cuando veo a algunos de ustedes creyéndose el sol o el centro de todo como si pudieran en algo realmente mandar. Qué engaño más evidente, pero que los atrapa con tanta facilidad. Si reconocieran que hasta el sol es una estrella mínima en el todo y yo brillo mucho más. Bueno, en verdad no te quiero atacar. Muy por el contrario, quiero que también tomes conciencia de que en ti también habita una estrella fugaz. Sí, no estoy loca, yo misma vi al Padre Creador cuando la bordó en tu corazón. Es esa luz la que nos hace parte de la misma tribu aunque algunos ya la estén extinguiendo de tanto correr y trabajar. Mírame cada noche y verás como mi parpadear de ojos hace juego con tu luz celestial. No olvides que eres del cielo y que la tierra que te rodea es sólo temporal. Es más, no sabes lo bien que lo pasamos con todos tus parientes que ya están acá. Sobre todo con tu abuelo que salta entre súper novas como si tuviera 5 años de edad. Brilla amigo mío y encontrémonos cada noche para compartir el fuego que nos conforma y que no es otra cosa que partículas de Dios que han salido a bailar para regalar alegría y paz.
Chocolate: Creo que de todos los alimentos que has creado soy el número uno; el top 1 en tus preferencias y por lo mismo, nadie me puede destronar. Mi sabor delicioso es tentación mortal para ti y eso me hace sentirme feliz y orgulloso frente a otros como el brócoli o la sopa de rábanos que destacan por su impopularidad. Además el cacao que me compone ha sido científicamente que le hace bien a tu cerebro y eso me ha dado aún más peso para figurar. Capto tu atención y hasta sueñas conmigo cuando te hacen adelgazar; qué mejor ranking para un pedazo de azúcar, leche y cacao como yo… Si hay algo que me vuelve loco a rabiar es cuando me llevas a tus manos o me dejas en las de tu hijo y comienzo a derretirme y a perder mi forma sin ninguna compostura ni dignidad. Ser catarata de gozo para ti es un éxtasis difícil de explicar y la verdad que sólo se compara a esos momentos en que estoy en tu boca y escuchó ese “Mmmm” fenomenal. No me sucede igual cuando me guardas en tu refrigerador. Siento que hasta el ánimo se me va con tanto frío y después siempre me quebró mal. Creo que eso va contra mi naturaleza; no me lo hagas más. Sé que algunos me hacen campaña en contra porque en exceso te puedo hacer mal; me endosan kilos de sobrepeso, pero creo verdaderamente que es pura envidia porque soy sano y bueno para ti si te sabes controlar. Que no me vengan con cosas, si hasta el agua en exceso te puedo enfermar; no es culpa mía la adicción que te provoco; tu te deberías cuidar solo y no endosarme tus desórdenes ni ansiedad. Cuando más me río de tu conducta es cuando me escondes para que otros no me puedan encontrar. A veces hasta me despiertas a media noche para darme un mordisco y comer sin testigos hasta la saciedad. Sé que soy un buen compañero tuyo y no voy a renunciar a acompañarte, sobre todo cuando te vienen esos misteriosos antojos o tus penas quieres aliviar. No hay nada mejor que yo en esas ocasiones donde la vida necesitas endulzar, así que tu me cuidas mi reputación y yo te alegro la vida hasta el final.
Anteojos: Qué privilegio más lindo me has dado al permitirme arreglar tu visión y poderte mostrar todo lo que hay para ver y disfrutar. Mi estructura de vidrio sé que te salva en momentos difíciles donde tus propios lentes intraoculares ya no te son fieles y comienzan a fallar. Soy tan antiguo en esencia y te he regalado tanta personalidad, que me siento orgulloso de mi recorrido existencial, pero me has empezado a sofisticar a tal extremo que me desconozco a ratos a mi mismo y apenas me logro ver en el espejo cuando me monto arriba de tu nariz y no veo mis usuales marcos, siendo apenas un brillo en la inmensidad. Me apena, por lo mismo, que casi siempre me asocien con la fealdad, cuando debieran alabarme por la oportunidad que les regalo a todos los que me usan por necesidad. Qué habría sido de Gandhi sin mí; de John Lennon o del famoso Harry Potter en sus libros de magia, si no hubiera estado con ellos con fidelidad y transparencia real. Sin embargo, debo ser un tanto bi polar ya que cuando me utilizan para protegerte del sol, mi ranking sube a las nubes y soy motivo de lujo, prestigio y hasta prepotencia social. Todo depende si voy con filtros oscuros y protección solar. No obstante lo anterior, cuando tus ojos se cansan con la ancianidad me vuelves a tolerar con franca animadversión, lo que me hace muy mal. De verdad, lo único que quiero es ayudarte y no me gusta que me recibas con tanto desagrado, como si fuese una enfermedad. Cuando te pones mayor y ya no logras enfocar, siempre te quejas de mi existencia y me pierdes en todos lados, ya que soy un estorbo para tu belleza y dignidad. Ser potenciador de tu visión u ocultar tu mirada ciertamente es un poder único, por lo que debemos hacer una alianza para optimizar nuestra amistad. No te avergüences más de mi y yo te contaré todo lo que hay afuera para que puedas continuar. Es demasiado linda la vida para que te pierdas detalles o te desenfoques de la realidad.
Huevo de gallina: Sé que mi origen puede no ser el más fino ya que salí de la cola de mi madre emplumada, forzada a parirme a pesar de la incomodidad de mi forma y mi estructura calcárea por necesidad. ¿Quién fue primero? ¿ella o yo? No me importa mucho en realidad, ya que ya estoy afuera y tengo todo el mundo a mis pies para rodar y hacer contigo las maravillas más grandes de la humanidad. Qué sería de este mundo sin los merengues que haces al batirme mis claras hasta rabiar. Qué sería de los banquetes humanos sin los postres en donde me sumas y donde no puedo faltar. Qué sería de los pic nic sin un huevo duro para pelarlo lento y comerlo hasta ahogarse con un poco de sal. Sin embargo, no me subestimes no sólo te sirvo para cocinar los mejores manjares más sofisticados que puedas imaginar. También sirvo para pegar materiales y hasta en puentes me han sabido usar para adherir ladrillos por la eternidad. ¿Sabías que también puedo servir para tratamientos de belleza, para lavados de pelo y hasta para ungüentos para sanar enfermedades? Es increíble cómo siendo tan pequeño e insignificante, esconda toneladas de energía y te sirva para tanto en realidad. No me quiero promover porque no lo necesito, pero francamente creo que no podrías vivir sin mi aporte nutricional. Por lo mismo, todo lo que hagas conmigo es una misión que valoro y a la que me ofrezco con docilidad: me puedes batir, revolver, freír, cocer, vaciar, pintar, rellenar, romper, deshidratar y hasta quemar, pero no me vayas a exiliar de tu dieta jamás. Aun siendo huevo, no vayas a pensar que soy un tonto o que no sé pensar. Soy en extremo astuto y veo debajo del agua aunque no pueda flotar. Tu también saliste de un lugar poco prestigiado de tu madre sin plumas y creo que tienes tanto o más potencial que yo para multiplicar la vida y crear cosas lindas para la posteridad.
Ola de mar: Aquí estoy mojando tus pies como masaje natural y me encantaría que supieras el largo viaje que he hecho para poderte acariciar. He recorrido todo el planeta para poderte abrazar y he tocado tantas costas que te podrías marear. En mis entrañas han vivido peces que jamás podrías imaginar y también se han revuelto algas que casi me hicieron desertar. Lo peor ha sido la basura que he tenido que cargar; plásticos, botellas, papeles y hasta zapatos me he tenido que tragar. La verdad, no me son gratos como huéspedes y ojalá los pudieras dejar en otros lugares porque me causan una indigestión brutal. Qué decir de las pobres tortugas o los delfines que me suelen acompañar. Se enredan en tus despojos y a veces he sido testigo impotente de su muerte o enfermedad. Si me das un poco más de espacio, te quiero decir un reclamo más: no me gusta el petróleo que me echas encima; me quita mucha fluidez y me hace perder mi color natural. Pero no todo es malo en nuestra relación y hay cosas muy lindas que destacar. Qué decir de cuando te encumbras sobre mi lomo y surfeas mejor que los pelicanos de altamar. También me encanta cuando me pintas y me plasmas con óleos y acrílicos para pasar a la posteridad. Tus barquitos me hacen cosquillas y me encanta escuchar las historias de los pescadores que se fanfarronean como si fuesen tiburones y me pudiesen controlar. Sé que soy irascible y cambiante a no poder más. Pero no es culpa mía, sino del viento y de la luna que me domina sin poderme rebelar. Ella me hipnotiza y me hace crecer o menguar a su voluntad, pero tarde o temprano siempre llego a tus pies y te puedo tocar. Es increíble cuando me choco con las rocas de los acantilados o cuando me mezo como un niño para amamantar. Puedo tener mil genios y jamás podrás predecir mi conducta o cómo te voy a tratar. La verdad no es nada personal contra ti; es más te aprecio profundamente; tanto como las simas que he podido visitar en el fondo del océano, pero no me puedo contener. Hay algo que me impulsa a moverme todo el tiempo y la curiosidad de aprender de todo es insaciable además. He visitado todas tus épocas y todas tus civilizaciones me han sabido contemplar. Ojalá me valores este día y te quedes tranquilo un momento para poder conversar.
Culebra: Aquí estoy, arrastrándome a tus pies, mirándote cuán largo eres para mi. No sé quién me eliminó mis patas, pero ciertamente me ha traído muchas más consecuencias que las que logro recordar. En mi primer lugar, mi piel maravillosa, tan bellamente lustrada, siempre queda empolvada y a veces hasta embarrada por mi necesidad de reptar por donde otros caminan o vuelan en libertad. Los callos que me han salido en mi vientre se han hecho tan duros y ásperos que a veces se me hace la ilusión que de ellos podrían salir dedos, pero no, estoy confinada a la superficie de la tierra y de allí sólo me despego al trepar por los árboles donde nadie me molesta ya. Sin embargo, no creas que todo en mi vida es queja, ya que tengo mucho más que agradecer que lamentar. De sólo mostrarme en sociedad, la inmensa mayoría de ustedes arrancan como si tuviese lepra para contagiar. Eso me abre caminos y me deja respirar. Si alguno se envalentona, sólo debo erguirme en mi cuello y mostrarle mis dientes para hacerlo espantar. Nadie quiere una mordida mía, piensan –y no se equivocan- que los puedo envenenar. A pesar de tu rechazo, hay quienes me han usado como símbolo de la divinidad y hasta de la sanación en la antigüedad y es que en verdad en mi se oculta el bien y el mal como ícono ancestral. Ojalá algún día te hicieras consciente que tú eres igual. Puedes dar vida o matar; todo depende de tu elección y si logras aprender de qué se trata la vida al trascender más allá. Yo por lo menos, al ir cambiando de piel, me voy haciendo más sabia y comprendo que la vida es un ir y venir, un controlar y un soltar; un reptar permanente entre las cimas y simas que te van a tocar. Lo importante es que de vez en cuando te pongas al sol, como yo lo hago a sintetizar energía de verdad; esa que te permite disfrutar tu esencia, aunque haya limitaciones o adversidades que sortear; mira que todo lo demás se pasa y aunque te envuelvas en mis propias pieles, igual tu vida se va a acabar. Lo otro que me encanta de mi es lo difícil que es penetrar mi piel o alterar mi temperatura corporal; en el fondo vivo en mi hábitat tranquila y no me dejo afectar demasiado por lo que opinen mis vecinos, porque eso me haría mal. ¡Envidiable no es verdad! Entiendo que por eso te robas mi cuero y me usas para vestirte con exóticas prendas que ya nadie quiere calzar. En el fondo te encantaría ser un poco yo, aunque no tenga pies, pero sí envenenar a algunos que no se quieren callar. Jaja.
Jote: Sí, ya lo sé, no hay animal más repulsivo que yo, sobre todo cuando mi instinto me lleva a comer donde muertos hay. Lo siento no fue esa mi voluntad inicial; yo había pedido comer peces y jaibas, pero me asignaron los basurales y el cementerio principal. ¿Es culpa mía acaso?. No, señor, tampoco mi aspecto espectral. A todas las aves le regalaron plumas lindas, de colores, y a mi me dejaron para el final. Sólo quedaban unas pocas negras y tiesas y ni siquiera alcanzaron a cubrirme el cuello que quedó a la intemperie como cuero colgando de extrema fealdad. Yo había pedido plumas suaves de color amarillo y verde para bailar en la selva o en los circos que sueles armar, pero una vez más sólo me quedó acatar y tejerme una bufanda roja para no morirme de frío cuando tengo que viajar. Mi vuelo rasante siempre te carga porque crees que te voy a atacar; la verdad sólo me interesa comer y sobrevivir para después descansar. A todo esto, es bien curiosa tu opinión sobre mi especie, ya que a pesar de que me detestas y hasta escopetazos he tenido que zafar, igual escogiste a un primo mío para ponerlo en el escudo nacional. Cierto que al cóndor sí le dieron plumas blancas para cubrirle el pescuezo, pero en esencia somos bien parecidos y es injusto que a mi me traten tan mal. Al menos podría tener un comic a mi nombre y ser famoso como Condorito cuando salgo a trabajar. De mi dieta alimenticia, ya estoy enfermo de gravedad. Estoy abotagado de animales muertos y encuentro basura por donde hay; estoy próximo a una bulimia porque no paras de ensuciar y matar. Soy jote, feo, negro y narigón además, pero no quiero ser obeso de tanto alimento que me dispones sin ser consciente de mi enfermedad. Mi nombre es el de peor calaña en todo el reino animal y creo que me lo merezco ya que soy una especie de caníbal en tu jerga humana, al ser el primero que llega cuando hay mortandad, pero la verdad si me dieras otras condiciones podría cambiar. Qué tal si me cubres mi cuello pelado con unos injertos de pluma de pavo real; qué tal si me dejas un plato de semillas en vez de tener que irme en picada sobre la muerte brutal; qué tal sin me pintas algunas plumas de rosa y naranja primaveral; quizás me confunden con guacamayo y me aman más; qué tal si me operas el tabique y me pones anteojos para no ser tan feo y mirar más allá de la carroña y el basural. Yo te juro que si me pones en la selva, hasta podría cantar. ¿Por qué no me das una oportunidad o al menos me das el mérito del cóndor en el próximo mundial? Soy una ave como cualquier otra, sólo que me tocó interpretar el rol más desagradable de la cadena alimenticia general.
Endulzante: Cómo te cambié la vida amigo mío. Creo que soy tu mejor aliado en la actualidad. Mira que el azúcar sabes que te hace mal, pero el dulzor de un café o de un postre –hasta ahora- era una adicción total. En tu frenética búsqueda de comer sin engordar, me encontraste a mi y estoy feliz con esta nueva relación contractual. Mi pobre pariente de la caña está con depresión total, como si la culpa fuera de ella y no tuya que la devoraste sin control ni moderación en la antigüedad. Bueno, pero ahora es mi turno y creo que ya en ninguna mesa puedo faltar. Dos gotitas, cinco, gotitas y guau, un chorro al final. Igual conmigo te extra limitas y seguro que algo me encuentran en el futuro que te pueda hacer mal. No ves que a la sacarina la exiliaron por provocar cáncer en ratones, pero era si se comían una piscina del producto o algo similar. Espero tu no repitas esa historia conmigo porque estoy feliz con mi estreno en sociedad. Oigo todas tus conversaciones, voy a todas tus fiestas, aparezco en cada vez más comidas y soy una rock star de los endulzantes que ahora hay. Mi aspecto transparente es engañoso porque pareciera que no comes nada, pero soy como un almíbar de azúcar y llego a tu cuerpo igual. Lo que pasa es que tus células no me absorben y eso es 0 calorías, lo que es ganarse el premio nobel en nutrición actual. Soy tu deseo más profundo hecho realidad: comer algo dulce y rico sin que las malditas calorías se vayan a depositar en esos lugares que quieres ocultar. Yo en cambio soy bien recibida por todos porque hago mi trabajo sin ensuciar. Caigo en tu té o en tu merengue y después desaparezco como si nada. Buen trato no es cierto; no me vayas a soltar.
Anillo de matrimonio: Quiero partir diciéndote que tengo un serio problema de identidad, ya que no sé si soy lo mejor que existe en el mundo o soy la perdición total. Trato de escuchar las encuestas sobre mi y la verdad que dejan mucho que desear. Por una parte soy tan esperado, tan buscado, tan admirado por muchos durante buena parte de su juventud y después, sin golpe ni aviso, caigo en la desgracia misma y comienzo a ser despreciado, rechazado, ocultado y hasta tirado a la basura como signo de esclavitud virtual Quién te entiende en realidad, si yo mismo no sé qué pensar. Soy el signo más grande de unión y perfección y después me transformas en el ícono de tortura general. Si, ya sé que hay algunos que son muy felices en su matrimonio hasta la muerte, pero parece que la mayoría me echa la culpa a mi, siendo que la mayor responsabilidad recae en que ustedes no saben en qué se están metiendo y no invierten ni un segundo en cuidarme como debe un vínculo nupcial. Será que algunos creen que soy el anillo del Señor de los Anillos y que tengo poderes sobrenaturales para obrar milagros y transformar ogros en príncipes cuando no los hay. Tampoco puedo convertir brujas en princesas lindas si ya sabías que tenía un genio para arrancar. Creerán acaso que tengo antídotos para la incomunicación y la construcción de mundos egoístas que sólo se juntan para lo romántico y no para invertir en la amistad. Seguro que creen que las siglas que me graban por dentro son conjuros mágicos para no pelear, cuando en realidad lo único que yo les recuerdo es el amor que prometieron y el que deben cuidar. Bueno en verdad, tengo un secreto más, pero sólo si tu optaste por consagrarme a Dios cuando te quisiste casar. Si invitaste al AMOR con mayúscula para que te acompañara en la aventura de hacer una familia, quizás ahí sí puedo hacer algunas maniobras para que se amen cada día más. Pero tienes que tenerme cerca de tu alma y sobre todo a Dios que me delegó ese mensaje para poderte ayudar. Que el oro que me da forma no te vaya a confundir con la genuina esponsalidad; éste sólo representa la nobleza de lo que te comprometiste y que en ti hay un sueño que cultivar. Mas que mal soy yo la puerta para el cielo en tierra o para entrar al infierno por la eternidad. De ti depende y no de mi, no lo vayas a olvidar. Ah, y lo último, si eres de esos bichos raros que estás muy feliz siendo casado y llevándome a todo lugar, por favor no caigas en la práctica tan habitual de descalificarme para no quedar mal. Necesito buen marketing y testimonios de verdad. Amar es posible, pero se debe trabajar.
Yoyo: No tengo claro quién me dio la vida, pero le estoy agradecido por la eternidad. Mira que andar rodando en las manos de los niños es una bendición total. Mis dos discos son de una simpleza genial, y la pita que me atraviesa es mi columna vertebral que me permite dar vida a piruetas y saltos que jamás pensé realizar. Recuerdo como si fuese ayer cuando una bebida Cola me eligió como promoción para vender más; creo que comparando los tiempos llegué a ser más famoso que un celular. A diferencia de él, creo que yo desarrollo cosas más lindas para ti y me deberías recuperar como un juego nacional. Soy barato, lindo y me puedes decorar con flores o estrellas; no soy quisquilloso para nada. A mi lo que me gusta es que juegues y que puedas fortalecer tu motricidad y creatividad. Alucino cuando vuelo por los aires o camino en cámara lenta como un trapecista de circo y tu adrenalina sube tanto como mi cuerda natural. Con todo hay algo que me apena y que no te puedo ocultar más; a los pocos minutos de ensayar, te das por vencido y me dejas botado sin practicar por perseverancia y fidelidad. Yo soy uno de aquellos que exigen persistencia y disciplina para poderme dominar. Nada de resultar a la primera; eso será para principiantes como el cordel para saltar. Yo requiero un arte que hay que conocer y esmerarse para bailar conmigo una especie de tango genial. Una vez que se aprende, no se olvida más. Así que persevera conmigo para que no tenga que venir otra bebida para rescatarme de los baúles de la historia de la humanidad. Soy un juguete tan especial y realmente mi único propósito en la vida es que puedas jugar, olvidándote un rato de tu yo y poniendo a mi como foco principal. ¿Acaso crees que mi nombre fue casualidad?
Almohada: Mi querido amigo, aquí estoy para que apoyes tu cabeza el día de hoy, como siempre después de un día agotador. Soy como una madre para ti y no sabes con cuánto cariño acuno tu cráneo y rostro para que logres la anhelada recuperación. Hay días en que sé que vienes bien y me alegras el corazón. Te apoyas con suavidad y de tu cerebro siento como ondas de colores vibrando hacia mi algodón. Entusiasmada me fundo con ellas y voy colaborando a mi manera, para que puedas soñar con cosas lindas y traer un pedazo del cielo a tu corazón. Esos días soy dichosa de verte dormir como un niño regalón, ya que incluso me aprietas como si fuese tu oso regalón o a quien amas con fruición. No puedo decir lo mismo de los días tristes donde tus lágrimas me recorren sin poder consolarte bajo ninguna condición. Siento tu llanto y tu respiración anhelante de esperanzas y no sé cómo hacerte ver que ya todo pasará y que vendrá un tiempo mejor. En esos días, me torturas como su fuese yo el culpable de tu malestar interior. Es más, algunas veces hasta termino hecha un nudo o botada en el exterior de tu cama como chivo expiatorio de tu insomnio y desazón. Hay días donde también me inquieta tu situación y es cuando no encuentras descanso ni paz en ninguna posición. Siento cómo en tu mente saltan miles ideas, preocupaciones y proyectos sin conclusión y parece un tsunami cerebral cobrando las cuentas de un gran deudor. Cómo explicarte amigo mío que nada sacas con ese mal hábito de rumiar y que hasta las ovejas que he logrado juntar para regalonearte se aburren de esperar un remanso en el valle de tu interior. Son miles de ruidos y estímulos que en nada tienen que ver con tu esencia ni con tu misión. Lo que sí me encanta es cuando siento que estás lleno de amor; hasta el aroma de tu pelo se hace más dulce y tu silueta se dibuja en mí como una flor. Esos momentos son lo máximo para mi ya que reflejan tu mayor don; el mismo que sentí cuando pusiste tu cabecita de recién nacido en mi o cuando la apoyes por última vez antes de decir adiós. Tu cabeza tarde o temprano quedará envuelta en mi y apoyada en mi regazo como un niño frente a Dios. No importa si soy más alta, más blanda o más dura de acuerdo a tu elección, siempre seré yo la única amiga que llevaras a la tumba recordando cada noche que pasamos juntos y cuánto amó tu corazón. Aprovecha cada día de ser feliz para que yo aproveche cada noche en masajear tu ser con devoción; no sea que la vida loca de hoy te haga cobijarte en una almohada extraña y en otro colchón. Yo soy de la familia y seguiré fiel hasta el final de tus tiempos si tu aceptas mi proposición.
Diente: ¿Qué creías? Acaso, pensabas que por ser tan pequeño y tan duro en apariencia no tengo mis sentimientos y no estoy lleno de vida. Pues te equivocas medio a medio y por eso de vez en cuando el nervio que me atraviesa sé que te hace sufrir más que un infarto mortal. Yo creo que sirvo como testimonio para todos aquellos que se creen duros e impenetrables y no se dan cuenta que también los habita una sensibilidad. Yo como todos ustedes los humanos, necesito un cuidado especial. Nada de andar abriendo botellas conmigo porque no respondo de mi durabilidad. Nada de dejarme sucio en las noches porque el enemigo es muy feroz para debilitarme y no me puedo defender sin dañar mi integridad. Nada de comer chicle todo el tiempo porque sólo me gastas inútilmente y me haces trabajar sin tragar. Nada de fumar por favor que me afeas y me enfermas mucho más de lo que logras mirar. Nada de café o bebidas colas que me dejan más teñido que potro en un lodazal. Nada de comerte las uñas a costa mía porque me haces tomar el papel del malo sin quererlo en realidad. Nada de morder tabaco que me puedes matar y matarte tu mismo además. Pero mejor te cuento lo que me molesta aún más. No hay nada peor que me aprietes contra mis hermanos de arriba y ejerzas una presión que nos puede soltar. Sé que estás estresado a veces, pero quizás un Armonyl te puede ayudar más. Pasando al lado positivo que nos une, te cuento que me encanta figurar; no hay nada más lindo que llenarte tu cara de brillo al sonreír a los demás. También me encanta comer manzanas y frutas que suenan al mascar. Es como un masaje dental. También me encanta que me escobilles con pasta dental. Me siento como en el caribe, fresco y natural. Lo que me da muchas cosquillas, es el hilo para limpiar. Todo es bienvenido si se trata de conservar mi higiene y belleza original. Me gusta mi trabajo en realidad, aunque la mejor parte se la llevan las papilas que se creen la muerte al saborear todo lo que comes y tomas por tu paladar. Yo me contento con hacer mi trabajo de cortar, moler o rasgar; es un oficio muy digno y suelo vivir una eternidad. A veces más incluso que tú mismo ya que hasta de Tucancamón encontraron sus dientes y su hueso frontal. No es malo, no encuentras, sobre todo si nos llevamos bien y no me sueltas de tu boca por descuido o un golpe mortal.
Grillo: Cri cri, te canto cada noche con especial cariño para poderte acompañar. Se suman todos mis parientes y hacemos un coro digno de un concierto en la catedral. Quién diría que en un insecto tan insignificante como yo y de una apariencia poco grata en realidad, pudiera salir música celestial para alegrar a la humanidad. Creo que con eso Dios les quiso enseñar a todos que el talento casi siempre se da en el lugar menos pensado y en la sencillez total. A mi me encanta lo que hago y no me puedo callar. Hay días en que quisiera dormirme más temprano, pero una fuerza interior me empuja y no me puedo negar. Todo mi ser vibra en cada melodía y canto gutural, pero en el último tiempo se me ha ido colando una tristeza de muerte y te la quiero contar. Antes mi arte era muy apreciado y hasta en jaulas de oro me solían alojar. Los emperadores seducían a sus reinas con parques llenos de nosotros y nos hacían jardines y lagunas para alojar. Muchos cuentos y fábulas eran titulares con nuestra especie y hasta algunos locos osaban refugiarnos en centros para que no nos fuéramos a extinguir o a enfermar. Sin embargo, ahora van con las orejas siempre tapadas y por más que cante unos aparatos pequeños me han desplazado de mi sitial. La música que oyen ahora es toda hecha por ustedes y por instrumentos electrónicos que los van a ensordecer a la brevedad; pero el problema radica en que como bichos ya no tenemos escenarios ni público que deleitar. Cada vez más rápido el cemento de sus ciudades va destruyendo nuestro hogar; las personas viven con tanto ruido que es imposible alcanzar los decibeles y hacernos escuchar. Ya me estoy quedando afónico, huérfano y me estoy convirtiendo en un migrante desplazado de todo pueblo y lugar. Ya no queda nada de mi nobleza previa y estoy que muto a langosta para sobrevivir a esta falta de valoración por la música natural. Lo más triste de todo es que se engañan con “grandes talentos” y con los que más luces y ruidos pueden provocar, en vez de ensimismarse con mis notas y ver que en ustedes también habita la música celestial. Ojalá esta carta que les escribo los haga reaccionar, porque si no la próxima vez que se acuerden de nuestra especie el CRI CRI será total. Ah, en todo caso no es amenaza, sólo amor fiel a los de la tierra ya que como te dije, mi vocación es alegrarlos cada atardecer para que se puedan conectar. El problema es que si yo muero, probablemente ustedes vendrán después y el silencio será mortal.
Templo: Mis paredes de cemento, mármol y madera son fruto de mucho esfuerzo y trabajo de muchos hombres y mujeres que por trabajo o por amor edificaron estos lugares de oración. Hasta hace un tiempo, tus súplicas, tus cantos, tus visitas, eran un gozo para mi corazón, pero no entiendo aún qué ha pasado, que hoy estoy prácticamente abandonado y sólo soy motivo de visitas por turismo o distracción. Algo murmuran los pocos que vienen de que hubo una crisis superior; que los que estaban a cargo de mi están en tela de juicio y que la gente se decepcionó. Otros han intentado dañarme como si yo fuera la causa de esta problemática o el mismo Dios, pero resulta que yo solo estoy al servicio para ayudar a que te detengas un rato y puedas meditar en calma y paz del corazón. Ayer por ejemplo, vi venir hordas y me alma se entusiasmó al extremo de la emoción, pero cuando los vi sacar sus cámaras, sus celulares y ver su dispersión, caí en la cuenta que estoy cayendo en la categoría de diversión y no como se me concibió. Yo sé que puedes orar en cualquier lugar porque en todas partes habita el Creador, pero tanta energía humana plasmada en frescos, en estatuas, en vitrales, en cúpulas, en arreglos de flores, en arcos, en órganos de viento, en bancas, en altares de piedra, en puertas talladas, en pisos grabados, no pueden sino ser un concentrado de devoción humana que te acerca al Señor. Ayúdame a no morir porque no me quiero transformar en un hotel boutique, en una biblioteca o en museo con peor suerte que la que tengo hoy. Yo quiero sentir las cosquillas de los niños aprendiendo a alabar a Dios; quiero percibir las manos amorosas de las mujeres llenando con su energía este lugar de adoración; quiero sentir a los hombres cantando a todo pulmón; quiero abotagarme de seres humildes que reconocen con alegría su condición. Limpia lo que se ensució, trae a servidores sencillos para cuidarme y que no se crean los amos de lo que nunca les perteneció; trae colores y flores a mi altar para celebrar la presencia de Dios, trae a todo el pueblo para realizar un banquete en su honor. Yo no fui hecho para convertirme en un elefante blanco y menos en un mall sin alma ni salvación. Rescátame, ven, lléname de tu energía y fe que estoy a punto de morir en los tiempos de hoy.
Guagua: Es cierto que estoy lejos de ser una cosa y soy de la misma especie que tu, pero como no hablo a veces pareciera que me cosificas y te olvidas de mi sentir. No sabes la risa que me da cuando me pones caritas para hacerme sonreír o cuando veo tu cara de angustia después de una descarga rectal. Lo siento aun no aprendo cómo controlar lo que entra y sale de mi cuerpo ya que no hace mucho tenía una manguera genial que hacía todo automático y vino un gracioso y la cortó sin preguntar. A veces pienso cosas que me preocupan cómo cuando vas a volver o si realmente me amas como yo te amo por venir acá. Ahí hago pucheros, caritas o de frentón me pongo llorar, pero siempre me enchufan un chupete desabrido como si con él me pudiera aliviar. A mi me consuela que me abraces, que me sostengas, que me hables, que me muestres la creación tan linda y que me saques a pasear. Es verdad que me suelo quedar dormido, pero no es falta de interés o curiosidad; solo que tener un cuerpo físico no es cosa que se pueda administrar con tanta facilidad. Sí, me canso, me agobio, me cuesta recordar dónde están los dedos y cuál es la diferencia entre tu rostro y el mío para comenzar. Sé que hay algunos pequeños como yo que no tuvieron tanta bendición como yo para arribar a la vida, pero nos despedimos espiritualmente con tanto amor que sé que ya pudieron volver al hogar de donde todos venimos y que a ustedes se les suele olvidar. Te mueres, o en realidad, te vives lo lindo que es allá. Mis recuerdos están tan fresquitos que siento que el mismo Dios me acuna cada vez que me debo acostar. Debo confesarte que me frustra tu incapacidad para leer mis necesidades. Bastaría con que te detuvieras un poco, miraras mis ojos y verías que no tengo hambre ni requiero cambio de pañal; sólo necesito mamaderas de amor para poderme acostumbrar al aire de acá. Como cachorro humano sé que el adiestramiento está por comenzar y en uno o dos años tendré amnesia de todo lo que ahora siento y pienso y por eso aproveché esta oportunidad. No me desaproveches por favor, ya que crezco más rápido que la maleza y cada segundo cuenta para mi felicidad y desarrollo total. Sólo amor y el resto por añadidura se dará.
Choapino: ¿Sabes qué soy yo? No tengo nada que ver con las Josefinas o nombres similares. No sé porqué mi denominación, pero sí te puedo decir que soy esa pequeña alfombra áspera y oscura que está a la entrada de tus casas para que te limpies los pies. Sí, eso soy, un material hecho para recibir basura, polvo, barro y todas las mugres que en la calle hay, de modo que puedas entrar a tu hogar purificado y en paz. Algunos parientes más ricachones se burlan de mi especie, ya que son alfombras de seda, de Persia o con tantos hilos y nudos que me llego a marear. Cada uno con su función, les digo yo sin enganchar en mala, porque mi rol es noble y de mucha utilidad. Cierto que a veces sirvo más como cama de gatos, de perros y de todos los bichos que los suelen habitar, pero hasta con ellos converso y me ofrezco humilde a ver si los puedo aliviar de la picazón que los suele atacar. Ser el choapino del mundo es la máxima prueba de mi generosidad, ya que casi nunca te percatas de mi existencia, pero no por ello resto en un milímetro mi disposición real. Amigo mío, lo que a mi me da pena es cuando tratas a otras personas como si fuese yo y eso sí está mal. A veces oigo como le gritas a los tuyos cuando te ha ido mal en tu trabajo o al viajar. Deja esa basura en mi y no en sus oídos y menos en sus corazones porque los vas a enfermar y alejar. También a veces veo que entras con toneladas de angustia y tristeza porque no te alcanza el dinero o porque las cosas salieron diferente a lo planeado y no paras de llorar. Eso también déjalo en mi regazo, que a tu cama y a tu almohada le hacen mal. Soy resistente, soy fuerte y mientras más gastado, más orgulloso me siento de mi y de los de mi especie, pero me debes usar. Esa alfombrita de cáñamo, de plástico o de fieltro para limpiar, no la mires en menos; es tu mejor escudo contra el desánimo y la infelicidad. Cada vez que regreses a tu casa, límpiate conscientemente en mí y entra con una sonrisa a saludar. Todo los que contigo viven se quieren contagiar de tu vida y no de tus problemas o del barro que la vida te haya podido salpicar.
Ascensor: Nunca ha habido en la historia alguien tan popular como yo. Apenas una caja de metal colgando de cordeles causa conmoción en tus ciudades y nadie me quiere dejar atrás. Siempre hay letreros en mi contra por la competencia desleal que son las escaleras, pero igual me prefieren antes de esforzarse de más. Es que implico comodidad, un espacio de no tiempo, de dejarse llevar… que tentador para tu estilo de vida, soy lo mejor que hay. Soy en definitiva un spa artificial que te llevo para donde vas con sólo apretar un dedo o hablar. A veces me ponen a uno de los tuyos para conducirme, pero es puro esnobismo nada más, ya que soy inteligente y funciono con un touch. Me encantaría, cuando sea viejo, poder escribir todo lo que visto en mis entrañas, porque sé que pasaría por ciencia ficción o un mentiroso de talla real. Es que ustedes son muy divertidos cuando se encuentran solos en algún lugar y qué decir cuando se abren mis puertas; hasta yo los desconozco frente al cambio radical que experimentan apenas ven a alguien más. Dentro de mis especialidades favoritas está el de ser un interlocutor silencioso de tus conversaciones, ser espejo de tu apariencia, ser probador de tus prendas, camarín de tus cambios, dispensador de tus escapadas de gases, cómplice de tus amores indiscretos, consolador de tus lágrimas, conciliador de las peleas más feroces, domador de mascotas, apañador de tus crisis de pánico y un paciente soporte de tu indiferencia ante mi existencia. Sé que te has acostumbrado a verme, pero igual sería de buena educación dar gracias por la energía que gasto en ti y algún día contarme qué hay afuera porque desde mi mole de concreto jamás he podido contemplar la naturaleza o el sol con todo su esplendor. Sí, sé que hay algunos parientes míos de vidrio que viajan entre los edificios como naves de verdad, pero la mayoría de los nuestros está anclado a un metal y sólo se alimenta de la vida que lo suele solicitar. A veces me canso de tanto subir y bajar; me gustaría hacer otros recorridos en forma horizontal. A veces me llenan hasta el tope y no los puedo cargar y también a veces no me aceitan lo suficiente y me puedo cortar. Insisto que soy lo mejor que hay, pero añoraría por un segundo cortar mis cuerdas y salir volando por los cielos para ver el infinito y más allá. Eso se lo escuché a un niño, ¿será verdad?
Cáncer: Sí, soy yo. El temido y odiado. Soy esa enfermedad que aún no sabes porqué se origina y menos cómo la puedes derrotar. Sé que en algunos casos revierten mi avance, pero en otro es demasiado tarde y obtengo la victoria sin chistar. Si supieras que tuvo un origen bueno quizás me tolerarías más; quizás hasta sería una forma natural de irse despidiendo de esta vida y pasar a la otra donde no puedo llegar. Es curioso cómo algunos de ustedes me reciben con tanta mansedumbre, que hasta podemos hacernos amigos y sacar provechos para ambos después de caminar. En cambio, hay otros que me niegan, que se resisten, que no entienden que la vida tiene un final y que yo soy sólo un grupo de células que perdió el norte y se puso a buscar la eternidad sin consultar. Dicen algunos que mi presencia se gatilla por no poderse perdonar; otros que por un tema emocional, algunos sólo me explican por un tema genético o funcional, sin embargo, yerran en el diagnóstico porque yo soy un misterio nada más. Cómo si no se explican que aparezca en niños de corta edad; cómo me manifiesto en personas felices o que están en paz. Cierto que también sus tristezas y agonías me pueden despertar, pero al igual que los tumores que formo, dentro de mi hay una caja negra que ni yo puedo descifrar. Simplemente aparezco, me entusiasmo y después no puedo parar. No es por malo, es por un apetito insaciable que me hace avanzar. Claro que sus tratamiento me suelen frenar, sobre todo la quimioterapia y la radio terapia que me reducen, pero también les provocan mucho mal. Muchos se preguntan cuando aparezco si darme la bienvenida con tranquilidad o darme la pelea hasta echarme del campo hasta triunfar. Qué más querría yo que no causar sufrimiento o daño a los que me suelen cobijar, pero creo que en mi también se esconde virtud y aprendizaje si me tienen paciencia para buscar. Conmigo reconoces tu fragilidad, que la ciencia no llega a todas partes y que hay momentos en que te debes entregar. Que la vida es corta y que debes ordenar tus prioridades para no invertirla en lo que no te puedas llevar, sino amar profundamente y dejar estelas de colores que traspasen el horizonte visual. Total, con más o menos tiempo, yo soy el tránsito para llegar a un lugar mucho más bello y más bueno donde podrás estar en plenitud y paz. Piensa bien lo que te digo, no soy tan malo ni tan mezquino como me suelen retratar.
Guitarra: Aquí estoy con mi cintura bronceada, dejándome acariciar por tus manos que curiosas me van sacando notas y canciones como si en mis entrañas fuera inagotable la fuente de historias. Frente a cada ser humano no me puedo negar; siento que mis cuerdas y mi madera les son propicias para expresar sus amores, sus decepciones, sus sueños, sus temores y todos sus anhelos de trascendencia y humanidad. Es verdad que sirvo a toda causa y soy imparcial frente a la guerra o la paz, pero debo confesar que me derrito frente a las canciones románticas y las que quieren denunciar injusticias o maldad. Cada una de mis cuerdas representa un sonido y tus dedos hacen magia al tocar mis cabellos de plástico y metal. A veces me gustaría descansar de este rol de psicólogo u oreja profesional ya que a mi te abrazas como a nadie más. Soy la compañera más fiel, más paciente, más contenedora e incondicional que pudieras hallar para calmar tus penas, tus angustias, tus dudas y necesidad de expresar lo que te habita en la interioridad. Algunos instrumentos de mi familia me tienen celos por ser tan popular, pero yo les recuerdo siempre que mi labor es un servicio a la sociedad. No así el violín, el oboe o la flauta traversa que son mucho más difíciles de interpretar o de comprar. Yo soy accesible, simple, sencilla, aunque algunos me quieran sofisticar. Atravieso todas las clases sociales, los géneros, los países, las edades o la condición religiosa o cultural. He estado presente a lo largo de la historia y visto tu triunfo y fracaso, tu agonía y éxtasis, tu vida y hasta la misma muerte sin cesar. Algunos dicen que soy tu mujer más amada, pero a veces siento que arañas mi cuerpo de desesperación y soledad. Me gustaría que mis melodías sólo fueran de alegría y felicidad, pero sé que así es la vida y que el dolor y el sufrimiento es mucho fecundador de canciones que la dicha en realidad.
Aspirina: No quiero hacer publicidad engañosa ni menos sacar provecho, pero qué sería de ti sin mi, es una buena pregunta para reflexionar. En la edad antigua y media, tenía otros nombres con los que me bautizaban pero actuaba igual, aliviando ese molesto dolor en tu cabeza que te hace tanto mal. Mi origen es hermoso, ya que vengo de la corteza de los sauces y soy muy natural, aunque hoy me reproduzcan con químicos, opero igual. Los sabios y doctores de la edad media, me suministraban con precaución ya que creían en mis poderes como una magia ancestral. Más de alguno le costó la vida al ser considerado brujo o bruja y murieron quemados por sólo reconocer mi poder de sanación y saberlo usar. Siempre la salud es un tema complejo de administrar; incluso hoy mismo los medicamentos son motivos de intrigas, de manipulaciones o a veces –mezquinos intereses- hacen más mal que bien y eso lo lamento mucho en realidad. Dios me dio la propiedad de licuar tu sangre y bajar la presión que esta ejerce en tus huesos y en tu cerebro al funcionar, pero también debes cuidarte de mi porque a tu estómago le caigo mal. A veces me pregunto porqué te molesta tanto ese dolor occipital. ¿Será que piensas mucho? ¿será que te complicas más de la cuenta con tu existencia o que no confías en realidad en lo que la vida te puede dar? Cuando entro en tu cuerpo siento cómo tu sangre hierve de preocupaciones, de tensiones, de temores, de ideas que te dan vuelta rumiando como en un rotativo infernal. Yo hago mi mejor esfuerzo para poderte aliviar, pero a veces me veo superado aunque me sumes con café o algún otro calmante que me potencie mi poder de sanar. Es increíble cómo siendo tan insignificante te puedo yo cambiar la vida en 20 minutos o más, pero no me uses en exceso que ahí en vez de sanarte te puedo dañar. A veces quisiera que aprendieras a vivir mejor y a confiar en el que hizo tu cabeza, tus neuronas y te permitió pensar.
Caracola: No me tengas tanta envidia por mi forma tan caprichosa como hermosa; yo no tengo culpa de las curvas que me abrazan ni de los colores maravillosos que provocó como mi nácar y lo brillos del mar. No me tengas celos de todas las músicas que me habitan porque ni yo sé quien las compuso o cómo quedaron atrapadas en mis cavernas antes de nacer quizás. No me odies por guardar los secretos de la antigüedad; se que he visto siglos desfilar, pero no tuve códigos para leer todo lo que iba pasando y sólo los pude registrar con capas y capas de mi piel tornasol y nada más. Sé que mi ser despierta en ti una magia espectacular, sé que hasta me coleccionas o me expones como trofeo frente a los demás, pero no te olvides de mi origen pequeño y salobre junto al mar. Recuerdo cuando apenas me podía sostener frente a las olas que no me querían dejar descansar. Tampoco los pulpos me daban tregua y me querían como almuerzo antes de que creciera más. Sin embargo, ahora ya tengo una armadura de calcio y de sales que nadie puede penetrar. Supe de un poeta chileno que me amó con pasión y hasta rimas me compuso para darme honor. También he sabido que aún estando lejos de mi hogar, guardo el sonido del océano en mis entrañas para deleitar a los hombres que quieren soñar. Lo malo es que no saben que esos sonidos son sólo mis lágrimas de nostalgia que quieren regresar junto al mar. Ni me recuerdo de los seres que durmieron conmigo e hicieron de mi concha su hogar. Murieron sin darme cuenta y ya he tenido varios inquilinos que se allegaron a mi cóncavo y convexo sin preguntar. En el fondo ese es mi destino y no puedo renegar. En mis cavernas habitan voces, seres y colores que no puedes si quiera imaginar; son minerales y reacciones químicas que el sol y la temperatura me concedieron para mi belleza y longevidad. Seguramente si terminas con toda la creación y ya no hay nadie para contar lo que sucedió por tu irresponsabilidad, yo tendré grabado en mis entrañas tu historia y tu pasar por la creación sin que lo puedas negar. Pero en realidad, yo anhelo lo contrario, porque hay muchos hombre y mujeres a los que amo de verdad, sobre todo a los más chiquititos que no paran de jugar con mi osamenta como si fuera un balde natural. En el fondo soy un juguete maravilloso con el que Dios te bendijo para recordarte que la vida no es sólo producir y trabajar y que existen ecos de trascendencia que debes atender para tu felicidad.
Coca: Soy una sencilla mata del trópico, pero que gracias a mis propiedades curativas y alucinógenas hoy estoy en todo el mundo, pero no estoy muy orgullosa de esto en realidad. Cuando yo era cultivada en pequeñas cantidades y mascada por los nativos del altiplano y la selva, me sentía muy feliz de poder aliviar sus mareos, sus dolores de cabeza y porqué no, hacerles más grata la vida en medio del frío, la pobreza y la adversidad. Sin embargo, hoy eso es un sueño muy lejano y la realidad deja demasiado dolor atrás. Hubo algunos inescrupulosos que me procesaron en polvo para inhalar y ahí empecé a hacer estragos en vidas que no tienen esperanza o que tratan de olvidar su sufrimiento por un rato y volar. Ciertamente mis químicos naturales los hacen viajar por dimensiones jamás vistas ni soñadas; el impacto inicial es de éxtasis, plenitud y libertad, pero al rato caen en picada a un hoyo mucho más profundo y más grande del que quieren tapar. Sé que soy inocente en mi forma natural, pero elaborada soy veneno y pandemia mundial. Hay tantas muertes, tan historias rotas, tanta violencia, tanta maldad, tantas guerras y divisiones a causa de mi versión sintetizada que me avergüenzo y me duele la humanidad. Siempre echan todo a perder y lo que era un remedio lo transforman, por codicia, en una bomba mortal. Cuándo van a aprender a parar. Cuándo será el día que puedan frenar sus apetitos insaciables de dinero, poder y no sé que más. Sé cuanto cuesta liberarse y rehabilitarse de una dependencia a mi más que nadie más. Yo sé que hay más fracaso que éxito en esta cruzada de salud y desengaño, sobre todo para la juventud actual, pero si hay algo que te puedo pedir es que sólo me pruebes en forma de hoja o como caramelo natural. Jamás, ni de lejos, te acerques al polvo blanco de la mortalidad porque sólo te llevará a negro sin que lo puedas notar. No soy juego, no me vayas a probar ni aunque te presione una multitud o te sientas fatal. Siempre habrá mejores caminos que yo para sanar tu tristeza o enfermedad. Créeme por favor; no quiero causar más daño a la sociedad aunque haya sido ella misma la gestora de la maldad.
Globo: Rojo, blanco, amarillo, bicolor o con lunares, ¿con cuál diseño te gusto más? Sin duda, soy un objeto inútil para cumplir alguna función relevante para la sociedad, pero no creo que podrían existir sin mi simbolismo y mi belleza al celebrar. Me da cosquillas cuando me inflas y me llenas con tus bacterias al soplar; se forma una verdadera bomba de microbios, pero que se vuelven inocuos al volar, así que no se echa a perder la fiesta y podemos continuar. Me encanta cuando me trenzas con otros hermanos míos y me usas para decorar. Somos los protagonistas de tus cumpleaños y desde nuestro lugar podemos hasta soplar tus velas al cantar. Lo que no me agrada es cuando me usas para jugar reventándome sin piedad. Cargas tu trasero contra mi como si fuera tu peor enemigo y después me dejas botado y hecho jirones en cualquier lugar. Eso no es justo, porque incluso puede ser peligroso mi plástico para algún pequeño o animal que me trague sin notar. Peor aún si me usas de broma rellenándome con harina o con agua para atacar. Esa no es mi esencia primera y exijo respeto a mi gremio para no denunciarte a la autoridad. Bueno, pero en realidad mi intención no era pelear contigo sino compartir lo que vivo y me valores más. Lo más precioso que he experimentado es ver la cara de los niños cuando me inflan y puedo volar con ellos y su imaginación. Veo su ilusión, la magia, el asombro pintado en sus rostros muy cercano a la felicidad. También cuando me rellenas de helio puedo elevarme hasta la estratosfera y más allá y desde ahí veo todo tan pequeño que me gustaría recordarte la perspectiva de las cosas y que no te afanes de más. Desde lo alto todo se ve diferente y me encantaría que lo pudieras mirar; hasta los problemas más grande desaparecen en medio de la belleza de planeta que dignamos habitar. Mi única petición es que no me pinches ni me quemes para hacerme explotar. Me entristece profundamente desaparecer de la nada y no cumplir mi vocación de alegrar; prefiero ir desinflándome lentamente y ser una bolsita para botar. Así vuelvo a mi origen y en una de esas me pueden reciclar para ser globo de nuevo y poder ir a muchas más fiestas más.
Billetera: Creo que soy más regalona que tu perro, más apreciada que tu celular y más popular que tu novio(a) porque soy yo la que protejo tu poder y tu identidad frente al mundo actual. Sé que siempre estás pendiente de dónde estoy y que nadie me vaya a robar porque te genera un problema mayor y un riesgo casi vital, mira que tu haber y poseer radica en medio de mis pliegues sin dudar. Es loca la evolución que voy viviendo en la medida que vas creciendo en edad y poderío económico y social; al principio te crees lo máximo con la tarjeta Bip y unos billetes nada más, pero a medida que creces, te engañas pensando que son las tarjetas de plástico tu currículo vitae y los billetes y monedas los dejas atrás. También sé que guardo tus cedulas, tus licencias y hasta el carnet para entrar a un club social y eso es lo más engorroso de reemplazar. Aún con todo el dinero del mundo, igual tienes que hacer una cola eterna y perder mil horas para poderlos recuperar. Ahí, gracias a Dios no hay distingo social o al menos eso me han contado los que han vivido una experiencia similar. Sin embargo, la parte que más me enorgullece de mi ser, no es la que te acabo de nombrar; a mi me gusta ese bolsillo donde guardas tus fotos familiares, tus recuerdos y aquellos papeles que no quieres olvidar. Ahí está el dólar de la suerte, la carita de tu hijo o una estampa para cuando te acuerdas de rezar. Ahí sí me gusta acompañarte a todos lados y hasta me pongo más linda cuando me quieres ostentar frente a los demás. El dilema es que – como a muchos otros objetos antiguos- el celular me está jugando feo y me está desplazando de esa tarea y hay algunos adultos que me quieren botar. Ya voy dejando de ser tradición y el pasar de generación en generación ya no es tema en realidad. No obstante, sigo siendo una cosa llena de prestigio y estatus social. Me ponen diseños de alta costura, cueros de unos pobres cocodrilos que no alcanzaron a arrancar o pieles de salmón que salieron a pasear. Las más sencillas son de plástico, de cuerina o de género no más, pero todas somos valoradas por nuestro contenido más que por la imagen que te podamos aportar. Lo importante, aunque parezca un poco grave, es que sepas que a mí -al otro lado de la muerte- no me puedes llevar. Con suerte quedaré con tus huesos y no te serviré para nada, así que ojalá inviertas bien tu tiempo, tu dinero y tu vida en el amor nada más. Eso es lo único que te hará millonario en paz y felicidad.
Cerveza: Qué caradura achacarme a mi tu panza cuando eres tú el que no para de tragar. Yo conocí tu cintura de avispa y no soy responsable de su secuestro temporal o definitivo, así que dejemos las cosas en su lugar. El tema de fondo es que no sabes cómo llenar tu vacío existencial y pareces un Pac Man insaciable, buscando algo que te calme la sed espiritual. Amigo mío, después de un partido de fútbol soy genial; en una junta de amigos, soy invitado espectacular; también en un asado caigo parado si me quieres llevar, pero no me lleves a tu pieza ni a tu soledad. Yo soy una bebida sociable, para reír y alegrar; no para ahogar tus penas ni ensanchar tu diámetro a punta de espuma que te va a enfermar. Es cierto que bien helada soy un paraíso incluso para Adán, pero no así en tiempos de trabajo o cuando debes reflexionar. Para aquellos momentos en que tu sed no se calme con nada, busca dentro tuyo y encontrarás una fuente preciosa y vital. No necesita comerciales para venderla y te la regalan gratis si la quieres probar. No tiene teams de verano ni mujeres sexys para promocionar, pero produce un gozo que ni yo puedo imaginar. No es la idea ponernos densos porque soy cerveza no más, pero me gustaría que profundizaras un poco y salgas de la cáscara de la vida y navegues por la realidad. Yo soy hija de la cebada, de la tierra y del sol y eso jamás lo podré olvidar, tu en cambio siendo hijo de los cielos, pareces anclado al cemento y la pura diversión nada más, habiendo tantos porqué preocuparse y a tantos a quienes amar. Salud por tu vida y aprovéchala en algo que te sientas orgulloso en la posteridad para que tu panza esté llena, no de grasa y espuma cervecera, sino de lindas historias que contar.
Los niños envueltos
Cuentan los árboles más antiguos del bosque; esos que sus barbas llegan al río, que cuando Dios comenzó a crear el mundo, las cosas eran muy distintas ahora; al menos en lo que podemos observar.
Dicen que una vez que creó a los seres humanos , los amaba tanto, que no sabía cómo demostrárselo en cada minuto del día.
Se esmeró mucho en pintar un cielo calipso y en prender muy bien el fuego en el sol, pero como buen papá y mamá quería que sus recién nacidos hijos lo tuvieran todo para ser felices.
Como gran artista y creador que era, no sólo se preocupó de poner todas sus lágrimas en los mares y de soplar las nubes con su aliento amoroso, sino que se fue a su taller a inventar los más sofisticados y preciosos regalos para que estuvieran contentos.
Los viejos árboles nunca han entrado ahí, pero sí escucharon de los ángeles –los ayudantes del Señor- cómo de de ese sencillo cuarto hecho con estrellas y montañas nevadas, salían las más maravillosas luces, ruidos y colores que jamás puedan imaginar.
(Primer Bailes con música loca de creación junto con angeles que bailan con lienzos de colores, hacen ruidos, tiran polvos de colores, bailan y saltan cerca de un taller)
Bueno con tanto trabajo y con tanto cariño, efectivamente los primeros hombres y mujeres que existieron en la tierra se iban sorprendiendo desde la mañana a la moche con miles de sorpresas y regalos que Dios ponía a su alcance.
Así fueron reconociendo a los primeros animales que poblaron la tierra y a ver cómo saltaban los primeros peces en las aguas turquesas de su jardín. También a veces se asustaban con algunas aves ruidosas y muy coloridas que cruzaban el cielo, buscando al sol. Uff, el taller de regalos de Dios no paraba de crear…
(Baile con todo tipo de animales locos, tanto del agua, como de la tierra y del aire que vayan sorprendiendo a los seres humanos –niños chiquititos-)
Así pasó un buen tiempo y el buen Dios parecía feliz. Sin embargo, después de varias lunas, el hombre y la mujer comenzaron a acostumbrarse a los regalos y a darlos por obvios. Las más lindos conejos, las vacas, las mariposas, los zorzales, no les llamaban la atención y menos los agradecían.
Fue así como Dios pensó que quizás se le había escapado el factor creativo, por lo que junto a su equipo comenzó a trabajar horas extras y de noche para poder regalonear a sus amados hijos. Fue así como del taller comenzaron a ser las más exóticas creaturas que hasta los ángeles pensaron que tal vez se les había pasado la mano…
(Aquí aparecen puros bichos y animales raros y coloridos como ornitorincos, osos hormigueros, tucán, canguro, terodactilos, armadillos, tiranosaurus rex, ballenas, pe espadas, podrían ponerles letreros…)
La cara de sorpresa de las mujeres y hombres de la época ilusionó al Señor, pero sólo por unos segundos. No era ni medio día cuando ya los habían olvidado a todos y los consideraron parte del paisaje .
Fue ahí cuando al ingeniero jefe del taller de regalos, se le ocurrió una idea genial. ¿Qué tal si cada regalo lo envolvían para generar curiosidad y asombro?. Papeles con pintas, otros a rayas, colores metálicos y otros con moños y cintas, seguro llamarían la atención de los hombres, quiénes abrirían ansiosos las sorpresas preparadas por su papá.
Los primeros papeles de envolver realmente quedaron maravillosos y tuvieron el resultado esperado. Al menos los viejos árboles del bosque aún recuerdan, los lindos regalos que comenzaron a salir del taller.
(La idea aquí es que salgan niños disfrazados de lo que son –por ejemplo animales, flores, frutas, verduras, etc…- pero con papeles pintados del mismo color como envolviéndolos. Por ejemplo, tigres con papeles a rayas, vacas con papel de manchas, flores con papeles con colores, peces con papeles metálicos, cebras con papel de rayas…)
La idea de envolver los regalos en papeles fue tomando fuerza y así cada día los hombres y mujeres iban deshaciendo paquetes y viendo las nuevas frutas que Dios había creado, los nuevos animales, las nuevas verduras, las nuevas aves y en general todos los seres con sus respectivos envoltorios de colores maravillosos. Sin embargo, unos de los preferidos eran los seres más pequeñitos, los insectos, que lucían sus nuevos envoltorios con mucha gracia y elegancia.
(Aquí yo haría una fiesta de miles de insectos muy felices bailando con los hombres y mujeres: mariposas, abejas, matapiojos, hormigas, chinitas, cucarachas, ciempies, mantis religiosas, palotes, etc.)
Bueno y qué decir de las flores. Ahí la mano artista del Señor se alucinó con los regalos y sus envoltorios. Las mujeres fueron las más contentas ya que no sólo recibieron flores de formas muy diferentes sino que venían envueltas en papeles de colores muy bien combinados y llamativos. La tierra parecía un arcoíris alegre y lleno de entusiasmo.
(Aquí pueden aparecer niños disfrazados de flores muy coloridas y con formas distintas, desde girasoles, copihues, margaritas, rosas, etc. Tamién sería una opción ponerles los nombres y cómo estas van saliendo del taller de Dios para regalonear a los hombres…)
Nuevas lunas pasaron por la tierra y nuevamente todo comenzó a acomodarse en el corazón de los seres humanos, que a pesar de los papeles llamativos y de los regalos, dieron por obvio todo lo que recibían a diario.
Aún más complicada fue la situación cuando algunos de ellos, se creyeron dueños y creadores de los regalos y comenzaron a descuidarlos. Los árboles los comenzaron a talar sin medida, a explotar a algunos animales, a contaminar los campos y así –como niños malcriados- comenzaron a tirar los regalos y sus envoltorios y a convertirlos en basura y desechos que tiraron en el patio trasero del taller.
(Aquí viene todo un acto más dramático donde se muestra el daño ecológico que se comenzó a producir. Puede ser con niños disfrazados de negros, otros con hachas, otros con químicos, otros rompiendo los regalos, los papeles, etc.)
Cuentan los viejos árboles del bosque que ni los ángeles con sus cantos podían quitarle la tristeza al Señor. Las creaturas también trataron de animarlo y regalarle esperanza con su belleza y bondad, pero la indiferencia de muchos de sus hijos e hijas –que no eran capaces de ver su amor- lo sumió en una profunda pena.
(Acto donde los seres creados – que puede ser un poco de todo- alaban a Dios y lo tratan de animar)
El llanto de las hadas
¿Qué te pasa abuela? le preguntó la pequeña hadita de ojos brillantes a la anciana que no paraba de llorar en silencio frente a una hoguera que parecía apagarse con sus lágrimas y desolación total. “Es que los duendes están destruyendo la humanidad y de paso nuestra casa, niña mía y no sé cómo remediar esta situación sin que lleguemos al final”.
La viejita, que más se asemejaba a una nuez arrugada, ya no tenía alas ni pócimas que probar; sólo se lamentaba del destino del mundo que siempre había conocido y la incertidumbre la enfermaba aún más. Su nieta, sin embargo, no se conformaba con llorar; sabía que había algo mal armado y se propuso remediarlo y averiguar.
Consultó los libros más antiguos que estaban arrumados en el panal y con gotas de agua mágicas logró diagnosticar porqué estaba cómo estaban y obtener algunas ideas para recuperar la paz.
Los duendes desde que salían de sus huevos eran forzados a competir y a pelear con los demás: quién tenía los brazos más fuertes, quién era el poseedor de los hechizos más poderosos; quién era el más rápido: quién lograba acaparar más néctar para alimentar a la tribu; quién era el más conquistador de hadas o quién era el mejor para negociar. Inconscientemente pasaban de ser hermanos y amigos a competidores de una contienda sin final, donde no podían mostrar sus sentimientos ni tampoco su vulnerabilidad.
Como eran más grandes que las hadas y su voz roncaba con más facilidad, las tenían convencidas de que su modo de funcionar era bueno porque las protegía y les daba lo que necesitaban para criar a los más pequeños de la comunidad.
Los incendios, las peleas, las injusticias, los abusos de algunos duendes ya no daban para más. Es cierto que había muchos duendes buenos y generosos, pero no tenían la fuerza para contrarrestar a los que sólo pensaban en sí mismos y se dedicaban a acaparar y a destruir la naturaleza y la sociedad con tal de ganar. Eran poderosos y ciegos y ni la destrucción les permitía darse cuenta de su círculo fatal.
La pequeña hadita se propuso cambiar las cosas al modo que las hadas mayores solían trabajar. Ellas, por necesidad se habían acostumbrado a dialogar; eran muy responsables y trabajadoras y no les interesaba obtener el primer lugar; las rondas y los trabajos conjuntos las habían moldeado para multiplicar sus habilidades sin competir sino colaborar y eso les hacía mucho más fácil aceptar la fragilidad de cada uno y compartir todo lo que tenían en su interioridad.
Parecían más débiles al comparar su estructura corporal, pero en realidad eran muy fuertes al unirse y al pensar antes de actuar; al hacer rondas de sororidad, en vez de pensar en llevar la delantera siempre para ganar. Eran diferente a los duendes porque siempre querían cuidar la vida, la casa y si había que sacrificar el puesto o su plato de comida, la mayoría lo hacía sin dudar.
Cierto que algunas hadas se habían transformado en duendes y eran buenas para competir y dominar, pero la inmensa mayoría se sacrificaba inconscientemente por un bien mayor que el particular.
La pequeña hadita de ojos brillantes tenía una mente genial y las ideas le surgían como máquina de cabritas sin parar. No todas eran posibles de hacer, pero lograba entusiasmar a algunos que las cosas querían cambiar.
Fue así como se fue dando cuenta de que ella misma tenía que despertar, sin enojarse con los duendes, y hacerse respetar en su modo de ser más femenino y cuidadoso de la naturaleza y los demás. Por eso, un día decidió armar una ronda general y los invitó a todos a danzar para ver si les podía enseñar una nueva forma de relacionar.
Al principio, los duendes y algunas hadas querían llevar la delantera y no se lograban ubicar; algunos se fueron furiosos y golpearon a varios al abandonar la iniciativa de participar en la misma posición sin competir ni ganar. Otros se tropezaron al comenzar, pero poco a poco, la danza fue sintonizando a todos y se logró una armonía única y mágica que los hizo darse cuenta de que se necesitaban y que podían entender sin pelear ni destruir la realidad.
Al medio de la ronda, fueron capaces de ver a la creación sonriendo de felicidad. Al dejar de acaparar surgía la abundancia material; la comida y el espacio alcanzaba para todos y los más débiles y viejitos también podían participar. Tanto que la abuela nuez se puso a saltar llena de gozo y los hizo reír a todos a carcajadas.
¿Qué hiciste niña mía para producir un milagro igual? Le preguntó la anciana, apenas pararon para descansar. “Sólo convencí a las hadas que las cosas no tenían porqué perpetuarse igual; había cosas muy buenas, pero otras que definitivamente estaban mal como el poder de los duendes sobre el resto y su falta de colaboración y sensibilidad. Por eso, los invité a ubicarse en un círculo espiritual donde se dieron cuenta de que eran mucho más felices si compartían con los demás. Por primera vez no se sentían solos y vivenciaron el amor de los demás. A los que no entendieron este mensaje los dejé en libertad; siempre habrá algunos más reacios y que nos tensionarán a crear más ideas para unirnos y amar de verdad” dijo la hadita radiante de una felicidad que desconocía, pero que la hacía verse del mismo color del sol y de la naturaleza al despertar.
¿Ha llegado el tiempo entonces en que las hadas vamos a mandar? Sostuvo la abuela que era dura de cabeza y aún no lograba entender lo que su nieta le trataba de explicar. “Ay, abuela, todo lo contrario, en realidad. Ha llegado el tiempo en que hadas y duendes nos pongamos de acuerdo para el mayor bienestar de todos sin dejar a nadie atrás. Es tiempo de rondas, de bailes nuevos, donde la diversidad sea claramente una riqueza y no una dificultad. Es tiempo de escuchar, de diálogos fraternos y de mucho buen humor para no destruirnos más. Así todos seguiremos viviendo los mismos conflictos, pero los podremos resolver mejor al hablar y de paso, cuidaremos nuestra casa y la dejaremos descansar de tanto abuso y falta de sensibilidad”.
“La única duda que tengo hadita de mi alma es cómo vas a lograr mantener esta ronda en la eternidad; eres demasiado pequeña y frágil para una tarea tan grande y con tanta adversidad”. Jamás he pensado hacerlo sola abuela; porque efectivamente soy minúscula en la totalidad; yo sólo despierto en cada cual su propio potencial. La magia habita en duendes y hadas y se activa al amar de verdad.
Continuará…
Cantik, la ranita del arrozal
Es muy posible que pensemos que nuestra vida es insignificante si la ponemos en el contexto de la historia y la amplitud de la humanidad. Hay tantos y tantos millones de personas en el pasado, en el presente y probablemente en el futuro del mundo, qué no es tonto pensar si hace alguna diferencia el que existamos o no… Para empeorar el sentimiento de absurdo y de pequeñez, se nos vienen a la mente grandes proezas, imperios u obras titánicas como las de Napoleón, Ramsés o el mismo Alejandro Magno para ser relevantes, pero podemos estar muy equivocados. Quizás lo que le pasó a Cantik, una pequeña rana balinés nos pueda ayudar a entender mejor de qué se trata todo esto de nacer, vivir y morir…
Cantik la ranita, no recordaba cuándo su familia se ha había movido a estar tierras lejanas y alucinantes de Bali. Decían algunos que había sido escapando de una hambruna, otros buscando mejores horizontes, pero todos coincidían que había sido para buscar un lugar más sabio y lindo para vivir. Los antiguos parajes donde los antepasados de Cantik habían nacido, se había vuelto una locura de codicia, apuro sin razón, infelicidad y desconfianza entre todas las ranas y habitantes de ese valle.
Pero esta ranita, no sabía de estos conflictos antiguos y disfrutaba de los arrozales donde vivía a sus anchas. Lo que más le gustaba era el color de las pequeñas varillas de arroz que era una mezcla perfecta entre el amarillo y el verde, parecido al color de los pistachos que tanto le encantaban. Por eso cuando se miraba en el espejo que se formaba en las terrazas de agua y veía que su piel era del mismo color, se sentía muy orgullosa y feliz. Ella pertenecía al arrozal con cuerpo y espíritu. Su pasatiempo favorito era saltar de un piso a otro llevando los fertilizantes pegados en sus patitas. Veía que siempre había que mover el barro donde se plantaba y su esfuerzo ayudaba a los campesinos del lugar. Así también le gustaba asustar a las garzas con un croar divertido imitando a los patos; las albas aves dignas como princesas de un palacio, no alcanzaban a enojarse con ella, pero se llevaban un buen tiempo lavando sus patas flacas salpicadas de barro.
Cantik ayudaba a su familia a conservar este lugar como siempre lo habían conocido: si bien cada día iban llegando nuevos habitantes, siempre se las arreglaban para mantenerlo limpio, ordenado y acogedor. Para eso, sacaban la basura flotando en mitades de coco, convertidas en botes de deshechos, que conducían por unas acequias hasta el centro de reciclado. Si bien ahí a veces el olor era fuerte, Cantik y sus amigos, se entretenían pisándolo todo hasta hacer una pasta que servía para que luego creciera más arroz en los campos. El problema era subir con los botes de coco a contracorriente, pero para eso pedían ayuda a las chicharras y langostas que con sus fuertes patas los lograban subir y vaciar en el terreno gredoso del arrozal.
En la noche las ranas más viejas contaban historias antiguas y Cantik las oía como hipnotizada; de alguna forma sentía que lo pasado le serviría en algún momento para el futuro y así iba atesorando todo en su verde corazón.
Al pasar los años, las cosas en el arrozal empezaron a cambiar muy rápidamente. La superficie de verde empezó a disminuir y con ello todo se empezó a distorsionar. Sus amigos de la infancia andaban como locos, corriendo y saltando conectados cada uno a una caña de bambú que les permitía –según ellos- estar comunicados con muchos otros habitantes del lugar. Cantik veía que ni se miraban ya las lindas caras de rana que tenían en los charcos que aún quedaban. Imitaban en parte a los “habitantes nuevos” que habían invadido el lugar trayendo sus extrañas costumbres y una forma de vivir que ella no lograba entender. Durante todo el día se oían ruidos de trabajos, de bocinas, de algo grande e incierto que parecía iba a acabar con todo. Los hombres de antes, a los que Cantik admiraba mucho por su tesón y alegría, se fueron escondiendo debajo de sus grandes sombreros de paja y ya parecían no verse hundidos en el poco barro que les iban dejando los nuevos habitantes para sembrar.
Llegó un día en que el asunto pasó a mayores ya que las calles de un barro duro y permanente, se apoderaron de todo. Llegaron medios de transporte que equivalían al tamaño de muchos cocos juntos y otros que echaban tanta basura que era imposible que el centro de reciclaje diera abasto. El lugar verde pistacho comenzó a verse salpicado de basura rara; no era de la que servía para el cultivo del arroz, sino sólo para que aparecieran molestos ratones y moscas. Igual a Cantik les gustaba saborear mosquitos, pero estos se le antojaban indigestos. Al final de cada tarde el arrozal se veía triste; el barro estancado y las acequias llorando por ver desaparecer su paraíso.
Cantik pensó –ingenuamente- que alguien haría algo. Si era evidente el daño que se estaba haciendo; era obvio que eso traería la muerte del arrozal y con ello, la muerte de todos. “Seguro los hombres –los nuevos o los viejos- harán algo”, se decía a sí misma cada noche cuando contemplaba su querida casa venirse a bajo. Sin embargo, cada día las cosas empeoraban; tanto así, que al pasar las nubes por ahí, siempre se ponían tan tristes que lloraban desconsoladas inundando el pavimento y las calles. Creían que estaban sucias y que con su llanto podría reaparecer el lindo verde pistacho de antes. Cantik temerosa que volviera a repetirse la historia de sus antepasados, le contó a las nubes lo que pasaba y decidieron intentar un plan de rescate. Cada vez que ellas pudieran, traerían todo el agua que pillaran en el mar y la dejarían caer en el arrozal para lavar las calles negras y hacer que brotara nuevamente el verde, mientras ella invitaría a todas las demás ranas a croar tan fuerte como le dieran sus delgadas gargantas para comunicarle a todos que había que convertirse y cambiar.
Al principio sus amigos se adhirieron con entusiasmo, pero al ver que nadie las tomaba en cuenta, fueron abandonando a Cantik y dejándola sola en su cantar. Fue ahí que recordó las historias de su abuelo y comenzó a cuidar su voz con almíbar de flores amarillas y con un macerado fermentado del arroz. Esto hizo más gruesa su potencia vocal y así, sin descanso, se puso a croar fuerte en el arrozal. Durante el día nadie la oía; había demasiado ruido de la “civilización de cemento”. Por eso, decidió que tenía que seguir en la noche. Alguien iba a oír el constante cantar de una ranita y darse cuenta de todo lo que iban a perder.
Día tras día y noche tras noche, Cantik cantó y cantó en el arrozal. No se detenía a descansar ni a comer; sólo su almíbar y el fermento de arroz. Las nubes tristes vieron que hasta el verde de la piel de la ranita empezaba a palidecer de tanto esfuerzo. Cada noche, sobre todo en las más oscuras, cuando ya todos caían rendidos de trabajar, escuchaban el canto de Cantik y comentaban irónicamente el vano esfuerzo que ella estaba haciendo. Algunos fueron a decirle que desistiera; los hombres nuevos le ordenaron callarse porque no los dejaba dormir; los hombres viejos, le suplicaban que se cuidara porque no la querían ver morir (ya estaba muriendo todo su verdor y no lo resistirían); sus amigos le dijeron que se había vuelto loca; los ratones y moscas no tuvieron vergüenza de reírse en su cara muchas veces. Pero aún así no renunció a su misión. Ella al menos, haría el intento de salvar el arrozal, un pedazo de él aunque fuera, para que no se perdiera el verde de la vida, la frescura del entorno, la bondad de los habitantes y la esperanza de la humanidad.
Cantik se daba cuenta que el impacto de su tremendo esfuerzo era más pequeño que el de un grano de arroz, pero no podía renunciar a él. Se sentía llamada; como obligada desde adentro a dar su vida por salvar el arrozal. Y fue así que un día de luna llena, Cantik dejó de cantar, no porque no quisiera sino que porque se le acabó la energía. La pequeña ranita estiró sus patitas, tomó el último respiro con olor a jazmín y se durmió para siempre. De su cuerpo nadie supo mucho. Dicen que su verde pistacho se fundió con el pedacito de suelo donde cayó y ambos se hicieron uno como envueltos en una cuna de amor. El arrozal recibió a su amada y fiel ranita y la cobijó para siempre en su verdor.
A la primera noche sin el cantar de Cantik, algunos habitantes notaron el silencio y se extrañaron. Al la segunda, las demás ranas se reunieron inquietas; algo faltaba en el arrozal. Ellas le comentaron a las garzas, a las chicharras, a los humanos viejos y estos a los nuevos. Y así a los tres días todos se dieron cuenta que algo grave había pasado y comenzaron a reaccionar. Si Cantik había muerto, a pesar de toda su fuerza y la convicción de su misión, qué les pasaría a ellos. Por primera vez se asustaron y entendieron la necesidad de cambiar y transformar sus costumbres para sobrevivir. Empezaron a recordar las canciones de la verde y pequeña Ranita, a comentar sus mensajes: Al parecer sí los habían oído cada uno, sólo que les había faltado el valor para unírsele. A pesar de que su canto había sido muy solitario y aparentemente estéril, su esfuerzo heroico comenzó a dar los primeros frutos. Las ranas se organizaron para mantener limpias sus terrazas y le pidieron ayuda a los humanos viejos del lugar. Estos convencieron a algunos de los nuevos que se habían encantado con Cantik y su canto y así poco a poco se fueron sumando voces y fuerzas para conservar el bienestar del arrozal. Ciertamente el desafío era grande y supuso un esfuerzo constante de todos, pero lograron detener el avance del suelo de pavimento y las construcciones de cemento, conservando sitios sagrados para cultivar el verde y el preciado alimento del arroz. Las garzas pudieron volver a saltar felices por el barro y los cocos botes a trasladar basuras y abono por las acequias. Las chicharras le enseñaron el canto a las ranitas pequeñas y los ratones y las moscas encontraron su lugar fuera del arrozal.
Cantik, al igual que el grano de arroz, tuvo que morir para vivir y dar vida a todos los demás habitantes del lugar. Han pasado muchas noches y muchos días y todos siguen recordando la hazaña de la ranita que les cambió el destino a todos. No construyó nada grandioso ni edificó un imperio; es más ni siquiera supo si canto en el arrozal había servido de algo. Fue el misterio de la vida lo que hizo que ella pasara a la historia. Así sucede con los que aman de verdad y dan la vida por lo que creen. Afina bien tu garganta y no dejes de croar!!!
Nota: Cantik significa bonita en bahasa indonésico.
Los niños fugaces
Te has preguntado alguna vez porqué algunos papás que sueñan con tener un hijo y hacen todo lo necesario para ello, no pueden lograrlo. Algunos piensan que es mala suerte, otros creen que es por alguna una enfermedad, pero en realidad es que la verdadera razón la descubrieron hace muy poco unos científicos muy especiales.
Intentaré contarte los resultados de su investigación…
Desde hace mucho tiempo, más que siglos y millones de años, Dios ha estado tratando de ordenar el cielo, que quedó un poco revuelto después de la creación. Fueron siete días tan intensos en que hubo que pintar las aguas, pegar estrellas, inflar los continentes, prenderle fuego al sol, dibujar a todas las plantas y animales que iban a poblar la tierra, recortar las almas de los hombres para que quedaran lindas…en fin tantas tareas que el último día Dios sólo pudo descansar y no tuvo el tiempo suficiente para poner cada cosa en su lugar.
Los científicos del cielo, los cielólogos, han podido observar que en cada estrella el Creador ha ido colocando con mucho cuidado las diferentes criaturas que van a bajar a la tierra y en otras las que ya han llegado de vuelta a descansar. En cada una de ellas hay un gran letrero indicando quién debe vivir ahí y una lista ordenadita con sus habitantes. Con todos estos años y con la ayuda de los ángeles ya todo está bastante más claro. Eso ha permitido que los sabios del cielo hayan podido observar, por ejemplo, la estrella de las mascotas regalonas. Hay perros de todos los tamaños, gatos peludos y pelados, loros, conejos, pajaritos, iguanas y hasta ratoncitos jugando sin hacer diferencias entre ellos. Ahí ninguno se come a nadie y hacen grandes alborotos que a veces no dejan dormir a las estrellas vecinas.
Una de las que sufre con el ruido de estos animales es la Estrella de los Abuelos Queridos. Los científicos han podido ver ahí a muchos hombres y mujeres muy arrugaditos y viejitos, bailando y cantando de lo lindo. De la mañana a la noche, parecen desquitarse de las mascotas con entretenidas conversaciones, risas y juegos.
Así ya han podido clasificar a casi todas las estrellas que Dios ha ido ordenando. Está la de las aves, la de los hipopótamos, la de los árboles, la de los niños que ya van a bajar a la tierra, la de los niños que ya volvieron, la de los papás, la de los peces, la de los insectos y así una inmensidad de lugares maravillosos, todos radiantes de felicidad. Tanto los seres que van a nacer como los que volvieron ya de su estadía en la tierra, se ven relucientes y contentos. Los especialistas comprobaron que justamente el brillo que podemos ver en cada estrella desde la tierra, se debe a la infinita energía ellos irradian.
Hasta ahí toda la explicación de los cielólogos es clara. Sin embargo, al igual que tú, ellos observaban inquietos esas pequeñas luces que corren de un lugar a otro en el cielo, sin saber qué es lo que eran. Antiguamente les llamaban meteoritos y creían que eran pedacitos de fuego o estrellas cayendo por el espacio. Hoy, gracias a un espectacular telescopio celestial, que permite detener esas luces fugaces y verlas muy de cerca, los sabios pudieron comprobar incrédulos que eran niños.
Sí unos seres pequeñitos increíbles, preciosos, de ojos muy brillantes y una cara especialmente picarona y traviesa. Niñas y niños que con una velocidad increíble corren de una estrella a otra jugueteando con cada uno de los habitantes de ellas. Saltan con los monos, chapotean con los delfines, saborean las frutas, vuelan con los flamencos, regalonean con los abuelos, bailan con los ballenas, y así todo el día y toda la noche no dejan de reírse y jugar.
Dios ha llamado a todos los ángeles para que lo ayuden a dejar a estos traviesos en el lugar que les corresponde. Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos divinos y angelicales no han logrado llevarlos a la “Estrella de los niños por nacer”. Apenas los intentan coger para llevarlos luego a su viaje a la tierra, ellos parten corriendo a la velocidad del rayo, ya que no podrían dejar toda la diversión que ahí encuentran. Están demasiado felices para bajar.
Cada uno sabe que un papá y mamá los están esperando con mucho cariño y a veces también con mucha tristeza por la demora en bajar. En algunas ocasiones, se cansan de correr y deciden obedientemente ir a su estrella para pronto nacer. Esos son todos los niños que llegan cuando ya los padres han perdido las esperanzas y son sorprendidos con inmensa alegría por los recién llegados.
Sin embargo, los cielólogos han comprobado que hay muchos de estos traviesos que son incansables. Nunca pueden dejar de saltar de una estrella a otra, así hubiera un desfile de ángeles corriendo detrás de ellos. Pero no vayas a pensar que no quieren a sus padres; realmente los adoran. Y es por ese gran amor que les tienen que cada noche al salir a jugar, abren y cierran sus ojitos muchas veces para que sus papás vean que están bien y que los quieren con todo el corazón. Es precisamente ese abrir y cerrar de ojos el que deja la estela de luz que podemos ver en el cielo cada noche.
Si conoces a alguien que tiene su alma llena de tristeza por el hijo que no llega, por favor muéstrale esta investigación y dile que agudice la vista para que esta noche vea a su niño corriendo por el cielo, ya que le está guiñando el ojo.
La historia oculta detrás del arcoiris
La historia que te voy a contar sucede todos los días, pero pocos la conocen. A mí me la contaron hace un tiempo atrás y me parece importante que también la conozcas.
Siempre me había inquietado cómo Dios repartía sus hijos a los seres humanos. Sobre todo, teniendo en cuenta que algunos están muy ansiosos de recibirlos y otros parecen estar tan ocupados en sus propias cosas y no les interesa acoger nuevas vidas. A veces incluso es más complicado, cuando la distribución parece desequilibrada: le llegan niños a quienes no los quieren y no les llegan a los que sí ansían. Gran misterio no es cierto…
Para entender esto, cual Cid, el niño científico, me fui a investigar todos los libros científicos que encontré, pero no me ayudaron mucho. Cuando ya casi había perdido las esperanzas, del cielo me regalaron una gran oportunidad.
Cierto día que llovió mucho, el sol, curioso por ver cómo estaba la tierra, se asomó entre medio de unas nubes y causó un increíble reflejo en las gotas de agua, formando el arcoíris más grande que se halla visto. Me acerqué a él y de pronto me vi trepando de un color a otro. Ascendiendo por el arco hasta pasar las nubes y más allá, llegando casi hasta donde termina nuestro planeta. Maravillada observé, cuando escuché un cuchicheo imperceptible. Guardé silencio y la conversación se hizo más nítida. ¿Quién podría estar hablando al borde de la tierra? Cuidadosamente empecé a escuchar más y más vocecitas que susurraban. Lo hacían en distintos idiomas, pero todas eran voces de niños: tiernas, dulces, fresquitas como el jugo de sandía. No los pude ver, pero estaba tan cerca de ellos que logré entender qué decían:
– “Mira ahí, serán esos los papás que voy a elegir. Son buenas personas y me ayudarán con lo que tengo que hacer cuando baje a la tierra”, decía una voz.
-” Córrete un poco, por favor, que me tapas. No puedo ver a quién elegir”, decía otra más fuerte.
– “¡Los encontré, los encontré!, ellos son los que soñé desde siempre”, comentaba una tercera muy entusiasmada.
Pensé que me había vuelto loca, hasta que oí otra voz; esta vez de un adulto. Era tierna, pero fuerte y clara:
– “YA NIÑOS, SE ACABÓ EL TIEMPO POR HOY. ESTÁ MUY NUBLADO Y NO PUEDEN VER BIEN. MAÑANA VOLVEREMOS TEMPRANITO A ELEGIR A SUS PAPÁS”.
De frentón me había mareado con la altura, pensé yo y no puede resistirme a preguntar.
– “¿Quién está ahí?, ¿De qué se trata todo esto?”
Inmediatamente se produjo una brisa desordenada que casi me bota de la nube donde me encontraba y luego una luz como el sol empezó a brillar frente a mí junto a miles de luciérnagas de luz que resplandecían a su alrededor.
– “HOLA AMIGO, TANTO TIEMPO SIN VERTE”, me dijo la voz.
– ¿Quién eres y cuándo nos vimos antes?”, atiné a preguntarle a la voz luminosa que me hablaba.
-” SOY DIOS Y PERDONA, SE ME HABÍA OLVIDADO DE QUE AL NACER LES HAGO GUARDAR EN SU CORAZÓN AQUEL SECRETO”.
– “¿Cómo, cuál secreto?
– “BUENO, TÚ, AL IGUAL QUE ESTAS MILES DE ALMAS DE NIÑOS QUE ME ACOMPAÑAN, ANTES DE NACER VIENEN A OBSERVAR Y ELEGIR CUIDADOSAMENTE A LOS PAPÁS QUE VAN A NECESITAR EN SU VIDA TERRENAL”.
– “¿Y cómo lo hacen?”.
– “AHH, MUY FÁCIL” – se rió como fuera cosa de todos los días lo que me contaba.
– “DESPUÉS DE CREARLOS, LES SOPLO MÍ ESPÍRITU PARA QUE SU ALMA DESPIERTE, LO PRIMERO QUE HACEN ES VENIR AQUÍ Y RODEAR TODOS LOS RINCONES DEL PLANETA A VER QUIÉNES VAN A SER SUS PAPÁS. ALGUNOS LOS ENCUENTRAN ENSEGUIDA Y ASÍ LOS PUEDO ENVIAR DE INMEDIATO A SU VIAJE. OTROS SE TOMAN SU TIEMPO, E IMPACIENTAN A SUS PAPÁS QUE LOS ESPERAN ANSIOSOS. SUCEDE AL REVÉS TAMBIÉN A VECES…”.
“¿Cómo al revés?” pregunté.
– “SÍ A VECES HAY ALGUNOS MÁS IMPULSIVOS QUE SE ARRANCAN ANTES DE QUE SUS PAPÁS ESTÉN LISTOS… LA VERDAD ES DIFÍCIL COORDINAR TODO ESTO, PERO LOS NIÑOS SIEMPRE ACIERTAN BIEN EN SU ELECCIÓN”, suspiró Dios agregando, “AHHH, AUNQUE EN ALGUNAS OCASIONES EQUIVOCAN LA DIRECCIÓN”.
– “A ver a ver, vamos por parte”, exclamé perplejo. “¿Cómo es eso de la dirección?”
– “BUENO ES QUE ELLOS MIRAN DESDE AQUÍ QUIÉNES SERÁN SUS FUTUROS PAPÁS Y LUEGO ME LO INFORMAN PARA HACER LOS PREPARATIVOS DEL VIAJE”.
– “¿Y cómo se equivocan entonces?”.
– “LA MAYORÍA ACIERTA EN LOS DATOS QUE ME DAN PARA EL ENVÍO, PERO A VECES CUANDO LOS DÍAS ESTÁN MUY NUBLADOS O LA CONTAMINACIÓN DEL AIRE ENNEGRECE EL HORIZONTE, MIS CHIQUITITOS EQUIVOCAN LAS COORDENADAS. SABEN QUIÉNES SON SUS PAPÁS, QUE LOS VAN A QUERER Y CUIDAR PARA SIEMPRE, PORQUE LOS HAN VISTO MUCHAS VECES, PERO AL MOMENTO DE ANOTAR, ESCRIBEN MAL LA CALLE O LA CIUDAD Y LLEGAN A LA GUATITA DE OTRA MAMÁ…”.
– “¿Quéééé? Y cómo lo hacen entonces. Qué tristeza para ellos y para sus verdaderos papás que los esperan si quedan en una familia distinta a la que eligieron”.
– “BUENO AHÍ NO ME QUEDA OTRA QUE HACER UN POCO DE OBRA DIVINA”, me dijo.
– “¿Qué haces?”.
– “NO PUEDO CAMBIAR A LOS NIÑOS DE GUATITA, PORQUE PODRÍAN CORRER PELIGRO, ASÍ QUE DEJO QUE NAZCAN NATURALMENTE, LO MÁS CUIDADOS POSIBLE “.
– “¿Y luego qué?”.
– “AHÍ VIENE EL TRABAJO DIFÍCIL DE INSPIRAR A LOS HUMANOS…. ME METO EN SUS SUEÑOS, EN SU CAMINO Y EN TODO LO QUE HACEN PARA QUE ESA GUAGÜITA LLEGUE FINALMENTE A SU VERDADERO DESTINO”.
– “Ahh, estás hablando de los niños que se entregan en adopción”.
– “SÍ CREO QUE ASÍ LE LLAMAN USTEDES. YO LES LLAMÓ LOS NIÑOS DE LOS DÍAS NUBLADOS, QUE ERRARON LA DIRECCIÓN DE ENVÍO. ELLOS SIEMPRE SON MUY AGRADECIDOS Y EDUCADOS CON LAS MUJERES QUE LOS ACOGEN Y CUIDAN AL NACER, PERO SU ELECCIÓN ESTABA CLARA ANTES DE PARTIR”.
– “O sea que los papás adoptivos, ¿son los papás que esos niños eligieron desde el principio? “.
– “OBVIO”, me dijo como si hubiese dicho una tontería.
– “NO SON PAPÁS ADOPTIVOS; SON LOS PAPÁS ELEGIDOS, IGUALES A TODOS LOS DEMÁS” me comentó con firmeza al terminar su explicación.
– “¡Qué increíble!” me dije a mí mismo, mientras registraba todos los detalles de lo sucedido en mi cabeza.
– “ADIÓS AMIGO”, me respondió Dios. “TENEMOS QUE PARTIR, HOY NO VEMOS NADA”.
Y antes de que se desvaneciera atiné a preguntarle,
– “Qué hago con todo lo que me contaste?”.
– “CUENTA A TODOS LA HISTORIA OCULTA DETRÁS DEL ARCOÍRIS. ASÍ, LOS PAPÁS SE SENTIRÁN MÁS ORGULLOSOS DE SABERSE ELEGIDOS POR SUS HIJOS Y OJALÁ RESPONDAN A ESA ELECCIÓN CON EL MISMO CARIÑO QUE SUS HIJOS LE DEMOSTRARON. AH, Y DE PASO, DILES A TODOS QUE ME CUIDEN MÁS EL PLANETA PARA NO ERRAR TANTO EN LAS DIRECCIONES DE ENVÍO. CON LOS DÍAS NUBLADOS QUE YO HACÍA PARA REFRESCAR EL AIRE, EL TEMA ERA MANEJABLE, PERO HOY CON TANTA CONTAMINACIÓN, EL TRABAJO SE HA PUESTO MUY DIFÍCIL”.
Ya sea que tú le acertaste a la primera a la dirección o tuvo Dios que ayudarte a encontrarla después, no te olvides nunca que antes de nacer elegiste a un papá y a una mamá, porque ellos son lo mejor que existe para ti en el mundo entero. Tú y yo también los elegimos y algún día unas pequeñas criaturitas que hoy brillan detrás del arcoíris te podrían elegir a ti también.
La esperanza de Dios
Te has fijado cada noche que la luna va cambiando de forma, desde una pequeña uñita fina y delgada, que apenas se logra ver hasta convertirse luego en un gran queso de cabra, redondo y grandioso, lleno de luz. Pero después, como si le viniera una enfermedad extraña, empieza a deformarse y achicarse sin razón aparente hasta desaparecer. De pequeña pensaba que cada vez que sucedía eso la luna no iba a volver a salir, pero a los pocos días volvía a aparecer tímida y temerosa en medio del infinito, para volver a su ciclo.
Por años, más bien siglos, el hombre le ha dado una explicación muy clara que relaciona estas formas de la luna con el sol y la posición de la tierra, lo que es absolutamente real y cierto. Sin embargo, ellos no saben la otra historia oculta en la luna que yo sé y que tú también conocerás después de leer este cuento.
Hace mucho tiempo atrás, hasta cuando los dinosaurios eran chiquititos, Dios quiso hacer una nueva especie para que lo acompañara en sus momentos de soledad y que a la vez, El le pudiera entregar el infinito amor que le tenía de regalo.
Ya habían pasado varios millones de años diseñando estrellas, pájaros, peces, árboles y un sinfín de seres, pero ninguno hasta ahora había sido capaz de acompañarlo cuando las noches se ponían oscuras y frías. A pesar de oír el lindo trino de las aves y el canto de los grillos, que lo ponían muy contento, extrañaba a alguien que le tapara sus pies y lo acurrucara con su abrazo cariñoso. Ahí fue cuando se le vino una maravillosa idea a la mente: crearía a dos seres diferentes pero de la misma especie, tan parecidos a El como su mano pudiera tallarlos. Trabajó intensamente con lijas, martillos y distintas gubias que le dieran forma al hombre y la mujer. Tanto amor puso en ello, que realmente quedaron hermosos e imponentes, con una expresión dulce y amorosa en sus ojos, igual a su Creador. Apenas estuvieron listos, Dios los sopló con el aliento de la vida y los mandó dormidos a su planeta preferido: la tierra.
Fue después de todo este trabajo que Dios se dio cuenta que al tallar el material blanquecino y brillante de la especie humana, se había pasado a llevar una de sus uñas y que el dedo le ardía de dolor. Trató de recuperarlo en su taller de nuevas especies, pero fue imposible encontrarla; quizás su uña se había caído al soplar a sus nuevos hijos al planeta. Al principio se preocupó mucho, ya que el sufrimiento crecía, pero luego dominando su dolor se calmó y se dijo a sí mismo “No te preocupes, el hombre y la mujer encontrarán tu uña perdida y cómo te quieren tanto la traerán de vuelta en unas pocas horas”.
Habían pasado unos pocos días y efectivamente los nuevos habitantes de la tierra vieron en el cielo profundo y oscuro una pequeña línea blanca y brillante que apareció en medio de la nada. Dios al verlos apreciar su uña perdida, sintió una alegría inmensa: “Al fin ellos con su cariñoso cuidado me van a aliviar mi dolor”. Sin embargo, los hombres se olvidaron antes de que se pusiera el sol de su Padre Creador y sólo creyeron que era una nueva estrella y la llamaron simplemente Luna. A medida que pasaban los días sin buenas noticias, el dolor de Dios iba creciendo, y así también iba creciendo su pedacito de uña perdido en el cielo de los humanos, ya que existía una extraña conexión de Dios con todo su ser.
Los hombres estaban extrañados de que Luna fuera creciendo cada noche y aún mayor fue su sorpresa cuando un día la vieron redonda y brillante como el sol. Extasiados se pusieron a mirarla con detención, pero ni siquiera cuando vieron sus ojos tristes y su boca hacia abajo, pudieron recordar a su Padre del cielo. Nunca se les ocurrió agradecer todo lo que tenían a su alrededor y muy por el contrario, se vanagloriaban que todas las maravillas que disfrutaban eran fruto de su propio mérito. Cuando ya habían pasado 14 días, Dios perdió la esperanza ya que no podía creer ni ver el olvido de sus hijos predilectos. Así poco a poco, de la redondez y brillo perfecto, su uñita perdida se fue achicando y deformando hasta desaparecer completamente en la oscuridad.
Al mirar todo esto Dios quedó desconsolado: “¿Cómo mis amados hijos me han olvidado tanto, que no sólo no ven todos los regalos que les he hecho, sino que tampoco son capaces de ver mi uñita y el dolor profundo que me embarga”.
Pasó así varios días, pensando que ya nada se podía hacer. Pero luego otra brillante idea vino a su mente creadora: “Haré más hombres y más mujeres, ellos si se acordarán de mí ya que quizás en los primeros algo falló. Cuando lleguen a la tierra y vean mi uñita perdida, ellos sí se acordarán de su Padre y me la enviarán de regreso”. Repitió los pasos anteriores y efectivamente los nuevos humanos quedaron perfectos, es decir casi perfectos, ya que para sorpresa de Dios, al darles la vida, estos también se olvidaron de El. La luna, como llamaron los seres humanos a la uña divina, volvió a aparecer muy delgada en el cielo, como si tuviese miedo que no la reconocieran. Dios cerró los ojos con toda la esperanza puesta en sus nuevos hijos, pero estos nuevamente lo defraudaron. Su dolor creció y así también la luna, pero ellos tampoco fueron capaces de ver la soledad y la tristeza de Dios que se veía reflejada como un espejo en la superficie de la luna llena. El Creador nuevamente se dio por vencido y perdió la esperanza, y lentamente su uñita se fue achicando y apagando hasta la completa oscuridad.
Sin embargo, y a pesar del amor no correspondido de los hombres, Dios los siguió amando y cada vez con más fuerza. Por eso, se armaba de toda su fuerza y esperanza y volvía a crear a nuevos humanos que sí lo recordaran y lo acompañaran. Su uña perdida volvía a aparecer cada vez que Dios recuperaba las esperanzas de que sus hijos lo quisieran aunque fuera un poquito y se acordaran de El y de su adolorida uñita. Y así también volvía a desaparecer y quedar perdida en la oscuridad, igual que el corazón del Padre Creador.
Así han pasado millones de años en que Dios nos vuelve a mostrar su pequeña uñita para ver si nos acordamos que somos sus hijos y para que sepamos cuánto nos quiere. Y aún cuando pasada una quincena de días pierde la esperanza, pronto la vuelve a recuperar soñando que algún hijo se acuerde de El. Ojalá pronto llegue el día, o mejor la noche en que así sea ya que veremos la cara del Padre brillante y sonriente reflejada en la última luna llena que podamos apreciar. Dios ya tendrá de vuelta su uña perdida y de vuelta la felicidad en su corazón.
El pez arco iris en aprietos
Había una vez un pez maravilloso, radiante de energía, luminoso como el sol al amanecer, al que llamaban Arco Iris por la magia que producía a su alrededor. Contaban las criaturas más ancianas de su pequeño lago, próximo al mar, que su nacimiento había sido también mágico, ya que había recibido infinitos regalos de todos los animales del lugar. Había recibido, por ejemplo, la fuerza y energía del atún, lo que lo llevaba a las más osadas aventuras, ya que el peligro no existía para Arco Iris. Esto había ocasionado más de algún problema a sus padres, quienes a veces lo veían desaparecer por días o volver con su nariz torcida por un piquero entre las rocas que no había calculado bien.
De su madre, que era pariente cercano de los salmones, había recibido la locura por viajar, aún cuando tuviera que ir contra la corriente. Así también la sencillez y austeridad en todo lo que se necesitara. De esta forma, desde pequeño y sólo con un par de algas y kriles en sus aletas, este lindo pez había recorrido todos los rincones inimaginables del lago y había gozado con los detalles más insignificantes. En realidad, con sólo saltar por los aires, sintiendo el calor abrasador del sol y atrapando el oxígeno fresco en sus branquias, él era feliz. Quizás ahí estaba, en parte, el secreto de su magia.
De su padre había recibido también la ternura, la rectitud y la voluntad para trabajar, por lo que no fue raro, que ya en su juventud, Arco Iris tuviera una linda casita entre los nenúfares del fondo y hubiera logrado un magnífico negocio de venta de sombrillas para el sol. Sin embargo, uno de los regalos que más destacaban en él, aunque nadie sabía quién lo había regalado, era su capacidad de llevar a cabo sus sueños. Meticulosamente y con una conchita afilada, escribía en la arena, todo lo que necesitaba, calculando hasta los más mínimos detalles, para que nada quedara fuera de control, logrando finalmente hacer todo lo que se proponía.
En una ocasión, decidió hacer un puente de algas que uniera su lago con el mar, para que así sus sombrillas pudieran venderse también allá. Todos lo creyeron loco. Nunca nadie había pensado siquiera en salir de ese lugar, ya que siempre se escuchaban historias tenebrosas de ese océano inmenso y lleno de peligros. Su hazaña demoró varios meses, ya que tuvo que seleccionar las algas más resistentes y largas que lograran llegar al otro lado del lago, en donde éste se encontraba con el mar. Calculó exactamente los metros de largo y de ancho y comenzó a trenzarlas. Sin llamar mucho la atención y sólo concentrado en su sueño, Arco Iris al cabo de un tiempo, había terminado un cordel maravilloso de color púrpura y verde, que le permitió transportar sus sombrillas y venderlas a muchos animales del mar, que estaban angustiados con el calor.
Otro de los sueños de Arco Iris era formar una familia grande y unida, como la que él había tenido de pequeño. Intuía que de ahí había obtenido gran parte de su belleza y seguridad para enfrentar cualquier desafío.
Fue así que en una fiesta de primavera, donde los colores de su piel y el brillo de sus ojos se notaban desde muy lejos, logró conquistar a una linda y simpática pececita llamada Azucena, que le robó para siempre su corazón. Se casaron en una fiesta muy bonita a la que asistieron todos los de la familia y los amigos y comenzaron a vivir juntos una nueva aventura (sin embargo, ese es tema para otro cuento).
Al pasar los años Arco Iris estaba contento y tranquilo, sus sueños por los que tanto había trabajado, ya eran realidad. Su familia había crecido y miles de pequeños pececitos arco iris lo despertaban cada mañana para ir a jugar al fondo del lago, su negocio de sombrillas seguía creciendo y todo parecía andar bien, sin embargo algo en lo más profundo de sus escamas le provocaba un sabor amargo. Después de pensarlo varias veces logró descubrir la razón: por primera vez en su vida no tenía un sueño por el que trabajar, o más bien dicho, tenía tantos sueños que él sabía no podría hacerlos todos y tenía que elegir. Recordaba que de más joven, cuando su cabeza aún estaba llena de escamas doradas, (las que ahora ya escaseaban en su ancha frente) la tarea había sido más sencilla: una meta, los cálculos y a trabajar. En esta ocasión el dilema era muy complejo: quería hacer más fábricas de sombrillas en todos los rincones del océano, quería educar y tener el tiempo para compartir con todos esos hijos maravillosos que había tenido junto a su señora, quizás tener unos pocos más, quería tener el tiempo para mirar los atardeceres y las amanecidas, quería construir una nueva casa en el fondo de su querido lago, quería aprender a tocar las cañas de bambú para hacer música, quería aprender los idiomas de las ballenas para poder comunicarse con ellas, quería viajar con su familia a otros lugares, quería hacer ejercicios para mantenerse sano y radiante como siempre, quería nadar sin importarle el tiempo que transcurriera, quería, quería ….uff tantos sueños. Arco Iris sabía que todos ellos eran posibles, su mente sólo necesitaba la conchita y la arena para hacer los cálculos, sin embargo también sabía que no podía hacerlos todos al mismo tiempo y esto le causaba esa extraña sensación en sus escamas. Si elegía ampliar su negocio de sombrillas, tendría que dejar de estar con sus hijos porque le demandaría toda su energía; si optaba por viajar y aprender idiomas diferentes, su negocio quedaría sin cuidar; o si se decidía por tocar las cañas de bambú, no podría nadar al mismo tiempo. Estaba realmente confundido. Por primera vez no tenía el control.
Hizo líneas, números, rayas y gráficos en la arena y así pasó días rascándose su cabeza para resolver su conflicto, pero lo único que consiguió fue que más escamas doradas se cayeran de ella. Por ello, como era inteligente y optimista, decidió que tenía que abordarlo de otra manera. Dejó los cálculos y trató de buscar la forma de alimentarse de un regalo que él nunca creyó tener: la Fe en Dios.
Casi todos los animales del lago habían oído hablar de El; habían aprendido cuánto los quería y cómo los había creado, pero sólo unos pocos habían recibido el regalo de sentir su presencia cercana, guiándolos por todos los caminos. Arco Iris lo saludaba en las mañanas, en las comidas y al anochecer, pero no había podido respirar con El, hasta ahora.
De pronto, decidió hacer algo, sin pensarlo demasiado, sin hacer ninguna suma o resta… Tomó todo el aire que cupo en sus pulmones y hizo lo que siempre lo había hecho feliz: saltó fuera del agua, sintió el sol calentado suavemente su cuerpo y se detuvo a mirar su reflejo. Aunque sólo fueron segundos, fue un momento mágico en que pudo ver la imagen de su cuerpo de múltiples colores moviéndose lentamente.
Se detuvo en cada parte, comenzando por su cabeza dorada. Ahí le pareció ver pequeños puntitos brillantes de colores, que semejaban peces agitando sus aletas sin cesar. Vio su pecho de color rubí, necesitado del calor y el abrigo del sol, incapaz de estar solo como si fuera un niño pequeño. Luego observó sus branquias blancas y platinadas, abriéndose y cerrándose para cuidar el aire y darle vida. También pudo ver sus aletas naranjas, ansiosas de moverse y “volar” muy lejos sin importar las distancias o los obstáculos. Alcanzó a vislumbrar su espalda de tono azul brillante, llena de rayas y números y numerosas sombrillas dibujadas en ella. Finalmente vio su cola de color púrpura y verde, donde se entrelazaban hilos como cintas de bordar pero sin mucha claridad. Sin embargo, cuando quiso ver todo al mismo tiempo, sus ojos se desorbitaron y sólo pudo ver un manto negro que se abalanzó sobre él.
Arco Iris cayó de un golpe a las aguas del lago. Sintió un dolor intenso y esa experiencia mágica desapareció dejándolo silencioso y pensativo. Sabía que había un mensaje de Dios en todo lo que había sucedido, pero aún no era capaz de descifrarlo.
Pasaron los días y su brillo decayó; la duda sobre qué hacer y el misterio del mensaje lo tenían fuera de sí. Fue Azucena, quien a veces tenía la dicha de sentir muy cerca a Dios, quien le dio un empujoncito esclarecedor. “Recuerda la imagen Arco Iris, ¿qué viste primero, qué viste después y qué viste al último?. Ahí debe estar la clave”.
La frase quedó repitiéndose en sus oídos una y otra vez, hasta que en una noche muy iluminada por los rayos de la luna, comprendió lo que Dios le estaba tratando de decir. Mientras comía junto a su familia un rollo de cochayuyo, vio en la cabeza dorada de Azucena miles de puntitos de colores moviéndose. Eran iguales a los que él había visto en su propia imagen en el agua. Al mirar con detención reconoció que eran los reflejos de sus hijos, miles de pececitos arco iris, agitándose por captar su atención y cariño.
De pronto todo se aclaró. Al recordar nuevamente aquella imagen comprendió que todo lo que había visto eran increíbles regalos que había recibido de Dios: el amor de su familia, el trabajo, la libertad, el amor por la música y el deporte, …pero que había que cuidarlos por orden, de cabeza a cola. Tal como los múltiples colores del arco iris, había en él fuerza, sabiduría, sencillez, ternura, alegría, voluntad, libertad, inteligencia, salud y tantos otros dones, que necesitaban encausarse ordenadamente para seguir brillando, sino se enredaban los colores y todo se volvía negro y podría caer.
Así siguiendo los planes y cálculos de Dios, decidió que ordenaría sus sueños como lo había mostrado la imagen mágica: En primer lugar se ocuparía de la cabeza, es decir de estar todo el tiempo posible junto a Azucena y a sus hijos para entregarles todo lo que ellos necesitaran, sobre todo el compartir los infinitos regalos que él poseía con ellos. Comprendió también que él los necesitaba, ya que ese era el rubí de su pecho. Un pececito pequeño ansioso de recibir amor y cariño. Luego le daría prioridad a su libertad y a las ganas de vivir profundamente, disfrutando del aire fresco y vitalizante. Para ello nunca dejaría de jugar, de ser niño, de disfrutar con lo grande y con lo pequeño y vivir la vida a su manera. Trataría de vez en cuando de “volar” con sus aletas naranjas para todos los rincones que aún no había explorado, ya que eso lo haría sentirse feliz. Comprendió que a veces sería necesario mirar también el azul de su espalda y trabajar para hacer más sombrillas. Eso le daría estructura y firmeza a su vida, pero no era necesario acordarse todo el tiempo de eso, ya que igual el trabajo seguirá allí creciendo con muy pocos cuidados. Era importante hacer planes, pero había que dejarle espacio a Dios. Por último, si le quedara el tiempo, que desarrollara el arte y la música. Las cañas de bambú y los idiomas de las ballenas siempre estarían ahí para que cuando ya tuviera lista las otras parte de “su pez” y pudiera disfrutar bailando entre cintas de bordar.
Arco Iris por primera vez sentía a Dios dentro de él, y estaba tranquilo y contento. Le dio un fuerte abrazo con sus aletas a Azucena y saltó nuevamente a tomar aire por encima de las aguas.
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El corazón elástico de la mamá
Realmente es espantosa la guata de mi mamá- gruñía Felipe al ver cómo su hasta ahora “mamá exclusiva” criaba a “su peor enemigo” en su interior. No sabía porqué a sus papás se les había ocurrido la mala idea de traerle un hermanito. –Yo no lo pedí- reclamaba furioso cuando trataban de convencerlo que era una excelente noticia.
Así, cada mañana, mientras veía este globo crecer, más y más crecía su pena. –Ya no tendré más a mi mamá para mí- suspiraba con una tristeza que no le cabía en el corazón. A veces cuando se acomodaba sobre el vestido de su madre y sentía unas suaves patadas en sus mejillas, se atrevía a pensar por segundos que quizás Ignacio sí serviría de algo. –Lo colocaré de arquero en mis goles- soñaba mientras pensaba en su hermano próximo a llegar.
Jacinta, su mamá, estaba muy preocupada por Felipe. Sabía que era un niño muy bueno, pero que estaba sufriendo mucho y sin razón. –Cómo ayudarlo a entender que siempre lo voy a querer- le preguntó afligida a su mamá, o sea la abuela de Felipe, quien había tenido a Jacinta y a cinco hijos más. –Es muy simple hija, invítalo al viaje del “Corazón de la Mamá”- le contestó. -¿A dónde?- dijo Jacinta. –No lo recuerdas. Tú también tuviste que hacer el viaje cuando iba a nacer tu hermano Rodrigo. De pronto ella retrocedió en el tiempo y recordó esa maravillosa aventura que le había hecho desaparecer todos los miedos y tristezas de los celos, cuando era pequeña. –Y cómo hago para ir allá de nuevo, pero con Felipe. No me acuerdo del camino-. –Ah, es muy sencillo- rió la abuela. -En la noche, antes de dormir, tomen los dos una agüita de manzanilla con tres cucharaditas de azúcar y sólo en diez minutos, ya estarán ambos en camino-.
Poco después que se escondiera el sol, Jacinta y su hijo regaloneaban juntos frente a la vieja chimenea de la abuela, saboreando una tibia infusión de manzanilla muy aromática y de fuerte color dorado. Felipe, adormilado, se recostó en la guatita de su mamá y sin darse cuenta, a los pocos minutos, ya se vio en camino hacia un lugar desconocido… y maravilloso.
-Qué lugar más lindo- exclamó Felipe al ver a su mamá corriendo detrás de él, entre margaritas y yuyos amarillos, que invadía el suelo como una gran peste. Tanto así, que no había ningún lugar libre de flores; es más hasta en los más chiquitos, Felipe observó que crecían pequeñas plantas de manzanillas, también doradas y aromáticas. Sin embargo, al poco tiempo se inquietó -¿dónde estamos?- al ver que el paisaje parecía interminable. –Estamos en el Corazón de las Mamás, Felipe- contestó Jacinta sacando algunos restos de flores de su pelo. -¿Y por qué no tiene fin, mamá?- .-Justamente porque el corazón de toda mamá es infinito. Cada una de estas flores, representa el amor que se tiene por los hijos y éstas nunca se acaban-. Felipe recordó una vez más a su enemigo por venir al ver la guatita de Jacinta y contestó furioso: “No, mamá, estás equivocada. Si yo las corto todas ahora, ya no habrá más flores ni amor para nadie; quiero todo ese cariño sólo para mííííí!!”. –Compruébalo tú mismo- lo retó mamá con ojos divertidos. Felipe se armó de fuerzas y en instantes se transformó. Era un verdadero torbellino arrasando todas las plantitas amarillas que había a su paso. Sin embargo, cuando llegó al borde del cerro y estiró sus brazos para cortar las últimas tres flores que sobrevivían a su ataque, el paisaje se ensanchó automáticamente; como un elástico… Miles de flores preciosas aparecieron en nuevos faldeos y lomas aún más intensas. Llenó de rabia, corrió hacia el otro extremo del cerro que había dejado vació y al tocar el borde, -Ohhhh- volvió a suceder lo mismo. Las paredes de este mundo mágico, de sólo tocarlas se agrandaban y hacían que aparecieran más prados de flores amarillas.
-No puede ser- farfullaba muy cansado de un borde a otro, logrando con ello sólo agrandar más y más la tierra cubierta de flores. –Este país está mal, mamá. Yo sé que cuando nazca Ignacio, tú sólo tendrás amor para él. No alcanzarán más para mí- declaró rendido y llorando en las rodillas de Jacinta.
Después de calmarlo con suaves palmaditas en su espalda, ella lo invitó a ir palmo a palmo tocando las paredes de este país extraño. –Realmente son elásticas mamá; cada vez que las toco se estiran más-. –Así es Felipe; así pasa con el corazón de las madres cuando va a nacer un nuevo hijo o hija. Se estira y se estira sin parar. Siempre van a haber nuevas flores, nuevo amor para dar; sin descuidar a los que nacieron antes-. Asombrado y más contento confirmó lo que tenía en su cabeza. -Entonces es tu corazón infinitamente elástico, de modo que cuando salga Ignacio de tu guatita, él y yo vamos a estirar las paredes y agrandarlo?. –Tú lo has dicho; de hecho él ya está estirando con sus patadas desde adentro y tú desde afuera- Ahh, con que en esas estaba al patear tu panza; parece que me está gustando la idea de que nazca Ignacio.
No más decir estas palabras y Jacinta presintió que algo raro sucedía. Parece que el viaje había sido más cansador de lo que ella creía y la salida del niño se había adelantado. –Vamos Felipe, parece que ya viene- murmuró conteniendo unas puntadas en su espalda.
Lo que sucedió después fue tan rápido e inesperado que Felipe, lo memorizó como una película en cámara rápida. Primero el papá nervioso corriendo de un lado a otro; luego la abuela; los doctores, la casa estaba dada vuelta. Ni supo cómo volvió del cerro de flores amarillas, pero no importó. -¿qué pasa con mamá?-, preguntaba a los grandes que corrían sin parecer verlo.
Hasta que al fin vino la calma. Todo quedó en silencio… pero sólo unos segundos, porque de pronto un llanto agudo y fuerte cruzó por la casa. Ignacio había salido. Subió las escaleras, nervioso, asustado y expectante hasta que…-¡oh, nooo, qué chico es!- dijo apenas verlo. Cómo podía tenerle rabia a algo tan chico. Se acercó un poco más mientras su madre le daba la mano calientita y cariñosa como siempre, para que le diera un beso al recién llegado. –Ven saluda a Ignacio, él te quiere saludar- le dijo Jacinta. Felipe se armó de valor y lentamente se acercó a esa pequeña criatura envuelta en géneros blancos y olorosos y cuál no sería su sorpresa al ver el pelo de su hermano. Estaba lleno de motitas amarillas y doradas, era un revoltijo de pelusas voladoras iguales a las que él había visto en el “Corazón de mamá”. Su hermano también había estado ahí y sabía que Jacinta los querría infinito y para siempre. – Creo que nunca he sido más feliz en mi vida mamá- dijo con una sonrisa que le cruzaba toda la cara. _Yo tampoco- contestó ella. –yo tampoco-.
El constructor de sueños
Había una vez un niño llamado Ernesto que nació con las manos llenas de sueños y su mente abarrotada de ideas para llevarlos a cabo. Tenía una sonrisa fácil, tierna y unos ojos azules muy grandes y a ratos tristes, que observaban todo el mundo con la precisión de un microscopio. Tanto así, que a veces sus hermanos no entendían los tiempos de su ritmo y reclamaban sin cesar por sus atrasos. A primera vista Ernesto estaba sin hacer nada, pero con sólo mirar con más detención casi se podían ver iluminadas en su frente las miles de imágenes y artículos que estaba elaborando con sus hábiles manos. Así a medida que crecía, su familia no dejaba de sorprenderse con sus inventos que no sólo lo llenaban a él de orgullo al verlos funcionar sino también a sus hermanos y amigos. Gozaban tardes enteras corriendo en el auto a gas con seis ruedas o el volantín mecánico de puntas estrelladas y qué decir de las exactas predicciones del clima que podían tener gracias a su estación metereológica instalada en el techo del gallinero.
Frente a cada sueño o invento a sus padres les venía un doble sentimiento de alegría e inquietud y le preguntaban “Ernesto, ¿qué vas a hacer cuando seas grande?”. Una y otra vez, él les repetía su inquietante respuesta “Voy a ser un constructor de sueños”.
Pasaron los años y mientras devoraba cuanta revista o libro llegara a sus manos, su espíritu crecía en libertad y su mente iba organizando y materializando sus ideas. No importaba mucho el tiempo que transcurriera, ya que él llevaba su propio reloj interno que en vez de minutos u horas, se regía por sueño empezado o sueño terminado. Si eso demoraba toda la noche o semanas completas, eso era “sólo un detalle”. Tampoco oía mucho la opinión de los demás ya que a veces sus oídos eran incapaces de despejarse de sus propias iniciativas para oír la de ellos. Muchas veces sus invenciones dieron resultados y otras tantas fracasaron llenando la casa de humo y estruendos desconocidos, por lo que decidió armar su pequeño laboratorio en una pieza que habían dejado para los cachureos. Los reclamos de sus hermanos disminuyeron un poco, pero no había noche en que no se oyera “Ernesto, apaga la luz” mientras él con su linterna seguía escarbando y experimentando.
Llegó a ser un gran hombre, formó una familia y empezó a trabajar para reunir un fondo que le permitiera hacer realidad sus sueños. Y como también tenía buena mano con los enfermos, trabajó de doctor un buen tiempo. Sin embargo, apenas se llenaba su billetera en vez de ir a gastarla en lo que todo el mundo haría, Ernesto experimentaba con nuevas plantaciones, edificios, caminos, tranques y cuánto pudiera imaginar. Los primeros años fueron difíciles; incluso algunos lo tildaban de loco, arriesgado, atípico … especial. Y claro que lo era. Contraviento y marea, sacando fuerza de su espíritu logró construir grandes cosas que al igual que sus juegos de niños, permitieron ayudar a muchas personas y hacerlas felices. y
El burro desencantado
“Otra Navidad más” exclamó Juan mientras se probaba su disfraz de burro para actuar en la fiesta de la Iglesia. “No se porqué cada vez más me parece un show aburrido y conocido, tan diferente a cuando era pequeño” le dijo a Matilde, su señora, que a su vez se probaba el traje de Virgen María. “Lo que pasa es que te has desencantado y has dejado de creer que Jesús realmente nace en tu pesebre cada año”.
Juan se quedó pensativo reflexionando que en realidad ella tenía razón, pero hacía tanto tiempo que no recibía ese toque mágico en su corazón, que había olvidado cómo era.
Cuando iban en camino hacia el lugar del escenario, Juan fue recordando sus navidades de antes: imposible olvidar cómo se le ponía la piel de gallina cuando en medio de la oscuridad de la medianoche, se encendían las velas y una procesión de niños acompañados con cantos ponía al niño pequeño entre medio de los animales de un pesebre armado con ramas. Imaginar ver a Jesús y a sus padres tan desvalidos pero a la vez tan dichosos en ese lugar, lo hacía llorar de emoción y llenar su corazón de amor hacia sus propios padres, sus hermanos, sus amigos y hasta esas primas insoportables que pasaban las Fiestas con su familia. Ver la grandeza de la sencillez y lo pequeño lo hacía construir ese pesebre del que hablaba Matilde en su alma, sin ninguna dificultad. Sin embargo, con el paso de los años y con los cambios que habían sucedido en la sociedad, ahora no podía lograrlo.
El show lo había ensayado mil veces, como una tarea más dentro de todas las que se amontonan a fin de año, y sabía que lo podría hacer muy bien, pero cuando estaban en la mitad del relato algo inesperado le sucedió. Un sueño pesado y profundo empezó a invadirlo como si alguien le colocara un manto sobre los ojos. Pestañeaba y pestañeaba, hasta que al final todas las luces, guirnaldas, regalos y decoraciones que adornaban el escenario desaparecieron.
Cuando despertó quedó perplejo: el público había desaparecido, los demás actores también y sólo estaba una guagua muy chiquitita mirándolo desde su cuna hecha con pañales blancos. Hasta Matilde, o sea la Virgen María, ya no estaba ahí.
No entendía que sucedía y a pesar de sus gritos nadie contestó. Se sintió ridículo en su disfraz de burro, pero cuando el niño comenzó a llorar se olvidó y se atrevió a acercarse para tomarlo en sus brazos.
Al sentir el pequeño peso y la tibieza de ese cuerpecito que se acurrucaba entre sus pelos de peluche de burro, por dentro sintió que la piel se le erizaba. “Si sólo es un actor de esta representación que han olvidado en el escenario” se dijo a sí mismo tratando de convencerse. Pero el niño se puso a llorar con más fuerza. “Debe tener hambre, cómo lo pueden haber dejado aquí solito” alegó al viento, como si alguien lo pudiera oír. Entonces recordó unos dulces de miel que había traído debajo del disfraz por si a alguno de los actores de árboles les daba fatiga. Se lo puso al niño en los labios y éste se calmó saboreándolos por un buen rato, dejando de paso su caro disfraz arrendado, completamente pegoteado con miel y caramelo Sin embargo, al cabo de unos minutos el llanto volvió. “Ahora debe tener frío. Cómo nadie le trajo un chal o al menos una ropa a este niño que está desnudo en mis brazos” volvió a reclamar. Esta vez se sacó la parte del disfraz que le cubría su cabeza y lo arropó suavemente. Los ojitos del niño ya no lloraban, en cambio lo miraban con picardía, como si le estuviera haciendo un juego. Juan quería encontrar a los padres del niño e irse luego a casa; esta Navidad ya lo tenía sobrepasado. Sin embargo, los nuevos pucheros del pequeño lo sacaron de estos planes y se puso a cantarle todas las melodías que recordaba de su infancia. Así cantó durante varias horas y el niño estaba dichoso; hasta hacía górgoros de contento. Juan no sabía porqué todo esto en vez de molestarlo lo había puesto feliz también. Este niño tenía algo especial. Pero de pronto nuevamente esa extraña sensación de pesadez se vino sobre sus ojos y no pudo resistirlo.
“Juan, Juan despierta que te has quedado dormido” le dijo Matilde moviéndole su brazo. “Cómo, ya terminó todo?¿ Cómo salió, se notó que me dormí? ¿ qué pasó con el niño?.. decía sin esperar las respuestas; estaba demasiado confundido. “La representación salió muy bien y nadie notó que tu estabas durmiendo. No te preocupes” le dijo ella mientras se sacaba su traje . “No sabes el extraño sueño que tuve Matilde, me encontré con un niñito como el de la actuación y tuve que acurrucarlo, alimentarlo con los dulces, abrasarlo y hasta cantarle para que se quedara contento. Era un niño muy especial”. Dijo Juan un poco desencantado de que finalmente todo hubiese sido un sueño. “Olvídalo y sácate luego ese disfraz que debemos ir a la Misa del Gallo y luego a comer donde mis papás” le dijo ella. “Ok, lo haré enseguida, sólo es una Navidad más” respondió él sin ningún entusiasmo.
Y ahí ocurrió algo que nunca más pudo olvidar “Eyy, que pasa Matilde, estoy todo pegoteado, qué le echaste a este disfraz, no recuerdas lo caro que fue arrendarlo?”. Ella ya molesta por tanto alegato y mala gana se acercó a él y tocó con sus dedos el pelo del traje. “Es dulce Juan, es puro caramelo de miel pegoteado por todas partes”. “¡Qué!, no puede ser si los guardé sellados en mi pantalón . Al revisarlos vio que estaban completamente abiertos, y quedó helado. Guardó silencio hasta llegar a la Iglesia, estaba empezando la ceremonia. De pronto todas las luces se apagaron, y una procesión acompañada por cantos y velas se acercó al altar, mientras el padre decía “Hoy inauguramos una nueva escultura que alegrará nuestra Iglesia de ahora en adelante. Nadie la ha visto hasta hoy, pero si sabemos que representa a la Sagrada Familia en Belén. Todos elevaron las velas hacia la enorme figura delante del altar y … “Oh no”, una corriente de escalofríos recorrió a Juan como un glaciar. Su piel se llenó de montañitas entumecidas de emoción. Frente a él, una maravillo niñito pequeño y picaron lo miraba a los ojos y le ofrecía sus manos como para acurrucarlo. Era exactamente igual al de su sueño. Sin embargo, cuando pudo acercarse más observó que las manitas de la escultura estaban llenas de pequeñas motas de peluche café. Al tocarlas y percatarse que eran parte de su disfraz, sólo pudo dar las gracias a Dios y abrazar con todo su amor a Matilde, a sus suegros, a sus sobrinos y hasta esos tíos insoportables que tanto lo molestaban. Feliz Navidad.
Catapultas de amor
Pequeñas historias para bombardear el corazón con ternura y sabiduría para vivir mejor.
Cada día está lleno de encuentros con personas que buscan lo mismo: un poco de compañía y comprensión. Estos relatos cortos los tomé prestados de la vida que fue generosa para hacernos tomar conciencia de cuánta energía amorosa nos rodea, aun en los momentos más inciertos y/o dolorosos. Te deseo de toda mi fuerza y convicción que estas catapultas lleguen a tu interior y se expandan irradiando toda su potencia de amor. Es tan urgente y necesario sentir y dar amor que esta pequeña historia puede ser tu fuente de inspiración para cada día a partir de hoy.
1 de enero: Un enamorado mandó una carta llena de belleza y devoción a su novia en un país lejano y desconectado. Ella a su vez, escribía una misiva a su amado prendida de flores de ternura y rendición. Sin embargo, en medio del aire las dos se cruzaron sin verse y llegaron destempladas a su destino esparciendo dolor en vez de bien. Y es que el malo del lugar, celoso de tan puro amor, envió sus peores demonios haciéndole dudar al enamorado de ser objeto real del corazón de su amada y cambiando la intención de todo lo escrito al leer. Así, las palabras fueron leídas como espinas en vez de pétalos de rosa y los besos fueron percibidos como azotes de la peor condición, en vez de las caricias que ella genuinamente prodigó. Todo lo bueno, bello y verdadero, el malo lo tornó feo y falso, esparciendo una nube lacrimógena a su alrededor. ¿Qué había pasado preguntó ella? ¿Dónde escribí espinas, dónde dibujé azotes a mi amor?. Tenía que ser el malo, así que con todas sus armas se vistió. Se puso su armadura transparente que traslucía su corazón, cabalgó en su corcel llamado Certeza y embistió al malo con la lanza de la pura realidad; ella lo amaba y eso nadie lo podía cambiar. Sólo al verla y escucharla con tal vehemencia y convicción, el novio despertó del hechizo y se dio cuenta de su error. Espantado el malo, los enamorados decidieron que de ahí en adelante, estarían más atentos y preguntarían bien el uno al otro antes de sentir y sufrir de más. Las palabras mezcladas con demonios pueden ser venenos en vez de elixires de paz. Todo texto necesita su contexto y esa es la verdad que hay que recordar antes de reaccionar.
Catapulta: ¿Cuánto de lo que emites y/o recibes debes contrastar con los demás, para no sufrir de más?
2 de enero: El viejo pino no sabía cuándo había nacido ni porqué; sólo tenía vagos recuerdos de su historia y de cómo sus ramas y piñas se habían desarrollado en él. A pesar de su madurez física, seguía lleno de dudas sobre sí mismo y su proceder, sobre todo cuando los vientos lo zamarreaban de un lugar a otro y no se decidía si era bueno o malo en verdad. Él solo anhelaba el ancho mar que tenía frente a él; sentía que ahí habitaba la fuente de la paz. Lo conocía por su brisa, por las historias que le contaban las gaviotas, por las pequeñas gotas que bañaban su ser, pero lo quería entero, fundirse con él. Estiraba sus ramas para alcanzarlo, pero luego crujía y se sentía engañándose a sí mismo y a los demás pinos que lo seguían, sin ser muy consciente él. Era todo un fraude, una mentira, se decía cruelmente arrugando su tronco y llorando sin querer. Un día sintió que sus raíces cosquilleaban y que sus espigas verdes se alborotaban sin poder ni querer frenarlas por primera vez. Entrecerró los ojos y vio delgados hilos de oro y plata que se tejían entre él y el precioso océano, pintado de canas blancas que le sonreían sin parar. Comprendió la potente revelación que el cielo le mostró: él y el agua no eran dos sino uno en realidad. Vio corriendo su savia y fundiéndose con la sal del mar; vio todo entrelazado palpitando y vibrando en un solo movimiento circular. Gaviotas, tierra, fuego y sal, todo en un remolino maravilloso conectado desde la eternidad. Sintió la fuerza de la creación saltando dentro de sí y supo de dónde venía, para dónde iba y quien los cobijaba a todos con tanta ternura y libertad y se dejó llevar.
Catapulta: ¿Eres consciente de cuán unido estás a todo y a todos y cómo se pueden nutrir mutuamente?
3 de enero: El pequeño caracol se movía y movía por entre medio del bosque y del jardín sin su caparazón. La había perdido de pequeño cuando un vecino muy perverso y enfermo se la quitó. Desde ese tiempo, su piel se había curtido de tanto frío y a pesar de su apariencia alegre y bonita, por dentro cargaba una gran soledad. A través de sus méritos y actos la había tratado de mitigar; había hecho cuántos trabajos y diligencias alguien podía imaginar. Sí, cierto a ratos era feliz y degustaba la paz, pero esa droga del aplauso se convertía en baba triste y desconsolada que no podía parar. Se sentía poca cosa y no tenía certeza de ser amado ni especial, aunque muchos se lo repitieran; “no soy más que un gusano”, se flagelaba sin parar. Un día, el menos pensado y del animal más inesperado, el pequeño ser invertebrado recibió una casa de verdad. Sencilla y hermosa, le calzó sin chistar. Se metió dentro y conoció por primera vez la compañía incondicional. Ya nunca más estaría solo, tenía dentro de sí mismo un hogar. Se sintió envuelto y protegido por una corteza que lo hizo brillar y estirar sus cachitos con dignidad. Ya nadie podría arrebatarle la certeza de que estaba acompañado y que era amado, aun cuando sólo quisiera descansar.
Catapulta: ¿Cómo te sientes que vives, con un caparazón cierto de ir acompañado o con una soledad existencial?
4 de enero: La semilla de araucaria se había demorado siglos en despertar, sin embargo cuando lo hizo no pudo resistir comentar todo lo que le había vivido en el tránsito doloroso y fecundo de la tierra oscura y solitaria, al aire y el cielo que ahora podía mirar. Insegura y curiosa, tímida y atrevida, comenzó a crecer y a estirar sus brazos para compartir lo que había aprendido con los demás; nadie parecía escucharla, hasta que en una rama una ave herida se vino a cobijar. Cierto que aun iba a tientas, pero se sintió orgullosa que con su calor y ternura, una pequeña vida pudiese cuidar. El ave al sanar, agradecida le comentó: “Mi querida Araucaria, probablemente un día serás un gran árbol, donde muchos seres se vendrán a cobijar, pero puedes estar orgullosa de que al menos ya uno pudiste salvar. Ya tienes un fruto de tu fecundidad y si hoy murieras, por esto, podrías morir en paz”. El joven árbol perplejo, respondió sin pensar: “No te das cuenta que eres tu quien ha dado frutos en mi. Si tu no me hubieras elegido para hacer nido, jamás habría sabido que podía ser madre y acunar; jamás habría tomado conciencia de quién era y de mi ser potencial. Si hoy día murieses, podrías hacerlo en paz; has salvado mi vida y me llenas de vitalidad”.
Catapulta: Nunca la salvación de otro se da en forma unilateral; siempre al amar y cuidar, viene de vuelta la propia y más preciosa felicidad.
5 de enero: José intentaba enseñarle a su hermano a surfear, sin embargo, Lucas, padecía amarrado a la tabla y más parecía un gato arañando la vida que un hombre de mar. Una y otra vez se hundía en cada ola y no lograba captar el movimiento y la danza impredecible del océano que -según él- sólo lo quería ahogar. Las olas pequeñas no las tomaba, porque carecían de la fuerza para pararse y las grandes las esquivaba porque le daba susto naufragar. José desesperado le decía, “búscale el lado y déjate llevar”. Pero él, empecinado a pura fuerza de voluntad, en vez de captar la silueta marina, quería forzarla a su acomodo y no hacía más que sufrir y cansarse sin poder disfrutar. José en su último intento, lo subió a su propia tabla y le fue mostrando la forma de surfear. “Ves esa ola que parece no interesar; bueno mira por dentro, posee un túnel maravilloso que te parece acunar. Mira, esa montaña de agua que nos parece ahogar, da vuelta la mirada y ve cómo por el costado un pasadizo nos abre para cruzar. Ahora contempla el agua mansa, no te afanes, sólo aprovecha de bajar los brazos y mirar el cielo para descansar. El mar, la vida, es una silueta llena de curvas que jamás podrás controlar, pero sí puedes tomar su energía y sumarte a ella sin alegar. Todo trae un beneficio prendido si lo sabes tomar”. Poco a poco, Lucas se dio cuenta que podía confiar; comenzó a fluir y a soltar las garras, para acariciar el mar. Dicen que después de un tiempo, logró tanto sentir y gustar la vida que este encerraba, que la sonrisa de su cara nunca más pudo borrar.
Catapulta: ¿Cómo tomas las diferentes olas que te trae la vida; fluyes o te resistes?
6 de enero: Un día de verano, la vieja abuela recibió a su nieto que venía de visita después de años de estar lejos y vivir en precaria condición. Entusiasmado veía todo lo que en esa mansión se acumulaba y quería probar y tocarlo todo. La abuela también había partido con nada, pero hoy su pieza, su casa, todo, estaba lleno de objetos, comidas, libros, productos, tecnologías, lo que hacían asemejarla más a una bodega que a cualquier otra cuestión. “Abuela déjame tocar la guitarra”, exclamó con excitación. Sin embargo, no pudo porque la abuela frunció el ceño y tampoco las cuerdas estaban buenas después de tanto esconderlas en un cajón. “Abuela dame galletas”, intentó, al abrir un cajón, pero temeroso vio cómo inciertas manchas blancas y grises exudaban un olor macabro de la masa que se guardó. “Abuela, me prestas este libro. No mijito, ese no. Déjeme ver si alguno menos elegante le puedo encontrar yo. Abuela, regálame alguno de tus teléfonos, que no tengo ninguno. Mmmm, voy a buscar pero creo que no”. Así, el niño decepcionado no entendía a su abuela ni el propósito de tal bodega/mansión; había tanto, pero sin uso ni gozo de nadie; sólo disponible para el deterioro, la podredumbre y una fría distancia que sentía que invadía su corazón. Al irse, tal cual llegó, se dijo a sí mismo: “qué lástima mi abuela, es mucho más pobre que yo. Ojalá algún día reciba la riqueza de la generosidad y libertad del amor en su corazón”.
Catapulta: ¿Qué relación tienes con las cosas que posees; cómo las usas; eres capaz de compartirlas con libertad?
7 de enero: El pulpo vivía enredado en lo que cada uno de sus tentáculos le traía como información vital. Unos le regalaban alegría y energía y otros lo anclaban al fondo del mar, pero ahí también había algo que le permitía profundizar su vínculo con el mar. También algunos de sus brazos lo conectaban con el amor y otros con una incipiente maldad. Cada uno parecía un canal a diferentes aspectos propios y de la inmensidad, pero que el octópodo no podía dominar. A veces se quedaba atrapado en uno solo y no lograba equilibrar su nado y la tinta negra se salía sin controlar. Todo se oscurecía y así se alejaba de sí mismo y asustaba a los demás. Un día su madre sabia le regaló un control de tentáculos para que se pudiera equilibrar. Cuando ya sentía que el tentáculo de la alegría lo podía extasiar, apretaba el control y le sumaba un poco de calma para no quemar; así también cuando un tentáculo lo arrastraba a la desdicha y soledad, tiraba fuerte de él para no dejarse dominar. Las frecuencias seguían existiendo en él, pero el control remoto de tentáculos le permitía decidir y seleccionar cuánto de cada uno tomar. Desde ese día comenzó a nadar a gran velocidad; hacía piruetas y danzas preciosas, dignas de envidiar. El pulpo fluía feliz y radiante ya que gracias al control remoto ahora podía observar lo que pensaba y con ello decidir lo que sentía sin sufrir de más. Comprendió que su ser era complejo, ocho patas no son fáciles de coordinar, pero que era posible si mantenía cada una en su justo lugar. Todas le hablaban de sí mismo pero él era mucho más grande, bueno y bello, de eso ya no podía dudar.
Catapulta: ¿En qué aspectos tuyos te quedas pegado? ¿qué canales o tentáculos tuyos te dominan y/o te enredan con facilidad?
8 de enero: Cuenta la leyenda que cada vez que Dios crea un ser humano, le borda por dentro una estrella en el medio de la sien; justo entre ojo y ojo, pero un poquito más arriba, para que su brillo se vea desde afuera, pero que no los ciegue al mirar. Al nacer cada niño, el brillo del astro es lo primero que se puede ver, pero es responsabilidad del poseedor seguirlo como un GPS personal. Y es que en cada estrella el Señor grabó los códigos de su felicidad; cada una es única y tendrá un recorrido singular, pero hay que cuidarla con frecuencia para que no se vaya a apagar. No hay estrella ni ser humano capaz de encontrar un igual, pero sí son mucho los que a punta de basuras y tonteras del mundo apagan este fuego vital. Dios preocupado -de vez en cuando- activa con un brillo especial las que están más libres y/o las que buscan sin parar, por eso también es importante seguir la huella de esas personas que sólo con su presencia dejan una estela luminosa y de paz. Ellas son tan frágiles como todos, pero han seguido su estrella interior y de tanto contemplarla, han adquirido la valentía y el coraje suficiente para luchar y ser lo que Dios soñó para ellas. Termina la leyenda contando que al morir, esta estrella se descose de la sien y vuela al cielo a continuar la misión que en tierra aprendió. Desde ahí cada noche hacen tintinear su luz para conectarse con las que aun van prendidas en cada ser de la humanidad, para que ojalá puedan despertar.
Catapulta: ¿Has visto tu estrella brillar; qué te dice para hoy y para actuar? ¿qué personas ves que iluminan tu caminar?
9 de enero: La lechuza Roberta tenía –como todas estas aves- la facultad de mirar en 360 grados, pudiendo captar todo lo que pasaba a su alrededor, sin gran esfuerzo vital. Sus ojos negros y achinados eran como catalejos, capaces de ver lo que sucedía en su propio campo y en el de los demás y así nunca perdía su alegría ya que tenía la preciosa oportunidad de comparar. Cuando su campo se comenzaba a secar en el verano, en vez de amargarse, veía el desierto de su vecino de atrás y se daba cuenta que aún tenía esperanzas con el propio y se ponía a regar. Cuando se campo parecía un erizo de cardos, que no la dejaban reposar; veía el de su vecina aurora ardiendo en púas de fuego y sólo podía recordar aliviada la suerte que le había podido tocar. Así también cuando las polillas nocturnas no le dejaban respirar; daba vuelta su cabecita a la izquierda y veía a don Renato, luchando contra polillas, sapos y muchos bichos más. Cómo podía quejarse, pensaba; y se ponía a sacudir sus alas con mayor tranquilidad. Un día un buitre curioso le preguntó si encontraba normal su cuello tan flexible y su capacidad de observar. Alguna mala intención tenía para hacerla dudar de esta sabiduría tan natural. “Pareciera que te alegraras de la mala suerte que a otros les ha de tocar”. Roberta, infló el pecho orgullosa y le dijo: Mira, pájaro de mal agüero, muy equivocado estás. Yo sufro cuando mis vecinos sufren y siempre los trato de ayudar y acompañar, pero mi cuello en forma de trompo es una bendición sin igual. Me permite no olvidar que siempre hay otros que están mucho peor que yo y eso me obliga a reaccionar. Si hay algo que he aprendido es a ser agradecida con el campo que tengo y mucho lo voy a cuidar. Así de paso, sirvo de refugio a mis vecinos cuando me han de necesitar. La lechuza entrecerró los ojos y le miró con tal convicción que el buitre más pareció un pato chueco y encorvado cuando todos los vieron pasar.
Catapulta: ¿Con qué mirada enfrentas las adversidades de tu vida? ¿Eres capaz de recordar que con todo, eres un ser humano muy privilegiado frente a una inmensidad de la humanidad?
10 de enero: La indiecita Amshickar iba feliz por el bosque de su tribu, recorriendo el río Hurón, tan famoso por su belleza como por los caprichos que se solía dar. Caminaba rápido y respondía la indiecita a todo lo que su atención captaba y pudiese ayudar. En eso estaba, cuando uno más anciano de su tribu, que iba un poco más atrás, le dijo que de su bolso se iban cayendo pequeñas cosas y que algo tenía que hacer para remediar. Ella llevaba cosas sencillas, pero no le gustaba botar, así que buscó el origen de la pérdida y vio que efectivamente había un pequeño agujero en su saco, por donde se escapaban -sin que ella lo notara- cositas, ramas lindas o una que otra piedra hermosa que el río le donaba para alegrar. Frustrada buscó cómo arreglarlo, pero la solución no era nada fácil en verdad. Quiso cocerlo nuevamente, pero se rebanaba el género y se volvía a abrir la cavidad. Quiso pegarlo con savia del bosque, pero lo pegote tampoco servía para cerrar. Pensó cambiar el bolso, pero estaba aún muy lejos del poblado y no lo tenía cómo reemplazar. Además le había tomado demasiado cariño y ya era parte de su historia y no lo quería cambiar. Enredada y triste al río Hurón se fue a sentar y éste con el canto del agua, la solución más antigua de su tribu le supo recordar. “Aplica la ley del OSO que siempre nos ha ayudado con sabiduría y con paz. O de observa la situación, ve sus pros y contras y luego intenta Solucionar. Pero si por el momento, no hay caso y todos los caminos cerrados están, asume la tercera O y sólo olvida para un rato más”. Amshickar, se sintió llena de energía nueva, se puso su bolso querido y siguió su andar. Sabía que iba perdiendo un poco de sus tesoros, pero probablemente quien los encontrara, los necesitaba mucho más.
Catapulta: ¿Has aplicado la ley del OSO en tu vida? ¿Te servirá para seguir disfrutando la vida sin amargarte ni amargar?
11 de enero: Había un sabio muy reconocido de Oriente que estaba armando un puzle inmenso y maravilloso en un tablero de roble. “¿Qué motivo está construyendo con tantas y tantas piezas?”, le preguntó un niño curioso. “Es el puzle de mi vida”, dijo él mostrando con orgullo las múltiples vivencias y aprendizajes que había acumulado. De pronto el niño notó que debajo del tablero habían cuatro piezas que se habían caído y estaban llenas de polvo. Se las enseñó al sabio y este intentó encontrarles su lugar en el magnífico diseño que tenía frente a sus ojos. Sin embargo, ninguna de ellas calzaba bien y el hombre se empezó a ofuscar. Probaba por un lado y otro y no veía que nada calzara para la belleza o expectativa por él pensada. Ya molesto, increpó al niño y le dijo que se equivocaba; que esas piezas faltantes no le pertenecían; que lo engañaba. El pequeño, sólo atinó a decir, “Maestro, Dios no se equivoca y siempre presenta las piezas en nuestra vida que más nos van a ayudar a crecer y a desarrollar”. El maestro por primera vez avergonzado, reverenció al verdadero sabio que acababa de llegar. Vio nuevamente las piezas que éste le había entregado y tomó conciencia de dónde y cómo sí podían calzar. Su sitio era justo en ese espacio oscuro que aún no podía armar; vio que lo que le faltaba era la pieza de la confianza en cualquier cosa que Dios le fuera a mandar; la segunda, era la humildad para reconocerse pequeño y la tercera, era la capacidad de reconstruirse y cambiar. “Y la cuarta pieza, ¿dónde va?”, preguntó el niño. “No, esa te pertenece a ti y a la preciosa vida que vas a gestar. Es la pieza de la gratitud que siempre te habrá de acompañar por haber cambiado mi forma de vivir y amar”.
Catapulta: ¿En cuántas ocasiones has reaccionado como este sabio frente a piezas de tu vida que no logras entender ni calzar? ¿Eres capaz de confiar?
12 de enero: Un prestigiado científico, con un cerebro fenomenal, no podía hacerle espacio en su cabeza a la posibilidad de Dios y a su amor como una realidad. Quería entenderlo, explicarlo y comprobar si todo era solo un fraude o cómo se podía investigar. Decidió generar un invento donde lo pudiera atrapar y analizar y fue así como ideó un tubo de ensayo que atraía a la eternidad. Cada día el tubo aparecía lleno de energía, tanta que parecía brillar, pero cuando lo observaba en su microscopio, no veía nada. Si ponía sus manos en el tubo, sentía un aroma y temperatura especial, pero al tratar de descifrar los elementos, la química y la física no parecían ayudar. Sabía que había algo dentro del tubo, pero sus sentidos y técnicas no lo podían captar. Desesperado y derrotado un día lo dejó a un lado y le dijo a todo el mundo que era sólo magia de niños y que no creía en nada. El hombre era bueno y su búsqueda legítima la verdad, pero pasaron varios años y el tubo atrapa Dios se quedó oculto en la oscuridad. Un día su hijo pequeño cayó a un pozo y nadie lo podía rescatar. Impotente con la ciencia, se acordó de esa energía que sentía y a su laboratorio fue a buscar. Con toda su fuerza lo tomó en sus manos y le dijo a quien creía ahí presente, “Por favor sácalo de ahí y aunque no te entienda, jamás volveré a dudar”. De rodillas, sus lágrimas al viejo tubo fueron a parar y vio cómo este se encendía con un fuego blanco, incapaz de negar. Era una luz que lo enceguecía y lo hipnotizaba, pero a la vez, se explicó a sí mismo que era sólo su cerebro que neurotróficos secretaba por la angustia y la soledad. Justo en ese momento entró un amigo y le contó del increíble milagro que acababa de pasar. Una grúa había pasado por el lugar y con su mano de fierro había logrado rescatar al pequeño de la muerte fatal. El científico, estupefacto, se puso a llorar. En su alma podía seguir creyendo que sólo había sido una casualidad; o pensar en el milagro de amor que -el Dios que no veía ni medía; a ese que no podía atrapar- le acababa de orquestar. Creer o no creer era una decisión personal, pero ese día el hombre prefirió apostar por la eternidad misteriosa, inefable y poderosa que lo había sabido tocar.
Catapulta: ¿En qué Dios crees? ¿Crees que está presente y activo en tu vida de hoy y en la de los demás?
13 de enero: La pequeña hada venía llena del polvo que arrojaba la ciudad; sus alitas apenas se veían y sus manos parecían tan ocupadas en faenar que ni se veían y hasta su piel brillante, parecía un poco más oscura por tanto correr y trabajar. No podía quejarse, tenía una vida linda y de vez en cuando podía respirar, pero hacía ya casi un año que no se lograba desconectar. Una invitación “medio obligada” de una tía del bosque, la llevó más allá de la frontera donde el ladrillo y el cemento no podían pasar. El camino le pareció largo y no sabía bien cómo disponerse frente a esta nueva realidad; iba tan llena de pendientes en su saco de polvitos mágicos que no sabía cuál sacar primero para descansar. Cuando vio el letrero a la derecha del río verde y turquesa, comenzó a bajar por una cuesta que más parecía una culebra retorcida y muy empinada. La casa de su tía era una caracola de tres pisos que olía a historias y al más allá; no había espacio en las paredes para más recuerdos y cada detalle estaba impregnado de magia de la buena; de esa que conocen hadas y duendes desde la antigüedad. Al sólo oler el aire, que le pareció rosado y blanco por su pureza y exuberancia, vio cómo su cuerpo se transformaba en uno más lindo y radiante del que podía recordar. Sabía que su estadía no sería eterna, pero una semana de silencio y conexión profunda con la naturaleza que la venía a acariciar, le vendría perfecto para recuperarse y centrarse en su misión esencial. Como toda hada no sólo debía trabajar, sino que también estaba llamada a disfrutar los regalos de la madre tierra y del padre celestial y se puso a volar.
Catapulta: ¿Te hace falta como el hadita descansar? ¿Será conveniente un tiempo de desconexión total?
14 de enero: El manto de musgo tupido e intenso -como si fuese el lomo de un dragón furioso-, se mantenía erguido frente al constante ataque de la cascada que no le daba ningún respiro. Ella, majestuosa y feroz como una novia engreída, azotaba su cuerpo tímido y tierno, que apenas se podía vislumbrar bajo el velo albo del agua que no cesaba de caer. Un día la cascada se detuvo en la pequeña planta que albergaban sus entrañas y le preguntó “¿por qué no te mudas a otro lugar?. Yo todo el día y toda la noche, jamás te dejo descansar. Es más no puedo caer por otro lugar. Inevitablemente mis brazos de agua al descender por el monte, te hieren sin cesar.”. Efectivamente mucho tiempo, pensé que eras una enemiga y pensé irme a un valle tranquilo, pero me di cuenta que no podía vivir sin ti. Siempre he deseado ser uno contigo; que toda esa fuente inagotable de agua fresca y maravillosa que llevas, fuera toda mía. Que tu pureza y energía desbordante, la pudiera poseer solo para mi. Sin embargo, me di cuenta que con eso tu dejarías de ser cascada y yo me moriría al fin. Es mi deseo de ti lo que me hace estar vivo, erguido, verde, suave y feliz. El musgo sabía con profunda intuición, que algún día el sería uno con su amada y esquiva novia blanca, pero eso no sería aquí. Sería en el paraíso, del cual los dos habían venido; por eso se contentaba con segundos de tragar su roció y su estela de luz seguir. Aunque inestable, la fuente de agua viva, era posible de asir. De ahí venía su verde; de esa hambre podía vivir.
Catapulta: ¿Cuál es el deseo que le da verdor a tu vida? ¿Qué anhelas en la profundidad aun cuando sepas que aún no lo puedas alcanzar?
15 de enero: La oscuridad se había apoderado de todo el valle y no había luz que pudiese entrar. Apenas un aventurero osaba entrar en su territorio, ahogaba todo el oxígeno y el fuego y su luz se extinguían volviendo a reinar. Con ella, reinaban las creaturas del horror y las más valientes especies del bosque no se animaban a arrimar; no había forma de generar vida si la luz no volvía pronto al lugar. Lo intentaron animales poderosos y aves majestuosas que por el cielo quisieron ingresar. También hicieron su mayor esfuerzo los animales del agua y uno que otro duende algún hechizo intentó para apoyar, pero nada, la tirana de la noche, sólo permitía a las estrellas desde muy lejos tintinear ya que ellas no representaban un peligro para su orden mortal. Fue ahí cuando unas pequeñas cucarachitas insignificantes, cavaron túneles en medio de las entrañas de la noche y ella, aunque se dio cuenta, las dejó pasar. Qué podrían hacerle, rió con soberbia y frialdad. Fue así que crecieron y se multiplicaron y cuando ya estuvieron maduras, pusieron el plan en marcha para devolverle al valle su luz original. Agitaron sus colitas al volar y casi mágicamente, el bosque se llenó de pequeñas estrellas tintineando sin parar. Eran luciérnagas hermosas, fuertes y valerosas que poco a poco, comenzaron a encenderse y a sumar sus puntos de luz para iluminar. La oscuridad furiosa pensó que eran las estrellas que se habían atrevido a bajar y temerosa de tan grande enemigo, se mudó a otro lugar. Desde ese día, el valle recuperó la vida y los seres recuperaron su paz, gracias al pequeño esfuerzo de cada cucarachita insignificante que se atrevió a adentrarse en medio de la noche y agitar su ser para brillar.
Catapulta: ¿Te sientes identificado con las pequeñas luciérnagas tratando de iluminar tu entorno, aunque sea con un punto en la inmensa oscuridad? ¿ Cómo te sientes?
16 de enero: Las dos lagartijas verde/turquesa tomaban sol felices de la vida en la ribera de la represa, que casi ostentaba su misma belleza y color. De pronto una nube grande y gorda se atravesó y las dejó sumidas en una fría oscuridad que las despertó. La más pequeña comenzó a trepar por las rocas y curiosa trataba de encontrar alguna solución para recuperar el calor. La segunda la miraba atónita frente a tal osadía que podía accidentarla por imprudencia o temeridad. “¿Hasta dónde vas a llegar; cuál es el límite de tu buscar?” La pequeña le gritaba desde lejos que confiara, que sabía lo que hacía y que nada le iba a pasar. Sin embargo, la más grande impaciente se empezó a enojar. Tan indignada estaba por lo irracional que le parecía su compañera, que hasta perdió su color original. Más se veía roja y amarilla de tanto rabiar. Al bajar de las rocas más altas, la pequeña lagartija venía llena de ilusión y no entendió porqué la rabia y porqué el reto que le llegó. ¿Qué había hecho de malo? Se preguntó. Estuvo tentada a agachar su cola, como tantas veces lo había hecho frente a la estructura fuerte de su compañera de sol, pero algo en su interior le decía que eso le haría daño a las dos. “Calma amiga mía, entiendo tu forma de ver las cosas, pero también yo tengo mi manera de enfrentar la situación. No es igual, pero no es tonta y eso lo tienes que aceptar sin rabiar. En mi panza estoy cargada de huevitos y no puedo soportar más horas sin sol, ya que morirían sino las cobijo con su calor. Haría cualquier cosa por salvarlas; te parezca o no; ese es tu problema y no tienes porqué ser tan rígida ni causarme dolor”. Arrepentida la lagartija iracunda, comenzó a recobrar su color; sabía que aún le faltaba tiempo para soltar el control y entender que habían miles de formas de encontrar el sol.
Catapulta: ¿Con cuál de las dos lagartijas te identificas con más frecuencia? ¿Qué aprendizajes debes fortalecer en tu caso?
17 de enero: Cuando la tierra sintió cómo el cielo se alejaba de sus entrañas para elevarse, la ventosa del dolor la rasgó por la mitad, produciendo una grieta eterna y honda que nada la podía llenar. Día a día el cielo, desde la lejanía, la quería consolar y así intentaba acariciarla con sus dedos de plata, pero las nubes al tocarlos se ponían a llorar. Las lluvias, por su parte entumidas por la nostalgia de los dos amigos, se hacían hielo al bajar, pero gracias al calor de la tierra, lentamente se iban derritiendo y cayendo a la fisura que la atravesaba de par en par. Pequeños riachuelos de cielo, con aguas puras y cristalinas, atravesaban toda su superficie herida de tanto extrañar, pero poco a poco iban rellenando la abertura a punta de amar. Las cataratas de amor variaban de tamaño y su sonido no se podía igualar; tan bello era, que se ocultaban en el denso bosque para que nada ni nadie las fuera frenar. De una u otra forma, querían unir a los que estaban separados y que no se podían abrazar. Tierra y cielo, se sabían conectados en algún lugar, pero aquí y ahora sólo les unía la grieta de amor que lentamente se comenzaba a llenar. Con el paso infinito de los años, la grieta se convirtió en un precioso lago verde mar. Tan lindo se experimentaba la añoranza de ambos, que hasta los árboles hicieron ahí su hogar. Dicen que una tarde en que el viento se arrancó a otro lugar, tierra y cielo ya no se distinguieron; fueron solo uno en el espejo precioso que se podía contemplar. Desde ese día, tanto amor y nostalgia acumulada por siglos, ha permitido a muchos seres alimentar y cobijar. Si no creen, pregúntele al Chucao que no para de cantar, celebrando este lindo reencuentro que se produce cada día sin dudar.
Catapulta: ¿Cómo vives la nostalgia de algo o alguien que ahora no puedes sentir y gustar? ¿Logras ver el lado bueno y su fecundidad?
18 de enero: La araucaria chilena había conocido cuando pequeña al alerce argentino, pero una vez que cada plantita había sido llevada a su lugar definitivo, una inmensa montaña de roca gris e impenetrable les impedía verse, hablarse y tocarse como en antaño. El viento a veces les permitía oírse como si en susurros se hablaran, pero era caprichoso y no les dejaba comunicarse como quisieran o como necesitaban. Frente a la indiferencia de la montaña, que a ratos hasta se vestía de blanco para distanciarlos, los dos pequeños árboles adoloridos por el silencio y en estado de extrema inanición espiritual, comenzaron a extender sus raíces sin que el otro supiera de su subterránea excursión. Al principio fue a tientas el auscultar la tierra en sus profundidades, hasta que de pronto un sonido sordo los hipnotizó; era un pequeño palpitar que venía desde el fondo y hacía vibrar su propio corazón. Lo siguieron ambos, sin darse cuenta que les servía de mutua orientación. Pasó un largo tiempo y un día de verano en que la montaña se había vestido de rojo y naranja con el sol; la araucaria y el alerce hicieron contacto; sus raíces entraron en comunión. Ya no importaba la mole de roca ni la venia del viento para sentir su unión; se habían contactado en su esencia y eran un solo ser vibrando al mismo son. Fue tal su dicha que todos los árboles de cada lado de la cordillera, se vistieron de fiesta ante tal hazaña de amor.
Catapulta: ¿Cómo logras hacer conexión con los que más quieres? ¿Qué sientes cuando surge la incomunicación?
19 de enero: El lagarto Sancho era grande y pesado desde que nació. Y si bien era hermoso y bonachón, su huevo algo se había zarandeado en el río por una tormenta, lo que le había dejado algunas secuelas en su aspecto y conducta posterior. Tan gruesa era su piel que no era capaz de sentir verdaderamente lo que pasaba a su alrededor y ello lo condicionaba a ser brusco y poco amable en su trato, que aplastaba a sus vecinos como si fuese un dinosaurio en acción. Si había comida, siempre partía él primero y se tragaba todo sin pensar en nadie más. SI había que tomar el sol, a punta de ladridos y coletazos fieros, siempre obtenía el lugar mejor. No lo hacía con mala intención, pero poco a poco, a lo largo de los años, muchos se empezaron a cansar de su sangre de plomo y su mínima capacidad de ver el dolor y rabia que causaba con su actuación. Impotente su vecina más vieja un día lo remeció. “Te vas a quedar solo Sancho. Atina a cambiar le gritó con un desgarro en su interior”. De pronto vio cómo del lagarto grandulón salían lágrimas sin contención. No quería quedarse solo y todos los reclamos que recibía de sus vecinos no era capaz de verlos. Simplemente creía que eran todos unos exagerados y que nada tenía que ver con su inadecuación. Pensó en buscar otras tácticas y hasta un exilio pensó, pero luego se dio cuenta que Sancho era un lagartito inocente y discapacitado para ver a los demás y que era injusto exigirle como si fuera uno más. Su piel y su porte se lo impedían y eso no cambiaría jamás. La que sí podía cambiar era ella y aceptar con más sabiduría el vecino que Dios le proveyó. Sí era grandote y pesado a veces, pero era fiel y regalón. Seguro algo bueno de ella saldría con tanta tensión y de paso secaría las lágrimas del pequeño grandulón.
Catapulta: ¿Cómo enfrentas a las personas que te cuestan? ¿Hasta dónde les exiges un cambio? ¿Qué te estarán tratando de enseñar?
20 de enero: El camino de vuelta a casa parecía toda una odisea llena de esfuerzos y circunstancias difíciles que probaban las fuerzas del peregrino. Recordaba cuándo y cómo había salido de ella con la despedida de los amigos; con sus buenos deseos; con sus promesas de no olvidarlo; con sus abrazos y con su mochila cargada de ilusiones y esperanzas de todo lo nuevo que iba a conocer y vivir. Ahora que ya venía de vuelta, cargado de historias, de recuerdos, de canciones, de imágenes maravillosas, de una que otra tristeza, de ideas y de estrellas que había atrapado por el camino, el retorno se le hacía pesado y lejano aun cuando sólo faltaran pocos días para el reencuentro, donde podría vaciar su corazón. Tenía tanto anhelo de volver a ese lugar donde todo era confianza; donde su pensamiento y sentimiento se sentían tiernamente acunados por el genuino interés que otorga el amor, que se le desgarraba el esternón de dolor. No era exageración; ya se le escapaban las anécdotas de los bolsillos y la añoranza no podía retenerlas sin temor a que quien la viera, juzgara duramente su interior. Finalmente, el viento lo salvó. Desde lejos, le traía de regalo al caminante, los ecos de la voz de su amado hogar y eso lo reconfortó. Cierto, aun no era visible a sus ojos ni su aroma sintió, pero ya al menos un sentido le ofreció el consuelo y la energía necesaria para continuar con alegría y entusiasmo en el corazón. Su casa, sus amigos, el amor, lo esperaban a la vuelta del camino y así su alma sonrió.
Catapulta: ¿Cuál es el hogar de tu corazón? ¿dónde y con quiénes puedes ser plenamente tu? ¿Qué y quiénes te ayudan a volver?
21 de enero: El grillo y la hormiga eran muy buenos para ordenar, pero a la hora de entrar en sus guaridas, solían tener muchos conflictos y no lograban tomar decisiones sobre las cosas que tenían, sin pelear. Al primero le gustaba retener recuerdos y cachureos antiguos, pero también le gustaba ir a buscar nuevas cosas y así funcionaba en un caos pequeño que siempre estaba al límite de su capacidad. A ella en cambio, le gustaba la eficiencia y ahorrar. Si no se usaba, inmediatamente se tenía que regalar y la verdad por lo mismo, era muy mala para comprar. Pero llegado el momento, su caos tampoco era muy diferente ya que siempre estaba trabajando y no tenía la energía ni el tiempo para ordenar. Eran modos muy diferentes y con sus antenas se intentaban conectar, pero la situación se ponía difícil cuando ambos querían partir la temporada con nuevos aires, más livianos y con más paz. Ambos sabían que habían acumulado después del invierno mucho más de lo que podían usar, pero cada cual se comportaba muy distinto a la hora de decidir cómo administrar el hecho de renovarse y/o guardar. Muchas de sus diferencias venían de su infancia y su origen ya que al grillo nunca le había faltado lo material, en cambio a la pequeña hormiga hasta las migas de pan le habían supuesto un esfuerzo espectacular. Al final de la tarde, cada uno amurrado, ya no tenía ni canto ni ganas de hablar; el famoso orden les había quitado la armonía y la capacidad de gozar. De pronto el grillo, se dio cuenta del tonto drama que acababan de crear. Mucho más importante que las cosas que no usaban o las que podían regalar, era el tiempo de estar juntos y entusiasmado se lo fue a contar a su amiga hormiga que ya estaba en sus patitas toda enredada. Decidieron dejar atrás los cerros de hojas, cáscaras y cachureos de más, salieron a caminar por el campo y vieron que no valía la pena pelear. Había cosas mucho más lindas , más buenas y más trascendentes con que lidiar y así recuperaron la risa, las ganas y la paz.
Catapulta: ¿Cuál de los dos insectos te identifica más? ¿cómo es tu manera de ordenar y administrar lo mucho o poco que logras juntar?
22 de enero: Al verano no le gustaba lo que era; es más, siempre añoraba las posibilidades que tenían la primavera y el otoño, pero al invierno no le envidiaba nada. Le parecía que sus colores eran más lindos, que su brisa era más fresca y que las personas se llenaban de ilusiones y nostalgias hermosas con las flores, aromas y hojas secas que cada uno ostentaba como un pavo real. Él en cambio, sofocaba a todos con su aire caliente y su intensidad hacía que muchos se pusieran lacios y mustios, deslavando los variados matices que las demás estaciones habían logrado pintar. El peor sentimiento contra sí mismo, lo experimentaba al medio día, cuando le parecía que todo derretía a su paso, como si la creación fuese de cera y su brazo, un aliento de fuego mortal. Un día de enero, su autoestima no resistía más, ya que hasta incendios se habían provocado, cuando él sólo quería generar un ambiente propicio para bañarse y descansar. “Nadie está conforme conmigo; ninguno ama el verano en realidad”, le dijo angustiado a Dios para ver si le daba otra estación para cambiar. “El calor y tu intensidad es vital para la naturaleza y para el hombre; por lo que sólo debes cambiar tu percepción de la realidad. Con altas temperaturas, todo está obligado a descansar; con ello se purifican desde adentro y dejan lo que no les sirve atrás. Con el fuego, la tierra se limpia y se puede volver a sembrar; con la flojera de media tarde, las ideas se pueden hornear; con el aliento de fuego, brota el azúcar de todo y la madurez se puede alcanzar. Es cierto que los colores no son los más bellos si se trata de comparar, pero gracias a ti todo llega a su término y se puede cosechar. Eres un verdadero sauna para la creación y la humanidad, en donde todo se purifica a punta de transpiración del alma que quema todo lo que sólo estorba y que hay que sacar. El verano, se sintió un poco más aliviado y agradeció de verdad. Aunque incomodaba a ratos, tomó conciencia de que cumplía una función vital. Además en frutas y sabores, era el rey sin igual.
Catapulta: ¿Qué procesos veraniegos estás viviendo hoy? ¿Qué de bueno te vienen a aportar? ¿Qué cosechas hay?
23 de enero: El hombre sentía cómo una esfera de plateada llena de aire, muy similar a las pelotas infladas de playa, subía y bajaba por su esófago con cada vez más frecuencia y llegando cada día más arriba. A pesar de sus intentos de ocultarla, parecía mandarse sola y mientras más la hundía, más alto y más fuerte emergía la siguiente vez. Preocupado fue a ver a su doctor de cabecera pensando en cáncer o en alguna indigestión fatal. “Usted, está absolutamente sano y en plena evolución de su ser. Ha cumplido la mediana edad y su esencia necesita expresarse nada más. Sólo deje subir esa esfera atragantada lenta y cuidadosamente y dele la oportunidad de nacer. Cuando esté afuera me viene a contar”, Salió confundido, y sin saber qué hacer con la famosa esfera que revoloteaba dentro de él. Tampoco sabía que sacarla iba a ser un parto doloroso y radical; un vómito espiritual que le revolvería las entrañas y que lo haría llorar sin parar. A pesar de todo, dejó de resistirse, de aparentar, de temer y desgarrado por dentro, soltó al fin esa esfera gigante que emergió de sí. Al contemplarla brillante y medio abollada, pero llena de matices y diseños, vio que era hermosa. La tomó, la abrazó y lloró nuevamente, pero esta vez de gozo y emoción. Dios no se había equivocado con él; era bueno, perfecto, valioso y digno de existir. Jugaba con él mismo, haciendo piruetas y catapultas fenomenales…“¡Ah, el doctor!” recordó. “Qué bendición amigo que has podido reencontrarte contigo y ser de verdad. Son pocos lo que logran”, comentó el médico de almas con seriedad. “Muchos por temor, por ignorancia y/o por incapacidad, hunden a la fuerza su esfera de salvación y la transforman en un quiste de piedra que los ahoga para siempre en enfermedad y dolor. La someten y se convierten en viejos amargos que no saben lo que son ni que vinieron a hacer. La esfera, al no ser parida, se vuelve rancia y una trampa mortal”. El hombre consciente del regalo recibido, sólo con un abrazo silencioso pudo expresar su agradecimiento a tan sabio doctor.
Catapulta: ¿Estás sintiendo la esfera de tu ser esencial? ¿Qué fuerzas no la dejan salir?
24 de enero: “Cuídate hijo mío” balbuceaba la anciana madre mientras su retoño ya crecido y peludo salía de la estación con su mochila llena de ilusiones y una vida por vivir. Sabía que llevaba todo lo necesario y que le había enseñado lo suficiente para sortear los obstáculos que sin duda irían a venir; sabía que él la amaba, pero tenía que dejarlo partir. La ley de la vida era así. Amar en serio, había leído, implicaba la renuncia de sí y confiar en que el viento traería algo que llenaría el espacio tan grande y profundo que sentía dentro, casi al punto de morir. Besó su frente, lo bendijo y se fue rápidamente para no hacerlo sufrir. El agujero de su estómago parecía como si una bala de un cañón de piratas la hubiese partido sin piedad y le daban escalofríos cada vez que lo volvía a recordar y sentir. “Ya vendrán noticias; ya volverá”, se dijo para hacerse la fuerte y continuar. Pero pasó el tiempo, y el hijo hizo su vida en otro lugar. “Es bueno y natural”, decía ella secando unas lágrimas que parecían serpientes de mar. De pronto vio como en el forado que la atravesaba, surgían flores y brotes desconocidos como si una nueva vida se gestase en su intimidad. Orgullo, ternura, confianza, desapego, fecundidad, gratuidad… Qué sensaciones más bellas acaban de germinar. Convivían con el miedo, la incertidumbre, la nostalgia y la soledad, pero todas juntas hacían una mezcla genial. Era un sabor amargo y dulce; un sonido sordo y melodioso, un tono melancólico y esperanzador, un color intenso y variado, que la envolvía como un suave aliento de miel y sal. Era la vida y su sabor que la venía a besar. Gustó la maravilla y el amor de su retoño que sin importar la distancia siempre la habría de abrazar.
Catapulta: ¿Cómo vives tus vínculos? ¿Eres capaz de sentir la brisa del amor que los une aun sin conexión directa ni posesión?
25 de enero: El pelaje de la loba marina brillaba como un visón fenomenal. Daba giros en el agua como si fuese una bailarina en el Teatro Municipal. Paraba su cola como una ballena magistral y luego sus aletas movía como si fuera un delfín a presenciar. Todo era una danza infinita que no podía parar. Estaba feliz, eufórica, pletórica de vida, aun sin estar haciendo nada. Un lobo macho furioso, desde lo alto de una piedra la llamó a trabajar, pero ella impertérrita, le ladró de vuelta “Hoy solo tengo que descansar”. Luego una vecina la invitó a nadar. Y ella cortésmente le contestó. “No, hoy sólo quiero contemplar el calipso del cielo y gustar la brisa del mar”. Su cabeza de pronto cayó en la cuenta de que mil ideas la venían a asaltar. Tejidos de cochayuyo, conservas de luche, mermeladas de erizos, uff cuánto podía realizar. Pero no, hoy no. Se dijo a sí misma. Hoy tengo que “guatonear”. La loba sentía ese impulso interno como un mandato del más allá. Debía vivir el presente y disfrutarlo en paz. No todos los días, el mar estaba tan transparente, el cielo tan despejado y su manada tan cariñosa y su cuerpo tan plácido y flexible para gozar. La loba, pegó un aullido desde el fondo de su alma y se dejó mecer por el suave oleaje dando gracias a la vida por el privilegio que le daba de simplemente estar.
Catapulta: ¿Te das permiso alguna vez para parar, para no ser eficiente y no rendir?
26 de enero: “Tengo que gritar lo que está pasando” decía una delicada y angustiada gaviota al ver con impotencia cómo su valle ardía, aun cuando estuviera en el borde del mar. Los pelicanos, los lobos y hasta las toninas que la escuchaban, se unían en su sufrir al ver cómo el fuego arrasaba los árboles, los animales de tierra y todas las casas que el hombre había construido en el lugar. El viento traía todo tipo de rumores feos además, como que alguien los había prendido intencionalmente para sólo dañar. Minuto a minuto aumentaba el sufrimiento y la sensación de que todo estaba cambiando y que nada sería igual. Las plumas, pelos y escamas de todos estaban erizados frente a la incertidumbre total. Nunca habían vivido algo similar y no sabían cómo consolarse, cómo ayudar, cómo reaccionar, cómo continuar. “Qué se hace cuando se es testigo y responsable de una mutación mundial” se preguntaba un reflexivo alcatraz. En eso estaban, con el alma y el cuerpo a medio chamuscar, cuando una imponente ballena salió del fondo del océano y su chorro infinito de agua lanzó para el fuego apagar. De un segundo a otro, todo pareció cambiar; la desolación se vistió de esperanza y la tristeza en paz. La ballena se hundió nuevamente y engulló las aguas más frías que se podían imaginar, esparciéndolas esta vez como rocío en los corazones y en el valle que se comenzaba a entibiar. “¿De dónde vienes? ¿Quién eres en realidad”, le preguntaron con timidez todos los seres vivos que se arrodillaron frente a la infinita columna de azul y barbas de altamar. “He escuchado la señal por mi radar. Era de muy lejos, pero la sentí en mi sien palpitar. Un verdadero código logré descifrar.” Y qué decía, dijo la gaviota que era buena para reportear. La ballena intentó memorizar y luego a todo pulmón repitió: “SOY-DIOS-Y-NO-ESTAN-SOLOS-NO-LO-PUEDEN-OLVIDAR-SOY-MÁS-GRANDE-Y-MÁS-PODEROSO-QUE-CUALQUIER-MAL-CONFIEN-ESPEREN-ACTUEN-TODO-SE-VA-A-EQUILIBRAR-Y-SALDRA-BIEN-DEL-MAL”. Dicho eso, se volvió a sumergir y nadie la pudo volver a divisar, pero dejó sembrada la fe y así lentamente todo comenzó a resucitar.
Catapulta: ¿A qué te aferras en los momentos de catástrofe e incertidumbre total? ¿Crees y confías en verdad?
27 de enero: “Es una catástrofe; hay que hacer algo ahora ya” vociferaban los bomberos y policías al ver que todo se derrumbaba en las llamas y no había nada que salvar. Sin embargo, Juan no sabía nada de incendios ni tampoco de evacuar. Juntaba botellas de agua y trataba de apañar con un poco de dinero, pero se sentía estúpido, inútil, sin poder aliviar el dolor de sus hermanos que sufrían desde las entrañas sin parar. Quería partir para alguna parte, pero sabía que sólo iba a estorbar. Era el turno de los carros bombas y de las ambulancias; qué podía hacer él con sus libros y con sus palabras de aliento, cuando era la hora de actuar con energía y celeridad. La pena de sus amigos se sumó a la propia y se hundió en una hoguera tan negra como la que acababa de presenciar. No podía ser un espectador morboso más… sollozaba en su interior sin que nada lo pudiese controlar. En eso estaba cuando llegó el jefe de los bomberos y le habló con tono firme y de autoridad. “Amigo, ahora es nuestro tiempo y sólo debes esperar. Cuando nosotros nos retiremos, usted tendrá que entrar. Paciencia que su trabajo es mucho más complejo y de mayor fecundidad. Yo apago incendios y el policía resguarda la seguridad. Usted tendrá que volver a ingresar a las tierras quemadas y sembrar. Usted tendrá que levantar escuelas y enseñar paz y unidad. Usted descanse ahora no más, que mi trabajo dura horas; el suyo toda la eternidad”. Juan por primera vez sintió agua fresca en su alma y recuperó la paz. No era tiempo inútil. Estaba guardando energías para todo lo que pronto tendría que levantar.
Catapultas: ¿Cuál es tu tiempo para ayudar? ¿Sabes tener paciencia y esperar dónde tú puedes ser más efectivo en realidad?
28 de enero: Teresita se enfrascó en una pelea fea con su hermano mayor por una tontera tan pequeña como una nuez. Ella quería abrirla con un martillo y él quería usar piedras para moler. En eso estaban, haciéndose daño con palabras y con gestos, cuando su mamá la llamó a un lado para abrirle los ojos y el corazón. “Teresita, cuando nacemos, Dios a todos nos da un maletín del mismo tamaño, pero que contiene distintas herramientas y diferente cantidad. Unos traen un serrucho magnífico, pero otros vienen sin ni siquiera una lija para cortar. Es un misterio que no entendemos, pero que debemos aceptar para poder querernos mejor y ayudarnos unos con otros a maestrear. Tu hermano tiene menos herramientas en su maletín y todo le cuesta más. Para ti partir la nuez es igual que estornudar; para él abrirla es equivalente a subir el Monte Everest y bajar. En vez de ser tan dura con él, ayúdalo y sé amorosa con su escalada, porque se cansa y a veces es torpe con quienes lo acompañan además.” Teresita, se entristeció en un principio, porque no era consciente de la diversidad de maletines que había y cómo eso los podía afectar. Prometió estar más atenta en la próxima nuez y no sobre reaccionar. Era complejo esto de crecer y aprenderse a relacionar, pero sintió cómo una nueva herramienta vibraba en su interior. “Se llama empatía, preciosa mía. Cuídala que mucho te servirá” le dijo con un beso tierno, su mamá.
Catapulta: ¿Eres capaz de reconocer las herramientas que posees y las de los demás? ¿Cómo las usas? ¿Logras empatizar?
29 de enero: La mariposa turquesa estaba tan acostumbrada a ser amada por sus excursiones y frutos de colores, que cuando el hermoso girasol le dijo que se posara en sus pétalos para simplemente contemplarla y amarla, ella se descolocó. “¿Quieres que vaya a buscarte algunas gotas de agua fresca para refrescarte?. No, sólo quiero ver tu intenso color, mezcla de azul del cielo y el verde de la estación. Mmm”, dijo ella dudosa y se quedó. Al poco rato, un nuevo aguijón le picó. “Quieres que te cuente historias de esas lejanas que aprendí en otra flor. No es necesario; sólo el murmullo de tus alitas me hace sentir tu presencia y eso es suficiente para hacerme feliz como girasol”, dijo la flor con una ternura que la conmovió. Estaba tan mal acostumbrada a ganarse el cariño de los demás insectos y flores a través de su don, que tendía a confundirse siempre entre lo que hacía y lo que era y no lograba captar del todo la belleza de lo que su corazón escuchó. “Te amo por lo que eres, por tu esencia y tu belleza interna que se refleja en tu aroma y tu color. Todo de ti me gusta, hasta esa alita rota que la vida te quitó. Tus miedos a volar a tierras altas y tus antenas ya ajadas de tanto trabajar. Créeme Mariposa mía; eres todo lo que esperaba y si bien podemos sacar obras lindas, no es por eso que te invité a posarte en mi corazón”. La pequeña mariposa por primera vez se ruborizó. Era tan grande y tan profundo lo que oía, que supo porqué la magnífica flor siempre buscaba el sol. Su color de oro intenso y su infinito corazón lleno de semillas, no podían sino ser un misterioso y precioso parlante de su amado Señor Dios y por eso siempre sintonizaba su frecuencia a la del amor. Desde ese día, ella siguió trabajando y volando, pero desde un lugar diferente de su corazón. Ya no era ansiosa ni adicta su búsqueda de reconocimiento por la acción. Sabía ya lo que era sentirse amada porque sí e iba a compartir muy seguido la vida con el bello girasol que el Señor le regaló.
Catapulta: ¿Has experimentado un amor así hacia ti y/o hacia alguien más?
30 de enero: El cachorro de león hacía todo lo posible por socializar. Se colgaba de cada liana de la selva donde con otros se pudiera encontrar, pero llegaba a destiempo y muchos lo encontraban raro y se iban lejos con o sin disimular. También le encantaba participar del fogón nocturno donde los animales se reunían para conversar, pero él hablaba demasiado y se ponía a llamarlos a todos, sin entender los códigos que había que usar. Era hostigoso, insistente, empalagoso, torpe, lento quizás; pero de una forma u otra, generaba lástima y/o rechazo en los de su especie y en los demás. Era como si su tupida cabellera le cegara de la capacidad de ver cómo se relacionaba un animal con otro, como un león de verdad. Y así mientras más hambre tenía de amigos, más se hundía en una inconsciente soledad, ya que no parecía tampoco darse cuenta de lo que provocaba al actuar. Su madre, la leona sin embargo, no podía evitar llorar. Había algo en su misterio que no le permitía aprender por más que ella le tratase de enseñar. Muchas veces sus lengüetazos destemplados también le habían costado aceptar o bien sus arañazos furiosos cuando algo de esto le había intentado mostrar. ¿Soluciones? Hasta ahora no había encontrado ninguna en su vieja osamenta, por lo que día a día se tragaba su vergüenza y sus lágrimas y se prometía serle fiel para apapacharlo nada más. La Madre Tierra no se equivocaba y algún misterio traía su cachorro y lo tenía que aceptar. Él parecía feliz en cada liana y en toda red en la que se pudiese colgar. Para qué hacerle más daño, pensaba con una pena insondable, pero que no la podía paralizar. Dicen que cada noche, su rugido desgarrado desde las entrañas llega a estremecer varios valles más. Es que es una de esas historias tristes –como tantas hay en la selva- a la que se le unen varios animales más. “Así es la vida y duele menos si se acepta no más”, les susurra la Tierra que acoge a todos con su paz.
Catapulta: ¿Qué desgarros padeces hoy? ¿Cómo te ayudas a aceptarlos y confiar en su propósito ulterior?
31 de enero: La mujer había recibido el pequeño espejo al momento de nacer y sabía que –por tradición- en cada encuentro que tuviese con otro ser humano, debían mutuamente presentar sus espejos para reconocerse como iguales en dignidad, derechos y oportunidad. Sin embargo, la pequeña trizadura que había ocasionado un tropiezo, la había avergonzado desde los seis años de edad y ahora siempre que presentaba su espejo, lo hacía desde la inferioridad. Se creía menos que todos y su actuar era un vano intento por lograr ser amada y vista como una más. Un día se encontró con un artesano que construía las preciadas piezas de sílice y cristal; él sabía de almas, de espejos y demás. Con anhelante esperanza le mostró su espejo para ver si él lo podía reparar, pero cuál no fue su sorpresa cuando él le mostró el suyo y era igual. Por primera vez no era inferior, era un igual y sintió que tenía el permiso de ser tal cual la habían soñado sus papás. El milagro se produjo cuando él comenzó a experimentar lo mismo y tomó conciencia de su dignidad. Era el mejor diseñador de espejos porque justamente el suyo siempre le había parecido imperfecto y reparar los de otros, era una forma de remediar su soledad. La luz del sol se reflejó en ambas piezas de arena pulida y una sonrisa de cielo les iluminó el alma a los dos. Por primera vez en su vida comprendieron esta nueva forma de relación: amarse a sí mismo era un deber para poder ver bien el espejo de los demás. Poco a poco, cada uno iría irguiéndose en cada encuentro, respirando e iluminando su vida y la de los demás. Dicen eso sí las leyendas, que ambos ocultaron sus espejos para disimular y hoy sólo se aprecia en sus miradas un brillo de alegría y gozo muy especial.
Catapulta: ¿Cómo te relacionas con los demás? ¿cuál es tu disposición más profunda, menos, más o igual?
1 de febrero: El genio le dijo al niño, una vez que la lámpara frotó, “dime tus deseos y te llevaré a Dios”. El pequeño conocía otra versión de este cuento y mucho se extrañó, pero para no perder su buena suerte, el primer deseo pidió. “Quiero ser un hombre sabio y reconocido para poder liderar a mi pueblo” dijo con un tono convincente y superior. “Concedido mi niño; tu deseo es mi don” y desapareció. Cuando ya de adulto y siendo rey de su nación, sintió que algo le faltaba para su plena felicidad, y de nuevo el genio apareció. “Quiero el amor incondicional de una esposa y toda la tribu que gestemos los dos” sentenció, corriendo su abultado bigote del mentón. Llegó la amada y también el familión, pero aun algo le faltaba al rey para completar ese vacío que sentía con incipiente dolor. Ya de anciano, en su lecho de enfermo, el genio volvió. “¿Qué me pides ahora, mi sabio y amado rey?”. “Llévame a los brazos y al corazón de Dios” le rogó, con temblorosa voz. “Sólo Él puede rellenar el vacío que crece y crece en mi interior” .“Hace mucho te vengo conduciendo de estación en estación; tus buenos deseos, tu pasión por hacer el bien, tus búsquedas de amor, te han traído a las puertas de mi Señor. Es Él mismo quien las ha sembrado en ti para que lo sigas sin cansancio, como migajas de pan para traerte de vuelta a su hogar. Descansa buen hombre, tu deseo hoy se te concederá y obtendrás esa paz preciosa que nadie te habrá de quitar”. Cerró los ojos y su plácido semblante reflejó que el deseo del rey, ya era una realidad.
Catapulta: ¿Qué deseas con toda tu alma el día de hoy? ¿en qué forma te acerca a la plenitud de Dios?
2 de febrero: Cuando escuchó su nombre y vio que los ojos de él la miraron con profunda admiración, ternura, amor y deseo, sintió que su pulso la ensordecía por dentro. Había esperado tanto ser vista y amada de este modo, pero pensó que jamás sería la elegida del emperador. Ahora su presencia y sus gestos le confirmaban en cada respiración que era bella y buena –sin importar su pasado ni su autopercepción- por lo que la piel y los músculos que cubrían su alma y sus huesos se distendieron como un frasco de mermelada, suave y dulcemente para que él la pudiera tomar. Ya no había temor; sólo presente envolviéndola como un grueso edredón; no había palabras, sólo ese silencio pleno de saberse aceptada y valorada por su amado, sin ningún reclamo ni tensión. Él, infinito y eterno, le ofrecía por primera vez un hogar y un fuego ardiendo que templaba su cuerpo y su corazón. Todo era íntimo, perfecto y sólo para ellos dos. El pulso se hizo uno solo y la creación se alborotó por tan bella unión. Toda la riqueza, la creatividad, el poder, las ideas, los proyectos, las semillas, la autoridad, la fuerza, la incondicionalidad, la protección, la eternidad y todos los dones de él, fueron también de ella y con una reverencia sagrada los acogió. No había mérito, pero llena de gozo abrió su alma para recibir el mayor tesoro que jamás pensó. Era esposa y sierva del emperador, invitada a ser la madre y protectora de toda su obra de amor. Estiró su vestido de espumas blancas salpicado de brotes de cielo y selva tropical; recogió su pelo adornado con conchitas y plumas de pavo real y, de rodillas frente al océano, entre lágrimas dulces, agradeció a Dios, su visita y su revelación. Era amada y con eso su vida para siempre cambió.
Catapulta: ¿ Qué te dice hoy esta historia de amor? ¿es la tuya con el Señor?
3 de febrero: La gata Lucha había aprendido desde su infancia a ser una mascota muy educada y bien portada. Lamía de su plato de leche sin hacer ruido y ronroneaba solo cuando le pedían, para no incomodar. Solía ser un ejemplo para las demás gatitas de su vecindario y jamás se había permitido una locura, porque algo en su interior le decía que eso estaba mal. Ya llegando a su quinta vida, la pequeña felina tomó conciencia de que ya iba pasada la mitad de lo que viviría en realidad y que había muchas cosas curiosas y entretenidas que se estaba perdiendo por nunca arriesgar; hacer una que otra locura chica no podía ser tan mortal. Un día en el campo, se fue a pasear y vio un lindo ratoncito mirándola y sin pensarlo lo quiso pillar para jugar. En otro tiempo lo habría dejado pasar; “los ratones y los gatos no se pueden mezclar”, le repetía alguna voz antigua en su radar. Pero ya no había gatos viejos ni dueños de la verdad que la fueran a condenar. Sin pensarlo mucho, se lanzó a buscar a su nuevo amigo y aunque lo pilló de sorpresa, supo que le dio una gran alegría y felicidad. Los gatos y los ratones, siempre que sea con cuidado y con respeto, sí pueden jugar. Luchita, al volver a casa un rato dudó de si había obrado bien o mal, pero algo en su interior de nuevo le sonó: “una locura linda y si es por amistad, siempre te dará recuerdos y anécdotas que jamás olvidarás”. La gata se lamió sus bigotes y se río para dentro por el gusto que se acababa de dar.
Catapulta: ¿Qué locura linda te puedes regalar hoy? ¿te das permiso para hacer algo no convencional?
4 de febrero: El lobo marino se complicaba un poco con su apellido ya que hacía mucho tiempo que el mar no le causaba ningún agrado y lo evitaba sin parar; es más, sólo acordarse de la temperatura de sus aguas y del sabor de la sal, se le ponía carne de pollo en sus pelos de viejo lobo de altamar. Si bien no envidiaba a los lobos más jóvenes que solían bañarse en las olas y jugar como si fuese una tina espectacular, alguna parte de su ser sabía que tenía una deuda consigo mismo y que se estaba perdiendo de una cantidad de energía sin igual. Un día, casi empujado por unos amigos, decidió bajar a la orilla y probar. Habían pasado varios días, horas eternas, que le asemejaban a él como 30 años desde la última vez y pensó que podía darle a la vida otra oportunidad. Al principio sintió púas como de espada que se clavaron en su espalda como una tortura oriental, pero luego el movimiento de las olas lo acunó y logró revertir el desagrado inicial por una adrenalina nueva que lo llenó de un gozo nuevo y especial. Se dio permiso para disfrutar y se quedó jugando por un buen rato más. Lo que no sabía el lobo, era que la misma energía de todo el universo se había prendido a su piel en esa zambullida aparentemente trivial. Su pelo brillaba como si llevase puesto un abrigo de plata y era la alegría de adentro que acababa de recuperar. No se iba a transformar de un día para otro en un delfín nadador, pero había vencido la barrera del temor y del dolor, sintiendo y gustando que en sí mismo y en su entorno una energía que lo trascendía y que lo envolvió.
Catapulta: ¿Qué “zambullida” debes hacer para recuperar algunas alegrías que te prohibiste a ti mismo por temor?
5 de febrero: El material del cual estaba hecho la capa que lo envolvía, no era posible de identificar. Era como un tejido de hilos blancos y dorados, pero que apenas se dejaban ver como una malla de oro y estrellas, que brillaban sin parar. Por ella viajaba una energía de tonos rosa y anaranjada, que la hacían a ratos asemejarse a la más bella puesta de sol. El problema era su delicadeza y su alta sensibilidad por lo que cualquier espina, la dañaba de una manera brutal. El hombre sabía que no la había tejido él, pero sí que la llevaba prendida a su espalda desde el momento de nacer. Así, cada vez que sentía y gustaba la belleza, la verdad y la bondad a su alrededor, la capa se iluminaba y parecía recargarse de energía, haciéndole sentir un gozo que le recorría como corriente la columna vertebral. No obstante, cada vez que una imagen, un sonido, una palabra, una situación o una persona le mostraba el lado feo de la existencia, lo malo, lo tóxico, lo perverso, lo sucio, lo degenerado, lo oscuro…la capa se erizaba en su dorso haciéndole doler, como si un espinazo de sables afilados se irguiera dentro de su carne, desgarrándola con un sufrimiento mortal. A pesar de que algunos le criticaban su ingenuidad y hacían ironías de su dieta espiritual, él sabía que no podía dejar apagar su capa de luz por “aprender” del mundo real; iba contra su esencia y no lo podía tolerar. Así que optó por ser niño, aunque tuviese cada medio siglo de edad. Sabía que su capa de oro y estrellas, aunque invisible, al mundo le regalaba un pequeño faro para orientarse y regalarle la anhelada alegría y paz.
Catapulta: ¿Cómo está nuestra dieta espiritual? ¿cómo conservamos el alma/capa de niño bordada de belleza y bondad?
6 de febrero: La madeja de pelos de su vida, antes lisa y engominada, ahora más parecía una virutilla muy fina e imposible de desenredar. Parecía linda de lejos, pero al acercarse se veía que –tal como estaba- sería imposible de proyectar. En más de alguna parte, los cabellos largos y ensortijados se iban a enredar, haciéndole daño a sí misma y a los demás. El antiguo peine había sido un compañero muy eficaz, que le había regalado paz y cierta seguridad, pero hoy ya no le servía; los hilos de su vida se habían vuelto demasiado finos, delicados, e incluso algunos parecían trascender a la inmensidad, haciendo imposible peinarlos con su propia capacidad. No podía ni quería cortarlos porque sabía que no le pertenecían y le gustaban mucho en verdad, por lo que la gitana sólo atinaba a taparlos con un pañuelo y dejar que el tiempo pusiera orden en donde ella ya no podía abarcar. Un día, abrumada por el peso de este enredo, tomó como riendas algunas hebras de su vida y se puso a cabalgar, no sin miedo y algo de temeridad. Así, pudo acoger y contener a otro mechón rebelde que jamás se entregaba, porque este quería controlarlo todo, sin excepción. Lo desenredó con paciencia, sin enganchar en los nudos que ofrecía apenas escobillar, haciéndolo sedoso y humilde para peinar. Fue este quien luego invitó al tercer conjunto de cabellos que la vida había dispuesto y formaron una trenza maravillosa, milagrosa, que hacía llorar de felicidad. Cada vertiente hacía su camino, pero se cruzaba con las otras como en una danza ritual. La gitana selló su milagroso peinado con plumas sagradas y cristales de turquesa, como ofrendas agradecidas a la divinidad. Los hilos de su vida habían sido peinados por el cielo y eso jamás lo podría olvidar. Sacó su pañuelo y alabó a Dios por su generosidad.
Catapulta: ¿Cómo están los hilos de tu vida en la actualidad?
7 de febrero: El mar no sabía cómo quedarse en tierra sin que lo notasen los geógrafos o algún curioso explorador. Era tanto su anhelo de permanecer junto a ella, pero su color era muy notorio, su aroma muy intenso, su profundidad insondable y todos notarían su ausencia ya que los peces y las aves se quedarían sin hogar y los pescadores sin su alimento vital. Aun así, era tanto su amor por ella que no descansaba pensando en la forma de permanecer sin causar daño ni conmoción en su mundo exterior. De pronto, una idea lo iluminó cuando encontró flotando entre sus olas, una bolsa de medusa vacía e irregular. Decidió meterse dentro con su ser más esencial, su alma de mar, y esperar hasta que lo líquido se solidificara gracias al amor que le ardía por dentro como el mismo sol. Cuando ya se sintió listo para ofrecerse a su amada en forma de ágata turquesa y azul índigo, con chispas de sal, le pidió al viento que lo fuera a dejar. Ya en manos de su amada, el mar solidificado en la capa de medusa, recién cayó en la cuenta que una tonina se había colado en la ola que eligió para encapsular su alma y todo lo demás. Pensó que era una falta, pero al ver las lágrimas de su amada tierra que no podía contenerse ante tan humilde entrega de su totalidad, sintió una alegría que no cabía en ningún continente, aunque él fuese el soberano de la inmensidad. Su presencia viva y palpitante ya estaba en el lugar donde quería estar y ningún geólogo, curioso, pez ni ave lo iba notar, ya que el exterior seguía igual, bañando las costas con ternura y suavidad.
Catapulta: ¿Dónde está encapsulada tu alma? ¿Cómo puedes donarla a quienes más amas?
8 de febrero: “Es un oasis maravilloso; corramos” dijo uno de los peregrinos del desierto, dejándose seducir por el espejismo tan atractivo como malévolo, que sólo lo hizo agotar las últimas fuerzas que tenía para caminar. Al llegar al pozo seco donde se había dirigido, el jefe de la caravana vio cómo el pobre hombre había engullido arena y sal y lo que le pareció agua se convirtió en veneno mortal. Al rato de ir peregrinando, otro de la caravana gritó desesperado, “nos atacan por el norte” y se hundió en las dunas paralizado de miedo de morir y/o de luchar. Lleno de lágrimas, el líder nuevamente vio como el espejismo del desierto utilizaba a su gente haciéndoles asustarse de lo que sólo era viento y rocas rojizas que el sol había sabido quemar. Vio el cuerpo quemado de su camarada, que se había aterrorizado con un fantasma que no era real. Desde ese día, dio una orden tajante para todos los que con él quisieran continuar: cuando algo fuera tan atractivo como una sirena en el mar, debían reflexionar con prudencia y discernir más de cinco minutos si había algún bien real o si era sólo el engaño del mal espíritu que ofrecía agua cuando sólo habría sal. Lo mismo con los temerosos que viesen monstruos que los iban a debilitar y/o atacar; debían usar la razón y deshacer el hechizo porque no era real. Dios jamás mandaría un enemigo que no pudiesen derrotar, así que sólo seguir caminando cada día con su afán. Desde ese día los espejismos reaparecieron y muchos se tentaron por correr a satisfacer su deseo y/o a enterrarse del enemigo fantasmal, pero ningún otro peregrino se dejó embaucar; habían aprendido que la vida es otra cosa y que la fuente de agua eterna sólo la alcanza quien vive en el amor de verdad y confiando su devenir a quien creó el desierto y todo lo demás.
Catapultas: ¿Qué espejismos de placer se te aparecen hoy? ¿Qué miedos debes contrastar con la realidad?
9 de febrero: El lobezno había nacido con cierta dificultad; no tenía buen manejo de sus garras y tampoco podía aullar como los demás. Sus padres habían hecho lo imposible por poderlo adiestrar y darles ciertas claves de sobrevivencia, para cuando ellos ya no pudieran estar. Sin embargo, el lobito no era del todo consciente de su discapacidad; se ensoñaba en ilusiones al mirar la luna y creía que mágicamente la iba a atrapar. “¿Rompemos su ilusión o lo dejamos eternamente fantasear? ¿Se quedará sólo en el valle si es que no logra algunos pequeños trucos de sociabilidad?”, se preguntaban sus padres al ver cómo sus ojos se inundaban de lágrimas cada vez que le mostraban su realidad. Apenas caía en la cuenta que su pata necesitaba ejercitar; tampoco sabía lamerse bien los bigotes al comer y/o bañarse en el río para no oler mal. Con todo, para los viejos lobos hablar o callar, era un buen dilema para sortear ya que su tristeza era bien difícil de sostener y de cargar. “Ni tanto ni tan poco, es la máxima que hay que aplicar”, les sopló el maestro de la manada cuando le fueron a consultar. “Ocupen los mensajes de la luna para equilibrar. Cuando lo vean absorto en la luna llena, hablen para que pueda menguar sus fantasías y hacerlo aterrizar. Cuando lo vean como luna nueva y apenas pueda brillar por si sólo, guarden silencio porque la ilusión le alivia y contiene su duelo existencial. Siempre será un lobo cíclico, pero un día los sorprenderá con el más fuerte aullido que el valle haya podido gestar”, profetizó el sabio y les regaló la fuerza para continuar.
Catapulta: ¿Cómo equilibras la fantasía y la realidad? ¿Qué aspectos te cuesta asumir y que debes trabajar?
10 de febrero: Dos simpáticas y esforzadas ardillas trataban de alcanzar la cumbre de una encina centenaria ya que ahí, decían las creencias se encontraba el paraíso y la paz de estos coludos roedores. Ahí habría bellotas infinitas, ningún depredador las haría correr y lo más importante, nunca más tendrían que bajar no sufrir ya que en ese lugar todo era abundancia, alegría y calma total. Aun iban a mitad de camino y veían cómo muchas de sus compañeras se desviaban por las ramas o renunciaban a la travesía, porque parecía muy lejana e imposible de conquistar. Al principio no atinaron bien cómo ayudarse, pero a poco andar –y naturalmente- una ayudaba a la otra y viceversa para avanzar. La más fuerte ponía sus patas en el tronco y así catapultaba a la otra de un salto, para que pudiera volar. Luego desde arriba, la que se había elevado unos centímetros, le lanzaba suaves lianas trenzadas con hojas para que la primera pudiera trepar. Al reunirse, conversaban de su experiencia y se dedicaban a agradecerse mutuamente la ayuda fortaleciendo su amistad. La más joven escuchaba atenta las indicaciones de la ardilla mayor, ya que sus palabras eran como catalizadores que sus inspiraciones lograba organizar y así con la suma de ambos, sabían qué nueva ruta hacer para ascender a dónde querían llegar. No era fácil e implicaba esfuerzos y dedicación diaria para no errar, pero cuál no fue su sorpresa que al mirar el resto del árbol vieron que las seguían varias más. Catapulta y catalizador las llamaban y sin darse cuenta iban haciendo camino al saltar.
Catapulta: ¿Qué o quiénes te ayudan a catapultarte y/o catalizarte para ser mejor y alcanzar el cielo en vida?
11 de febrero: Hace tiempo que la gallina ansiaba estar nuevamente con todos su pollos. Recordaba no sin cierta nostalgia, cuando todos cabían bajo sus alas y hacían un ruido infernal, pero que le llenaban el corazón de un gozo y entusiasmo que no podía explicar. Ahora muchos de sus pollitos la superaban en altura y sus plumas los vestían con una belleza y originalidad que a ella le gustaba contemplar. Sin embargo, cada vez viajaban más lejos de su nido y sabía que más temprano que tarde, los tendría que entregar para que armasen su propio gallinero y a otros pollitos pudieran criar. Pero hoy, sus pollos estaban todos de regreso y no había tiempo que perder en lamentos o en futuros que aun no iban a llegar; era fiesta y había que celebrar. Sus hijos hacían el alboroto de siempre y disputaban con el humor característico de la familia, por quien conseguía el mejor grano de trigo o maíz para picar. A cada minuto que los miraba, grandulones y pequeños a la vez, se le iba hinchando el pecho de orgullo y por segundos pensó que le iba a reventar. Juntó muy bien sus alas para que esa sensación linda no se le fuera a volar y dio gracias en silencio a Dios por haberla hecho mamá. No todo había sido fácil, pero parecía que el tiempo ayudaba a olvidar las penas y sólo quedaban flotando las plumas de colores hermosos que ahora la vestían como si fuera la gallina más feliz y radiante que se pudiera encontrar.
Catapulta: ¿Disfrutas el hoy de tus hijos? ¿Quieres celebrar y/o agradecer?
12 de febrero: La niña volvió a su patria después de muchos años de recorrer hecha toda una mujer. Ya su cuerpo, su mente y su corazón habían crecido y dejado ciertas huellas de dolor, pero también había muchas más bendiciones y gracias que agradecer. Con sorpresa, empezó a caer en cuenta de que todas las dinámicas que la habían formado, seguían ahí y que ya no las quería para sí. Estaban los mismos vecinos, las mismas costumbres, las mismos conflictos que la llevaron a partir. Al principio ver su barrio, su escuela, su casa de antes, le clavó punzadas en el corazón. Mucho de lo que ahí había pasado, lo había soportado sin tomar conciencia del daño que le hacía y lo poco que la dejaban ser. Ahora que su libertad la llevaba incrustada en la piel, le aburrieron las conversaciones del café, la irritaron las presiones por amoldarse a comer y hasta los excesos de agasajos por su visita, le empezaron a escocer, hasta que de un momento a otro, sintió que su alma se escapaba de ahí. Su patria jamás sería esa, pensó. Podía ser su historia, su cuna y su terruño, pero su espíritu le pertenecían al Amor en su máxima expresión. Con su Señor Dios sí podía fluir tal cual era y comer los alimentos que le antojara en cada ocasión. Sus conversaciones le entusiasmaban el alma y su forma le llenaba el corazón. Pero aun quedaba un trecho para estar con él, por lo que decidió volver a su patria física y ofrecer todo con amor y buen humor para disfrutar la visita y ser lo más auténtica que su niña mujer pudiera ser. No podía juzgar a nadie y tampoco le haría bien; así que empezó a encontrarle el gusto al café, a las conversaciones y a lo que le ofrecían de comer. Era cariño enredado, un poco vencido por el tiempo y difícil de leer, pero era cariño al fin y era sabio agradecer.
Catapulta: ¿Cuál es la patria más fiel a tu ser?
13 de febrero: El pelicano se hundía en las olas para atrapar peces, pero cada vez que lo hacía, un poco de agua se iba quedando en su boca, dejándole un peso de más en su paladar. Al principio pensó que era insignificante y lo dejó pasar, pero al cabo de varias horas, el cansancio de la carga lo empezó a resentir y atragantar. No sabía cómo drenar el rebalse que se le producía al tratar de alimentarse, ya que consideraba –erróneamente- que era parte de su destino y no podía tampoco cortar la amplia bolsa que colgaba en su paladar. Una tarde al tirarse un piquero para alcanzar a una sardina que lo acababa de mirar, sintió que el peso lo excedía y se fue al fondo del mar; creyó que se moría, se ahogaba de tanto aguantar las molestias, sin haberlas sacado de a poco y que nadie se percatase o lo pudiese ayudar. Un impulso interno lo lanzó hacia arriba y cuando ya estuvo de nuevo en el cielo, se prometió cambiar. Le pidió a sus amigos erizos que perforaran pequeños agujeritos en la bolsa de su cuello, después que la anestesiaran con tinta de calamar. Una vez resuelto el tema, intentó nuevamente pescar y cuál no fue su sorpresa al ver que no sólo le cabían más peces, sino que el agua, al ser drenada, le hacía cosquillas y dejaba una bella estela cuando emergía del océano para degustar. El pelicano recién caía en la cuenta que las molestias era malo acumularlas demasiado tiempo y que al expresarlas de a poco, no sólo no pasaba nada, sino que el alivio producía bien y fecundidad.
Catapulta: ¿Cuánto llevas acumulando molestias? ¿Cómo las puedes drenar?
14 de febrero: Pepe gritaba de una esquina de la plaza a su amigo Juan. Lo hacía en catalán, el idioma que él había aprendido de pequeño y que era el mejor con el que podía expresar lo que sentía, sin fallar… según él. El problema era que Juan le hablaba en idioma vasco, porque su familia lo había criado en las faldas de los Pirineos y era el único lenguaje con que sabía tratar a sus amigos de verdad. Los dos hombres se conocían de hace muchos años, se apreciaban y querían de verdad, pero a la hora de entablar acuerdos, los idiomas se cruzaban y no lograban entenderse sin pelear. Pepe trataba de explicarse y sólo dañaba su amistad; Juan intentaba lo suyo, pero veía cómo afectaba a su amigo catalán. Los dos impotentes no sabían cómo avanzar y hasta el Espíritu Santo y la Virgen María invocaban cada uno para no quebrar el lazo, por un problema circunstancial. El banco de la plaza fue el sitio de la concordia donde Dios mismo se tuvo que apersonar y hacerles ver que en su diferencia estaba la complementariedad. No podían anular la crianza de cada cual y discutiendo sólo se iban a despedazar. La riqueza de Pepe aportaba en la pobreza de Juan y la forma de ver la vida del vasco
, ampliaba los horizontes de Pepe hasta donde él jamás pensó llegar. Se abrazaron y ofrecieron la diferencia con un vaso lleno de lágrimas que les sirvió para distenderse en su diferencia y celebrar lo que los unía que era mucho más. Con Dios, la Virgen María y el mismo Espíritu Santo, salieron a tomar un buen queso y vino para reforzar un lazo que nada ni nadie podría quebrar.
Catapulta: ¿Cómo cuidas tus vínculos más íntimos cuando hay diferencias en la forma de “hablar”? ¿A quién le pides ayuda?
15 de febrero: “No me gusta tu color rojo tan intenso; me puede teñir mis pétalos albos que tanto me cuesta cuidar”, le dijo el lirio a la rosa, cuando sus cuellos se rozaban de tan cerca estar. “Tu esbelta figura, muy elegante será, pero a mi me tapa el sol y yo me quiero asolear para brillar más”, le contestaba la flor cubierta de espinas, ya que también se sentía invadida en su intimidad. Hasta hace poco se habían llevado muy bien; conversaban siempre de la vida y hasta compartían ciertos secretos de naturaleza para ser fuertes y bellas dentro de su originalidad. Sin embargo, desde que el jardinero las había trasplantado en el mismo cajón para poder vacacionar, las dos plantas estaban a una distancia tan corta que les estaba haciendo mal. Los límites que cada una había tenido para desarrollarse, habían cambiado y con ello, los conflictos habían aumentado en forma potencial. Al principio había sido entretenido, pero a los pocos días, los insectos que visitaban a la rosa, le molestaban al lirio porque le causaban alergia estomacal. A su vez, las mariposas que tomaban la siesta en el interior del lirio, hacían aun más sombra para la rosa, que estaba que le clavaba las espinas para alejarla de sí y que no la molestara más. Cuando estaban en medio de la batalla y echándose venenos verbales», cayeron en la cuenta de cuál era su problema en realidad. Llamaron al jardinero y le pidieron que las pusiera nuevamente a una distancia adecuada para poder vivir juntas, pero sin fusionar. “Juntas pero no revueltas, porque así nos volveremos a entender y a fluir más”, le rogaron las dos sin dudar. Volvieron las mariposas, los insectos y la armonía a las dos flores que aprendieron que es bueno estar cerca, pero que también hay que cuidar el propio espacio de intimidad.
Catapulta: ¿Cuáles son los límites personales que necesitas para ser tu sin entrar en conflicto con el ser de los demás?
16 de febrero: De a poco iban llegando los cangrejos a tomar sol en la arena; era parte de su tradición familiar y en esta temporada tampoco podían faltar. Llegaron con sus crías, con los abuelos y uno que otro que no tenía con quién estar. Casi 30 de estos crustáceos se reunieron y se pusieron a conversar. Salía un tema y todos se ponían a opinar, con cariño y con verdad, sin tener nada que ocultar ya que se conocían desde cangrejitos, así que no se podían engañar. Uno había perdido a su señora porque tenía pinzas muy grandes que dolían al convivir y sus primas lo llenaron de consejos divertidos y profundos que hicieron de su drama un momento feliz. Los cangrejos más viejos volvieron sus historias antiguas a repetir, pero sonaban distinto y una que otra audiencia lograron entre los cangrejos más pequeños conseguir. Tal era el relajo y la felicidad, que hasta el tiempo no quiso pasar por ahí y sólo se dieron cuenta que había terminado el día, cuando el sol se fue a dormir. Les dio frío en un principio, pero ahí se acurrucaron antes de partir, hasta que uno muy travieso, comenzó a lanzar arena y a hacerlos reír. Al caer en sus caparazones colorados, la cosquilla apareció y en un segundo, todos bailaban y movían sus múltiples patas, haciendo un remolino de chacotas que no se podían resistir. Ya cansados y exhaustos de tanto compartir, cada familia de cangrejos se decidió a partir, pero no sin antes dar gracias a la vida por la maravilla de tener ese lugar, esos parientes, esas vivencias que tanto los lograban unir y nutrir.
Catapulta: ¿Qué experiencias de familia y/o de comunidad te nutren de esta manera?
17 de febrero: Contaban los rumores del pueblo que el viejo hombre de hojalata, antes había sido un ser de carne y hueso, lleno de sueños de grandeza y una cabeza muy capaz y sembrada de ideas geniales. Sin embargo, cuando sus sueños, su capacidad y sus ideas, comenzaron a funcionar, le vino un extraño virus que nadie supo explicar. Quería ser dueño de todo y de todos y que nada ni nadie lo pudiese contradecir ni cuestionar. Poco a poco sus músculos se habían ido rigidizando y con ellos el más importante también se afectó: su corazón. Con el paso de los años, esta suerte de maldición lo fue alejando de los que lo amaban y muy solo se sintió, pero en vez de buscar ayuda o remedios en el pueblo, en su castillo de piedra se escondió. Cuando alguien se le acercaba para entrar en conversación o generar un acuerdo por uno u otro proyecto o gestión, él se sentía amenazado y más se oxidaba por dentro y hasta los nervios, se le transformaron en meros alambres de conexión. Ya no sentía casi nada, ya no hablaba más que lo que él quería y no podía jugar ni disfrutar con sus vecinos de antaño que definitivamente se fueron a otro lugar, porque el ser de antes desapareció. Al observar sus bisagras ya roídas por el tiempo y sus cables que hacían cortocircuito por la más pequeña provocación, a veces daba la esperanza de ver una lágrima de su humanidad en plena expresión. Orgulloso, sin embargo, decía que sólo le faltaba lubricación. Nada podía hacer el pueblo que lo contemplaba de lejos para no tener conflictos con el caballero de fierro y óxido mayor; confiaban que su camino algún día tuviese salvación, pero debían protegerse primero de su reino de egoísmo y latas que cortaban fuerte y tenían el peligro de contaminar con el virus letal que lo atacó.
Catapulta: ¿Conoces personas de hojalata a tu alrededor que han perdido su capacidad de amar? ¿Cómo lidias con ellas?
18 de febrero: El pez llevaba sólo unos días junto a la pequeña princesita, pero de alguna forma se había apoderado de su corazón. Se levantaba muy temprano para cuidar su hábitat, luego se esmeraba en juntar las migajas que lo pudieran alimentar y embelesada lo contemplaba mirar sus aletas, que parecían pañuelos de seda blanco y rosa flotando en el mar. Un día su amigo no respiró más y como un peso muerto se fue al fondo de su acuario de plata y la niña creyó también morir en lágrimas de dolor. Su madre la ayudo a dibujarlo para recordar su belleza y colgar su retrato en su habitación; su padre la acurrucó en sus brazos y la invitó a nadar en una poza cristalina que había cerca del lugar; sus hermanos le ofrecieron chocolates y manjar para consolar, pero sus lágrimas seguían manando de sus ojitos de cielo sin parar. A pesar de todos los esmeros, la princesita aprendió que hay hechos que no se pueden controlar y que al sufrir con tanta sensibilidad por un pequeño ser, se ensanchaba su corazón para captar toda la vida y su fragilidad. La princesita juntó sus lágrimas en un pocillo de cristal y ofreció su dolor para que su amigo nunca la fuera a olvidar. En el amor no había océano que los pudiera separar y se durmió soñando cómo nadaba envuelta en sedas rosas y blancas como una danza nupcial.
Catapulta: ¿Cómo describirías tu sensibilidad? ¿Sigues siendo niño para sentir y gustar aun cuando puedas sufrir y llorar?
19 de febrero: Dos pájaros hermanos fueron enviados a derribar un árbol seco que estorbaba para caminar. Estaba duro y era grande; parecía un trabajo imposible de realizar. Ambos con sus picos se pusieron a golpear, pero al cabo de un rato, el primero sintiéndose sobrepasado por la tarea se dobló en sí mismo y si bien no abandonó el tronco, sólo hacía peso y se lamentaba sin cesar. El segundo, convencido de que no podía aflojar, comenzó a adquirir una técnica y un movimiento con su cuerpo y cabeza que lo hacían parecer un mono porfiado que no paraba de martillear. Día y noche su sonido golpeaba en el tronco que no parecía flaquear, mientras el pájaro que había renunciado sólo se dedicaba a cantar. “Oye, carpintero”, se burlaba, “qué crees que vas a lograr; ese árbol te sobrepasa por mil veces, jamás lo vas a derribar”. Como si fuese sordo, el ave seguía entregando su cuerpo completo en cada arremetida y hasta algunos decían que se había puesto tonto, por tanto su cabeza retumbar. Lo que nadie sabía era que dentro de su cráneo había escondido una almohadita de semillas con olor a azahar, por lo que en cada golpe que daba, no sólo no se hacía daño sino que olía el sueño que lograba conquistar. Si quitaban el tronco viejo del medio, todos los animales al huerto de frutos y flores podrían entrar, así que el pájaro carpintero era feliz con su cometido, aunque pareciera una cruzada en altamar. Un día, mientras todos dormían resignados y sin esperanza de nada, el pajarito dio el último golpe y con un gozo inefable vio cómo el viejo roble caía al suelo liberando el ingreso a su paraíso terrenal. Sí, se había demorado, pero junto a él había reunido a miles de hormigas e insectos que nadie podía divisar. Él con su optimismo, su perseverancia y su fe en que algo bueno podía aportar, había logrado hacer lo imposible y crear un espacio de alegría y paz. Todos celebraron al “Pájaro carpintero” y desde ahí nunca más nadie pudo olvidar su hazaña de amor y entrega total.
Catapulta: ¿Con qué tipo de pájaro te encuentras más seguido? ¿Cómo puedes ayudar a hacer lo imposible por recuperar la fe, la alegría, la esperanza y el amor en tu comunidad?
20 de febrero: El pequeño muñeco de plasticina no estaba cómodo en verdad; no sabía cómo calzar en la caja en que lo trataban de meter esas manos fuertes que siempre le causaban tanto mal . Su carita trataba de sonreír y sus pies se agitaban para bailar la danza que le querían imponer, pero algo le causaba un rechazo visceral; no podía estar tranquilo y sin darse cuenta iba acumulando una energía que tarde o temprano lo haría reventar. Un día llegó la gota que rebalsó su capacidad y el muñeco se convirtió en un torbellino de rabia y pena que no podía controlar. Sabía que podía parecer exagerada su reacción, pero la opresión y el dominio insensible de esas manos ciegas y sordas, lo hicieron probar todas las formas –las buenas y las malas- para hacerse ver y escuchar. Jamás se dejaría nuevamente encerrar, se dijo a sí mismo como una promesa ante el altar. Las manos quisieron agredirlo en una primera instancia y hacer de él una masa sucia e informe para botar, porque no era frecuente una sublevación de quien siempre había sido azúcar y paz. Sin embargo, poco a poco el pequeño hombrecito se empezó a aquietar y su mente a ordenar; su corazón vio con lástima a las manos y se compadeció de lo tullidas y viejas que se habían vuelto de tanto modelar a su antojo sin preguntar. Por primera vez la plasticina invirtió el rol que habían tenido por años y comenzó modelar a esos dedos, que suavemente empezaron a ceder y a reconocer su discapacidad. El muñeco sintió un aire fresco y se llenó de paz; tanto fue que en la noche no podía parar de cantarle y bailarle a las estrellas, para que vinieran con él a celebrar. Soñó con esperanza que, en una de esas, las manos tenían salvación con lo que acababa de pasar. No en vano las mismas estrellas con una explosión nacían a la luz y generaban tanta fecundidad.
Catapulta: ¿Qué te hace explotar de rabia o de pena? ¿Cómo reaccionas? ¿Te hace bien?
21 de febrero: El mar estaba tranquilo como si un rastrillo gigante hubiese borrado hasta la más pequeña ola que se quisiera asomar. Nadie pensaría al mirarlo que sólo hace unas horas había sido un huracán violento que había lanzado rugidos de sus entrañas capaz de matar. Tal había sido la fuerza que había soltado, que recién ahora hacía consciente las infinitas penas, rabias y marañas que se le habían enredado estrangulando su naturaleza pacífica y amorosa en realidad. No había pensado reventar con tanto brío ni menos dañar, pero ahora que todo había pasado, caía en cuenta de cuánto bien se había producido a sí mismo y a las costas que había podido alcanzar. Se había ganado un nuevo respeto y ahora muchos pescadores atendían más a su voz cuando quería hablar. También sus arremetidas más furiosas habían logrado remover algunas piedras y el agua circulaba con mucha más fluidez que lo que él hubiese pensado con anterioridad. No había pasado en vano su dolor y sufrimiento ya que veía que la mole de roca que lo había azuzado, yacía mansa y dispuesta a conversar. Sin embargo, lo más bello estaba en el fondo de sí mismo y nadie lo podía notar. Había vencido su miedo y había crecido muchísimo en dignidad. Ya conocía su poder y sabía de dónde había venido para liberarlo de una cárcel que ya no daba para más. El mar de color turquesa y con sabor a sal, dio gracias a su creador porque supo que nada – ni la tormenta ni la calma- habían sido casualidad; simplemente eran una estación más para pulir su brillo y aumentar su profundidad.
Catapulta: ¿Cómo vives la calma después de una tempestad? ¿Te detienes a contemplar lo que ha pasado en ti y en los demás?
22 de febrero: Había un misterioso país donde nadie podía andar sin llevar sus tacones de madera para socializar con los demás. El rey –hombre muy sabio y bueno- había ordenado que debían usarlos de tal altura, que todos midieran igual. No había mujeres ni hombres superiores en importancia y dignidad ya que a sus ojos, todos merecían el mismo respeto y con los tacones les ayudaba a recordar. Sin embargo, el zapatero del pueblo tenía mucho trabajo en realidad. Todas las mañanas no faltaba quién había agregado unos centímetros en secreto, para creerse más que el resto y el rey los ordenaba recortar. No faltaban tampoco aquellos que se creían menos y limaban su calzado, vivenciando una inferioridad autoimpuesta, por lo que el rey les mandaba a suplir con suelas nuevas sus tacones hasta que se pudieran igualar. Un día, cansado el zapatero de tanto trabajar, habló con su amigo el dibujante para que lo pudiera ayudar. Le encargó un letrero para cada habitante de la ciudad que decía: “Todo trabajo extra irá endosado a tu cuenta de felicidad; si aumentas o disminuyes tu valía frente a los demás; tu pagarás con módicas cuotas de tristeza y soledad”. El rey aprobó la idea y dispuso cobradores para ejecutar la orden a la brevedad. Así, cada mañana el que se creía menos que el resto, solito se agregaba unos centímetros para igualarse al resto antes de salir a pasear. El que en la noche se había tentado agregándose altura para someter a su ciudad; sin que nadie le dijera cortaba lo que había dispuesto de más. Así el misterioso pueblo pasó a ser el más feliz del mundo y nadie acumuló deudas porque sólo recibían de vuelta alegría y paz.
Catapulta: ¿Qué te sale más habitual, agregarte centímetros o sacarlos para relacionarte con los demás?
23 de febrero: Llevaba más de 20 años trabajando en su empresa y volver de vacaciones le costó. Sintió que los muros se le vinieron encima y no sabía si tenía las ganas y las fuerzas para poderlos sostener un año más con la misma función. Luchó contra su apatía y desgano e igual fue a trabajar, porque el deber ser jamás lo dejaría renunciar, sin embargo al llegar a su escritorio encontró un extraño sobre dirigido a su nombre y sin remitente al posterior. La carta se titulaba “Cambio de empleador”. Confundido siguió leyendo y vio que efectivamente, era una carta seria y se le informaba que a partir del presente año tendría otra persona como dueña y directora de su empresa y que no había derecho a apelación. Firmaba al pie de la hoja, Dios. Sorprendido, el hombre al principio se río, pero luego verificó que era cierta la carta y cierta la información. A partir de ese día y por los próximos años ya no trabajaría nunca más para él; ni siquiera para los que quería beneficiar con su capacidad y/o creatividad. Todo le pertenecía al Señor; cada suspiro, cada proyecto, cada malestar, cada triunfo y cada fracaso, cada logro y cada ganancia, entraban a las arcas y beneficios divinos sin opción de reclamar. Al contrario de lo que pudiera pensarse, eso lo alegró profundamente y le llenó de paz el corazón. Trabajar para Jesús era su sueño y su máxima realización. Sólo saberlo cerca y tratar de ser su vocero y seguidor, le hizo saltar el alma de gozo y los muros se convirtieron en campos de flores y su oficina, un pedazo de océano turquesa que lo envolvió.
Catapulta: ¿Quién es tu verdadero “empleador” en tu vida? ¿Qué sentimientos te produce?
24 de febrero: El corazón de Teresa estaba tironeado por dos fuerzas que se lo estaban desgarrando por la mitad. Las dos eran buenas, pero esa tarde no había espacio para ambas y le dolía mucho en verdad. Desde el cielo estrellado, le pedían que saliera fuera, fuerzas centrípetas para esparcir el azul por la humanidad. Había mucha hambre de Dios y había que trabajar, escuchaba en su interior sin parar. Así, estiraba los brazos queriendo las estrellas alcanzar, pero había algo en tierra que no la dejaba volar. El verde terrenal la anclaba a lo visible y material; Teresa se sentía empujada hacia adentro para poder cuidar a los suyos, amar y descansar. Revuelta y confundida no lograba darle el gusto a ninguna de las dos y sólo tenía ganas de fugarse de todo y calmarse para entender cómo continuar. No podía vivir sólo en el azul del cielo –aunque le prendiera por dentro- porque el verde de la tierra la necesitaba para sembrar y ella también se nutría de ella para su felicidad. En un movimiento de sobrevivencia se encorvó sobre sí misma como en posición fetal y ahí vio un turquesa maravilloso que la vino a equilibrar. “Ni tanto ni tampoco”, escuchó una vez más. “No estás sola; yo te voy a ayudar. Da a cada una lo que más puedas y no más. Te quiero feliz, radiante, flotando en mi océano de paz”. El corazón de Teresa comenzó a ser dominado por una tercera fuerza que no pudo identificar; sólo supo que venía muy de adentro y muy profundo, como una vertiente vital. Su belleza y frescura le aliviaron su sufrimiento y durmió serena y esperanzada.
Catapulta: ¿Te has sentido tironeado últimamente? ¿Cómo logras zafar y recuperar la serenidad?
25 de febrero: Dos caballeros andantes con sus armaduras se fueron a bañar. Cada uno llevaba marcada en ellas, las heridas recibidas en batalla y la verdad es que los abollones y/o agujeros de los ataques, les dolían cada vez que se los volvían a tocar. Su piel como su historia, iban magulladas y sensibles a no poder más. Al salir de la laguna donde un rato se pudieron refrescar, sin darse cuenta, intercambiaron las armaduras y se fueron a batallar. Cuando el primero recibió una agresión en ese hombro que siempre le dolía al pelear, vio cómo apenas sufría ya que la vestimenta que llevaba en ese lado estaba intacta y fuerte como si nada. Lo mismo sucedió con su amigo cuando recibió un puño en el estómago, ya que su armadura nueva resistió perfecto y apenas lo pudo notar. Con varias afrentas les pasó igual y así intrigados tras la batalla, se dieron cuenta del cambio y del efecto maravilloso que les había traído sin pensar. “Tú me proteges con tus puntos fuertes donde sea mi debilidad” dijo el caballero con emoción real. “ Yo ofrezco lo mismo para tu fragilidad; seré tu coraza y nada ni nadie te podrá dañar” respondió el segundo con franca humildad. Desde ese día los dos caballeros fueron mucho más fuertes y felices en verdad; se dieron cuenta cómo en ese complemento podían el reino conquistar.
Catapulta: ¿Quién puede prestarte su armadura de amor para batallar? ¿Quién necesita la tuya para luchar?
26 de febrero: “Señor aumenta mi fe”, le pedía con lágrimas en los ojos el peregrino a Dios para poder seguir en camino y no desfallecer. Dudaba de su valor y se recriminaba por su historia, ya que como todos había cometido errores y había dañado a otros por su inmadurez y anhelo de ser amado, pero en modos que sólo lo debilitaron más. Ya no creía en su bondad y sólo se fijaba en lo que hacía mal; se lamía sus heridas y no paraba de llorar. De pronto el cielo se abrió para él y para su sorpresa, Dios le hizo caer en sus manos una picota y luego desapareció. Intrigado el hombre se fue a picar las montañas, pensando que así las podría mover. Creyó que la fe estaba fuera, pero prontamente se decepcionó; no había más que polvo en sus pies. Al enfocarse en ellos, vio que algo brillaba en su interior y la picota utilizó. De sí mismo comenzaron a saltar pedazos como caídos del sol. Su luz lo cegaba y su belleza lo asombraba y por primera vez entusiasmado, no podía parar de escavar. Dentro de su ser había una mina de diamantes, más preciosos y más grandes que el mayor tesoro que pudiera imaginar. Claramente estaba oculto a los hombres, pero ahora gracias a la picota, no para él. Vio que estaba construido de roca divina y que su firmeza y nobleza lo superaban en todo lo malo que hubiese podido hacer. Muy por el contrario, hasta sus fragilidades, relucían con mayor nitidez como si alguien hubiese picado ahí con un cincel. El peregrino, miró su esencia y conmovido lloró nuevamente, pero esta vez de amor. Su fe consistía en jamás olvidar lo que era y que nada ni nadie lo podía romper.
Catapulta: ¿De qué crees que estás hecho? ¿Eres capaz de creer en ti?
27 de febrero: Era muy raro lo que le sucedía y no sabia si a todos les pasaba igual, pero sabía que la habitaban dos personas muy diferentes en realidad. Como una puerta giratoria o siamesas pegadas por la mitad, solían ponerse al frente una u otra y así hablaban y expresaban una naturaleza absolutamente diferente según las personas o la situación que tuviesen que enfrentar. Había una versión pequeña de su persona que hasta en altura y despliegue parecía una niña temerosa y con ganas de solo soñar y jugar. No le gustaba que la criticaran y era feliz cuando la apapachaban y le daban seguridad. A veces se le salían lágrimas de nostalgia y sentía las rodillas llenas de magullones y costras que no logran cicatrizar. Cuando su otro yo se adueñaba de la situación, era una mujer grande, aguerrida, valiente y hasta temeraria en embarcarse en desafíos que nadie más se quería embarcar. La fuerza y la voz le aumentaban y a pesar del miedo, lograba inspirar a varios y nadie podría pensar de la siamesa que escondía al darla vuelta no más. Su yo grande y pequeño los quiso bautizar, pues tenía la certeza de que en la suma estaba su riqueza y su tensión para crear. El único problema eran las transiciones y aquellas situaciones donde era un poco de las dos y se solía marear. Era así su naturaleza y lo tenía que aceptar aunque fuese compleja su esencia tan bipolar. La pequeña le regalaba a la grande sensibilidad y humildad; la otra le donaba carisma y un poder que la hacía avanzar sin renunciar.
Catapulta: ¿Has sentido que en ti viven dos personas? ¿las logras conciliar? ¿Cuáles son los pro y los contra de cada una?
28 de febrero: El tarro de leche condensada estaba guardado hace muchos años en la despensa y ya casi nadie se acordaba de él. Habían existido diferentes opiniones en torno a sus bondades y muchos prejuicios contra él, así que por temor y por precaución, se había ocultado y ya muy pocos en la casa se acordaban de él. Un día en que la amargura de muchos ya se comenzaba a notar y el ambiente se comenzó a distorsionar, alguien recordó el viejo producto y toda la dulzura que tenía guardada, viendo en él una gran esperanza para mejorar. Al clavar el abrelatas, la sustancia emergió con fuerza y no sin cierta tensión por los nervios de re instaurar costumbres y gustos que parecían ya fuera de lugar. Las caras de todos fueron de sorpresa, aceptación y algunos de curiosidad, pero no hubo nadie que se negara a aceptar probar ese dulzor en su paladar. Hacía tanta falta en verdad un sabor simple y profundo que pudiera la familia renovar. Después del primer sorbo, la leche edulcorada comenzó a permear en los estómagos y también en el alma del lugar. Algo nuevo se sentía y todos como niños sonreían pegoteados por la energía linda que el dulce había traído a pesar de su simplicidad. Al otro día, todos pidieron el tarro para desayunar. Los prejuicios habían sido derribados y la verdad de sus bondades -aunque antiguas- eran eternas y universales para todos quienes la quisieran aceptar.
Catapulta: ¿Has degustado últimamente la dulzura del amor de Dios en tu vida?
1 de marzo: La niña jugaba y jugaba con las piezas de su puzle, pero aparentemente las partes no calzaban de la manera tradicional. Trataba de poner los lados para que formaran una figura convencional, pero siempre aparecían diseños nuevos y extraños; de una belleza sin igual. La caja de su juego venía sin instrucciones y no había nadie que se lo pudiera explicar; tenía que resolverlo sola, pero no siempre lograba armar el dibujo completo y el desconcierto la solía complicar. Sin embargo, un día después de mucho pensar y contemplar, descubrió cómo iban las piezas y su felicidad la llegó a embriagar. No iban de izquierda a derecha; ni siquiera en forma horizontal; su juego tenía muchas dimensiones y cada vez que lo armaba, se disponía de forma desigual. Más que un puzle se dio cuenta que había recibido un holograma muy especial, que le permitía unir formas y diseños que eran y no eran del mundo visible y real. Habían piezas que llegaban a la eternidad; había otras llenas de historia y algunas que -sólo con fe- se podían colocar. Sabía también que no podía mostrarle a casi nadie su puzle, porque había que tener anteojos especiales para captar las múltiples capas y misterios que escondía en realidad. A pesar de ser complejo, se sintió orgullosa del regalo que había recibido con tanto amor de su papá; sólo se lo podría haber dado a quien lo pudiera apreciar y resolver sin renunciar. La niña siguió jugando feliz toda su vida, hasta que sus ojos de anciana se durmieron mirando al mar. La última pieza era la más hermosa y al ponerla se unió a la inmensidad.
Catapulta: ¿Cómo es el puzle de tu vida? ¿te animas a entender sus misterios y las piezas extrañas que hay que integrar?
2 de marzo: Le pedían urgente al artista que pintara la tela en colores ocres y escarlatas, porque ese era el tono del lugar. Sin embargo, él llevaba un buen tiempo pintando en matices pasteles de aguas marinas y turquesas de sal. Por más que lo apuraban, menos lograba entregar la respuesta y sus pinceles no los podía lavar. Lo intentó con aceite de Trementina y con aguarrás, pero de su paleta seguían emergiendo colores de sosiego y tranquilidad espiritual. A su alrededor sólo veía naranjos estridentes y rojos apasionados, mezcla de éxtasis y locura que no lograba empatizar. Su frecuencia suave y sutil no entonaba con el frenesí, el baile y el hambre de comer y disfrutar como si el mundo se fuese a acabar. Pobre pintor; sintió que su cabeza le explotaba de impotencia por no poderse adaptar. Prácticamente derrotado guardó sus pinceles y sus colores originales, que aquí nadie quería mirar. Pidió de rodillas al cielo que le dieran el milagro de transmutar su energía y poder pintar en naranjos y amarillos que también escondían una belleza y un gozo que necesitaba para completar su cuadro final. A la mañana siguiente, sorprendido vio cómo de su paleta salían maravillosos turquesas revestidos de oro y un rosa de sol y más allá. Había logrado ser él mismo y también del lugar. De su mano comenzaron a fluir figuras hermosas y en su rostro de ojos de cielo, se instalaron arreboles escarlatas que lo hicieron sonreír de felicidad.
Catapulta: ¿Cómo vives la adaptación a ambientes diferentes a tu frecuencia esencial?
3 de marzo: El pequeño bote a remos llevaba un buen tiempo navegando en alta mar. Le habían tocado tormentas muy duras a las que había sobrevivido con dignidad y si bien le habían mostrado lo fuerte que era -a pesar de su fragilidad- también lo habían erosionado por dentro y necesitaba descansar. Cuando vio la orilla de una playa, al principio dudó y creyó que debía continuar; había tantos desafíos pendientes y gente que rescatar. Sin embargo, la arena blanca y el turquesa único de las aguas mansas que rodeaban el lugar, lo tentaron a poner su armadura en la costa y darse permiso para recuperar. Sacó sus cacharros viejos, soltó los remos para no trabajar más y casi desnudo en la playa se ofrendó al sol y al océano que lo querían acunar. Pasó horas el botecito, casi sin moverse ni respirar. Hace tanto que no respiraba el ocio y el sosiego que se demoró en descifrar el aroma del viento que lo envolvía y disfrutar mirando las aves planear. Sus maderos se fueron bronceando y tomando un lindo color que su juventud y libertad de antaño le hicieron recordar. Se dio cuenta que era bueno el reposo y se entregó a lo que la vida la regalaba; seguro no era casualidad. Al final de día, ya repuesto, feliz e hinchado de paz, decidió entrar suavemente a las olas y dejarse llevar. No siempre podía el comandar el rumbo y cerró los ojos para que los nuevos vientos le indicaran donde viajar.
Catapulta: ¿Te das permiso para disfrutar del ocio y reparar lo que las tormentas hayan podido debilitar?
4 de marzo: El explorador se adentró en la selva, sin pensarlo mucho ya que lo llenaba de entusiasmo la posibilidad de encontrar el tesoro que otros le habían contado en la ciudad. Pasada la euforia inicial, una cortina tras otra lo empezaron a agotar. Parecían frazadas de hojas tejidas con el más grueso hilo que se pudiera pensar, pero con todo, entre tejido y tejido algo de luz se asomaba y le permitían continuar. Mover cada muralla de selva, lo hacía extenuarse y saborear entre los dientes lo que es la incertidumbre total. Sabía que no era una opción devolverse, pero tampoco tenía claro si era cierta su capacidad y si el tesoro existía o no en realidad. Lo único que veía con nitidez eran sus pies y trataba de cuidar cada paso para no tropezar. Cualquier movimiento en falso significaba la muerte y hundirse en un pantano de soledad y sufrimiento que a nadie quería causar. A veces su cielo también se abría arriba del manto de la selva y le permitían saberse acompañado por aves y seres que conocían mejor que él la ruta y lo podían orientar. Auscultaba cada cortina y trataba de descifrar códigos del tesoro para llegar, pero se fue enredando y enredando y sumido en la tristeza se largó a llorar, cubierto por las mismas capas que no lo dejaban avanzar. De pronto, y como en un milagro, vio que el tesoro comenzaba a brillar. Estaba adentro de sus botas, en sus piernas, en su pecho, en toda su humanidad. Todo su ser era de oro ardiendo, recorriendo su ser como una corriente dorada y palpitante que convirtieron sus lágrimas en gozo y su búsqueda en eternidad. Al salir del tupido campo verde, sabía que era otro en realidad, pero entendió porqué era tan difícil de hallar: el tesoro sólo se encuentra en la tupición misma de la incertidumbre y la oscuridad total. Sólo ahí emerge el oro y brilla en la inmensidad.
Catapulta: ¿Logras ver el brillo de la incertidumbre? ¿Cómo avanzas en medio de la oscuridad?
5 de marzo: El viento no se decidía aun por dónde quería entrar a la costa. Tenía todo revuelto y hecho un chiquero fenomenal. Las aves trataban de elevar su vuelo, pero venía una corriente inversa y las mandaba de pique al mar. Las olas querían acariciar las playas, pero ahí venía de nuevo confuso y en miles de espumas y brisas las hacía chocar unas con otras, haciéndolas una trampa mortal. A un rato espantaba las nubes y salía un sol espectacular, pero luego se arrepentía y estas se ponían largamente a llorar. Qué le pasaba a su espíritu que no sabía por dónde atinar; era que el viento era en sí mismo revoltura e incertidumbre total. Recordaba con nostalgia los días en que como suave brisa se venía a pasear. Volaban las hojas y nada quedaba en su lugar, pero así también comenzó a ver cosas nuevas que aparecían en el lugar. Había pequeños tesoros escondidos bajo la arena y en el fondo del mar. Sólo él podía revelarlos con su agitación y aunque aun estaban borrosos ya sabía por donde empezar a buscar. Aceptó su confusión y se puso a recorrer vertiginosamente todos los ánimos que emergían desde muy adentro de su esencia vital. Había corrientes tibias y llenas de paz, pero había también unas frías y que olían a temporal. Así era la vida, la de verdad al menos y no la que se quería contar. Había vivido tanto tiempo ordenadito, que ahora se desconocía a sí mismo y no sabía cómo continuar. Miró el horizonte y recordó su origen tan lejano como sobrenatural. Dejó de sentirse apabullado y/o culpable por ser cómo era, sobre todo pensando en quien lo había creado y de quien no podía renegar. Mal que mal él sólo obedecía su instinto que comenzaba recién a desplegarse con su fuerza y originalidad.
Catapulta: ¿Cómo sientes tus movimientos internos el día de hoy? ¿Qué aires te traen? ¿Cómo los vas a tomar?
6 de marzo: “¿Cuándo llegará mi envío?, se preguntaba la novia al ir cada mañana a la estación de trenes y ver que no había noticias de nada. Había mandado sendos telegramas a cada una de las tiendas para adquirir su vestido, su velo, sus zapatos y lo más importante, su corona hecha de flores y azahar. En cada una de sus solicitudes había puesto todo su anhelo, todas sus ilusiones de ser incondicionalmente amada por el esposo que le había prometido su presencia y seguridad. Sin embargo, a ratos se sentía como Penélope y se largaba a llorar desconsolada. Su inseguridad iba en aumento y a pesar de las certezas recibidas, el silencio la mataba por dentro; pensaba lo peor de sí misma y hasta de su novio ejemplar. Los demonios se apoderaban de su mente y pensaba si no había sido inadecuada; quizás había pedido un velo muy largo o los zapatos eran muy altos para su edad; quizás el vestido era muy escotado y su corona no le iba a calzar. Hora tras hora, se torturaba el espíritu y dudaba de su belleza y bondad, hasta que un día prácticamente derrotada vio cómo una hermosa y gran caja de regalos, venía a su encuentro con una nota pegada. “Nunca más dudes de ti ni del amor que te rodea; eso es lo único que te puede afear. Puede que demore el envío de tu solicitud, pero siempre espera feliz y segura, porque tarde o temprano voy a llegar. Te amo demasiado para faltar”. La novia ya no necesitaba los pedidos; estaba vestida de la más increíble y radiante felicidad.
Catapulta: ¿Confías en el amor que te tienen los demás o dudas fácilmente de ti? ¿Qué demonios te suelen atacar?
7 de marzo: El pequeño príncipe se creía el dueño del mundo y pensaba que todos los demás eran sus súbditos para someter y utilizar. Se paseaba orgulloso en su corcel negro, que muchos millones le había costado, pero lo tiraba a empellones delante de quien se le atravesara, sin importar chocar o atropellar. Hablaba como un loco y mientras más fuerte y más órdenes dictase, parecía que su ego se iba inflando más, como esas ranas que en el trópico suelen cantar. Lo peor sucedía cuando alguien –por hacer su trabajo- lo contrariaba en su voluntad. Con garras y dientes no soltaba a la pobre víctima, hasta que pidiese perdón de rodillas por su temeridad. El problema es que el príncipe se iba inflando cada vez más con los propios aires que se daba al respirar y no veía cómo se iba deformando en su ser esencial. De rana había pasado a una morsa fenomenal. Tan superior se creía al resto que ya no veía los heridos y el daño que ocasionaba al pasar. Todos le temían a pesar de su escasa estatura y su desorganización total; era un hombrecito perverso y de su corazón salía sólo codicia, lujuria y vanidad. Un día el príncipe pavoneaba de su última victoria cuando un dolor en el pecho lo fue a doblar. La piel se le empezó a poner negra y las manos a sangrar. Lleno de pánico se miró al espejo para contrastar su imagen real y cuál no fue su sorpresa al verse convertido a sí mismo en un feroz alacrán. Por instinto se clavó su propio aguijón y sintió el desgarro de la muerte cómo lo venía a buscar. De nada sirvieron sus lamentos y gritos pues nadie lo oyó pasar; se había quedado tan solo en su maldad que no hubo quién lo pudiera rescatar.
Catapulta: ¿Conoces personas así de tóxicas? ¿Cómo te defiendes de su maldad?
8 de marzo: La niña llevaba en sus manos un paño sucio y roído, por tantas penas y esfuerzos que había enjuagado en él a lo largo de su edad. Por más que trataba de volver a ponerlo lindo y luminoso con trabajo y fuerza de voluntad, el pedazo de tela parecía resuelto a ser hilachas y polvo nada más. Un día fue a ver a la Virgen de Guadalupe, que se había hecho construir un santuario muy colorido en el alto de una ciudad. Entró sin muchas esperanzas, pero ofreció su paño opaco y maltrecho en el altar. Cuando ya venía de regreso sin haber sentido milagro especial, vio en su tela una frase que decía “TE AMO”, con letras bordadas y un aroma especial. Impactada en su casa lo puso a lavar y sin caer de su asombro, vio cómo el turquesa y el dorado se empezaban a esparcir por el tejido como si hubiese un pincel invisible, diseñando flores y estrellas sin parar. La niña tomó la prenda y la llevó a su corazón para agradecer lo que acababa de pasar: la Virgen había bordado su alma con nueva alegría y sus problemas cotidianos lucían ahora fáciles de soportar, como si llevasen prendidos encajes de oro y brillantes sin igual. Lloró, pero esta vez de felicidad y vio cómo cada lágrima suya iba formando una cala, con las que armó un ramo bellísimo, de blanco y verde y con olor a azahar. De rodillas, buscó a su madre en el cielo, para regalarle el ramo de flores como tributo a su bondad. De pronto, vio cómo en este había un pequeño agujerito cuadrado, que dejaba en blanco el inmenso turquesa y diseños dorados de la inmensidad y se dio cuenta que la Virgen de Guadalupe le había cortado de su propio manto un pedacito para sanarla y alegrar.
Catapulta: ¿Crees en los milagros de la Virgen? ¿Qué le anhelas pedir hoy?
9 de marzo: El rey de la comarca mandó a construir el templo más alto que alguien pudiese imaginar. Quería pasar a la historia como el más grande y el más espectacular. Para ello, necesito capturar esclavos y hacer cortas piedras de las canteras del lugar; contrató mil artistas que hicieron maravillas con sus frescos y talladores que no dejaron roca sin labrar. Los carpinteros ni dormir pudieron de tanto tallar y todo el pueblo fue sometido para hacer su voluntad. Cincuenta años duró su reinado y su fama recorrió el lugar. Aun ya anciano y encorvado se paseaba con su penacho de plumas de pavo real, que lo hacían ver como una mueca ridícula del ave en su elegancia natural. Tanta energía y vidas invertidas parecían a sus ojos sólo una pincelada. Miles de familias, de hombres y niños sacrificados sólo para pasar a la posteridad. Murió el soberano y el templo, las pinturas, los tallados y todo sus caprichos se empezaron a deteriorar. Apenas 40 años después ya no había resto visible y su nombre era polvo que pisotear. Mil años después sólo ganado y piedras reinaban su comarca y su lamento arrepentido sonaba en las colinas equinoccio solar. Quería gritarle a todos los que pasaban que no se dejaran engañar; que no hay imperio que aguante el tiempo y la historia y que sólo en el templo del alma se puede descansar.
Catapulta: ¿En qué templo inviertes más tiempo y energía? ¿Eres consciente que -pasado tus nietos o bisnietos-, serás sólo un pliegue más en el infinito de la humanidad?
10 de marzo: La naranja desde hace tiempo, se sabía sana y bella en su fondo y forma, pero cada vez que aparecía la manzana, algo se le quebraba dentro y le escurría más ácido que el que ella misma podía soportar. No adivinaba bien el origen de su inseguridad, pero suponía que tenía que ver con lo mucho que le costaba contar con la certeza de un lugar en el tutti fruti final. Estaba clara que no tenía vocación de manzana, pero su rojo tan brillante y atractivo la hacía flaquear. Desde su herida madre, le parecía que la otra fruta llamaba más la atención y que por ella, podían dejarla fuera del bendito postre del que quería siempre parte formar. Su amiga pera trataba de todas las formas de convencerla de que había espacio para todas y que no había que dudar, pero la pobre naranja no paraba de llorar de pánico por ser abandonada. Analizando el perverso ácido que la hacía enfermar, vio que también tenía algo de bueno y que era mejor dejarlo fluir que reprimirlo y sentirse mal. Sus celos, sólo eran reflejo de lo mucho que amaba pertenecer al conjunto de frutas y eso era un anhelo lindo para atesorar. Lo importante era vivirlo y atravesarlo sin dejarse paralizar. Ya reconocido su origen, expresada la pena y sintiendo la sincera y fiel amistad de la pera y la de la manzana además, la fruta y sus gajos llenos de néctar, recuperaban su dulzura y frescor natural.
Catapulta: ¿Has experimentado celos o envidia últimamente? ¿Qué de bueno puedes aprender de ellos?. ¿Logras zafar?
11 de marzo: “¿A quién se la ha ocurrido tamaña locura; cómo que tengo que sacarle una foto a Dios?” reclamaba el artista indignado frente a tan rara solicitud. La verdad es que eran demasiados los que lo buscaban retratar y los paparazis divinos, hasta ahora, no había tenido ningún éxito. Sólo a través de los paisajes, de la belleza natural y de uno que otro acierto en la aurora boreal, habían logrado apenas recoger su sombra, pero nunca su rostro ni su cuerpo total. Desafiado, buscó la forma de resolver el dilema, pero nada surgía de su cabeza y derrotado volvió a su casa sin una solución. Lo recibió su amada esposa con una mirada profunda, llena de admiración; luego su hijita le saltó en los brazos y en sus ojos vio una chispa que lo iluminó. “¡Eso es!”, dijo gritando de euforia, sin que su mujer ni su hija lo acabaran de comprender. A la mañana siguiente y por muchos días, se dedicó a fotografiar los ojos de las personas, capturando sólo el iris y la pupila como un círculo esencial. Cuando ya tuvo varios cientos de miles para pegar, fue uniendo uno con otro como un mosaico celestial. Así, cada esferita humana –como un pixel- fue formando una figura llena de luz, profundidad y matices de inigualable singularidad. No en vano eran las ventanas del alma y sumadas por este artista, eran la mejor impresión que hasta ahora se tenía del rostro de Dios. En cada pieza como en su totalidad, se podía auscultar el infinito y la eternidad. En cada esfera de luz y en el conjunto final, se podía sentir y gustar la belleza y el corazón de su creador.
Catapulta: ¿Has visto últimamente a Dios en tus ojos y en los de los demás?
12 de marzo: Llevaba un año completo luchando por poder celebrar su fiesta como quería y tener a todos sus amigos junto a él. Semana tras semana invitaba a todos, pero sólo llegaban unos pocos y todo el cariño pensado, la comida preparada, las palabras escritas y hasta las flores puestas, se comenzaban a marchitar junto con su corazón amante y no correspondido en igual proporción. Un día, después de haber intentado por todos los caminos, un pequeño grupo de amigos le preparó la fiesta de sorpresa, para ver si tenían mejor suerte con la celebración. Hicieron letreros muy llamativos, encargaron a sus conocidos la difusión, buscaron la mejor comida, los músicos más experimentados y hasta cortaron flores frescas para sorprender al anfitrión. Ese domingo, él esperaba lo mismo de siempre y a pesar de las experiencias pasadas, estaba nuevamente con la mejor disposición. De pronto vio hordas de gentes acercándose a su templo, los artistas tocaban una melodía preciosa e incluso miles de niños ruidosos también le daban un toque muy alegre a su anhelada celebración. Suspiró con lágrimas en los ojos de emoción; al fin aumentaban aquellos dispuestos a concederle la oportunidad de expresarles toda su amorosa ternura y rendición. Su corazón palpitaba tan fuerte y era tan grande su gozo, que su latido se hizo contagioso y la fiesta siguió resonando en el aire por toda la región. “¡¡Es la mejor!! salieron comentando todos y se fueron decididos a traer a más amigos a este peculiar y preciosa celebración de amor.
Catapulta: ¿Hace cuánto no te das la oportunidad de ir a la fiesta de la eucaristía? ¿Quieres recibir la invitación de Dios?
13 de marzo: La paloma estaba confundida con el mensaje que debía entregar, ya que en cada patita tenía escritos absolutamente opuestos entre sí. Su dueña consciente de que debía partir de su país y dejar atrás lo conocido, había redactado una pequeña misiva en el pie izquierdo del ave que decía para su destinatario: “Atesora y vive de todo lo que viviste hasta aquí. Será tu refugio porque el mañana será un desgarro y no sabes lo que habrá de venir”. En la derecha en cambio se podía leer así: “Asómbrate con cada paso y desea con todas tus ansias el futuro, porque lo mejor está por venir. Aun lo más bello de tu vida no se compara con lo que te espera en el nuevo país”. Una patita le hacía perder altura y sentir cierta desesperanza existencial; la otra le hacía elevarse tan alto que hasta el vértigo podía experimentar. Así iba volando más desequilibrada que una gallina saliendo del corral; sabía que ambos mensajes eran buenos, pero no se lograba integrar. En el camino vio una rama muy alta que le permitió otear el mar. Puso su patita izquierda primero tomando conciencia de todo lo que había recorrido y lo agradecida que estaba de tanto viajar. Pero luego se cansó y puso su otra pata en el mismo lugar. Ahí sintió que el cansancio se esfumaba y que le nacían nuevos bríos para volar. La paloma entendió a su dueña y continuó su misión sin vacilar. La vida era así; dos pasos para adelante y uno para atrás. Un mirar lo vivido, pero nunca dejar de soñar. Una mezcla entre el temor legítimo a cambiar y una adrenalina deliciosa de lo que está por llegar. Así, la paloma mensajera dio piruetas en el cielo, en una danza suave y armónica, como una golondrina profesional.
Catapulta: Frente al cambio evidente de tu estado actual ¿Cómo lo enfrentas; te logras equilibrar?
14 de marzo: Evaristo llevaba años en su trabajo y estaba orgulloso de él; su misión en la vida era colar el amor y purificar todas las piedras y mugres que no tenían que ver con él. Cada mañana se sorprendía de lo que quedaba atrapado en las diferentes rejillas y telas que poseía para su curiosa labor. En los filtros más gruesos no paraba de encontrar rocas feas y pesadas que eran puro egoísmo y deseo de placer. Las votaba en un cerro que tenía muy cerca, pero pronto se tendría que mover, ya que estaban formando un monte empinado y amplio de tanto acumular. Piedrecitas de manipulación y posesión solían salir también en el segundo colador de su estación. Las había de mil matices y aunque de apariencia semi preciosa y brillante, en su reverso mostraban su verdadera esencia y daban repulsión. Con todas ellas había ido haciendo un muro de contención, pero ya llevaba kilómetros y kilómetros de construcción. En la siguiente rejilla quedaban flotando con frecuencia miedos e inseguridades por montón. Hacía una pira para quemar esas ramas cada tarde, pero no daba a basto con su extinción. En la tela más fina quedaba un polvillo difícil de distinguir, pero que al endurecerse era peor que el cemento y casi nada se podía mover. Evaristo lo llamaba el polvo de la herida madre porque siempre viajaba muy oculto y era el más complejo de colar. Un día de descanso tuvo la oportunidad de ir de paseo a la cascada donde caía todo el flujo del amor que él –con tanto esmero- sabía purificar. Tomó un poco en sus manos y casi cayó en éxtasis de felicidad. “Qué dulzura, qué simple, qué inmenso, qué inefable al paladar” suspiraba al probar. “Qué liberador, qué frescura, qué gozo más espectacular” decía al degustar. “Qué belleza su aspecto, qué perfecta su composición, qué paz me da” comentaba para sí mismo al contemplar. “Qué fecundo, qué eterno, qué maravilloso es el amor sin nada más” concluyó con orgullo y volvió con más entusiasmo que nunca a su trabajo de colar.
Catapulta: ¿Has vivenciado el amor en su expresión más pura? ¿Qué filtros del colador necesitas para purificarlo?
15 de marzo: Al ver la abundante cosecha de tubérculos sanos y cada vez más limpios de la tierra de la que habían emergido, tenía la certeza de que pronto vendría el tiempo de cargarlos y repartirlos a los demás. Esa era la voluntad del dueño del campo y a él le obedecía con devoción y creciente fidelidad pues le estaba eternamente agradecido por todo lo que le había dado y protegido. Sin embargo, cuando sintió el primer saco de papas en sus hombros, nunca que fuera tan grande ni tan pesado. Cuando aun estaba acomodando el primero y sin saber mucho qué hacer con él ni dónde ir, sintió cómo alguien delicada, pero contundentemente le ponía otro saco más en su espalda. No se quebró por dentro, pero sí reconoció que sus fuerzas jamás serían suficientes para dar ni un paso. Por si eso fuera poco, otras bolsas de papas le fueron amarradas en sus manos, como encargos predilectos del amo y que las debía cuidar con su vida hasta que estuvieran despachadas. Se miró a sí mismo como un triste equeco incapaz de moverse; estaba literalmente aplastado como una pequeña hormiga por la inmensidad de tubérculos. Miedo, impotencia, frustración, ansiedad… todo se le hizo un solo puré en la cabeza. “¿Qué hacer?”, pensó. Levantó la vista casi por intuición y con conmoción vio cómo aparecían brazos y espaldas amigas de todo tamaño y condición a ayudarle en la misión. Algunas las conocía y a otras solo las alcanzó a saludar con gratitud y emoción. “¿De dónde vienen? Preguntó. “Del campo de tu Señor”. ¿Para dónde vamos?, agregó. “A las tierras de tu amo” ¿Quién los mandó?. “El dueño de las papas”. “Pero si es el mismo”, dijo casi con indignación. “Obvio”, contestaron todos con alegría y buen humor. “¿Pensabas que había algo que quedara fuera de sus dominios?”. Comprendiéndolo todo de una vez, como un rayo de iluminación, comenzó a caminar libre y lleno de gracia en el corazón.
Catapulta: ¿Qué cargas llevas hoy sobre tus hombros? ¿Cómo te sientes con ellas?
16 de marzo: El entrenamiento había sido largo y el coach del equipo había sido perfectamente exigente y protector a la vez. Les había permitido fortalecer todos los músculos que iban a necesitar y los había alimentado con nutrientes específicos para sacar su máximo potencial. No todos habían sido de sabor agradable e incluso los había probado haciéndoles entrenar en días de lluvia y en la más absoluta oscuridad. Con todo y a pesar de la incertidumbre, los corredores confiaban en él y aunque desconocían qué prueba les iba a pedir, estaban esperando con ansias que llegara el momento y poder responderles a la altura de toda su preocupación y trabajo. Habían pasado años y ya parecían listos para correr; estaban fuertes, maduros, entusiasmados y con la adrenalina a mil. “Llegó el momento”, les dijo una mañana y en apenas diez horas les explicó la tremenda maratón que iban a realizar. Recorrerían el mundo entero, competirían en las grandes ligas y no habría pueblo ni persona por la que no fueran a pasar. El asombro y el pánico fueron su primera reacción, ya que jamás pensaron que el desafío del coach iba a ser tan ambicioso. “¿Está seguro entrenador de nuestra capacidad?” preguntaron al conocer el plan. “Ustedes sólo corran con todas sus fuerzas y con toda su alma y a cada día, su afán. Yo estaré en cada parada y buscaré los medios para hacerlos ganar. Nos juntamos luego en la meta para celebrar”, dijo con seriedad. Así, confiados, tomaron sus zapatillas, apretaron sus cordones y comenzaron a trotar.
Catapulta: ¿ Cómo ha sido tu entrenamiento para la vida y para tu carrera principal? ¿Cómo es la relación con tu coach?
17 de marzo: Se vieron desde lejos en el sendero y se reconocieron de inmediato. Juana, la pequeña, venía caminando de hace mucho con sus bultos de ideas y sus cachureos divertidos, que la hacían una especie de niña frágil, ingenua y feliz. Había resuelto medianamente bien sus conflictos; ya no sufría por sus miedos de siempre y las heridas de sus rodillas ya eran costras que hasta la hacían – a veces- sonreír. Juana, la grande, se le aproximaba acelerada, llena de tareas, capacidades y logros que había construido a punta de esfuerzo y de ir y venir. Su espalda se doblaba a ratos por el peso que cargaba, pero las más de las veces se sentía orgullosa y consciente de sí. El reencuentro era tan esperado, tan buscado desde hace años por las dos, que al abrazarse algo inusitado les sucedió. Comenzó como un cosquilleo suave y tierno y luego una verdadera explosión de energía que las fusionó en un solo ser, perfectamente integrado y radiante de luz. Cada una de las células de su cuerpo y de su alma se llenaron de oxígeno y cual globos, se inflaron llenas de colores y una belleza jamás vista ni sentida. Juana ya era una sola y jamás nada ni nadie la volvería a dividir ni a doblegar. Ya era libre y sumaba todas las riquezas que cada una de sus predecesoras le había heredado –con tanto esfuerzo- para permitirle el máximo de su potencial.
Catapulta: ¿Cómo va el reencuentro de tu niño con el adulto que hoy eres? ¿Te sientes integrado?
18 de marzo: Martín era un pájaro corriente del jardín; sus plumas no llamaban demasiado la atención por su color; tampoco su canto era especialmente atractivo ni su nido una obra arquitectónica mayor. Sin embargo, no había nadie que le ganara en su testarudez, después de que alguien dispuso un vidrio en la mitad de su camino para pasear. Desde la mañana hasta la noche, con su cabeza y con su pico picoteaba el muro transparente convencido de que lo podría atravesar. No cejaba aunque en su interior se fuese machucando su pequeño cerebro, aturdiéndolo y enfermándolo en realidad. No paraba aun cuando estuviese perdiendo el tiempo para algo más productivo y feliz, como lo que hacían las demás aves del lugar. Sus amigos le decían, “Martín vamos por otro camino, ahí hay semillas deliciosas que podemos compartir”. Pero él se hizo sordo y ciego a lo obvio y comenzó a sufrir de soledad y dolor real. Su cabecita le ardía de tanto pensar en cómo atravesar al otro lado del vidrio, que se volvió un pajarito obsesivo y tonto en realidad. Un día su madre intervino con ternura y firmeza radical. “Martín, te estás perdiendo el resto del paraíso que nos rodea y eso sólo tu lo puedes arreglar. Cambia tu forma de pensar y de actuar; sino tu vida será estéril y muy triste además. Cada vez que te quieras enfrentar con el muro de la tontera y el auto flagelo de pelear con lo imposible, piensa en el amor que te tenemos todos y revierte tu camino por uno donde sí puedas volar. Cambia lo que piensas y emprenderás un nuevo rumbo de felicidad” Martín supo que sería una lucha sin cuartel, pero escuchó dócilmente a su mamá. Aceptó que había una muralla que jamás lograría vencer, pero que también habían miles de caminos hermosos y felices por donde sí podía volar. Su cabeza dejó de dolerle y hasta sus plumas y sus cantos, brillaron y sonaron con una belleza sin igual.
Catapulta: ¿Hasta cuándo te chocas con la misma muralla de obsesiones y pensamientos negativos? ¿Qué nuevos caminos puedes tomar? ¿Qué te estás perdiendo del paraíso que te rodea?
19 de marzo: El maestro le pidió que guardara silencio y que cerrara los ojos para poderla sanar. La mujer obedeció sumisa y confiada, pues ya no tenía nada que perder y su enfermedad le quitaba la paz. Sintió un calor extraño que manaba hacia su cabeza e inmediatamente –aun en medio del intenso dolor- percibió acuarelas maravillosas que la comenzaron a aliviar. Luego un espiral interno empezó a moverse por dentro de su cráneo con un ritmo perfecto y una suavidad que la adormecía como una caricia maternal. Con cada giro, se iba levantando el tormento y elevándose hacia la corona de su cabeza como un sacacorchos espiritual. El espiral era enérgico, pero no le causaba daño, sólo le generaba en forma creciente una olvidada libertad que la hizo comenzar a erguirse y a respirar distinto y con paz. Luego vino un batido cerebral, que se le antojó una verdadera centrífuga celestial. Se exprimía de su cuerpo y de su alma todo vestigio de enfermedad, dejándola limpia, tranquila, sana y en éxtasis total. Quería abrir los ojos para ver si el nuevo estado era solo su imaginación y/o si verdaderamente el milagro del amor la había sanado en realidad. “Gracias maestro por volverme a la vida y a la luz de la felicidad” expresó la mujer conmovida y liviana, como hace mucho tiempo no podía experimentar. El maestro orgulloso, bajó sus manos de su cabeza y la bendijo al final. “No sabes cuánto bien podemos hacernos hija mía, el amor trasmitido y donado es la más potente cura y ya nadie lo sabe utilizar. Multiplica tu también el arte e ilumina a todos los que te pidan amor de verdad”.
Catapulta: ¿Has sentido últimamente la sanación del amor para tus enfermedades del alma y/o del cuerpo? ¿Te sientes llamado a ser otro maestro para amar y sanar?
20 de marzo: El peregrino ya llevaba un buen trecho caminando y creía que ya estaba robusto para sostener cualquier peso que le pudieran encargar. Había sorteado dificultades, miedos, penas y hasta conflictos con otros que se le interponían y no lo dejaban pasar. Sin embargo, nunca pensó que el bulto que le entregaron lo debilitara tanto y que incluso perdiera –inicialmente- las ganas de continuar. El paquete decía claramente: “Carga con tu verdad más profunda; esa que no aceptas como propia y que te avergüenza mostrar”. Sintió los pies con plomo y el corazón le palpitaba como una tromba mortal; qué dolor más grande salía de su alma; casi no lo podía contener sin llorar. Con gran esfuerzo y a pura fuerza de voluntad, se dispuso a no darse por vencido, intentando llevar el bulto con humildad. Quiso devolverlo y culpar a quien se lo había dado, pero era inevitable su contenido; lo tenía que aceptar y cargar con dignidad. Lo que no notó inmediatamente fue que con el peso y la caminata, su musculatura se comenzaba a fortalecer y a ejercitar, tanto que al llegar a la cumbre de la montaña, apenas notó el cansancio y no había necesitado de nadie más. Comprendió entonces que mirar de frente su verdad más oculta, aunque doliera, era una bendición que iba más allá. Dejó de sentir pena, agradeció a quien le había entregado el bulto y miró conmovido el horizonte donde nada ni nadie sobraba, para permitirle crecer y realizar la misión que tenía que conquistar.
Catapulta: ¿Qué verdad tuya es la que más te cuesta cargar? ¿Eres capaz de confiar que no está ahí por casualidad? ¿Te amas igual?
21 de marzo: El cántaro de greda tenía una gran capacidad de almacenar agua y saciaba con su contenido a su dueño, que gozaba con su frescura e intensidad. Sin embargo, el cántaro tenía una fisura pequeña y antigua por donde el líquido se escurría y él no sabía cómo repararlo, acumulando tristeza y miedo de que un día su tinaja se vaciara por completo y él se quedara sin nada. Una tarde, un extranjero llegó a la ciudad y por fuera pegó una amalgama al viejo cacharro de greda, que lloraba al recibir un impacto tan inesperado como brutal. El ungüento era amargo y al secarse le ocasionaba un gran dolor, sin embargo a las pocas horas se secó y el milagro sucedió. La tinaja, por primera vez en su vida se sintió completamente llena, rebalsada de vida y hasta el agua le pareció más linda y luminosa al almacenarla en sus entrañas frías y recién reparadas. Cuál no fue su sorpresa cuando al contarle a su dueño lo que acababa de pasar, en vez de recibir un reproche o una nueva pena, su éxtasis fue total. “Al fin tengo la certeza de que todo lo tuyo me pertenece y que tu interior también conmigo está”, dijo el hombre acariciando suavemente a la vasija de barro que temblaba ante la novedad. Nunca se había dado cuenta del daño que hacía con su fuga y su antigua grieta y tampoco sabía cómo arreglarse por dentro de esta deformidad. Así entendió la bendición del ungüento amargo y del dolor sufrido como lo mejor que a todos les había podido pasar.
Catapulta: ¿Qué fisuras internas padeces y que te hacen perder parte de tu energía interior? ¿Estás disponible para aceptar los remedios “amargos” que te mande Dios?
22 de marzo: A la pequeña oruga le había costado un gran esfuerzo nacer. Apenas había tenido oxígeno al interior de su capullo y cada ala había sido un alambicado trabajo de despliegue de elásticos y tensores que se resistían a crecer. Sin embargo, una vez fuera, su estado de mariposa le encontró con tal fuerza y vigor interno, que se elevó mucho más alto que lo que jamás pensó llegar. Tan grande fue su entusiasmo que sobrepasó las flores, los bosques, las montañas y se convirtió en un pequeño y colorido punto en la inmensidad del cielo. Ahí estuvo disfrutando un buen rato, gozando de la paz y la belleza que podía contemplar. Sin embargo, pasado un tiempo se vio obligada a bajar. Tenía que recolectar néctar y fecundar muchas flores con sus patitas y socializar con otros seres del lugar. Sin embargo, mientras bajaba, le vino una especie de mareo y pesadez que no se supo explicar. Su fuerza se esfumaba, su alegría se debilitaba y su optimismo recién experimentado, se quedaba relegado a las alturas y no lo podía bajar. Inquieta, llegó a tierra y fue a consultar para sanarse de tan rara enfermedad. “Es el apunamiento inverso” le diagnosticaron sin dudar. “Cuando te elevas tan alto y el éxtasis es tan grande, debes ir bajando de a poco y morder hojas de bondad. Sólo gustando palabras lindas y buenas hacia ti misma puedes volver a tierra sin sufrir de más”. La pequeña y bella mariposa, entendió que todo tenía un costo en realidad; que tocar el cielo implicaba también saber bajar. Por eso, desde ese día siempre llevó consigo un atado de hojas que le evitaran el mal de altura al volar.
Catapulta: ¿Te ha pasado algo similar? ¿Cómo logras ir adaptando tus emociones después de haber tenido un gozo celestial?
23 de marzo: Los científicos trabajaban hace años en poder convertir al robot en un ser humano real. Habían logrado con los años un hibrido muy completo y de aspecto auténticamente fenomenal, pero aún no lograban ajustar algunas fallas que no lo dejaban terminar. Por dentro lo recorría un complejo y precioso circuito de cañerías y cables por donde circulaba una energía potentísima y preciosa que alimentaba todo el sistema, llenándolo de fuerza, ideas, inteligencia y una gran paz. Sin embargo, había ciertas conductos que con frecuencia se solían tapar, impidiendo el paso libre y fluido de esta corriente vital. El problema se ocasionaba cada vez que el robot apretaba su mandíbula al punto de evidenciar el acero del que estaba confeccionada. Cada vez que se tensionaba y pensaba que todo lo debía solucionar con sus propios recursos, sin la ayuda de nadie más, el circuito hacía un taco y no lograba fluir la energía maravillosa a su cerebro y comenzaba a arder y a explotar. Lo mismo sucedía cuando pensaba que todo iba mal; el cableado de sus brazos hacía corto circuito y parecían alas de plomo sin libertad para gozar y volar. Los científicos, ofuscados, pensaron programaciones que lo pudieran arreglar y hacer que su invento “humano” estuviera plenamente alimentado y sin tacos energéticos de exceso o debilidad. Así insertaron en su chip interno dos mensajes de autosugestión positiva para probar: “No estás solo, confía, siempre habrá ayuda extra y genial” fue el primero y permitió el taco de la mandíbula evitar. Para evitar las alas de plomo, el segundo mensaje lo grabaron igual; sólo que agregaron “Esto también pasará”. Para su alegría y sorpresa, el robot nunca más volvió a fallar y se convirtió en el primer modelo humano donde la energía de la vida circulaba plenamente, irradiando una luz maravillosa a través de su piel y ojos que ahora parecían de verdad.
Catapulta: ¿Dónde se entrampa tu energía vital? ¿Qué autosugestión te vendría bien insertar para que la fuerza del espíritu te pueda recorrer y hacer feliz de verdad?
24 de marzo: Un llanto desconsolado y angustioso, sacó a Amalia de su concentración habitual y pensó que una tragedia se acababa de desencadenar. Esperó un momento para ver si tenía que involucrarse o dejarlo pasar, hasta que la pena que oía, la llamó como un imán. Al ir a ver, encontró a una sencilla jovencita fuera de sí, discutiendo acaloradamente con sus padres en un diálogo duro, hiriente y sin fin. Y es que hace ya un tiempo, estaba obsesionada por ponerse un piercing en su ombligo, como lo hacían muchas niñas de la ciudad. Sin embargo, más que perforar su estómago, el tema había escavado una profunda e infranqueable brecha entre ella y sus papás, que espantados con la idea utilizaban todo tipo de argumentos para hacerla razonar. Un pequeño arito de acero había generado en la carne de esta familia, esquirlas de rabia, tristeza, violencia y una profunda soledad. “¿Cómo ayudo a esta familia a recuperar la paz?” se preguntó. De pronto, se le ocurrió que el mismo piercing sería de utilidad; les propuso una idea y cruzó los dedos para que pudiese resultar. Dividió con una sierra el arito metálico en tres partes igual y les pidió que en vez de ponerlo en su ombligo, cada uno lo pusiera al centro de su frente. como una coronita muy singular. Cada vez que tuvieran diferencias entre ellos, en vez de focalizarse sólo en su punto de vista, tenían que detenerse en el recordatorio metálico que cruzaba su mirar y hacer consciente que entre los tres se formaba un círculo perfecto y genial. Sólo al ver como otros sentían y pensaban podían formar una unidad preciosa y llena de alegría y paz. Después de un tiempo, Amelia nuevamente oyó ruidos estridentes y se volvió a alertar, sin embargo con inmenso asombro vio como la jovencita y sus padres bailaban juntos y se reían sin parar.
Catapulta: ¿Llevas puesto un piercing en tu ombligo? ¿Cómo tomar en cuenta más fácilmente la diversidad de sentimientos y formas de pensar?
25 de marzo: La máquina que había recibido hace un tiempo, realmente tenía una gran capacidad de trabajo y múltiples funciones que operaban prácticamente a la perfección. Por una de sus bandejas era capaz de cocinar; por otra lavaba ropa y por otra imprimía papeles sin parar. Además dictaba cartas, daba consejos y preparaba reuniones con una plantilla espectacular. No hacía mucho ruido y parecía otra multitask como muchas que hay en el mercado actual. Sin embargo, una noche, algo comenzó a fallar. La energía o los programas no funcionaban igual. Los platos salían desabridos, la ropa a medio lavar; los papeles tenían errores de ortografía y hasta los consejos más buenos no se escuchaban igual. Su dueño preocupado la llevó a revisar a un servicio técnico especializado en artefactos de alta complejidad. Al principio el diagnóstico versó sobre fatiga de material, pero al examinar las piezas y engranajes, definieron que aun tenía cuerda suficiente para dar. Luego revisaron los insumos por si fuera el detergente o los ingredientes de cocina los que estaban mal; sin embargo una vez más concluyeron que sus fallas no se podían explicar. El técnico la apagó y la prendió varias veces para ver si la podía resetear, pero para su sorpresa seguía igual así que vencido la dejó a un lado del taller y no le puso atención por varios días hasta que su dueño la fue a reclamar. Sin poder decirle la verdad de su incompetencia, la máquina volvió a su lugar de siempre y la comenzó a operar, pero esta vez con más cariño y valorando su aporte y necesidad. “¿Qué reparación le hizo a mi máquina?”, preguntó al técnico apenas la comenzó a usar. “Está como nueva; funciona mejor que nunca en realidad”. El hombre del taller no pudo mentir más y le dijo: “Mi querido amigo, sólo la dejé descansar…”
Catapulta: ¿No será que tu máquina necesita parar un rato para recuperar la energía vital? ¿Qué se te ocurre que puedes hacer para cuidarte el día de hoy?
26 de marzo: El caballo era bueno de espíritu y fuerte de cuerpo, lo que lo hacía un excelente animal. Las más de las veces era feliz y su energía parecía imparable para cualquiera que lo pudiera mirar, sobre todo cuando andaba sin montura y podía cabalgar por los campos en total libertad. Sin embargo al tener que cargar peso o al tener que acarrear carretas con otros caballos más, las anteojeras de sus ojos le solían jugar muy malas pasadas. Como sólo podía ver su pedacito de visión, creía que los demás caballos llevaban menos carga que él o que se equivocaban al caminar. Su carácter manso y apacible se volvía agrio y se ponía a corcovear. Sus patadas aunque involuntarias solían causar daño y sufrimiento a sus pares y su dueño no sabía qué hacer para calmarlo y devolverle la ansiada paz. De nada servía que le explicaran que todos llevaban sacos en su lomo o que los distintos caminos eran válidos para los demás. Un día un pajarito se posó en su cabeza y comenzó a picar el cuero de las riendas y las anteojeras, pensando que con ellas podía su nido armar. Con ello, pequeños agujeritos de luz comenzaron a ampliar la visión del caballo y éste pudo recién caer en la cuenta de lo mucho que faltaba por mirar. Comprendió que sus pares en la carreta también tenían puntos de vista valiosos y que sus caminos eran lindos de recorrer y disfrutar. Así con más visión, el caballo recuperó la paz y la libertad como si siempre viviera en el campo y todos las yeguas y potrillos que vivían junto a él, fueron felices de verdad.
Catapulta: ¿Necesitas hacer agujeritos a tus anteojeras? ¿Cómo ver otros puntos de vista sin rabiar ni sufrir de más?
27 de marzo: A Felipe desde pequeño le había fascinado la tierra y plantar semillas que pudiera cultivar y cosechar. Siempre andaba buscando aventuras y los caminos nuevos producían en su alma un imán. También gozaba con el agua del mar y no eran pocas las veces que soñaba con viajar lejos y volar. Se le daban muy bien los números y en las cuentas nadie le podía ganar. Por lo mismo le costaba darse gustos, aunque tenía un exigente paladar. En fin, era un hombre bueno, sencillo y al que le gustaba gozar. Elena por su parte, era desde que se acordaba una creatura de aire y de colores intensos para pintar. Su alma solía escaparse a los cielos y se conectaba fácilmente con lo que muy pocos podían mirar. Si bien era fuerte de espíritu, tenía un tono más bien frágil y tierno para hablar y si hay algo donde se perdía de gozo, era en las letras y en todo lo que le recordara el más allá. Un día se encontró con Felipe y el flechazo fue total; el blanco y el negro encontraron su calce y complemento sin igual. Sin embargo, al paso de los años algo les comenzó a incomodar. Él quería que ella plantara papas y ella soñaba con que él se pusiera a pintar. El quería que ella supiera de cuentas y ella que aprendiera a orar. Así las diferencias los comenzaron a enfermar y el blanco y el negro -tan bellos-, se comenzaron a enturbiar. Para bendición de ellos y de todos los que debían cuidar, un día un amigo los sentó juntos en un amplio sillón, de mullida textura e intenso color rojo como signo del amor primero que los unió. Fue lento el proceso, pero algo mágico sucedió. Felipe aceptó y gozó nuevamente las gracias de Elena tal cual cuando la conoció y ella vio en él a ese hombre maravilloso que le permitía plasmar los encargos de Dios. Desde esa tarde el blanco y el negro coexistieron con paz y armonía, pero sin olvidar que cada tarde debían volver al mágico sillón que hacía de sus diferencias una bendición.
Catapulta: ¿Qué pones primero en tus relaciones el sillón del encuentro o prevalecen las diferencias en tus vínculos de amor?
28 de marzo: Hace ya un buen tiempo, Dios estaba muy preocupado de cómo los hombres resolvían sus dilemas y su corazón de padre se le estremecía al ver cuánto sufrían. Buscó en su despensa todos los ungüentos y pócimas para intentar aliviarlos, pero nada le pareció adecuado ni eficaz para sacarlos de ese estado en que solían caer por las tensiones propias de su evolución. En eso estaba cuando entró su perro a su taller de creación y totalmente relajado comenzó a rascarse las orejas con su pata. El Señor se acercó a ver qué le picaba y sin darse cuenta, una pulga de su regalón le saltó a su espalda y comenzó la función propia de su condición. Sus patitas arrancando de la persecución, le causaron tanta risa a Dios que hasta hipo le dio. Al tomarla entre sus dedos y contemplar la complejidad de su creación supo que había encontrado la solución: el buen humor. Agarró nuevos ingredientes, pelos de perro y hasta una antena que la pulga perdió y mandó a sus ángeles a repartir la nueva poción a los hombres sin que notaran la inyección. Desde ese día la cosa mejoró notablemente y también el humor de Dios, que veía que frente a las peores preocupaciones y circunstancias humanas, su remedio ayudaba mucho a mitigar el dolor. No lo hacía desaparecer, pero la risa se contagiaba y liberaba tensión.
Catapulta: ¿Utilizas con frecuencia y conscientemente esta pócima del buen humor? ¿A quién podrías ayudar con esta “inyección”?
29 de marzo: “¿Qué será esta mancha?” se preguntó Mercedes, al ver que un círculo húmedo y oscuro ocupaba parte de su patio y generaba un barrial justo cerca de la puerta principal. Todo el que entraba a su casa, se ensuciaba sus zapatos y ella se sentía muy avergonzada, por lo que llamó a un jardinero amigo que quizás la podía ayudar. “Mercedes, esta es una vertiente natural; sólo que está oculta y tapada por años de historia y material que no la deja fluir en paz. Yo te ayudaré a despejarla y hacer de ella un manantial” sentenció él y ella aceptó obediente pero sin saber realmente de qué se iba a tratar. Con una escoba barrió los restos de hojas viejas que sólo estorbaban al pequeño gorgorito que trataba de respirar. Luego con una pala retiró la tierra que la oprimía y lentamente aumentó su caudal. Una vez que ya brotaba con cierta regularidad, con un chuzo sacó unas rocas muy profundas que sólo contaminaban el sabor del agua fresca con una tristeza y salobridad. Mercedes a ratos se sentía feliz y en otras ocasiones no entendía del todo porqué a ella le había tenido que tocar esta suerte tan especial. Su amigo era empeñoso y no dejaba de trabajar, por lo que pronto comenzó a idear un plan de cuidado y filtros para que la vertiente no se secara ni tampoco se mal usara para cualquier uso comercial. Algunos comenzaron a reconocer en la fuente de Mercedes algo bueno, único, que les quitaba la sed como nada más, pero ella seguía dudosa de si era realmente suya o si el pozo que se vislumbraba era sólo un engaño de su mente y nada más. A veces la vertiente inundaba toda su casa y no sabía cómo entrar; en cambio otras veces apenas la notaba y ella misma sentía una sed descomunal. Mercedes no sabía hasta dónde iban a llegar, pero ya no podía negar la existencia de esa pequeña pila que su amigo acababa de edificar. Sólo se le quedó aceptar lo evidente y que su fuente se iba a quedar, así que decidió ponerle flores adentro e invitar a todas las mariposas que quisieran a beber de ese misterioso manantial.
Catapulta: ¿Has descubierto tu manantial interno o hay que buscar escobas, palas y chuzos para despejarlo? ¿ Quién te puede ayudar a reconocer tu valor esencial?
30 de marzo: El pequeño golpe llegó inadvertido, pero fue suficiente para botar el primer dominó de una serie infinita, llena de vericuetos y misterios, que fueron desmoronando lenta e inevitablemente la gran construcción. A su paso, la caída de cada pieza, iba empujando a otras cercanas hasta que finalmente llegó al primer dominó de la historia y el silencio fue conmovedor. Ahí bajo la pieza, había una grieta grande y profunda de la que aún manaba un líquido de muy feo aspecto y peor olor. Ciertamente la pieza lo ocultaba, pero ya desmoronada la frágil estructura, era evidente que había que limpiar, sellar y comenzar nuevamente una edificación, pero ahora sólida y sin putrefacción. Lo primero fue dimensionar la grieta y no minimizar el daño que causó. También fue fuerte la tentación de dejarla tal cual e iniciar la reconstrucción sin la reparación. “Hay que picar” dijeron los maestros y expertos en grietas y perforación. “Pero será lento y nunca se sabe con qué nos podremos encontrar” dijo el jefe de la operación. “No importa” dijo el dueño del edificio. “No resisto otro derrumbe tan grande con tan mínima provocación. Prefiero que vayan lento, pero que arreglen de una vez por todas esta filtración” agregó con determinación. Los maestros pusieron entonces una cinta roja de precaución y un letrero grande que decía “Estamos trabajando para usted” e iniciaron la faena sin distracción. Lentamente fueron reponiendo las piezas, pero ahora desde una sólida posición y al cabo de un largo tiempo el dueño y su edificio estuvieron firmes y libres de otro terremoto interior.
Catapulta: ¿Te ha pasado que un pequeño estímulo derrumbe toda tu estructura emocional? ¿Qué herida de fondo es la que te reveló? ¿Pusiste la cinta de precaución para no causarte un daño mayor?
31 de marzo: El intenso verano estaba pronto a acabar. Ya las mañanas y las noches se notaban frías y obligaban a todos a abrigarse y a cuidar. La humedad y el calor se fugaban de los días, sin embargo antes de recibir al otoño, qué importante era ver todo el proceso que habían logrado gestar para atesorarlo y poderlo degustar. Tras los meses de estío, los frutos ya estaban maduros e incluso algunos ya estaban enfrascados en conservas o mermeladas. Los árboles ya estaban henchidos de energía y algo de cansancio ya acumulaban de cargar tanto peso y tensión vital. El agua fresca y la playa también habían refrescado a todos sus visitantes y algo de desconexión momentánea les habían permitido disfrutar; sin embargo, ya finalizando el tiempo, la premura de las tareas y los pendientes se comenzaban a acumular. Con todo la estación que se escapaba, había sido linda, llena de emociones y amores de profunda intensidad. La luz directa del sol había permitido ver con más claridad todos los paisajes e incluso había secado algunas heridas que no querían sanar. El ocio y la creatividad se habían arranchado en la mente de muchos que no la querían dejar escapar, pero se avecinaban sin piedad la acción y la productividad tan necesarias para equilibrar. Con todo esto, una mariposa frágil se resistía al cambio de estación y pensaba que el frío y la ocupación la iban a debilitar. Lo que no sabía era que todo el sol se había integrado a sus alas y que nada ni nadie le impedirían volar. Todo cambio era siempre bueno; sólo había que esperar y fluir con el viento frío que empezaba a soplar.
Catapulta: ¿Qué significó para ti el verano? ¿Qué sientes en estas fechas que está por acabar? ¿Cómo te dispones para el frío existencial?
1 de abril: Cuentan las leyendas del paraíso que las cebollas no siempre hicieron llorar; muy por el contrario en cada capa que se abría iba manando alegría y un gozo tan grande y tan lindo, que sólo llenaban los ojos de brillo y alegría sin igual. Las plantaciones estaban en el huerto de un señor muy bueno y generoso que abonaba la tierra sólo con abundancia y gratuidad y las regaba diariamente con ternura y detalles que nadie más lograba imitar. Cada vez que alguien tenía el gusto de pelar sus originales cebollas, sólo de risas y amor se solía llenar; había para todos, eran gratis y cada capa era un pedazo de dulzura divina imposible de dejar. Sin embargo, un día alguien quiso robar el secreto de tanta dicha y/o malograr el milagro de las cebollas alegres, si es que no lo podía capturar. Derrotado en el intento de adueñarse de la especie, ya que el dueño la protegió con su vida e incluso con la de su hijo para perpetuar la semilla de tanta felicidad, una noche sembró en la tierra un virus pequeñito, pero voraz. Se trataba de poner desconfianza entre capa y capa y así cada se que se las tomara, las personas pensaran que no era verdad. Así, los regalos objetivos y abundantes que poseían las cebollas, pasaron a ser motivo de pelea, de acaparamiento y de incredulidad. Cada capa, en vez de ser una manifestación gozosa de la creatividad de su dueño, pasó a ser una causa de distancia y hostilidad entre unos y otros que se atrevían a probar. Sin embargo, no perdía su preciado sabor y su gran capacidad de sanar, por lo que algunos seguían usándola a pesar de las lágrimas que solía acarrear. El dueño siguió cultivando sus verduras aun cuando ya casi nadie las quisiera probar; confiaba que algún día sus vecinos lograran erradicar el veneno y volver a sonreír con las cebollas del paraíso, como él las solía llamar.
Catapulta: ¿Cómo ves cada capa que te regala la vida, como una cebolla del paraíso o una que te hace llorar? ¿Eres capaz de reconocer al “dueño del huerto” y confiar en su generosidad?
2 de abril: “Eleven anclas” dijo el capitán del barco apenas otear el horizonte y el ancho mar. Detrás dejaba tierra conocida, sus historias, sus amores, sus errores y toda una estela tan ancha como la que su mismo barco comenzaba a dibujar en el océano, al rasgar sus entrañas con la proa y las máquinas a todo dar. “Qué piensas al ver el recorrido que acaba de terminar?”, le preguntó su mano derecha y amigo, que lo acompañaba desde sus inicios en altamar. “Mmm, sólo gratitud y asombro es lo que puedo manifestar. Cada puerto, cada batalla, cada amor, cada rostro, cada fiesta, cada fracaso y todas las piezas que acabamos de dejar, fueron necesarias para poder hoy zarpar mar adentro e iniciar toda una nueva aventura que no sabemos dónde nos llevará”, dijo mientras el sol se reflejaba en sus pupilas revelando un de intensa emoción y profundidad. “¿Cómo que no sabemos a dónde vamos?”, preguntó el subalterno con angustia real. “La dirección la tenemos clara, la tripulación igual, pero sólo Dios sabe las nuevas piezas que nos vendrán a visitar. Sólo sé que al llegar a la mitad del viaje y ver cuán consistente y perfecto ha sido el plan hasta acá, disfruto pensando y soñando a dónde podremos llegar”, comentó con su pelo ya más pintado de blanco por la edad. “Me asusta capitán con esa incertidumbre” dijo ya un poco pálido el marinero curtido con el viento y la sal. “Es sólo incertidumbre para los que navegamos aquí abajo; las estrellas del cielo ya saben todas las maravillas que nos esperan más allá; sólo mantengamos claro el norte y la vista fija en ellas, que jamás nos desviarán del propósito por el que nos hicimos marinos y hombre de mar”, sentenció lleno de sabiduría y paz.
Catapulta: ¿ Logras ver la estela vital de tu primera mitad? ¿Le ves el hilo conductor a lo que acaba de pasar? ¿qué guía tu navegación actual?
3 de abril: “Fuera pájaros” gritaba con todas sus fuerzas el sembrador, mientras abría zanjas en la tierra con su tractor y exponía a las aves, gusanos y lombrices como banquete de honor. No había nada que pudiera hacer para espantar la bandada, pues parecían zancudos en picada para devorar a las pequeñas hebras rojas, grises y púrpuras que se estrujaban de dolor al verse en plena exposición. Ciertamente, llevaban guardadas mucho tiempo y el agricultor las había ignorado hasta el extremo de no notar su presencia en la superficie de su plantación, pero sí quería tener abundante frutos él sabía que había que picar. Nadie sabía a ciencia cierta si tenían algún uso en la tierra para abonar, pero claramente en la boca de los pájaros sí tenían utilidad. El hecho de exponerlas al sol y sacarlas de su oscuridad, hacía que el suelo se soltara, que se movieran los nutrientes y que se hiciera el nido perfecto para la semilla que pronto la iba a visitar. No había posibilidad de exterminar los pájaros y menos las lombrices del lugar, por lo que el agricultor se entregó tranquilo; sabía que había un equilibrio mayor del que podía explicar. Él plantaba sus semillas y para eso, rasgaba la tela rugosa de la tierra como con un puñal; eso exponía a los gusanos más feos y deformes que se pudiera imaginar y con ellos los pájaros tenían alimento para volar más alto y más allá. Luego, ellos mismos ayudarían a polinizar y a abonar sus pequeñas plantitas que con el tiempo bien podría cosechar. Así mismo, es con mi alma, se dijo una tarde en que se puso a contemplar agradecido el alcachofal, que ya empezaba a verdear. “He sacado lo feo de mi tierra y las aves del cielo las han sabido digerir para volver al mismo lugar pero convertidas en vida y fecundidad” reflexionó. Todo calzaba, por lo que dejó a los pájaros comer a sus anchas sin reclamar.
Catapulta: ¿Qué gusanos de tu espíritu debes sacar a la luz para volver a sembrar vida abundante en ti? ¿Qué pájaros te pueden ayudar aunque parezca un ataque su intención inicial?
4 de abril: Agustín llevaba un tiempo semi perdido en el camino a seguir. Si bien su corazón era de una bondad sin fin, a veces sus heridas de niñez y de adolescencia le hacían transgredir límites sin mucha conciencia y ponerse en peligro de caer en acantilados, que abundaban por donde solía vivir. A su vez María, estaba tan perdida en la soledad y la tristeza de las cargas de una vida que la sobrepasaba sin fuerzas para resistir, que solía mirar los precipicios escarpados que había por ahí, angustiada y sin saber por dónde salir. Un día ambos vecinos se conocieron en los bordes de las altas montañas y sin ponerse de acuerdo -en un principio-, comenzaron a lanzar piedras en la honda brecha que tenían frente de su devenir. Día tras día, cada vez que se encontraban cada uno iba trayendo rocas de su historia e iban rellenando el tremendo acantilado que tenían frente de sí. A poco más de un año, lo que antes era sólo vértigo y peligro, se había convertido en un puente maravilloso y firme por el que Agustín y María se encaminaron para seguir. Cuál no sería su sorpresa al ver los campos verdes y llenos de flores que los aguardaban y sólo les quedó llorar de alegría y sonreír. Él al encontrarse con ella, había dejado sus transgresiones arrumadas en medio de las rocas y no quería más sufrir. Ella al encontrarse con él, había recuperado su valía, su belleza y sus ganas de vivir, dejando atrás todos los pesos de un pasado que no volvería a revivir. Los acantilados se hicieron valles y los dos se dieron cuenta cuán grande era el milagro, que los había logrado rescatar de una muerte lenta y fea que no merecían recibir.
Catapulta: ¿Qué personas en tu vida han sido claves para salvarte de precipicios? ¿A quiénes crees que tu has podido rescatar?
5 de abril: “¿Rosita, qué llevas ahí?”, le preguntaron sus vecinos al verla cargada de paquetes y rosetones que apenas la dejaban traslucir. “Llevo regalos para los míos que me ha costado mucho conseguir. Estoy tan ilusionada de verlos sonreír” dijo con la alegría pintada en la cara como si un mismo arcoíris se hubiese instalado ahí. Sin embargo, al cabo de un rato la vieron cabizbaja y con sus cajas a medio abrir. ¿Qué ha pasado vecina? ¿La asaltaron acaso?, le preguntaron nuevamente con auténtico interés en su porvenir. “No” agregó en medio de la vergüenza y el dolor que no le cabía en sí y entre balbuceos contó lo que le pasó. “Al encontrarme con los míos grité fuerte para que todos pudieran oír. Comencé a desenvolver los paquetes y a desarmar las rosas para ver su frenesí. Sin embargo para mi sorpresa, una bomba explotó frente a mí. Que para qué había gastado tanto; que no era necesario; que nadie usaría realmente lo que con tanto esfuerzo conseguí. Al principio –incrédula- defendí los presentes pensando que sólo era una confusión, pero al poco rato mi corazón se fue despedazando tanto como las cintas y papeles que caían al suelo junto con mi ilusión y ganas de ser feliz”, relató Rosita con la cara pintada de trueno y tormenta a punto de venir. ¿Y qué va a hacer ahora vecina?, dijeron sin esperar un sí. “Estoy devastada; sólo quiero dormir. Ya mañana veré qué fue lo que no vi y buscaré la forma de rearmar los paquetes y mi corazón, para quien sí lo quiera recibir”.
Catapulta: ¿Cómo te sientes cuando algo que te ilusiona en el alma no es recibido como lo pensaste? ¿Qué haces con tus expectativas?
6 de abril: Cuando se miraba en el espejo o lo veían de lejos, su cuerpo parecía normal, pero la verdad en sus manos y en sus pies, llevaba apernado injertos muy especiales. Con tecnología de avanzada y con cirugía espacial, le habían cambiado sus extremidades por las de alguien más. El tema era que los injertos tenían una luz y una energía que no sabía explicar, pero tampoco frenar. De sus dedos salían rayos que permitían acariciar sin tocar y de sus palmas salían ideas sin parar. De sus tobillos emergía una fuerza sin igual y en cada uno de sus huesos y en la misma planta, se percibía una sensibilidad muy particular. A ratos disfrutaba de poseer esta suerte de poder, que le permitía abrazar con mucho más intensidad y/o caminar sintiendo el pulso de la tierra y el mar. Sin embargo, había momentos donde se sentía extraño e inadecuado; un Frankenstein que no sabía cómo relacionarse con su anatomía y con la naturaleza híbrida que debía cargar. Tenía la certeza que el donante de sus manos y pies era un ser muy especial; lo intuía en sus venas y lo sentía palpitar con él, como si fuese una presencia real. Incluso a veces los veía magullados y sangrantes y se estremecía de dolor y soledad. Imposibilitado de volver atrás la cirugía, decidió con sabiduría que se tenía que aceptar y agradecer cada día a quien le había compartido sus manos y pies para plasmar vida en su lugar.
Catapulta: ¿Has sentido alguna vez que de ti emana una fuerza que es de alguien más? ¿Te sientes instrumento de amor y creatividad?
7 de abril: Cuando pequeño las circunstancias lo había obligado a sumergirse en las inmensidades del océano para sobrevivir. Aun así, el frío y los calambres no se dejaban esperar y el pobre niño sufría una soledad muy grande y una tristeza sin igual. Sin embargo, con el paso de los años las circunstancias mejoraron para él y pudo trabajar en la superficie y superar las dolencias y la tan temida nostalgia que lo solía visitar. Sin embargo, una mala costumbre aún contaminaba su paz interna y su libertad: cada vez que alguien lo agredía o sufría de inseguridad, su espíritu se sumergía nuevamente en las olas aunque estuviera a kilómetros del mar. Como masas de agua se sentía ahogado por una emoción triste que no podía superar; salían incluso lágrimas saladas de sus ojos en recuerdo de la herida de infancia que aún debía cargar. Un día un amigo le regalo una caña de bambú por donde pasaba el aire sin ninguna dificultad. Le indicó que cada vez que sintiera el ahogo, debía tomar aire muy profundo y llevar su emoción a la cabeza para poderla racionalizar. Aclarando las ideas ciertas y la realidad que tenía al frente, podría darse cuenta que su pasado ya estaba atrás; que su ahogo se aliviaba cuando veía con su mente un panorama más amplio que lo que su herida podía observar. “No gastes más energía emocional, amigo mío; súmale la fuerza de tu cabeza y verás que no todo está mal” sentenció el amigo. Al cabo de un tiempo ya estaba mucho más tranquilo y llevaba su cañita “milagrosa” a todas partes; no quería olvidar que la emoción debe ir acompañada del aire de la racionalidad para poder vivir en paz.
Catapulta: ¿Te inundas y ciegas con tus emociones negativas con frecuencia? ¿Cómo agregar la razón a tu sentir para recuperar el dominio y la felicidad?
8 de abril: La osa había tenido una temporada muy intensa de cazar y recolectar frutos para el invierno y estaba muy cansada. Había tenido que nadar en ríos torrentosos y hasta ascender cimas de árboles que la superaban en capacidad. Muy a pesar de su voluntad, había tenido que sacar sus garras y rugir un par de veces, para que no la atacaran más, pero ya estaba en su madriguera, tranquila y sus patas y sus ojos se cerraban, sin que lo pudiera controlar. Faltaba aun para la temporada de hibernación total, pero se dio cuenta que una buena siesta, la podría recuperar. Hace tiempo que no se daba permiso para auto cuidarse y regalonear e hizo todas esas cosas que le llenaban antes de una culpa extraña, pero ese día sabían mejor que la miel de un panal. Sacó las piedras de su cueva y la dejó limpia y ordenada para dormitar; se hizo un buen plato de comida lleno de calorías para paladear y cerró todas las grietas del techo de su madriguera, para que nadie la fuera a molestar. Aparentemente coludidos, sus oseznos justo salieron a pasear y la osa pudo dormir y soñar nuevamente como cuando era pequeña y con peces y mariposas podía, simplemente, jugar. Ya vendría nuevamente la energía para trabajar, pero ese día era su obligación desconectarse de todas sus responsabilidades de osa y dormir, sin que nada ni nadie, la pudiera despertar.
Catapulta: ¿Te viene bien una siesta de osa este día? ¿Qué gustos sin culpa te puedes dar?
9 de abril: Inquieta por lo que sentía y percibía en su cuerpo, Juana fue a ver al doctor. Este, la mandó a sacarse una serie de exámenes para identificar el origen de su extraño estado, ya que a simple vista nada le encontró. Cuando fue a sacarse una radiografía del pecho, el tecnólogo la asustó, ya que le dijo que tenía en la cavidad cardiaca un corazón muy abultado y que palpitaba con una fuerza mayor. Al sacar una resonancia, el resultado no fue mejor; en realidad tenía dos corazones unidos y las arterias y venas eran inseparables con una operación. Cuando le llegó el turno de ver su cerebro, el veredicto fue peor; tenía una especie de tumor adherido a lo largo de toda la superficie de los hemisferios, como una doble capa de corteza de un raro color. Cuando le examinaron sus extremidades y el resto del organismo, lo mismo pasó; tenía el doble de huesos, músculos y todos los órganos de su interior, pero casi traslúcidos, como un fantasma interior. “Juana, a usted la habita otra persona, pero en una rara dimensión. Es una presencia velada, pero que influye mucho en su percepción y acción”, le informó. Eso explicaba las emociones inesperadas que emergían de su corazón; ese era el origen de las inspiraciones y creaciones raras que su mente sacaba sin petición; ese era el motivos de los calambres y estímulos ajenos que percibía en sus manos, en sus pies y hasta en su esternón. “No sé quién es señora, pero sí puedo decirle que no le hace ningún mal; sólo veo beneficios en esta cohabitación”, concluyó el especialista, sin otra explicación. ”No se preocupe doctor, yo intuía que era eso lo que me pasaba; sólo necesitaba su confirmación”, dijo Juana, retirándose llena de alegría en el alma por el privilegio de tener a tan precioso huésped en su interior.
Catapulta: ¿Sientes a veces que te cohabita la presencia del Señor? ¿Qué síntomas extraños o sensaciones te lo confirman?
10 de abril: “Pepe, jamás podrás jugar fútbol de nuevo” le dijo el entrenador al niño, dejándolo desconsolado en un mar de lágrimas que no había cómo parar. Ciertamente, el pequeño había faltado a algunas las prácticas y su rendimiento de goles había bajado el último año, sin embargo su coach no sabía los motivos que había tenido para ausentarse de entrenar y drásticamente lo había sacado del equipo como si tuviera una enfermedad. Al principio él se dio por vencido y no podía reaccionar, pero luego sus amigos le hicieron ver la situación desde una perspectiva global. “Pepe tú fuiste el goleador del año pasado y del antepasado igual” le dijo el primero en hablar. “Cuando recién partíamos como equipo, tu nos enseñaste a chutear” agregó otro sin dudar. “Amigo, todos tenemos derecho a faltar, pero lo que no podemos hacer es abandonar”, le comentó el último, instándolo a apelar. Pepe partió donde su coach y le mostró el promedio de goles de todas las temporadas; también le enseñó su tabla de asistencias y la media le alcanzaba demás para aprobar. Él sabía que había fallado, pero eso ya había quedado atrás y tenía derecho a otra oportunidad. El entrenador fue inflexible en un principio, pero al ver tanta fe y convicción esencial, se dio cuenta que Pepe no sólo decía la verdad sino que en ella se jugaba su identidad. Él había nacido como futbolista y no había nada que lo llenara igual. Había conversiones profundas que él no podía conocer ni juzgar, pero sí creía en ellas y volvió a poner de titular al niño, que no daba más de felicidad.
Catapulta: ¿Crees en ti y en tu bondad aún cuando en el pasado hallas podido fallar? ¿Quiénes te apoyan? ¿Eres capaz de luchar por seguir de titular?
11 de abril: Dicen que Jesús le regaló a todos sus apóstoles, antes de irse, un embudo/caleidoscopio muy especial. Su propósito era que, con él, pudieran mirar los colores maravillosos del cielo y recibir la energía divina que su Padre les quería prodigar. Y si bien le dio las instrucciones de cómo usarlo, ellos estaban muy distraídos con la pesca y la multiplicación de los panes, por lo que al momento de utilizarlo, todos lo hicieron mal. Ponían la parte delgada del embudo en sus ojos y desde ahí sólo podían contemplar una pequeña porción de la realidad. Es más, se cerraba la visión y sólo desde su ombligo, percibían una mínima porción de todo lo que Dios Padre les quería regalar. Apenas veían unos poquitos colores y algunas formas, con gran esfuerzo y cansancio además. Pensaban, malamente que todo dependía de la capacidad de sus ojos y casi todos lo dejaron de usar. En eso estaba Pedro, cuando tomaron detenido a Jesús y él por miedo, lo negó tres veces y luego de vergüenza y dolor, casi no se podía parar. Su maestro, desde lejos, le indicó que sacara su instrumento y lo diera vuelta para mirar. Debía ponerlo encima de su cabeza como un gran paraguas, con la parte ancha hacia adentro como una antena satelital. Pedro comenzó a sentir cómo se derramaban sobre él gracias de colores, como papel picado que nadie podía descifrar. Luego una lluvia de perdón y misericordia, lo bañó completamente y le dieron las fuerzas para levantarse y confirmar que tanto el hijo como el Padre, lo querían mucho más. A pesar de su debilidad, jamás dejaban de prodigarle su amor y su paz. Desde esa noche de conversión, él fue enseñándole a todos cómo usar correctamente el regalo de Jesús y así se fue inundando de pedacitos de amor que cambiaron la faz de la tierra y de la humanidad.
Catapulta: ¿Cómo utilizas el embudo/caleidoscopio del amor de Dios? ¿Eres capaz de recibir sus gracias de colores y su confianza existencial? ¿En quién confías más, en ti o en Dios?
12 de abril: Lucía padecía desde pequeña una rara enfermedad, que hacía que sus emociones jamás llegaran a su cabeza y no las pudiera racionalizar. Cuando algo le disgustaba o se sentía no aceptada, su impulsividad se mezclaba con todos sus sentimientos y comenzaba a hacer destrozos y a llenar su piel de verdaderas callampas, que no paraban de supurar tóxicos de diferente variedad. Los más venenosos, eran los que culpaban a los demás de todas las consecuencias de su actuar. Había otros que intentaban manipular los sentimientos del resto, para contagiarlos de la enfermedad; y había también otros elementos muy malignos, como inventar cuentos para acomodar a su visión la realidad. Con todo, Lucía era buena, buena de verdad, pero su cabeza no podía pelear contra su desborde emocional; su canal de comunicación había quedado bloqueado hace mucho tiempo ya. El problema adicional era que, al querer hacerla entrar en razón sus amigos y familiares, las callampas proliferaban más. Entraban nuevos ingredientes para reaccionar y la situación sólo empeoraba, sin parar. Tanto así que ya casi no se le veía el rostro y nadie se quería acercar, por el temor a ser culpado o atacado sin piedad. Lo único que ayudaba a Lucía era el tiempo con su lento andar. Poco a poco, las ideas se le iban ordenando, pero lamentablemente venía el trabajo de pedir disculpas y reparar todo lo que sus venenos habían provocado. En muchos casos, ya era tarde y quedaba sumida en una victimización, difícil de sanar. Cruel la enfermedad de Lucía; ojalá nunca te llegue a afectar.
Catapulta: ¿Conoces personas que padecen síntomas de esta enfermedad? ¿Cómo te proteges de sus tóxicos? ¿Logras perdonar?
13 de abril: Había un mago intentando crear la belleza perfecta y eterna, que permitiera a cada persona saberse preciosa y única. Buscó pócimas e ingredientes, pero nada duraba para siempre y tarde o temprano la vejez y/o la tristeza malograban sus hechizos. Exprimió a los caracoles hasta que su débil casita se quebró; mezcló flores exóticas y hasta a las arañas les preguntó por la mágica tela que tejían por si acaso con ellas algo podía hacer durar el efecto de la intervención. Sin embargo, todo caducaba y el mago fue a visitar al Gran Mago de la creación por si él ya había encontrado una buena solución. “¿Qué?” dijo sorprendido entre risa e ironía. “¿Cómo no conoces un truco tan antiguo como infalible?”. El aprendiz avergonzado de su ignorancia, insistió, ya que realmente no sabía a qué se refería. “Sólo basta mirar con genuina atención y Amor, con mayúscula, a los ojos de otro para que su diamante interior y su belleza eterna se revele como un iceberg invertido” explicó el anciano, como si fuera una cuestión obvia, sin discusión. “No entiendo, ¿qué ingredientes lleva esta pócima y cómo debo mezclarlos para obtener esa mirada mágica superior?”. “Los ingredientes y el método es simple” aclaró. “Sólo debes detenerte frente a cada ser, observar sus luces, sus sombras y seguir más adentro donde guarda su tesoro interior. Ahí todo es oro, belleza y perfección”, decretó. “¿Y cómo lo sabes con tanta seguridad?” preguntó. “Yo mismo lo pongo ahí cuando cada ser humano nace. Conoce mi obra con amor y deja fuera todas las circunstancias con misericordia y perdón incondicional” dijo el Mago sabio y antes que se diera cuenta el aprendiz, desapareció.
Catapulta: ¿Has sido mirado así por alguien que te ha hecho sentir bello y valioso, a pesar de tu fragilidad o inadecuación? ¿Cómo crees que te mira Dios?
14 de abril: La ballena Berta venía navegando de mares muy profundos y allá abajo había situaciones y seres que la cargaban de más. Su nado era pesado y ya estaba cerca de que todo lo tragado se convirtiera en esa tristeza y melancolía que la solía enfermar. Despertó temprano para salir a la superficie a respirar, pero sus aletas llevaban pegadas esas algas de plomo que no la dejaban elevarse y disfrutar la belleza que ya empezaba a desplegarse, alrededor de su cuerpo turquesa y de sal. Estaba que se rendía para sumergirse una vez más, cuando de pronto miles de pajaritos hermosos la vinieron a cubrir como un manto de nieve que no cesaba de brillar. Ellos picaron las algas que la hundían y en breves instantes la dejaron en libertad. Llena de gozo apretó su vientre y un increíble chorro de agua atravesó los cielos, expulsando toda la pesadumbre y pena que la tenían mal. Las aves del cielo recibieron un rocío de agradecimiento y Berta levantó su cola para saludar. Qué bien se sentía al saberse cuidada por la inmensidad; sabía que no era casualidad la visita de los pájaros ni tampoco el de todas sus amigas cetáceas que se sumaron para celebrar. Un chorro tras otro hicieron del océano un fiesta espectacular; parecían fuegos artificiales de espumas, agua y sal. Sólo bastaba, pensó Berta, estar atenta a las señales del cielo y jamás dejarse vencer por esas energía feas del fondo del mar. Cierto que había algas de plomo que la podían frenar, pero también había miles de aves que siempre la vendrían a liberar y a alegrar.
Catapulta: ¿Cómo te liberas de esas tendencias emocionales que te quieren hundir? ¿Ves las aves que te envía el cielo para liberarte?
15 de abril: Una extraña carta llegó al cielo, específicamente al Departamento de Diseño de Cuerpos Humanos, reclamando por la forma en que habían armado el corazón. “Me gustaría saber quién fue el que pensó dividir en dos grandes cámaras este músculo fundamental y para peor, después en cada una agregó una segunda sección. ¿No podría haber sido sólo un gran recipiente de ingreso y egreso de la sangre, sin tanta complicación?” describía el remitente indignado por la situación. El ingeniero jefe de la sección meditó profundamente la respuesta y luego le escribió: “Querido amigo, gracias por su misiva ya que nos hizo preguntarnos nuevamente si el diseño existente era la mejor opción. Después de analizarlo con detalle y hacer varias pruebas más, confirmamos que es la mejor solución para administrar la corriente amorosa. El que existan dos áreas diferentes, es para que cada ser pueda realizar dos operaciones fundantes en su existencia. Por un lado debe procesar y purificar todo lo que viene cansado, sucio, fragmentado de su interior, para redimirlo y oxigenarlo. Por la otra, debe partir a conquistar nuevas vivencias, para sorprenderse y nutrirse con lo nuevo para crecer y aprender. Dos fuerzas distintas y complementarias, que alimentan al mismo núcleo y le permiten ser. Ahora bien, cada cámara pequeña sirve a su vez para reconocer que en cada dinámica, también se requiere un pedacito de la otra para permanecer. La fuerza que te lanza a explorar debe tener un ancla para no perderse y la purificación del dolor debe tener una válvula de escape para dejarse sorprender.”
Catapulta: ¿Cómo está funcionando tu corazón el día de hoy? ¿Qué tal el equilibrio con su doble cámara? ¿Algún reclamo para presentar?
16 de abril: El largo ciempiés no sabía cuánto tiempo llevaba caminando ni tampoco se acordaba mucho de lo que cada una de sus patas había tocado al caminar. Fue así que en un recodo de un pino viejo, decidió parar y preguntarle a cada uno de sus pies lo que había vivido al viajar. Los que estaban más cerca de su cabeza, agradecieron loas hojas suaves de menta que habían podido saborear; las que las seguían, recordaron y dieron gracias por la suavidad del suelo y por el cielo que habían podido contemplar. Un poco más lejos, les costó más trabajo al principio, pero luego, como una vertiente maravillosa, comenzaron a recordar: “las conversaciones del alma cuando tuvimos que cruzar ese peligroso río y su caudal” comentaron un par de patas que casi se pusieron a llorar. “Las caricias recibidas cuando nos íbamos a acostar”, dijeron las patas traseras regalonas de más. “Todo el aire que respiramos y la capacidad de movernos sin cansar”, comentó una filosofa desde el fondo del largo cuerpo del ciempiés Baltazar. Una a una fueron agradeciendo cada una y todas las maravillas que les había tocado andar y así el pequeño animal se dio cuenta de cuán bendecido era y de la importancia de agradecer toda esa posibilidad.
Catapulta: ¿Actúas como el ciempiés de vez en cuando, recorriendo tus pasos y agradeciendo todo lo que has vivido? ¿Qué es lo que más te cuesta recordar?
17 de abril: Azucena, la mariposa, se sentía oriunda de su valle pequeño donde casi todo le era conocido y todos hablaban un idioma similar. Le gustaba también contemplar la cordillera cercana y disfrutar de la brisa del mar; pero lo que más le encantaba era que en esas tierras, no exentas de defectos, se sentía en su hogar. Por eso, cada vez que la mandaban a buscar néctares nuevos a la ciudad, una parte de la mariposa se amurraba y no se animaba a volar. Sin embargo, sabía que era importante la misión para los demás insectos y se armaba de fuerzas a pesar de su voluntad. A pesar de las adversidades propias de la distancia y de uno que otro arácnido agresivo que siempre se asomaba al viajar, ya una vez llegada, se daba cuenta del privilegio y la responsabilidad que recaía en sus alitas de colores y las antenas que tenía que alertar. El néctar era esquivo y no siempre todos lo sabían encontrar; incluso algunos que lo tenían, no lo querían compartir por temor a quedar sin nada. No era fácil la tarea porque en la ciudad había muchos seres y el idioma era como el ruido de un panal; todos hablaban al mismo tiempo pero en distintas lenguas y hasta las flores se parecían marear. Así, cada año al ver el bosque de cemento y los caminos empapados en pavimento y sal, Azucena tomaba más consciente que nunca la decisión que todos los días la hacía levantar: “hoy voy a ser lo que soy, sin importar la crítica de algún citadino o un alacrán e intentaré amar lo que más pueda a cualquier insecto que se me vaya a cruzar”. Su fórmula funcionaba y así volvía a su pueblo, cansada pero contenta y con sus estanques repletos de miel para dar a quien lo fuera a necesitar.
Catapulta: ¿Cómo te sientes al salir de tu ciudad para trabajar? ¿Te produce miedo o ansiedad o viajas tranquilo, aprendiendo y dándote libremente a los que te vas a encontrar?
18 de abril: Todos los aprendices de jardinero fueron llamados a participar del curso del hombre más experto en plantas, árboles, frutos y todo cuanto hay, que viva sobre la humanidad. “Deben elegir con extremo cuidado y reflexión, qué semillas van a plantar primero en su jardín, ya que ellas serán las que encontrarán la mejor tierra y crecerán fuertes y firmes, afectando a todo lo que después puedan cultivar. Son las copas de los primeros árboles las que determinarán cuánta luz habrá para las demás. Son los frutos de las primeras siembras, las que abonarán el suelo donde después otras plantas harán su hogar. Son sus malezas, imperfecciones, torceduras, podas y el desarrollo de los árboles fundadores, los que marcarán el destino de los demás. Así que elijan bien qué van a sembrar y ojalá sea algo bueno, bello y verdadero además” dijo el botánico, sin mucho divagar. Un estudiante inquieto, sin embargo se atrevió a cuestionar al sabio, preguntando que si era posible cambiar la influencia tan grande que tenían las primeras plantas. “Si las corto todas, ¿puedo recomenzar sin problemas?” replicó. “Mi querido amigo, la vida siempre da una nueva oportunidad, pero lo primero siempre queda enraizado en las profundidades y pueda emerger frente a cualquier eventualidad. Elige bien lo que siembras y estarás tranquilo al cosechar; no sea que la semilla mala te malogre la tierra y luego sea tarde para enmendar”, sentenció regalando una sonrisa de paz.
Catapulta: ¿Reconoces cuáles fueron las primeras semillas que plantaron en ti al comenzar tu existencia? ¿Cuáles crees que son los “arboles” que tu estás plantando en los más pequeños?
19 de abril: Dos amigos discutían acaloradamente tratando de encontrar la verdad. El primero sostenía que a mayor cantidad de palabras habladas, más inteligentes y competentes iban a ser sus hijos y por eso no paraba de estimularlos para que pudieran hablar. El segundo sostenía que a mayor cantidad de silencios conscientes y la comunicación sin hablar, sus retoños más desarrollaban su mundo interno e imaginación y por eso los invitaba a contemplar y expresarse con toda su corporalidad. De pronto un tercer amigo les prestó una balanza para ver cuál argumento pesaba más y cuál no fue la sorpresa de todos, al ver que los dos platillos encontraron un equilibrio perfecto y dinámico que los hacía danzar. El promotor del silencio comenzó a decir mil argumentos para sacar de su mutismo al que alardeaba de hablar y hablar. De pronto una gran carcajada reunió a los tres amigos quienes descubrieron una preciosa y gran verdad: Los niños y todos los seres humanos necesitan ambas cosas para vivir en paz. A mayor lenguaje efectivamente aumenta el pensamiento y la capacidad de comunicar hacia fuera y conversar. Sin embargo, también es necesario el silencio activo y contemplativo para digerir lo anterior, ordenarlo y recrearlo a la luz de la propia intimidad. Desde ese día los dos amigos se turnaron y observaron que sus hijos y ellos mismos, eran personas mucho más felices e inteligentes además.
Catapulta: ¿Qué aspecto te sale más fácil, hablar o guardar silencio? ¿Qué opinas que domina hoy la sociedad?
20 de abril: Una niña muy pequeña fue la única persona que pudieron encontrar para realizar la difícil tarea de abrir camino por la selva oscura y tenebrosa que rodeaba la aldea. Todos los habitantes sabían que había que emigrar, pero no había quien tuviese el coraje y la valentía para atravesarla sin dudar. Su madre muy preocupada le hizo un hechizo antes de dejarla marchar: hizo un ungüento con barro y con hojas santas y cubrió los ojos de su niña con una capa de inocencia que todo lo que viese lo pudiese interpretar desde su ingenuidad y asombro, sin jamás pensar mal. Partió la niña y feroces leones la quisieron matar; ella pensó que eran nuevos amigos que con sus garras y dientes le mostraban su hospitalidad y pasó de largo saludándolos sin peligrar. Luego crueles víboras la quisieron envenenar, pero gracias a su inocencia pensó que con sus lenguas afiladas sólo le enseñaban a silbar de un modo especial. Mandriles furiosos la tomaron del pelo para sacarla del lugar, ella pensó que sólo juagaban a peinarla y los dejó trenzar sus cabellos porque le pareció divertido igual. Toda la oscuridad y peligros de su travesía le parecieron pistas de un tesoro escondido que debía encontrar y así fue dejando detrás de sí un angosto y definido camino donde el resto de su aldea podría caminar. Al terminar su trayecto, un amigo de su tribu le preguntó cómo lo había hecho para no llorar ni temer por su vida en casa suspirar. Recién ahí ella cayó en la cuenta de lo vivido y de los múltiples peligros que se había salvado por sólo pensar bien en vez de mal. Supo también del magnífico poder del hechizo de su madre y se prometió a sí misma compartirlo con todos los que quisieran vivir con alegría y con paz. Sólo la pureza del corazón la había salvado y ese ungüento sí que hacía falta en su aldea y en todas las demás.
Catapulta: ¿Cómo piensas regularmente, bien o mal? ¿Conservas la inocencia en tu alma? ¿Cómo cuidar el “ungüento” frente a la adversidad?
21 de abril: El alacrán no tenía del todo claro porqué reaccionaba automáticamente enterrándose su aguijón, cada vez que tenía una contrariedad. Probablemente era el miedo mezclado con dosis de inseguridad, lo que hacía inocularse su terrible veneno y sufrir una enormidad. Así cada vez que el ambiente se tornaba incierto o tenía que decidir cómo actuar, sentía en su interior cómo lo recorrían sustancias tóxicas que casi lo llegaban a matar. Sin embargo, en la medida que fue madurando y comenzó a tomar conciencia de su realidad, trató de ir contrarrestando su tendencia y revertirla antes de que fuese tarde para reaccionar. Para eso, a su cola le zurció una bolsa y un dispensador adicional, que contenía un antídoto muy especial. Cada vez que se inyectaba su aguijón con veneno, al mismo tiempo el remedio lo seguía y lo lograba neutralizar. Alcanzaba a sentir el pinchazo, pero también el alivio y la salvación. Pero no era fácil encontrar las medidas justas entre veneno y antídoto y la tensión continuaba junto a él. Finalmente se dio cuenta que así era su naturaleza de alacrán y que con esa misma tensión lograba crear y aprender más. Hubiera sido mejor sólo dulzura, pero sabía que eso no existía y el misterio de su aguijón lo tenía que aceptar.
Catapulta: ¿Te auto inyectas veneno en tu interior con frecuencia? ¿Eres consciente de eso? ¿Has desarrollado antídotos?
22 de abril: Clemente tenía un corazón tan grande y tan sensible, que solía sufrir por las pequeñeces y frialdad de los demás. Se hacía cargo de todo y de todos y entre la rabia, la impotencia y la tristeza, solía estar. Lo que no sabía es que su padecimiento, se debía a un problema eléctrico estructural. Al encarnarse, había sido diseñado con un tubo de luz muy potente y puro que lo irradiaba como una columna vertebral. Era un cilindro amoroso que lo sostenía y que tenía que ver con su misión esencial: Iluminar al mundo con ternura y bondad. Sin embargo, con las indiferencias e inadecuaciones de los demás, hacía corto circuito y su luz interna se desvanecía, hundiéndolo en la oscuridad. Su problema radicaba en el enchufe, ya que era muy frágil y se solía desconectar de la corriente central que lo alimentaba, olvidándose de su esencia; de su alegría, impidiéndole ver con claridad. Al buscar una solución, la huincha aisladora fue su salvación. Envolvió el enchufe con muchas vueltas de cinta para afirmar la conexión; así cada vez que recibía un estímulo que lo contrariaba, hacía honor a su nombre y la clemencia trataba de experimentar, alimentándose de la certeza de su motivación y bondad. Así, no se iba a negro y vivía con más paz; tampoco se apagaba su tubo de luz interno y seguía brillando sin parar.
Catapulta: ¿Cómo mantenerte unido a tu más profunda verdad? ¿Qué situaciones te hacen corto circuito? ¿La clemencia con los demás, la logras vivenciar?
23 de abril: Lo amaba tanto y en tal extremo que verlo partir lejos y para siempre, era una experiencia que no podía soportar. Algo debía hacer para sentir su presencia real, aunque ya nunca más estuviese físicamente junto a ella. “Ayúdeme” le suplicó a la hechicera del pueblo y la anciana se compadeció. “Hija mía, aquí tienes este talismán; llévalo en tu cuello y cada vez que lo necesites, la visión de su rostro te acompañará. ¿Y cómo sentiré sus manos rodearme y abrazarme, sin poderlo tocar?. El talismán te permitirá sentirlo con tu tacto espiritual. Lo mismo con tu vista y todos los sentidos se elevarán, para que puedas viajar sin límites de tiempo ni espacio y estar con tu amado en completa unidad”, dijo la mujer, entregándole el pequeño objeto de cristales de colores y noble metal. Así, en cada ocasión sólo le bastaba cerrar los ojos y tomar su talismán para saberse acompañada, amada y cuidada, como nunca antes lo había podido experimentar. Su fe aumentó tanto que llegó un momento en que comenzó a poder dialogar con él y a compartir todo lo que le pasaba, en una completa bi unidad. En cada pestañeo, sentía su mirada y su aliento al respirar. Agradecida regresó donde la anciana para preguntarle por los poderes del sagrado talismán. “El objeto es sólo vidrio pintado hija mía y no tiene poder alguno más que el de brillar. El secreto está en tu fe, que te permite conectar con tu amado aquí y en la eternidad”.
Catapulta: ¿Cómo es tu fe? ¿Te permite sentir la presencia de Jesús junto a ti?
24 de abril: Un terremoto muy fuerte azotó la ciudad y las paredes de todas las viviendas se agitaban sin parar. Se caían los adornos y los vidrios se quebraban como hojas de otoño, sin chistar. No había dónde salvarse aparentemente y la gente gritaba y se peleaba al tratar de arrancar. “Encontré un refugio” gritó una niña, pero nadie la quería escuchar. “Aquí está todo en calma; aquí está todo en paz” insistió la pequeña, pero sólo recibió empujones y uno que otro improperio por molestar. Entonces decidió ir al refugio sola y esperar que todo pasara para recomenzar. Suave y lentamente se hizo un ovillo humano y se abrazó a sí misma para sentir la paz. Ahí mirando hacia su interior, era capaz de percibir esa luz rosa y amarilla maravillosa, donde nada se movía y se sentía plenamente cobijada por la naturaleza, que jamás la iba a atacar. A su alrededor todo era agitación y pánico, pero en su refugio la niña contemplaba el terremoto desde otro lugar. Un espacio seguro, intocable, impenetrable a cualquier destrucción o mal. Es más, su carita se dibujaba con una sonrisa dulce, que no contradecía sus ojos inmensos, absortos en todo lo que podía contemplar. Al acabar el sismo, los lugareños al ver su cuerpo intacto y su cara de paz, recién cayeron en la cuenta que lo del refugio era verdad. ”¿Dónde te escondiste niña? ¡Cuéntanos tu secreto de una vez!” la increpaban sin mucha paciencia ni piedad. “ Yo sólo me fui muy adentro de mi misma, a una cueva llena de luz que posee una fuente de donde mana agua rosa y amarilla como un arcoíris natural. Esta cueva está protegida por un escudo de vidrio muy grueso, que no se mueve ni se agrieta con nada y para entrar sólo hay que rezar” dijo la pequeña con inocencia total. “Esta niña está loca” gritaron todos y se fueron a sus hogares sin hacer caso a la maravillosa verdad que les acababa de revelar.
Catapulta: ¿Dónde te refugias cuando padeces terremotos intensos a nivel emocional o espiritual? ¿Crees de verdad en esa cúpula divina de protección total?
25 de abril: Mientras el Doctor Ciencias diseñaba su nuevo prototipo de súper héroe, tuvo una idea genial para hacerlo todo poderoso e invencible además. Un ojo lo dispuso para que pudiera ver muy de lejos y tener visiones además de lo que el futuro le podría deparar. Con esa vista jamás perdería la perspectiva y sabría anticiparse y ponderar las distancias que tendría que enfrentar. El otro ojo lo hizo con una vista rigurosa de cerca, para que ningún detalle se le fuera a escapar. Que fuese capaz de mirar a los ojos de todos y que hasta su corazón pudiera captar. El primer ojo le serviría muchísimo para volar a grandes alturas sin chocar y el segundo sería tremendamente útil para caminar a paso firme y sin errar. El primer ojo sería capaz de mirar lejos hacia delante y hacia atrás, recogiendo lo del pasado y lo del futuro para poderlo procesar el presente con mucha sabiduría e inteligencia además. El segundo le permitiría mirar muy adentro de sí mismo, reconociendo las fortalezas y debilidades que debía asumir y aceptar, para reconocer sus límites y realizar todas las funciones y misiones que podía desplegar. Finalmente cuando vio el prototipo el Dr. Ciencias se sintió muy orgulloso en realidad, ya que los circuitos internos del súper héroe hacía que ambos ojos miraran al mismo tiempo y sin discriminar de dónde venía la imagen de cada cual. Así en el chip central, toda la realidad se hacía una sola y nadie lo podría superar. El invento era un éxito, sólo lo tenía que patentar y replicar.
Catapulta: ¿Qué visión es la que más predomina en ti? ¿Cuál te falta desarrollar el día de hoy? ¿Lograr unificar la mirada de la realidad e integrarla con claridad?
27 de abril: “¿Qué sucede; estoy acaso enfermo?” preguntó el pulpo al delfín, sabio experimentado en cuanto sucedía en el fondo del océano y también lo que vivía fuera de ahí. “Mi estimado amigo, lo que sucede no es enfermedad propiamente tal, sino que has puesto toda tu atención y energía en un tentáculo y has olvidado que necesitas los ocho para nadar”. Efectivamente, hace varios días el pulpo sólo había tenido ojos para aquel tentáculo que había enganchado en un coral y que le había dolido mucho en realidad. Entre el sufrimiento que le causaba una de sus extremidades y la necesidad de seguir andando y recuperarla además, sus otras siete patas habían quedado enredadas en los corrientes y las había negado como parte adicional de su ser esencial. “Y qué hago, ahora delfín Juan?” preguntó el octópodo con profunda ansiedad. “Sal de la corriente fuerte y busca aguas mansas donde puedas descansar. Luego anda tomando conciencia de cada uno de tus tentáculos y agradece la vida que te regalan para que puedas dimensionar que el sufrimiento de una pata no puede anular el gozo que te dan las demás. Es muy difícil que las ocho extremidades siempre estén fluyendo en paz; debes aprender a nadar con todas sin obsesionarte con una sola, por más que te pueda doler o molestar”, dijo el mamífero acuático como gran verdad. Poco a poco, el pulpo fue recuperando su movilidad y al cabo de un tiempo se le vio nadando y saltando lleno de su habitual colorido y felicidad.
Catapulta: ¿Te sucede a veces que te obsesionas con un tema y/o conflicto y dejas de ver todo lo demás? ¿Cómo te desenredas para fluir y nadar en paz?
28 de abril: La abeja Teresa venía agotada de tanto trabajar. En su colmena las cosas habían estado complicadas y hasta la miel de siempre, no la lograba animar. Sabía que sus alitas y patas jamás dejarían de agitarse, porque su naturaleza más profunda era convertir el polen de la vida en el néctar dulce que a muchos podía alimentar, pero eso no la eximía de cierta desesperanza y tristeza que ya pesaba más de lo que podía soportar. Por eso, al entrar a aquel pequeño huerto escondido del sur de su valle, cayó en éxtasis total. La recibieron hadas muy elegantes, vestidas de rosa, púrpura y de amarillo dorado traído del mismo sol y más allá. También salieron duendes colorados de las manzanas y otros verdes más pequeños se unieron, vestidos con musgo y rocío fresco que parecían diamantes de verdad. Teresa comenzó a succionar cada flor y cada fruto, embriagándose de esa energía que la naturaleza le prodigaba con tanta abundancia y generosidad. Sintió cómo se le hinchaba su cuerpecito con una alegría nueva y un aire fresco la vistió de esperanza y una perspectiva diferente a la que traía colgada. El pasado, el presente y el futuro se suspendieron en el tiempo y sólo un zumbido suave la envolvió, pudiendo percatarse de una presencia más. No pudo verla, pero sintió cómo la acariciaba y le daba nuevos impulsos para continuar. Teresa parecía borracha de amor y sólo atinó a hacer una ronda con todos los seres maravillosos que la habían recibido con tanta cordialidad. Al final del día, un cansancio diferente la hizo volver a la realidad. Tenía en sus entrañas de abeja una miel muy extraña y que no podía compartir fácilmente con las demás; pero sin duda, sí le serviría para volver a su panal con nuevos bríos para continuar la misión esencial.
Catapulta: ¿Qué espacios y/o objetos reales o psíquicos te logran renovar el espíritu? ¿Cómo guardas esta miel para los momentos de mayor adversidad?
29 de abril: Cada día que pasaba, la piel de José se hacía más esponjosa y sensible a la realidad que lo rodeaba. No era propiamente una enfermedad, sino más bien una condición que le permitía absorber –aunque no quisiera- todas las energías y vibraciones de las personas y lugares que le tocaba encontrar. Así, si el espacio era un jardín hermoso, lleno de pureza y vida brotando, José se hinchaba con belleza e inocencia, al punto de casi llorar de felicidad. No obstante, cuando los ambientes y los que lo rodeaban comenzaban a vibrar en frecuencias bajas, primitivas, el pobre hombre comenzaba lentamente a empaparse con esa suerte de alcohol y toxicidad, terminando enfermo y con lágrimas de angustia, que no podía evitar. Su piel comenzaba a arderle y a inflamarse como esponja mortal; sus ojos le picaban, pero lo peor pasaba en su interior que comenzaba a desesperarse, queriendo a toda costa arrancar. Había consultado especialistas y no había otra respuesta que su extrema sensibilidad, por lo que Pepe, se sentía solo, inadecuado y que nadie comprendía el extraño fenómeno que lo oprimía, como si estuviera en una cárcel espiritual. Cuando las lágrimas se asomaban sin poderlas controlar, el hombre reconocía que su estado crítico y que ya no daba para más; a pesar de que todos bailarán y se divirtieran, a él se le había acabado el tiempo y necesitaba un corticoide de pureza tomar para poder respirar. La inyección era a la vena y dolía en verdad, pero nunca faltaba un amigo o un pariente que lo cuidaba en su rara enfermedad. La piel de esponja, no era fatal, pero José la ofrecía cada día como parte de su misterio existencial.
Catapulta: ¿Cómo es tu sensibilidad frente a los entornos y personas con las que te encuentras? ¿Tienes síntomas de la enfermedad de José? ¿Cómo lidias con ella?
30 de abril: El jefe de los glóbulos blancos, estaba muy inquieto ya que muchos de sus mejores soldados, se estaban rindiendo frente a un nuevo virus que era feroz y muy astuto en realidad. En vez de ser defensa, estaban siendo palitroques débiles que no paraban ninguna enfermedad. El malvado, entraba al sistema cubierto de luces y prometiendo diversión y placer, sin parar. Sus fieles subalternos no reconocían el sutil engaño y se dejaban llevar por la corriente, pero mientras iban bailando y riendo, el virus los iba vaciando por dentro y los dejaba con la pura cáscara, pero sin fuerza para luchar. Para que no se dieran cuenta de su vacío, el malvado intruso, los ponía a hacer ejercicios intensos para que se sintieran útiles, exitosos y cumpliendo ejercicios de guerra, como en antaño su jefe les había enseñado, pero como no era la misma mística (en cuanto a profundidad), el virus aprovechaba de dividir a los glóbulos en muchas partes, disociando su esencia e identidad. Por un lado trabajaban como locos, ocupados y apurados ; por otro, se embriagaban de adrenalinina y oxitocina para compensar la soledad y la falta de fecundidad y sentido existencial. Al poco tiempo, el virus los hacía glóbulos viejos, sin brillo ni entusiasmo por nada. Finalmente, el sistema completo estaba muy enfermo en realidad y el mal avanzaba sin parar. El jefe no perdía la esperanza de alguna cura o vacuna mágica que los pudiera despertar, pero por el momento, junto a unos pocos generales, libraba la batalla sin claudicar, afirmado de la débil certeza de que la salud siempre vence a la enfermedad.
Catapulta: ¿Qué opinas del virus que se acaba de explicar? ¿Cómo manejas la desesperanza frente a la realidad de muchos en la actualidad?
1 de mayo: Cada mañana al salir de su casa, Catalina tenía siempre dos opciones para elegir cómo llegar a su trabajo y aunque pareciera obvio, le costaba mucho decidir y ser consistente con su elección. Si tomaba el camino de la izquierda, sabía que tendría que embarrarse los pies, pasar frío, caminar sola, soportar temores y cargar una pesada mochila que se iba rellenando con más kilos a medida que trataba de avanzar; era como si otros la fuesen alimentando con sus penas y pesares además. Si tomaba el camino de la derecha, Catalina tenía seguro que el paisaje sería luminoso y alegre como si alguien lo acabase de pintar. Por ahí, nunca andaba sola y hasta los animales y los árboles le indicaban por dónde andar. Y lo más importante, su mochila habitual cada vez se iba haciendo más liviana porque, misteriosamente, se la llevaba alguien más de los múltiples peregrinos que la solían acompañar. No es que fuera tonta, pero requería fuerza de voluntad elegir el bien en vez del mal. Demonios internos la tentaban a irse al barro y sufrir de soledad, como si fuesen un imán. Y era que había hecho tantas veces el camino de la izquierda, que le costaba un gran esfuerzo optar por el sendero de la felicidad. Ya al menos, estaba consciente de la existencia de los dos y en la puerta de su casa, todas las mañanas pedía al cielo la bendición y la gracia para optar por el mejor camino para ella y para todos los que la solían acompañar. Sabía que algún día, a punta de disciplina ya no se llamaría más Catalina sino Catalinda, porque sólo lindura y felicidad saldría de su interior, pero por mientras se mantenía atenta y se exigía mucha rigurosidad.
Catapulta: ¿Qué decides cada mañana para partir tu día? ¿Cómo desarrollar la voluntad para decidir ser feliz? ¿Qué demonios te tientan?
2 de mayo: “Alcanza el cielo, alcanza el cielo” le gritaba el niño a su cometa turquesa, para que pudiera elevarse a las estrellas que tanto anhelaba visitar. Tenía clarísimo el destino y también sabía –a pesar de su edad- que era imposible de conquistar, sin embargo en cada metro que subía su embarcación espacial -hecha de palitos de bambú y papel volantín y nada más- su alma se llenaba de un gozo que le hacía llorar. Mantenerlo en alto ya era una proeza mayor que involucraba muchas veces, sostener muy tensa la lienza e incluso hacerle sangrar. Otras veces, le exigía paciencia sobre todo cuando pasaban horas sin que el viento se dignara a soplar. Cuando llovía su cometa debía guardar y ponerla de nuevo en forma, siempre le implicaba más trabajo del que se pudiera pensar. Los palitos y el papel se humedecían y no era fácil por el peso hacerlo volar y más parecía un ganso viejo y flojo, que un avión de color mar. Había otros momentos en que el sol era tan intenso y el viento tan fuerte, que el niño se sentía elevar junto con su cometa y perderse en la inmensidad, pero también sabía que, tarde o temprano, tendría que bajar. Ni una brisa de amargura se le podía notar, y es que toda esta tensión creadora le permitía aprender y avanzar, porque de su padre había aprendido la certeza fundamental: un día el turquesa de su cometa, el firmamento completo y su alma de niño, brillarían unidas en la eternidad.
Catapulta: ¿Cuál es la meta más inalcanzable que tienes como norte fundamental? ¿Cómo administras la tensión diaria de conseguir un pedacito de ella y no la totalidad? ¿Eres feliz así?
3 de mayo: Cuenta la leyenda que la niña estaba tan triste y desesperanzada, que ninguna hierba ni ungüento le daba consolación. Si bien luchaba con tesón, una y otra vez esa vieja capa fea de negrura, le aplastaba el corazón. Un día partió al campo al atardecer y brisas cambiantes le alertaron de una presencia mayor. No podía verla, pero supo que su Madre del cielo había venido en su salvación. Comenzó a llamarla en silencio y luego a viva voz, mientras el firmamento se iba vistiendo de un azul profundo, con vetas rosas que le concedió el sol. De pronto, la niña se vio envuelta por una gran capa tejida con los hilos de plata y zafiros más finos que el ojo humano percibió y entre medio de cada zurcido, un diamante luminoso apareció. Toda la cúpula que la cubría se transformó en una campana de amor, revestida de esta tela divina de hermosura sin igual. Se iluminó su rostro y su corazón se infló de una energía que la atravesó. La Virgen, su madre, una vez más había venido en su rescate y con ternura infinita, había depositado sobre ella su manto de protección. La niña sabía que las adversidades aún estaban ahí, pero con esta capa de cielo ya no sentía temor ni dolor, sólo una emoción profunda de gratitud, por ser inmerecida receptora de tan fina y preciosa adopción.
Catapulta: ¿Has sentido alguna vez la intervención de la Virgen María en tu vida? ¿Qué milagros ha obrado en tu corazón? ¿Te das cuenta de su presencia?
4 de mayo: “¿Por qué las aves están cubiertas de plumas?” preguntó el pequeño a su padre de sopetón. Como estaba desprevenido y pensando en una reunión, sólo le contestó “porque así lo pensó Dios”. El niño arqueó sus cejas en señal de reprobación y poniéndose sus anteojos, le replicó: “Yo creo que sólo en parte tienes razón y pienso que hay muchas más justificaciones en el corazón del creador. Cuando los seres son capaces de elevarse por encima de los demás, seguro necesitan una protección liviana, pero impenetrable a los ataques del exterior. Además, un colchón emplumado es lo mejor para cuando hay que bajar de sopetón y así no romperse en el suelo cuando falle el cálculo o alguien más te baje sin autorización. Volar en las alturas también exige un abrigo superior, ya que ahí hace más frío, es más solitario y a veces sientes que quema más fuerte el sol. El color y el tamaño de las plumas tampoco es un detalle menor; a mejor camuflaje con el entorno, tienen mayor posibilidad de sobrevivencia y reproducción; lo peor es llamar la atención. Las aves saben que desnudas no son lo que son; pero también reconocen que perder unas pocas en cada vuelo, es parte de su vocación. Tienen conciencia de que algunas de las plumas caídas, servirán para propósitos superiores que ni ellas pueden prever ni retener. Las plumas, a su vez, se van cambiando a lo largo de su ciclo de vida, para adaptarse a las exigencias del entorno y a su propia condición. Son flexibles y adaptables a cada situación. Finalmente, aunque sean suaves y tiernas, son impenetrables por el agua, ya que ejercen un blindaje mullido a toda intromisión”, explicó el niño, conteniendo la respiración. Y antes de que el padre reaccionara de su estupor, agregó: “Qué ganas de ser pájaro y contar con tan potente y bella armadura de protección, ¡no es cierto papá!”.
Catapulta: ¿Has sentido que vuelas como las aves en una dimensión diferente a los demás? ¿Qué protección buscas para adecuarte a esa condición?
5 de mayo: Quién pensaría que San José y la Virgen tuvieron alguna discusión o diferencia de opinión, sin embargo algunos vecinos sí fueron testigos y registraron en sus diarios la ocasión. Los escritos decían más o menos así. “No sé bien qué le ha pasado a mi compadre José, pero hoy llegó triste al taller. Al preguntarle el porqué, me dijo que un ángel había visitado a mi comadre María y que una luz había caído exclusivamente en ella y que él se quedó en las sombras, contemplando lo que iba a suceder. “Me siento fuera”; “sólo ella será la madre del hijo de Dios y yo una sola protección humana indigna de aparecer” me dijo con el rostro pálido de dolor e inadecuación. No sé bien qué bicho romano me iluminó, pero esto fue lo que salió de mi corazón. “Querido Pepe, qué equivocado está usted. María no es nada sin usted; y un niño sin un padre no tiene cómo crecer. Usted ha construido el hogar y hasta el techo lo edificó usted. El ángel jamás habría venido si no es por usted que la salvó de una condena injusta que iba a padecer. Usted es la mesa y la silla donde ella podrá descansar, reírse, celebrar, parir y tejer todo lo que el pequeño va a requerir para ser; usted es el roble firme donde ella se recostará ante su propia fragilidad. Amigo mío, es parte del cuadro así que no se margine porque sería injusto con ella, con el niño y con todos los que vivimos con usted. Sino, porqué cree que ha sido elegido el protector primero del Rey”. En algo de lo que le dije sí acerté y esa misma noche me invitaron a celebrar con sidra la reconciliación de los dos; en realidad de los tres, ya que hasta el niño saltaba de risa al ver unidos a sus padres otra vez”.
Catapulta: ¿Qué papel sueles jugar en las relaciones? ¿Eres consciente de tu aporte, sea cual sea y con quién estés? ¿Cuánto te contamina tu ego en esta situación?
6 de mayo: El peregrino daba vueltas y vueltas en su recorrido buscando alguna señal que le diera paz a su corazón. Miraba al cielo y a las estrellas y no veía nada que calmara su inquietud interior; contemplaba ansioso las montañas para ver si alguna silueta le hablaba pero nada pasó; incluso bajó la vista al suelo rojizo para ver si alguna piedra o relieve le daba alguna solución. Sin embargo, ya caía la noche con su implacable oscuridad cuando de pronto un bulto enorme en la lontananza llamó su atención. Se acercó temeroso y cuál no fue su sorpresa al ver un búho gigante, enfrentando su mirada con una vehemencia que lo hipnotizó. El ave estaba quieta, como esperando captar toda su atención y cuando así se dio, su cabeza en 180 grados giró y luego voló perdiéndose en la noche. El peregrino al principio no supo leer, pero luego su mente se abrió. El mensaje recibido era girar su cabeza y ver alrededor en un gran angular, para así sumar más información a la emoción; no fijarse sólo en la inquietud que lo apremiaba válidamente, sino ver además toda la gracia y la bendición que lo rodeaba sin condición. Los ojos dorados del ave fueron el mejor signo del fuego divino que los habitaba a ambos y que ese poder -nada ni nadie- podía arrebatárselos.
Catapulta: ¿Eres capaz de practicar la mirada del búho, en especial cuando una preocupación te quita la paz? ¿Logras conectarte con tu paz interna? ¿Cómo tus ojos te pueden ayudar?
7 de mayo: La oveja Locky tenía un buen abrigo de lana adherido a su piel, pero como no lo encontraba suficiente, lo engrosaba y engrosaba con nuevos vellones para verse bien. Su pastor trataba de hacerla entrar en razón, pero ella sorda y necia se cubría como si la última glaciación amenazara con llegar. Con tanta capa, ya casi nadie podía caminar con ella al lado y por el corral ya no lograba pasar, así se fue quedando sola y perdiendo los mejores pastos donde el pastor llevaba a todas a alimentar. Un día Locky se encontró en el borde de un barranco donde el viento arreciaba sin parar y cómo era tan grande su peso en lana, no se pudo sostener a sí misma firme y empezó a rodar cerro abajo, quedando muy mal herida y desconsolada además. “¿Quién se acordará de mí?” “¿Cómo me deshago de toda esta protección que ahora no me permite respirar? Lloraba balando en la soledad. Su pastor era muy bueno y al oír con el eco su lamento, la fue a salvar. Al encontrarla enredada entre los vellones propios y los ajenos, tomó sus tijeras y empezó a esquilarla para poderla liberar. Al cabo de varias horas, salió un cuerpecillo flaco y debilucho que era la verdadera Locky con toda su realidad. El pastor la tomó en sus brazos, la cargó en su espalda con ternura y la llevó a pastar a la pradera más verde que pudo encontrar. Apenas recuperada, vio a sus compañeras ovejas y a su salvador que la contemplaba con paz. Por primera vez en su vida, la pequeña oveja se dio cuenta de porqué había sido una “Locka” en su actuar, buscando falsamente el abrigo y la seguridad.
Catapulta: ¿Dónde buscas tu protección y abrigo fundamental? ¿Actúas como Locky a veces? ¿Quién es tu buen pastor?
8 de mayo: La bruja buena era famosa en el valle porque hacía hechizos y sanaciones que nadie podía imitar. El secreto venía eso sí del fuego que ocultaba al fondo de su hogar. Era alimentado con leños preciosos de roble original y con esencias silvestres que nunca había develado, porque las desconocía en realidad; ella no había prendido el fuego; había aparecido de un día para otro y ella sólo lo intentaba mantener vivo y que no se fuera a apagar. El problema era cuando venían demasiados habitantes a visitarla y por no desatenderlos a ellos, su secreto corría peligros de apagar. Muy temprano en la mañana le echaba unos leños, pero de ahí en adelante, un enfermo, una consulta, un llamado, una visita a domicilio, una carta la ocupaban y no sabía cómo negarse y/o priorizar. En general funcionaba bien, pero los lunes siempre corría peligro de perder el fuego sagrado para sanar. Ese día todo lo del fin de semana parecía acumulado e hinchado como si bicarbonato le hubiesen espolvoreado a la vida, que no paraba de bullir, ocupándola sin parar. Por eso, en especial esas tardes, se obligaba a sí misma a poner un letrero en su puerta que decía no molestar. Le dolía un rato, pero sabía que de lo contrario, lloraría sin parar. Ella era feliz siendo bruja buena, pero sin fuego sería sólo una anciana vieja que moriría de frío y soledad.
Catapulta: ¿Cómo cuidas tu fuego interno? ¿Cómo equilibras entre tu hacer y el ser?
9 de mayo: La comunidad del bosque encantado estaba preocupada en realidad; ya no quedaban más alimentos y sólo tenían comida para un mes más. El castor encargado leyó los números y mostró las cestas a punto de vaciar y de inmediato, un gran revuelo se desató en todos los miembros de esta antigua fraternidad. El alce dijo que había que hacer una expedición a nuevos terrenos y explorar. El oso opinaba que había que hacer una red nueva y las ardillas argumentaban que, la mejor solución, era hacer una plantación de avellanos para aumentar la cantidad de frutos que a todos podían alimentar. Ideas, críticas, soluciones “maravillosas” salieron al baile como multiplicadas en una máquina que no tenía final, sin embargo al momento de hacerse cargo, todos bajaron la mirada. Todos estaban ocupados y la gestión de las geniales ideas, quedó flotando más alto que el panal de las abejas que no paraban de zumbar. Algo molesto, pero hinchado de paciencia igual, el búho los hizo a todos callar para avanzar. “Primero que nada, no podemos olvidar que este lugar está encantado y que nunca –si tenemos fe- nos va a faltar. Segundo, los que no tengan horas disponibles para trabajar, ahora guarden silencio porque o si no so sirve de nada. Tercero, en la unión y la creatividad vamos a encontrar la solución real. Las ardillas tejerán redes nuevas con las fibras que el alce irá a buscar fuera de este lugar. Luego el oso las echará al agua y todos los demás saldremos a pescar. De paso, iremos recogiendo las avellanas silvestres que nadie ha recogido y estaremos nuevamente en paz” declaró la sabia ave y todos se pusieron a trabajar en vez de hablar. El castor, por primera vez, en meses se sintió apoyado y se fue panza arriba a descansar.
Catapulta: ¿Cómo sueles enfrentar las adversidades? ¿Con quién te identificas más? ¿Cómo reaccionas frente a los que les encanta hablar, pero no se hacen cargo de nada?
10 de mayo: Las dos embarcaciones se aproximaban cuerpo a cuerpo, luchando por ver quién arrimaba a la costa primero. Habían sido amigas y recorrido muchos mares juntos, pero la vida hoy las forzaba a tomar caminos diferentes y no había sido fácil. Hasta ese momento habían jugado limpio, pero la estrechez de la contienda, hizo que una de ellas, probablemente atemorizada y ciega por el posible fracaso, decidiera hacer trampa. Instruyó a su tripulación para boicotear la navegación de la otra nave, lo más en secreto posible y utilizando todos los medios para lograr su fin. El primer ataque fue tan bestial como inesperado; tan sucio como doloroso y dejó a la nave competidora tambaleando con sus velas rotas. Muchos de sus marineros reaccionaron con rabia ante la deslealtad y querían devolver la misma mano, pero su capitán y el equipo a bordo los reorientó. “¿Quién gana una batalla, no gana la guerra ni recoge todas las ganancias. El que usa malas tretas, termina ahogándose enredado en ellas. Calma muchachos; los vítores de victoria que hoy hacen burlas en nuestros corazones, sólo serán cenizas mañana y los dejará desnudos frente a su soledad por la mala decisión en su actuar. Debemos ser fieles a nuestros principios y actuar hasta el final con rectitud; el tiempo nos dará la victoria final”. No pasaron muchos días, cuando la mala leche enfermó a la tripulación enemiga y aunque su líder vociferaba a los cuatro vientos, ya no hubo hombre que quisiese remar y la nave quedó varada en el mar. La contienda decantó por su propio peso y todo se ordenó de acuerdo a la rectitud y la paz que siempre provee el océano después que una tormenta termina de pasar.
Catapulta: Cuándo las cosas se ponen difíciles y hay quienes optan por caminos oscuros y de maldad, ¿cómo sueles reaccionar? ¿Tienes la fe para creer en tu propósito y resistir sin reaccionar mal?
11 de mayo: La armadura era invulnerable y resistía cualquier ataque, ya que estaba hecha de una malla finísima de acero y fibra natural de bambú, lo que permitía al guerrero protegerse y a la vez, contar con la flexibilidad en los movimientos para luchar. Sin embargo, un día después de una batalla muy dura el hombre vio con sorpresa que sangraba su costado, pero lo dejó pasar, pensando que sólo era un hecho fortuito y nada más. Una vez más fue al frente y esta vez las consecuencias lo estuvieron a punto de tumbar. Medio moribundo y adolorido en extremo, fue donde el artesano de armaduras para reclamarle la calidad de sus productos y que su escudo infranqueable no era tal. El buen hombre revisó su producto y vio que no tenía ni un solo agujero ni menos rastros de sangre como el soldado exponía con tanta severidad. Estupefacto en un principio, quiso analizar un misterio que lo estaba a punto de sobrepasar, hasta que de pronto, mirando al guerrero descubrió la verdad. “Amigo, mi armadura no tiene ningún desperfecto y sigue siendo invulnerable a cualquier afrenta que lo pueda atacar. Lo que pasa es que usted ha olvidado ponérsela cada mañana y ha confiado sólo en sus fuerzas para luchar”. Con vergüenza y lágrimas en los ojos, el caballero cayó en cuenta de su realidad. Había estado tan enfrascado en la batalla del mundo, que había olvidado “vestirse” con lo más fundamental; la armadura de amor de su rey que lo había elegido para conquistar cielos y no su victoria personal.
Catapulta: ¿Olvidas a menudo que cuentas con esta armadura? ¿Por dónde sangras en esta oportunidad? ¿Qué hacer para “armarse” una vez más para la lucha del bien contra el mal?
12 de mayo: Juana lloraba desconsolada en un huerto añoso y solitario, pensando cómo sería capaz de sostener el peso que, según ella, la vida le había ¿endosado cargar. No era que fuera a renunciar; es más, estaba dispuesta a aceptar esta voluntad con obediencia y humildad, pero en sus ojos salían lágrimas de sangre, reconociendo su incompetencia y un miedo radical; visionaba muertes, sacrificios, burlas y abandono como su destino final. Malezas muy grandes se aprovecharon de su debilidad y la comenzaron a enredar y, prácticamente, a asfixiar. Al oír sus lamentos desesperados, el dueño del huerto apareció y de un zarpazo cortó las hebras asesinas y comenzó a consolar a la mujer con ternura incondicional. “ Juana no estás sola en esta misión; estoy yo y muchos más sosteniendo la misma bandera, así que no te debes torturar. La vida es una fiesta y estás invitada a disfrutarla con gozo y con paz. Descansa, come, baila y duerme, porque para eso has sido creada. No es cruz tu destino, sino un paraíso encarnado en cada persona y lugar que vayas a visitar. Siempre habrá algunas espinas, pero es una aventura preciosa que te ha sido regalada; sólo debes perseverar con fe y alegría, porque eres parte de una cadena de seres que el mundo vino a nutrirlo de amor de verdad”
Catapulta: ¿A qué te sientes llamado, a sufrir o a gozar la vida? ¿Te sientes solo o acompañado en la cruzada de amar?
13 de mayo: El agua cayó y cayó del cielo, como si el universo entero se hubiese licuado y venido abajo para inundar la tierra y lavarla de su maldad. Al principio hubo desastres y aluviones que dejaron poblaciones enteras damnificadas y muchas personas profundamente afectadas. Las casas se mojaron por dentro y los corazones se empaparon con una incertidumbre y frío mortal. Horas y días pasaron y el nuevo diluvio parecía que nunca iba a acabar. Se perdía la esperanza y cada cual bogaba por su propia sobrevivencia sin entender ni empatizar en qué le sucedía a los demás. Unos pocos salieron a ayudar; levantaron albergues y cocinaron comida caliente para alentar, sin embargo lamentablemente hasta los niños dejaron de jugar. La tormenta no daba tregua y la esperanza se comenzaba a acabar. Muertos de cansancio y de desolación, todos se fueron a dormir dispuestos a aguantar el temporal porque no había otra opción en realidad. Un rayo de sol inesperado despertó al primer madrugador y luego una cordillera majestuosa encandiló al resto produciendo una completa transformación de amor. La tierra se había lavado y no quedaban restos de maldición; ya las semillas en su interior se habían hinchado y desgarrado, para verdear nuevamente lo que antes fue sólo ocre y sequía alrededor. Los cerros, los árboles y cada uno de los rostros renació y en silencio alabaron la tormenta y el sol.
Catapulta: ¿Cómo vives la tormenta interior? ¿Eres capaz de esperar y de ayudar a otros en medio del temporal? ¿Cómo celebras la nueva vida y limpieza que te regala “la inundación” y el desborde del dolor?
14 de mayo: María sintió cómo su corazón se estrujaba por dentro, ahogando ventrículos, aurículas y todo lo demás, al extremo que pensó que no iba a vivir más. Su amado se iba de viaje y tenía ciencia cierta de que durante muchos años no lo iba a ver ni a tocar. Antes de irse, él le regaló una especie de capa/armadura muy especial, para que tuviera la fuerza y el valor para seguirlo a dónde él partía, sin regresar. El problema fue que con la pena, ella no puso atención a cómo se debía usar y al ser tan compleja la llevaba en su saco, pero no la lograba vestir ni aprovechar. Cuando todo andaba bien, María no sentía que la necesitaba tanto en realidad, pero en los momentos de lucha o aquellos muy difíciles, de verdad añoraba esa promesa de seguridad y felicidad. Después de largo tiempo recorriendo el camino, la mujer olvidó el regalo y creyó que todo dependía sólo de su fortaleza y capacidad, pero no duró más que unos días y sintió nuevamente el ahogo mortal; la vida la aplastaba y no tenía ánimo para continuar. Recordó el regalo y lo trató de calzar, cuando de pronto sintió una intuición fenomenal: “La capa/armadura se adhiere por dentro de tu cuerpo, como una tela de amor y fuerza que nada ni nadie puede vulnerar. Cada mañana vístete en forma virtual y toma conciencia de que conmigo estás. Nunca me he ido del todo y estoy palpitando junto a tu sangre y entibiando tu piel en cada respirar. Confía que somos uno y que ya pronto nuestra unión será total. Yérguete, respira e ilumina a todos los que te vayas a cruzar. Te amo María; jamás lo puedes olvidar”.
Catapulta: ¿Eres capaz de sentir esta capa de amor que nos prometió el Señor? ¿Qué ritual te puede ayudar a recordar su eterna y preciosa protección?
15 de mayo: El equilibrista, a duras penas, lograba mantenerse erguido sobre la cuerda tensada que debía atravesar para salvar a su comunidad. Los vientos arreciaban fuerte y hasta algunos mal intencionados, movían el cable para que cayera en la inmensidad. El precipicio parecía una caverna que lo iba a tragar y el cielo estaba tan lejos aún, que tampoco lo lograban afirmar. Lo único que lo mantenía en pie, era la sencilla vara de madera que llevaba en sus brazos y que le permitía avanzar y dar un paso tras otro, para llegar a su destino sin tropezar. Asombrado de su habilidad, un niño pequeño se le acercó a preguntar. “¿Cómo lo hace señor para no caer en medio de la incertidumbre total?”. “Lo único que me sostiene es saber que cada paso que doy fue pensado y elegido para hacer el bien y llevar a los míos a un mejor lugar; la vara es una ayuda memoria de mi integridad personal: si actúo con rectitud, nada ni nadie me puede derribar”. Concentrado en su vara y desoyendo las feas voces que lo querían botar, el trapecista sí logró la meta y dio un ejemplo para muchos del lugar, que admiraron su valentía y consistencia personal. La vara se convirtió en su báculo y su autoridad fue reconocida por muchos años más.
Catapulta: ¿En qué te afirmas cuando todo se mueve a tu alrededor? ¿Cuál es tu vara esencial para poder avanzar en medio de la incertidumbre y la soledad?
16 de mayo: “Pinzas, por favor. Bisturí. Sutura…” pedía el cirujano a su ayudante, mientras realizaba la primera “autopsia” viva a la paciente que acababa de ingresar al pabellón. Dejaba los pulmones, el hígado y los intestinos a un lado, viéndolos latir, mientras los medía, los pesaba, los limpiaba y los volvía a poner en su lugar original. “Doctor, cómo podemos estar haciendo una autopsia si la persona está viva y despierta y hasta está conversando con nosotros ahora mismo”, preguntaba realmente inquieta la arsenalera jefe. “Es que hay algunos pacientes que mueren a su antiguo ser y hay que purificar los órganos y reordenarlos para que pueda nacer la nueva versión de ellos mismos”, dijo el especialista como si fuera lo más normal del mundo lo que acaba de decir y hacer. Ante la cara demudada de la enfermera, sintió compasión y continuó con la explicación. “Mire señorita, la muerte y la autopsia en vivos como práctica de cirugía, es mucho más frecuente de lo que se ve y ocurre en el plano espiritual. Todos los días se muere una parte de lo que somos y una nueva vuelve a florecer. Para ello, un buen doctor debe declarar la causa y los motivos de la muerte para poder cerrar esa etapa y continuar. Al lavar y reacomodar todo, se inicia un nuevo ciclo de vida más acorde a lo que la persona debe enfrentar” expuso el médico con seriedad. La paciente a todo esto, escuchaba atenta la explicación y daba gracias por dentro por su muerte y resurrección, por el cirujano y por la sanación. Mal que mal la cicatriz de la autopsia sería un trofeo de victoria grabado con fuego en su corazón.
Catapulta: ¿Necesitas una autopsia para tu cuerpo espiritual? ¿ Conoces un buen cirujano que te pueda purificar por dentro para volver a nacer y volar?
17 de mayo: Los tambores se oían desde lejos, como si las montañas mismas se hubiesen puesto a marchar. Ruidos sordos y vibrantes hacían temblar la tierra, rendida absolutamente al vaivén que la abrazaba sin piedad. El polvo se levantaba como un augurio de la majestad que se acercaba y nadie sabía a ciencia cierta qué rey o general venía a batallar. Toda la atmosfera era de guerra y las trompetas más agudas se comenzaron a tocar. ¿Eran elefantes? ¿Eran soldados? ¿Eran tanques? Nadie podía ver en realidad, pero la presencia de algo gigante e imponente se apoderó de todos, no sin cierta dosis de temor e inseguridad. De pronto una silueta se dibujó en el horizonte y el recogimiento fue total. Una mujer gigante y de hermosura infinita, avanzaba a paso firme y con una lanza y una espada en su cintura, con firmeza y determinación total. Tras ella, un ejército sin límites físicos hacía como una estela traslúcida, de blanco y metal. Eran cientos, millones de ángeles que venían a luchar. La Señora, como la llamaron, los venía a salvar. Su ternura y su feminidad sólo se revelaban en su mirada y su elegancia al caminar; pero su cuerpo y su brazo en alto, la hacían indomable; una reina dispuesta a vencer y a someter todo enemigo y maldad. Nunca más en ese valle olvidaron la visita de María, Reina y Generala de la Bondad. Ella jamás abandonaba en la lucha a los que la querían de verdad y tras su acción, el mal se alejó del lugar.
Catapulta: ¿Has sentido alguna vez cómo la Virgen intercede por ti? ¿Crees en ella y en su poder? ¿Imploras su ayuda?
18 de mayo: Parecía que toda la corte celestial había dado vuelta la espalda a la humanidad y el negro de sus capas era lo único visible para el ojo mortal. Rayos furiosos atravesaban el firmamento y lo rasgaban como volantín, haciéndolo luego temblar y caerse en pedazos de rocas pequeñísimas; verdaderos misiles que explotaban en el rostro de una indefensa población que resistía el ataque, sin resistencia ni escudo capaz de frenar la fuerza de la naturaleza. Las calles se hicieron ríos y la ciudad un caos de lodo y lata crujiendo por asfixia y sufrimiento de tantos que la trataban de atravesar. El piso líquido absorbía todos los pies que lo osaban pisar y convertía a los autos en morsas torpes que sólo hacían más ruido y empeoraban la situación global . No había distingo de raza, edad ni condición social. Los habitantes del planeta se convirtieron en mutantes mojados y heridos en su falsa seguridad. Botas, botines, bototos, todo fue atrapado por la tormenta y nadie se pudo escapar. Lo más feo y lo más pobre quedó al descubierto y comenzó a flotar por lo que antes fueron plazas y malls para comprar. Quedó evidente la pequeñez del ser humano que vio su trono y sus riquezas diluirse por un canal, lleno de escombros inservibles, pudiendo sólo aferrarse a lo más esencial. El diluvio una vez más había venido a inundarlo todo, para purificar la tierra e hincharla de nueva vida para resucitar. La tormenta no había sido un castigo celestial; sólo la forma en que Dios pudo manifestarse para un reordenamiento forzado y por lo tanto doloroso, de las prioridades del hombre y así, regalarles Su paz y libertad.
Catapulta: ¿De qué te han servido las últimas tormentas internas y/o externas que te ha tocado sortear? ¿Has logrado reordenar tus prioridades y gustar la verdadera libertad?
19 de mayo: “Vengo a presentar un recurso de protección” dijo el niño frente al asombro inmenso del fiscal. “¿Por qué sería; algún maltrato o injusticia acaso?, lo interrogó con verdadera curiosidad. “No, vengo a demandarle a la vida que no se me enseñe más. Cada lección es un esfuerzo y un sufrimiento y prefiero quedarme ignorante, porque sólo anhelo estar tranquilo y descansar”. El fiscal estudió la causa y la presentó al juez para evaluar si tenía legalidad. El juez lo entregó a la corte y esta al verse confundida, pidió ayuda a la comunidad internacional. “Se supone que es un derecho la educación; cómo podemos permitirle renunciar a él” decían unos eruditos al analizar la petición. “Pero si él no quiere formarse, quién se lo puede impedir” se cuestionaban otros al ver su testarudez. Ante el dilema, el tema llegó a los oídos de Dios, quien ayudó a dirimir la cuestión, llamando al niño a una conversación: ¿Te gustaría algún día tener la libertad para hacer realidad tus sueños?. Sí, contestó. Te gustaría emprender caminos por donde nadie antes transitó? Sí, volvió a afirmar. ¿Te gustaría tener la fuerza para decidir qué hacer en tu futuro?. Por supuesto, eso es lo que más quiero volvió a contestar. ¿Y te gustaría tener la inteligencia y la voluntad para saber por dónde ir y a quién amar?. Obvio, refunfuñó. ¿Te gustaría ser un hombre algún día y tener tu propia familia además?. Mmmm creo que sí, dijo el niño, que ya se empezaba a intrigar. Bueno amado mío, cómo podría yo como padre negarte tanta abundancia y fecundidad; cómo cerrarte todas las posibilidades y maravillas que he pensado para tu plenitud total. ¿Y qué tiene que ver eso con las lecciones y el sufrimiento además, replicó el pequeño ante Dios que lo comenzaba a abrazar. Es que estás confundido en tu pensar. Sufrir y aprender no son sinónimos en realidad. Lo único que te entrega la vida son oportunidades para avanzar; es tu mente la que boicotea mis planes y no te deja disfrutar y descansar en los miles de recreos que también hay. Respira tranquilo y no te resistas más; todo está en equilibrio si te dejas llevar.
Catapulta: ¿Te han dado ganas de presentar un recurso de protección como este? ¿Cuán agobiado de aprendizajes vitales estás al compararte con los demás?
20 de mayo: Hace días que buscaba la inspiración, pero de su paleta de colores sólo salían mamarrachos y el caos crecía en su alrededor sin piedad. La paciencia se le acababa y desesperado el artista pensó en lo peor; quizás su amada, su musa, se había arrancado a otro lugar. Inspiró profundo y lo meditó un poco más. Volvió a su taller y cerró todos los tubos de pintura y los guardó en su cajón. Lavó los pinceles por largo rato y luego los puso a secar. Sacudió la cubierta de sus atriles y los puso a orear. También barrió el piso de su taller y una bolsa grande de papeles viejos pudo quemar. Abrió las ventanas y puso nuevas flores para aromatizar. Luego se sentó en silencio en su taburete y esperó a que el cielo se pintará de negro para rezar. Era lo único que le faltaba para que ocurriera el milagro que tanto ansiaba concretar. Llamó a su musa con el corazón desgarrado y se durmió soñando verla regresar. Entre medio de las estrellas y las olas la vio volver en gloria y majestad; estaba bellísima y sus trajes blancos y turquesas la realzaron aún más. “Sólo te faltaba ordenarte amor mío; volver a ponerme al centro para poderte inspirar. Nunca más inundes tu taller de tantas cosas, que para la próxima no sabré bien cómo regresar”.
Catapulta: ¿Cómo está tu taller? ¿Tu “musa” interior estará en peligro de perderse frente a tanta cosa que priorizas frente a lo esencial? ¿Cómo la visualizas en tus sueños?
21 de mayo: ¿Cómo es el mundo y cómo funciona? preguntó el niño ciego al artesano divino, que trabajaba afanosamente en él. Intentando buscar alguna metáfora que el pequeño pudiese entender, le relató algo parecido a lo que vamos a leer: “La creación completa son como las luces y sombras que sí puedes ver, como un gran vitral vivo que alterna colores y oscuridad. Dios es sólo luminosidad irradiándose permanentemente en todo lo que crea, pero desde dentro hacia fuera como prismas de infinitos colores, formas y espesores. Hay algunos tan bellos que parecen piedras preciosas al reflejar su energía celestial. El conjunto completo es de una belleza espectacular y ningún pedacito sobra, porque de lo contrario el espacio vacío lo vas a notar”. El niño recibió la explicación con bastante racionalidad, pero al terminar de procesar la idea, una duda le saltó en su interior. “¿Y qué representa entonces lo negro del metal; qué son los marcos oscuros que envuelven cada cristal; es que Dios por ahí no logra pasar?” “Eso, hijo mío, es el necesario contraste que cada ser posee para no perderse en su origen y realidad. Es el soporte que les recuerda su fragilidad y que el origen de su luz no es propio, sino de alguien más”.
Catapulta: ¿Cuánta luz divina estás reflejando en el vitral de la humanidad? ¿Qué colores son los que sueles provocar? ¿Aceptas el marco metálico como parte de tu misterio y fragilidad?
22 de mayo: Cuando los niños están prontos a nacer, en su desarrollo embrionario hay algo que los doctores ni las ecografías pueden ver; y es que apenas los pequeños perciben el primer aliento de aire frío, se despliega como una membrana invisible llena de perforaciones, semejante a un gran colador, por donde se cuela el amor. Para todos, lo que antes era abundancia y seguridad sin límite ni condición, se escurre como agua por este filtro del espíritu, que comienza a sentir el dolor y el desamor. Por mucho que reciban , siempre se escurre la energía y no hay forma de acumular esta energía superior. Así crecen los niños, tratando de tapar inconscientemente los agujeritos de su corazón con espejismos de amores que prometen tapar el colador; pero éste no estará maduro ni en paz hasta que alguien más selle, a punta de fuego, lo que el aire abrió. Una experiencia de sanación profunda y humana que los prepara para la vivencia de Dios. Sólo si hacen el camino de reparación y tienen la suerte de dejarse amar y amar con total entrega, la membrana invisible se irá cerrando con verdadero amor y así se irá acumulando lentamente una reserva de energía que nunca antes el ser conoció. Y una vez que esté lleno por dentro, conociendo todo el bien que recibió, estará tan saciado con todo y con todos, que buscará insaciablemente amar y servir a todos como un experto sellador de coladores humanos, que hoy abundan por montón. ¿Te interesaría postular a esta nueva profesión? Es aún más linda y necesaria que ser doctor.
Catapulta: ¿Has sentido ese colador en tu interior que no te permite acumular una reserva de amor? ¿has sido alguna vez un sellador de corazones? ¿Quién ha sanado el tuyo?
23 de mayo: La polilla Berta lo único que quería era tener colores y volar como sus primas lejanas, que vivían en el campo y volaban entre flores y árboles lindos como si fuesen vestidas para un banquete nupcial. Los vestidos de sus parientes tenían diseños y hasta aromas adosados que a todos hacían suspirar; en cambio la mariposa de la noche sólo en gris y beige solía pasear. Un día Berta, decidió volar más lejos de las luces de la ciudad y se aventuró por largos caminos con tal de verse más linda y poder disfrutar la libertad del aire limpio y la belleza natural. Cual no sería su sorpresa cuando las nubes empezaron a seguirla y luego descargaron contra sus alas toda su fuerza sin piedad. Berta apenas se podía su cuerpo de tanto aletear contra el viento y cargando el peso del agua además. A eso se sumaban sus lágrimas que no paraban de rodar. ¿Por qué no podía ser mariposa colorida? se preguntaba sin parar. Cuando ya se daba por vencida, un rayo de sol apareció para consolar su tristeza y soledad. Se aferró a él para que no se fuera a escapar. Se quedó dormida confiando en que él la iba a recuperar; de cansancio no podía luchar más. Al otro día, unos suaves golpecitos la vinieron a despertar. “Prima, prima, qué vestido más lindo, ¿dónde lo fuiste a encontrar?”, le comentaban muchas mariposas chillonas y coquetas que no la dejaban de mirar. Berta extendió sus alas y casi se volvió a desmayar, pero ahora de felicidad. Su viaje, la lluvia y el sol, la habían transformado en la reina celestial. Bajo sus alitas contaminadas del hollín de la ciudad, sí se hallaba un vestido único y espectacular. Sólo bastaba la purificación, por cierto dolorosa, para encontrar lo esencial.
Catapulta: ¿En qué parte de esta historia te es más fácil hoy situarte? ¿Cómo está tu vestido? ¿Estás dispuesto a la purificación o prefieres seguir volando como polilla en las sombras de la ciudad?
24 de mayo: “¿Cómo conectarme con el cielo?” Preguntó un alma al radio control celestial, ya que después de haberse encarnado en un humano, la amnesia lo había hecho olvidar las coordenadas. “Hay cuatro vórtices principales y todos te ascienden instantáneamente al destino final. Además tienen la gracia de que el retorno es igual”, le contesto el encargado de turno como si fuera de lo más normal. “Y cuáles serían, si no es mucho molestar”. ”Ay, alma mía, qué memoria más frágil. Yo te voy a ayudar. El primero es el aire que usas al respirar. En cada instante asciendes al infinito, purificas tu ser y vuelves a bajar, para mantenerlo vivo y oxigenar a los demás. El segundo es el agua que contienes y que te permite navegar por todo el universo con sólo imaginar. Te condensas y evaporas sin darte cuenta y puedes estar en miles de lugares y corazones como alma virtual. El tercer vórtice es la tierra que te rodea con toda su creación y diversidad. Si utilizas los cinco sentidos, siempre podrás contemplar un holograma del cielo y proyectarlo a toda tu realidad. La tierra está llena de huellas divinas, sólo las tienes que decodificar deteniéndote a agradecer y a alabar. El último es el fuego, que suma los tres vórtices anteriores y que se manifiesta en tu corporalidad. El fuego es el germen de vida que compartes con la divinidad y te permite fecundar y gestar ideas, sueños, inspiraciones y visiones que bajan del cielo para hacer de ti y de tu entorno un ser más bueno, más bello y lleno de vitalidad”, explicó el experto al alma que no paraba de anotar. Lástima que hoy muy pocos recuperan la memoria y no se molestan en preguntar.
Catapulta: ¿Has pensado lo fácil que es “viajar” al cielo? ¿Utilizas algunos de estos vórtices con regularidad?
25 de mayo: La tortuga Marta cargaba con orgullo su caparazón, pintado de flores y mariposas de colores. Una amiga suya las había tatuado en él y a pesar de que ya estaba media desgastado, era para ella su hogar y su única forma de vivir. Un día, mientras caminaba por su valle, resbaló sus gruesas patitas con tierra suelta y se vio cayendo por un acantilado que jamás había visto. Mientras iba rodando cerro abajo, sintió como algo la detenía con brusquedad. Su caparazón se había quedado atrapado en una rama sobresaliente y ahí mismo quedó colgada, sin poder escapar. Gritó y nadie oyó. Agitó sus patas y manos para soltarse, pero nada le resultó. Cuando ya se hacía de noche, su amado hogar le pareció una cáscara de plomo que le quitaba la vida y la esperanza de vivir. En medio de sollozos ahogados y tristes, no vio de dónde vino la brisa a hablarle, pero sí la escuchó con gran asombro y atención. “Deja de resistirte, fluye con el movimiento de este acantilado. Todo está bien y estará aun mejor”. ¿A qué se refería?. Marta no lo entendió enseguida, pero luego la luna la iluminó. Con dolor se retorció dentro de su casa y se escurrió desnuda a la inmensidad. Se sentía tan frágil; todo le causaba frío y la nueva sensación era tan extraña como desgarradora. Sin embargo, sus pies y manos bajaron sin problema la ladera y al poco rato, comenzaron a correr entre unos prados maravillosos que no sabía que existían. Se vistió con flores y mariposas reales y su caparazón ya no fue más de hueso ni de dibujos, sino de verdadera belleza y amor adherido a su corazón.
Catapulta: ¿Cuánto te resistes a lo nuevo que emerge en tu vida? ¿Eres capaz de escurrirte de tu caparazón y experimentar la sorpresa del mañana?
26 de mayo: El copo de nieve recién caído en la cordillera estaba dichoso. Todo era tan puro, tan blanco, tan infinito, tan abundante, tan silencioso, tan imponente, tan profundo y tan bello, que apenas lograba distinguir si había bajado o no realmente de los cielos. Ingenuamente pensó que ese estado era eterno y comenzó a bajar en la medida que el sol lo comenzaba a licuar. Montañas abajo y ya convertido en agua cristalina y fresca además, pensó que todo seguiría siendo un paraíso celestial. Sin embargo, a las pocas horas, vio que el río por el que viajaba recibía contaminante y luego basuras que lo comenzaron a afectar. Ya en la ciudad, sobrevivir puro fue una proeza difícil de lograr. A pesar de su empeño, la lógica imperante lo presionaba a dejarse enturbiar y ser una gota más de agua servida, como muchas que recorrían las alcantarillas y canales de la humanidad. Negándose a ese destino, supo evaporarse para viajar por los aires y así aportar su esencia como partícula de gas. Creyó que nadie la vería y que su sueño de belleza y de pureza, sería una quimera más. Sin embargo, cuál no fue su sorpresa al atisbar el mar. Vio que había millones de gotitas que habían hecho el mismo camino que ella y que formaban océanos de cielo mucho más grande que cualquier ciudad, suciedad o maldad.
Catapulta: ¿ En qué parte del recorrido de la vida crees que estás? ¿Tienes esperanza de océano? ¿Quiénes te acompañan en este peregrinar?
27 de mayo: La araña Mimí era principiante aún en el tema del tejido de telas. No hace mucho había salido de su huevo y aunque miraba con atención a las maestras, solía enredarse en sus propios hilos y después alguien debía acudir para sacarla de ahí. Desesperada de su incompetencia, decidió pedir ayudar a la más vieja y sabia tejedora de por ahí. “Todo se relaciona Mimí, con lo que piensas de ti y cómo reaccionas frente a lo que te rodea. Debes ser cuidadosa con el veneno que posees y sólo usarlo para defenderte y no hacerte daño a ti.” Dijo la araña Tutú. “¿Y qué tiene que ver eso con las telares y las casas que anhelo construir?”, reclamó. “Mira mijita, la capacidad de hilar de todas maneras está. El arte radica en qué piensas antes de plasmar. Si piensas en crear belleza, bienes y verdad en ti y en los demás, seguro que una maravillosa estructura vas a lograr. Sin embargo, si te comparas con el resto; si te dices cosas feas o piensas que sólo a ti te llueve sin parar, seguro se te entrampa el punto y terminas en un caos total. Anda lento, inspira y mira siempre a tu alrededor positivamente y ve la situación de los demás. No te creas el centro de todo y agradece la maravilla que sí existe en la vida que te toca vivir” exclamó la anciana, dejando intrigada a Mimí. “¿Quizás debería llamarme distinto no es así?” preguntó después de asimilar todo lo que acababa de oír. Desde ese día nació la leyenda de la más hábil tejedora del reino: La araña Mitú.
28 de mayo: El nuevo modelo de la muñeca Sofía acababa de salir al mercado y tenía una gracia que hasta ahora ningún juguete había podido adquirir. Se trataba de un botón rojo, ubicado al centro de su corazón que cada vez que se ajaba o se despeinaba por el uso, al apretarlo la volvía a vestir y a peinar como una reina preciosa que nadie podía discutir. No importaba las dificultades que tuviera o si el entorno le era hostil, el circuito de su pecho siempre tenía el poder de devolverle la belleza y la dignidad de su origen sin fin. La competencia curiosa y envidiosa de esta aplicación que hacía furor en el mercado, fueron a los laboratorios de la juguetería a ver qué escondía el famoso botón rojo que hacía de Sofía una muñeca de eterna belleza y durabilidad. Hurguetearon en los cajones y revolvieron todos los circuitos y cables que había por ahí, pero no encontraron nada que explicara el “truco” de Sofía de volver una y otra vez a ser linda y gentil. Un día el orgulloso fabricante de la inusual muñeca contó el secreto a los demás. Su propósito era compartir un bien que podía ayudar a toda la humanidad si lo sabían replicar: “Yo programé a esta muñeca para que cada vez que se sintiera fea, despeinada, vieja, descuidada, deteriorada en cualquier dimensión o pasada a llevar por la realidad, recordara su origen precioso y el fin que vino a desarrollar. Con ese sólo chip en la programación, todo vuelve al principio como si la acabara de fabricar. Sofía, al apretarle su corazón, se vuelve a reiniciar con toda su belleza y bondad. Ella vino a alegrar a los niños al jugar y a recordarles la importancia del amor de verdad. Esa es su reprogramación esencial.” ¡Plop!, dijo la competencia y las comenzó a imitar.
Catapulta: ¿Posees el chip de Sofía? ¿ Cuál es tu origen y propósito esencial? Eres capaz de recordarlo cuando todo, aparentemente, está mal?
29 de mayo: Había llegado el día y la hormiga Lulú tenía que encontrarse con el langosta Fifí para ponerse de acuerdo sobre una construcción de hojas que ambas necesitaban para vivir. Si bien era buena, ese ser alado y con patas más largas que las de ella, la intimidaba y siempre la hacía sentir más pequeña y torpe que lo que sus seis patas le permitían percibir. Consciente de su autopercepción negativa, Lulú intentó hacerlo diferente esta vez. En el camino al encuentro fue mirándose en cada poza de agua que el rocío había creado y fue reconociendo su belleza y bondad esencial. Sí, era cierto que no siempre llegaba a todos los hormigueros a tiempo y que más de alguna vez había tropezado con las piedras por ignorancia o inmadurez, pero también en el bello reflejo del agua miró que en sus ojos sólo había bondad y una capacidad de emprender inusual. Vio claramente que era su propia pasión la que había contagiado a Fifí de buen humor; que era su amor el que despertaba en ella una reacción. Así se fue “bebiendo” esta fuente de seguridad interior y cuando vio a la langosta fue muy distinta su conversación. Logró verse como un insecto igual de digno con el mismo derecho a opinión. Fifí, nunca se percató del cambio que la pequeña hormiga vivió, pero todo fluyó perfecto y a los pocos días la construcción de ambas dio sombra y hogar a muchos más seres de lo que imaginaron las dos.
Catapulta: ¿Qué personas causan en ti la reacción de desvalorización personal? ¿Qué información interna puedes procesar a partir de eso? ¿En qué pozas de rocío te puedes alimentar?
30 de mayo: Calú, la ardilla estaba confundida de cómo proceder en el conflicto de sus dos de sus amigas tan queridas. Una quería cocinar las avellanas cosechadas para hacer compota para el invierno y la otra quería hacer un collar de cuentas para regalarle a su mamá. Ambas intenciones eran legítimas, pero al pasar los días la incomunicación aumentaba y todos sufrían horrores soledad, rabia y una tristeza superior. Calú intentó hablar con cada una y sólo se turbó más; la tozudez de sus amigas la superaba y mientras las avellanas comenzaban a echarse a perder, haciendo todo tonto y complejo a la vez. Un día juntó sus manitas frente al árbol sagrado y pidió la iluminación. Cual no fue su sorpresa cuando al abrir los ojos, vio que tenía dos alas sutiles y muy amplias saliendo de su esternón. No comprendió de inmediato, sin embargo al desplegarlas un vuelo incipiente la elevó. Comenzó a ascender de la superficie y cuando ya estaba en la copa del árbol, el panorama se iluminó. Debía ayudar a sus amigas a mirar con más perspectiva y más amor. Había cosas más importantes que una compota o un collar y que debía primar el bien superior: la amistad y el vínculo de las dos. Calú hizo un esfuerzo superior y las subió a su espalda para hacerlas ver lo que ella vio. La primera se asustó y la segunda tuvo vértigo y hasta la rasguño, pero pasado un rato el aire las destrabó. Al bajar lograron ponerse de acuerdo las dos y la armonía de antes volvió. Calú nunca perdió sus alas e inició una nueva generación de ardillas voladoras al servicio del amor.
Catapulta: ¿Necesitas alas el día de hoy? ¿Cómo elevarte a un nivel más amoroso y trascendente que te permita ver el bien superior? ¿Crees que puedes volar?
31 de mayo: Dicen los testigos que el diablo figuraba muy feliz festejando con sus demonios después de la pasión y crucifixión de Jesús. Esparcían turbación y división con un aspersor y nada ni nadie parecía poder detener tanto sufrimiento y maldición. Juraban que habían vencido la batalla y que la tierra y la humanidad eran las víctimas fáciles de su acción. En eso estaban, entre risas macabras y pura perdición, cuando un fuerte movimiento los alertó. Luego una ráfaga de viento coludida con el mismo sol, apagó sus hogueras y lavó con torrentes de agua su hedor y putrefacción. Aturdidos y asustados daban alaridos rabiosos, pero no sabían reconocer de dónde venía esta fuerza superior. Con una marea sutil y silenciosa de energía amorosa el aire se fue vistiendo de luz y la tierra se comenzó a hinchar de colores y una turgencia imponente. La naturaleza estaba como recién nacida y los rostros humanos parecían fluorescentes como si un rayo los hubiese pintado con un nuevo poder. De pronto una voz atravesó el cielo y dijo: “Yo soy el que soy y frente a mí se dobla toda rodilla por reverencia ante mi amor”. Los demonios salieron despavoridos y el diablo amargado los siguió. Qué podía hacer él frente a un todo mayor. Podía pensar creerse superior, pero sabía conscientemente cuál era su posición. Una vez más Dios había ganado la guerra y el bien triunfó.
Catapulta: ¿Sientes signos de victoria en tu interior y a tu alrededor? ¿Crees verdaderamente que el bien vence?
1 de junio: Al finalizar la batalla, el general y sus soldados vieron con asombro la inmensa cantidad de heridos que había en el lugar. Ellos mismos tenían cortes, machucones y balas que entorpecían su andar normal. Ya retirado el enemigo, todos sin excepción fueron enviados a la carpa del hospital. Un teniente inquieto comentó “Mi general, de esto jamás nos vamos a recuperar. Mire cuánta sangre ha corrido y los lamentos no paran de sonar”. La máxima autoridad, curtida por los años y contemplando sus propias cicatrices le dijo sin chistar. “Mira hijo, es ingenuo pensar que después de una lucha tan bestial, las personas no queden dañadas en el cuerpo y en el alma además. Habrá algunas que jamás volverán a ser lo que fueron antes de batallar y seguramente con ellas no podrás contar. La inmensa mayoría sin embargo, con buenos parches, medicamentos y cuidados, sí se va a sanar. Serán cicatrices que les recordarán su aprendizaje y pondrán más cuidados si algo similar les vuelve a pasar. Sólo paciencia y deja que el tiempo se encargue de repararnos a todos y del resto Dios se encargará”. “Y qué hacemos con los heridos que pronto morirán?” agregó para bajar su ansiedad. “Toda vida merece respeto hasta el final y si ya hay que despedirla, se hará con honores y con gratitud total. Pero mi teniente, eso no es aún pertinente. Hay que esperar. Cada día su afán”.
Catapulta: ¿Eres consciente de tus propias heridas después de un conflicto grande? ¿Tienes realmente esperanza de la sanación? ¿Serás capaz de enterrar las relaciones que no se pueden recuperar en paz?
2 de junio: El pobre membrillo ya no daba más de tantos golpes que le daban los escolares; estaba exhausto en realidad. El último mes le habían dado duro y su carne ya estaba blanda, sus entrañas machucadas y su resistencia estaba a punto de aflojar. No es que no tuviese fuerza ni que no fuera fiel a su vocación inicial, pero sí necesitaba descansar. Se salió de la mochila y no dejó que nadie más le hiciera daño o lo condimentara con azúcar o con sal. Necesitaba un reposo profundo para continuar. Buscó un refugio en una olla y se durmió por muchas horas; más de las que pudo recordar. Cuando despertó, sintió algo nuevo en su sensación corporal. No podía moverse y percibió un dulzor especial. Cual no fue su sorpresa al verse convertido en un dulce grande, de un color dorado precioso y ser llevado a la mesa como plato principal. Nunca se percató que mientras dormía había sido mecido en azúcar y cocinado a fuego lento para sacar de él su mejor potencial. Cada uno de los machucones había servido para extraer su esencia y generar el plato triunfal. Todo tenía un sentido si se sabía esperar y descansar en el lugar adecuado donde sólo azúcar y cuidados le pudieran prodigar.
Catapulta: ¿Te sientes hoy como membrillo colegial? ¿Cómo vas a reposar y darle el tiempo a la vida para que te haga un ser nuevo?
3 de junio: Eustaquio partió su empresa con verdadera pasión y los bolsillos llenos de ideas y buenas intenciones por plasmar. Había ideado un nuevo diseño de zapatos que prometía a sus usuarios mayor comodidad. La producción se fue afinando con los años y algunos amigos tuvo que contratar para responder a la demanda que crecía sin parar. Cuando por primera vez, después de veinte años, se disponía a disfrutar de tanto esfuerzo y tenacidad, la gente que creía más cercana, leal y comprometida con su sueño, se puso a reclamar. Le pedían más beneficios y se dividieron entre ellos por la forma de funcionar. Eustaquio en extremo confundido, oscilaba entre las lágrimas y la ira total; es que acaso todos habían olvidado su intención y la oportunidad que él les había dado al trabajar. Trató de respirar hondo y salió a caminar y durante el trayecto algunas luces le ayudaron a entender, integrar y perdonar: Es parte de la humanidad olvidar lo dado y pedir más; es como un ADN de insatisfacción existencial; por lo mismo no podía tomarlo a lo personal y debía olvidarse de su fama como prioridad. Su único norte debía ser el mismo que al comenzar, buscar hacer zapatos que hicieran más felices a los demás. El tiempo haría justicia y su empresa recuperaría un rumbo original, sólo que más madura y él, más libre además. Eustaquio sabía que sólo había que orar y esperar; total el mismo diseño y construcción de su fábrica no le pertenecía en realidad; se lo había encomendado Dios y Él se iba a encargar.
Catapulta: ¿Has estado en el pellejo de los que emprenden? ¿Qué otros riesgos y costos tiene esa misión y responsabilidad? ¿Logras empatizar?
4 de junio: Cierto que era un animal un poco extraño ya que tenía una mitad serpiente y la otra paloma y no siempre se lograba coordinar. Unos días era la serpiente con sus escamas y larga columna la que se arrastraba con facilidad, pero desplumaba la parte del ave que en el suelo no se sabía manejar. Al contrario, cuando las alas elevaban por los aires al animal, el área reptil quedaba con vértigo y mordía a quien se le osara atravesar. Así iba tratando de integrarse, pero no sin dolor y con cansancio además. Hasta había evaluado cortarse por la mitad, pero el veterinario le había dicho que al separarse no sobreviviría jamás. Parecía un engendro pegoteado como si Dios hubiese errado al crear, pero sabía que un misterio mayor lo habitaba y un día de invierno, se le fue a revelar. Un día en que la tristeza y el agobio lo amenazaba y que no sabía si arrastrarse o volar, se le apareció una presencia de fuego. Ardiendo dentro de él, chamuscó su piel donde justo donde las escamas y las plumas se encontraban y generó una corteza dura y sensible a no más dar. Al mirarse vio una suerte de callo flexible y firme además que le permitió doblarse sobre sí mismo con total facilidad. A partir de ese día, si tenía que arrastrarse con astucia y racionalidad, la parte de paloma se acoplaba a su espalda y le permitía mirar más allá. Al contrario, cuando la situación ameritaba el amor y la mansedumbre que da el volar, la parte de serpiente se replegaba en su vientre para que ningún mal lo fuese a atacar. Así la “serpiloma” pudo aprender a vivir con alegría y con paz y nunca dejaba de agradecer al bendito fuego santo que la vino a salvar.
Catapulta: ¿Logras equilibrar la astucia con la mansedumbre, la cautela con la confianza, la ingenuidad con la realidad? ¿Has pedido al Espíritu Santo que te venga a integrar?
5 de junio: Benito era un hombre más, hasta el día en que recibió de regalo una pequeña escalera de tres peldaños y la siguiente instrucción adherida prácticamente como una obligación: “Cada vez que te enfrentes con un problema y/o con una persona que te cuesta, súbete y vuelve a mirar”. Obediente, pensó que nada iba a cambiar. Un día se encontró con su vecino quien había obrado mal. Le había sacado las ovejas y había vendido algunas sin ni siquiera preguntar. Benito iba enojado hasta que se acordó de escalar los tres pisos y ahí pudo respirar. Al mirar de más alto, vio que su vecino estaba en franca necesidad económica y comprendió su actuar. Se acercó a él con paz y acordaron la forma de reparar el daño que le había causado sin pelear. Más adelante, se topó con Doña Julia, una señora bien insoportable y chismosa además. Se había encargado, últimamente, de hablar mal de él y enrarecer el ambiente de la comunidad. Benito contuvo contestarle una pesadez y en vez de eso, se subió a su escalerita y desde ahí pudo contemplar la amargura y soledad de la mujer a la que ya nadie quería visitar. Inspiró hondo y hasta un abrazo le dio para sanar. Si ella no cambiaba, al menos él no se iba a dejar contaminar. Así con cada conflicto, se acostumbró a elevarse y mirar más antes de juzgar. Al ver su nueva actitud, al cabo de un tiempo, la gente comenzó a cambiar su nombre: Era tanta la paz y la alegría que irradiaba en cada adversidad, que fue conocido como Buenito y su escalera de humanidad.
Catapulta: ¿Cómo ejercitas diariamente lo que aprendió Benito? ¿Qué dificultades encuentras? ¿Eres capaz de perdonar y amar incluso a los que te han hecho mal?
6 de junio: El gato Serafín fue convocado a una junta de animales para recuperar el espíritu de su comunidad. La situación había cambiado tanto que ya había varias familias enfermas y muchos otros que lo estaban pasando muy mal. La intención era buena y la necesidad grande, así que llenó de entusiasmo se engominó los bigotes y se puso su humita más elegante para participar. Al llegar, vio con asombro una gran diversidad de seres vivos que hablaban mil lenguas y dudó mucho de si había acertado o no al grupo y al lugar. Le parecía estar fuera del tiesto y que sus pares lo podían interpretar mal. ¿Qué hacía un gatito fino en medio de tantas plumas, pelos y cueros de tan extraña cualidad? Los casos que expusieron y las respuestas que cada uno dio le parecieron simples y buenas, pero sin mayor profundidad. Sentía que con sus siete vidas a cuesta, tenía más que aportar. Pensó en un segundo en abandonar el extraño grupo porque no pertenecía a él en su esencia espiritual, pero luego al oír sus voces decidió algo mejor. Iría de a poco, observaría con cuidado, sería quien era pero sin buscar protagonizar nada. Buscaría también la forma de profundizar las conversaciones y estaría siempre dispuesto a aprender con humildad. ¿Quien era él en realidad? ¡Sólo un gato más! Serafín pensó que estaba mal bautizado y que para estar al servicio de verdad, debía llamarse Seráinicio porque el futuro del pueblo y su pequeño aporte estaba recién por comenzar.
Catapulta: ¿Te cuesta el que te puedan asociar a personas diferentes a tu forma de pensar? ¿Cómo crees que actuaría Jesús en tu lugar?
7 de junio: Juana había jugado a la lotería hace varios meses atrás. Fue así que cuando la llamaron para hacerle efectivo su premio, no supo bien cómo reaccionar. Se había ganado un viaje a peregrinar con todo incluido y descanso además. Un mandato interno la forzaba a celebrar, pero otras voces también la desajustaban por todo lo que dejaba sin terminar. La ropa lavada aún estaba tendida y algunos de sus pinturas les faltaba el retoque final. Su despensa para su familia, aún dejaba mucho que desear, pero no quiso amargar ni amargar a nadie y se subió llena de esperanzas al barco que la llevaba a altamar . Ahí en medio de la nada y rodeada de inmensidad, una vez más se preguntó por la vida, por su propio propósito y lo que este viaje le significaba a ella y a los demás. La noche la rodeó y con ella algunas sombras la fueron a tentar; ¿era acaso malagradecida, necia, una mimada del destino, frente a tanta dificultad que enfrentaban otros que no habían recibido el premio de viajar? Fueron las estrellas las que le dieron el mensaje de paz: «Juana, nada es casualidad. Este viaje está destinado para ti desde la eternidad. Dios lo pensó con tanto amor para verte sonreír y que pudieras crear otras obras lindas al regresar. Disfrútalo, siéntelo, que esa es su voluntad. La ropa se secará sola, las pinturas pueden esperar y tu tribu hambre no pasará. Todo lo demás jamás superará en trascendencia lo que debes aprender para después enseñar».
Catapulta: Ningún viaje del alma es casualidad; ¿qué piensas que debes adquirir en esta nueva oportunidad? ¿Qué debes soltar para disfrutar? ¿Qué es lo más trascendente?
8 de junio: Hace mucho tiempo existió una hoguera gigante que dio origen a la humanidad. Hubo leños nobles y poderosos y otros más pequeños, pero resistentes, que alumbraron por largo tiempo el caminar de los demás. La luz y el poder de ese fuego dieron vida y protección a muchas civilizaciones enteras, que se erigieron dándole culto a esta fuente energética celestial. Sin embargo, al pasar los años, muchos descuidaron el fuego y éste se comenzó a apagar. Solo echaba humaredas de repente, pero no parecía atractivo ni eficaz para entibiar el corazón de los seres humanos que buscaban perdidos otra fuente que los pudiera ayudar. Un día una pequeña brasa sintió un calor inédito y creyó que su vida se consumía sin avisar. Nadie se percataba de lo que le sucedía, pero el fuego del cielo volvía a arder en sus entrañas como si verdaderos mordiscos la desgarraran sin piedad. Preguntó asustada a la divinidad si estaban seguros de que ella podía ayudar. Parecía haber carbones más preparados y algunas maderas de más rancio origen que su diminuta estructura, hecha de cenizas viejas y fragilidad. «El fuego es uno solo y no se mide por su tamaño sino por su capacidad de crear otra realidad. Una chispa bastó hace millones de años y hoy también puede resultar. Arde sin miedo y dándote entera al interactuar; vas acompañada por el Fuego primero y por otras pequeños brasas anónimas, que también están amplificando incendios en sus lugares para avanzar» le dijo una voz fuerte y amorosa que la dejó conmovida y aplastada en un rincón para poderlo procesar. La brasa desde ese día se dedicó a abrazar la vida y así contagiar el fuego que le habían encomendado cuidar. Cierto que era más lento que una gran hoguera, pero era seguro que un corazón encendido por el amor verdadero ya nada ni nadie lo podía apagar. La brasa se prometió a sí misma consumirse hasta la muerte con alegría y paz.
Catapulta: ¿Has sentido alguna vez una sensación similar? ¿Qué sentimientos y pensamientos te surgen?
9 de junio: Armó su mochila con todo lo que necesitaba para peregrinar. Sin embargo, al colgársela en los hombros supo de inmediato que algo andaba mal. Sería incapaz de recorrer ni siquiera cien metros sino descargaba parte del equipaje que claramente llevaba de más. Al desarmarla vio muchas cosas que no sabía llevaba en realidad. Había alimentos antiguos que ya se descomponían y hasta lo podían intoxicar. También cargaba ropas chicas u otras viejas que solo hacían carga y que jamás volvería a ocupar. Entre medio de rollos y revoltijos, vio también algunos alambres y púas que solo lo iban a dañar o peor aún romper su mochila y no podría continuar. Dentro de todo lo que comenzó a apartar para aliviarse, vio un par de bototos que recordó con nostalgia especial. Había caminado tanto con ellos que se negó a dejarlos atrás. No obstante al quererlos calzar vio cómo le apretaban y cómo la suela estaba llena de agujeros por donde el agua seguro iba a entrar. En un gesto heroico se decidió a botarlos y no mirar más para atrás la fuma de cosas que ya no le servían para andar. Dos mudas, un sombrero y una botella de agua eran suficientes para el camino que quería recorrer. Al tomar al otro día su mochila no solo fue más liviana, sino que produjo un efecto que jamás llegó a soñar: la vida le pareció increíblemente bella y el alma se llenó de paz. Parecía que al vaciarse de lo superfluo lo trascendente lo había habitado y se venía a quedar.
Catapulta: ¿Has revisado la carga que llevas en el alma? ¿Qué ya puedes dejar atrás? ¿Qué sensación te produce esta libertad
10 de junio: Todo conspiraba en su contra para poder conquistar la cima que anhelaba, pues le habían dicho que en la cumbre se encontraría con un gran regalo de paz. Los zapatos le quedaban pequeños, sus músculos estaban rígidos por no ejercitar y no tenía sombrero ni agua para tomar. A pesar de todo, sentía que no podía fallar; tenía que probarse a sí misma y esforzarse aunque le doliera o se cansara a no poder más. Cuando las ampollas comenzaron a florecer en sus pies y el sol se vengaba en su piel, pensó que iba a fracasar. Los demás caminantes la habían dejado atrás; estaba sola en el camino y solo quería sacarse sus zapatos y acostarse en la pradera que la llamaba como una cuna para apapachar. Se dejó mecer por la brisa, unas cigüeñas le mostraron el camino y delicadas golondrinas la ayudaron a dar los pasos que sí podía dar. Los dolores cedieron ante el silencio que la comenzó a acompañar como un escudo guardián; quién la apuraba, por qué tenía que hacer el sendero de otros cuando ella quería pasear. De pronto la cumbre se hizo realidad bajo sus pies y vio con orgullo que había llegado sin tanto pesar. La paz efectivamente la envolvía como un nido suave bordado de flores lilas y blancas que la coronaron como una novia celestial. Qué bien le hacía sentir que era capaz, aún a pesar de sus heridas e inseguridad.
Catapulta: ¿Qué aprendizajes sacas del camino adverso de la vida? ¿Quiénes te han socorrido para poder continuar? ¿Te sientes capaz de alcanzar la paz?
11 de junio: La cigüeña picaba y picaba la tierra en busca de gusanos para almorzar. Su parsimonia y gracia la hacían verse como si estuviera bailando un ballet en el teatro municipal. Sus piernas largas y su plumaje abundante de blanco y negro hacían imposible que los cuervos no la envidiaran y le desearan mal. Uno muy feo y huraño se acercó a ella de sorpresa y le quitó del pico un gusano escarlata que lucía fenomenal. Ella como una dama se lo cedió y buscó en otro lugar, pero el plumífero negro nuevamente le arrebató cuantas lombrices pudo atrapar. Ya molesta de tanto atropello, se irguió con postura real y le graznó al cuervo feo lo que pensaba en realidad: «Amigo mío, la vida es un cielo que recorres por un tiempo nada más. Puedes optar por envidiar y hacer enemigos en cada lugar; tú decides que vas dejando tras tu paso y las semillas que vas a sembrar. Puedes volar pensando siempre en la meta que te falta alcanzar y de paso vas acumulando bienes y logros para hacerte respetar. Ya pronto se terminará el camino para ambos y muchas otras aves nos reemplazarán. Yo prefiero aprovechar mi tiempo para hacer nidos de paz donde nueva vida se pueda gestar. No importa si te quedas con mi gusano; sé que siempre recibiré el alimento vital. La vida es generosa y devuelve con creces el poco de bien y de amor que tú le das» le dijo la cigüeña antes de encumbrase por los castaños y encinas del lugar. Por primera vez el cuervo en vez de negro, se puso rojo de vergüenza frente a esa lección que le acababan de dar. Por eso, desde ese día se le oye gritar a los cuatro vientos esta gran verdad: «la vida es un camino de ida; una gran oportunidad. Aprovéchala para amar a todo dar»
Catapulta: ¿Cuál de los dos personajes te identifica más? ¿Crees que la vida es un camino largo de ida o que puedes retornar? ¿A qué te invita esta cigüeña y el cuervo?
12 de junio: A no mucho andar el ciervo vio cómo una de sus rodillas comenzaba a flaquear. Primero fue una puntada y luego un dolor profundo que no se quiso ir de él, a pesar de su empeño y convicción. El dolor había llegado para quedarse y caminar con él a través del bosque sin otra opción. Ciertamente podría haberse quedado esperando algún socorro de otro animal de porte superior, o echarle a perder a todos la fantástica expedición que los llevaba a la catarata que el invierno había abierto al fondo del valle. Sin embargo, algo muy adentro le hacía seguir dando cada pasito a pesar del sufrimiento que era cada vez mayor. Cada subida y cada bajada fueron para el ciervo ocasión de ofrenda por sus seres queridos que había dejado al comenzar la excursión. También utilizó la técnica de utilizar el buen humor y pensar en otras cosas como distracción. Contemplaba las mariposas, las flores y hasta el mismo sol, pero su rodilla iba de mal en peor. Llegó un momento que su padecimiento prácticamente lo paralizó y por primera vez se conectó con el dolor de tantos que debían integrar sus penas y dolores como una forma de vida, sin recuperación. Se sumó de alma a millares de seres que, como él ahora, debían caminar sus vidas aceptando la suerte que les tocó. Cada paso entonces se convirtió en una cadena invisible de amor y cuando finalmente llegó a la estela de agua fresca, las lágrimas fluyeron sin control. De qué podía quejarse él, habiendo tantas aves, mamíferos, reptiles e insectos que corrían una suerte más dolorosa y sin salvación. El ciervo tomó conciencia de cómo una rodilla hinchada le apuntó una preciosa lección en su corazón.
Catapulta: ¿Hace cuanto no sientes un dolor intenso y por larga duración? ¿Te has detenido a escuchar los que mensajes de amor que contiene? ¿Qué lección te da el sufrir sin opción de evasión o de inmediata recuperación?
13 de junio: El caballero había resistido arduamente los ataques desde el interior del castillo y a pesar de las heridas y dolores que le habían provocado, sentía que ya podía vivir con ellos y hasta disfrutar la vida sin quejarse más. Sin embargo, el destino le tenía preparada una lección más. Un chispa lo alertó y luego en segundos una lluvia de ataques externos a su fortaleza prácticamente lo dejó knock out. Apenas resistía sus padecimientos internos y ahora debía buscar nuevas fuerzas para aguantar un ataque desde afuera que jamás pensó. Se puso su armadura y sin rendirse -no podía por principio y por cuidar a su pueblo además- salió al campo de batalla dispuesto a pelear. Los golpes le llegaban, pero en su interior estaba a salvo y eso lo fortalecía para continuar. Aunque fuese delegada su armadura podía mantenerse a salvo y seguir defendiendo lo que tanto esfuerzo le había costado conquistar. Su castillo le pertenecía y aunque le costase la vida no lo iba a entregar. Lo curioso fue que, al poco rato, se dio cuenta que el ataque no era tal. Tampoco lo internos eran enemigos en realidad. Eran solo lecciones que lo venían a probar. El rey lo estaba entrenando para ver si podía heredar su reino y gobernar con sabiduría y alegría a él mismo y a los demás. El caballero supo que aún le faltaba mucho, pero al menos en esta jornada había actuado conforme a la voluntad real.
Catapulta: ¿qué pruebas internas y externas reconoces hoy en tu vida? ¿Logras integrarlas como lecciones de vida?
14 de junio: Ignacia adoraba el té. Su aroma, su sabor, su temperatura eran un pedazo de cielo para ella. No sabía bien porqué ya que en su hogar jamás lo encontró disponible en la mesa y siempre tuvo que hacer grandes esfuerzos y méritos para disfrutar apenas una taza de él. A lo largo de su vida, había buscado las hojas más aromáticas y había disfrutado deliciosas infusiones, pero el precio a pagar por cada una, la dejaban siempre con un resabio amargo que malograba el gozo que siempre se terminaba por acabar. Sin embargo, un día en que no esperaba nada especial, un olor curioso la sedujo y la hizo caminar kilómetros y kilómetros, casi hipnotizada, hasta una casita muy sencilla escondida en un recodo de un camino sin nada particular. Una mano cariñosa la hizo entrar y cuál no fue su sorpresa al contemplar cerros, sacos, frascos, pocillos y bolsas con toda la variedad de tés que un ser humano pudiese imaginar. La mano pertenecía a una mujer dulce y de una ternura sin igual. La misma que secó sus lágrimas que no paraban de brotar. Cómo tanta abundancia, cómo tanta delicadeza, cómo tanto amor gratuito e incondicional. Bebía los néctares del cielo lentamente, casi mordiendo cada nota en su paladar. Por primera vez en su vida, Ignacia vivenciaba el verdadero amor y cuidado maternal. La señora se le hizo familiar y recordó cómo su presencia siempre la había sabido acompañar. Había sido ella la que le había enseñado este refinado gusto del té y la que en sus peores momentos había aparecido para apapachar. Sólo que recién ahora era capaz de mirarla, agradecerle y sentir su corriente amorosa traspasarle el alma y sanar esa herida tan brutal. «Oh, señora mía, oh madre mía» le dijo y ya no pudo continuar. El abrazo de ambas fue tan fuerte y tan profundo que el mismo cielo, con todos sus ángeles, se puso a festejar.
Catapulta: ¿Cuál es tu búsqueda más fundamental en la vida? ¿Quién o quiénes te han regalado la vivencia de incondicionalidad? ¿Para quién tú eres esa fuente de gratuidad y abundancia?
15 de junio: Dice un cuento antiguo que al momento de nacer a cada ser humano se le regalan dos canastos. Uno para que guarde todas las palabras que va a decir y en otro para que reserve todas las que va a callar. Para cargar ambos canastos, también se le entrega una varilla de madera que por la espalda se debe atravesar, de modo que, en el camino, siempre se logren equilibrar. El problema es que muchos hablan de más y la columna se les empieza a encorvar. No piensan bien las consecuencias de sus palabras y la perspectiva se les va distorsionando al punto que el canasto se rompe y desparrama todo sin orden ni caridad hacia sí mismos o a los demás. Semejante deformación les sucede a los que callan todo y no saben expresar lo que piensan y sienten con naturalidad. Se guardan tantas palabras en el canasto, que éste se rebalsa y los deja sumidos en una gran soledad; que, para peor, nadie puede conocer ni acompañar. Hay también algunos aprendices en el arte de equilibrar: en cada ocasión actúan con prudencia y pasan todo lo que sienten y piensan por tres filtros antes de clasificar. El primero tiene que ver con la oportunidad. En cada relación deben dirimir a qué canasto destinar las palabras que salen de su interior para provocar el mayor bien y fecundidad. El segundo filtro tiene que ver con observar cómo van los canastos del otro y que puede recibir o qué hay que reservar. El último y tercer filtro, tiene que ver con el amor más honesto y radical; cómo más amo al otro: ¿callando o hablando? Termina el cuento contando que al llegar al cielo, a san Pedro solo le basta con mirar las columnas de todos los que peregrinan para saber si aprendieron o no el arte de vivir y amar.
Catapulta: ¿Qué canasto tiendes a llenar con más facilidad? ¿ Cómo puedes asegurar un mayor equilibrio? Qué alertas tienes para reconocer cuando alguno de tus canastos va a explotar?
16 de junio: Un día la princesa Margarita salió a correr por el campo y se engolosinó tanto con los prados, las flores y las mariposas que ahí encontró, que no se dio cuenta de todo lo que recorrió. Al volver una pequeña mancha en su rodilla apareció y pasada una noche, vio como sus dos piernas habían dejado de ser humanas para ser patas de rana. Le parecieron hinchadas y deformes y mucho se entristeció; no podría volver al campo ni pasear a su antojo por la ciudad. Angustiada fue a consultar a su papá. «Margarita, mi preciosa, es solo un efecto pasajero y bien lo puedes aprovechar. Le sucede a todos los que no se dan el tiempo de decantar la abundancia de vida que se tragaron y que en las piernas cae si no la logras ordenar. Sube tus piernas más alto que el corazón para que bajen tus vivencias amontonadas y ahora él vuelva a sentir y gustar los aromas, colores, sentimientos, visiones, ideas, voces y todo lo demás. Agradece y bendice porque no fue casualidad, sino un regalo que a muy pocas niñas se les da.» La niña obedeció y como en cámara lenta volvió con su mente a recorrer los miles de kilómetros que escondían sus pies. A un lado puso lo que vio, en otro lo que sintió; también guardó en un cajón los sueños que tejió y un bolsito muy lindo todo lo que amó. Lentamente su piernas se afinaron y su piel recuperó su color, pero Margarita nunca olvidó la sabía lección de darle a cada cosa el tiempo adecuado de preparación y sobre todo, de degustación.
Catapulta: ¿Te ha pasado lo de la princesa Margaritas? ¿Te das el tiempo para bajar tus vivencias al corazón? ¿Qué estrategia te puede ayudar?
17 de junio: Llevaba ya varias estaciones en busca de su verdadera identidad. Como toda golondrina volaba en busca del calor y añoraba un hogar, pero no sabía reconocer de qué especie era y con quién debía anidar. Trataba de verse en el espejo de los mares, pero la imagen se borraba cuando la quería tocar. Lo intentó también con los vidrios de la ciudad, pero solo transparentaban su imagen y no le decían quién era en verdad. También le preguntó a otras aves que migraban, sin embargo iban tan apuradas que ninguna le supo contestar. Pobre golondrina sin nombre; solo quería saber a dónde pertenecía y de qué era capaz. Un día, muy caluroso, en una playa se fue a descansar y de pronto otro ave muy sencilla la comenzó a mirar. Pudorosa y tímida pensó muchas veces escapar, pero había algo más fuerte que la retenía en ese mirar. Pasaron las horas y los ojos de su amigo se fueron convirtiendo en profundos y bellísimos espejos que la hipnotizaron con ternura sin igual. Por primera vez, y sin necesidad de hablar, reconoció su especie, su don y su misión además. Nunca antes pensó que en un tú podría encontrar su yo y cuál no fue su sorpresa, al darse cuenta que lo mismo le sucedió a a dulce ave que la acompañó. Sus plumas se hicieron más brillantes y su vuelo una danza de amor; al fin a ambas las había mirado el mismo Señor.
Catapulta: ¿Quiénes hoy son espejos de tu maravilla y don? ¿ Para quién necesitas ser espejo? ¿Sientes cómo te mira hoy Dios?
18 de junio: Cuatro hermanos partieron por el mismo camino a peregrinar. El primero, a poco andar, sintió temor frente a lo desconocido y se devolvió a su casa sin conocer al mundo ni a sí mismo con todo su potencial. Simplemente se quedó echando raíces amargado frente a su cobardía y aguando la vida de los que se le osaban cruzar. El segundo caminó tan rápido el trayecto que al llegar no supo ni quién era ni a dónde había ido a parar. Desconocía su cuerpo, no recordaba su historia y para peor estaba solo a su alrededor. A pesar de sentirse orgulloso de su triunfo aparente, se sentía triste y necio por la decisión ansiosa que había tomado al temer perder su lugar. El tercer hermano, ambicioso de dejar su nombre grabado en el camino, decidió construir una gran obra en la mitad de él y así construyó un reino y un castillo tan poderoso y ostentoso como su riqueza y energía le permitió. Sin embargo, temeroso de perderlo, prontamente, se convirtió en un hombre avaro, agresivo y muy temido por todos los que pasaban por el lugar. El cuarto hermano, observando los errores de los demás, decidió hacer el camino contemplando a las personas, los lugares y todas las oportunidades que éste le prodigaba al pasar. Construyó algunas obras, pero se enfocó más en los encuentros que en los metros, porque sabía que quedarían atrás. Sin prisa y sin pausa, fue asumiendo sus propios cambios y sacando de cada curva una lección más, de modo que cuando llegó al término del trayecto lo hizo hinchado de vivencias y bordado de recuerdos que jamás se iban a borrar. Vio con orgullo cómo algunas de sus palabras y semillas comenzaban a germinar en los que venían más atrás y sintió un gozo profundo muy parecido a la paz. Cansado ya y con sus pies agarrotados, decidió que era el tiempo de darle el paso a los demás. Se sentó en una vereda para cuando la vida lo fuera a buscar y por mi tras enseñaba a quien quisiera oírle cómo se vive de verdad.
Catapulta: ¿Con cuál hermano te identificas más honestamente? ¿Cuándo y cómo piensas trascender a la cotidianidad? ¿Y si la vida se acabara ahora, estarías orgulloso y en paz del recorrido en que vas?
19 de junio: La pierna de Roberta no tenía fracturas ni heridas evidentes, sin embargo una corriente eléctrica a la altura de la rodilla le impedía caminar. Inquieta por su futuro, a un mecánico de huesos y ligamentos fue a consultar y al oírle, no entendió del todo su diagnóstico final: «Desde la oficina central avisaron hace un tiempo que están cambiando el cableado principal. Para las nuevas andanzas se necesita un solo circuito más potente y no dos cables cómo se suele usar». ¿Cables, circuitos únicos? ¿Qué le pasaba en realidad? Obligada por el dolor, decidió ponerse en posición horizontal y así en completo reposo y silencio, sintió a los maestros trabajando en su interior y se puso a escuchar: «A partir de ahora Roberta verá todo como una unidad. Cielo y tierra en armonía perfecta y vivirá con confianza existencial. Sentirá en cada respiro la corriente del espíritu y no dudará más. Con esta última soldadura, al fin podrá ver cómo la mira la divinidad y su rostro humano reflejará su origen inmortal. Lástima que duela tanto este trabajo. No te preocupes, ya se le quitará y estos cortos de circuitos serán los trofeos que mostrará. Cuidado con la alta tensión; no te vayas a electrocutar» fue lo último que oyó Roberta antes de moverse sin querer y perder la señal. Feliz y en paz bendijo el dolor y todo las maravillas que le iba a dar.
Catapulta: ¿Estás abierto a la posibilidad de percibir la realidad de un modo radicalmente diferente? ¿Y si de verdad Dios es uno contigo? ¿Cómo cambia toda tu percepción de ti mismo y la realidad?
20 de junio: Manuel era un pescador experimentado. Llevaba toda una vida y varias generaciones en el cuerpo que le habían enseñado cómo sobrevivir frente al implacable poder del mar, sobre todo cuando se enojaba sin avisar. «Cuando te pille la tormenta y las corrientes te arrastren sin piedad, no hagas el esfuerzo necio de nadar; simplemente flota y déjate llevar. Ya las olas te llevarán a puerto seguro donde te podrás salvar», le enseñaba a su hijo pequeño mientras tejían redes bajo el sol estival. «Pero papá, cómo vuelves a casa si las olas te llevan muy lejos y no reconoces dónde estás». «Ay, hijo mío, esa es la mejor novedad. El océano es mucho más sabio que nosotros; pequeñas sardinas deambulando en sus entrañas, creyendo dominar la inmensidad. La vida siempre sabe a dónde va, por lo que si se pone revuelta hay que esperar con paciencia y disfrutar el cielo que contemplas en la soledad. El hogar siempre será ese espacio donde respiras alegría y libertad y para eso, la tierra opera como un imán. Tarde o temprano te traerá de vuelta a dónde te aman más. Si lo vieras desde arriba, serías capaz de contemplar que todo se reduce a un gran espiral maravilloso que te atrapa y te suelta donde más bien puedes multiplicar». » Mmmm… no resistirse a la corriente, dejarse conducir y esperar con asombro a dónde te deja el espiral de la vida, no parece tan difícil en realidad», dijo el pequeño niño curtido por el sol y por tanta lección que no podía asimilar. » Solo prométeme que no olvidaras lo que te he enseñado, cuando te toque crecer y navegar en alta mar» dijo Manuel, abrazando a su niño con amor profundo e incondicional.
Catapulta: Suena tan sencillo, pero ¿cómo conquistar esta actitud vital? ¿Qué es flotar para ti? ¿Confías en el espiral?
21 de junio: Tiago tenía el corazón hecho una rotonda con las muchas emociones que le daban vueltas sin parar. Su travesía inicial estaba por acabar y si bien había aprendido y vivido tantas cosas, no se sentía competente para retener todo y conservar la paz. Ciertamente quería también volver al hogar, a sus rutinas y a los proyectos que lo esperaban cruzando el mar, pero la conciencia de su fragilidad y pequeñez lo tenían atrapado y no sabía qué ruta tomar. «Sigue las flechas amarillas, ellas te guiarán » le susurró un caminante que apareció de la nada. Amarillo es el color del sol y la luz de cada vuelta me tendrá que orientar, se dijo Tiago medianamente convencido del consejo que acababa de escuchar. «Conversa con Dios en cada decisión importante que has de tomar. Así sabrás cómo continuar» le dijo una viejita que parecía estatua de sal. Tiago no podía creer en tanta casualidad. Cuando ya se animaba un poco a embarcarse en la nave que lo regresaría, cargando mil bultos e historias que contar, vino una gaviota y le manchó la chaqueta nueva que quería estrenar. «Y si te equivocas y la embarras, tampoco es fatal. Solo limpia lo sucio, re calcula el camino y ponte nuevamente a andar; quién sabe si no es otro regalo empaquetado en un curioso papel nada más», se río con dulzura y gracia una chica que ya lo comenzaba a limpiar. Tiago vio que en su crucero no estaba ni estaría jamás solo; que el universo entero estaba coludido para que llegara a dónde tenía que arribar. Así que sonrió desde adentro hacia afuera con tantas ganas que, dicen que su sonrisa de plata se grabó en el horizonte mientras lo veían alejarse en altamar.
Catapulta: ¿Qué luces y/o flechas vas a usar para guiarte? ¿ cómo asegurarás la conversación con Dios? ¿Estás disponible para integrar su gran sentido del humor?
22 de junio: Al volver a su casa, María cayó en la misma acequia de siempre y sintió toda su ropa estilando y el humor fatal. Le daba rabia, tristeza y frustración su tontera al caminar. No sabía bien por qué le sucedía. Quizás por distraída o por costumbre; tal vez por frágil o por miedosa además, pero la cosa es que no había regreso en que no cayera en esa trampa mortal. Con ella sólo se hacía daño y también a los que la solían acompañar. El canal era profundo, ancho y olía mal, porque lo que una vez dentro, costaba salir en realidad. Tarde o temprano lo lograba, pero su cuerpo y su ropa parecían más estropajos que nada y se sentía muy mal. Un día, su amigo Juan, le advirtió del daño que a él mismo le ocasionaba su descuidado andar. “María, cada vez que te caes en el canal de regadío, yo también me empapo y lo paso mal. Al intentar sacarte, me resfrío, me da vueltas el estómago y me termino por enfermar”. María tomó conciencia del perjuicio que ocasionaba y reaccionó convencida haciendo una promesa que esperaba cumplir a cabalidad: “Juan te prometo que a partir de ahora, cada vez que regrese a casa voy a frenar. Iré paso a pasito, sin tropezar. Y para que nunca se me olvide, una campana voy a comprar. Sólo te pido que la toques fuerte cuando me veas tambalear. Juntos esquivaremos la acequia y llegaremos a casa en paz”.
Catapulta: ¿Sueles caer en estados emocionales negativos al volver a tu cotidianeidad? ¿Te das cuenta del daño que te haces a ti y a los demás? ¿Qué campana te puede alertar?
23 de junio: “No, el salmón no puede pasar” dijo el encargado del paso al afligido oso que traía de regalo para su manada todo lo que había pescado cerca del mar. “Pero cómo, es mi cariño el que me va a quitar” gruño entre lágrimas de dolor. “Lo siento, son las reglas, no puedo aceptar peces colorados en este valle” masculló sin piedad, mientras tiraba sus regalos a una pira que acababa de encender. El oso no tuvo más remedio que retirarse del paso con una tristeza nueva y muy pesada además. En sus largos años había tenido que renunciar a muchas cosas, pero ofrecer impotente el amor que deseaba dar, le dolió como si una garra triturara sus entrañas con ácido de quemar. Llegar con las manos vacías ante sus ositos hambrientos fue muy terrible para él, sin embargo al contarles todo lo que les traía y ver su cara de felicidad algo nuevo comenzó a apreciar. Su entusiasmo, su cariño, su amor, parecía que no se había quemado en la pira del paso, sino que se había amplificado y ahora los peces parecían más numerosos, más sabrosos y más llenos de gracia que si los pudieran tragar. La familia sacó una lata de jurel que tenían en la despensa y el reencuentro fue único y especial. A veces el amor que no se manifiesta es el más grande que se puede recibir y dar, gruño el oso con ternura al irse a acostar.
Catapulta: ¿Qué sientes cuando tiene que renunciar “a la fuerza” a una expresión de amor que anhelas dar? ¿Es posible vivenciarla igual? ¿Cómo?
24 de junio: Josefina nació con un síndrome desconocido que no era evidente desde el punto de vista corporal, pero que la hacía tener duplicados todos los órganos de los sentidos y eso no siempre era fácil de administrar. Sí, claramente veía toda la realidad con sus ojos, pero poseía dos ojos internos que la hacían ver cosas que los demás jamás podrían admirar. Veía lo invisible, lo sutil y lo del más allá. Lo mismo con sus oídos que recibían todas las ondas y sonidos que se pudieran imaginar. Sin embargo, también oía voces de otros, voces internas, voces de otro tiempo y de dimensiones que no sabían dónde estaban, pero que sí le mandaban mensajes para comunicar. Así lo mismo con su nariz, con su lengua y con toda su piel en general, que además de lo natural, le permitía a ratos conectarse con lo extraordinario y hasta con lo sobrenatural. ¿Cuál era su problema si aparentemente parecía una ventaja frente a los demás? El tema era que a ratos se confundía y mareaba con tanta información, sintiéndose sola y rara además. No tenía claridad de qué podía compartir y a quién le podía trasmitir sin pasar a discriminada por especial. Un día sin embargo, en un sueño recibió un mensaje que le dio mucha paz: todos los seres humanos sufrían el mismo síndrome sólo que ignoraban que poseían dobles sentidos y sólo se quedaban con lo superficial. Cuánta riqueza se perdían, cuánta inmensidad quedaba fuera de su alcance por no sintonizarse con todas las capacidades que poseían por su origen divino y sobrenatural. Josefina se dio cuenta que su conciencia –aunque compleja- era una bendición y dio gracias al Señor.
Catapulta: ¿Has sentido que recibes más información que la que tus sentidos corporales pueden captar? ¿Cómo has reaccionado? ¿Qué riquezas has podido asimilar?
25 de junio: Cuentan las leyendas antiguas que antes el hombre tenía cuatro pares de ojos y que lejos de hacerlo parecer un monstruo, le daban mucha sabiduría y belleza además. El primer par estaba ubicado en la cara y le permitía mirar afuera y a los demás. Con ellos captaban mucha información de la realidad; lástima que con ellos no se podía observar a sí mismo a cabalidad. Por lo mismo, el segundo par de ojos lo tenía dentro de su mente y con ellos podía mirar todo lo que pensaba y ordenarlo con mayor efectividad. Atentos y curiosos no dejaban nada pasar y al menor síntoma de conflicto, avisaban a los otros ojos que acompañaban su capacidad. El tercer par de ojos, estaba dentro del corazón del ser humano y le permitía observar todos sus sentimientos y mantenerlos a raya para que no se fueran a rebelar. Con su sensibilidad no dejaban a las emociones negativas apoderarse de la paz y al igual que los ojos anteriores, funcionaban coordinadamente para completar la mirada y poderse anticipar. El cuarto par de ojos, sin embargo era muy distinto a los demás. Estaban al interior del alma y eran verdaderos espejos en los que se reflejaba cómo Dios los miraba sin parar. Cuentan que esta visión era tan hermosa y tan amorosa, que los hombres la creyeron propia y quebraron los espejos para olvidarse de su origen y de la divinidad. Con ello, arrastraron también la capacidad de los ojos del corazón y la mente y se quedaron ciegos y en la oscuridad total. Ahora algunos ven sombras y matices, pero la inmensa mayoría sólo mira hacia fuera y se pierde toda su riqueza primera y su felicidad.
Catapulta: ¿Cómo está tu visión actual? ¿Cómo recuperar algunos de los ojos perdidos? ¿Logras mirarte como te mira Dios?
26 de junio: La anciana traía su paragua rojo, lleno de bordados para protegerse de la tormenta que inesperadamente la pilló. Lo traía firme en su mano y jamás lo soltó, sin embargo jamás previó que un viento fuerte lo diera vueltas y quedara -no sólo a la intemperie- sino que empapada con la lluvia que salpicó. Trató de darlo vueltas y más se mojó. No había caso, parecía que su paraguas –en vez de protección- se había convertido en un arma que la amenazaba y atraía como en embudo más agua y aflicción. En un momento vio los bordados escarlatas de su paraguas chorreando como sangre por su mano y se asustó. Giró sin darse cuenta y el viento volvió a ponerlo en su posición. Había quedado mojado por dentro y por fuera, al igual que el abrigo, los guantes y el rostro de la viejita, que figuraba rojo de tensión. Así le pasó varias veces mientras recorría el tramo que la devolvía a su hogar, pero nunca renunció. El viento iba y venía y jugaba con la anciana y su paraguas de colección. Finalmente llegó a casa, mojada y cansada, pero con una buena lección: En las tormentas nunca se tiene el control, y lo que creías que te protegía se vuelve una amenaza, pero luego retorna a su posición. Sólo hay que seguir caminando y no paralizarse por un pequeño chaparrón.
Catapulta:¿Cómo sorteas las tormentas internas o externas, sobre todo frente a lo inesperado?
27 de junio: Su mamá era amorosa y dedicada, tanto que cada día se afanaba en inventarle un cuento para dormir. Algunos días salían unos relatos maravillosos y otros, unos más aburridos o insípidos, pero igual la hacían sentir su fidelidad maternal siempre dispuesta a acompañar. Un día, su mamá y ella misma olvidaron este ritual. Algo pasó que captó más su atención y así pasaron varios días y las historias no pudieron nacer entre las dos. La niña pensó que la mamá ya estaba aburrida de tanto crear. La mamá pensó que su hija estaba cansada de tanto escuchar y así los cuentos no contados se empezaron a acumular. Sin darse cuenta en la relación algo comenzó a cambiar. Se dio por obvio el cariño y los gestos se comenzaron a enfriar. No había risas ni lágrimas compartidas como cuando en la noche se solían juntar. Parece que a las dos les había invadido una profunda soledad. Un día en que la mamá estaba trabajando en su computador, vino su hija a preguntar algo que necesitaba, pero vio una luz en los ojos de su madre que la hizo reaccionar. “Había una vez una hada mágica que tenía polvos secretos para encantar…” partió la niñita con voz gutural. “Los tenía ocultos hace mil años y ya estaban a punto de perder su efectividad…” siguió su mamá con preciosa complicidad. Al terminar la historia, ambas se comprometieron a nunca más descuidar un rito tan precioso y vinculante como el contar, ya que de un modo u otro, en esos relatos se compartía la ficción y la realidad; se sanaban las penas del día y las alegrías se celebraban autenticidad. Cada cuento era un puente para sus almas y las mantenía conectadas aún sin estar juntas o tener que trabajar. Y colorín colorado, este cuento recién ha comenzado.
Catapulta: ¿Te das tiempo cada día para revisar cómo ha sido “tu cuento”? ¿Tienes la bendición de poder compartirlo y/o escuchar las historias de los demás?.
28 de junio: El taller del cielo donde se forman los seres humanos, es un lugar de altísima tecnología y especialización. Dios ha dispuesto a sus mejores creadores para que piensen y desarrollen cada sistema y órgano a la perfección. La premisa fundamental es que hasta la más mínima partícula que los conforme, debe ser evidencia de la belleza y perfección amorosa total que ha querido plasmar. Así hay grupos encargados de huesos y músculos que tejen cada fibra mejor que los gusanos de seda. Hay también otros encargados de vísceras y órganos que aplican estrictos diseños y control de calidad. Los hay quienes no descansan hasta dejar como una obra de arte la piel y la cara de cada ser que va a nacer. Una compleja cadena de evolución y transformación donde la materia se va introyectando del espíritu de su Padre y Madre que los ama sin pudor. Sin embargo, antes de que despierten a la vida con el aliento primero, Dios en persona acude al taller a efectuar el último toque a su creación. Es Él/Ella quien pinta los ojos de cada uno con una amplia gama de colores, líneas, puntos y formas que jamás repite entre y uno y otro. Sus ayudantes no saben cómo lo hace, habiendo creado a tantos, sin embargo, dicen los más escépticos que es realidad hace un truco en cada ocasión. Dios saca un pedacito de su propio ser, lo recorta redondito y perfecto y lo pega en los ojos de cada persona por nacer. Y para que no se note tanto que es un pedacito de Él/Ella, pinta un punto negro al final para despistar y que no se note de qué parte de su propia esencia lo pudo sacar.
Catapulta: ¿Eres capaz de ver la presencia de Dios en los ojos de los demás? ¿Lo ves en los propios?
29 de junio: Un sabio chino tuvo el privilegio de acceder al mundo de los corazones humanos gracias a una fórmula que creó, pero que a nadie reveló. Luego de varias generaciones, uno de sus escritos se encontró y esto es parte de lo que él registró. “Es notable ver que efectivamente los corazones están todos atados unos con otros con fibras elásticas de diferente color y grosor. Hay algunas que ya están vencidas y simplemente cuelgan haciendo peso a toda esta red de amor. Es interesante notar además que ésta no tiene límites observables ni en el espacio ni en el tiempo que pude estudiar. Se teje hacia arriba, hacia abajo y en toda dirección como un alambicado cableado en permanente tensión. Lo que más me llamó la atención es el efecto que producen las sonrisas en este circuito cardiaco superior. Cada vez que las personas sonríen con genuina intención de darse a conocer y conocer al otro corazón, se generan nuestras fibras en esta unión. Esto permite que la flexibilidad y la comunicación entre ambos se amplifique a una velocidad que no fui capaz de medir. Y qué decir de una mirada o de la misma comunión; las uniones elásticas se convierten en trampolines que no sólo permiten que salten los músculos cardiacos, sino que impulsan a los otros que están alrededor. Lo que más intrigó toda mi observación fue el origen de toda esta creación. Percibí la corriente energética que conectaba todas estas fibras, pero jamás pude descubrir qué o quién le daba la fuerza o dominaba el pulso de esta orquesta que me conmovió.”
Catapulta: ¿Has tenido la posibilidad de experimentar lo que este sabio vio? ¿Cómo están las fibras que sostienes con los corazones a tu alrededor? ¿Has sonreído últimamente?
30 de junio: Se creía que el anillo tenía un poder muy grande y especial. Había sido fundido con oro de la más alta pureza y su brillo era espectacular. Si bien era delgado y muy sencillo, de él se desprendían rayos que toda la humanidad había querido poseer y controlar. Quizás por lo mismo, los sabios del mundo lo habían ocultado para que nadie lo ocupara mal y esperaron que el destino definiera quién lo iba a utilizar. Un día, brilló más de la cuenta en su escondite, y un niño ingenuo y bien intencionado lo vio y lo tomó para colgarlo en su pecho y jugar. En sólo pocas horas se transformó en un hombre magnífico, radiante, lleno de amor y sabiduría para dar a los demás. Fue como si el brillo del oro se hubiese fundido con sus ojos y su fuerza vital. Con la bondad de siempre, lo mostró a su comunidad y desde ese día algo nuevo, en ella, se comenzó a gestar. La vida continuaba con sus sinsabores y gozos, pero brillaba con una luz sobrenatural. El niño/hombre había sido elegido por el mismo anillo, para servir y amar.
Catapulta: ¿Has sentido alguna vez cómo un objeto se reviste de un poder sobrenatural? ¿Qué misterio, poder y/o mensaje esconde para ti?
1 de julio: La semilla de añañuca llevaba años escondida bajo la tierra esperando su oportunidad. La sequía había arrasado con los canales que permitían navegar hacia la superficie y las rocas se apretaban, unas a otras, como en una batalla campal. Cuando sintió retumbar la primera gota de lluvia en su interior, dudó pensando sólo en un temblor. Sin embargo, luego el agua se hizo presente comenzando a hinchar todo con vida y potencia sin control. El pequeño tubérculo sentía lo inevitable de su nacimiento con contradicción. Había entusiasmo y excitación por ver al fin el sol, pero a la vez tenía miedo a lo desconocido y si su belleza desplegada sería la suficiente para sobrevivir en el exterior. De pronto un crujido la alertó. Su ser entero se transformaba siguiendo su propio ritmo bajo una orden superior. Surgían brotes de sus entrañas y sus raíces incipientes se aferraban a las rocas ya conocidas. Su tallo, cual lanza, atravesaba las capas de tierra que la cubrían con pasión. No sabía el final de su camino, pero sí supo dejarse llevar porque tenía plena confianza en quien la había creado, en quien la había despertado y en quien hoy la hacía florecer para ofrecerla como una extraña y misteriosa flor en su honor.
Catapulta: ¿Reconoces en qué parte de esta historia estás, bajo tierra, despertando o en pleno proceso de floración? ¿Qué sentimientos e ideas te provoca verlo?
2 de julio: Hace muchos años, como periodista, una vez mi editor, me mandó a cubrir una noticia muy particular. Debía hacer un reportaje de la maternidad celestial y dar cuenta de cómo se preparaba a los niños pequeños antes del despacho oficial a sus papás. En la crónica que escribí puse especial énfasis en la ropa que les ponían antes de bajar. Además de su piel suave y natural, con olor a jabón y a colonia floral, los niños eran envueltos en una capa tridimensional invisible que se calzaba con su cuerpo y no se podía notar. Al reportear me informaron que era la Trinidad; Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, que los abrazaban desde el inicio y para siempre como una unidad. La capa trinitaria tenía varios conductos para conectarse con la esencia del ser que iba a comenzar a respirar. Unos estaban en la cabeza, otros en el cuello, otros en el pecho, otros en el estómago y hasta en la misma ingle de las guaguas, para fortalecerlas y protegerlas de todo mal. Por esos conductos se veía viajar de ida y vuelta unas luces fluorescentes que luego se ramificaban como árboles navideños por toda esa pequeña humanidad. Le daban estructura, fuerza y hasta un pulso vital único que a la vez sintonizaba con una orquesta universal. Pensando que ahí había una buena noticia, me acerqué a la capa para fotografiarla y que el público lector tomara en cuenta esta unidad humana y divina espectacular, sin embargo como era invisible no se registró y sólo quedó mi palabra para atestiguar. Ahora algunos pocos me creen, pero la inmensa mayoría cree que estoy viejo y loco además. Por mientras me abrazo a mi propia capa invisible y con estas tres presencias en mi ser, me pongo a conversar hasta que llegue la hora de devolverla a sus dueños y descansar.
Catapulta: ¿Qué cambiaría en tu modo de enfrentar la vida cotidiana si esta verdad fuera una vivencia consciente? ¿Por qué conducto (o chacra) tienes más afinidad de conexión con la Trinidad?
3 de julio: Un experimentado científico trabajaba hace años en un remedio para sanar las penas más profundas de las personas. Veía que la epidemia se extendía por los pueblos y no había ungüento ni jarabe que las pudiera aliviar. La tristeza se acumulaba hasta el punto que el mismo investigador se vio afectado y sus lágrimas no lo dejaban en paz. Metió una de ellas al microscopio y vio que estaban formadas por dos círculos concéntricos que se comunicaban sin parar. Al analizar la muestra vio que el círculo más interno estaba formado de pensamientos e ideas que las personas solían gestar. El círculo de más afuera eran sentimientos y emociones que generaba el primero al manifestarse en la realidad. Se planteó con esto la hipótesis que, quizás eliminando al del centro, podía disminuir el impacto de las lágrimas a la mitad. Si no había un pensamiento triste ni negativo, el círculo del sentir se desdibujaba y no lograba cuajar en una pena de verdad. Fue ahí cuando ideó su antídoto que vino a revolucionar a toda la humanidad. Metió en pequeñas cápsulas invisibles miles de círculos de pensamiento lindos, buenos y verdaderos y los donó gratis a su ciudad. Así, cada vez que alguien aparecía con los primeros síntomas de pena, se le daba esta fórmula y la tristeza se lograba contrarrestar. Muchos años más tarde, le dieron el Premio Nobel de la Ciencia y la Paz. Lástima que casi ningún laboratorio lo quiso elaborar; dijeron que era mal negocio la felicidad. La fórmula sigue vigente, ¿La quieres fabricar?
Catapulta: ¿Sabes que todas las emociones vienen antecedidas de algo que pensaste? ¿Puedes cambiar esas ideas para evitar la pena? ¿Puedes fabricar estas píldoras para ti y los demás?
4 de julio: La perrita no era de raza y sus orígenes eran más bien campestres y sencillos. Su tamaño también era regular y a pesar de ser monona, no invertía demasiado en arreglos de su pelo ni en su ropa y estaba orgullosa de ello. Por eso cuando la invitaron a un baile de perros grandes y finos, se amilanó un poco. Trató de ir bien presentada y observar todo lo que viera en su alrededor para no pasar una vergüenza y aportar con su perruna identidad. Al ver los ladridos de unos y otros y los movimientos de cola que cada uno podía mostrar, al poco rato se dio cuenta que bajo los peinados y la vestimenta, eran todos iguales a sus amigos más humildes y a todos los perros que pudiera encontrar. Compartían las mismas alegrías y preocupaciones solo que en diferentes grados y responsabilidad. Hasta los acosaban las mismas pulgas y añoraban la misma tranquilidad. Así la perrita comenzó también a ladrar y hacer sus gracias, que las tenía bien guardadas. Traía historias del campo y consejos que le había enseñado su tribu y vio con sorpresa que sí era escuchada. Su cola se agitó con alegría y valoró su origen y su identidad. Ese día aprendió que a ningún perro se le debe sobre o subestimar. Lo importante está en la cabeza y en el corazón y las intenciones que los mueven a ladrar, no en las pilchas o atuendos caninos que se puedan comprar. Todo lo demás es accesorio y se olvida apenas los perros se ponen a jugar.
Catapulta: ¿Te ha pasado lo de esta perrita? ¿Qué haces con más frecuencia subestimarte y/o sobrestimar a los demás por su status o capacidad?
5 de julio: La pequeña vela no recordaba desde cuándo llevaba encendida la mecha que la recorría de cuerpo completo. Tampoco era muy consciente de lo que emanaba de su silueta de cera y sólo muy contadas veces había tenido el gozo de verse reflejada en el espejo del frente, desconociendo enteramente la luz y el fuego que la abrazaba por dentro. Su llama era dulce y amorosa y había logrado algunas pequeñas hazañas durante su trayectoria de consumo. Su luz era nítida y su movimiento carismático y aparentemente frágil, por lo que se había mantenido protegida de los vientos huracanados y de las tormentas más fuertes. Sin embargo, ese día las circunstancias la obligaron a ir al frente. Todo estaba revuelto en oscuridad, oídos sordos, rumores, sombras zigzagueantes que parecían dominarlo todo, sin esperanza. A pesar del temor que la arañaba por dentro, sintió también la obligación de prenderse como una antorcha y consumirme completamente para iluminar el caos que veía a su alrededor. El fuego ardió en su pecho y la fue abriendo de par en par. Mientras ardía se sorprendió al ver cómo las serpientes se arrancaban y comenzaban a vislumbrarse flores y hasta mariposas volar. El frente dejaba de ser batalla y se convertía nuevamente en su hogar. Cuando ya se fueron todos y contempló la luz que acababa de sembrar, la insignificante velita cayó derretida en su propia sustancia, sabiéndose arrasada por un fuego celestial. Tardó días en recuperarse y en decantar, pero luego volvió a ser la de siempre y a iluminar con su modo medio infantil y fuerte además.
Catapulta: ¿En qué te identifica esta historia? ¿Logras ser luz a tu alrededor? ¿Qué efectos te conlleva?
6 de julio: En el florero familiar había diez flores muy sencillas y lindas que Juan, el jardinero, había ido a cortar al campo. Cuando llegó la señora de la casa, no pudo dejar de admirar a una de ellas que brillaba con un aura especial. Su forma era parecida al resto y su aroma nada particular, pero de sus pétalos y de su tallo surgía algo que la hacía diferente y la dueña de casa la puso en un jarrón más alto y un poco separada de las nueve que quedaron atrás. Cuando todos los humanos desaparecieron de la escena, la flor solitaria llamó a sus compañeras para conversar. Cinco de ellas le contestaron con gran entusiasmo y la felicitaron de corazón por su nuevo lugar. Dos la saludaron con desgana e indiferencia y se pusieron a conversar entre ellas, como no queriéndola notar. Una de ellas, muy hermosa por cierto, la comenzó a insultar. Que porqué se creía tan única y que ojalá se cayera de su jarrón nuevo y que los perros la pudieran pisotear. La última flor que quedaba en el florero colectivo, ni siquiera la quiso mirar. Sombría y cargada de resentimiento, sólo se ocultó entre las hojas de las demás y sin querer enturbió un poco el agua que compartía con las demás. La florcita solitaria quedó muy conmovida por lo que acababa de pasar. Saboreó en su savia interna el genuino cariño y admiración de las que fueron sus compañeras por años en el campo y que eran sus hermanas en realidad. Sin embargo, de algunas de ellas también sintió con asombro y dolor la indiferencia, la agresión y peor aún, el silencio venenoso que contaminó a las demás. Ella no había hecho nada; no había buscado el jarrón ni llamar la atención. Simplemente había sido vista y elegida por alguien más. Sentía pudor, pero también la obligación de aceptar y agradecer la suerte que le había tocado pasar. Hizo un esfuerzo enorme por erguirse y respirar, para cuando volviera la señora la contemplara más bella que nunca y así la sirviera para sus propósitos con alegría y humildad.
Catapulta: ¿Cómo administras las reacciones de los demás cuando te destacas en algún proyecto o situación? ¿Logras aceptar tu esencia como un regalo de alguien más?
7 de julio: La montaña era como muchas y quizás desde afuera nadie podía captar el inmenso río de lava que la habitaba y que hervía en sus vísceras sin parar. Cada ciertos años, cuando los paisajes que la rodeaban se comenzaban a contaminar, un ímpetu irrefrenable la obligaba a rasgar sus entrañas y salir afuera con todo ese río de piedras fundidas como un manto escarlata que purificaba y permitía recomenzar. Sin embargo, después que eso sucedía el monte –que era temido y admirado por los habitantes del lugar- entraba en una fase de temblores y estertores por un miedo y dolor mucho más profundo que lo que nadie pudiese explorar. Sucedía que las cavernas ardientes que lo recorrían se vaciaban después de explotar y sólo sentía el frío y el eco vacío de una inmensa soledad. ¿Vendría de nuevo el fuego? ¿La madre naturaleza la volvería a preñar de lava y energía vital? ¿Quién era ella para ser un canal de vida y poder sobre los demás? ¿Y si quedaba yerma?. Las respuestas no las sabía, pero sí intuía que esa misma pequeñez y conciencia de ser sólo un transporte rústico, permitía que a los pocos días, esa sustancia ardiente, luminosa e incandescente volviera a brotar en su pecho y se comenzara a multiplicar.
Catapulta: ¿Has vivido algo semejante? ¿De dónde crees viene tu fuego interno?¿Qué sensación te produce saberte habitado por alguien más?
8 de julio: El templo del pueblo llevaba siglos así. Tenía una buena silueta y sus arcos atraían a algunos peregrinos, pero nada ostentoso ni muy particular. Sus paredes estaban cubiertas de cal blanco y su cúpula estaba pintada de barniz oscuro para que no fuera a desentonar. Un día llegó un peregrino muy especial. Traía en su maleta, herramientas y materiales para restaurar y a cambio de hospedaje y comida se ofreció a ayudar. Sin mucha fe comenzó a visitar el templo y tras los días algunos signos lo comenzaron a intrigar. En el ocaso del día la cúpula daba un brillo muy particular y al hacer un pequeño raspaje a los muros se veía que la cal tapaba algo más. Un día muy decidido comenzó a lijar y a sacar capas y capas del rústico sello que cubría el lugar. Cuál no fue su sorpresa cuando de las murallas emergieron frescos de miles de colores y escenas preciosas que un artista había llevado años en dibujar. En la cúpula, aparecieron estrellas, ángeles y una bóveda celeste que hipnotizaba de sólo mirar. Cuánta dedicación, cariño, creatividad, energía y amor había plasmado en esos metros de construcción fue algo que lo dejó impactado e intrigado además. ¿Quién o qué habían ocultado tanta belleza a la humanidad? ¿Qué fuerza maligna había hecho de esta creación preciosa una construcción más? ¿Era consciente el pueblo de la riqueza que tenían y serían capaces de cuidarla ahora que ya estaba a la vista además?. El restaurador decidió que lo mejor era quedarse como protector del lugar y sacarle aún más brillo a cada estatua o decoración que descubría cada día al escarbar. Sabía que ni el mismo templo ni el pueblo eran capaces de contemplar lo que tenían y alguien lo tenía que cuidar, mas que mal la cal y el barniz seguían ahí y alguien más los podría usar para opacar la belleza que acababa de rescatar.
Catapulta: ¿Te ha tocado rescatar personas preciosas cubiertas de barniz y cal? ¿Ves en ti mismo los frescos preciosos que Dios creó? ¿Cómo nos podemos cuidar?
9 de julio: Martín vivía lejos, muy lejos. Tan lejos que ni el eco se había atrevido a ir. Un día se le acabó el alimento y el agua apenas salía del pequeño pozo que había cavado su abuelo para sobrevivir. Con esfuerzo sobrehumano tomó su elefante y alcanzó una pequeña aldea desde donde pudo escribir un mensaje de auxilio a su amigo Fermín. Eran amigos desde pequeños y su corazón no sabía distinguir kilómetros ni hectáreas, así que se entendían como verdaderos hermanos con un solo sí. Fermín vivía en la ciudad y lleno de esperanzas de poder ayudar a su amigo puso letreros lindos y llamó a las multitudes para que los pudieran asistir. En cada mensaje puso en pedazo de su propio corazón, pensando que muchos lo iban a recoger y querer ayudar a quien vivía en extremo abandono y soledad. Esperó y esperó y nada pasó. Y cada segundo de silencio se fue convirtiendo en un tremendo dolor que lo atravesó de par en par. ¿Es que no veían? ¿es que no sentían la necesidad? ¿es que estaban demasiados ocupados para sentir un llamado de alguien más? pensó Fermín, que aun estando rodeado de gente parecía más sólo que Martín. No sabía bien qué alimento o agua lo sacaría de la tristeza profunda que saboreaba sin fin. De pronto un ring lo despertó y con sorpresa escuchó la primera donación. Así como gotitas de agua, una a otra se fueron sumando las pequeñas ayudas y también su esperanza porque unos pocos le dijeron que sí. Después de todo, ambos amigos aprendieron que las cruzadas lindas siempre son pequeñas y de bajo perfil, pero que son las más grandes en el corazón y que nunca se olvida a quien te ayudó.
Catapulta: ¿Has sentido una soledad como esta al intentar ayudar? ¿Cómo logras sobreponerte y continuar? ¿Qué te devuelve la esperanza?
10 de julio: El dragón Serapio había nacido con la misma piel escamosa y de colores que todos los dragones del lugar. Su huevo de origen había salido de la misma caja que el resto y su alimento había sido igual: espinacas, nueces silvestres y azafrán. Sin embargo en la medida que había ido creciendo sus matices y textura habían empezado a mutar. Todo el fuego que había salido de su boca y el que había recibido en diferentes batallas en altamar, lo habían ido pintando de tonos nuevos y sus escamas ya parecían más plumas de acuarela que el típico uniforme que los demás solían usar. Serapio los quería, pero se sentía fuera de lugar. Creía que era correspondido, pero tarde o temprano su piel y su fuego los comenzaron a distanciar. En la medida que sus alas y sus garras se alejaban de su tierra y aumentaba el saco de su inadecuación social, también fue aumentando la bolsa donde guardaba nuevos amigos y experiencias que sólo él podía degustar. ¿Quién era al final de todo? ¿A dónde pertenecía en verdad? “¿Seré de aquí o seré de allá?” se preguntaba Serapio tratando de sellar su identidad. Un día mirando el horizonte y soñando con nubes de caramelos y un reino de paz, el pequeño dragón vislumbró en lo alto sus colores, sus plumas y sus fumarolas de acuarelas danzando sin parar. Ahí cayó en la cuenta y se alegró de verdad; Serapio supo de dónde venía y para dónde iba en realidad. Qué bendición se dijo a sí mismo entre hipos de fuego y humo color de mar.
Catapulta: ¿A dónde pertenece su ser más esencial? ¿Ha ido mutando con el tiempo? ¿Qué sientes al ver a los que debieran ser tu tribu natural?
11 de julio: La medusa marina había aprendido ese arte maravilloso de nadar con su pollera traslúcida, llena de tules y estelas de albo andar. Casi siempre lograba ascender a la superficie del océano y dorar su lomo como si fuese una corona de corales en fino oscilar. Sin embargo, en esta oportunidad algo la atrapaba en el fondo y a pesar de todos sus esfuerzos, nadaba tres metros hacia arriba y luego una fuerza muy poderosa la volvía a atrapar. De pronto vio que uno de sus mismos lazos estaba atrapado en las rocas de una caverna y que jamás lo podría desenredar. El nudo requería tiempo y paciencia y ella ya tenía que respirar el oxígeno que había arriba y se comenzó a ahogar. Tenía que tomar una decisión: Morir en la caverna oscura o cortar ese pedazo y continuar la vida a pesar del dolor que seguro le iba a provocar. Tomo un impulso con su cabeza y nadó buscando la luz del sol que sabía iba a encontrar en la superficie y el desgarro fue brutal. Sangró un buen rato, pero en unos momentos pudo sentir nuevamente el aire fresco y respirar. Lo que no supo hasta un buen tiempo más, es que de ese pedazo atrapado surgió otra medusa muy hermosa y muy fuerte además. Ese era el único modo que la naturaleza tenía para que las de su especie se pudieran multiplicar con fecundidad. Los pedazos sueltos necesitaban del rigor, del dolor y de un desgarro inicial para sacar su fuerza interna y poderse desarrollar como nuevos seres con su propia identidad.
Catapulta: ¿Cómo reaccionas frente al dolor de tener que dejar a alguien que amas atrás? ¿Logras diferenciarte y seguir adelante? ¿Crees en su propio proceso?
12 de julio: “Hey flamenco, te vas a ahogar” le gritaba sarcásticamente el pavo feo y ruidoso, a la estilizada ave naranja que se hundía una y otra vez para pescar. Su largo cuello competía en delgadez con sus patas y con ambos lograba el perfecto equilibrio que necesitaba para alimentarse y respirar. Si bien era cierto que sumergía completamente su cabeza bajo el agua para obtener bichitos, nadie sabía lo que hacía en realidad. Cuando tenía la oportunidad de mirar una flor hermosa y contemplar la perfección de sus pétalos, quedaba tan admirado y agradecido que se hundía para orarle a Dios y alabarlo por lo que le acababa de regalar. Cuando un ave de colores se ponía a cantarle cerca y alegraba su alma con su trinar, el flamenco se sumergía y daba gracias con cada górgoro que podía dar. Cuando su laguna le proveía un bicho con un sabor nuevo y especial y se le hacía agua la boca en su paladar, una vez más el ave de patas flacas hundía su cuello de jirafa y en las profundidades aprovechaba de sentir y gustar. Sólo de esta forma no espantaba a nadie y el pavo envidioso no lo podía molestar. Mal que mal, a veces hasta su gutural grito a veces le acompañaba y le hacía sentir hogar.
Catapulta: ¿Te das tiempo para sumergirte de vez en cuando y agradecer todo lo que Dios te da? ¿Hoy, en forma especial, qué puedes decirle en la profundidad de tu corazón?
13 de julio: Dos hermanos muy pobres salieron de paseo a la playa para descansar. El problema fue que había traje de baño para uno sólo y lo tuvieron que sortear. El que ganó la pieza de tela de color rosa y púrpura se sintió absolutamente seguro y disfrutó las olas, los amigos y todo lo que el día le tenía para regalonear. Su hermano, llevaba un calzoncillo de tela blanca del mismo tamaño que le tapaba igual, sin embargo la vergüenza, las miradas y la frustración no le permitieron sentir las tibias aguas y gustar la sal. Al volver a casa y al ver la diferencia de sus caras, su mamá les preguntó qué les acababa de pasar. Sí, era cierto lo del traje de baño, pero en estricto rigor sólo los había diferenciado el tipo de textura y color de la tela y nada más. ¿Por qué un pedazo de género a uno lo empoderaba y al otro lo dejaba oculto en el pudor? ¿Qué extraño misterio escondía una mínima prenda que dejaba casi todo a la vista sin distinción? El mellizo desafortunado fue el que primero contestó. “Madre mía, es que el calzoncillo me avergonzó. Sentí que todo el mundo veía mi pobreza y mi desnudez como si estuviera en una vitrina en plena exposición. En cambio mi hermano tenía el amuleto que lo salvaba del juicio y nadie lo miró”. La mamá mucho se entristeció ya que su hijo tenía mucha razón. Los códigos sociales son una ropa que viste mucho más que cualquier género o diseño de colección.
Catapulta: ¿Has sentido el efecto de la tiranía de los códigos externos en tu ánimo interior? ¿Cómo liberarse de ellos? ¿cómo tomar la vida con libertad sin importar la “ropa” que lleves puesta?
14 de julio: Muchos estaban invitados al mismo restaurant, pero por alguna misteriosa razón el servicio no era para todos igual. Ahí figuraba Jacinta con sus chapes estirados, sentada con su vestido de cuadritos y una flor roja en el ojal esperando a ver qué le iba a tocar. Recordaba constantemente su pasado de hambre y las comidas de sobras en el viejo corral, por eso agradecía tanto este convite, pero había algo que no la dejaba disfrutar. Había unos pocos, como ella, que recibían platos ricos y abundantes que no paraban de llegar, pero veía a otros que apenas recibían un pedazo de pescado y de pan. Una mezcla de culpa, de vergüenza, de no sentirse digna, de no merecer los manjares, le impedía gozar toda la belleza y los regalos que proveía el dueño del local. Inquieta fue a hablar con él para saber si debía renunciar a todo, abandonar la mesa o si podía invitar a los menos afortunados que ella a la hora de almorzar. “Mira Jacinta, este servicio de comidas es muy difícil de explicar y qué le toca a cada uno es un puzle que jamás podrías armar. Yo lo dirijo desde hace años y a ti te quise invitar porque sé que lo pasaste mal. Cada plato ha sido preparado en forma muy especial y espero que no sólo lo gustes sino que sientas en cada bocado todo el amor que te quiero expresar. Lo que le toca a los demás comensales es mi responsabilidad” le dijo el hombre bonachón con mucha claridad. Jacinta obedeció con humildad y gratitud y se fue a sentar. Sabía que era un regalo inmerecido y sólo sonrió con sorpresa de niña al ver aparecer el postre de chocolate y manjar.
Catapulta:¿Puedes dejar fuera la culpa y confiar en lo que Dios te regala por pura gratuidad? ¿Eres capaz de recibir sin cuestionar?
15 de julio: El pequeño pececito de cuerpo amarillo y franjas turquesas siempre había vivido en el arrecife, junto a sus coloridos vecinos. Había peces de todos los diseños imaginables y con su belleza y diversidad, el océano tenía material suficiente para un catálogo de Navidad. Sin embargo, nadar a baja profundidad no le bastaba a él para estar en paz. Lo alucinaban esas cavernas oscuras y misteriosas que se avistaban a sólo unos metros de donde todos iban a flotar. Al preguntar por ellas, parecía que todo el resto de las especies fuesen ciegas ya que ni querían asomarse o preguntar. El pez dorado oscilaba con sus aletas si bajar o no bajar, pero una fuerza mayor a sí mismo lo obligó y lo arrastró por corrientes vertiginosas y túneles fascinantes que no supo descifrar. Con sus ojos muy abiertos fue mirando las nuevas creaturas del fondo del mar. Trató de memorizar sus formas y lo que le decían al pasar. También las algas eran nuevas y una que otra pudo probar. Todo era un caleidoscopio de imágenes imposibles de olvidar, pero también de replicar. Ya mareado y agotado de tanto viajar, se dejó mecer por las olas y en su hábitat de siempre fue a despertar. ¿Cómo describir su aventura; alguien le iba a creer; cómo ampliar las mentes y los corazones de sus amigos peces que no conocían el abismo maravilloso que tenían a sólo pasos de su hogar? El pez vio una nueva franja en su lomo, pero era roja esta vez; era un corte suave que alguna piedra le había provocado al viajar, pero también comprendió que era el costo de cruzar la frontera del misterio y aceptar una dulce soledad que ya empezaba a sangrar. Con todo, estaba dispuesto a dar la vida por volver a esa preciosa inmensidad.
Catapulta: ¿Con qué pez te identificas más? ¿Has viajado a las fronteras de tu mundo interno? ¿Qué puedes contar?
16 de julio: Los dos nativos bajaron a la cueva subterránea atravesada por un río manso de aguas turquesas que, sólo de vez en cuando, el sol podía iluminar. Se hundieron con sus cañas de bambú que les permitían respirar y con unos pequeños espejos rústicos que les servirían para encontrarse y regresar. Sin embargo, el silencio y la oscuridad les provocaron escalofríos y filosas estalactitas les revelaron que habían entrado a un templo eterno y sagrado que muy pocos seres humanos habían podido visitar. Su propósito era encontrar perlas para cultivar, por eso su sorpresa fue tan grande cuando encontraron lo que realmente habitaba en esa caverna ancestral. Un rayo del sol entró por un pequeño agujero e iluminó el espejo que llevaba uno de ellos, lo que hizo que una cadena de miles de pequeños espejos se comenzara a encender como una esfera espacial. La caverna estaba cubierta de diamantes y sus cortes perfectos transformaron el templo en una catedral de luz y belleza sin igual. Los nativos vieron que sus cuerpos también brillaban y que de sus manos salían rayos de arcoíris como un prisma celestial. Uno fue espejo del otro y se hicieron mutuos testigos de su transfiguración personal. Sólo en las profundidades y en la total oscuridad pudieron descubrir el secreto del que estaba hecha toda la realidad: puro polvo divino esperando ser descubierto para iluminar. Todo gracias a sus pequeños espejos y a su valentía de navegar por donde nadie quería bajar.
Catapulta: ¿Te atreves a bajar a las profundidades de tu mundo interno? ¿Quiénes son tus espejos para ver tu esencia? ¿Logras ves de qué está hecha la realidad?
17 de julio: El pirquinero llevaba toda su vida buscando la veta de oro que le permitiera superar su pobreza y salir de aquella soledad aplastante que le hacía llorar en silencio rodeado de la oscuridad. Un día un brillo diferente le regaló la esperanza y a él se aferró con su pala y picota para descubrir la mina que siempre le había sido esquiva. El dorado crecía y crecía y con él su sonrisa y su alegría vital, sin embargo en un momento, en vez de seguir picando dudó de su suerte y de todo el tesoro que se le abría de par en par. Era tal su inseguridad y el polvo que lo cubría de tanto buscar, que pensó que podía extinguirse la veta, que fuera oro falso o que le perteneciera a alguien más. De pronto un viento fuerte lo tumbó de espaldas lo que le permitió contemplar el techo del lugar. Una cúpula de oro lo envolvía por completo y su grosor era imposible de delimitar. Una montaña sólida del preciado metal lo engullía como una ballena a un calamar. ¿Cómo podía dudar?. Avergonzado de sí mismo, guardó su picota y lloró de rodillas dando gracias a Dios lleno de felicidad. Él sí podía ser el premiado con la fortuna y ser un hombre rico por siempre y más.
Catapulta: ¿Eres capaz de creer en tu fortuna espiritual o te aferras a tu pobreza? ¿Puedes ver la mina de oro que te envuelve?
18 de julio: La enfermera tenía una vocación muy grande para acompañar a todos los enfermos que llegaban al hospital. No le hacía asco a nadie; muy por el contrario, le nacía realizar gestos muy tiernos a todos y escucharlos con una paciencia angelical. Un día, le avisaron que habían ingresado a un par de parientes con una dolencia muy contagiosa y rara además. Se le apretó el alma y sus piernas se hicieron de piedra; no era capaz de avanzar. Recordó cuánto daño le habían causado y cómo le ardían las manos de dolor cuando tenía que compartir con ellos algún evento familiar. ¿Era ella la indicada para acogerlos si era tan vulnerable al contagio de su enfermedad? Su experiencia le decía que el suplicio que padecían era el mismo que ella había sufrido y del que había logrado escapar. Fue a hablar con el director del centro médico para discernir cómo actuar. Él fue muy claro en los límites que tenía que cuidar. Había miles de pacientes que la esperaban y la necesitaban para sanar; no era justo que sólo por dos sacrificara el bien que hacía a todos los demás. Ya alguien más se encargaría de ellos, por lo que ella sólo debía encargarse de saludarlos con afecto cada mañana y vigilar si algo urgente les llegaba a faltar. Lo importante en un hospital era la salud de todos y ella debía ser fiel a la vocación que le habían encomendado al entrar. Liberada de la culpa, la señorita volvió a sus rondas y hasta la escucharon cantar con alegría y con paz.
Catapulta: ¿Sabes reconocer los límites personales a la hora de ayudar a los demás? ¿Qué enfermedades son las que te pueden contagiar?
19 de julio: Al visitar la tierra, los alienígenas se compadecieron de ella y decidieron dejar infiltrados a unos para ver si podían ayudar. Lo único malo para esta pequeña colonia extraterrestre era que el oxígeno y el disfraz humano les hacía olvidar su origen y capacidad de mirar más allá. Comenzaron a vivir como todos, pero su circuito interno siempre les hacía cuestionarse la forma y anhelar algo más. Su intuición les hacía buscar en las estrellas algunas luces que los pudieran ayudar. A medida que pasaba el tiempo y el problema terrícola se agravaba, sus parientes desde el espacio los comenzaron a reconectar. Mandaban señales que sólo ellos podían captar y poco a poco comenzaron a recordar esbozos de su misión celestial. Sin embargo, la atmósfera del planeta era densa y ejercía sobre ellos una fuerza más poderosa que la de gravedad, por lo que tuvieron que desarrollar una antena sobre su cabeza que nadie percibía, pero que les permitía elevarse y sintonizar con la frecuencia de su planeta natal. Cada vez que un problema humano los agobiaba y les hacía dudar de su misión o de su esencia, utilizaban dos estrategias para recordar: lo primero era reunirse en comunidad con los que se habían logrado re encontrar y lo segundo era erguirse y estirar sus antenas para poder captar la inmensidad del universo y respirar el polvo de estrellas que los alentaba a continuar con la maravillosa misión por la que habían elegido desembarcar hace años atrás.
Catapulta: ¿Eres parte de esta colonia espacial? ¿Has desarrollado tu antena para sintonizar? ¿Qué señales has podido captar?
20 de julio: La sábana alba de un día para otro, apareció con unas manchas rebeldes que ningún jabón podía sacar. Toda su suavidad, elegancia e impecable historia parecía desaparecer por esos puntos negros y feos que empezaron a brotar como si hubiese hongos germinando entre los hilos del telar. ¿Qué pasó? Se preguntaba su dueña al restregarla sin poder volverla a blanquear. “Hice todo lo que siempre hice para cuidarla y jamás pensé que esto me podría pasar” le comentó a sus amigas al ir al río a lavar. Casi todas sólo la escucharon sin poder explicar la razón de las manchas de su apreciada tela, llena de bordados de flores y mariposas de seda natural. Sólo una anciana vieja le pudo dar la respuesta y devolverle la paz. “Mire mijita, al mal le da escozor el bien y siempre buscará las formas para malograr lo lindo y lo bueno que se teje aquí y allá. Pero no se preocupe, que esto también pasará. Las manchas no son propias de la sábana que tanto ha cuidado y este remedio la salvará. Exprime un limón, agrégale sal y un poco de jengibre rallado para aromatizar. Empapa los puntos negros refregando fuerte y luego cuélgala al sol y al viento fresco y vete a descansar”. Así lo hizo la mujer y esperó. Su sábana quedó completamente limpia y brillante y donde antes estaban las manchas habían aureolas aun más blancas que la normalidad. Eran como cráteres imperceptibles que recordaban el paso de la oscuridad. Nunca estaría completamente a salvo de que volvieran a aparecer sin más, pero ya tenía el remedio aprendido y no volvería a dudar del valor de su tela y de su cuidado maternal.
Catapulta: ¿Han aparecido indicios del mal espíritu en tu vida? ¿Cuentas con buenos consejos para espantarlo? ¿Crees en el triunfo del bien sobre el mal?
21 de julio: La polilla Margarita, como todas las de su especie, se dejaba hipnotizar por la luz. Era tal el imán que provocaba sobre ella que por años, se había amarrado una alita a un poste para no dejarse quemar. Después de mucho volar por la vida y haber aprendido una que otra lección, un día fue invitada a conversar de sus andanzas a donde había un conjunto de lámparas que fácilmente la podían seducir y achicharrar. Se puso una capa protectora de verbena, se bendijo con agua de lavanda e invitó a su amigo Volmar para que le tomará de las antenas si es que llegaba a flaquear. Cuando todo se encendió y la emoción la empezó a embriagar, vio entre medio de los cables y los focos que la encandilaban una luz diferente que ardía, pero que no quemaba y que le regalaba una plenitud muy especial. Con ella, sus alas se desplegaban como las de una mariposas del Amazonas, saliendo del beige cotidiano y vistiéndose de una turquesa intenso y celestial. Su boca también exudaba néctar divino y sentía un impulso irrefrenable por compartir todo el dulzor que sentía en su paladar. Sus patitas se movían con una gracia especial y su baile a algunos le pareció atractivo y la comenzaron a alentar. Al fin había llegado ese momento tan esperado que sólo en sueños había podido imaginar. Se había encontrado con la fuente de luz por la que valía la pena perder la vida y arder en paz. Era ese foco eterno, infinito y precioso que sostenía la creación completa y que le permitía volar. La polilla Margarita fue tan feliz por el milagro que se le acababa de manifestar que al volver a casa sólo dio gracias entre lágrimas y se fue a dormir extasiada y agotada además.
Catapulta: ¿Cuáles son los focos que te mueven en la vida? ¿De cuáles te tienes que proteger para no quemarte? ¿Has sentido alguna vez la plenitud de hacer lo que viniste a ser?
22 de julio: El anillo lo había heredado de su abuela y hasta ese momento jamás le había puesto atención especial. Sólo tenía recuerdos vagos del mensaje que lo acompañaba, pero no lo había necesitado usar. Sin embargo, en su situación actual ninguna de las respuestas de los libros ni de las leyes le permitían discernir en paz. Tampoco podía consultarle a nadie porque sería cómo comenzar a picar un iceberg infinito y no podía esperar. Al mirar dentro del anillo leyó el mensaje oculto que tenía: ¿Dónde amas más?. Recordó el rostro dulce y sabio de la anciana cuando de pequeño le explicaba que ésta era la mejor forma de decidir qué camino tomar. Ella misma lo había usado después de aprender de su abuela y de su tatarabuela además. Cuando todo se tornaba incierto y los consejos del mundo no servían de nada, había que dar vuelta al anillo y optar por el camino donde más frutos y felicidad se pudiera generar. Siempre llevaba implícito un riesgo y que se confundiera el propio amor con el AMOR grande y de verdad, por lo que había que rezar largo rato y observar atentamente el corazón de todos alrededor. Si comenzaban a brotar flores nuevas y emerger música de su interior es que la decisión había sido la correcta y que había que continuar. Si el propio ser se llenaba de entusiasmo y ganas de crear, era otra confirmación que había que escuchar. El hombre agradecido apretó el anillo familiar como el mejor regalo que jamás nadie había podido heredar. Ojalá muchos hubiesen tenido una abuela tan buena y que el mensaje de su anillo pudieran replicar.
Catapulta: ¿Cómo haces para decidir en situaciones complejas? ¿Cómo recordar efectivamente a Dios como principio y fin fundamental de la existencia?
23 de julio: “Ten cuidado con lo que sueñas porque ese ya es el comienzo de tu pedido y se te cumplirá” le dijo la gitana a la mujer que acababa de consultar su suerte en la feria itinerante que se acababa de instalar. Qué hacía ella con ese sueño que estaba prendido a su alma desde que tenía memoria para recordar. Cómo ella una mujer sencilla, de pueblo, sin ninguna especialidad ni magister en la universidad podría hablar a las multitudes de la sabiduría y de la verdadera paz. Su sueño era recurrente y se le venía a la mente como un anhelo que la entusiasmaba, pero también le generaba un miedo feroz por verse expuesta a la crítica y a que los poderosos y/o los malos la pudieran destruir así sin más. Un día en que oraba cavilando esta verdad, tomó su sueño con las dos manos y lo observó con detención y acuciosidad. Al darlo vuelta para un lado y otro, cayó una especie de etiqueta que no había visto jamás. Aunque estaba vieja se podía leer claramente “Hecho por Dios”. Conmovida cayó en la cuenta de lo que encontró. Su sueño no le pertenecía y había sido implantado por el mismo Señor. Cómo podía ella negarse o creer que se había equivocado Dios en la repartición. Lo tomó fuerte y lo coció a su corazón con hilos de pasión. Luego lo envolvió con ungüentos de fe, humildad y entrega. Le agregó también unos polvos de paciencia y buen humor por si demoraba más su concreción. Tal como le había dicho la gitana adivina, en cualquier momento llegaba el pedido y debía estar atenta y dispuesta a su recepción.
Catapulta: ¿Tienes un sueño grande y fundante desde tu juventud? ¿Cuál es? ¿Qué sueñas cada día y qué haces para hacerle caso a quien los puso en tu corazón?
24 de julio: La ardilla Carlota siempre había paseado por las copas de los árboles, rodeada de hojas verdes y frutos frescos que la hacían mirar la vida desde un lugar muy privilegiado en realidad. Si bien tenía que trabajar mucho por alimentar a su familia y mantener su colita peinada, nunca había bajado a esas cuevas profundas y tenebrosas que se divisaban cerca de las raíces porque, según contaban, ahí habían creaturas muy perversas y que no quería tratar. Sin embargo, un día su pequeña hijita se cayó de una rama por accidente y fue a dar justamente a esas cavernas, obligándola a adentrarse en la oscuridad para rescatarla y defenderla de cualquier mal. Al acostumbrarse sus ojos a la penumbra comenzó a ver otro mundo, rodeado de ardillas sin cola y con un feo aspecto y suciedad. Roían con dureza y sus dientes parecían colmillos listos para atacar. El agua subterránea mojó su cola y al verse reflejada pensó que era uno más. Su estampa de ardilla había desaparecido, su cola se había pelado y debía sacar sus garras y dientes frente a cualquier adversidad. Le dolía todo el cuerpo y sobre todo su alma al tener que adaptarse a estos códigos oscuros tan diferentes a los que solía usar. De pronto vio a su hija, la tomó fuerte con sus manitos y salió corriendo sin necesidad de pelear. La astucia ya era cosa aprendida y su fuerza y convicción le permitió escapar de los confusos laberintos que semejaban una ciudad. Una vez arriba, de vuelta en las alturas, comprendió que aunque no le gustaran las cuevas, sí podía sobrevivir en ese lugar. Era bueno saber que podía ser ardilla y roedor sin perder su espíritu ni su misión.
Catapulta: ¿Has tenido que “bajar” a mundos más complejos para defenderte y/o cuidar lo que más aprecias? ¿Has podido sortear los códigos que ahí hay? ¿Cómo conservas tu esencia?
25 de julio: Qué preciosa y sencilla belleza tenía la mujer campesina que pasaba días y noches completos, bordando hebras verdes en el arrozal. Su presencia y energía aportaba un lindo granito de vida a su villa y a la ciudad. Es que su sombrero de ala ancha, como un cono espacial le permitía captar los mensajes de la madre tierra y bajar algunas ideas del cielo calipso que la iba cada tarde a espiar. Algunos valoraban sus consejos y la iban a consultar. Sin embargo, los días de tormenta, la mujer se hundía tan fuertemente en el barro que quedaba atrapada como si la misma tierra se la fuera a tragar. Por más que trataba de mantener la calma y razonar, le era imposible no relacionar la lluvia con el trauma que de pequeña había tenido que soportar. Toda su aldea había sido arrasada por un aluvión y sólo ella se había podido salvar, escondida en un manojo de ramas de arroz que le sirvió para flotar. Había andado a la deriva por días hasta que un buen campesino la rescató y la cuidó hasta sanar. Es por eso que cada vez que llovía y tronaba, alguien más debía ir a socorrerla para hacerla reaccionar. Con un buen remezón despertaba y soltaba ese manojo imaginario que le pesaba más que el barro en su andar. Así, nuevamente iniciaba su bordado silvestre para cooperar en la noble tarea de sembrar alegría y paz a quien necesitara este alimento vital. Cierto que era pequeño el pedacito que cultivaba y escasa su cosecha si se la comparaba con una máquina industrial, pero ella trataba de hacer cada día el máximo de bien que sus manos y energía le permitieran avanzar. Total la cosecha que le importaba no estaba bajo sus pies, sino en el cielo donde anhelaba llegar.
Catapulta: ¿Qué trauma o herida de tu infancia te deja empantanado? ¿Qué o quién te ayuda a reaccionar? ¿Puedes recuperar tu conexión vital?
26 de julio: La lagartija Manuela siempre había optado por el bajo perfil. Había lagartos y cocodrilos que podían -mucho mejor que ella-, responder a las mayores necesidades del pantano y su porvenir. Así pasó el tiempo ocupándose de su pequeño metro cuadrado con real frenesí. Corría y trabajaba arduamente, pero nunca creyendo que para algo más importante podría servir. Un día la sequía azotó al pantano y todo parecía dispuesto a morir. Los grandes animales que lo habitaban estaban enterrados en las grietas secas y la sed y el hambre aumentaban sin que nadie pudiera encontrar una forma de salir. Reunieron a todos en el charco de agua que aún quedaban y ahí comenzaron a discutir planes y sobre quién podría intervenir. Cada idea que salía Manuela sentía que era para ella y se mordía se pequeña lengua para no intervenir. Cada plan que elucubraban le parecía que sería la perfecta candidata para poderlo cumplir. Cada moción que surgía, la lagartija sentía cómo su piel vibraba llamándola a servir. Superando su pudor y su histórica inseguridad, al fin se atrevió a sugerir que ella podía acudir en ayuda y salir. Alentada por los lagartos y cocodrilos, asombrada y conmovida del apoyo y de la confianza que acababa de recibir, tomó conciencia de que era justamente esto lo que siempre había querido vivir.
Catapulta: ¿Has sentido esa certeza interior de misión? ¿Qué miedos y que anhelos han entrado en disputa? ¿Qué voces feas internas te quieren hacer disentir?
27 de julio: Cuentan las leyendas del pueblo que cada día, cuando sus habitantes despiertan, reciben una porción de arcilla para modelar. El mandato de su tradición dice que al final de la jornada, cada uno debe ofrecer una esfera perfecta y preciosa en el altar familiar. Sólo así pueden irse a dormir en paz, ya que durante la noche las pequeñas esferas son cocidas en el horno sagrado y se guardan en su nicho celestial como su reserva de felicidad. A medida que van trascurriendo las horas, la empiezan a amasar y a darle forma con cada circunstancia que van viviendo y cada estímulo que les toca enfrentar. Ya a mediodía, es posible observar las primeras formas aunque algunas dejen mucho que desear. Por eso, los más sabios hacen una pausa para mirarlas y reorientar su trabajo si es necesario para avanzar. Sin embargo, también hay muchos que, agobiados o inconscientes, renuncian y dejan el material atrás. Hay días donde las esferitas salen fáciles y preciosas, pero en otros, es un desafío enorme y aparentemente se pierde la arcilla y también la paz. Los habitantes se entristecen porque nada pueden ofrendar y su reserva va quedando sin nada. La tradición, no obstante, a todos les da una nueva oportunidad si es que la quieren tomar. La greda que desecharon la pueden volver a trabajar al día siguiente y así lo que necesiten hasta finalizar, sumando las nuevas porciones diarias en una pelota preciosa y muy grande además. Los que perseveran y son optimistas, saben que tarde o temprano lo que es un mamarracho, tomará la forma perfecta y lo podrán hornear, recuperando la tan ansiada felicidad.
Catapulta: ¿Cómo te fue con el modelado de tu existencia el día de hoy? ¿Terminó redondito todo o mañana debes continuar? ¿Cómo van tus métodos conscientes para trabajarla con más efectividad?
28 de julio: El picaflor Mariano era lindo y juguetón. Sus alitas no se le veían al volar de contento de flor en flor, sacando de cada una el mejor néctar y por añadidura iba repartiendo amor. Los demás pájaros se preguntaban cómo lo hacía para mantener siempre ese tono alegre y energético que contrastaba con su diminuto tamaño y su color. Un día una camelia que estaba en flor, le pidió que se posara en sus ramas para averiguar el porqué de su condición. Conquistado por el rojo tenue de sus pétalos, Mariano accedió. ¿Cómo lo haces para estar tan feliz y lleno de amor? le preguntó la flor muy curiosa y llena de atención. “Mira mi linda Camelia, cuando era más joven yo sufría y hacía sufrir mucho a los que me rodeaban porque pasaba luchando en mi cabeza entre el amor y el desamor. Dos voces me martillaban por dentro, diciéndome una que era bueno y la otra que yo era el peor. Cansado y agobiado, le pedí un milagro a Dios y cuál no fuera mi sorpresa que me lo dio y de la forma menos esperada para un picaflor. Volaba un día muy revuelto en esta confusión cuando vi una flor gigante, maravillosa, que emanaba un intenso olor. Volé con todas mis fuerzas pensando que era el mejor; que era el pájaro más afortunado y que merecía ese regalo de Dios. De pronto ¡plash!, un golpe durísimo casi me mató. Pensé inmediatamente que era el ave más tonta, más débil y que bien merecía el castigo por mi presunción. En eso estaba sacándome las plumas del alma, cuando la ventana se abrió y la flor se acercó a mi y me acarició con tanta ternura y delicadeza que me estremeció. Desde ese día aprendí que nada de mi pequeña cabecita puede superar el amor de Dios; en Él/Ella todo se fusiona, todo se absorbe y pasa a ser gracia por su elección. Así ahora vuelo contento contándole a cada flor que visitó lo que me pasó. Dios me sostiene en el aire y me deja esparcir la buena noticia de su Amor”
Catapulta: ¿Te pasa parecido al picaflor? ¿Qué voces luchan en tu interior? ¿Has dejado espacio para que Dios te muestre su amor?
29 de julio: José era un hombre bueno y sencillo, pero que sufría siempre por una manía por contar. Cada mañana que salía al valle, se sentía obligado a enumerar las ovejas que tenía y anotar cuántas más habían nacido para sumar. Luego en su trabajo, la ansiedad lo mataba y desesperado calculaba sus ventas y cómo éstas aumentaban o disminuían por su capacidad. En la noche tampoco podía evitar medirse a sí mismo sobre cuánto había logrado avanzar. Toda su identidad se reducía a un menos y a un más. Tratando de liberarse de esta carga, fue a ver a un amigo que lo pudiera aconsejar. “Querido compadre, lo que usted tiene es muy frecuente y se puede mejorar. Lo que pasa es que en el mundo en que vivimos todo parece ser hecho de números y rendimiento y no hay que dejarse engañar”. “Pero, ¿cómo si lo he intentado todo?” dijo afligido, contando las lágrimas que caían sin parar. “De ahora en adelante, al salir de tu casa siempre lleva dos bolsas, una a cada lado de tu cuerpo donde puedas separar claramente lo que cuentas de tu identidad. El problema justamente radica en que tu crees que eres lo que cuentas y no alguien más”. José tomó el consejo y lo comenzó a practicar. Al salir de la casa, en una de las bolsas guardó el números de ovejas que tenía y en la otra cuánto las amaba y el privilegio de poderlas cuidar. Al llegar a su trabajo, registró sus ventas, pero también contempló el día y atesoró todos los frutos que pudo compartir con los demás. Así al llegar a casa cada tarde, fue dándose cuenta que en el ser no se podía calcular, por lo que dejaba fuera la bolsa de las cuentas y se iba a dormir sólo con la bolsa de lo que era, junto con lo lindo, lo bueno y lo verdadero que había recibido con gratuidad.
Catapulta: ¿Cuánto de los resultados de tus acciones confundes con tu identidad? ¿Cómo sanarte o aliviar esta enfermedad?
30 de julio: Cuenta la historia de una mujer que encontró un pocillo de cerámica muy antiguo y con un diseño delicado y muy original. Al reverso tenía un escrito que decía, “Su uso te salvará”. No sabía bien para qué servía y lo comenzó a probar, animada por la promesa anunciada. Primero intentó poner frutas en él, pero podía quebrarse con tanto peso y lo descartó como posibilidad. Luego quiso poner sopa en ese pocillo, pero el calor era tan grande que se podía agrietar. Más tarde intentó depositar ungüentos y mermeladas en el cuenco, pero el pegote se adhería tan fuerte a sus paredes que se podía estropear. Más tarde intentó usarlo como florero, pero el agua se filtraba y las flores se marchitaban sin poderlo evitar. Su último intento fue utilizarlo como recipiente para las legumbres, pero comenzaban a brotar con la humedad de la greda y se podían podrir con facilidad. “¿Para qué sirve este tiesto?” se preguntaba casi molesta por la obligación de darle alguna utilidad. Ya cansada de este pocillo y sin ver la salvación tan buscada, lo dejó a un lado hasta que un día un reflejo muy especial que de él salía, la obligó a mirar. Cuál no fue su sorpresa al ver su cara brillando dentro del pocillo como un perfecto espejo, sin más uso que reflejarle toda su realidad. Absorta en un presente sin límites sus ojos no paraban de llorar; no de tristeza, sino por la emoción de los que acababa de captar. Después de ese día y para siempre, no pudo iniciar ni terminar un día sin regalarse un tiempo a solas con este pocillo que le había salvado de la vida. Al estar vacío de cosas del mundo lo fue llenado de espíritu y de felicidad. Sin embargo, los incrédulos y los ignorantes, la denominaron “la señora del cuenco” y muy pocos pudieron aprender de la sabiduría de la vacuidad.
Catapulta: ¿Cuán lleno de cosas está el pocillo de tu espíritu esencial? ¿Te confunde el mundo y su necesidad de tener para todo un objetivo y utilidad? ¿Te han tildado de loco por vaciarte en vez de llenar?
31 de julio: “No puedo estar en paz” le dijo el discípulo al maestro con angustia real. Llevaba efectivamente horas tratando de meditar y escuchar la voz de Dios al rezar. El maestro se compadeció de él y lo sacó del templo para llevarlo a la sala de orfebrería para que hilara cuentas de un collar. El joven se sintió ridículo por ser destinado a hacer manualidades en vez de orar, pero su obediencia pudo más que su rebeldía y en silencio se puso a trabajar. Los agujeritos de las cuentas eran pequeños y se tuvo que concentrar mucho para avanzar. Poco a poco se fue entregando con sencillez a la labor y mágicamente se empezó a calmar. Parecía que su alma iba ascendiendo tan alto como el mismo collar que iba armando con una belleza muy especial. Pasadas unas horas volvió el maestro y por poco tuvo que ponerle zapatos de plomo para bajarlo de un estado de contemplación y consolación espectacular. “¿Cómo sabía que iba a funcionar?” le consultó luego de el discípulo lleno de curiosidad. “Amado discípulo, lo único que hice fue liberarte de la obsesión de un objetivo de tu ego y darte los medios para relajarte y entregarte a la divinidad. El ensartar cuentas hizo que tu cuerpo y tu mente que se unieran en algo pequeño y sencillo y que te corazón pudiera volar con libertad. Así llegó de inmediato a los cielos y fue abrazado por Dios y casi no te pude bajar. Por qué crees que hay tantos en el mundo que llevan cuentas al rezar. Todas las religiones han descubierto este secreto y te doy permiso para compartirlo con quien quieras si los puede ayudar”.
Catapulta: ¿Has intentado hacer alguna manualidad para conquistar estados de calma y tranquilidad? ¿Habías pensado que rezar el rosario también tienen un efecto de bienestar físico además de espiritual?
1 de agosto: Cuentan que un científico un poco extravagante dedicó su vida a una investigación cerebral. Estaba convencido que, además de los dos hemisferios y sus funciones, en él se escondían dos diminutos seres que se activaban con sus voces y sus peleas mutuas, apenas el ser humano comenzaba a caminar. Uno se especializaba a lo largo de los años en ir registrando todos los errores y heridas que la persona pudiera vivenciar y como grabadora, se los iba repitiendo para que sólo pensara mal de sí misma y de los demás. El otro ser se dedicaba todo el tiempo a contrarrestar esta fuerza maligna e iba repitiendo con dulzura y objetividad todo lo bueno que le iba sucediendo, para levantarla y alegrar a todos sin parar. El científico tenía muchas grabaciones de sus voces y llevaba el recuento de cuántas veces había ganado cada cual, sin embargo nunca los había podido fotografiar. Eran muy astutos y rápidos y se camuflaban entre las neuronas y la corteza cerebral. Sabía que algunos artistas conscientes de su existencia, los habían dibujado como ángeles y diablos en batalla campal y que nadie se libraba de ellos salvo que hiciera un trabajo espiritual. Por eso se extrañó tanto cuando le tocó registrar el cerebro de una persona santa, que vivía envuelta en paz. Sus hemisferios parecían deshabitados y no emitían ningún ruido ni registro de lucha; sólo se percibían frecuencias de felicidad. Al observar con su microscopio vio unos senderos dibujados con pequeñas patitas que se dirigían a una gran corriente luminosa profunda, ubicada en un núcleo vital. Al aumentar la capacidad del lente, se encandiló tanto que no pudo continuar; nunca antes se había observado al Amor Universal. Entendió a dónde se habían ido los seres con sus voces y porqué la persona vivía en santidad. Intentó comunicar sus hallazgos, pero al faltar evidencias ninguna revista lo quiso apoyar. Por eso dedicó el resto de su vida a buscar la corriente amorosa que lo habitaba y callar el debate interno que no lo dejaba descansar. La evidencia de su exitoso hallazgo fue su propia felicidad.
Catapulta: ¿Qué voces de tu ego luchan en tu mente? ¿Quién suele ganar? ¿Sabías que la única forma de callarlas es entregarse a Dios/Amor en comunión total?
2 de agosto: Todo auguraba una noche más. Las estrellas ya había ocupado su posición y hasta los perros habían dejado de ladrar, rendidos en la oscuridad. Y así fue que, sin previo aviso, la tierra se estremeció con tal violencia e intensidad que todo se convirtió en líquido batiente y no hubo ser viviente que se quedara sin despertar. La inmensa mayoría al verse envuelta en tal violento terremoto, instintivamente se puso a arrancar. Corrían despavoridos buscando un refugio inexistente y arriesgando su vida además, ya que los objetos y ramas se caían, convirtiéndose en armas mortales para quien las quisiera enfrentar. En medio de todo este caos, se escuchaba una voz que no paraba de gritar. Era Evagrio el búho que no paraba de rogar “No se muevan por favor y sólo resistan en el umbral de sus casas, que el temblor ya va a terminar. Nuestra casa es firme y no se va a derrumbar”. Uno de sus hijos, que aún no aprendía a volar, le preguntó con franca curiosidad: ”Papá no te dan ganas de arrancar?”. Él abrió los ojos con intensidad y le contó su verdad. ”Cuando era pequeño y temblaba fuerte yo salía volando despavorido porque me daba un miedo mortal. Sin embargo, al volver y ver que nuestra casa estaba donde siempre, aprendí que nada ni nadie la podría derribar. Sólo había que aguantar el remezón con la certeza de que tarde o temprano iba a parar y que toda la energía liberada por la tierra, bien se podía canalizar. Además el umbral de mi casa era un roble antiguo que habían cultivado mis abuelos y que servía de viga para afirmarse y continuar. ¿Y tú le tienes miedo a los terremotos?”, preguntó mientras aún se mecía la tierra tratando de darle paz. “No papá. Tu me dijiste y te creo que la casa jamás se va a derrumbar”.
Catapulta: ¿Cuál es tu reacción natural cuando aparecen sorpresivamente terremotos espirituales o de ámbito emocional? ¿Confías en Dios y que tu “casa” no se va a derrumbar?
3 de agosto: El pequeño niño no paraba de llorar. Había hecho todo como le habían pedido y se había aplicado hasta no poder más. No obstante, su profesora no terminaba de evaluar su trabajo y eso lo angustiaba más. Tenía miedo; pánico en realidad que algo saliera mal y que el curso no pudiera aprobar. Comiéndose el orgullo y las lágrimas, puso todos los libros en su mochila para estudiar toda la noche; no quería dejar nada al azar. A la mañana siguiente realmente se sentía preparado y se subió al bus que lo llevaba a la ciudad. Sin embargo, un pequeño accidente de tránsito hizo que su transporte se atrasara y no pudo llegar a tiempo al examen. Su cara se desmarcó del lugar; su mandíbula estaba tan apretada de rabia y frustración que parecía que sus dientes se le iban a soltar. ¿De qué valía todo su esfuerzo, toda su dedicación? gritaba sin consuelo mirando el portón cerrado de su escuela. Para colmo, sus amigos lo vieron llorando y eso lo hizo sentir peor. Al otro día volvió derrotado arrastrando su bolsón y unas grandes ojeras delataban su estado interior. Al entrar al salón su profesora lo miró con tanta dulzura que algo de dolor le alivió, pero cuando escuchó todo lo que había pasado la tarde anterior, juró para siempre confiar en la sabiduría y el conocimiento de Dios. Mientras él se demoraba en llegar, un apagón dejó a todos los alumnos encerrados en sus salas y sin posibilidad de comunicarse con el exterior. Para peor se había cortado la calefacción y todos se congelaban de frío hasta que lo vieron aparecer en el portón. Su presencia y sus lágrimas habían alertado a los vecinos pensando que algo grave le había pasado y por eso habían entrado al colegio a buscar una explicación. Sólo gracias a eso los habían podido liberar y salvar de la muerte por congelación. Recién ahí cayó en la cuenta de que no todo dependía de él y soltó el examen y su aprobación. Haría lo mejor posible, pero había alguien superior.
Catapulta: ¿Crees que todo depende de ti? ¿Eres capaz de ver un amor e inteligencia superior? ¿Te avergüenzas de mostrar tu fragilidad?
4 de agosto: El hada Atrapaluz se dedicaba la mayor parte del día a repartir a los duendes de su villa toda la energía que lograba juntar. Sabía que eso les entibiaba los pies fríos y les abrigaba las orejas para poder reír. Desde que salía el sol, estaba atenta para recoger con sus alitas cada rayo y guardarlo en su morral turquesa, pintado con mariposas doradas que no paraban de volar. Hasta cuando dormía su siesta intentaba captar las pequeñas luces que pudiera encontrar, ya que en cada sueño siempre había algo para compartir y aprender además. En las noches seguía trabajando y aunque estuviesen muy lejos, de las estrellas recogía su polvo para hacerlo ungüento y así su luz utilizar. Sabía que a los duendes más pequeños, esa crema de cielo siempre los animaba a jugar. Sin embargo, algunas veces Atrapaluz se quedaba sin energía para su propia felicidad; se iba a negro y se fundía en la oscuridad. Su nombre ya no le servía y se rebautizaba Atrapapena con una tristeza mortal. Cuando eso sucedía siempre aparecía su amigo el ángel Tiraluz. Él la salvaba y rebautizaba con sus lágrimas y una ternura celestial que la volvía a su vocación original. Él era muy poderoso aunque no siempre lo pudiera recordar, ya que conocía pócimas muy antiguas que sanaban almas de la debilidad y con polvitos divinos las volvía a levantar. A veces él pensaba, erróneamente, que su función era sólo tomar la luz que ella le daba, pero en realidad ambos procedían del mismo lugar, la Luz primera y original que los había enviado a sanar a los duendes y a quienes pudieran encontrar. Por eso decidieron que sus nombres iban a turnar; cuando uno estuviera más oscuro el otro lo iba a alumbrar y la hada y el ángel nunca más se dejaron apagar.
Catapulta: ¿Con quién te identificas más? ¿Crees que vienes de la Luz? ¿Cómo la irradias a los demás? ¿Quién te ayuda a recuperarla con te vas a negro?
5 de agosto: Por primera vez en mucho tiempo, el rey estaba solo y su castillo estaba repleto de un silencio con el que no sabía conversar. Así también sus bodegas se iban llenando de nostalgia y una añoranza de quienes lo solían habitar. Cierto que la reina y la corte sólo habían salido por unos días a pasear, pero este retiro momentáneo tenía a su majestad con un eco creciente de soledad, que necesitaba degustar. Un matiz triste y amargo casi lo enfermaba por dentro al extrañar las palabras y los cuidados que solía atesorar; sin embargo, al mismo tiempo un tono dulce y exquisito lo embriagaba al recordar lo amado que era y lo mucho que tenía que agradecer a los demás. Al entrar en los aposentos los recuerdos de los amados le pegaban en la cara, pero no dolían en verdad; sólo le iban confirmando lo rico que era y cuánto amor recibía al reinar. En cada momento del día, el espacio vacío en su despacho lo hacía sentir lleno y las rostros se volvían reales aunque no los pudiera ver ni tocar. Por eso, al final de la tarde, el rey se sentó en su trono y escribió un decreto para que cuando todo volviera a la normalidad: “Ordeno que de hoy en adelante, una vez al año todos los súbditos del reino incluida su majestad, se distancien por un momento de los que aman y que guarden silencio total. Así valorarán lo que tienen y el amor se fortalecerá; sólo con la ausencia se puede valorar la presencia” escribió con solemnidad y se fue feliz a decorar el castillo para recibir a su amada reina con una fiesta espectacular.
Catapulta: ¿Crees que es buena una sana distancia para poder valorar los vínculos que tienes? ¿Le ves el sabor dulce que al extrañar? ¿Eres capaz de sentir en la ausencia la presencia de los demás?
6 de agosto: Al fin había llegado el esperado y desafiante día donde cada niño del pueblo que ya tuviese doce años cumplidos debía decidir qué camino seguir. Octavio era uno de ellos, pero se destacaba del resto por su gran capacidad de observación y reflexión. Por lo mismo no sabía bien qué hacer ya que las dos alternativas que conocía no lo convencían del todo. Había visto a muchos de sus amigos de la escuela optar por el camino de crecer y hacerse hombres ilusionados por la idea de la fuerza y la libertad. Sin embargo, había notado también cómo sus ojos se iban oscureciendo y más temprano que tarde sólo se dedicaban a trabajar y a acaparar todo lo que pudieran pillar. El quedarse para siempre como niño tampoco le parecía bien; si bien podía seguir jugando rodeado de inocencia y sin preocupación, anhelaba la capacidad de hacer realidad sus sueños y formar una familia a su voluntad. Se puso el último de la fila que dividía a los niños para darse tiempo para pensar y cuando le tocó su turno ya no había nadie más. Casi todos se habían elegido crecer ya que era mal visto el perpetuarse en la niñez, sin embargo al verse en ese dilema, Octavio encontró un tercer camino que jamás nadie había recorrido y lo hizo con valentía y felicidad. Decidió hacer tres pasos por el camino de los grandes y retroceder dos por el camino de los pequeños y así sumar todo lo que en cada paso pudiera aprender y observar. Siempre lograba avanzar, pero sin perder su brillo y capacidad. Iba sin prisa, pero sin pausa, disfrutando el recorrido con mucha paz. Así llegó a ser un hombre grande con alma de niño y se convirtió en el primer sabio de la ciudad.
Catapulta: ¿Qué camino eliges a diario? ¿Los logras combinar? ¿Cómo dialoga tu niño interior con el adulto real?
7 de agosto: El contrabajo y la flauta dulce habían hecho un excelente equipo durante mucho tiempo. Su música había sido no sólo hermosa sino seductora y había hecho que muchos otros instrumentos siguieran sus notas y melodías. Sin embargo, cuando la flauta quiso hacer un solo, el contrabajo lleno de ira y resentimiento se marchó lejos y ella dolida y asustada lo dejó. Cierto que le había enseñado mucho el viejo armazón de cuerdas, pero ella quería notas más agudas y algo de libertad para entonar lo que sus entrañas de viento le comenzaban a soplar. Ante el asombro de todos, se mantuvieron separados por años y cada uno siguió su proceso musical. Las pocas veces que se vieron de lejos, una vibración fea les afectó y no intentaron más la unión hasta que a él le llegó el tiempo de su jubilación. Sus cuerdas ya gastadas y su caja de resonancia con ganas de descansar, le hicieron recapacitar en su actuación y buscar recuperar el cariño que genuinamente sentía por la flauta y su don. Se puso su funda más elegante y partió al reencuentro sin más defensas que sus antiguas notas y una canción. Apenas verlo, ella lo acogió con gratitud y alegría en el corazón. Jamás había querido pelear con él, así que tenerlo de vuelta fue una fiesta para la orquesta en general, que espontáneamente se puso a entonar: “La vida da muchas vueltas y es mejor conservar todo lo lindo que se tiene que quedarse pegado en una pelea tonta que se debe perdonar ”.
Catapulta: ¿Te ha tocado últimamente la gracia de un reencuentro que pensaste nunca se iba a dar? ¿Crees que hay otros que podrías sanar? ¿Confías que el tiempo casi todo lo puede sanar?
8 de agosto: Panchita, como muchos niños del mundo, había nacido feliz, rodeada de amor y sintiendo que su existencia era un don. Sin embargo, un día cercano a su quinto cumpleaños escuchó cómo su alma se quebraba más fuerte que un jarrón. Su mamá, quizás confundida o sin pensar, le dijo que no podía salir con ella a pasear porque se avergonzaba de su presencia y que prefería ir sola a caminar. Panchita creció guardando todos esos pedazos rotos en su interior y cada vez que los sentía, se clavaban más causándole dolor. Por eso, comenzó a comer mucho y a formar una panza de tamaño superior. Así, según ella, no veía su alma hecha pedazos y evitaba un sufrimiento mayor. Cuando ya cumplió los 30 años y su cuerpo y su bienestar total estaban en peligro real, un sabio doctor le sugirió que hiciera una dieta muy especial. Al principio se asustó; no quería revivir esa sensación de no ser lo suficientemente perfecta para recibir amor. El especialista introdujo una pequeña cámara por su ombligo y frente a un televisor le comenzó a mostrar lo que había bajo capas de evasión. Panchita vio con sorpresa una esfera preciosa, completa, brillante y luminosa como el sol y lo más sorprendente es que adentro estaba llena de energía amorosa y de Dios. Sí tenía fisuras en una esquina, pero era un 1% comparado con el 100% de amor que ahí sintió. Panchita, eliminó su panza a punta del gozo de volver a tener esa visión, ya no con una cámara sino que con su corazón. Se sintió tan profundamente amada y consolada que recuperó su cuerpo sano, su vida y comenzó a estudiar medicina para ayudar a otros a recuperar su jarrón.
Catapulta: ¿Cuál es la herida más profunda que recuerdas y que marca tu presente hasta hoy? ¿Con qué la evades? ¿Necesitas una hora con este sabio doctor?
9 de agosto: Juan llevaba una bolsa llena de berenjenas muy buenas para poder realizar canje en la ciudad. Tenía destinado trabajar todo el día en la plaza para poder hacer las transacciones que su padre le había encomendado realizar. Primero fue al puesto de verduras a canjear sus preciadas delicias por tomates y rábanos de la temporada. Sin embargo, recibió del dueño frutos machucados y a medio malograr. En silencio recibió el canje y continuó donde el zapatero para cambiar sus berenjenas por un par de sandalias para su mamá. Una vez más entregó las lustrosas verduras, pero a cambio recibió unos zapatos rotos y sin pintar. Pensó que por lo menos un buen guiso podrían preparar y continuó hacia el bazar donde debía hacer un trueque por un saco de sal. El dueño de la tienda, lo atendió con indiferencia y le dio menos gramos de lo equivalía a las siete berenjenas de calidad excepcional. Una vez más no quiso devolver mal por mal y con dignidad se llevó lo que le dieron sin reclamar. Así fue más o menos todo el recorrido, pero nunca faltó a dar lo que correspondía y sus berenjenas más perfectas fueron canjeadas por toda suerte de productos y servicios de dudosa condición. Al volver le contó todo a su padre y éste, orgulloso, lo felicitó: “Hijo mío, qué bien que llevaste siempre lo mejor sin importar qué te dieran a cambio. Puede que algunos nos tilden de tontos o ingenuos, pero muchos más esta noche disfrutarán de deliciosos guisos y mañana tratarán genuinamente de ser más justos y honestos con el canje habitual. Además esta noche nadie dormirá mejor que nosotros sabiendo que dimos lo mejor de nosotros a la ciudad”.
Catapulta: ¿Cómo respondes habitualmente cuando te hacen mal? ¿Eres fiel a la respuesta buena y amorosa a pesar de que te critiquen de necio?
10 de agosto: Ulises era un mendigo con una severa discapacidad. Un bus lo había atropellado hace unos años y ya no sólo no podía caminar, ni mover un brazo, sino que un pedazo de su cráneo había desaparecido de su lugar junto con su masa cerebral. Ahí figuraba viviendo a las afueras del hospital junto a dos amigos más, tapado sólo con unas pobres frazadas y con el alimento que los demás le pudieran donar. Soportaba el calor, el frío, la lluvia y la limitación de su condición con una alegría inédita y dando bendiciones a quien le fuera a conversar. Sus ojos redondos y brillantes y su cara de luna llena realmente sólo reflejaban paz y una armonía interna que contradecía toda su extrema realidad. Un día un periodista lo fue a entrevistar. ¿Cuál era su secreto para estar tan lleno de fuerza y amor en el vacío y pobreza total?. Ulises, irguió su pecho, deforme por cierto, y se sentó sobre sus piernas inmóviles como el héroe griego que su madre quiso bautizar. “Mire caballero, aquí está toda mi verdad” dijo llevándose la mano al corazón y abriéndolo de par en par. “ Yo estuve en el infierno y hasta por muerto me quisieron dar, pero fue a rescatarme Jesús el Cristo y hoy le siento conmigo en cada respirar. ¿Cómo no voy a estar contento de cada cosa que vivo y de poder continuar regalando alegría a quien me quiera conversar?” señaló haciendo una reverencia extraña, pero llena de dignidad. Ulises había viajado a tierras extrañas y había vencido toda la adversidad y su historia como la de pocos era digna de ser contada.
Catapulta: ¿Crees que es posible una fe así en medio de la carencia total? ¿Qué te enseña para tu propia realidad? ¿Sientes a Cristo contigo?
11 de agosto: La lechuza era realmente hermosa con su plumaje blanco y beige que parecía bordado con hilos de oro y pintado con acuarelas chinas de minuciosa labor. El amplio corazón albo de su rostro la hacía ver, además muy misteriosa y majestuosa como si perteneciese a la corte real. Sin embargo, esa noche cayó mal en su vuelo y no se pudo recuperar. El frío del invierno se convirtió en su enemigo brutal y buscó refugio en un sencillo rancho que encontró al bajar. Sus habitantes asombrados la trataron de ayudar. Estaba tan débil, tan entumida, pero no la quisieron importunar. Ignorantes de su proceso y su dolor interno, sólo se dispusieron a acompañarla y a dejarla lo más cómoda que podían en el mismo lugar. Al otro día al irla a buscar, se encontraron con su cuerpo muerto y sus ojos cerrados llenos de paz. Su espíritu ya estaba en otra parte y con genuino cariño la fueron a enterrar. Apenas había aparecido unos segundos en sus vidas, pero sabían que algo les había querido enseñar. Mientras contemplaban su plumaje único y de una suavidad celestial, la culpa apareció en la conversación por haberla dejado y se comenzaron a recriminar. “Si la hubiésemos abrigado; si la hubiésemos recogido; si la hubiésemos atendido más…” si oía con franco dolor por la aparente pasividad hasta que llegó el dueño del rancho y les calmó con la siguiente verdad: ”Hay procesos de vida y muerte que sólo podemos acompañar. Hay dolores que no conocemos en cada ser vivo y nuestra responsabilidad es aliviarlos, pero nunca forzar, sobre todo si no piden más. Hay momentos en que la muerte es lo mejor que puede pasar; es un paso justo, necesario y misterioso que debemos aceptar, confiar y celebrar que nos lleva a cada uno, a todos, a un mejor lugar”. Después de escucharlo, en las caras de todos volaron plumas de alegría y paz. Bendita lechuza, dijeron todos y la dejaron descansar.
Catapulta: ¿Eres capaz de aceptar sin culpas que algunos procesos humanos sólo los puedes aceptar y acompañar? ¿Integras la muerte de personas, relaciones, etapas de la vida como algo normal?
12 de agosto: Teruca siempre llevaba muchas cosas en su mochila y estaba orgullosa de cada una de ellas, aunque a veces la cansaran un poco o dudara de si las podía efectivamente cargar. De lunes a domingo el peso de esta responsabilidad estaba tan adherida a su cuerpo, que la mochila parecía una parte de su columna vertebral. Un día, sin embargo, las circunstancias se dieron para que la pudiera colgar con seguridad en un árbol y sentarse a disfrutar. Por primera vez en mucho tiempo, comenzó a percibir una libertad y una liviandad que la trasladó a una especie de infancia espiritual. Todo le pareció lindo, apasionante, amoroso, delicioso, como si contara con la autorización para probar todos los dulces y pasteles en la mejor pastelería de la ciudad. No tenía que privarse de nada; no tenía que guardar para nadie más; no tenía que estar atenta ni tensa de que alguien la fuese a regañar; no tenía porqué sentir culpa de sacar un pedazo y podía celebrar con tiempo y con alegría cada manjar. Todo existía para ella y su única obligación era fluir con alegría y con paz. De pronto sintió cómo su cuerpo se erguía y un nuevo aire fresco y vitalizante la recorría como un río de oro, irrigando cada célula que pudiera contar. Su alma, su mente, su corazón y su misma columna se transfiguraron por segundos y fueron sólo luz desplegándose en un presente infinito y de una belleza sin igual. Pasado este éxtasis místico e inefable, Teruca volvió a mirar su mochila y se dio cuenta que era linda y valiosa y que agradecía todo lo que llevaba y lo iba a cuidar, pero que también tenía el derecho de darse estos regalos de ser nuevamente niña y dejarse llevar por un amor mucho más grande que el que pudiera explicar.
Catapulta: ¿Te das permiso para ser niño(a) y dejarte llevar por el amor de Dios, sin responsabilidad? ¿Agradeces tu mochila y lo que lleva? ¿Cuál es el árbol donde la puedes colgar?
13 de agosto: El velo que divide a los vivos de los muertos es muy particular y sólo quienes lo atraviesan lo pueden conocer, sin embargo algunos hallazgos recientes dan algunas pistas de su consistencia y funcionamiento habitual. Es invisible y tiene una consistencia muy parecida a la del gel, donde infinitas cortinas escalonadas bailan como medusas en el mar. Su grosor varía dependiendo de cada persona y la situación por la que debe atravesar, siendo para unos una seda suave y para otros una muralla china muy parecida a la sal. Cada capa que se atraviesa es un filtro muy eficaz que permite dejar la materia densa atrás y a medida que se profundiza en la marcha, aumenta la luz y la velocidad, hasta que las almas quedan suspendidas en estado espiritual. El tránsito sucede en milésimas de segundo, pero se vive como presente y eternidad. Todo es suave, fluido, un útero tibio que seduce y acuna hasta que terminas de atravesar lo visible y todo se hace traslúcido y unión total. A pesar de todo esto, también hay indicios de que algunos seres pequeños logran entrar y salir sin mayor dificultad y que son mensajeros de amor para los que no se pueden comunicar. Uno de ellos y quizás el preferido de todos es el picaflor. Con sus alas veloces y su cuerpo pequeñito se cuela entre los velos de gel, conversa con los que están al otro lado y logra succionar néctar de cielo y traérselo como alimento a los que quedan acá. Cada vez que aparecen sólo traen felicidad y palabras lindas que brotan del alma sin cesar. Aparentemente son las flores donde dejan escritos los mensajes que acaban de escuchar, pero si se pone verdadera atención, se oyen las voces de los que amas en el zumbido de sus alas y la consistencia del cielo impregnado en sus ojos brillantes que no te paran de mirar.
Catapulta: ¿Qué signos o seres te permiten conectarte con los que ya no ves? ¿Eres capaz de descifrar qué te dicen? ¿Cómo te gustaría comunicarte con los vivos cuando ya no estés?
14 de agosto: El chagual había nacido justo al borde del acantilado y por lo mismo su infancia y adolescencia había sido en extremo resiliente y exigente. Vientos y mareas furiosas lo habían azotado y sus raíces muchas veces habían quedado a la intemperie causándole dolor y una soledad que no comprendían aquellos de su especie que habían nacido sólo metros más atrás. El porqué de su ubicación y su condición ya no eran tema para él, ya que había aceptado el misterio de su vida como una voluntad del creador. Sin embargo, al llegar a su madurez extrañaba conocer el modo y el momento de su floración. Veía el despliegue en verdes, calipsos y rojos de sus compañeros y con paciencia esperaba su oportunidad de mostrar todo lo que había cultivado en su interior. “¿Cuándo Señor? ¿Cómo quieres que de frutos? ¿Vendrán las aves y las mariposas a beber de mi corazón?”, se preguntaba cada mañana al sentir en su largo talle el sol. Tímidamente ofrecía algunos brotes turquesas que salían de su savia como vertientes de amor, pero sabía a ciencia cierta que era un río de vida el que quería volcar hacia el exterior. Una vez más, al mirar el horizonte y ver la inmensidad del océano saludándolo con tanto amor, confió en la voluntad de Dios y apretó aún más sus raíces a la tierra y estiró sus hojas para arrimarse al cielo que con ternura lo envolvió.
Catapulta: ¿Sientes que llegó tu tiempo de floración espiritual? ¿Eres paciente para esperar los tiempos y modos del Señor? ¿Qué sentimientos te emergen al ver a los demás lejos del acantilado donde vives?
15 de agosto: La tortuga Jacinta estaba entumida de frío y sus extremidades le tiritaban de nervio y tensión tratando de mantenerse erguida en el paredón. Las circunstancias la habían llevado ahí y no sabía cómo escapar de tanto dolor. Por más voluntad que ponía, más se endurecía su caparazón, que a estas alturas le parecía más una mole de roca y témpano de hielo que un escudo protector. Prácticamente rendida se acordó que justamente al hacerse pequeñita y frágil podía escapar de este encierro y condenación. Se apretó con toda su fuerza contra su propio corazón y comenzó a estirar una pata para salir del caparazón. Su cuerpo se hizo flexible como un ratón y de pronto se vio afuera, desnuda, ante la realidad y toda su tensión. Sin embargo, así vulnerable y sin defensas, como un feto medio deforme, comenzó a sentir un calor desconocido que la empezó a entibiar y a resucitar. Era un cariño tierno y maternal que la envolvía como una manta de algodón, aromática, de la más fina tela que alguien pudiera imaginar. Se hizo un bollito de carne y se dejó apapachar. Se olvidó del paredón, del frío, de las lágrimas y de todo lo que fuese pesar. Sólo era consciente de unas manos que la mecían, que la consolaban como cuando era un bulto recién nacido y que sólo sabía gemir y cantar. No supo si se durmió o si esa fuerza invisible que la acurrucaba era real, pero cuando despertó nuevamente en su caparazón, supo que su mamá la había venido a salvar. Sus piernas nuevamente estaban fuertes y hasta querían bailar. Jacinta una vez más recordó la promesa que ella le había hecho a toda su comunidad: “Nada sin ti, nada sin mí, no te vayas a olvidar”.
Catapulta: ¿Cómo es tu experiencia de hijo(a) ante el rostro femenino de Dios? ¿Eres capaz de mostrar tu vulnerabilidad máxima para que pueda venir y cuidarte?
16 de agosto: Fátima era una mujer madura y de una gran sensibilidad. Su vocación en la vida era servir y ayudar, pero más de una vez su genio le jugaba malas pasadas y se hacía daño a sí misma y a los demás. Su vida había sido de altos y bajos, acentuando los últimos por lo que su cuerpo y su mente se agotaron con facilidad. Un día, por lo mismo, su cerebro se cansó de funcionar y decidió que ya era hora de partir al cielo y descansar, pero quiso hacerlo siendo fiel a su vocación primera que era unir y amar, dejando fuera su irritabilidad. Para eso, una mañana se vistió de blanco completa y se puso un cinto turquesa en la cintura y otro en la frente para comenzar a bailar. Con las pocas funciones que le quedaban intactas, se puso a girar lentamente sobre sí misma como un pequeño trompo humano, pero con una gran particularidad. Su mano derecha la elevó y la puso palma arriba para poder captar todos los hilos de colores que del cielo pudiera captar. La otra mano la puso apuntando a la tierra y con ella parecía sembrar todo lo que a través de su cuerpo en movimiento podía canalizar. Sus ojos permanecían siempre cerrados, pero irradiaban mucha paz. De a poco se fue despidiendo y legando todo lo que podía a los que iba a dejar. Quienes la rodearon, muy de vez en cuando la oían balbucear señales y mensajes de gran profundidad. Fátima, se había convertido en un puente humano entre dos dimensiones y hasta el último respiro bajó todas las maravillas que pudo, para que todos aprendieran que la muerte no es más que un viaje maravilloso a un estado de plenitud y amor total.
Catapulta: ¿Has podido acompañar a un moribundo? ¿Qué te sucede a ti con la muerte? ¿Conoces puentes humanos entre el cielo y la tierra en tu cotidianeidad?
17 de agosto: El atleta se había entrenado largos años para la carrera de vallas de las Olimpiadas. Era la prueba más exigente y sólo llegaban los deportistas más fuertes y valientes, ya que solía haber caídas y accidentes que lamentar. Para evitarlo, había tonificado sus músculos con rigurosos ejercicios; había alimentado su cuerpo con nutrientes llenos de proteínas y vitaminas y había dejado muchas diversiones atrás. Sin embargo, al ubicarse frente a su pista y prepararse para arrancar tuvo una pequeña visión que fue la clave para ganar. Desde el suelo, sólo veía palos y fierros que parecían una encrucijada; un verdadera barricada entrelazada para no dejarlo pasar ni fluir con libertad. Al mirarla, sus piernas se tentaron a agarrotar; eran tantas y tan altas las vallas, que pensó que seguramente lo iban a detener y no podría ganar. No obstante, una moción interna lo impulsó a erguirse y a respirar muy profundo. Desde las alturas pudo contemplar una visión muy diferente ya que se desdibujaron de sus ojos las vallas y pudo enfocar al final la meta donde le esperaban sus amigos, su novia y sus papás. Sólo pensar en su alegría al romper el lienzo con su cuerpo en primer lugar, lo inspiró de tal forma que se achicaron los obstáculos y todo le pareció un gozo mientras corría y saltaba como un lince para recibir el abrazo final. Una vez recibida la copa y pasar a la historia de las Olimpiadas, un periodista le fue a preguntar su secreto para triunfar. Él lo pensó unos segundos y luego contestó con plena seguridad: “Cuando al final sabes que te espera el amor total, no hay valla que no se pueda superar con alegría y efectividad”.
Catapulta: ¿Logras ver la meta de tu existencia? ¿Quién te mueve para “correr” y sortear las vallas que siempre hay? ¿Cómo la vives?
18 de agosto: La noche había sido una de las peores que se pudiera recordar; lluvia torrencial y el viento azotando furioso todo lo que encontró en el lugar. Los techos volaron por los aires y los árboles quedaron desnudos ante este ataque torrencial. A la mañana siguiente, el día amaneció con una neblina espesa y gorda que amenazaba con una tormenta más. Las gotas de agua suspendidas en el aire oscilaban dudosas si reunirse o no para formar un nuevo chaparrón. El frío se colaba por los huesos de la tierra y esta crujía de sufrimiento y desolación. Añoraba desde hace tanto un poco de tibieza y caricias del sol. Ya a media mañana algo cambió. Las nubes se marcharon decididas a otro lugar y el sol emergió tímidamente, pero con tesón. Poco a poco, sus rayos fueron braceando en el cielo y ganando terreno, regalando a todos calor. Ya pasado el medio día, entró en éxtasis el astro y su brillo y energía pareció convertirse en un meteorito aterrizando en pleno corazón de todo el que lo recibió. La tierra una vez más se desplegó fascinada con este ardor tierno y se sacudió de todo lo triste y el dolor que había acumulado la noche anterior. Ya entrada la noche, la brisa suave y tibia la acunó, regalándole un atardecer de rosas y naranjos como nunca soñó. La bóveda celeste de brillantes se vistió y finalmente, sólo después de 24 horas, el infierno en cielo se transformó. Las entrañas del planeta dieron gracias a Dios y oraron confiadas en la sabiduría de todo lo que se vivió.
Catapulta: ¿Te ha sucedido que en un día tu alma recorre todas las estaciones de frío y calor? ¿Eres consciente del cambio de clima interior? ¿Qué crees que te quiso mostrar el Señor con tanta diversidad?
19 de agosto: El vigía había sido enviado a recorrer el abismo del mundo para ver qué podía encontrar allá y contárselo a los demás. Partió con su armadura, su espada, su casco, su escudo y su corazón abnegado a cumplir con la solitaria y peligrosa tarea que le habían encargado. En el camino se encontró con muchos monstruos que lo atacaron y con ello se fue haciendo cada vez más fuerte, pero también más inseguro de si era el indicado y si podría sobrevivir a tamaña hazaña para el bien de la humanidad. Algunas de las heridas de las batallas a veces le sangraban y se debilitaba al punto de no poder continuar; sin embargo, siempre era socorrido desde el cielo y lograba recuperarse y erguirse con nuevo valor y pasión además. Para dificultar aún más su reto, dentro de su armadura corría un óxido muy peligroso que lo hacía dudar de su valía y pensar incluso a veces lanzarse a los acantilados que veía con tanta regularidad. El infinito en movimiento le parecía una boca que a ratos lo quería devorar. La autodestrucción era una tentación propia del cansancio, de la soledad y del hecho de enfrentarse con lo desconocido y abrir caminos de luz en medio de la oscuridad. No obstante, su rey previendo esta enfermedad inevitable de su condición, escribió un lema en su escudo que lo compensaba y lograba rescatar. “Tú nunca estás solo. Viajo contigo y con mi Señor a donde quiera que vas. Sólo mira el sol cuando estés en el abismo y nos verás pestañear orgullosos de tu fidelidad”.
Catapulta: ¿Conoces a alguien cuya vocación sea ir más allá de lo conocido? ¿Qué costos y tentaciones crees que tiene? ¿Puedes apoyar?
20 de agosto: Bernarda recibió una llamada que le recordó de su oración al medio día, como hacía ya desde hace varios años se había comprometido con la Madre de Dios. Como le dio cierto pudor rezar delante de todos, caminó por un pasillo del jardín que ya empezaba a vestirse de primavera con todos sus colores y los aromas tiernos del sol. De pronto un gran almendro enhebrado al cielo y bordado con pequeñas hadas blancas la hipnotizó, sobre todo al ver como color de fondo un calipso intenso que contrastaba a la perfección con el orgulloso árbol que lo atravesó. Ahí estaba absorta repitiendo su oración, cuando un pequeño picaflor se le sumó. Sus alitas parecían corear sus palabras y su pico pequeño despertaba a cada botón de su invernal sopor para que se sumaran a la oración. Bernarda conmovida hasta las lágrimas de tan simple y magistral devoción, dio gracias de corazón por ser invitada a este rito de celebración. En eso estaba cuando una coqueta mariposa se coló en el cuadro y haciéndole morisquetas, paseó de flor en flor. Su naranjo intenso calzó a la perfección y el zumbido imperceptible de sus alas se sumó al de cientos de abejas que también oraban sin interrupción. La mujer asombrada, se puso de rodillas junto a la naturaleza y tomó conciencia cómo ella era la única inconsciente de esta alabanza constante al Señor. El aire, el sol, el verde de las hojas, la tierra húmeda, la cordillera, los pájaros y todo ser y materia que visualizó, sólo existían para darle gloria y alabanza a su creador. Bernarda en ese momento cayó en éxtasis al darse cuenta de cómo con todo eso recibía el amor del Señor. La oración era eso, pensó, una preciosa e íntima comunión con Dios que se servía de todo para envolverla y acunarla con ternura y buen humor.
Catapulta: ¿Qué es para ti la oración? ¿Haces pausas para poder percibir su presencia y dialogar con Dios? ¿Logras ver cómo se colude con la naturaleza para demostrarnos su amor?
21 de agosto: Hay muchas razones científicas que explican el porqué algunos días y en algunas zonas del planeta se apaga el sol. Sin embargo, en unos papiros muy antiguos y sabios se descubrió una nueva interpretación: “Cuando en la aparente luz de la humanidad, la oscuridad va avanzando subterráneamente y se va adueñando de cada corazón, el Altísimo superpone los astros y genera un eclipse para mostrar la verdadera dimensión del mal que nos envuelve y guiarnos por un canal de salvación. Todo se hace noche y la desolación del alma es tan fuerte que hasta tiemblan las entrañas de la tierra. Sin embargo, también es evidente una corona de luz ardiendo alrededor del sol, que deja en evidencia los miles de seres –de todo tiempo y dimensión- tomados de las manos construyendo un escudo de protección y de amor que nos conduce a Dios. El sol se vuelve la pupila de su ojo siempre atento y donador de vida y salvación, sin importar nuestra condición. Así, lentamente el negro del astro se comienza a pintar de color y es posible atisbar este nervio divino que une a la humanidad con el que los creó. Se plasma ante los ojos humanos el cordón umbilical que sale del útero de la tierra y se inserta en la Madre de todo lo que existe y existió. En los eclipses, la humanidad puede tomar conciencia de que aún en medio de la oscuridad, está siendo amada y que debe ser activa luchadora para contrarrestar el mal.”
Catapulta: ¿Qué te parece esta interpretación de los eclipses? ¿Logras ver el cordón umbilical con Dios adentro o fuera de ti?
22 de agosto: Fernando, el panadero disfrutaba de muy buena fama por su negocio y era muy querido además. Sus marraquetas y hallullas contaban con excelentes ingredientes y una receta secreta que sólo él podía cocinar. Cada día producía cien kilos de delicias crujientes y sabrosas que alimentaban a todos en su poblado. Realmente estaba contento y en paz. Sin embargo, un día uno de sus ingredientes escondidos comenzó a escasear. Una gran inundación había alterado las cosechas y no se sabía a ciencia cierta cuándo podría tener de nuevo ese material. Con gran pesar en su alma vio que si seguía produciendo la misma cantidad, más temprano que tarde no habría pan para la ciudad, por lo que habló con todos y les explicó un plan de racionamiento muy particular. “Queridos amigos, desde hoy sólo hornearé 50 panes y nos debemos ajustar. Puede que al principio crujan sus tripas pidiendo más, pero es mejor eso a que tener el estómago pegado al paladar por no tener bocado que probar. He cuidado los materiales de mi panadería para que nunca les falte nada; sólo que he tenido que ser más creativo para optimizar los tiempos y todos renunciar a lo que se puede plasmar. Ya se ordenará todo y podremos volver a comer con abundancia y hasta compartir el pan, pero hoy es más sensato cuidarnos que quedarnos sin nada”. Fernando ese mismo día fue elegido consejero municipal por toda la comunidad, no sólo por su sabiduría sino por su infinita generosidad de ganar menos y alegrar más. “Menos pan para todos los días; así siempre nos alcanzará” fue el lema del pueblo hasta que volvió todo a la normalidad.
Catapulta: ¿Qué sientes cuando tienes que privarte de algo por un beneficio mayor? ¿Cómo toleras el dolor de tripas?
23 de agosto: La masa es un ser vivo muy particular. A algunos les parece atractiva su deformidad, su mezcolanza de colores y esa imposibilidad de poder dialogar con ella y/o poderla tomar. A otros les asusta su agresividad; se irrita por todo y es capaz de matar en forma impulsiva e irracional. Está formada por una sustancia pegajosa y densa que atrapa, fagocita en realidad, a todos los demás seres que se va encontrando sin preguntar. Cuando se acerca a sus presas exhala un veneno dulce y suave que las embriaga y sólo se despiertan cuando ya están envueltas entre sus dientes y no pueden escapar sin salir heridas y/o desgarradas en forma brutal. Sus entrañas están hechas como un revoltijo de reclamos, de rumores, de opiniones ignorantes y de muchas palabras que se dicen sin pensar. Su cerebro está hecho de una virutilla de “penseques y creíques” que son muy complejos de analizar. Sólo espuma de ideas humanas que se debaten, pero donde es imposible detectar algún ingrediente consistente y firme del que se pueda uno agarrar. Su corazón es un laberinto lleno de monstruos egoístas y hedonistas, que se mueven sólo por el hambre de tener, figurar y disfrutar. Los cadáveres que lo habitan suman tantos que ya se empieza a descomponer y a apestar, sin embargo nuevamente utiliza artilugios secretos para disfrazar el mal por bien. Todos los que forman parte de la masa están inconscientes de su hábitat y viven engañados pensando que son individuos cuando apenas tienen claro quiénes son y para dónde van. Sólo son una porción más de este ser macabro y peligroso que crece cada día más. Dicen los pocos que la enfrentan, que la única forma de reducir su avance y escapar, es la conciencia y parar, pero la masa es astuta y los embriaga en un ronroneo que sólo un acto heroico puede salvar. Un salto al vacío con la confianza de que Dios está detrás.
Catapulta: ¿Qué sentimiento y pensamientos te produce este ser tan vivo en el mundo de hoy? ¿Cuáles son para ti sus mayores peligros? ¿Eres parte de ella?
24 de agosto: Pepe se levantó temprano porque sabía que tenía un viaje intenso y variado además, ya que en unas pocas horas visitaría cuatro países diferentes y se dispuso a partir con entusiasmo y abierto a la novedad que cada uno le fuera a entregar. En el primero, justo le tocó un entierro masivo de una buena mujer y silenciosamente guardó sus maletas y abrió sus oídos y su corazón para acompañar. Sorprendido percibió una alegría calma, una bondad evidente en cada cara que vio y una sabiduría general ante la muerte que se recibía como un precioso regalo para los que continúan acá. Agradecido por la oportunidad partió al segundo país, donde lo primero que lo espantó fueron las miles de etiquetas que pregonaban su fe y religiosidad. Los rostros le parecieron máscaras aprendidas que si bien reflejaban bondad natural, también hacían evidente su falta de autonomía y una especie de lavado cerebral. En su maleta anotó sus direcciones por si más adelante las podía conocer más, pero se sintió visita y en cierto modo mal hasta que se subió al avión y pudo respirar en paz. El tercer país sabía que era famoso por su elegancia y poder, por lo que antes de entrar se arregló un poco más para no desentonar. Al principio las sonrisa lindas y brillantes lo hicieron sentir bien, pero al poco rato se estremeció de dolor e inadecuación. Todos sus habitantes parecían muñecos plásticos, vestidos a la última moda y hablando de palabras vacías y carentes de verdad. Todo el lujo se convirtió en un reflejo de su falta de generosidad y en su avaricia general. Ellos se sentían en la cima del mundo y no querían que nada ni nadie lo moviera de su comodidad. Pepe sin darse cuenta se empezó a enfermar y añoraba a los amigos de su patria, mucho más contundentes de alma y con una vida más abierta a servir y amar. Volvió finalmente a casa, agotado, interpelado hasta la médula, cuestionándose si pertenecía a alguna parte o era un paria sin hogar.
Catapulta: ¿Cómo son las personas con las que cotidianamente te relacionas? ¿A cuáles te sientes más afín? ¿Cuáles te generan dificultad o franca intolerancia?
25 de agosto: Florencia tenía una montaña de cosas que hacer; sus responsabilidades en el último tiempo se habían acumulado y a ratos sentía que no tenía energía para poder responder a todas ellas. Lo peor de todo, es que con el agobio se le hacía borroso porqué se había involucrado en todas ellas. En un momento de quiebre vio con mucha claridad que tenía solo dos opciones: amargarse o alegrarse; hundirse en los pendientes o salir a despejarse; enterrarse o volar para poder trabajar con alegría y efectividad. Por eso, tomó su café y salió al patio a contemplar a los niños y a las mariposas volar. Una voz de su cabeza le decía, estás locas, cómo pierdes el tiempo en la inutilidad, pero muchas otras coreaban con entusiasmo la utilidad de lo inútil y la empujaban a no hacer nada. Ya rodeada de flores y sintiendo el sol en sus mejillas, los niños jugaban entre sus piernas y sus sonrisas fueron caviar para su alma sedienta de algo más profundo que un beneficio tangible o que se pudiera vender o comprar. De pronto una mujer desconocida que vagaba en la plaza se le acercó a conversar. En pocos segundos le reflejó con genuina admiración toda la luz que Florencia irradiaba y la dejó absolutamente inyectada de una corriente energética difícil de medir, pero sí de degustar. El sencillo encuentro no produjo dividendos ni nada en limpio se pudo concretar, pero ambas se fueron llenas de alegría y volvieron cada una a su lugar. Al ver la montaña de pendientes, a Florencia le pareció que tenía un regalo de tamaño descomunal. Cada cosa sólo era una gran oportunidad de servir y amar. Confiada y feliz, fue tomando cada carpeta y al final de la tarde, hasta le quedó tiempo para descansar.
Catapulta: ¿Logras valorar la utilidad de lo “inútil”? ¿Te sientes a ratos esclavo del rendimiento, del hacer y el figurar? ¿Cómo zafas de la tiranía de la utilidad imperante en la sociedad?
26 de agosto: “Soy una bacteria un poco extraña, pero no te voy a hacer ningún mal. Sólo un poco para que pares y puedas descansar” dijo el minúsculo ser vivo al entrar al cuerpo, sin esperar el permiso para entrar. Con sus dos patitas invisibles y con una especie de escudo lleno de púas con dosis pequeñas de enfermedad, se introdujo por la nariz y antes de poder detenerla se alojó en la garganta del sujeto que se comenzó a resfriar. Este pensó ingenuamente que el romadizo, la irritación y la tos no lo iban a detener, pero una pesadez en la cabeza y un dolor muscular, terminaron de botarlo a la cama y tuvo que descansar. Ya en ese estado, el jefe del sistema de defensas general hizo una reunión con el comando general. Había seguido todos los protocolos para que el cuerpo y el sujeto no se enfermaran y no entendió en qué había fallado o que flanco se había debilitado para que la bacteria de la gripe pudiese entrar. Presentó el estado previo al resfrío y también la condición actual; estaba muy ofuscado ya que hace mucho tiempo que se sentía orgulloso de que ningún virus o bacteria lo había derrotado en la lucha por la salud de quien debía cuidar. Casi todos los generales a bordo, como el del sistema respiratorio, el del circulatorio, o el digestivo para nombrar a algunos, se levantaron de hombros sin poderle ayudar, pero encontró sospechosa la actitud del mayor que cuidaba la puerta cerebral. Su olfato de sabueso le dijo que algo iba mal. Al ser interrogado, el Bien Mayor, confesó la verdad: “Sí mi general de prevención, yo invité a la bacteria que hoy causa el resfrío y le facilité todas las instalaciones para que pudiera causar una leve molestia y enfermedad”. “¿Pero porqué? Dijo indignado ante la traición evidente que acaba de revelar. “Fueron órdenes superiores Señor, si no iba a producirse una falla general. Es la única manera que encontramos para detener al sujeto y que pudiera darse real tiempo de descanso y de desconexión total”. Tras escucharlo, el encargado de prevención expresó asumido: “Bueno donde manda el capitán, no manda marinero” y se fue a organizar la campaña de recuperación general.
Catapulta: ¿Cómo tomas las pequeñas enfermedades que te achacan; las ves como una oportunidad? ¿Eres de los que les cuesta parar?
27 de agosto: El pequeño cuadrado de cerámica tenía bellos colores y brillaba como una estrella en la inmensidad. Sus dimensiones no superaban el tamaño de un chicle para masticar. Sin embargo, al mirarlo con detalle se veía que tenía dibujitos complejos pintados en su interior, pero era imposible reconocer alguna figura o adivinar a qué pertenecía en totalidad. A veces su mal genio y su forma poco amable de hablar, le oscurecía algunas zonas y hasta puntos negros opacaban su luminosidad, pero después de lavarlas un poco volvía a colorearse y alegrar. Era un buen cuadrado y trabajaba sin parar por sus intereses y las metas de crecer y aprender cada día más. Su único problema era que –afanado con sus intereses- olvidaba de dónde venía y que pertenecía a un mosaico general. Un día, sin embargo se le regaló una oportunidad. El cielo, esa mañana, estaba tan limpio y entró en tal combinación con el sol, que toda la superficie que lo rodeó, se convirtió en un espejo fenomenal. Al mirar hacia arriba el cuadrado asombrado contempló cómo sus colores y formas y se unían a otros cuadrados distintos a él, pero que juntos formaban un paisaje maravilloso; el más increíble que se pudiera imaginar. Probó primero darle la espalda al cielo para ver si se notaba su ausencia y conmovido contempló el vacío que se producía en el cuadro general. Luego se pintó con barro negro para ver si su mal genio tenía algún efecto y avergonzado, vio cómo se afeaba todo por su oscuridad. Desde esa tarde el cuadradito comenzó a ser consciente de la comunidad de cerámica celestial a la que pertenecía y puso todo su empeño en ser lo más lindo y luminoso para aportar su pedacito a la suma total.
Catapulta: ¿Eres consciente de que vives en comunidad (familiar, social, mundial, celestial)? ¿Qué luz aportas; qué oscuridad? ¿Qué trabajo consciente puedes hacer para reflejar lo mejor de ti y sumar tu originalidad a la totalidad?
28 de agosto: El perro pasaba tantas horas al día persiguiendo su cola, que terminaba muy agotado y ofuscado. Su dueño, compadeciéndose le preguntaba cada noche “Amigo mío, ¿cuándo será el fin de esta inquietud tan grande que te acecha?”. La verdad, el animal ansiaba con desesperación la paz y creía erróneamente que lo lograría corriendo tras de sí mismo, pero sólo lograba aumentar su cansancio y su rabia. Pasó tantos días sufriendo de lo mismo, que llegó a pensar que se llamaba Serafín recordando las palabras de su amo le repetía al intentar ayudarlo. Un día, mientras corría una molestia nueva extrañamente lo ayudó. Una pulga gorda y hambrienta se subió a su lomo y comenzó a chuparle la sangre sin piedad. Serafín ante el ataque brutal de la intrusa, tuvo que parar un rato de correr, acostarse tranquilamente y quedarse quieto para poder darle el mordisco que necesitaba para expulsarla de su piel. La pulga era experimentada y muy fecunda además, por lo que en menos de cinco minutos depositó a sus hijas en la piel suave del perro para que la pudieran ayudar. EL can tuvo que extremar el silencio y la inmovilidad, mientras sufría de las malas pulgas que parecían en carnaval. Sin embargo, mientras estaba en eso, comenzó a experimentar una calma inédita que le empezó a gustar. Notó que a su alrededor había mucho para contemplar; que su dueño lo miraba con amor y que su cola estaba mucho más cerca de lo que había pensado si no se volvía loco con su intensidad. Comenzó a lamerse el cuerpo como gesto de gratitud por lo que acababa de descubrir y con alegría se puso a ladrar. Su amo se puso tan contento de verlo en paz, que le regaló un nuevo collar muy elegante y que era anti pulgas además. Serafín vio cómo las intrusas salían de prisa antes de que el veneno las fuera a enfermar, pero él les cerró el ojo agradecido por la bendición que le habían dado sin siquiera pensar.
Catapulta: ¿Tienes la costumbre de correr todo el día sin lograr paz? ¿Te genera eso mal genio? ¿Cómo te puedes aquietar?
29 de agosto: La camelia, a diferencia de otras flores del jardín, era de las pocas que se atrevía a florecer en pleno invierno. No es que no la afectara el hielo y la nieve que solían aparecer justo antes de la primavera; de hecho le quemaban sus pétalos y sus ramas tiritaban sin consuelo en esas madrugadas eternas de agosto. Quizás por lo mismo el rojo que alcanzaba a producir era suave, sutil, elegante, delicado, como una dama a punto de desmayarse, pero con una belleza deslumbrante y estremecedora. Un día, una cala curiosa que también solía acompañarla en la desafiante tarea de florecer en la adversidad, le preguntó porqué elegía desplegarse en estas fechas: “Amada amiga mía, para poder manifestar todo lo que el creador plasmó en mi, necesito una dosis importante de aislamiento. El silencio y la soledad del jardín en invierno son los abonos y nutrientes para que pueda sacar todo lo que soy y compartirlo con los demás. La sobredosis de estímulos que trae la primavera, sólo me dispersaría al punto de perderme entre los pájaros, los aromas, los colores y los múltiples ruidos que trae la ciudad”.
Catapulta: ¿Cuáles son los momentos de sano aislamiento personal que conquistas para poder desplegar tu ser esencial? ¿Cómo los puedes asegurar?
30 de agosto: Cuentan los biógrafos especializados en héroes que Superman, el hombre más fuerte y bueno del universo, fue a ver a varios expertos para superar la debilidad que la kriptonita le producía y poder así ser inmune al ataque de los malvados y salvar la humanidad. Los doctores registraron que efectivamente su masa corporal se veía disminuida frente a la presencia de este elemento radioactivo, pero no encontraron los orígenes ni la causa del daño y lo derivaron a un psicólogo espacial. Este le informó que efectivamente su historia de abandono y duelos tempranos acentuaban su debilidad, pero tampoco le fue muy útil a la hora de sanar. Supermán entendía que su miedo a la soledad y a la rareza de su misión lo hacían más vulnerable, pero eso no le servía para defenderse del material. Decidió consultar a especialistas en moléculas, elementos y todo lo que tuviese que ver con lo racional. Una vez más recogió mucha información objetiva de los que le pasaba frente a la kriptonita, pero no fue útil a la hora de enfrentar a los malvados que lo acechaban en toda oportunidad. Dicen que una noche tomó su traje y voló más allá del sol y del planeta que lo vio nacer para ver si Dios lo podía ayudar. Con humildad se sacó su capa y escuchó la más bella y santa verdad. El material radioactivo no tenía más poder que el que él le daba al pensar mal. No había nada más fuerte y poderoso que el amor que lo habitaba al querer sembrar la paz y la unidad. No podía creerse menos que un pedazo de materia oscura y dañada por la maldad del universo y que si tenía en mente esta idea, la kriptonita jamás lo volvería a debilitar. Superman recibió como recuerdo de esta lección el botón de una flor del jardín celestial y la prendió a su pecho para que jamás lo fuera a olvidar. Cierto que a veces el botón se deshojaba y el héroe tenía que volver por más, pero unido al Amor de Dios, fue mucho más el bien que pudo multiplicar no sólo en la tierra sino en muchas galaxias que nadie puede imaginar.
Catapulta: ¿Qué o quiénes son kriptonita para ti? ¿Qué pensamiento de base es el que te logra debilitar? ¿Cómo revertir este mal y volar hacia la seguridad que Dios nos da?
31 de agosto: María estaba tan cansada que sentía cómo el agotamiento quería hacer explotar su mente y romperla en pedacitos imposibles de rearmar. Rendida y consciente del peligro se fue a acostar. Apoyó su cabeza en la almohada y comenzó a percibir un arrullo físico y espiritual que la empezó a calmar. El dolor fue cediendo a una modorra imposible de rechazar y finalmente se entregó dócilmente a esas manos grandes, tiernas y firmes que la cobijaban como si acabara de nacer y nada ni nadie la pudiera alterar. El sueño que la envolvió fue una manta de algodones tan suave que hasta le pareció que percibía su aroma y el dulzor de la miel en el paladar. Nada estridente, sólo una danza lenta y cadenciosa como si fuese una novia lista para el altar. Los rostros que vio en sus sueños no eran reconocibles del todo, pero en ellos sólo veía sonrisas, admiración gratuita hacia su persona y una celebración sencilla que la empezó a sanar. La plenitud de este viaje hacia el interior de su psique y su alma le parecieron caricias del cielo y no quería despertar. Nadie la apuraba ni exigía; nadie peleaba ni disentía por una banalidad; todo era abundancia y gozo; un pedazo de divinidad implantado en sus sueños para que pudiera vivenciar a lo que estaba llamada en realidad. A la mañana siguiente, el desgarro fue brutal; cómo salir del calor uterino para salir al frío invernal. La esperaban mil tareas y no quería volver a reventar. Sin embargo, María se supo especialmente privilegiada por este sueño y no se sintió capaz de negar su existencia y aporte a quien tanto le daba sin nada pedir ni esperar. Así tomó su cabeza y feliz y contenta se fue a trabajar.
Catapulta: ¿Te ha pasado que un sueño obra el milagro de regalarte paz profunda? ¿Eres capaz de detenerte a degustar esta gracia celestial? ¿Te acuerdas qué soñaste?
1 de septiembre: La pequeña semilla estaba justo en esa parte del proceso vital en que tenía mitad de cuerpo enterrado en la tierra y la otra mitad abierta al cielo y a su inmensidad. En un principio, el suelo que la cobijaba comenzó a ejercer con ella una fuerza brutal; casi como si no quisiese dejarla germinar. Sin embargo, su verdadera intención era pura bondad: quería tensionarla para que crecieran sus raíces y ningún viento ni tormenta la pudieran derribar. Ahí, en medio de las entrañas donde yacía, a su vez la tierra la proveía de todos los nutrientes y agua que requeriría para florecer y erguirse con fuerza y libertad. Por su parte el cielo parecía que la apuraba para que se elevara de la superficie. Quería que trepara rápido a las estrellas que la esperaban para rociar sus secretos en ella, fecundarla y poder sembrar. La bóveda sin embargo, también era movida por pura bondad; quería que pronto fuese un árbol frondoso, donde muchos se pudiesen cobijar. Para eso, se esmeraba a diario en atraer las brisas más tibias que la abrigaran y las gotas de lluvia justas para aliviar su sed y que pudiera descansar. Las dos fuerzas parecían desgarrar a la semilla que a ratos se sentía víctima de esas máquinas de tortura medieval que estiraban hasta rasgar. Sin embargo, al detenerse a observar mejor ella fue consciente del amor y del privilegio que recibía y cambió su método por uno mucho más feliz y productivo además. Giró su cuerpo y le dio una mano a la tierra y otra al cielo y los invitó a bailar. Lenta y suavemente se dejó llevar; al rato dejó de dolerle y con sorpresa se vio a sí misma siendo puente entre las estrellas y el suelo y su piel se tornó turquesa por esta mediación ideal. No sabía bien a dónde iba ni cuánto podría enraizar, pero fue feliz en ese presente y no necesitaba nada más.
Catapulta: ¿Qué situaciones de tierra y cielo estás viviendo hoy? ¿Sientes el desgarro interno? ¿Qué movimientos espirituales debes hacer para fluir más?
2 de septiembre: Era extraño el camino que le había tocado a Sofía ya que, en cada vuelta, éste se bifurcaba en dos: un sendero que subía a la montaña y otro que la llevaba a la ciudad. Sin embargo, después cada uno volvía siempre al sendero central y tenía que enfrentarse al mismo dilema una vez más. En la montaña el aislamiento era total; no había más que naturaleza envolviéndola y en ella tenía la oportunidad de ordenar su mente, apaciguar su alma y recuperarse de la multiplicidad de estímulos y responsabilidades que recibía en la ciudad. Cuando optaba por esta última, Sofía tenía la oportunidad de aprender y de enseñar; de conocer las novedades aparecidas y aceptar la diversidad de la gente y contemplar las maravillas y también las miserias que se daban en comunidad. Cada cual era importante y necesario, pero en general siempre se sentía más obligada a ir a la ciudad porque había muchos encargos y cosas que arreglar. Sin embargo, cuando ya no daba de cansancio, se obligaba a sí misma a optar por la montaña para poderse equilibrar. Lo difícil era cuando -conociendo esta necesidad- aparecían voces presionándola y debía luchar por ejercer su libertad. La peor de todas era una voz interna que la juzgaba duramente y le endosaba culpas y cuentas por pagar. Para ella, tomar un camino diferente al que otros esperaban, suponía aceptar críticas y priorizar los bienes que buscaba, sin importar las consecuencias ni la opinión de los demás. Y es que su anhelo más profundo era permanecer en la montaña y que su paz la acunara por la eternidad, pero sabía que eso tampoco era real, al menos en la parte del camino que debía atravesar. Con obediencia y fidelidad volvía al centro y continuaba caminando confiada de que cada día tenía su afán.
Catapulta: ¿Qué camino te hace más falta elegir hoy? ¿Has ido a la montaña últimamente? ¿Qué voces son las que te quitan libertad?
3 de septiembre: El par de curcunchos vivían en una linda casa frente al mar. Tenían una preciosa vista y muchos lujos que casi nadie podía pagar, pero ellos sin embargo no hacían más que pelear. Discutían por lo que cada uno quería hacer y pasaban toda la tarde haciendo competencias de fuerza en una mesa del bar. Con la deformidad de su espalda ni siquiera se podían ver a la cara y parecía que hasta sus oídos se habían estropeado porque hablaban sin escucharse y si bien vivían juntos, parecían a galaxias de distancia espiritual. Un día, un amigo que los quería genuinamente les llevó un doctor experto en enderezar columnas para ver si los podía salvar. El especialista los midió, analizó sus huesos y estudió sus hábitos y hasta la dieta que solían tomar. Su diagnóstico fue muy claro y el tratamiento igual. Lo mejor era dejarlos tal cual estaban porque si los operaba los podía quebrar. Sus vértebras ya estaban tan anquilosadas que cualquier movimiento, los haría sufrir en extremo y sus circuitos nerviosos no podrían funcionar. Tampoco era positivo intervenirlos porque -en el caso de que resistieran- jamás quedarían iguales y la diferencia los haría pelear aún más. El doctor sólo les dio unas hierbas para ayudarlos a comunicarse mejor y aumentar su empatía y sensibilidad. Total tampoco era conscientes de su enfermedad y parecían funcionar dentro de su disfuncionalidad. Sin embargo, el especialista sí recetó un tratamiento al vecino que lo había llamado para que no se preocupara más. Una buena dosis de paciencia y aceptación frente a la discapacidad de sus amigos era lo que más lo iba a ayudar. Que no esperara más milagros, que lo único que necesitaba era aceptarlos y agradecer su amistad, aunque le dieran tan poco, eso era peor que nada.
Catapulta: ¿Conoces curcunchos en tu vida actual? ¿Cómo convives con ellos? ¿Percibes en tu propia vida alguna vertebra que se comienza a rigidizar?
4 de septiembre: Dicen que a la entrada de una iglesia en Galilea que está a punto de caer, hay una roca esculpida que se sostiene firme como un dintel. Lo que en ella está escrito a punta de cincel, pareciera querer mantenerse vigente para todo el que quiera aprender: “Haz que hoy me calme para que me puedas acunar y sea nuevamente un niño que se deje llevar por tu voluntad. Haz que hoy me silencie para poderte comprender y que todo lo que me cuentes lo pueda vivir y anunciar. Haz que hoy corte las ataduras de este mundo que esclavizan mi interior con miedo y dolor y que pueda palpitar al mismo son con tu corazón. Haz que hoy vacíe mis manos de ocupaciones y apegos para poder tomar las tuyas y sentir tu ternura y calor. Haz que hoy mi energía esté en ser más que en hacer, para poder unirme a tu vibración y construir tu reino de justicia y amor. Haz que hoy sea agradecido de lo que vivo y de lo que soy y que hoy pueda percibir tus sueños y plasmarlos con pasión. Haz que hoy sea el día que cambie mi actitud y mi dirección y que todo lo que haga, piense y sienta esté al servicio de tu gloria y honor. Amén”.
Catapulta: ¿Qué parte de esta oración te identifica más? ¿Cómo quieres vivir el día de hoy? ¿Qué más le agregarías a esta oración?
5 de septiembre: A la cala, estilizada y bella flor como un guante de mujer, le había costado mucho crecer. Su infancia había sido en una acequia abandonada del campo y muchos bagres la había querido roer. El color y calidad de las aguas que la regaban también dejaban mucho que desear. Sin embargo, a pesar de toda la adversidad su planta había sido rescata, su tallo erguido y hoy florecía con alegría y dignidad en un bello jardín. A pesar de ser sencilla y de irradiar naturalmente belleza al lugar, ella sufría en extremo al darle demasiada importancia a los demás. Si hablaba, estaba pendiente de cuánto valor le asignaba el rosal. Si dejaba a los insectos posarse en su embudo albo, lo hacía por agradarlos y lloraba desconsolada si algún mal agradecido la osaba picar. También cada tarde esperaba aprobación de los sauces y de los jacarandás; esos sí que eran árboles añosos y su opinión le marcaba la diferencia entre el gozo o la desolación total. Su dolor inicial la había hecho demasiado pendiente de agradar, de ser valorada y de no desilusionar a nadie con su apariencia o forma de pensar, por lo que fácilmente comenzó a pensar que todo en el jardín giraba en torno a ella y se empezó a enfermar. Preocupada conversó con el jardinero del lugar, quién le dio un abono muy especial. Se llamaba “Antiegotina” y cada mañana le esparcía una porción en sus raíces y la dejaba reposar. Así cuando la cala hablaba, la sustancia le hacía ponderar que no todos la escuchaban y que eso era lo normal. También le permitió darse cuenta que había árboles tan altos que ni siquiera sabían e su existencia y que no era por maldad. El mismo rosal estaba mucho más pendiente de una peste de conchuelas que le acababa de atacar. Y hasta los mismos insectos eran muy erráticos en su actuar y que no siempre cuando la picaban, tenía que ver con ella y con eso se empezó a relajar. La preciosa cala comenzó a brillar mucho más, preocupada únicamente de hermosear el jardín y alcanzar el sol que la seducía cada día más.
Catapulta: ¿Eres de aquellos que valorizas en extremo la opinión y valor que te dan los demás? ¿Necesitas “Antiegotina” para no depender tanto del éxito y los resultados?
6 de septiembre: La mariposa Celeste se había encumbrado a los cielos con el espíritu y la ilusión que la caracterizaban. Llevaba prendida en sus alas una naturaleza dada a jugar, a creer, a crear, a pintar y a llevar alegría por donde fuera a pasar. Así, un día sin darse cuenta, se elevó más allá de los esperado soñando con nuevas flores y los insectos que iba a visitar y no se percató cuando una gruesa capa de contaminación la cubrió sin avisar. Como paracaidistas en problemas, su cuerpo se comenzó a ir a pique hacia la superficie y no podía hacer nada para frenar un aterrizaje mortal. Mientras iba cayendo trató de romper la manta de plomo y negrura total, pero sus alitas sólo se debilitaron y casi se quebraron con el forcejeo contra la suciedad. Angustiada se puso a llorar y miró para todos lados para ver si encontraba una salida que la pudiera salvar. En eso recordó a su amigo grillo que era mucho más experimentado en asuntos de aterrizaje y que siempre la sabía aconsejar. “Cuando te vayas a negro, acuérdate de matizar. Cálmate, planea y déjate llevar por las corrientes de aire que saben siempre de dónde vienen y para dónde van”. Celeste se aferró a esa promesa que recordaba con claridad y estiró sus alas y sus antenas para liberarse de la fatalidad. La gruesa capa negra se transformó entonces en una extensión de su cuerpo y se infló como el paracaídas que necesitaba para flotar. De pronto se vio aterrizando suave y armónicamente en un lugar nuevo en el que jamás había imaginado estar. “Con todo, hasta la negrura tiene un propósito”, se dijo a sí misma, y se quedó un rato reposando en un magnolio para poderse recuperar del susto y aprender de lo que le acababa de pasar.
Catapulta: ¿Te ha pasado que vas feliz “volando” por la vida y te llega una capa de negatividad? ¿Cómo sueles reaccionar? ¿Qué voces interiores o exteriores te logran salvar?
7 de septiembre: Juan era por naturaleza hogareño. Le encantaba recibir en casa, cuidar los detalles, pasear por el jardín, cocinar, leer y gustar lo sencillo y lo natural. Por lo mismo se sentía cómodo sin visitar la ciudad y sólo compartía con sus vecinos y genuinamente los ayudaba con su bondad. Pablo, su hermano era muy distinto en realidad. Desde pequeño se había sentido llamado a servir a los más pobres del pueblo y a pelear contra las injusticias. Su palabra era fuerte y sus brazos estaban acostumbrados a trabajar duro y a aliviar los dolores de los que sufrían más. Muy pocas veces tenía ocasión de visitar a su hermano y sentir y gustar el hogar. Un día se reunieron a tomar un café justo a la mitad de camino y decidieron que era tiempo de rotar los puestos e integrar las riquezas de cada cual. Juan tenía la urgencia de conocer y compartir con los más pobres y arremangarse los brazos para luchar y trabajar empatizando con el dolor de la humanidad. Pablo por su parte, necesitaba un tiempo más íntimo, de cobijo, de regazo maternal, donde pudiera plasmar todo su mundo interior y reconocerse un pobre más necesitado de amor y contención de hogar. Al tiempo se volvieron a juntar y ambos vieron los inmensos frutos de esta complementariedad. Ese día hicieron una alianza y ambos se llamaron Juan Pablo para integrar ese otro lado que tanto bien les hacía a ellos mismos y a todos los habitantes de la ciudad.
Catapulta: ¿Qué tendencia se te da con más facilidad? ¿Qué aprendizajes te falta ejercitar? ¿Cómo tu energía complementa a la energía de los demás?
8 de septiembre: Ignacia necesitaba con urgencia unos guantes para poder asistir a la fiesta de gala a la que la acababan de invitar. Recorriendo muchas vitrinas, se probó algunos, pero no le ajustaron bien. Había unos muy estrechos, otros muy estridentes; algunos muy holgados u otros que picaban y en fin, ninguno le calzaba para la ocasión y para su necesidad. Al venir ya de vuelta a su casa, se dio cuenta que el cajón de su mamá había un par. Nunca se había fijado en ellos y pensó que tampoco le iban a calzar, pero la nota cariñosa de su madre la hizo probar. “Mira estos guantes; te van a encantar. Los busqué para ti y te harán perfecta tu noche y más”. Ignacia se los puso y vio con sorpresa cómo estos comenzaban a adherirse a su cuerpo como una segunda piel. Sus colores suaves comenzaron a brillar y sus manos sintieron un calor tierno y especial. Efectivamente estaban perfectos y los iba a usar. Los amó por su belleza, su luz, su suavidad y docilidad. Sin embargo, en un acto instintivo los dio vuelta para ver el revés de esta pieza tan especial. Ciertamente por dentro estaban un poco rotos, su forro era frágil y con cualquier tirón se podían rasgar. Su color era turbio como esas sedas donde ha caído toda la tinta y se nota el maltrato y el descuido además. El interior de los guantes dejaba mucho que desear, pero un amor muy grande por esta prenda también se despertó en Ignacia y no lo supo cómo explicar. Al consultarle a su mamá por el origen de los guantes y su doble faz tan contradictoria y a la vez tan fuerte como un imán, ella le contestó. “Mira preciosa, estos guantes me los regaló tu papá y me dijo que representaban mi esencia de luz y oscuridad y que en cualquiera de los lados, él siempre me iba a amar. Que en las buenas y en las malas, los guantes eran el reflejo de su amor incondicional”. No se diga más, dijo Ignacia, y se a bailar como una princesa llena de felicidad.
Catapulta: ¿Eres capaz de amar en las buenas y en las malas a los demás? ¿Sientes que te aman así también? ¿En qué lado del guante te identificas más el día de hoy?
9 de septiembre: El avión aterrizó suavemente en tierra extraña y no se detuvo hasta tener la completa seguridad de que nada de su carga se iba a estropear. Ya en la pista, abrió sus puertas y comenzó a sacar con precaución los primeros bultos que traía y que sabía serían recibidos con buena voluntad. Los habitantes del pueblo se iban pasando las cajas y a medida que las abrían, las sentían y las gustaban y fue creciendo su entusiasmo y sus ganas de más. Con esa confianza el avión empezó a liberar nuevas bolsas que traía y con alegría genuina observaba cómo la gente se empezaba a aglomerar. Algunos hasta se sacaban fotos cerca de sus ruedas y sus alas para sellar un momento que consideraban especial. La nave se sentía inadecuada con su carrocería vieja y añoraba haber repintado el lomo que dejaba mucho que desear. Sin embargo, la acogida e interés de las personas no se fijaba en esos detalles y ya –incluso un poco ansiosas- comenzaron e subirse a su cabina para ver qué más podían aprender y sacar. El avión, dichoso y consciente de que pronto tendría que volver al cielo y a su propia ciudad, sacó todo lo que tenía en sus entrañas y hasta de un asiento y una ventana se deshizo para poderlos saciar. Estaba tan asombrado y agradecido de lo que su sencilla carga podía provocar, que apenas despegó del suelo llamó a la torre de control para comunicarse con el encargado de suministros y materiales que lo había cargado con tanta generosidad. Sabía el avión, que él sólo era un transportador y nada más y que todo el mérito dependía de quién había creado las cajas, las bolsas y todo lo que pudo regalar.
Catapulta: ¿Te has sentido alguna vez como este avión? ¿Qué regalos descargas a dónde vas? ¿Eres consciente de quién es la autoría de todo lo que puedas entregar?
10 de septiembre: No recordaba bien cuándo y cómo se había tragado el huracán, pero sí sentía su fuerza destructora en su interior y se doblaba de dolor al recibir sus ráfagas de agua y lluvia que la azotaban sin piedad. A pesar de los resguardos y de las protecciones la serpiente en forma de espiral, iba rasgando sus intestinos, soltando sus piernas y debilitando al cuerpo a un extremo que casi no se podía sostener sin desmayar. En esas condiciones, la gigante pensó que jamás podría acometer la hazaña que le habían encargado y pensó con tristeza que la inesperada enfermedad frustraría todas sus posibilidades al envolverla en una capa gruesa de debilidad. Cuando llegó al borde del río que tenía que saltar y de paso transportar a cientos de pequeños seres que viajaban en su delantal, miró con vértigo pues pensó que se ahogaría ya que no se sentía capaz de levantar un centímetro su humanidad. Sin embargo, cuando miró los rostros esperanzados y expectantes que esperaban su salto magistral, la gigante sintió que una fuerza extraña e inmensa la impulsaba a volar. No eran sus músculos ni sus huesos los que mandaban, sino una corriente eléctrica y amorosa que no podía describir, pero sí utilizar. Dócil siguió las órdenes que recibía y cuál no fue su asombro y gratitud al ver que con su salto había llegado mucho más lejos que con su propia capacidad. Bendito sea, dijo en su alma y se fue a cortar un apio enorme para aliviar el efecto del huracán.
Catapulta: ¿Crees en la fuerza que habita en la debilidad? ¿Qué piensas y sientes cuando experimentas una fuerza externa que se apodera de tu capacidad?
11 de septiembre: Dos hombres muy sabios y buenos, reconocidos mundialmente por sus investigaciones y conocimientos, discutían públicamente en una feria de ciencias sobre el orden que debían llevar los paraguas que cada uno llevaba para salvar a la humanidad. El primero hacía ostentación histórica y científica de que su modelo “Mindfulness” o “Atención/plena” debía ser el techo que amparara todo desarrollo humano y espiritual. Argumentaba que el estar 100% presente en cada situación, permitía vivir agradecido y ser feliz además. Para eso mostraba exámenes del cerebro y mil fotografías y exámenes que corroboraban su posición sin dudar. El segundo asentía de buena manera todas esas verdades que compartía de corazón, pero con delicadeza intentaba convencerlo de que su modelo de paraguas “GodMindfulness” (o Atención/Plena en Dios) era superior y que abarcaba límites más extensos a toda la realidad. Si la humanidad se amparaba en él, no necesitaría nada más. No tenía evidencias que mostrar ya que sólo su vivencia y la de muchos otros creyentes no se podían fotografiar ni registrar en un examen cerebral. No obstante su saber era una certeza existencial; el estar 100% en el corazón de Dios, sintiendo su amor y contención; su creación burbujeante y su protección, era una experiencias cuántica que producía un gozo y una fecundidad sin igual. Argumentaba que estar plenamente consciente en Él, con Él y por Él en toda circunstancia era una fuerza que la humanidad subestimaba y que ahí radicaba todo su poder y potencial. Finalmente el público optó por el paraguas que podía medir y tocar; pero el sabio y buen hombre prometió volver cada año a la feria para ver si los podía encantar. Total su modelo era eterno y siempre lo podrían encontrar.
Catapulta: ¿Conoces estos dos modelos? ¿Cuál sueles usar? ¿Te vendría bien aprender un poco más de estas formas de vivir?
12 de septiembre: “Abrazapátame, abrazapátame” pedía el niño con una mezcla de angustia y ruego en el cuerpo y el corazón a su mamá. Ese día en la escuela las cosas no habían resultado bien; algunos compañeros de curso habían sido muy críticos con su forma de ser; las monedas que le habían dado no las había contado bien y se había tenido que volver a pie a su casa y para colmo, al llegar, tenía mil tareas que hacer y él sólo tenía ganas de comer un pan con palta y dormir abrigadito para sanar tanta pequeña adversidad que no lo dejaba estar en paz. “¿Qué es abrazapátame?” preguntó la madre inquieta pensando si era un nuevo personaje de televisión o un medicamento que tenía comprar para transformar la cara de tristeza de su hijo. El niño, se calmó unos segundos y estiró sus brazos tan ancho como pudo para recibir el abrazo fuerte de su mamá. Una vez cobijado, empezó a enredar sus piernas entre las de ella hasta armar un verdadero bollito humano que no dejaba entrar ni salir nada. Ambos se entrelazaron en una esfera de luz y amor que formó a su vez una caparazón firme hacia el exterior. Sin embargo, cuando ambos se encontraron en el interior, asombrados, experimentaron su esencia brillando y una tercera presencia contemplándolos a los dos. “Esto es abrazapátame” dijo el niño. “Me lo enseñó el Señor. Cada vez que tenga miedo debo abrazarme de brazos y de pies a quien más amo y podré sentir su corriente transformadora y de salvación. Aquí dentro no entra nadie ni tampoco ningún temor; aquí todo es energía y me renueva la paz del corazón. Así mañana me llevaré mejor con mis amigos y contaré las monedas a la perfección. Gozaré el pan con palta y dormiré tranquilo porque sé que cuento con el amor tuyo y el de Dios”.
Catapulta: ¿Necesitas hoy un “abrazapátame”? ¿Por qué? ¿Conoces a alguien que necesite que lo “abrazapates”?
13 de septiembre: La cuncuna Sarita buscaba hace ya varios meses el árbol que le permitiera cobijarse y hacer su proceso de transformación hacia una maravillosa mariposa como su mamá. El primero que vio la llenó de ilusión, tenía un tronco dorado y de sus ramas colgaban frutos parecidos a un melón. Se acercó pensando que era el indicado, pero sin previo aviso éste se alejó y la dejó sumida en la desolación. Agarrando cada una de sus pinchudas patas, se puso a reptar y encontró un sauce llorón. Su color verde intenso y las alambicadas trenzas que formaban sus hojas, pensó que serían su refugio ideal para asentar su capullo y esperar su evolución. Sin embargo, la savia que emitía la espantó. Era ácida y a ratos ardía su caparazón por lo que se asustó. Ciertamente el árbol era atractivo, pero quizás ella no era lo suficientemente fuerte para soportar tanta química y se alejó llorando de dolor. Finalmente Sarita se acostó en un jardín sencillo, pero que tenía un olor dulzón. Ya estaba semi oscuro y no notó la presencia de un arrayan noble y bonachón. Al otro día, él inició la conversación. Ella con transparencia le contó de su dolor y le confesó que creía que nunca podría vivenciar su transformación. Él le contó su propio dolor y que por eso tenía su piel roja de tanto llorar de soledad y desamor. Decidieron acompañarse y esperar la primavera sin mucha ilusión. Finalmente después del invierno, un día Sarita se despertó llena de alas de acuarela y el viento como un hada la elevó. Su amigo Arrayan resplandecía con un blanco precioso y ya no quedaban huellas de ardor en su corteza ni en su corazón. No podían creer el milagro y buscaban una explicación. La Madre Tierra escuchó su petición y les contó: “Sólo hay esperar el tiempo y la ocasión. En mi reino todo calza a la perfección”.
Catapulta: ¿Te ha pasado algo similar en alguna relación personal, familiar o laboral? ¿Confías en que la persona indicada ya viene en camino o te desesperas y te obsesionas con el dolor?
14 de septiembre: El doctor Serapio era un científico muy hábil y curioso. Así, después de mucho investigar y probar, logró construir la primera máquina que le permitió viajar por el tiempo y aprender aún más de los desafíos de cada edad. Su anhelo más grande era encontrar una receta en el pasado o e futuro que le permitiera arreglar el presente que le preocupaba aún más. Su gente estaba la mitad triste y la otra mitad enojada y parecía que la oscuridad no se podía alejar. En sus visitas, sin embargo, vio que cada época tenía una línea que la dividía por la mitad; había un montón de cosas buenas y otras muy terribles y feas que era mejor olvidar. Pensó que yendo más atrás en el tiempo, podría descubrir un panorama diferente, pero siempre fue igual. En el futuro y en el pasado, las personas siempre tenían preocupaciones grandes e importantes junto con gozos y luces que podían agradecer y disfrutar. Inquieto avanzó un poco más con su máquina en el tiempo para encontrarse con ellas, pero cuando ya tuvieran más edad más. En la conversación pudo aprender que hasta las cosas más terribles se olvidaban y que sólo los buenos recuerdos y los aprendizajes eran lo perduraba en el alma y el paladar. Decidió volver al presente y ver con nuevos ojos todo lo que tenía que enfrentar. Su época era igual que cualquiera otra y tenía su luz y sombra que bendecir y enfrentar. Lo importante para Serapio fue estar siempre consciente para vivir y multiplicar la zona donde había paz y esperanza para él y para los demás. Total pronto también sería un anciano y de los malos ratos poco se iba a acordar.
Catapulta: ¿Qué piensas sobre la sociedad que hoy nos toca; es mejor, peor o igual que otras? ¿Cómo enfrentas sus dificultades? ¿Eres capaz de reconocer también sus luces?
15 de septiembre: La mujer estaba con su cara maquillada con mucha elegancia y coquetería. Su vestido de vuelos y flores se había prendido a su cuerpo como una segunda piel. Sus tacones negros y brillantes, parecían anclarla al piso como tachuelas finas y firmes. Sus trenzas gruesas y azabaches estaban pintadas con lazos rojos que combinaban a la perfección con todo el atuendo anterior. Si no fuera poca toda esa gracia, cuando comenzó a sonar la música su ser se transformó completamente. Su brazo se hizo brisa danzando y sus músculos se hicieron pañuelos de seda trenzando mil colores. Sus piernas y pies desaparecieron como si fuesen de plasticina y apenas acariciaban el piso con una ternura y ritmo maternal. De tanto contorneo y sensualidad, un huaso la vio encantado y con ella se puso a bailar. Su manta tricolor, sus espuelas de plata y sus piernas envueltas en cueros negros, lo transformaron en un aguerrido jaguar que mostraba todos sus trucos para poderla conquistar. Pasado un momento vuelos y espuelas se hicieron uno y el baile se convirtió en un torbellino de acuarelas y ritmos imposibles de separar. Todo el entorno se puso a dar palmas para celebrar este rito de magia que seducía con su armonía y belleza sin igual. Ningún otro ser en el mundo bailaba y por eso todos se quedaron contemplando esta maravilla que el cielo les acababa de regalar como espectáculo magistral. La china y el huaso, orgullosos de ser mensajeros de algo tan simple, bello y esencial, bailaron llenos de gozo hasta que sus pies se rebelaron y debieron parar.
Catapulta: ¿Hace cuánto que no bailas? ¿Qué te produce la belleza y la armonía que este regala? ¿Qué puedes conocer de ti y/o de los demás al bailar?
16 de septiembre: El paciente había llegado al hospital con claros síntomas de intoxicación estomacal. El dolor lo partía por la mitad y daba cuenta de todas las tensiones y malos ratos que había tenido que pasar. El gatillante final había sido una empanada, pero los síntomas previos ya estaban y debía ser tratado con urgencia para evitar una operación o complicación más. El doctor a cargo ordenó a todas las enfermeras un tratamiento muy inusual, ya que estaba convencido que era lo que lo iba a sanar. “Pongan todos sus circuitos en cámara lenta para que no corra más. Que sea capaz de contemplar y agradecer cada detalle de la naturaleza y que vuelva a degustar cada bocado de comida en paz. Aíslen su cuerpo de cualquier estímulo de afuera que lo pueda alterar; que la información que reciba sea sólo la justa y la necesaria para funcionar. Bajen su temperatura al mínimo para que duerma muchas horas y no tenga ni siquiera energías para pensar en trabajar. Este hombre necesita con urgencia liberar estrés y recuperarse para continuar. Apenas se le ocurra algún proyecto, inyéctenle “Esperalina” para que no lo vaya a olvidar, pero que sea sabio para esperar la mejor oportunidad. Si le viene la pena o la soledad, denle caminatas por el campo del hospital; seguro que ahí encuentra el sentido de lo que está viviendo y de paso alivia a alguien más. Apenas se sienta recuperado, reténgalo al menos 24 horas más; no vaya a ser que tenga una recaída y que después vuelva más mal.” Dicho y hecho, al cabo de cuatro días el paciente estaba 100% recuperado e hinchado de paz. Parecía una de esas quebradas áridas del desierto después de una lluvia torrencial. Todo en él era vida a borbotones, salud, gozo y una gratitud tan grande que su sonrisa se salía de su rostro sin poderlo evitar.
Catapulta: ¿Has necesitado un tratamiento similar? ¿Te has dejado cuidar así? ¿Cómo está tu salud física, mental y espiritual?
17 de septiembre: Cuentan algunos apóstoles en sus relatos privados que Jesús era especialmente regalón de su mamá. Y a ella, como a toda mujer, las flores la hacían sentir muy feliz y especial. Así cuando nadie lo notaba, abría su mano e iba sembrando mil semillas en las lomas de los cerros por donde predicaba, de modo que cuando ella pasara pudiese contemplar los pedazos de cielo que sólo él podía crear. Tanto era el amor por María, que ya agotadas las primeras flores más corrientes, se esmeraba por crear una nueva variedad. Ya no era suficiente un color o dos, sino que los empezó a combinar. Un cerro lo vestía completamente de blanco, pero lo iba salpicando de amarillos, naranjos y rojos intensos para que sonriera por su creatividad. Cuando eso también comenzó a ser obvio, en una misma variedad empezó a mezclar colores, formas y tamaños como si una paleta de artista tuviese escondida en su morral. Tan bella era la estela que iba dejando, que la misma Virgen se comenzó a avergonzar; era demasiada belleza para un solo ser humano y le pidió que se recatara un poco para no espantar a los envidiosos o a los que no entendían nada del amor ni de su creatividad. Jesús obediente empezó a ralear la siembra y sólo cuando estaban con los más cercanos, no se resistía a alegrar a su mamá. Era tan grande el mutuo amor que se tenían que unas pocas hectáreas de flores de colores le parecían mezquinas en mostrar. Finalmente acordaron que las semillas las dejarían igual sembradas en todos los lugares, incluso en los desiertos donde no crecía nada, pero que sólo germinarían cuando su padre celestial lo dispusiera a través de la lluvia torrencial. Tanto Jesús como María, tenían la certeza que, sin importar el tiempo o el lugar, esas lomas de flores a más de alguien le iban a recordar a Dios y su generosidad.
Catapulta: ¿Has visitado alguna vez el desierto florido? ¿Qué sentimientos te produce tanta belleza y fecundidad en un arenal?
18 de septiembre: Uno de los mayores peligros de transitar por el desierto, son los espejismos del mal. Son pocos los que han logrado sobrevivir a tal certero ataque y es por eso mejor conocer cómo actúan para poder desarticularlos antes de que hagan daño mortal. Además, dicen, que mientras más felices iban los peregrinos, más se ensañaban en atacar, así que es mejor escuchar qué han dicho los que han logrado escapar. Cuentan que aunque llevaban cantimploras a mano y su capa para abrigarse y protegerse de la adversidad, los espejismos malignos se vistieron de bien aparente de modo que el visitante se sintiera atraído y luego, ya en el lugar, le daban el zarpazo sin más. Para ello dicen que la mejor advertencia es que si ves a lo lejos un inmenso lago de maldad y crees que será imposible continuar, justamente debes hacer lo contrario y acercarte prontamente para que se desdibuje la trampa en que te quieren atrapar. Mirado de frente, todas las grandes calamidades y temores que te mostraron a la distancia, ves que son sólo migajas de sal. Sostienen que la gracia está en mirar en 360 grados y no dejarse engañar. Si ves al oeste al infinito del mar, comprenderás que siempre habrá nuevos caminos por navegar y que hay mil salidas para escapar. Si ves al este, una mole de roca y tierra te recuerda la eternidad de la vida y que no eres ni el primero ni el último en pasar. Norte y sur siempre serán oportunidades para conocer y explorar y si miras hacia el cielo, verás que siempre el sol está y que nada de lo que hoy sucede es casualidad. Si miras hacia el suelo, ves tus pies firmes y experimentados que ya han sabido sortear peores demonios que un simple espejismo y con eso, el mal toma su justo lugar. Dicen también los sobrevivientes, que conviene mucho rezar; que tal parece que ese murmullo impregnado de fe y ruego, les cae tan mal que se tienen que alejar.
Catapulta: ¿Cómo enfrentas los ataques del mal espíritu cuando te quieren arrebatar tu alegría y tu paz? ¿Logras dimensionar su real tamaño y poderlo espantar? ¿Te ayuda la oración?
19 de septiembre: Ainia, la amazona partió a la guerra dispuesta a dar lo mejor de sí. Sabía que no iba sola y que todos los dioses estaban atentos a defenderla y actuar si era necesario para no dejarla sufrir ni menos morir. Sin embargo, antes de partir de su pueblo su madre le entregó una capa muy especial para que no sólo sintiera la protección sino también el amor y ternura maternal. Era una mullida tela de algodón bordada de flores de colores, tejidas con hilos de seda natural, teñida con tintes silvestres del rojo al azul, pasando por el blanco y el amarillo intenso como si el mismo oro se hubiese podido enhebrar. El rito de entrega tampoco fue casual; cientos de ancianos y de niños hicieron una ofrenda al verla marchar y mientras ella los saludaba, oyó cómo oraban un mantra especial. El manto tenía un aroma a rosas y a verbena que dejaba una estela dulce y cítrica muy envolvente; todo era dulzura y hogar en esa prenda que la acompañaría en el campo de batalla y en los momentos de soledad. Ainia, igual que cuando era una niña, sintió que con ella en su pecho y en su espalda, sólo podía sentir alegría y paz. Iba envuelta por todo el amor de su pueblo y sus ancestros además. ¿Qué malo le podía pasar?. Acarició la suavidad de su manto real y partió llena de fe y valentía a luchar.
Catapulta: ¿Qué objeto visible o invisible que guardas en tu mente te da seguridad? ¿Estás consciente del cuidado maternal de Dios?
20 de septiembre: Un día una lágrima muy gorda y llena de tristeza llegó llorando al salón donde se encontraban todas las demás. Muy sentadas y contentas estaban las lágrimas de la emoción, las de la alegría, las de susto y una que otra muy flaca, que apenas se lograba formar como tal. “¿Qué te ha pasado?” le preguntó una que genuinamente se interesó en su pesar. “Es que me he caído ya dos veces en la misma piedra y no sólo me duele el cuerpo por el golpe, sino que me siento muy torpe por no haber aprendido en la primera oportunidad”. La mezcla de su orgullo herido y las consecuencias que aún cargaba por no mirar bien dónde pisar, hicieron que la pobre lágrima explotara en llanto, desparramándose por todo el lugar. Una lágrima muy brillante, le comenzó a explicar el porqué de sus errores y advertirle cómo debía actuar. Sin embargo, eso no hizo más que aumentar su angustia y lloraba aún más. Las demás gotas que la observaban no sabían cómo actuar; ¿cómo consolarla y volver a recogerla, cuando sus tropiezos no se podían desandar?. Los consejos y los análisis ciertamente no eran oportunos para consolar; tampoco servía que la dejaran sola en el piso y que nadie la fuera a apapachar. De pronto una nube gruesa como una mota de algodón recién lavada, la absorbió en su regazo y le permitió desahogar toda la frustración y el dolor que contenía sin juzgarla ni aconsejar. También la contuvo y no la dejó destruirse en totalidad. Al contrario, esperó con paciencia hasta que la escuchó reírse de sí misma y ponderar que nada era tan terrible en realidad. “¡Quién no se ha equivocado al caminar!”, se dijo a sí misma y se puso cerca de las lágrimas del buen humor por si se le podía contagiar.
Catapulta: ¿Cómo empatizas con el sufrimiento de quien se ha equivocado y le duele sin parar? ¿Eres capaz de abrazar y esperar? ¿Con quién te identificas más en esta historia?
21 de septiembre: El tronco parecía muerto, entumido y abandonado en medio del pastizal, que también parecía arrasado por una bomba nuclear. De pronto, un dolor agudo en la rodilla lo despertó del letargo habitual y vio cómo una masa verde y arrepollada salía de sus huesos cubiertos de corteza congelada. Sin darle tiempo para recuperarse, otra puntada le dobló de dolor, pero esta vez en la zona lumbar. Una culebra manchada de verde y blanco emergió de su columna y lo envolvió como queriéndolo asesinar. El tronco asustado se trató de enderezar y al abrir los ojos, se encegueció con un sol nuevo y primaveral. Él ya se había dado por muerto y la tierra lo volvía a insuflar de energía vital. ¡Qué maravilla era resucitar!. Al ver a su alrededor vio que toda la naturaleza comenzaba a verdear; tanto que hasta algunas flores ya bailaban con la suave brisa, celebrando la oportunidad. Volver a sentir y gustar la vida era un milagro magistral; era como si a todos les estuviese dando la corriente y la electricidad los obligara a erguirse, respirar e iluminar con su máxima belleza y vitalidad. La sensación era vertiginosa y gozosa al mismo tiempo, por lo que sólo cabía dejarse llevar. El tronco se irguió lo mejor que pudo mientras seguían brotando ramas preciosas y hojas tiernas de su corazón, y tomando sus dos brazos dio gracias al Creador.
Catapulta: ¿Has tomado conciencia de lo que produce la primavera en tu interior? ¿Te dejas conducir por el espíritu o te resistes por temor? ¿Qué ves florecer hoy en ti y a tu alrededor?
22 de septiembre: Al pequeño lobito de mar, le solía venir de vez en cuando una enfermedad que le provocaban los huiros del mar. Los enredos de sus ramas y su color café oscuro, confundían su visión, nublaban su corazón, tupían su mente y debilitaban su espíritu, sin aparente sanación. Algunas veces nadando feliz, sin darse cuenta una de sus aletas se enredaba en estas matas marinas y creía morirse hasta que sólo un lobo de mar más sabio y viejo lo podía rescatar. Ya más tranquilo de guata al sol en su roca favorita, se ponía a pensar porqué unas simples algas le hacían tanto mal. Al conversar con el lobo viejo, éste le explicó que era por su extrema sensibilidad al yodo y que esto lo torturaba más de lo normal. “No entiendo” dijo el lobito, realmente afligido con su enfermedad. “Lo que sucede es este elemento produce en ti una reacción alérgica que afecta todas tus dimensiones y te hace pensar cosas muy feas sobre ti y la realidad. Sin darte cuenta, al entrar en contacto contigo la más mínima dosis de amargura o acidez de la realidad, crees que hay algo malo contigo y te comienzas a torturar”. “Es verdad”, asintió tomando conciencia de que cuando tocaba los huiros se encontraba muy feo y gordo y hasta sus colmillos le parecían fuera de lugar. También sus ideas le parecían tontas, poco importantes y que nadie de su manada lo consideraba en realidad. Su corazón se torturaba con augurios negros y tristes llenos de conflictos y calamidad. Y lo peor pasaba en su alma ya que sólo se quería aislar de todo y de todos, sintiéndose un estorbo para la comunidad. “¿Y qué hago para salvarme entonces?”, rugió como súplica al altamar. “Déjate llevar por la corriente y no te resistas más” le contestaron las olas y el eco del mar. “Así de los huiros te liberas y flotarás con paz, alegría y libertad, pensando lo lindo y bueno que eres y cuán amado eres por todos los de este lugar” completaron unos pelícanos que también conocían de su enfermedad.
Catapulta: ¿Qué huiros reconoces como tentación para tu bienestar? ¿Qué malos pensamientos sueles decirte y proyectar? ¿Quién te puede ayudar a dejarte llevar?
23 de septiembre: La princesa Margarita vivía en un bello castillo al borde del acantilado en el mar. Estaba rodeada por un muro muy alto de piedras y miles de cactus llenos de flores blancas y rosas que nadie podía flanquear, si no contaba con su autorización para entrar. Ahí junto a otras mujeres habían armado un lindo hospital y un invernadero con hierbas medicinales donde muchos venían a pedir ayuda y a sanar. Sin embargo, algunos hombres envidiosos de este poder y del bien que multiplicaba a los demás, buscaron incesantemente el modo de entrar a la fortaleza y destruir su hospital. No pudiendo superar los muros ni tampoco cortar las espinas de la fortaleza, descubrieron el lado flaco de la princesa para poder ingresar sin que ella se diese cuenta y sembrar su maldad. Resulta que Margarita se identificaba fácilmente con el resultado de su trabajo y sufría si algo salía mal, por lo que siempre andaba consultando expertos y “sabios” que corroboraran su actuar. Los malignos se disfrazaron de consejeros y pidieron permiso para entrar. Ella, insegura, los autorizó a ingresar, sin embargo al ver su verdadera intención tomó su espada, su antorcha y su armadura y a punta de golpes y gritos los pudo expulsar. Desde ese día, Margarita nombró una consejera interna que siempre le permitiera filtrar a quién oír y a quién dejar pasar. Sabía que los hombres acechaban afuera y que sólo pidiendo ayuda se podía salvar no sólo a ella sino a la maravillosa obra que su Padre, el Rey Felipe, le había encomendado antes de viajar.
Catapulta: ¿Cuál es tu lado más débil por donde el mal espíritu te logra atacar? ¿Cómo prevenir y/o atacarlo para no dejarlo actuar? ¿Qué voz interna debes escuchar para vencer y cuidar la misión que traes de la divinidad?
24 de septiembre: “¡Mamá, todo se ha destruido!” lloraba desconsolada Amandita al ver su castillo de arena desaparecer tras de una ola del mar. María, su madre, entendiendo su profundo pesar, la abrazaba con ternura e iba recogiendo cada lágrima en un frasco de cristal. Luego, la ayudaba a analizar los nuevos planes y la impulsaba a levantar otra torre con más energía y creatividad. En las tardes, ya cansada la niña se iba a recostar en su falda y haciéndole crespos en el pelo, lograba dormirse y soñar nuevas maravillas para inventar. Le gustaba acurrucarse en su tibieza y sentir cómo sus manos le hacían nanai. Así la hija fue creciendo y sus castillos sólo variaron de materialidad; ya no eran de arena, sino físicos, espirituales, académicos, sociales, literarios y artísticos además. Para poder concretarlos y apoyarla, la mamá de Amanda trabajaba sin parar y a veces hasta tenía que pedir ayuda a alguien más. Cuando los recursos faltaban, la madre hacía lo imposible y los lograba juntar y así también cuando había abundancia de ideas, le imponía prioridades para que Amanda no se fuera a enfermar. Incluso en algunos problemas que fue teniendo para avanzar en sus proyectos, María intercedía en silencio para que no saliera dañada y siempre se anticipaba a cualquier adversidad poniendo su propio cuerpo para atajar el mal. Contaban los vecinos que hasta su sangre fue capaz de donarle, un día que la niña apareció muy mal. Lo que pocos sabían era qué había pasado con el frasquito de cristal. Cada lágrima de Amanda, María lo había usado para regar un precioso rosal escondido en el fondo del jardín donde de pequeña solía jugar. Amanda en ese lugar tomaba conciencia de que su verdadero nombre nunca podía olvidar: Ella era Amada por María, su mamá y que sin ella jamás habría florecido ni construido nada.
Catapulta: ¿Cómo es tu relación con tu mamá terrena? ¿Crees en el cuidado de tu mamá celestial? ¿Has tenido la vivencia de ser Amado(a) como nadie más por un amor incondicional?
25 de septiembre: Al nacer, cada corazón humano es envuelto una suave tela transparente, parecida al papel diamante ya que su contenido es único y precioso. Este es el embalaje divino para que en el traslado a la tierra no se vaya a rayar ni estropear tan maravillosa creación. En la medida que el corazón se va aclimatando al oxígeno terrestre, ese papel en vez de desaparecer se engruesa como una protección natural frente a los cambios climáticos y la adversidad que no puede faltar. Sin embargo, en algunos casos las dificultades y pruebas que viven son tan grandes que el corazón queda prácticamente oculto e inmovilizado bajo una corteza de papel maché más dura e impenetrable que el cemento real. Esas personas no desarrollan ninguna sensibilidad y van anestesiando el músculo de tal modo que sólo les sirve para bombear sangre y no para amar. En otras, en cambio, sucede lo contrario y los corazones quedan tan al descubierto que son dañados en forma brutal. Ellos sufren tanto que casi son imposibles de sanar, ya que sus heridas les sangran con tanta facilidad, que viven con anemia existencial. Como todo, en el justo medio, está la verdad; los corazones deben permanecer envuelto en papeles firmes para protegerlos, pero flexibles para dejar entrar y salir toda la corriente amorosa que puedan canalizar. Y cuando amerite la ocasión, despojarse del envoltorio es el mayor regalo que alguien puede dar o recibir, ya que se ve en directo el diamante escarlata palpitando con un pedacito de Dios.
Catapulta: ¿Con qué corazón te identificas más? ¿Qué emoción te produce cuando tienes el privilegio de ver otro corazón sin envoltorio?
26 de septiembre: Paulo llevaba siempre en su mochila una caja secreta. Ahí había guardado las cosas de su pasado que ni él quería ver ni reconocer. Sabía que había vivido cosas lindas y buenas también, pero en esa caja ocultaba lo que más le avergonzaba y nadie lo podía saber. Sin embargo un día en que amaneció especialmente sensible, algo lo hizo abrirla y revisar todo lo que había guardado por años y la pena no pudo contener. Las lágrimas comenzaron a humedecer todos los papeles e historias guardadas y el dolor que sintió fue tan grande como su deseo de perdón. En eso estaba, desconsolado, cuando su amigo Juan lo pasó a ver y vio a Paulo con su caja abierta, enterándose de todo el pasado que no estaba incluido en su amistad. Juntos revisaron papel por papel, lo que les permitió matizar, secar y poner cada situación vivida en su justo lugar. Juan en vez de alejarse o asustarse, agradeció a su amigo la confianza y confirmó con ello que la amistad mutua se fortalecía aún más. ¿Quién era él para juzgar una historia?, le dijo con sinceridad y lo miró con franca misericordia para abrazarlo y darle paz. Juan sabía por experiencia propia que compartir estas cajas de vergüenza, creaba un lazo único de amor que duraba para la eternidad. Además, no había ser humano que se salvara de tener una guardada para que alguien alguna vez- la pudiera acoger y liberar. Paulo guardó su pasado habiendo aprendido dos lecciones que jamás podría olvidar: Que de los errores de verdad se aprende y que nada fue casualidad; sólo fueron las grietas justas y necesarias para rellenar con amor real.
Catapulta: ¿Has tomado conciencia de tu “caja de vergüenza”? ¿Quién te puede ayudar a liberarla? ¿A quién puedes liberar de toda esa carga con tu amor y tu perdón incondicional?
27 de septiembre: Fresia había vivido siempre en un pequeño poblado muy tranquilo y bello además. Ahí se sentía muy querida, valorada por ser quien era y nada tenía que ocultar o aparentar, ya que cada habitante la conocía desde su nacimiento y hasta lo que le gustaba cantar. Un día sin embargo, debió partir a la ciudad donde todo era desconocido y muchas veces hostil para todos en realidad. Su abuelo, que sabía mucho de humanidad, le regaló antes de partir un precioso espejo con marco de marfil explicándole cómo lo debía usar. “Muchas veces te encontrarás con personas y/o situaciones que te harán dudar de quién eres y tu valor esencial. Mírate en este espejo y a través de tus ojos renueva tu origen y belleza natural. Otras veces las luces te encandilarán y creerás que eres más importante que los demás. Vuelve a tomar el espejo y contempla en la imagen la adecuada proporción que ocupas en la sociedad. También ocurre con frecuencia que los afanes del mundo se te confundan con tu identidad; creerás que eres los resultados y dependerás de ellos para tu felicidad. Con mayor razón toma el espejo que te he dado y recuérdame a mi y toda esta comunidad que te ama y te amará siempre aunque no realices nada que se pueda mostrar. Verás que cuando proyectes las imágenes de tus obras en el espejo, tú ahí no vas a estar. Son frutos, pero no tu ser y eso te ayudará”. Fresia, tomó el valioso objeto y lo metió bajo su pecho para siempre tenerlo a mano y poderlo ocupar apenas viniera la tentación de olvidar.
Catapulta: ¿Cuáles son los factores que más te distorsionan tu ser esencial? ¿Sueles fundirte tu ser con tu hacer? ¿Qué estrategia te ayuda a discriminar?
28 de septiembre: Pedro tenía una bolsa de herramientas muy bien equipada, lo que le permitía hacer muchos trabajos y ser reconocido por su laboriosidad. Era famoso por sus arreglos de electricidad y gasfitería en toda la ciudad; también era bueno para la carpintería y se defendía muy bien con la soldadura y la pintura además. Sin embargo, por no dejar solos a sus clientes, fue tomando más trabajos de los que podía realizar y empezó a correr de un lado a otro sin parar. Al principio todo funcionó bien y Pedro creyó que era un especie de Supermán. Un día, llegó a la casa de los Correa a arreglar una cañería y notó que no había traído los útiles necesarios si no los de pintar. Un pequeño error, se justificó y pegó la cañería con cola de untar. A la semana siguiente, en la casa de los Matte, olvidó dentro de la lavadora el destornillador y unos alambres y la máquina casi se funde por el corto circuito que provocó por el apuro en terminar. No obstante fue en su propia casa donde la situación lo hizo darse cuenta y reaccionar. Su hijo Pedrito figuraba jugando con enchufes de su bolsa y estaba tan disperso en sus pendientes, que cuando éste le preguntó cómo se conectaban, le contestó sin pensar. Su hijo, estuvo a punto de morir electrocutado si no fuera por los segundos previos en que su papá vio el peligro y lo logró parar. Pedro arrepentido y con un dolor como de plomo, se dio cuenta del mal que estaba haciendo por querer ayudar de más. Lo primero era lo primero y debía priorizar. Él mismo debía tener tiempos para descansar y ordenarse si es que quería servir en la ciudad. De lo contrario habría un accidente y eso si que no lo podría soportar. Entonces, tomó su bolsa de herramientas y la dejó guardada en el garaje; apagó su teléfono para regalonear con su hijo y decidieron arreglar sólo cómo poder abrazarse más.
Catapulta: ¿Te has sobrevendido en el último tiempo? ¿Qué señales te están alertando de tu irresponsabilidad? ¿Cuándo y cómo vas a descansar?
29 de septiembre: La semilla de girasol era tan pequeña como todas las demás y fue sembrada en el medio del campo, aparentemente, según la arbitrariedad del agricultor del lugar. Apenas emergió de la tierra, sintió una fuerza incontenible de buscar el sol y así su tallo y sus hojas, rápidamente se encumbraron y fortalecieron como si fuese un poste sólido en medio de un pajar. Cuando expuso con orgullo sus pétalos de amarillo intenso y sus pepitas de aceite encriptadas y perfectamente ordenadas en un gran plato circular, las demás flores se preguntaban cuál era la gracia y misión de una especie tan grande y tan ruda, porque desentonaba en el paisaje general. Para colmo, opinaban, apenas salía el sol la flor grandulona quedaba 100% hipnotizada y no lo podía dejar de mirar, hasta cuando ya éste se ocultaba y ella, literalmente se desconectaba de todo para descansar. El girasol, con humildad, les explicó que estaba en su naturaleza y que no lo podía evitar. Cada una de sus células se veía tironeada por mirar, sentir y gustar los rayos del astro celestial. El “pequeño sol” –como la apodaron por su forma y conducta de radar, entendió entonces que el campesino la había plantado intencionadamente y que debía obedecer su voluntad. Su gran altura y su evidente soledad, tenía que ver con la misión de ser faro y que cada una de las semillas de su plato circular se pudiese multiplicar. La idea era llenar el campo con mil girasoles para iluminar a las demás especies que solían perderse en las cosas del mundo y sufrir mucho además.
Catapulta: ¿Qué es lo que mayoritariamente guía tus movimientos cotidianos; las cosas del cielo o las del suelo? ¿Eres faro para los demás y/o tienes a otros faros que te ayuden también a recordar lo esencial?
30 de septiembre: Mungo era un hombre sagrado de una de las tribus australianas más antiguas. Había aprendido su ministerio de su padre y de su abuelo y a su vez, ellos, de sus ancestros. Vestía ropas muy sencillas y su sonrisa era tan amplia como su corazón. Contaban algunos que su risa se oía por horas en los recovecos del gran cañón. Los niños y los ancianos se le acercaban con frecuencia a preguntar el secreto de su felicidad y la paz que irradiaba de su interior y él, con humildad, sólo mostraba un boomerang que llevaba colgado a su cinturón. Cómo un arma de caza podía ser el misterio de su salvación, se preguntaban muchos sin entender la mensaje que Mungo expresaba con devoción ya que su lengua nativa era poco entendida por la gente de la ciudad. Un día, un amigo le consiguió un buen traductor y esto fue lo que explicó. “Desde pequeño mis antepasados me enseñaron a lanzar boomerangs de amor a todos sin distinción. Cada gesto, palabra y acción que hiciera debía estar motivada por el servicio y la donación. Además el boomerang debía estar pulido del ego manipulador y pintado con dedicación. Algunos se van muy lejos y pareciera que nunca volvieran, pero tarde o temprano el amor con amor se paga y vuelven a ti los gestos que hiciste sin esperar devolución. Así la tribu crece y se multiplica en sabiduría y felicidad” . Mungo sonrió con alegría y siguió su camino al desierto para continuar con su misión.
Catapulta: ¿Qué te parece el secreto de Mungo y sus boomerangs de amor? ¿Qué armas ocupaste hoy; las del amor? ¿Tuviste algún retorno inesperado que te alegró?
1 de octubre: “De acuerdo al manual de instrucciones que permite armar a los seres humanos, cada virtud debe ir ensamblada a un órganos o estructura para poder asegurar su permanencia” dijo el profesor encargado a los alumnos/ángeles que estudiaban el primer curso de Humanidad. “La voluntad debe ir cocida a la musculatura de la mano más fuerte y la compasión a la otra. La flexibilidad debe ir adherida a las articulaciones, en especial las rodillas, para que nunca se rigidicen en su forma de vivir. La capacidad de amar debe soldarse entre el esternón y el pecho para que siempre se pueda ensanchar más…” enumeraba el maestro mientras nadie dejaba de anotar. Un ángel muy aplicado antes de terminar la clase, tuvo la curiosidad de preguntar: “¿Y dónde se pone la coherencia de las personas? ¡Es algo muy difícil de encontrar!”. El profesor esperaba la pregunta y con gusto la respondió: “La capacidad de ser y hacer en una misma línea, deben bordarla cuidadosamente en la columna vertebral. Vértebra por vértebra deben ir rellenando cada espacio con esta virtud tan difícil de conquistar. Mientras más firme y enraizada quede a lo largo de todo el cuerpo, más garantías nos da, pero ojo que debe ser también flexible para poderse adaptar a las diferentes posturas y circunstancias que siempre han de cambiar” explicó. “¿Y qué sucede si los humanos dicen una cosa y hacen otra?” preguntó uno que acababa de despertar. ”Lamentablemente, poco a poco, el ser humano se empieza a enfermar. La energía se queda atascada; los nervios no pueden comunicar con fidelidad y se van produciendo nudos que los terminan poniendo tristes. Además, todos los demás ensamblajes y virtudes se comienzan a debilitar porque no les llega la corriente principal” dijo el maestro preocupado, porque de todo el armado humano era lo que tenía la más alta tasa de falla y aún no sabía cómo lo podían remediar.
Catapulta: ¿Cómo quedó armada tu columna vertebral? ¿Qué signos de incoherencia deberías trabajar? ¿Qué tan firme y flexible es tu actitud vital?
2 de octubre: Artemio no sabía bien qué le había pasado, pero después de esa semana de tanto trabajo y desgaste, un gancho de ropa duro y rígido se le había adosado a los omoplatos y el fierro le clavaba en la nuca, causándole grandes molestias y dolor. Sentía que su cabeza estaba siendo torturada en cada paso y el resto del cuerpo tampoco le funcionaba bien. Preocupado pidió hora con el doctor del pueblo, un chino anciano y conocido por sus prácticas poco convencionales. Al conversar con él, tuvo que responder muchas preguntas sobre cómo estaba enfrentando las dificultades de la vida. El chinito, diligentemente anotaba en un papel con letras y códigos que no pudo comprender. Cuando el interrogatorio terminó, el doctor se acercó a un armario lleno de frascos y pócimas por lo que Artemio pensó, esperanzado, que algo de eso lo iba a sanar. El doctor le pidió que se pusiera bien derecho en su silla y que mantuviera la firmeza de su cuerpo, para no caerse con el remedio que le iba a dar. Extrañado, obedeció y esperó. De pronto, un firme cachetazo casi le dio vuelta la cara y vio al chinito hecho un gigante fuerte y feroz. Sin atinar a defenderse, un nuevo cachetazo le llegó al otro lado de la cara y el paciente Artemio casi se murió de dolor. Cuando recuperó el aliento, se levantó indignado para ir a pegarle al sabio, justo cuando éste con una sonrisa muy linda le explicó: “Ha salido, tu estar sano ahora”. Sin entender ninguna palabra de lo que decía el especialista, Artemio vio en el suelo el gancho de ropa y efectivamente sintió el alivio tan anhelado para su dolor. “¿Qué era eso? ¿por qué me cacheteó? ¿cómo me sanó?” preguntó, sin apenas respirar lleno de curiosidad. “Tú tener un mal espíritu pegado al cuerpo, pero ya salió. Cachetear es único remedio para soltar. Duele un poco, pero es muy eficaz”.
Catapulta: ¿Se te ha pegado algún mal espíritu en el último tiempo? ¿Qué sentimientos y/o pensamientos negativos debes remecer? ¿Qué o quién te puede ayudar a ser consciente de esto?
3 de octubre: Ángeles ya bordeaba los 80 años y antes de que su cabeza comenzara a fallara, quiso contratar a un periodista que le ayudara a construir su autobiografía para recordar y dejar un regalo a sus nietos, a los que amaba de verdad. Pedro, era un joven muy entusiasta y aceptó gustoso el trabajo, no sólo por el pago, sino porque admiraba genuinamente a esta mujer. A través de largas conversaciones ella le relató todo lo que se acordaba de su niñez, infancia, adolescencia, la adultez y su madurez. En su cuaderno de notas, el escritor iba siguiendo el hilo conductor de una historia llena de logros y alegrías, pero también de profundas tristezas y dolores. Sin embargo, al revisar su olfato periodístico le gritaba que había algo que no calzaba. Seguramente habían datos que ella había olvidado ya que la esencia que él observaba, tan alegre, fuerte y con restos de picardía además, no se condecía con la historia contada que tenía más de triste que de alegría en realidad. Pidiendo su permiso, Pedro fue a buscar a los baúles más antiguos, a la biblioteca del pueblo y a la escuela donde Ángeles había estudiado para completar la información. Ahí encontró dibujos, cartas, diarios de vidas, fotografías antiguas y hasta cachureos que ella había hecho y que estaban ocultos en los recuerdos y la oscuridad. Ahora sí entendía a la señora. Su esencia más primera estaba pintada y escrita con plena libertad, coquetería y una rebeldía genial. A pesar de las arrugas, Pedro veía reflejado en este material la misma mirada que ahora podía contemplar. Los sucesos de la vida que ella sí recordaba tenían que ser completados con esta verdad y feliz se lo fue a contar. La anciana conmovida se puso a llorar, ya que sólo gracias a este trabajo periodístico pudo recorrer genuinamente su historia y ver que había sido linda y privilegiada en verdad. Su esencia estaba intacta y había mucho que agradecer y celebrar.
Catapulta: ¿Qué “datos” de tu infancia debieras completar para reconstruir tu relato vital? ¿Qué fuentes te pueden ayudar? ¿Qué similitud ves con tu historia?
4 de octubre: La máquina llevaba un buen tiempo en rodaje y el nombre de su creador lo decía todo en cuanto a su función: “Amorista-Motor”. Aunque el modelo de su carcaza era antiguo y algunas partes ya se veían más oxidadas, la programación interna de sus circuitos hacía que cada día mejorara su rendimiento y efectividad para producir amor y repartirlo a su alrededor. La máquina tenía varias líneas de producción amorista e iba programando su entrega conforme a la demanda de los usuarios. A ratos producía palabras, en otras gestos y a ratos mega proyectos que la hacían funcionar al máximo de su capacidad. De vez en cuando producía también risas y en otras, salían pañuelos de consolación o motitas de algodón. Estas últimas, servían para absorber las penas de las personas y aliviar el dolor. Sin embargo, “Amorista-Motor” tenía la necesidad de cargar sus baterías para no fundirse y no siempre los de mantención tenían ese cuidado y precaución. La máquina seguía andando, pero comenzaban a sonar las tuercas y perdía aceite justo por la mitad, donde tenía el circuito central. Las baterías no eran ilimitadas y esa era la forma de alertar. Cada vez que el supervisor general advertía esta irregularidad, preocupado y enojado, ordenaba detener la producción. Se ajustaban las tuercas, se revisaba cada circuito, el aceite se reponía y lo más importante, se enchufaba a “Amorista-Motor” a un gran generador de potencia mayor. Al menos un día conectado a esta fuente era lo que esta máquina necesitaba para volver a funcionar a plena capacidad.
Catapulta: ¿Qué líneas de producción de amor posees? ¿Necesitas recargar baterías? ¿Cómo y cuándo te conectas a un gran generador?
5 de octubre: Max, era un niño como todos los demás, sólo que por su edad ya era consciente que tenía en sus manos dos armas para usar. En su bolsillo derecho tenía guardado un shuriken o estrella de seis puntos, que tenía el poder de desgarrar la carne al entrar y salir causando mucho daño, incluso letal. En su bolsillo izquierdo en cambio, llevaba un montón de motitas de algodón, que tenían la propiedad de aliviar, absorber, limpiar y contener cualquier herida o hemorragia con mucha ternura y efectividad. En cada paso que daba y en cada encuentro que tenía, incluso consigo mismo, siempre debía elegir qué usar. Parecía fácil la opción, pero no lo era en realidad, sobre todo cuando los demás también hacían uso de sus shurikenes y parecía obvio atacar. Max muchas veces actuaba por impulsividad, pero después arrepentido veía cuántas heridas había causado y lloraba con genuina humildad. Con todo cada día era más consciente de lo difícil que era vincularse con los demás, ya que veía que en el espacio había cientos de shurikenes volando y que las motitas comenzaban a escasear. “¿Qué hago?” le preguntó angustiado a su mamá. Ella, que sabía más por vieja que por sabia, le contestó con mucha asertividad: ”Hijo querido, detente antes de actuar. Siente en cada mano los poderes que tienes en los bolsillos y reflexiona sobre el bien o mal que vas a sembrar. Clava, si es necesario, un poco las púas del shuriken en tu palma como un modo de recordar la carne que vas a desgarrar. Siente también la suavidad del algodón y piensa qué te daría yo si estuviera en tu lugar. Multiplica las motitas en todo lugar y veras que tarde o temprano, también te van a aliviar”.
Catapulta: ¿Eres consciente del poder que tienes para el bien y para el mal? ¿Cuál vas a usar? ¿En qué medida aportas al ambiente general con amor y bondad?
6 de octubre: María necesitaba obtener abono para que las pequeñas plantas de su huerta pudieran crecer y así alimentar a toda su vecindad. No le alcanzaban los recursos ni el tiempo y fue confiada al pueblo a pedirle fiado al dueño del almacén, que le había prometido ayudar. Cuando entró en la tienda, éste sorpresivamente y con mucha prepotencia la empezó a increpar sobre la calidad de sus verduras y sobre los precios a las que la vendía, sin dejarla reaccionar. Ella como estaba en desventaja y necesitaba del abono, no encontraba dónde apoyarse ni defenderse y se empezó a angustiar. A medida que despertaba del impacto, muchas veces pensó en irse y no dejarse humillar. ¿Qué vale más? se preguntaba en silencio, ¿su orgullo o las almas que iba a alimentar?. Una vez hechos todas las afrentas, el hombre le pasó los sacos de abono y ella se fue muy cargada de tristeza y agobio por la energía que le había traspasado, sin poder reclamar. Sin embargo, en el camino trató de revisar la conversación y no dejarse atrapar. María sabía que sus verduras eran buenas y que el valor a las que las vendía era justo y el abuso recibido no la podía derrotar. Su causa era mucho más importante que un montón de sacos de estiércol y respiró con libertad. No iba a dejar que el dueño de una tienda le arrebatara su alegría ni su dignidad. Con amor y buen humor, fue repartiendo el abono en la tierra y enterrando el mal rato para que no creciera más.
Catapulta: ¿Eres capaz de sobreponerte a una humillación por una causa mayor? ¿Qué haces para sacarte la energía negativa?
7 de octubre: El monstruo feroz solía atacar sin previo aviso y lo hacia en su forma acostumbrada para debilitar a sus víctimas hasta la muerte total. Se acercaba seductor y disfrazado con los trajes que más inocuos para que lo dejaran entrar y una vez dentro, agarraba el nervio central de hombres y mujeres y les causaba un corto circuito general. Con la astucia del mal espíritu reconocía el punto débil del que atacaba y lo presionaba al punto de hacerlo dudar de su valor y dignidad. Su mano era tan fuerte y su maldad tan grande que lograba inmovilizar a sus enemigos que quedaban atontados pensando y sintiendo que eran lo peor que podía existir y lo dejaban actuar con impunidad. Poco a poco esta suerte de demonio se apoderaba de sus mentes haciéndoles tener ideas muy tóxicas y mal fundadas además. Dominaba sus cuerpos tensándolos y enfermándolos sin prisa y sin pausa para que no lograran reaccionar. Sus corazones los confundía con un enjuague de soledad y inadecuación frente a la realidad; los hacía sentirse rechazados injustamente por todos los demás. El corto circuito también los inhibía a nivel espiritual haciéndolos sentir mal hechos; un estorbo para la humanidad. La única forma de salvarse de este monstruo era aferrarse a la propia yugular, ya que por ella circulaba una corriente aún más potente lo lograba neutralizar. Era la certeza del amor con que habían sido hechos y que rompía el hechizo de su ataque virtual.
Catapulta: ¿Has sido víctima de este monstruo últimamente? ¿Te has sentido enfermo y desolado en forma desproporcionada? ¿Logras zafar; cómo?
8 de octubre: Los heridos del monstruo anterior, una vez rescatados necesitan varios cuidados para poder volver a la normalidad, ya que como los quiscos del desierto, esta bestia deja inoculado el veneno en la sangre y se necesitan varios pasos para poderlo exterminar. Lo primero que requieren es tiempo para dormir y descansar sin tomar decisiones ni pensar de más. Hay que recordar que las cuatro dimensiones del sujeto se vieron presionadas por su maldad y requieren horas para retomar su forma habitual. Una vez que las primeras fuerzas vuelvan, la persona debe ir a caminar y recibir todo el sol y el aire fresco que pueda captar. Se trata de que sus cinco sentidos despierten y se dejen envolver por todos los estímulos sensibles que lo rodean, nutriéndose con esta transfusión de energía natural. Desde el cielo hasta las mariposas que le revolotean, el convaleciente tiene que ir dando gracias hasta por el más pequeño e insignificante de los regalos que le lleguen, porque son los antibióticos y analgésicos indicados para empezar a recuperar la alegría y la confianza existencial. Luego con sus manos debe empezar a tomar los pedacitos de cerámica de todo lo que ha hecho y sentir genuino orgullo por su actuar. Debe mirarlos a la distancia y repartir el fragüe que le permita pegar su mosaico y ser consciente que lo que ha vivido ha valido la pena y que el monstruo no fue capaz de destruir una obra de arte vital. Para finalizar una buena foto, no está de más. Tenerla impresa sirve como postal del camino recorrido y para mirar con esperanza todo lo que vendrá. La cicatriz del ataque del monstruo sólo será un trofeo de la victoria que le sirvió para conocerse más y resguardar los flancos por los que el malo pudo entrar.
Catapulta: ¿Cuál de estos pasos necesitas para recuperar tu alegría y fe después del ataque? ¿Qué piezas del mosaico te hacen ver tus logros objetivos y tu bondad esencial?
9 de octubre: El pez globo era un gordito muy simpático y juguetón. Sus padres le habían puesto ese nombre como modo de recordatorio de su acostumbrado buen humor y alegría, que siempre recordaba las celebraciones de cumpleaños y las fiestas de amor. Sin embargo un día, le tocó ir al arrecife para traer un alimento nuevo que necesitaban en su comunidad. Su sonrisa desapareció y se fue llenando de tantos nervios y angustia que el cuerpo se le infló de tal forma que sus escamas se convirtieron en verdaderas púas y su estómago se agrió. Su mamá se acercó a darle un cariño y el pez globo estaba tan fuera de control que con sus púas le clavó varias veces y mucho le dolió. Luego su hermana vino para darle unos consejos de navegación para ir al arrecife y el pez globo, muy irritado e impaciente la rechazó. No le cabían más cosas en su abultado cuerpecito y prácticamente explotó de desolación. Arrepentido se dejó llevar por una ola que los arrastró lejos de todos y ahí se quedó. Necesitaba entender qué le había pasado y sobre todo cómo recuperar su sonrisa y encanto anterior. Se dio cuenta que ir fuera de su playa conocida le causaba gran temor; no era experto nadando y temía a los tiburones y a las mantarrayas como lo peor. Inspiró profundo y pidió perdón de corazón a todos los que daño con su mal humor. Lo hizo varias veces, hasta que su cuerpo recuperó su forma y las púas su transformaron en pétalos de flor. Al otro día, se despertó temprano, se untó con ungüento de focas para espantar al enemigo y salió contento a trabajar. En el fondo de sus branquias, él sabía que nada andaría mal. Volvería a su casa con el alimento requerido y pronto descansaría en paz.
Catapulta: ¿Te ha pasado algo similar? ¿Qué situaciones te hacen perder el control y hacerte daño a ti y a los demás? ¿Cómo te “desinflas”?
10 de octubre: Los diez alpinistas llevaban meses subiendo de un campamento a otro y en cada tramo de ascenso el trabajo en equipo había sido su modo de proceder. Se compartían todo con facilidad, hablaban los malos entendidos con tranquilidad y las diferencias de criterio siempre las pudieron resolver con paz. No obstante, a medida que más altura alcanzaban el oxígeno comenzó a faltar y los diez compañeros lo empezaron a resentir sin notarlo y comenzaron a irritarse y pelear. Unos querían seguir una ruta y la otra mitad que disentía estuvo a punto de abortar la expedición. Unos metros más adelante discutieron por lo que llevaban en sus mochilas y quién se iba a encargar de ordenar. Sin embargo, ya casi en la cumbre, la botella de oxígeno fue guerra campal. Las malas palabras y los manotazos fueron y vinieron a tal punto que quedaron todos botados, agónicos de pelear, donde no había aire para recuperar. El jefe del grupo, agotado, se sacó el guante que lo cubría y le dio la mano al del lado y le invitó a hacer lo mismo para poder sumar a todos en una ronda general. Sólo al verse y al sentirse nuevamente recordaron el propósito que los unía y las diferencias eran la nada al compararlas con su unidad. Ya habría tiempo, al recuperar el oxígeno, para acordar nuevas formas de trabajar en la adversidad; ahora lo importante era hacer cumbre con paz, conservando la misión y su amistad. Pusieron la bandera en la cima e hicieron un grito conjunto que se escuchó por millas y hasta la eternidad.
Catapulta: ¿Cómo vives los momentos más álgidos de agenda laboral? ¿Logras conservar la paz y promoverla en tus equipos? ¿Qué vas a hacer cuando recuperes el oxígeno y la tranquilidad?
11 de octubre: Juanita, la velita, no se tenía mucha fe. Estaba hecha de cera muy sencilla y el hilo que la cruzaba por dentro era pita de la corriente y no solía prender muy bien. La palmatoria que la sostenía era rústica y hecha con cerámica de gres. Ella solía compararse, malamente, con los grandes cirios de colores sostenidos en candelabros de plata y llenos de decoraciones y brillos por doquier. Al ver el aro tan grande de luminosidad que generaban, creía firmemente que la luz de su ser apenas alcanzaba para ver ella misma por donde caminar. Siempre dudaba si su misión de alumbrar iba o no a trascender. Un día, desde muy lejos llegaron unas visitas a recorrer su comunidad. Eras tres velas de diferentes colores, ataviadas de diferentes historias y mucha autoridad que demostrar. No eran cualquier cirio, eran unas que Juanita estimaba y también temía por cómo la iban a encontrar en su misión. Guardando el aire que le quedaba, apenas podía tener prendida su mecha y lo hacía con vergüenza además mientras ellas recorrían para evaluar. Pensaba, para variar, lo peor de su condición y del camino que había recorrido junto a los pocos que había podido acompañar. Cuál no fue su sorpresa cuando la más anciana y sabia de las velas, que ostentaba una cera francesa con mucha dignidad, le dijo a nombre de todas su veredicto final. “Juana, eres una vela muy fuerte y especial, que mantiene la esperanza en medio de la oscuridad. Tu luz está irradiando a muchos más de los que logras visualizar no sólo en tu comunidad sino mucho más lejos de lo que logras dimensionar. Si alguna vez vuelves a dudar, nos mandas un mensaje y nosotras te vendremos a reforzar”. La pequeña velita casi se derritió en lágrimas de emoción, tristeza, alegría y todo lo demás, como una mezcla celestial. Grabó su nombre Juana y no Juanita en su palmatoria, para intentar recordar la tremenda confirmación que le acababan de dar.
Catapulta: ¿Cómo reaccionas frente a un reconocimiento objetivo de tu esencia? ¿Aumenta tu fe en ti? ¿Qué debes dejar de hacer para no sufrir de más?
12 de octubre: La ballena Norka tenía un pedazo de océano muy grande para nadar, saltar y descansar como le pareciese. Lo había marcado con moles de hielo que había cortado con su propia nariz y estaba feliz como una lombriz después de tantos años trabajar. Cada mañana tiraba su chorro de agua por los aires y hacía reír a los pingüinos que solían caminar por los bordes que rodeaban su charca particular. No es que no la quisiera compartir; es más, todos eran bienvenidos para disfrutar. Sin embargo, un día llegó una morsa muy enojona y fea además. Se instaló en una esquina y desde ahí se puso a refunfuñar. De todo se quejaba y a algunos pingüinos y aves logró contagiar de su negatividad. Norka, ya no podía estar en paz; su casa ya no era la misma desde que este personaje había llegado al lugar, porque desde pequeña les tenía recelo y miedo además. A pesar de su ínfimo tamaño, la inmensa ballena no se podía liberar de su presencia y gozar. Podría haber aplastado al molesto mamífero con solo un aletazo, pero no era su intención matarlo ni causarle ningún daño en realidad. Sólo anhelaba que se sumara a la buena frecuencia y que se dejará mojar por la brisa fresca de cada mañana como los demás. A pesar de sus intentos, la morsa se apoltronó con sus bigotes y rugidos y Norka la tuvo que aceptar. Después de varios meses de reflexionar, ella entendió que el problema no era la negatividad de la visita, sino su forma de reaccionar. Qué le podía hacer a ella -un colosal mamífero-, un pequeño y dañado animal. Cada día además del chorro de agua matinal, decidió hundirse en las profundidades de su océano y conectarse con la certeza de que ni la morsa ni nadie era suficiente para quitarle su esencia vital. Luego saltaba altísimo por los aires para saludar al sol y agradecer las maravillas que sí tenía, dándose un guatazo fenomenal.
Catapulta: ¿Cómo reaccionas cuando una pequeña porción de tu vida no funciona como quisieras? ¿Qué haces con la negatividad de algunos que te quitan la paz? ¿Qué prácticas te ayudan a sentir y pensar mejor?
13 de octubre: Un pulido cubo de madera iba caminando con perfecta armonía por una calle principal. Iba girando sobre sí mismo y nada parecía que lo podía frenar. Sin embargo, al dar vuelta una esquina, algo salió mal. Una de sus caras se chocó de frente con otro cubo y ninguno de los dos podía avanzar. La lógica habitual del primero no podía entender la lógica del segundo y comenzaron a hacer fuerza para ver quién era más fuerte para avanzar. Comenzaron a sacarse astillas y la pelea creció tanto, que el ruido alertó a las otras figuras que paseaban por ahí. Una esfera de cristal se acercó y quiso ayudar mostrándoles lo tonto de la situación, ampliándoles con su cuerpo la visión. Como una lupa les mostró sus caras en contraposición y cómo bastaba que ambos cedieran un poco para poder hacerse espacio y continuar la marcha sin tensión. Pero sin darse cuenta un rayo del sol justo la atravesó y generó un láser de fuego que los encendió. Los cubos comenzaron a arder en sus esquinas y la esfera asustada se movió. Rápidamente ambos saltaron para apagar el dolor y al tomar conciencia de su nueva posición, vieron con vergüenza y también alivio que el camino estaba despejado para los dos. ¿Era necesario llegar a esos extremos para entender la lógica de los demás? ¿Quién era cada uno para juzgar la estructura del otro si apenas conocían de dónde venían y de qué madera estaban? Ambos aprendieron la lección y con su esquina chamuscada le prometieron a la esfera tener una mejor disposición. Justo cuando ésta se retiraba, le preguntaron cómo había aprendido tanta flexibilidad. La esfera risueña se dio vuelta y dejó a la vista su otra mitad que era negra total; “Yo era un precioso cubo de cristal y a punta de rayos de fuego he llegado a fluir sin sufrir ni hacer sufrir de más”, dijo y se retiró como si fuese de goma en realidad.
Catapulta: ¿Te consideras una persona estructurada? ¿Cómo reaccionas cuando tú lógica se contrapone a la de alguien más? ¿Cómo podrías fluir más?
14 de octubre: Naiomi era una jovencita nómade y solitaria proveniente de una aldea que había sido destruida antes de lo que ella pudiese recordar. Así recorría muchos poblados y villas intentando encontrar un lugar y un grupo de personas que la hicieran sentir en su hogar y sobre todo, que entendieran su extraña forma de vivir y de pensar. Naiomi era una buscadora de estrellas y cada noche trabajaba mirando el cielo para ver dónde caían y poderlas encontrar. En algunos pueblos era bien acogida, pero nadie entendía para qué trabajaba tanto en una tarea aparentemente tan inútil y tan difícil de lograr. La niña a ratos perdía la fe y quería renunciar dedicándose a sacar semillas o a criar animales como los demás. Sin embargo, había una fuerza interna que la obligaba a tomar su bolso y sus sandalias una vez más y continuar peregrinando hasta encontrar su lugar. Un día de primavera, entró en una quebrada verde y con olor a mar. Sentados había varios jóvenes de distinta apariencia y que hablaban en diferentes dialectos además. La diversidad la hizo dudar de si eran una tribu o solo un grupo que se acababa de juntar. Efectivamente, cada uno venía de un lugar diferente, se dedicaban a distintos oficios y hasta el color de su piel y su edad era muy dispar. Sin embargo al anochecer y hacer el fuego para calentar, vio que todos miraban el firmamento con genuina atención como si buscaran estrellas, como ella, desde que tenía edad de recordar. Efectivamente, al preguntarles, cada uno confirmó su pasión esencial. Ellos iban en viaje buscando el origen de ese luz tan preciosa que los animaba a continuar. Naiomi lloró de felicidad; tomó conciencia de que la vida le estaba presentando a su tribu y se sintió parte de una familia preciosa y celestial.
Catapulta: ¿Te sientes identificado por Naiomi? ¿Cuál es tu pasión esencial? ¿Quiénes forman parte de tu tribu espiritual?
15 de octubre: John siempre había querido ser astrónomo y comunicarse con seres extraterrestres y toda la maravilla que, según él, seguro existía más allá de la órbita terrícola que se podía captar. Gracias a su trabajo y gran capacidad logró obtener un puesto en un programa espacial y sin mérito alguno, al menos desde su objetividad, le encargaron registrar todas las comunicaciones de la mayor antena parabólica de una nave que se acababa de lanzar. Al principio registró las frecuencias humanas con mucha nitidez y las anotó en su bitácora para analizar. Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo la gran sensibilidad del instrumento le permitió comenzar a oír frecuencias mucho más sutiles y de todo orden además. Había algunos mensajes extraterrestres que lo alegraban y lo hacían saltar de felicidad. Hablaban de intercambios de conocimientos y de crear una gran alianza inter galaxias para fomentar la paz. Sin embargo, John también era capaz de escuchar conversaciones muy feas y que lo hacían sufrir mucho en verdad. Algunas hablaban de destrucción, otras de violencia, de intrigas entre planetas y sobre todo de una gran fuerza del mal que se organizaba para multiplicarse y hacer todo estallar. Al tratar de compartir esto con otros compañeros astrónomos igual lo pasaba mal. Él era el único que captaba con tanto detalle la vida espacial y no siempre le creían o vivían como si nada de esto existiera en realidad. John pensó en renunciar e irse a pintar al campo o a escribir poemas de paz, sin embargo sabía que había sido elegido para esa misión y que no podía claudicar. Cada día escuchaba las voces y era capaz de pasar de la agonía al éxtasis total; era su sino y lo tenía que aceptar, sobre todo cuando los alienígenas buenos le trasmitían mensajes que tenía que replicar. Casi nadie lo escuchaba, pero la trasmisión no se podía parar.
Catapulta: ¿Cómo es tu sensibilidad con las frecuencias buenas y malas que hay a tu alrededor? ¿Sufres mucho? ¿Cómo integras esta realidad?
16 de octubre: Dos siamesas muy fuertes fueron separadas al nacer después de una compleja cirugía. Compartían el mismo corazón y parte de su cerebro también, sin embargo lo más complicado de dividir fue su espíritu que era una sola unidad. Los doctores se vieron obligados a dejar a cada una la mitad de estos órganos, sin poder medir qué consecuencias les podría acarrear. A medida que fueron creciendo, la primera se hizo especialista en amar ya que su corazón quedó más cargado que el de su hermana en esa capacidad. Lo mismo su cerebro y su espíritu esencial, que se fue moldeando para dar y darse con mucha facilidad. Por otra parte, su siamesa sacó músculos muy fuertes para pelear por la justicia, la verdad y la igualdad y no escatimaba en esfuerzos para hacer valer su forma de pensar. Una y otra no podían vivir separadas en realidad, ya que extrañaban las capacidades de las que carecían y se debían complementar. La hermana que amaba, llamaba a su otra mitad cada vez que tenía que poner límites y no dejar pasarse a llevar. Esta a su vez, pedía consejos cada vez que requería expresar sus sentimientos y cuidar la comunidad. Era tal el amor que se tenían, que sufrían mucho al no poder equilibrar tan bien como querían estas dos fuerzas necesarias para funcionar en la humanidad. Intentaban protegerse anticipándose, pero no faltaba la ocasión en que uno extremo u otro ocasionaba un conflicto o una desolación total. Cuando eso pasaba, con infinita paciencia se fundían en un abrazo para volver a ser una sola sin división ni desgarro existencial. Sólo así volvían a la calma y podían recomenzar.
Catapulta: ¿Cuál es tu naturaleza más fuerte: amar o luchar? ¿Cómo logras equilibrarlas? ¿Qué dolor o herida más profunda explica tu disposición?
17 de octubre: Juana figuraba cada mañana con su vestimenta de camuflaje y con sus armas lista para luchar en esa inevitable batalla en la que se había tenido que enrolar. Ciertamente, la vida de la trinchera era muy fea ya que los miedos se acrecentaban y cualquier sonido o movimiento hacía que los nervios se erizaran y se sufriera mucho por la eventual muerte o peligro fatal. Sin embargo, la batalla se suscitó de la forma menos esperada y Juana salió al campo con sus acostumbrada valentía y heroísmo natural. Al primer rasguño que recibió su desconcierto fue total. No esperaba que la atacaran en forma personal. Luego un herida en el hombro, la tumbó un rato y con dificultad se logró recuperar. Aunque era obvio, no entendía del todo porqué le querían causar mal. Mientras daba golpes y los recibía se percató que en una guerra era imposible no luchar, más no fuera en defensa propia y para defender la causa de su comunidad. No había batalla sin heridos, sin muertes, sin destrozos que se pudiese evitar. Ella no podía estar inmune a una lucha tan encarnizada entre el bien y el mal. Sin embargo también fue consciente que esto tenía algo bueno dentro de la adversidad: la batalla tarde o temprano iba a terminar y ya habría tiempo para recuperarse y descansar. Por mientras apretó su lanza y tensó su cuerpo para continuar; no importaba si moría o perdía esta batalla, ya que sabía que la guerra estaba ganada desde antes que ella pudiera recordar. Su Señor era muy poderoso y ella sólo un soldado dispuesto a dar su vida por su reino y voluntad.
Catapulta: ¿Eres consciente de que hay personas que te pueden dañar en la batalla entre el bien y el mal? ¿Cómo asumes el dolor de las heridas y verte personalmente atacado? ¿Qué sostiene tu esperanza?
18 de octubre: Cuentan que un hombre muy agobiado viajó hasta las alturas frías del Himalaya para poder obtener algún remedio, consejo o práctica que le permitiera vivir en paz. Al llegar a un templo observó a muchos monjes comiendo alcachofas y riéndose sin parar. Pensó que su viaje había sido en vano y decidió subir un poco más. A los pocos kilómetros divisó una aldea que era famosa por su felicidad y corrió ansioso de encontrar una receta para su enfermedad. Una vez más al encontrarse con sus habitantes, todos deshojaban alcachofas como si fuera una magia ancestral. Su desconsuelo se transformó en frustración, pero su necesidad lo hizo caminar un poco más alto por si encontraba lo que había ido a buscar. En la cima de un monte vio de espaldas a un ser que irradiaba una luz muy especial. De algún modo supo que era un sabio espiritual ya que hasta las plantas y los animales se le rendían a su pies para poderlo contemplar. Al mirarlo de frente, el extranjero casi se cayó de espanto al ver una cara de niño en un rostro muy anciano comiendo alcachofas como si se fueran a acabar. “Porqué todo el mundo come alcachofas y qué diantres tienen que ver con la paz y la felicidad” dijo tirándose los pelos de la cabeza. “Muy simple, hombre occidental” le respondió el sabio envuelto en un halo de paz y con un manto de hojas verdes del alcachofal. “Comiendo estas bellas y sabrosas flores, nunca olvidamos que la vida son miles de hojas que vivir y disfrutar. De ese modo, nos vamos acercando cada vez más a su corazón, pero en cada una hay un pedacito de esa plenitud y felicidad. Hay quienes se quedan pegados en un problema y no saben mirar la totalidad de esta caparazón vegetal. A cada hoja sácale lo que te pueda dar y si te sabe a poco o mal, simplemente debes continuar sin amargarte ni reclamar. Trabaja y disfruta cada hoja que te toque porque es parte de tu aprendizaje existencial. Cada uno con su alcachofa y cada hoja con su afán. Para qué preocuparte de más”.
Catapulta: ¿Eres capaz de ver la vida como una alcachofa y disfrutar lo que cada “hoja” te da? ¿ Sientes y gustas cada día un pedazo de su corazón?
19 de octubre: Paz, como todos los demás seres humanos, tenía un saco en su brazo donde debía guardar y atesorar todas las cosas buenas que le podían pasar. Ésta era una reserva natural para otros momentos donde las cosas estuvieran mal o simplemente, para sentir y gustar con tiempo todos los regalos que Dios le pudiera dar. Sin embargo, de pequeña alguien le había dado una cuchillada a su saco y nunca lo había podido del todo reparar. Las cosas lindas que iba viviendo las metía en su morral, pero sin darse cuenta y aunque tratase de evitarlo, se le diluían como polvo de sal. Todas las bendiciones, abrazos, logros, amores, sonrisas, reconocimientos y todo lo bueno que le serviría para hacer honor a su nombre y disfrutar, se caían a pedacitos imposibles de atrapar. Un día fue a un costurero muy especial que bordó su saco con fibras de seguridad. Puntada a puntada fue sellando el morral para que no se escurriera tanta felicidad. Paz, curiosa, le preguntó cómo lo había logrado si ella lo había intentado hasta la eternidad utilizando hilos como la voluntad, la resiliencia, la valentía y una disciplina muy exigente en realidad. El costurero lleno de ternura, le contestó sin hablar, haciéndole evidente que la fibra con que la había zurcido le pertenecía a la divinidad; Dios había obrado un milagro porque la quería y deseaba que empezara a disfrutar la vida con toda su majestad.
Catapulta: ¿Cómo atesoras las bendiciones y regalos que recibes? ¿Tienes tu saco roto y lo bueno se te diluye frente a la adversidad?
20 de octubre: Cuentan que unos extraterrestres enviaron una sonda a la humanidad para verificar si era un buen planeta para colonizar. El aparato era de una tecnología avanzada y tenía la capacidad de analizar los datos que recibía y enviarlos a la nave central. El impulso inicial la envió al fondo más profundo y ahí con una especie de piola invisible, fue subiendo por cada capa que pudo encontrar. La primera era una muy espesa, negra, mal oliente y difícil de penetrar. En el análisis se vio que eran miles de nudos de fibras humanas liadas en sufrimientos, dolores, desconfianzas y maldad. Los hilos se habían anudado tan fuerte, que habían quedado ciegos y de ahí no entraba ni salía nada. Era inerte y tenebrosa además; un infierno real construido por los hombres y mujeres que no se habían podido comunicar. Un poco más arriba, la capa mejoraba un poco en fluidez, pero era una virutilla muy compleja y distorsionada y la sonda se volvió loca de todas las frecuencias que pudo captar. Recelos, envidias, sufrimientos, angustias, se enredaban con anhelos, deseos, amores, sensibilidades de todo tipo que armaban un embrollo muy difícil de tolerar. Esta sección era muy gruesa y ocupaba a gran parte de la humanidad. Al seguir ascendiendo, se encontró con un espacio más despejado, donde hilos de humanidad se trenzaban con belleza y armonía muy inusual. Eran fibras que se desprendían de la capa anterior, recuperando su color y luminosidad, armando un telar que reportó alegría y esperanza como dato principal. Sin embargo al subir más, la sonda registró datos que no pudo procesar. No veía nada, pero sentía una malla envolvente que le daba absoluta paz, amor y libertad. Las frecuencias que se percibían era de unidad absoluta, donde cada elemento detectado estaba fundido en una totalidad. El color de la capa era dorado y con visos de rosa y turquesa, pero no pudo analizar de dónde provenían ni a dónde podían terminar. Con todo esto, los extraterrestres decidieron quedarse en esa última sección y aportar desde ahí su genialidad. Tenían unas máquinas que soplaban mucho viento y quizás podían ayudar a desenredar la madeja de enredos humanos que les estremeció de verdad.
Catapulta: ¿En qué capa sueles transitar? ¿Cómo sales de tu infierno y logras elevarte a una capa de mayor bienestar? ¿Crees en el cielo?
21 de octubre: El teléfono celular de Pepe no paraba de recibir whatsApp, su agenda estaba copada de eventos y los mails parecían abejas en un panal. Apenas alcanza a contestar cada llamada y los mensajes se agolpaban en la memoria haciéndolo colapsar. Fue entonces que el muchacho se dio cuenta de la infoxicación que padecía y decidió actuar ya que la alergia a la hiperactividad lo iba a enfermar de verdad. Puso su aparato en modo avión y se puso a descansar, porque sabía que todo podía esperar. Lo primero que hizo fue salir fuera a respirar. Vio las flores maravillosas que habían crecido y que no sabía quién había plantado en realidad. Luego, inspirado por la misma naturaleza se puso a hacer fotosíntesis para recargarse de energía solar. Sólo sentir los rayos en su cuerpo después del invierno que acababa de terminar, fue sublime y lo llenó de paz. Más tarde aprovechó de jugar con sus amigos y pronto la creatividad le empezó a picar. Sus dedos se sentían impulsados a construir algo original. Revolvió sus viejos pinceles y pinturas y rápidamente recobró su alegría natural. Qué placer era sentir y gustar los colores y las texturas como si fueran greda para moldear. Ya al atardecer se quedo quieto contemplando los naranjas y rosas de un sol que lo sedujo en forma especial. Se dio cuenta de cuánto se perdía al estar tan conectado a la realidad virtual y se pidió perdón a sí mismo y a la inmensidad. Qué importante era estar en modo real, así que al volver a prender su celular, bajó esa aplicación de su esencia más fundamental. Cada día, al menos reservaría una hora para estar con él mismo y con los demás sin que ningún circuito los fuera a separar.
Catapulta: ¿Necesitas poner en tu vida el Modo Real? ¿Cuán adicto te consideras a la adrenalina de estar lleno de información? ¿Qué te hace feliz en verdad?
22 de octubre: El pequeño oso no podía despegarse de sus frazadas, a pesar de que sus hermanos ya lo habían despertado varias veces. La noche anterior había prometido ir al bosque a buscar miel con todos ellos, pero había una fuerza más grande que él que lo hacía boicotear hasta los mejores proyectos que soñaba al crecer. La mamá osa al descubrirlo durmiendo, rugió y sacó sus garras con furia real; ¡hasta cuándo su hijo se dejaba estar! Se puso de pie, adolorida y enrabiada ya que era una posición que no solía usar. Le salía mucho más fácil apapachar y regalonear a sus crías en cuatro patas que corregirles y retar. “Despierta de una vez y ponte a trabajar. No ves que con tu desidia te causas daño a ti mismo y a todos los que te queremos además”, le dijo arrancando con sus patas la manta de lana que el osito no quería soltar. “Qué pasa por tu cabeza que decides renunciar a todos los desafíos que la vida te da” rugió mostrando sus colmillos con temeridad. Había tantos otros animales que no tenían la misma suerte que ellos y de nada se podía quejar. El pequeño avergonzado no tenía explicación que dar y sólo después de varios pucheros, soltó que tenía miedo a fallar. Prefería dormir que pasar por el fracaso y la auto decepción. Había muchos factores que explicaban esta inseguridad, pero él había tenido muchas oportunidades para sanarse y no había excusa más que la evasión y una inmadurez general. La osa le exigió ponerse de pie y mirar lo bendecido que era; ahora sólo en él recaía la responsabilidad de poder ser un oso grande y fuerte como merecía su historia y dignidad. A pesar de que su corazón estaba lleno de miel para darle, la madre se contuvo y le prometió rugir más fuerte la próxima vez si no lograba cambiar. Para su sorpresa, vio que su hijo la superaba en altura, pero aún sus garras y sus colmillos debían crecer y afilarse para sobrevivir en el bosque y poderlo soltar.
Catapulta: ¿Te han llamado la atención así? ¿Has tenido que despertar a alguien de su pasividad? ¿Cómo ayudar a encontrar las razones más profundas del auto boicot?
23 de octubre: El cuidador del zoológico llevaba más de veinte años cuidando a cada uno de los animales del lugar. A pesar de haber fieras salvajes y otros inofensivos herbívoros, todos convivían con mucha paz. Los leones sabían que a las cebras no las podían tocar y las jirafas vigilaban desde lo alto que no se fueran a tentar. Lo mismo las serpientes y las palomas compartían el mismo parque y ni una pluma se había visto volar, hasta que llegó el mono africano que vino todo a revolucionar. Comenzó alegando por la comida; después que hacía mucho calor y que no había espacio para saltar. Muy lenta, pero eficazmente fue sembrando la discordia en ese paraíso y sin que lo notara, el cuidador un día ya no sabía dónde estar sin escuchar rugidos, alaridos y hasta mugidos de la vaca que no paraba de alegar porque el pasto no era suficientemente bueno para su paladar. Desesperanzado el hombre le pidió ayuda a un veterinario para ver cómo solucionar el caos que el nuevo habitante había ocasionado. “No le tires más maní” le dijo el especialista. “Tarde o temprano se va a cansar cuando ya no tenga más energía ni con quién pelear”. Al otro día, el primate alegó por mil cuando el cuidador sólo le dejó unas verduras y siguió de largo sin mirar. El mono comenzó a tirar piedras y aumentó la violencia y los reclamos para ver quién se le sumaba a su rebelión animal. Sin embargo, a los demás el hombre los siguió cuidando con el cariño de siempre y pronto, solos, cayeron en la cuenta del mal que se había metido entre sus parques y comenzaron a reaccionar. Finalmente, después de unos meses el chimpancé pidió traslado reclamando de maltrato, pero nadie le hizo caso y se fue con su cola entre las piernas, sin escolta ni fanfarrias de nadie más que las hienas que se sonrieron al verlo pasar. Al fin había acabado una fea historia que una dieta sin maní pudo salvar.
Catapulta: ¿Cuáles son los monos que te están quitando la paz ya sea dentro o fuera de ti? ¿Cuánto maní les das? ¿Cómo neutralizas internamente su maldad?
24 de octubre: La serpiente Karelis tenía un gran cerebro y era reconocida por su sabiduría e inteligencia para discernir y actuar. En su comunidad, sin embargo, había toda clase de víboras y a veces se tenía que cuidar para no salir envenenada. Era tal la virulencia y agresividad de algunas que cuando se erguían y sacaban sus colmillos para atacar, Kare -como le decían sus amigas- se disfrazaba de pájaro y se camuflaba para lograr avanzar. No es que les tuviese miedo, ya que sabía de su fuerza y capacidad, sino que les hacía pisar palitos para que solas se enredaran en su maldad. Un día vino una víbora muy tóxica y enojada que se le acercó dispuesta a morderla y más. Kare en vez de ponerse en guardia, lentamente tomó sus plumas y se puso a aletear. Cantó otro poco para desconcertarla aun más y el golpe de gracia fue cuando además le ofreció una fruta para saborear. La víbora no sabía cómo reaccionar, ya que el pájaro serpiente emplumado no se defendía sino que actuaba con completa inocencia y humildad. Parecía un niño y no lo podía atacar. Una vez que terminó el ataque, Karelis volvió a su forma original, pero no sin antes explicarle a su hija que miraba atónita la escena que acababa de contemplar. “Mamá, ¿porqué no le lanzaste tu veneno y te dejaste amenazar? “ preguntó la pequeña sin entender nada. “Mira hija mía, a veces la inteligencia de hacernos los tontos, ayuda mucho más. Al menos por hoy esta enemiga, no sabrá cómo reaccionar y eso nos da tiempo a las dos para disfrutar de una rica tarde sin haber gastado energía de más”.
Catapulta: ¿Eres capaz de “hacerte el tonto” para sortear mejor una situación? ¿Qué herramientas de astucia sueles utilizar?
25 de octubre: La lagartija había ido a la sesión oficial de entrega de colores que solía hacerse cada primavera una vez que terminaban de madurar. Ella, digna y ilusionada, llegó a la fila y se sentó a esperar. Pasó una hora, dos y hasta seis logró contar, pero el encargado de la pintura les dijo a todas las de la fila que volvieran al otro día porque se había acabado el material. Así, a la siguiente mañana se volvió a presentar, pero la espera nuevamente se prolongó hasta el atardecer y salió nuevamente el pintor para decirles que estaba con tendinitis en un brazo y que debía postergar su trabajo para un día más. Así fueron pasando los días y la pobre lagartija no daba más; su paciencia se acababa y ya no aguantaba una nueva excusa. Un día en forma especial quiso mandar todo a la punta del cerro y no hacer ninguna fila más. Veía cómo otros seres paseaban sus plumas y/o pieles de colores y se preguntó porqué a ella nunca le podía tocar. Estaba triste, desolada, desesperanzada porque a pesar de todos sus esfuerzos, nada parecía funcionar. Miró su larga cola, su cuerpo y sus patitas en blanco total y lo único que le quedó fue un grito desgarrado al sol para ver si en algo la podía ayudar. Al otro día partió a recorrer el valle y cuál no fue su sorpresa al ver que empezaban a aparecer tonos suaves bajo su traslucida piel. Al terminar, un verdadero arcoíris la recorría pintado con perfecta mano y dedicación. Su cabeza era amarilla, su cuello naranjo, su pecho verde intenso, sus patas azul y lila y su cola un magnifico degradé de turquesa que apuntaba al cielo por la belleza de su color. Nunca había habido un diseño como el de ella y la noticia corrió por la comunidad de lagartijas como pan caliente. Finalmente el sol y su paciencia habían hecho el mayor milagro que se pudiera recordar. Desde ese día, las lagartijas toman sol todo el tiempo para ver si pueden imitar la belleza que la paciente creatura logró gracias a su fidelidad.
Catapulta: ¿Te está costando tener paciencia con alguna situación en particular? ¿Confías en Dios que algo bueno saldrá? ¿Ves algunos colores trasluciendo bajo tu piel?
26 de octubre: Carlos terminó la desagradable conversación con su adversario y sintió un fuerte malestar estomacal. Se fue al templo de su barrio para recuperar la paz, pero sentía que algo andaba mal. Mientras el sacerdote hablaba y el coro lo envolvía, descubrió lo que le había pasado y al principio no supo cómo reaccionar: había sido invadido por un alienígena muy perverso y poderoso además. Lo sentía dentro de sus entrañas como una garrapata succionando su sangre, enfermándolo de rabia y avinagrando su alma sin piedad. Veía sus garras, su boca con mil dientes y su saliva viscosa comiéndolo por dentro, sin poder encontrar recursos para detener el avance de este infierno interior. Las lágrimas rodaban por sus ojos de impotencia y el dolor lo doblaba en dos, pero miraba la imagen del crucifijo y su madre cuidándolo, suplicándoles que lo salvaran de esta maligna e inesperada invasión. No fue capaz de pararse de su silla cuando la liturgia acabó, pero sí tuvo la fuerza para probar un auxilio superior: llamó al sacerdote y le pidió que hiciera un exorcismo para su salvación. Este puso las manos en su frente y comenzó a aspirar con la fuerza de la gracia de Dios. El invasor luchó y pataleó, pero finalmente por los mismos ojos de Carlos salió despavorido a buscar otro huésped para su malévola misión. El pobre hombre agradecido y extenuado, se fue a su hogar para recuperarse lentamente de este ataque y ver las medidas necesarias para fortalecer su escudo de protección. Había “aliens” de infierno por todas partes y debía cuidarse y prevenir a los demás.
Catapulta: ¿Has sido atacado por un “alien” infernal? ¿Cómo canalizas la rabia legítima frente a la maldad y el abuso? ¿Logras olvidar y seguir adelante sin perder tu luz y amor natural?
27 de octubre: La mariposa Roberta se sentía la nada misma recorriendo los acantilados que delimitaban su ciudad. Veía tanta división y violencia dentro de lo que antes había sido su apacible hogar, que a ratos hasta divagaba en adentrarse en la inmensidad del océano para no sufrir más. Se detuvo en una piedra para tomar aire y reflexionar sobre la realidad. En eso estaba cuando sus ojos se cerraron contra su voluntad y comenzó a ver mil colores bellísimos que le hicieron sentir y gustar que no estaba sola y que su vuelo sí tenía mucho que aportar. Al abrirlos nuevamente vio cómo de los acantilados surgían cientos, miles, millones de mariposas de diversos colores y formas para volver a la ciudad rescatándola de la oscuridad en que se había sumido por la ignorancia y la maldad. Respiró llena de entusiasmo y esperanza porque vio a un verdadero ejército de seres acompañándola en esta guerra por la unión, el amor y la paz. Había generales de color blanco, que arremetían con fuerza como si sus alas fueran sables dispuestos a cortar. También había muchas mariposas naranjas que ofrecían su vida con devoción y humildad; soldados dispuestos a dar la vida olvidándose de sí mismos para rescatar a los demás. Detrás venían unas mariposas grandes y majestuosas, de diseños negros y dorados, como si vistiesen armadura real; eran las protectoras y las mensajeras que debían refundar la humanidad. Roberta, al ver sus alitas anaranjadas, supo su ubicación en este escalafón militar y obediente decidió volar junto a los soldados para ver cómo podía aportar en este gran guerra espiritual que rompía toda dimensión y tiempo real. Sin embargo, mientras se daba la vuelta en las olas para regresar, vio su reflejo solitario en el espejo calmo del mar que la miraba y se dio cuenta que el ejército era invisible a los ojos de muchos y que sólo ella podía testimoniar. No importaba si moría en el intento; se sentía parte de una causa que bien valía la pena cuidar.
Catapulta: ¿Has sentido la compañía y ayuda invisible a nivel espiritual? ¿Crees verdaderamente en estos aliados en la lucha?
28 de octubre: El príncipe Felipe y la princesa Sofía habían sido hechizados por un malvado brujo, envidioso de su bondad y el reino de paz que con mucho esfuerzo habían logrado crear. Un día con su ponzoñosa espada los había herido y los había encerrado en una torre donde nadie los podía rescatar. Su cuerpo y alma estaban tan tristes y desesperanzados que no tenían fuerzas para luchar; sentían la traición corroyendo sus venas como si hubiese ácido en vez de sangre en su interior y no se podían consolar. Varios días llevaban así en completa inanición, cuando una voz ronca y tierna los despertó con una canción. Sin poder distinguir si era ficción o realidad, abrieron los ojos y vieron un dragón grande y bonachón que traía en sus alas un magnífico banquete en su honor. Cada pastel y licor que traía eran antídotos para sus heridas. Se esmeró en servir a los príncipes y devolverles la confianza que el brujo les había arrebatado con todo lo que pilló, pero nada funcionó. Sus sonrisas fueron muecas y su felicidad espuma que se les cayó por las grietas de sus corazones, sin poder evitar el dolor que explotó como una botella de champagne. Entonces el dragón decidió actuar como tal y sin preguntar les lanzó la llamarada de fuego más grande que pudo armar. Era todo su amor concentrado sellando todas las llagas de la maldad. Felipe reaccionó primero al ver su nuca chamuscada y pelada, pero envuelto en un aire nuevo que le hizo despertar a su acostumbrada inteligencia y capacidad. Sofía en cambio, sintió cómo su corazón se derretía y manaba por dentro con nuevo brío y pasión real. El dragón al ver que los había salvado y que volvían a ser los de siempre, los invitó a subirse a su lomo y felices de verdad se fueron a pasear hasta el fondo del mar. Ya habría otro día para enfrentar al hechicero y poderlo derrotar.
Catapulta: ¿Te han hechizado últimamente quitándote la paz y la felicidad? ¿Eres capaz de recibir los antídotos? ¿Qué llamarada de amor te puede hacer reaccionar?
29 de octubre: La trapecista Alicia llevaba años en el circo y dominaba su oficio con bastante seguridad. Había participado de un millar de funciones y las luces y el público la hacían feliz de verdad. Sólo ver sus caras de suspenso y luego el alivio final, era suficiente adrenalina para continuar a pesar del cansancio y la edad. Un día sin embargo, estando en la cuerda a más de cien metros de la pista, miro hacia abajo como siempre para ver la cara de la gente y vio un público diferente, al que solía estar. Por cada veinte personas expectantes y confiadas, había luego un grupito pequeño con cara de desprecio y hasta con rechazo por el acto que iba a realizar. Así, dando toda la vuelta a la tribuna, la ecuación se repetía igual. Esta división le causó un dolor y una debilidad en las piernas que no se atrevían a avanzar. En eso estaba, tiritando de miedo, cuando su compañero de trampolín le gritó con fuerza: “Debes tomar una decisión, si no nos vamos a matar; ser feliz y hacer lo correcto no depende de ellos, sino de cómo quieras enfrentar esta nueva realidad”. Alicia quedó impactada por el mensaje y por su verdad. Nadie podía quitarle su oficio y el gozo de actuar. “No importa el público que venga o si no viene nadie, avanzaré igual”, dijo decidida y obediente además. “He nacido para ser trapecista y moriré en las cuerdas porque así me enseño mi papá”. Alicia ese día dio varios saltos mortales que jamás había realizado antes y recibió muchos aplausos en general, pero eso no fue lo importante sino la alegría en su rostro que la hacía brillar como una estrella real.
Catapulta: ¿Eres consciente de que la decisión de ser feliz siempre depende de ti? ¿Qué te hace dudar? ¿Cuánta influencia tiene sobre ti el público?
30 de octubre: Paulina estaba disfrutando de su aniversario de matrimonio en un magnífico Spa. Los vapores de una piscina temperada llenaban de una magia única el lugar que parecía un paraíso hecho realidad. En eso estaba disfrutando, cuando de pronto vio una mamá angustiada que no lograba encontrar a todos sus hijos y temiendo lo peor, al fondo de la piscina lo fue a divisar. Rápidamente alguien sacó el cuerpo del pequeño que ya estaba morado por no respirar. Nadie sabía qué hacer y Paulina salió adelante para ver si con sus primeros auxilios podía ayudar. Empezó a masajear el cuerpecito con toda intensidad; se le agarrotaban los brazos, pero sabía que no podía parar. Desobedeciendo el dolor y la impotencia que empezaba a cundir, siguió hasta que un estremecimiento repentino del niño lo hizo expulsar la primera bocanada de agua que se acababa de tragar. Siguió así sin contar cuánto tiempo pasaba, olvidándose de sus brazos hasta no verlo respirar. Los segundos se hicieron horas, pero de pronto en medio de gritos y terror el pequeño León (así se llamaba) logró salir del estupor y volver a la vida y con su mamá. Paulina exhausta se retiró del lugar, pero su mente y su alma siguieron pegadas a lo que acababa de pasar. Sólo al día siguiente, cuando fue a saludar a la familia tomó conciencia del milagro que acaba de generar. Había arrancado al niño de la muerte y hoy jugaba nuevamente como si nada; ni siquiera una secuela para lamentar. Había salvado a una familia de una quebrada insondable de tristeza por saber qué hacer, por atreverse y por perseverar sin renunciar. Dio gracias a Dios y lloró largamente de felicidad; una que nunca antes había podido experimentar.
Catapulta: ¿Qué situación que estés viviendo necesita de tu resucitación? ¿Sabes cómo hacerlo? ¿Hasta cuándo vas a luchar por la vida de algo valioso sin renunciar?
31 de octubre: En el laboratorio del cielo, había unos aprendices de ángeles mirando muestras de humanos al microscopio para saber reconocer su naturaleza y poderlos ayudar eficazmente, sobre todo cuando entraban en conflictos y no lograban discernir por qué. Era un ramo difícil de aprobar y el maestro a cargo era muy exigente además. De pronto, un ángel muy aplicado que había reconocido casi todas las partes de las personas, levantó la mano muy inquieto porque no era capaz de adivinar qué es lo que veía. Frente a sus ojos, había un cuerpo humano perfecto, pero de él se desprendían como cuatro medusas transparentes e infinitas que no había visto jamás. “¿Es un hibrido o una mutación quizás?” trató de aventurarse para no quedar mal. “En realidad, si se fijan bien todos tienen estas cuatro estelas sin final. Están adheridas a su ser esencial y son sus raíces corporales, emocionales, intelectuales y espirituales que ni ellos mismos saben reconocer que existen, pero que explican muchas de sus reacciones y formas de actuar”. “Y cómo los ayudamos entonces, sobre todo cuando se les enredan sus medusas y deciden sin pensar” preguntó un angelito gordo y bonachón. “La única forma es que despierten a su inconsciencia y que puedan ir “enrollando” toda esta madeja de información ancestral que los acompaña desde la eternidad. Así chocarán menos y gozarán más esta bellísima oportunidad”, sentenció el maestro en su clase magistral. “Y cómo lograr eso si no paran ni un minuto siquiera a respirar; “ dijo un alumno flaco y desmotivado total. “Ustedes están llamados a conquistarlos por lo menos cinco minutos diarios para que ordenen lo que viven y así puedan reflexionar. Basta una pausa, ya verán; es muy eficaz” y continuó con la clase explicando otros temas como si nada.
Catapulta: ¿Te parece sencilla esta lección celestial? ¿Cuáles son las raíces que explican tu ser? ¿Hasta dónde han ahondado en tu misterio personal?
1 de noviembre: El laberinto lo tenía atrapado en realidad. Había recorrido mil kilómetros para encontrar el precioso jardín que le habían prometido al entrar, pero ahí seguía dándose tumbos entre muros cada vez más gruesos y que le parecían iguales en realidad. En cada esquina creía llegar a su destino final, pero una decepción tras otra lo tenían a punto de abandonar. Y para peor, tampoco sabía por dónde regresar. Estaba obligado a avanzar y sólo rogaba a las estrellas de la noche que lo guiaran hacia ese paraíso terrenal. Apenado, solo y desesperanzado un día se apoyó en un muro tapizado de enredaderas dispuesto a renunciar; no quería sufrir más. Cerró los ojos y su mente y su espíritu fueron tomados por una fuerza más potente que un imán. En un segundo pudo encontrarse a sí mismo recorriendo el más bello parque que se hubiese podido imaginar. Las flores y las hojas no cesaban de crecer en cámara rápida como si se estuviera derritiendo la vida dentro de ellas, con su fluido constante de colores y formas que lo dejaron boca abierta ante su diversidad. A su lado corrían hadas, duendes, mariposas y mil seres diminutos que no paraban de reírse y jugar. Los árboles también tenían vida propia y bailaban una danza tribal. Había además miles de personas que brillaban sin cesar y sus manos se entrelazaban como si fueran de espuma de mar, envolviéndolo como una cobija maternal. ¡Cómo podía existir algo tan perfecto y que no pudiera cansar!, se preguntaba contemplando cada creación como un catálogo de belleza sin final. Una mano amiga lo tomó y lo llevó a caminar sin prisa y sin pausa por prados verdes que los alababan con reverencia como si fuesen brisa real. ¿Había llegado a su destino o era una pesadilla cruel para volver a los muros de siempre?, pensó al volver a ver las enredaderas grises enredadas en sus piernas para volverse a parar. De pronto una pequeña hada saltó detrás de su oreja y cayó en la cuenta que el laberinto era lo irreal; el jardín existía dentro suyo, la vida le manaba por dentro con eterna fecundidad. Los muros eran engaños de su cabeza que le hacían soltarse de esa mano maravillosa y gustar la verdadera felicidad.
Catapulta: ¿Eres capaz de viajar dentro de ti mismo y vivenciar la paz y la libertad real? ¿Qué muros te impiden conectarte con esta verdad? ¿Crees en la mano de Dios?
2 de noviembre: Lucía conservaba desde pequeña un precioso collar que tenía una gran perla al final. Era sencillo y de poco valor comercial, pero había algo en esa joya rústica e irregular que la conectaba con algo muy especial. Un día jugando se le soltó sin querer y cayó dentro de una fuente de agua de aparente escasa profundidad. Metió el brazo para sacarlo y vio cómo se hundía sin poderlo tomar. Se metió entera en la fuente y el collar se hundía cada vez más, transformando la búsqueda en una incursión en un pozo donde apenas podía respirar. La perla brillaba a lo lejos y ella no quería renunciar a su tesoro sin luchar, pero se vio sumergida en extrañas cavernas llenas de monstruos, sombras y plena oscuridad. Lo único que centelleaba a ratos era la concha perla que destellaba al caer más y más. Lucía se ahogaba y no sabía por dónde escapar. Jamás había pensado que existían lugares como esos y menos que los tendría que recorrer para salvar su collar. De pronto una lucarna tenue y amorosa iluminó la caverna y ella pudo reconocer dónde estaba y reaccionar. La caída del collar no había sido casualidad; le estaba permitiendo regresar a donde la herida más profunda de su vida se había originado dando forma a la perla que quería a rescatar. Volver a mirarlo todo con su sabiduría y edad, le permitía redimir su pasado y volver a la superficie con una nueva libertad. “Eres luz, Lucía, no lo vayas a olvidar”, se fue recitando a medida que ascendía y volvía a sonreír y a brillar.
Catapulta: ¿Te ha pasado que una situación aparentemente pequeña te conecta con profundidades de tu inconsciente que sabes debes sanar? ¿Te atreves a profundizar?
3 de noviembre: Ana se veía a sí misma andrajosa y fea aunque no lo estuviera en realidad; su tristeza y desesperanza la hacía ver todo desde una óptica muy negra y no podía zafar. Para darse una oportunidad se fue a la ciudad a ver si las luces y la gente, la lograban animar y devolver la paz que no lograba encontrar. Al recorrer todos los escaparates se sintió aún más extraña y sola a pesar de la multitud que la rodeaba haciendo ruido y pareciendo feliz al comer y comprar. ¿Era todo una farsa de espuma, como la cerveza que paseaban los jóvenes hablando fuerte y haciendo ostentación de su aparente felicidad? ¿Era ella el problema por no pertenecer realmente a esta tribu? ¿Cómo seguía viviendo ahí sin amargarse ni amargar? Una tras otra las preguntas le clavaban el alma como las espadas de fierro que lucían corderos listos para asar. No había respuestas en las cosas ni tampoco en las personas con las que podía conversar; sentía que ella y el basurero humano eran una misma unidad, consumidos por la oscuridad. De pronto, una mujer muy delgada y vestida con un mameluco azul, le pidió permiso para recoger un papel que alguien había botado sin pensar. Era un ángel encarnado en la pobreza más humilde y alegre que alguien pudiese pintar. Barría los desperdicios de los demás como si fuesen niños recién nacidos con ternura y cuidado maternal. Ana quedó de una pieza ante la aparición que la luna llena le regalaba para que la pudiera contemplar. El encuentro de sus ojos fue un milagro real y le logró sacar el velo que cubría su mirada de pesar. Ana avergonzada le devolvió la mejor sonrisa que pudo y dio gracias al cielo por haberla rescatado de su secuestro personal.
Catapulta: ¿Cuándo estás triste y oscuro, qué efectos produce en ti ver la pobreza real y digna? ¿Qué milagros obra en ti este aterrizaje en la humanidad? ¿Qué ángel te salva de tu propia flagelación?
4 de noviembre: Los capullos de peonías estaban cerrados como puños de guagua y era imposible contemplar toda su belleza y diseño tan delicado y particular. Al tratar de abrirlas a la fuerza sólo se dañaban los pétalos y un verdadero sacrilegio a una intimidad sagrada quedaba al descubierto como maldad. Cómo y cuando florecían, nadie lo sabía en realidad, como si tuvieran un reloj biológico muy exigente y misterioso además. Sin embargo, un viejo jardinero supo dar con su oculto secreto y hacerlas madurar con toda su gloria y majestad. Puso a las peonías recién cortadas junto a otras bellísimas flores que adornaban el parque y éstas en segundos se abrieron con sus rosas, sus lilas, blancos y rojos preciosos sólo dignos de un altar. “¿Cómo lo hizo?” le preguntaron al anciano cuando ya todos contemplaban este espectáculo maravilloso de flores que se desparramaba como una cascada. “Ellas necesitan vincularse con otras plantas para germinar; necesitan estar en relación para soltar su belleza y ofrecerla a los demás. Nada ni nadie puede apurarlas; ya que sólo el amor y el encuentro genera en ellas esta fecundidad”, dijo el jardinero anhelante de que esta sabiduría se contagiara también a los que lo oían y a toda la humanidad.
Catapulta: ¿Qué belleza y bondad nace en ti al vincularte con los demás? ¿Quiénes son los que más te potencian? ¿A quiénes haces florecer?
5 de noviembre: Llevaban días de tormentas y un gris en el cielo que no se quería despintar, arrasando con el ánimo y la esperanza de la comunidad. Entre llovidos de penas y removidos de frío, no había quién tuviese fuerzas ni paz para apreciar lo que se estaba gestando más allá de las nubes y que el sol preparaba con especial delicadeza para celebrar. Un día sin embargo, un astuto ingeniero construyó un teleférico que permitía ascender muy alto y apreciar desde la cima de una montaña la inmensidad. Nadie se atrevía a subir a las pequeñas cápsulas de metal que se movían como espigas mientras el viento las hacía bailar. Qué temeridad, comentaban los más asegurados; nos va a matar con su osadía, agregaban y nadie se atrevía a cruzar la capa de gris que asolaba sin piedad. El ingeniero finalmente subió solo y vio todas las maravillas que se tejían para el bien de la comunidad. Las nubes eran sólo una etapa necesaria para cuajar una gran verdad, llena de luz y unidad. Aplicado las escribió y en su descenso a gritos las comunicó para entusiasmar a los demás. Sin embargo, una vez más nadie le creyó y fue tildado de “ingenuero” por creer en algo más lindo y más bueno de lo que podían ver los demás. Cuentan que el hombre no se rindió hasta el final de sus días y siempre mantuvo el teleférico andando por si alguien quería probar, salvo una tarde en que él se subió a su nicho de metal y no volvió más.
Catapulta: ¿Compartes esta profesión de “ingenuero”? ¿Qué ves y cómo lo intentas comunicar? ¿Con qué alimentas el motor de tu teleférico para no renunciar?
6 de noviembre: La serpiente Josefa había nacido con dos lenguas dentro de su boca, lo que la hacía un espécimen muy especial. Una de las lenguas tenía la capacidad de cazar con mucha velocidad a los mosquitos y zancudos que vivían en su lagar, pero no le servía para hablar pues se enrollaba con mucha facilidad. La otra lengua en cambio, la hacía muy diestra en discursos y en contar todo lo que le pasaba en su interior, pero a veces la hacía casi morir de hambre porque no le dejaba tiempo ni espacio a la otra para trabajar. Finalmente Josefa en cada encuentro siempre tenía que detenerse antes de actuar y ver qué lengua sacar; si aquella que la alimentaba o la que le servía para socializar. A veces, la inexperiencia la hacía equivocarse y quedar muy mal ya que comía donde no debía o hablaba donde nadie la quería escuchar. Era todo un dilema saber cómo, con quién, cuánto y cuándo sacar cada lengua sin que se las quisiera cortar. A veces hablaba mucho y se arrepentía profundamente por exponer su sentir y pensar; otras veces enmudecía y sabía que quedaba en deuda con los demás. Los mismos excesos con su otra lengua la hacían enflaquecer o engordar. Después de casi toda una vida, de aciertos y decepciones profundas, Josefa encontró una solución que la ayudó mucho aunque fue compleja de aplicar. Tomó ungüento de clara de huevo y la juntó con savia y ceniza de roble para pegar las dos lenguas y sólo las dejó separadas en la punta como un pincel para pintar. Así, en cada encuentro sólo asomaba la punta bajando el riesgo de equivocarse a la mitad. Si la ocasión era para sólo nutrirse, la mitad de su lengua actuaba y la otra solo salía a pasear y viceversa cuando se trataba de hablar. Su idea fue tan aprobada, que muchas otras especies de serpientes se hicieron un tajito en sus lenguas para imitar la moda que Josefa había instaurado sin ni siquiera notar cómo su problema si había transformado en una virtud especial.
Catapulta: ¿Cómo decides cuándo hablar y cuándo callar? ¿Qué sientes cuando has hablado de más? ¿Qué estrategias has ido aprendiendo para tener más asertividad?
7 de noviembre: Alejandra era una artista muy talentosa, reconocida por los bellísimos colores que usaba para pintar. Sus obras eran como cuadros de niña, envueltos en diseños ingenuos y colores llenos de vida y alegría además. Un día sin embargo, se encontró con un pote de pintura muy endurecido y oscuro del que sólo salían tonos sucios y opacos como un perro recién mojado, que hasta olía mal. Tuvo la tentación de dejarlo a un lado, pero hubo algo que la empujó a buscar más. A punta de agua, masajes y revolver el pincel, la materia que contenía comenzó a aflojar. Al ver los tonos negros, marrones, escarlatas, púrpuras y grisáceos mezclados con tal brutalidad, Alejandra no se atrevió a pintar más. ¡Qué de bueno podría encontrar debajo de tanto descuido y abandono total! pensaba ella, pero no podía renunciar. Siguió escarbando por varios días mugres y desechos inimaginables para un taller profesional, pero insistía en ver qué había al final. Una tarde de nubarrones primaveral, de esas donde el calor baila con el frío en confusión total, su pincel comenzó a notar colores nuevos que nadie había visto jamás. Naranjas intensos, amarillos dorados, verdes llenos de vibración, turquesas radiantes fueron la antesala de rosas inefables y tonos de blanco que relucían sin parar. Debajo de ese pote viejo y feo, la artista había encontrado la fuente de los colores más bellos e inéditos que alguien pudiera utilizar. Desde ese día, su obra fue aún más elocuente y llena de intensidad; ya no sólo era una niña linda e ingenua sino una mujer de tomo y lomo que reinaba con majestad. Cada pincelada era un grito de esperanza y un canto de gratitud por tener la oportunidad de comunicar su verdad.
Catapulta: ¿Qué belleza y fecundidad esconden los potes más feos de tu humanidad? ¿Te atreves a escarbar aunque salgan cosas oscuras y dolorosas?
8 de noviembre: Rosa adoraba a su hijo Manuel que ya era un joven grande y lleno de potencial. Sólo recordar sus inicios y cuánto esfuerzo le había costado criarlo y sacarlo adelante, le llenaban los ojos de lágrimas de emoción y dolor a la vez. Ser su mamá siempre había sido un orgullo, pero también una tremenda preocupación y responsabilidad, ya que no había minuto en que no trabajara por él y estuviera pendiente de todo lo que hacía para verlo crecer bien. Ahora sin embargo, ese mismo niño dulce y tierno de antaño le estaba haciendo llorar nuevamente, pero de tristeza y soledad. “Mamá, te exijo mis derechos como hijo. No me gusta cómo cocinas. Tu educación está obsoleta. Déjame en paz” eran las frases que oía Rosa cada mañana y no sabía bien cómo reaccionar. Era acaso que lo había hecho mal; era que lo había mimado demasiado; era que su hijo era un mal agradecido y ahora renegaba de todo lo que habían vivido juntos con tanta pasión y unidad. Desolada fue a un psicólogo para consultar. “¿Soy una mala mamá o mi hijo se ha ido por el camino incorrecto?. Ayúdeme por favor” le rogaba sin parar. Después de estudiar todos los antecedentes y conversar con Manuel además, el especialista le dio el diagnóstico final: “Su hijo está con una pataleta de la mayoría de edad. Necesita despegarse de usted y empezar a volar con su propia capacidad. No hay pataleta eterna y ya volverá a su hogar consciente de todo lo bueno que usted le dio y de lo que él mismo debe optimizar. Manténgase en paz y ofrezca en silencio todo lo que ahora va a pasar. Aléjese lo más que pueda de él para que no le vaya a llegar una patada y lo más importante, nunca deje de rezar. Eso los mantendrá unidos a pesar de la distancia que momentáneamente se va a generar. Confíe y agradezca que esto puros buenos frutos le traerá y pronto verá un hombre hecho y derecho transformando la humanidad con todo lo que usted le pudo enseñar”.
Catapulta: ¿Qué sentimientos tienes cuando un hijo natural o un proyecto tuyo se aleja de ti y te cuestiona en tu actuar? ¿Eres capaz de ofrecer, esperar y amar en silencio? ¿Cómo te proteges?
9 de noviembre: Cada ser humano antes de tomar conciencia plena de que está encarnado en un cuerpo y que va a vivir en el mundo que se puede tocar, pasa por el “Pasillo de los Nombres” donde puede elegir todos aquellos que crea lo van a representar. Los nombres están grabados en cuencos y gongs infinitos, que generan un sonido único que la persona elige porque le resuena con su identidad. Esa vibración original, desde ese momento, lo empieza a moldear como si fuese una gubia vital. Cada vez que escuche su nombre, se irá esculpiendo su esencia y el motivo por el que fue creado en la experiencia terrenal. Luego pasa a la oficina de envíos donde se le escribe a los padres el o los nombres elegidos para que lo puedan nombrar de acuerdo a su misión esencial. El tema es que en el proceso de gestación y nacimiento es tan fuerte el impacto de ser y estar que muchos niños olvidan su relevancia y no es hasta muy tarde en la vida cuando lo pueden recordar. Sin embargo, cuando el tono del cuenco vuelve a hacer vibrar su alma con su fibra original, el despertar estremece como si lo hubiese atravesado un trueno y queda tumbado por la revelación al punto de llorar. Poco a poco, debe ir volviendo a pronunciar los nombres que tiene y asimilar qué fuerzas, dones y notas debe manifestar. Mal que mal, cada ser humano es una caja de resonancia de una música celestial. Juan, Pedro, Teresa, Diego no son casualidad; son los ecos del cielo que quedaron resonando desde la eternidad para manifestar la maravilla del creador y su fecundidad. ¿Por qué creen entonces que en las lápidas se escribe el nombre una vez más? Es que en la oficina de regreso al cielo, hay que presentar esta señal para poder ingresar.
Catapulta: ¿Qué te evocan tu(s) nombres y el de los demás? ¿Qué nota o energía piensas debes manifestar? ¿Hay algún nombre que te atraiga más?
10 de noviembre: Había un gran manzano con una frondosa copa, llena de frutos que cargaban sus ramas hasta hacerlas doblar. Sus hojas eran de un verde bellísimo, su aroma daba que hablar por su fragancia dulce y exquisita y cada manzana brillaba como si estuviese pintada de diamantes, destellando como faros en la ciudad. Su tronco era grueso y fuerte y se encumbraba por el cielo con sobriedad y dignidad. Sus raíces se abrazaban a la tierra como una madre con sus cachorros con seguridad y cobijo maternal. Había muchos visitantes que se dejaban encantar por este ser y no faltaban los que hacían hogar en su sombra, esperando que su savia abundante y amorosa los sanara de su necesidad. No obstante toda esta gracia y evidente fecundidad, un día vinieron unos leñadores dispuesto a cortarlo porque sentían que a ellos no les llegaba toda la abundancia que esperaban de este manzanar. Astutamente, lo asolaron una noche y comenzaron a amarrar sus ramas, a usar su hacha y a dañar su estructura vital. Cada machetazo provocó en el árbol un dolor brutal. El desgarro de su corteza y su carne lo recorría de copa a raíz y se estremecía con cada golpe, impotente frente a esta ceguera y maldad. Intentaba seguir firme, verde, aromático, pero el daño lo comenzaba a doblar. Lágrimas se derramaban por sus ramas y cada hoja fue perdiendo esa intensidad tan propia que todos podían resaltar. Se dio la coincidencia que justo llegó el tiempo de cosechar y vinieron los agricultores a buscar las manzanas para comerciar. Cuál no fue su sorpresa al ver que eran mucho más numerosas que en estaciones pasadas y que éstas brillaban aún más. Cada fruta y su conjunto parecían un tesoro de diamantes y saltaban de gozo al ponerlas en el camión para viajar. El manzano al oír estas palabras recobró la fe en sí mismo y se volvió a levantar; no habría hacha ni leñador que lo pudiese doblegar; él había nacido para dar manzanas únicas y maravillosas y daría toda su vida por verlas crecer y madurar.
Catapulta: ¿Eres consciente de los frutos que produces? ¿Cómo enfrentas a los leñadores que te quieren derribar? ¿Dónde está tu propósito más radical?
11 de noviembre: Teresa se despertó tarde ese día porque no tenía que trabajar. Tomó un té sencillo, hizo su oración matinal y se dispuso a sentir y gustar todo lo que la vida le regalara sin planificar. Las manos le ardían por escribir así que plasmó sus pensamientos en un par de páginas que nacieron sin esfuerzo y con gracia especial. Dejó decantar cada palabra para que brotaran y confío en que florecerían en otra oportunidad. Más tarde se bañó en un lago y disfrutó del calor intenso y del frescor del agua que no disfrutaba desde la última temporada. Las flores se coludieron con ella y lucieron con orgullo sus mejores vestimentas y trajes por lo que parecía un carnaval. Los pájaros tampoco se restaron a esta fiesta y Teresa los oyó cantar con alegría y creatividad. Además ellos eligieron las mismas melodías de su infancia y la conmovieron sin parar. Ya renovada, se fue a cosechar verduras para preparar una fuente preciosa de ensaladas que ostentaba colores y olores como si fuese un arcoíris vital. Una vez alimentada del cuerpo y del espíritu, salió a pasear por el campo y tuvo conversaciones lindas que la saciaron con dulzura y paz. Nada complejo, solo lo cotidiano y profundo que se siente al paladear la vida en su realidad. Una buena siesta la vino a visitar y no pudo negarse cuando el chal cuadrillé la envolvió como si fuese un niño para amamantar. ¿Qué más podía pedirle a la vida? Hace tantos días que no disfrutaba un día plácido y soleado como cuando era niña y se dedicaba a mirar las abejas y hacerle casitas con pétalos de rosas y algodón. Ya en el atardecer se vistió de blanco como ofrenda al Señor; estaba orgullosa de ser su amada y sólo le quedó agradecer con humildad y devoción. Teresa era de Dios.
Catapulta: ¿Cómo fue tu día hoy? ¿Hubo elementos como los que Teresa vivió? ¿qué puedes agradecer al Señor?
12 de noviembre: El alpinista llevaba muchos días ascendiendo la montaña y había logrado una buena altura y un reconocimiento nacional. Es más, había varios otros exploradores que seguían sus huellas y se comentaba su sabiduría y capacidad. Sin embargo, esta expedición tenía un punto final que sólo podía conquistarse si se iba liberando de pesos que no le servían ya. Miraba con una mezcla de pena y alivio su mochila cargada de recuerdos, de bienes que había atesorado después de tanto viajar, pero que de ahora en adelante no los podía llevar. Haciendo un rito silencioso se puso de rodillas en el campamento antes de la cumbre y agradeció todo lo vivido, pero para dejarlo atrás. Cosa similar tuvo que realizar con sus zapatos gruesos y calzarse con apenas unas zapatillas especiales para trepar. Su abrigo grueso que lo revestía de dignidad también lo depositó en la pira como ofrenda y sacrificio para avanzar. Ciertamente dolía dejar todo lo conocido y aventurarse al último tramo en la incertidumbre total. No sabía si tendría la fuerza o si sería capaz, sólo sabía que ya no podía volver atrás. Prácticamente desnudo, el hombre se dispuso a caminar, aun cuando los que lo seguían no lo comprendieran y pensaran que una locura de altura lo había podido afectar. Él sin embargo, comenzó a respirar un aire nuevo que lo impulsó a dar un paso más; había buscado toda su vida hacer cumbre y ese gozo nadie se lo podría quitar.
Catapulta: ¿Qué tienes que dejar para seguir avanzando en tu evolución espiritual? ¿Qué sentimientos te produce este desgarro? ¿Sabes para dónde vas?
13 de noviembre: Laura era una niña libre, juguetona, creativa y llena de felicidad; lo que sí era muy desordenada y su closet dejaba mucho que desear. Al entrar a su pieza, el caos era bastante aplastante y aunque hacía sus mejores esfuerzos después de uno o dos días, el orden desaparecía y todo se mezclaba sin piedad. Los calcetines volaban entre medio de las blusas y los pantalones se hacían uno con los vestidos. Las enaguas se confundían con los pijamas y los chalecos parecían ovejas multicolores balando en un rincón del lugar. A medida que crecía parecía que la cosa empeoraba y ya la comenzó a afectar. Un día se puso un traje de baño en vez de una pollera y se sintió muy mal. En otra ocasión, Laura llegó vestida de invierno cuando hacía un calor infernal. Decidida a mejorar este defecto partió a un almacén especialista en muebles y en organizadores para que la pudieran ayudar. Instaló cajones de colores, con chapas y espacios justos para que nada se pudiera escapar. Así también apenas algo se salía de su lugar, inmediatamente lo recogía y lo guardaba en su casillero con estrictez total. Al pasar el tiempo, la niña estaba orgullosa de lo que había podido conquistar: los vestidos lucían lindos y estirados y cada chaleco parecía un bollito precioso para esponjar. Lo mismo sucedió con los calcetines que parecían pequeñas flores a punto de reventar en su cajonera perfecta para guardar. A Laura nunca más se le perdió nada ni pasó vergüenzas por su dispersión espacial; cada cosa en su espacio y el resto, para disfrutar.
Catapulta: ¿Te ha pasado que tus emociones se asemejan a este caos y te juegan malas pasadas? ¿Eres capaz de poner cada situación en su lugar sin que te contamine a las demás? ¿Cómo perseveras en este orden y disciplina mental?
14 de noviembre: La canguro Fresia era una gran mamá. Ya no criaba canguritos debido a su edad, pero sí llevaba en su bolsa marsupial un montón de dulces y regalos para dar a quien se encontrara por el desierto y las llanuras que abundaban en el lugar. Su vocación era amar y se repartía entre su manada y todos los demás. Sus animales favoritos eran las cebras por su vestimenta tan particular; saltaba de una a otra entregándole cocos confitados que había cocinado especialmente para su paladar. Sin embargo, al pasar el tiempo algunos animales dieron por sentada su generosidad, al punto que recibían las bendiciones de Fresia como una obligación nada más. Ella, resignada no se amilanaba y seguía llenando su panza con dulzura y paz. Así en cada encuentro y salto que daba, con sus manitas sacaba un caramelo de miel de su bolsa para alegrar. A medida que ya se hacía más vieja, una punzada de dolor casi la deja sin poder saltar. Había seres de la sabana que rechazaban sus regalos, desconfiaban de su bondad y la pateaban diciéndole que no pertenecía a su clan. Fresia, en un principio, cayó en el desconsuelo total. ¿Qué había sucedido? ¿Por qué algunos animales se estaban convirtiendo en verdaderas bestias ignorantes o de franca maldad?. Pensó inicialmente en dejar botados todos los dulces y dar una que otra patada con sus fuertes patas a quien se le cruzara mal, pero al rato se dio cuenta que no era su esencia maternal. Finalmente se llenó la panza de dulces y siguió repartiendo con fidelidad, pero cuando alguien los rechazaba o le cerraban la puerta haciéndola sentir mal, ella recogía sus regalos e intentaba olvidar el mal rato, pensando que quizás no era su tiempo o la dieta dulce les podía caer mal.
Catapulta: ¿Te ha pasado lo de Fresia? ¿Cómo logras seguir adelante? ¿Eres fiel a tu esencia a pesar del rechazo de los demás?
15 de noviembre: A Pepa le encantaba tomar sol en toda ocasión; era un poco adicta a su abrazo tierno y envolvedor. Sentía ganas de reír con cada rayo que éste le mandaba, como si fuesen cosquillas de la eternidad. Su corazón de verdad palpitaba más fuerte al verlo aparecer en las montañas y en cada despedida, sentía un desgarro fatal. Sus amigas la molestaban diciendo que parecía una lagartija y ella se sentía orgullosa de esta droga solar, ya que sabía con certeza que gracias a él su alma se nutría de una energía muy especial. Lo único extraño era que en los momentos más duros que le tocaba vivir, la niña hacía justamente lo contrario, colocándose un quitasol grueso, hecho de plomo y filtros que no dejaban entrar ni una caricia para poderla iluminar. Sabía que era un misterio insondable de su historia y que le hacía mucho mal, pero no podía evitarlo aunque se hiciera daño real. Cuando más necesitaba energía, se restaba a sí misma del abrazo del sol aislándose en la oscuridad. Un día, el astro en persona la vino a visitar; venía con sus ojos llenos de lágrimas y sus rayos parecían algas lacias de mar. Venía desolado de tanto esperar a Pepa y poderla abrazar. Al verle su cara la niña cayó en la cuenta de que la adicción era mutua y que el sol la amaba tanto como ella a él y que no podía hacerlo sufrir más. Prometió esconder el quitasol con llave y ser lo más fiel posible al vínculo que los unía e irradiar su energía solar. Es más, desde ese día la niña fue llamada Pepita de oro, en honor al brillo único que nunca más se le pudo borrar.
Catapulta: ¿Qué circunstancias te hacen dudar del amor que te tienen los demás? ¿Crees que Dios te ama de verdad? ¿Qué misterio esconde el quitasol de plomo?
16 de noviembre: El poroto estaba tranquilo nervioso; al fin lo iban a plantar en tierra y no sabía cómo prepararse ni reaccionar. Sólo sabía que tenía que confiar en el abrazo de la oscuridad de la tierra, como una muerte que precedía a la fecundidad. Así le habían enseñado algunas plantas de legumbres que ya alcanzaban un tamaño colosal, sin embargo, una cosa era escucharlo y otra, muy distinto, vivirlo con toda la incertidumbre y la soledad que implicaba la germinación final. Alguien preparó su fosa en medio del surco y el poroto se entregó con docilidad; su piel estaba adherida a su carne y no sabía cómo ni cuándo comenzaría la transformación anunciada. Esperaba impaciente en su tumba oscura y silenciosa, cuando comenzó primero a sentir el frío y la humedad. Las lágrimas le caían sin poder evitarlo y un dolor supino no lo dejaba en paz. Trataba de olvidarse que era poroto y divagar por la eternidad, pero una y otra vez la vida lo traía de vuelta a esa tensión insoportable que estiraba su piel y le ardía como si tuviese un volcán interno a punto de explotar. Un día, un desgarro lo atravesó de lado a lado y pensó que era la estocada final; quizás había fracasado como proyecto y se tendría que morir no más. Pensó resistirse, pero no había vuelta atrás. Se abrió, se entregó y dejó sus entrañas al descubierto esperando la muerte con confianza y humildad. Para su sorpresa, el dolor empezó a mitigar y algo nuevo le empezó a brotar de su propio cuerpo y a hacerse camino en las penumbras de la tierra que se dejaba atravesar. Su tímido tallo ya podía ver la luz y respirar. Ya no era semilla, era planta viva y lo iba a disfrutar.
Catapulta: ¿En qué parte de tu proceso de germinación te encuentras hoy? ¿Crees realmente en la muerte como parte de la vida?
17 de noviembre: La camelia estaba llena de botones de flores de muy lindo color. Un rosa pálido y elegante que parecía sacado de un cuento de princesas, como esas que ya no hay hoy. Venían llenos de fuerza, dispuestos a explotar y lucir con orgullo bellísimas ofrendas de pétalos abiertos de par en par. Sin embargo, había algo que los frenaba en la puerta del horno y se quedaban amurrados secándose en los tallos sin poder exhibir su originalidad. Qué podía faltarles, se preguntaba la planta triste por el triste panorama que estaba dando a los demás. Les había dado agua, los había protegido del sol excesivo y los había alimentado con tierra fecunda y dulce como si fuesen motitas de algodón para recrear. Un día un experto la vino a visitar y le enseñó que a sus botones les faltaba acidez para germinar en totalidad. Sólo pensar en ese trago tan desagradable la hizo de primeras rechazar la oferta y continuar como sin más. No obstante, ahí seguían sus hijos chingados y le comenzaban a hacer peso además. Decidida, la Camelia tomó el ácido que le daban y un escalofrío la recorrió de rama en rama como electricidad. Sintió que hasta sus raíces ardían con esa energía tan poco amable para su realidad. Apretando el tronco con fuerza resistió convencida de que esto iba a ayudar y cuál no fue su sorpresa, cuando verdaderas aves rosas comenzaron a desplegar sus alas y a bailar con la brisa matinal. Al fin había florecido y su belleza era sin igual. Bendito trago ácido que la había salvado de una falsa y estéril comodidad.
Catapulta: ¿Qué tragos ácidos debes aceptar hoy para poder florecer más adelante? ¿Estás dispuesto a sufrir confiando en un bien mayor?
18 de noviembre: Elsa le temía profundamente a las arañas, no sólo por su oscuro aspecto si no por su forma de moverse en las sombras, por su veneno letal y por su solapada manera de caminar en la oscuridad. A pesar de tener conciencia de su tamaño real, en su corazón estas creaturas de la noche se transformaban en monstruos del porte de una catedral. A veces hasta tenía pesadillas con ellas y soñaba que su mordida sería mortal. Un día caminaba por el campo y una araña del tamaño de una semilla de pimienta cayó en su maño y sin pensarlo, la mató frente al susto inicial. Recapacitando luego sobre el peligro que esta creatura le podría haber causado, quedó pensando si había obrado mal. Cuál no fue su sorpresa cuando leyendo debajo de un sauce, nuevamente otro pequeño arácnido la fue a visitar. Era más pequeña que la anterior y esta vez la observó detenidamente y la sopló para alejarla y vio que era frágil, liviana y que era una necedad el miedo que les tenía si se ponía a compararlas con su propia identidad. Para rematar el aprendizaje, una tercera exponente que apenas era visible se instaló en medio de su mano y se puso a caminar. Elsa no la mató, ni la sopló; se dedicó a observarla y vio en ella una criatura a la que no le podía dar más poder ni sentir indefensión jamás. Su existencia era un misterio y su proceder tendría su razón, aunque estuviese equivocada; ella no la juzgaría más, pero tampoco se dejaría a sí misma envenenar con pócimas o fantasmas que no existían en realidad.
Catapultas: ¿Cuánto poder les otorgas a ciertas “arañas” que te rodean? ¿Eres capaz de discernir cómo liberarte de ellas?
19 de noviembre: La señora Juana había juntado todos los ingredientes para hacer el pan. Se había levantado muy temprano, había amasado con fuerza la masa para que quedara esponjosa y crujiente además. Los leños del horno de barro los había ido a buscar al cerro y había cuidado el fuego con especial celo y delicadeza para que se doraran sin quemar. No obstante todo lo anterior cuando puso sus panecillos en el canasto dudó a que se pudieran vender en el mercado local. Se tenía poca fe y frente a su inseguridad le pidió a una amiga que se los pudiera vender y promocionar. Asustada se quedó detrás de un árbol de la plaza central y esperó con temor, suponiendo que uno o dos tendrían suerte y su alma podrían aliviar frente a tanto esfuerzo real. Pasado el tiempo prudente, la señora se acercó donde su amiga para recoger su mercancía y volver a casa así sin más. La fila de personas aún rodeaba a su amiga y le preguntaba cuándo vendería más. Sus lágrimas corrían de emoción al ver una respuesta que no esperó jamás. Las personas apreciaban su trabajo y le pedían más. Llena de ilusión y alegría, Juana volvió con su canasto vacío y con su corazón lleno frente a la confirmación de que de sus manos podían salir cosas lindas y que algunos se podrían alimentar de ellas y multiplicar la felicidad.
Catapulta: ¿Qué sientes cuando algo que has hecho se vende como pan caliente? ¿A qué reflexiones sobre ser te invita esto?
20 de noviembre: El sabio del pueblo habló, como siempre, con la verdad delante de los que lo escuchaban, pero esta vez no hubo aplausos de la comunidad. Los que se sintieron aludidos, tocados por sus dichos, en vez de reflexionarlos y ver cómo mejorar, se acomodaron en sus propias versiones y para sacar de sí mismos el dolor que sintieron, urdieron un tenebroso plan. Enviaron escondidos en la noche, un montón de murciélagos para que lo hicieran callar y en lo posible, que se fuera de la ciudad, haciéndole daño con mentiras y maldad. El anciano vio cómo su manto blanco y sencillo, comenzó a ser objeto de ataque de estos roedores alados, que frente a su luz, se iban en picada y con garras y patas lo querían dañar. En un principio el sabio se asustó; sabía que tenían infecciones y hasta rabia le podían contagiar, pero pelear con cada uno lo podía desgastar, por lo que decidió una táctica peligrosa y osada, pero que tuvo un buen final. Se quedó quieto, se cubrió con su manto y dejó que se posaran todos los murciélagos en su cuerpo como dejándose atrapar. Sus enemigos celebraban jubilosos su victoria, pero sólo fue temporal. El sabio conocía el temor que estas creaturas le tenían al fuego y a su luz por lo que se acercó lentamente a un gran fogón, al punto de casi quemarse también, y con un movimiento rápido e inesperado, envolvió como con un saco a todos los seres de la oscuridad y los lanzó al fuego de la verdad. Chamuscados y rabiando, como nunca antes jamás, salieron volando lejos a sus cuevas y los enemigos del sabio se tuvieron que arrancar. Todos supieron que ellos eran los responsables de tamaña maldad y debieron alejarse de la comunidad. La verdad siempre triunfa, al igual que la luz en la oscuridad, dijo el sabio al domingo siguiente y hubo aplauso general.
Catapulta: ¿Cómo te defiendes frente a las mentiras descaradas que inventan otros sobre ti? ¿Tienes fe en que el bien y la verdad se impondrán finalmente?
21 de noviembre: Eufemia recorría su casona –antes amable y acogedora- con los nervios de punta. Alguien había llenado de alambres cada rincón y las púas fácilmente podían romper su piel y sobre todo su corazón al ver tanta maldad. No comprendía aún cuando ni como había cambiado tanto lo que antes era su refugio y su misión. Cada paso que daba significaba un gran esfuerzo de atención para no pisar alambres y empeorar la situación. Así, a medida que transcurría el día iba tomando cada uno de estos hilos para poder sobrevivir a esta inédita y cruel situación. En cada encuentro con sus compañeros de habitación, desconocía si podía confiar o no; le daba pánico que alguno se enredara en los alambres y la pudiera hacer caer o morir incluso, si no era en extremo astuta y cauta además. Sin embargo, llegó un momento que las manos de Eufemia se tensaron tanto que sintió sus brazos acalambrarse y su interior arder de ansiedad. No podía vivir así ni un minuto más. ¿Qué hacer? ¿Cómo continúo si aun no puedo todo desmantelar? Pensó al ver frente a sus ojos una tremenda barricada. De pronto oyó una voz al otro lado que le gritaba: “Atraviésala erguida y con flexibilidad. Ni una gota de sangre derramarás. Estás protegida desde lo alto y acá te espera una nueva casa donde habitar”. Estas solas palabras distendieron su cuerpo e insuflaron su espíritu de esperanza y una fuerza renovada. Quién fuera que hubiese enredado las cosas, no le impediría continuar. Eufemia era su nombre, que no era otra cosa que “La fe es parte de mi” en algún idioma parecido al portugués y que llevaba escrito en el corazón.
Catapulta: ¿Te has sentido así; como tomado de los nervios por tanta tensión en ti y a tu alrededor? ¿Eres capaz de escuchar tu voz interior?
22 de noviembre: Una simpática y coqueta cuncuna rosa bailaba y sonreía a todos pareciendo feliz y gozosa. Sin embargo, llevaba dentro de su panza, un par de piedritas rotas que le hacían doler aunque no dejaba que nadie lo notara; prefería simular que era pequeñita y que nada le pasaba. Un día de primavera llegó un rito muy importante para todas las cuncunas y consistía en liberarse de las cosas viejas que llevaban en su espalda y en su ropa. Cada una, en fila y ordenada, se acercaba al borde de una preciosa catarata y ahí dejaba caer sus trastos para que se esfumaran en la nada. Cuando le tocó el turno a la cuncunita los nervios casi le juegan una mala pasada, pero cuando sacó las dos piedras de su interior y las vio volar por la inmensidad, sintió algo inédito y que la estremeció sin par. De un segundo a otro, su pequeño cuerpo se comenzó a elevar; sus ojos azules brillaron como estrellas y de su hasta ahora lisa espalda, comenzaron a desplegarse unos lienzos de seda color púrpura y verde mar. Tal era la luz que emitía su cuerpo que todo el resto de las cuncunas se puso a mirar la metamorfosis más bella que pudieran recordar. La cuncuna niña ya no existía más; contemplaban embelesados a una preciosa mariposa vestida de océano y más allá. Sus pequeñas patitas que también aparecieron por magia real, no resistían de bailar, mientras sus ojos lloraban de felicidad. Nunca pensó esta pequeña creatura recibir gracia igual. Toda la brisa de la cascada era rocío de besos para celebrarla sin parar. Había sido tocada por el milagro de la cascada y nunca lo podría olvidar; todo por tener la valentía de sacar esas tontas piedras que le hacían tanto mal y atreverse a ser grande y volar.
Catapulta: ¿Has considerado la posibilidad de confesarte últimamente? ¿Por qué no probar si este sacramento te ayuda a transformarte y volar?
23 de noviembre: El delfín Ika tenía desde pequeño el rasguño feroz de una manta raya que lo había atacado. Quizás por lo mismo, su radar se había hecho mucho más sensible que el de los demás para captar el bien y el mal a su alrededor y aunque lo abrumaba a ratos, sabía que no lo podía negar. Ika como ningún otro delfín de su comunidad, era capaz de detectar los tenues rayos del sol que llegaban al fondo del mar y con asombro veía despertar hasta los seres más pequeños que había en el lugar. Se quedaba embelesado con la diversidad de corales y con las algas que parecían muestrario de pinturas para regalar. También veía los peces con sus diseños maravillosos y no se cansaba de ver las burbujas cómo se elevaban cuando tiraba oxígeno con su trompa en el fondo del mar. Sin embargo, su radar tan sensible también lo hacía sufrir en extremo cuando veía cómo por un par de kriles las ballenas se ponían a pelear, o cuando la basura de la superficie afeaba todo con un gris aceitoso imposible de limpiar. Qué decir de las inmigrantes tortugas morenas que no paraban de llegar. Ika se sentía impotente y no sabía cómo ayudar. Un día esas penas lo llevaron por cavernas muy oscuras que nadie se atrevía a visitar. Bajó y bajó porque tenía su rasguño sangrando y no sabía cómo remontar. Sólo en el fondo del océano, una luz proveniente de un ser invertebrado iluminó su mente con el siguiente mensaje para hacerlo reaccionar: “ ¿Sabías que los delfines que saltan más alto son aquellos que profundizan más?” Ika de pronto se vio a sí mismo nadando a toda velocidad a la superficie y luego dando un salto que casi lo hace volar. Era parte de su misterio y de su responsabilidad sentir tanto el bien y tanto el mal; irse tan al fondo para saltar a la eternidad.
Catapulta: ¿Sabías que esta historia es real? ¿Eres capaz de soportar la presión de bajar a tus profundidades con la esperanza del salto final?
24 de noviembre: La india Achan`Karay llevaba desde hace varios años a su niño colgado en la espalda, afirmado con su colorido manto de lana de alpaca. El niño ya se movía demasiado y su espalda le comenzaba a doler. También sus rodillas a resentir y para peor, ni ella ni el niño eran del todo feliz con esta situación. Un día el niño hizo un berrinche tan grande que la india tuvo que desamarrarse el poncho y dejarlo ir. Estaba tan acostumbrada a su calor, a su silueta adosada a la de ella, que en un principio su ausencia le causó un gran dolor. A pesar de ser obvia la decisión, el sufrimiento hacía llorar a la india decolorando hasta los vivos tonos de su pollera ancha, llena de flores y mariposas de colores. Escondida bajo su sobrero de paño fucsia y verde, fue a hablar con la sanadora del pueblo para ver qué hacer con ese dolor de madre y qué hacer con el hijo que ya no quería volver más a su regazo. ·”El niño ya déjelo solo, que lo que sea, será” le dijo sin decir agua va, haciéndole ver que ya nada más podía hacer y que permaneciera fiel para cuando quisiera algo de comer o preguntar. “Por otra parte” continuó, “Su sufrimiento sólo alivio será y pronto disfrutará de espacio, tiempo y libertad que nunca antes tuvo como mamá. Sin embargo, este el precio que hay que pagar” dijo la sanadora anciana pero llena de paz. “Por último, déjese cuidar y mimar. Este niño ya no la necesita y usted requiere tiempo para recuperar su espalda y no exponerse sin necesidad. Guárdese y ámese sin esperar más. Mire que hay otros hijos que habrá que criar y necesita estar erguida y en paz”. AchanKaray obediente se despidió y sus lágrimas fueron nuevas perlas para su vestido de alpaca que brillaba con especial intensidad.
Catapulta: ¿Qué ganas cuando se hace espacio en tu vida? ¿Aceptas el dolor que conlleva esta libertad? ¿Dejas a tu “niño” libre aunque no controles su porvenir?
25 de noviembre: Adanyl no veía hace más de 30 años a sus amigas del colegio y el entusiasmo era real; había compartido tantos años de su infancia y juventud con ellas y era un verdadero misterio su estado actual. Apenas llegar se sorprendió gratamente de ver que casi todas estaban igual. Cierto que las arrugas y las canas se disimulaban con astucia y elegancia además, pero bajo los géneros y tules, el espíritu de cada una seguía siendo el original. Adanyl se asustó de sí misma al sorprender cómo era capaz de auscultar el alma de cada cual. Su felicidad, tristeza y brillo le era evidente aun cuando no las oyera hablar. Las amigas ingenuas seguían viviendo en su ingenuidad; las complejas y peleadoras sólo habían mutado sus garras, pero su lengua de víboras e ironía se les colaba igual; las tristonas seguían vestidas con el mismo velo de opacidad y las que habían tenido dramas en su infancia, sólo los habían mutado por otros acorde a la edad. Las oscuras y quisquillosas no paraban de reclamar y las que querían llamar la atención, no paraban de hablar como si el mundo se fuese a acabar. Adanyl hizo entonces el ejercicio de mirarse en ese poderoso espejo que poseía y vio cómo la veían las demás: un ser tranquilo, observador, dulce y con una paz aparente, ocultando una procesión descomunal. Veían su brillo y su originalidad; lo valoraban y lo apreciaban, pero no lograban captar lo insondable de su misterio ni tampoco el alcance de las palabras que pronunciaba con tanta pasión y simplicidad. Adanyl en silencio dio gracias por este abanico donde se había podido criar; sus compañeras eran una clara muestra de humanidad y ella también ocupaba un lugar. Nadie cambiaba con la edad; sólo se disimulaba o se exacerbaba el ADN del principio y sintió la gratitud del encuentro como una gracia sobrenatural. Guardó su poder y no lo comentó con nadie más; sabía que siempre lo había tenido, pero era sagrado y sólo si alguien lo pedía, lo podría comentar.
Catapulta: Al revisar tu pasado y contrastarlo con tu estado actual, ¿qué ves como lo más esencial de ti?¿Ves el alma de los demás con facilidad?
26 de noviembre: Cada capitán de equipo fue eligiendo a sus jugadores hasta que el partido de naciones pudo partir. La pelota volaba de un lado a otro de la cancha y los pies se movían con toda la agilidad que permitía el pasto y la condición de cada competidor. Los había de todas las edades y en franca desventaja para el mayor, sin embargo, cada uno fue siendo consciente de sus estrategias de juego, ocupando sus fortalezas y minimizando sus fragilidades, de modo de colaborar con la victoria que querían conquistar. Una a una las vidas iban perdiéndose, pero se iba ganando en risas y un calor delicioso que iba más allá del esfuerzo por correr y salvarse del ataque del equipo opositor. Los más torpes con las manos comenzaron a usar los pies y los más lentos a ocultarse detrás de un ciprés, para que la velocidad de los tiros no les diera un revés. Más de un herido surgió a raíz de la pasión y el entusiasmo que se prendió, pero la lesión nunca pasó a mayor; es más, incluso le puso más emoción al juego y aumentó el bienestar y el buen humor. Finalmente, el ganador surgió entre medio de los tiros, pero sin importar en realidad, ya que ambos equipos habían jugado para disfrutar y armar comunidad. Apenas pudiendo mantener la respiración por el cansancio y los chascarros al jugar, todos se hicieron un solo cuerpo y se fueron a descansar. Quién diría que entre todos sumaban casi tres siglos en edad, pero parecían niños de corta edad.
Catapulta: ¿Hace cuánto que no juegas sólo por jugar? ¿Qué beneficios te entrega esta actividad? ¿Con quién te podrías animar a jugar hoy?
27 de noviembre: Los pelos de la barba del gigante estaban rígidos y erguidos como troncos de un bosque de robles, por lo que cada intento de afeitarse era motivo de extrema molestia y dolor. Al mirarse en el espejo estaba convencido de que debía cambiar de look; la barba le agregaba muchos años y le daba un aspecto sucio y descuidado que no quería proyectar. Más encima con su tamaño y voz ronca, no quería asustar a nadie más, porque estaba consciente que su alma era la de un niño y su piel de extrema suavidad. Sin embargo, los pelos no cedían y cada corte era un suplicio brutal. Parecían una verdadera barricada dispuesta a dar la pelea hasta el final. Lo intentó con una maquina de cortar pasto y también con la espada de un samurái, pero cada intento lo dejaba más adolorido y su cara se empezaba a hinchar. De pronto vio a un amigo de antaño con su rostro lustroso y suave como el de un bebé. No era precisamente lampiño, pero era imposible encontrar sombras de su barba en su cara redonda y feliz. “¿Cómo lograste afeitarte tan bien?” preguntó el gigante a su amigo. “Fácil” contestó. “No les hago la pelea a los pelos tratando de ir contra ellos en el corte. Primero los observo, los acaricio con suavidad y logro ver para donde va cada uno y calibrar su grosor. Luego mi navaja fluye con ellos hacia donde se dirigen y así, se dejan cortar como mantequilla sin ninguna dificultad. Ah, sin embargo, es clave una buena espuma de afeitar que he hecho con romero y jabón natural. Nunca te saques la barba sin ablandar la piel con un poco de humedad ya que o si no vas a sangrar”. El gigante siguió los consejos de su amigo e intentó no ir más a contrapelo con la vida fluyendo con el crecimiento diario y normal que esta le daba para avanzar.
Catapulta: ¿Cuánto te resistes a los acontecimientos que la vida te da? ¿Eres capaz de sobreponerte y afeitarlos sin dañarte? ¿Cuál es tu mejor espuma de afeitar?
28 de noviembre: Alicia tenía un pan de marraqueta muy crujiente y sabroso. Lo había amasado por un buen rato y lo había horneado con cuidado para que se dorara a la perfección, sin embargo por ser un pan tan corriente y que conocía la mayoría de su comunidad, no se atrevía a ofrecerlo con mucha confianza porque pensaba que nadie lo iba a valorar. Comenzó sacando pedacitos muy pequeños, casi migajas en realidad, para ver si alguien las seguía y se animaba a probar más. Su timidez e inseguridad no frenó su impulso irresistible por compartir un bocado de este pan que a ella por lo menos le parecía genial. Cuál no fue su sorpresa al acercarse a escuchar cómo varias mujeres comentaban lo bueno y liviano del pan que les acababa de dar. Valoraban cómo esta forma de cocinarlo –si bien era conocida- les había aportado una gran felicidad. Era simple, pero profundo en el paladar y querían seguir probándolo e incluso aprender su receta para poderlo compartir a los demás. Alicia no cabía en alegría ya que los ingredientes y sus preparación era una receta que le había regalado su mamá, pero lo que más le alegraba era poder enseñarla y que la valoraran en verdad. Alicia aprendió ese día que no importaba que sólo fuesen marraquetas si eran hechas con pasión y voluntad; al final era eso lo que movía a las personas más que los finos ingredientes o una gran excentricidad. Todo el mundo añoraba el pan como alimento fundamental y al parecer sus marraquetas habían dado en el clavo para varias personas de su comunidad.
Catapulta: ¿Qué emociones sientes cuando los demás valoran tu creación o forma de mirar? ¿Eres capaz de vencer tu inseguridad en pro del bien que puedes dar? ¿Has amasado tu propio pan?
29 de noviembre: La montaña era objetivamente muy alta y su cima aparentemente inalcanzable. Por lo mismo quizás, todas los aves que vivían en el valle anhelaban hacer cumbre para poder poner ahí sus nidos y que sus polluelos nacieran en la máxima libertad, paz y amplitud de horizonte que se pudiera imaginar. Sin embargo, con sus propias fuerzas no llegaban más allá de la mitad y volvían derrotadas a la superficie, incluso heridas y desesperanzadas. Todos sus esfuerzos y ánimos parecían no resultar y para peor había buitres carroñeros dispuestos a atacar sus vuelos y transformar todo en destrucción y maldad. Un día, sin embargo, vieron un brillo especial en la cumbre del cual caían unas especies de cintas de colores tan largas y firmes rodeando la montaña como un carrusel de carnaval. Cada uno tomó con su boca una cinta y de pronto éstas se fueron recogiendo, ayudándolos a subir, sin ningún esfuerzo ni peligro real. Cada pájaro se dejó llevar hipnotizado por esta fuerza milagrosa, haciendo una danza tribal, girando alrededor de la montaña que se vistió de fiesta y gracia total. Cuando ya todos se encontraron en la cima, el gozo fue tan grande como inesperado, ya que se encontraron con una corona de oro y piedras preciosas muy pequeña, de la cual salía un inmenso poder y bondad. Estaba anclada a la roca y nadie la podía mover ya que el mismo cielo la había clavado ahí para coronar la vida, el bien y la belleza como triunfo real. Desde ese día las aves criaron a sus polluelos sin ninguna dificultad y comenzaron a buscar siempre las mayores alturas para recordar esta vivencia y protegerse del mal.
Catapulta: ¿Quieres tomar una cinta del cielo este día y dejarte salvar a punta de fe y confianza en la protección maternal de Dios?
30 de noviembre: María estaba al término de su primer embarazo mientras iba en viaje a Belén. Sabía que allá la esperaban los parientes de José, la sencillez de un establo y una noche llena de estrellas para hacerlo nacer. Sin embargo, le dolían los huesos de la cadera en cada paso que podía dar. También los músculos se la agarrotaban del peso que debía cargar y el estómago se rebelaba con todos los alimentos que podía tragar. Sus pies ya estaban hinchados de tanto caminar y su respiración se hacía un esfuerzo en cada inspirar. En las noches apenas dormía porque el niño se movía sin cesar y sus pechos ardían por la leche que ya se empezaba a cuajar. El dolor era real; el agobio y el cansancio fatal, pero seguía con la fe y la alegría en alto porque anhelaba ver el rostro del niño que le había engendrado la divinidad. A veces cuando todo se silenciaba en el desierto, temía por su propia vida y si sería capaz de dar a luz al hijo de la humanidad. Su yo se empequeñecía al punto de hacerla llorar de angustia y una tristeza estructural. Su esperanza la ceñía a ese resplandor suave y bellísimo que oteaba en el horizonte del poblado de Belén. Cada día su afán decía María y acariciaba su panza pidiéndole a su hijo que le diera la fuerza y la paz para continuar.
Catapulta: ¿Qué vida estás gestando en estos momentos y que te está costando cuidar? ¿Dónde ciñes tu esperanza? ¿Qué haces con los sufrimientos propios del final?
1 de diciembre: No es muy conocida esta historia, pero es verdad y un científico polaco lo pudo comprobar. Dentro del esternón y conectado a la glándula pineal hay una cavidad muy larga y secreta donde se oculta el niño o niña de cada persona y de ahí no se puede escapar, ya que está adherido a la columna vertebral con un hilo de acero que nada ni nadie puede cortar. Estos niños tienen cosas muy lindos y muchas veces sus juegos y risas se cuelan por entre medio de las costillas, los conductos auditivos y hasta se transparentan por los dientes y los ojos de la gente si se sabe mirar. Sin embargo, cuando se ven amenazados o agredidos por la realidad, estos niños salen con sus berrinches y apetencias muy difíciles de controlar. Algunos salen desaforados en busca de cariño y seguridad; su desvalimiento es tan fuerte que buscan y buscan amor sin poder saciarse con nada. Otros buscan placer como droga para aliviar su soledad, pero tarde o temprano vuelven más tristes de lo que salieron al incursionar fuera de su cavidad. El científico polaco constató que a estos niños se les puede enseñar una operación Deyse para que no dejen tantos desastres cuando temen por su integridad. La lección principal es que frente al peligro deben irse a un lugar más profundo aún que donde viven y que ahí se deben refugiar. Es una especie de bunker que está entre el corazón y la mente porque ahí hay una presencia paterno/maternal que los cuida y envuelve como en un útero incondicional. Es importante que no se muevan y que guarden silencio para que el resto de la persona donde habitan pueda racionalizar y ordenar las circunstancias con libertad. Los grandes se ocupan de los peligros y ellos deben aguardar tranquilos hasta que pase la tempestad.
Catapulta: ¿Cómo reacciona tu niño interior frente a la adversidad y/o la soledad? ¿Eres capaz de enseñarle a guardar silencio y esperar? ¿Qué berrinches o apetencias debes controlar?
2 de diciembre: La mamá osa se enterneció al extremo al ver llorar a la pequeña osita que acababa de adoptar. Escuchaba los problemas y tristezas que sufría en su madriguera y no pudo menos que identificarse y buscar todos los recursos que encontró a mano para poderla consolar. Cómo le endosaba toda la sabiduría que le había regalado el tiempo y la edad; cómo le compartía la miel que a ella misma le había costado tanto esfuerzo encontrar; cómo le enseñaba a rugir y a sacar las garras frente a la maldad, si ella apenas llevaba días aprendiendo a defenderse del ataque de las fieras del lugar; cómo le regalaba la riqueza que había vivido al sufrir y llorar; cómo le mostraba la fuente que manaba contra la corriente del río y que nadie quería buscar; cómo le hacía sentir la osita más linda y buena del mundo, si aún ella misma dudaba de su identidad; cómo le enseñaba a mirarse en el espejo del río y reconocer su originalidad si aún a ella su imagen se le hacía borrosa al quererse encontrar; cómo le daba a entender que todas las piezas calzan y que su sufrir era un ejercicio precioso y misterioso para aprender a abrazar más y más fuerte a los demás. La gran osa parecía fuerte, pero por dentro sabía que no tenía gran diferencia con la pequeña creatura que buscaba en su panza un refugio de paz. Finalmente decidió no hablar más y sólo darle el amor que tenía dentro pues de eso no dudaba jamás. Tu corazón estaba hecho de miel y manjar para compartir a los demás.
Catapulta: ¿Te ha tocado consolar a alguien que refleja tu propia historia? ¿Cómo lo puedes ayudar más?
3 de diciembre: Cierto, era parte de la evolución natural del planeta, pero los habitantes ya estaban hartos y agobiados de tanto volcán que hacía erupción frente a la menor provocación. Su superficie se asemejaba más a un dragón fuera de sí que a un paraíso lleno de flores y color. Parecía como si la lava se hubiese vuelto loca y buscara hasta el menor resquicio para escapar a la superficie y quemar lo que encontrara a su alrededor. Los científicos elucubraban soluciones para calmar esta tensión, pero apenas controlaban un cráter otro surgía con mayor ferocidad. Todo lo que pensaban sólo cubría estas llagas de fuego con capas de seda muy fáciles de cortar. Casi sin esperanza, la comunidad fue a visitar a un geólogo muy sabio para ver si los podía ayudar: Sin embargo, al escuchar sus consejos el desconcierto fue total. Pensaron incluso que la edad ya le había hecho una mala pasada. En vez de reprimir las erupciones, el anciano les recomendaba hacer perforaciones aún más profundas hacia el centro del planeta hasta encontrar una masa de roca fría y fundamental. Que hicieran muchos túneles y que condujeran el material ardiente hacia ese centro de hielo para que se pudiera calmar. Que no buscaran más afuera la solución, porque así sólo lograrían empeorar y multiplicar la lava que los podía quemar. La clave estaba en canalizarla hacia el núcleo estructural y que sólo eso haría madurar al planeta y conquistar la paz real. Obedientes se pusieron manos a la obra con taladros hechos de cristal y sal. Perforaron todo el planeta dejándolo como un cedazo y cuál no fue su sorpresa y gozo al ver que al conducir la lava a su corazón, esta se convirtió en diamante sólido y brillante como el sol. El geólogo tenía razón, la paz y la libertad sólo se encontraban yendo hacia adentro, haciendo puentes de comunicación con lo más esencial que reside en cada planeta y en cada corazón.
Catapulta: ¿Estás lleno de erupciones emocionales que te quitan la paz? ¿Dónde estás buscando respuestas? ¿Has intentando perforar tu ser esencial?
4 de diciembre: El pequeño salmón siempre había oído hablar del océano. Lo soñaba infinito, bordado con cintas blancas y rosas que aportaba el sol y la luna que se disputaban este espejo real. También veía sus esferas azules, verdes y turquesas, ascendiendo y jugando como burbujas sin parar. Qué decir de todos los seres vivos que ahí se podían albergar; El pequeño pececito no paraba de imaginar las maravillas, la diversidad y sobre todo la armonía con que todos podían convivir con alegría y paz. Tanto había escuchado las historias de este lugar, que desde muy pequeño había empezado a viajar río arriba porque le habían dicho que en el origen del arroyo, estaba ese preciado lugar de eternidad, pintado de espumas y sal. Ya llevaba años y sus canas y agallas ya empezaban a flaquear; a ratos sentía que nunca iba a llegar al océano y que era una quimera a la que debía renunciar. Sin embargo, un día se sintió muy extraño. Estaba extasiado por las corrientes nuevas que lo conducían como si fuese un lenguado sin voluntad, pero a la vez estaba agotado como si lo hubiesen faenado y estuviese hecho filete listo para almorzar. Se sabía en un lugar diferente a todos los que había navegado o los que pudiera recordar, pero no le parecía que estuviese en el mar. Intrigado preguntó a las medusas que flotaban en las olas y ellas le confirmaron esa verdad: estaba en el ansiado océano de algas anaranjadas y caracolas que colaban al viento para cantar. El pez, desorientado, no sabía cómo aletear y hasta sus branquias se agitaban tratando de asimilar el agua salada. ¿Es que era así su estado natural? Agitado, se trato de calmar sacando su rojizo lomo a la superficie de altamar; sólo ahí flotando y entregado a ese abrazo de la inmensidad, recordó que ya había estado ahí y que se podía dar con plena libertad. Sin miedo, desovó sus cientos de huevos para que futuros salmoncitos hicieran el mismo recorrido que acababa de finalizar. Oh mejor dicho, que estaba recién comenzando porque en el mar de burbujas pensaba saltar, jugar y disfrutar a todo dar.
Catapulta: ¿En qué parte del recorrido hacia la unión con Dios estás? ¿Qué sensaciones te da tu estado actual?
5 de diciembre: Laura había comprado seis limones para decorar su casa y celebrar la Navidad. Samuel por su parte había llevado seis limones también para hacer limonada y salvar el calor del verano que ya no se podía aguantar. Cada uno por su parte, al ver la docena de frutos brillantes y amarillos que pusieron en la canasta al entrar, no lo pensaron ni un segundo y se pusieron a realizar sus respectivos planes sin preguntar. Cuando ya iba Laura a medio camino cortando las figuritas vio a Samuel exprimiendo los limones y estuvo a punto de infartarse y se puso a gritar. “Samuel cómo se te ocurre; qué desconsideración más brutal” dijo ella con franca agresividad. “Mujer, qué exagerada, si hace un calor que nos va a matar” contestó él con sentido práctico y una sonrisa de liviandad. A medida que la discusión aumentaba el ácido les corroía el alma y la situación se comenzó a poner más fea de lo que pudieran pensar. Ella lloraba de tristeza y él rabiaba de soledad; todo por 12 miserables limones que los tenían en campos de batalla en una guerra campal. De pronto, las manos se encontraron cuando cada uno sacaba los pedazos que les quedaban sin cortar y se dieron cuenta de la estupidez en que se habían enfrascado por no hablar y suponer además. Samuel le contó sus planes para sorprenderla con una nueva receta que acababa de encontrar y Laura le explicó el valor de esta extraña tradición familiar a la que lo quería sumar. Arrepentidos y pegotes de jugo y pepas se perdonaron mutuamente por no hablar a tiempo y no abrazarse más. Si tan solo se hubiesen saludado al entrar habrían evitado una guerra y podrían haber disfrutado mucho más. Finalmente acordaron hacer un rico pie para celebrar esta nueva lección que la vida les acababa de dar. No es bueno suponer y adivinar las intenciones de los demás porque muchas veces nos podemos equivocar.
Catapulta: ¿Te ha pasado el día de hoy algo similar? ¿Cómo reparar el daño de esta incomunicación? ¿Qué “pie” puede ayudar a dulcificar el ácido que se esparció?
6 de diciembre: Juana escuchó que sonaba el timbre de su casa y salió a recibir, pero ya no había nadie sino sólo una pequeña caja indicándole que la debía abrir. Su sorpresa fue linda, pero proporcional al tamaño que lograba vislumbrar en el paquete que, creía poder contener en sus manos y nada más. Sin embargo, al tomarla se dio cuenta que estaba equivocada. El regalo era mucho más grande y pesado de lo que lograba dimensionar, ya que al tocar la caja, ésta se comenzó a desplegar como esas casas rodantes automatizadas. De una pared salieron espacios y plataformas llenas de colores que la cegaron con su intensidad. De otra, emergieron risas, canciones y una orquesta de conversaciones que fue incapaz de retener y grabar. Del fondo del paquete comenzaron a fluir páginas y libros que no lograba agarrar; parecía una máquina de cabritas con proyectos amorosos que no paraban de saltar. De una de las caras de la caja, comenzaron a brotar ramas y plantas como culebras verdes que reptaban sin parar. En milésimas de segundos, Juana se vio inserta en un jardín maravilloso; lleno de seres y diversidad. El regalo se seguía expandiendo en cada toque que ella lograba dar; era una caja mágica y llena de dones. ¿Quién se la habría mandado y para qué? Pensaba llena de gozo y inadecuación total. Sus manos y sus piernas no daban abasto para poder sostener este regalo, por lo que sólo atinó a ponerse de rodillas en su puerta y dar gracias al remitente que acababa de encontrar. “Mi querida Juana, sé que no te sientes digna de toda esta catarata de amor que te acabo de enviar; sólo disfrútala y compártela con todos porque hace mucha falta agua fresca para generar vida en los demás. Feliz Navidad. Yo, tu Amor Incondicional”.
Catapulta: ¿Eres consciente de que todos los días recibes este regalo de Dios? ¿Logras dimensionar su amor hacia ti? ¿Qué sorpresas aun esperan por ti en la puerta?
7 de diciembre: En el ring de boxeo la pelea se veía francamente destinada a fracasar. El representante del Bien, apenas un alfeñique de 45 kilos, era incapaz de vencer a un peso pesado del Mal que superaba un centenar de kilos en masa muscular y en crueldad. Para peor el público parecía disfrutar esta masacre brutal, alentado por las luces y una suerte de morbosidad. Nadie se preguntaba siquiera el sentido de este encuentro y tiraban toda clase de basuras al ring como si fuesen hienas incapaces de pensar. Los reporteros tampoco ayudaban mucho ya que tergiversaban cada uno de los golpes y hacían parecer normal cada ataque desleal. De verdad, el contrincante del Bien desde el foco objetivo de la humanidad no tenía ninguna posibilidad y los que lo apoyaban en las tribunas eran tratados igual: con puros golpes de descalificación e intolerancia real. Parecían hormigas en medio de una jungla donde el más fuerte siempre ganaba a punta de abuso y agresividad. Sin embargo, antes de que terminara la contienda, la pelea tuvo un vuelco total. El peso pesado cayó por knock out y nadie lo pudo explicar desde lo racional. Sin embargo, esta vez los periodistas tuvieron que decir la verdad ya que al revisar las imágenes de la televisión vieron cómo junto al alfeñique había un verdadero ejército de luz que lo blindó como un general, dándole una fuerza descomunal. Al ampliar aún más la toma, vieron que el haz de luz era mucho más grande que una ciudad, que un continente o lo que pudieran imaginar. Todo el universo estaba unido a la lucha del bien para apagar el mal y eso jamás ningún humano lo podría superar; sólo había que saber qué camino elegir y esperar confiado la infantería celestial.
Catapulta: ¿Confías en el poder de Dios Amor o te dejas desanimar por los síntomas que ves en el ring actual?
8 de diciembre: Un célebre historiador discutía con un filósofo creyente sobre el devenir de la humanidad. El primero era de la idea de que todo iba destinado a la destrucción y el mal; en cambio el segundo trataba de argumentar por un plan mayor que iba en evolución para mayor bondad. Para sostener su postura el historiador comenzó a marcar en un mapa gigante todas las tragedias y masacres que el mundo pudiese imaginar. Lo hacía tiñendo con un plumón rojo cada vestigio de maldad. Luego prosiguió pintando con negro las civilizaciones destruidas y los pueblos que habían sido arrasados con evidente brutalidad. Casi con morbo, fue pintando todo el planisferio con manchas de matanzas, violaciones, genocidios, bombas, abusos, muertes y pobreza humana a lo largo de la historia y no quedó pedazo sin teñir de oscuridad. Mientras más averiguaba de cada comunidad, siempre surgía un motivo para dividirse, para pelear y para matar. El filósofo asentía y lloraba con cada argumento porque efectivamente el mapa parecía una túnica sucia y chilposa, desgarrada con toda la pintura que su contrincante había podido plasmar. A la luz de sus ojos era verosímil y esperable su negatividad ya que no había ni siquiera una isla que no tuviese una historia de horror y maldad. Para terminar de vencer el debate, el historiador con tono burlesco increpó al creyente para ver qué tenía para aportar. Este, con profunda humildad y sufrimiento por las evidencias que no tenía cómo refutar, simplemente invitó al erudito a darle la vuelta al mapa y ver qué les podía mostrar. Al hacerlo, ambos quedaron sin habla y de rodillas se pusieron a rezar. Por el revés del papel, se había dibujado una imagen de la Virgen María con su manto prendido de flores escarlatas, púrpuras y matices de sangre real. Cada caída de la humanidad, ella la había acogido como madre y había hecho pétalos como ofrendas para podernos salvar. Su rostro era tranquilo e irradiaba profunda paz. Sus manos estaban llenas de fuerza para contener y amar, abiertas de par en par. En su cintura abultada había un cinto con una escritura antigua donde claramente pudieron leer: “Aquí habita el triunfo del Amor y la Esperanza; mírenlo a los ojos y no teman más”. Al observar con mayor acuciosidad en la mancha negra al final de la imagen celestial, ambos divisaron a un horrible monstruo, de siete cabezas que yacía rendido sin poder escapar.
Catapulta: ¿En qué posición te identificas más? ¿Para dónde piensas va la humanidad? ¿Qué aportas tú cada día?
9 de diciembre: El globo aerostático ya estaba completamente inflado y lucía sus bellos tramos de colores como una cometa de verdad. Su brillo era evidente y tenía el canastillo listo con todo lo que podría necesitar para la aventura que iba a comenzar. Su tripulante ascendió a él y abrió la llave de gas dándole paso a una llamarada ruidosa y apabullante que dejó a todos sin hablar. Logró elevarse de la arena unos buenos centímetros, pero de pronto algo anduvo mal y el globo volvió de golpe a aterrizar como un elefante en un pajar. Todo se llenó de polvo y el tripulante comenzó a revisar. El lienzo estaba bien extendido y el fuego tenía la presión ideal. No había exceso de peso en el canasto y la verdad no había explicación para no poder ascender y volar como un papagayo real. Volvió a intentarlo aprovechando la brisa que comenzaba a soplar, pero una vez más el fracaso dejó a la hermosa nave en tierra y ya un poco dañada con el fuerte golpe que se dio al bajar del metro que apenas había alcanzado a tomar. El tripulante decidió bajar del globo y con una amarra firme lo sostuvo para analizar qué lo frenaba en su vuelo magistral. Al verlo de abajo, se percató de miles de hebras invisibles que terminaban en sacos de un material transparente, pero muy pesado y real. Su globo estaba lleno de verdaderas anclas de cristal que jamás lo dejarían elevarse si no las cortaba en forma radical. Sin embargo, la dificultad estaba en descifrar de qué estaban hechas y con qué cederían para liberarse de ese freno tan invisible como real. Finalmente se dio cuenta que eran todos sus apegos, sus miedos, sus afectos desordenados, sus heridas, sus logros, sus necesidades de éxito y reconocimiento de los demás. Sólo al hacer conscientes estas fuerzas, las hebras comenzaron a soltarse y los sacos a aligerarse de tal modo que el globo lentamente se aventuró por los cielos regalándole a todos un arcoíris fenomenal.
Catapulta: ¿Qué pesos aparentemente invisibles te quitan la libertad para volar? ¿Qué afectos, miedos y apegos debes hacer conscientes para poderlos soltar?
10 de diciembre: Eugenio era un hombre muy sensato, responsable y con fama de seriedad. En sus cincuenta años nunca había dado un motivo para que la gente hablara mal. Sin embargo, un día en que la comunidad celebraba su medio siglo, algo inesperado le pasó que no pudo controlar. Las personas eufóricas con la fiesta, lo presionaban para llevarlo en andas, cuando él tenía aversión real a la pérdida de control y que además lo pudiesen votar. No obstante, tanto le pidieron que se dejó llevar. Al principio iba temeroso y después agarrando confianza se puso a hacer piruetas mientras pasaba de brazo en brazo como si fuese un bulto sostenido por una masa sin rostros ni racionalidad. De pronto, “plasf”, se vino al suelo y cayó en medio de la calzada, quebrándose los huesos e hiriendo su dignidad. Se le habían soltado los dientes y sentía la cara hinchada. Su señora y un amigo lo fueron a acostar y la fiesta del siglo desapareció en un instante así sin más. Eugenio se sentía lo peor y no paraba de llorar y rabiar. En qué momento la situación se había ido de las manos y cómo podría recuperar su honra ante los demás. En cada lágrima fue saliendo una introspección profunda, dándose cuenta de lo que acababa de pasar. Había sucumbido al miedo de no ser aceptado por la comunidad, había cedido a sus propios principios y no había podido medir los efectos que tenía fundirse en la masa perdiendo su individualidad. Mientras lentamente sus huesos se iban sanando y sus dientes apretando, Eugenio se prometió a sí mismo levantarse de nuevo, pero nunca olvidar que –a pesar de su avanzada edad- siempre habría situaciones que no podría controlar y que era mejor no exponerse y cuidarse del imán peligroso y veleidoso de la presión social.
Catapulta: ¿Te ha pasado algo parecido? ¿Qué consecuencias te ha traído? ¿Cómo conquistar más libertad?
11 de diciembre: La señora María era una costurera muy sencilla que vivía en un pequeño poblado. Sus trajes y confecciones no tenían gran diseño, pero caían bien y sobre todo, hacían sentir mejor a los que las usaban. Un día fue a la feria en la ciudad y se instaló bajó una sombra con su canasto de hilos y agujas para ofrecer su trabajo y su especialidad. Con cierta inseguridad y sorpresa comenzó a ver la multiplicidad de ofertas que había en moda y cómo la sofisticación era la máxima dominante en el lugar. También se apabulló un poco al ver las grandes luces y letreros que acompañaban a cada modisto, que anunciaban la gran novedad en ropa y la panacea para sus clientes. Estos se acercaban como hormigas a cada escaparate y se llevaban cerros de vestidos, pantalones, capas y abrigos, ilusionados por lo que les vendían, pero María veía también cómo al poco rato su semblante volvía a la misma ansiedad y turbiedad que había visto al verlos vitrinear. A pesar de todo lo anterior, ella se animó a trabajar y comenzó a coser y a ofrecer sus trajes a quien los quisiera probar. Eran muy poquitos los que venían ya que no tenía ninguna publicidad y los ofrecía con humildad. Por lo mismo, oscilaba entre la esperanza y la renuncia a su vocación, pero fiel a su oficio siguió cosiendo y pinchándose los dedos sin parar ni para almorzar. Para su sorpresa comenzó a percatarse que sus clientes volvían, traían a otros amigos y su cara reflejaba más calma y felicidad que al entrar. “¿Con qué cose sus vestidos?” le preguntaron estos intrigados. Ella abrió su canasto y mostró los carretes de hilo viejos que siempre había usado su comunidad, en especial un gran carrete de hilo negro que había heredado de su abuela y parecía no acabarse jamás. Su secreto no era tal, sólo amor, humanidad y sabiduría enrollada con sencillez, pero que ya ningún diseñador usaba buscando la excentricidad.
Catapulta: Más viejo que el hilo negro es un refrán popular, ¿Qué opinas de las múltiples recetas de felicidad que ofrece el mundo actual versus el sentido común tan olvidado ya?
12 de diciembre: Laura partió el camino de vuelta a casa con total alegría e ingenuidad. La primera mitad del tramo se preocupó de avanzar rápido, haciendo muchas cosas, conversando con mucha gente y construyendo mil planes, de los cuales varios logró realizar. El conquistar metas la hacía feliz, pero cada mañana el camino se parecía alargar y si bien a ratos se cansaba, iba tan absorta en su hacer y en las piedras que debía sortear, que no ponía mucha atención en el paisaje ni en su propia realidad. Cuando ya se ponía la tarde, el camino se empezó a despejar; iban muy pocos junto a ella y debió encontrar una antorcha para continuar. A medida que ascendía, la soledad fue su compañera y mil ruidos y sombras la empezaron a asustar. Ya entrada la noche percibía como un túnel de serpientes, víboras y fieras que acechaban sus pasos sin piedad. Su luz ya más se asemejaba a una vela, pero se obligaba a continuar y en la medida que alumbraba a los fantasmas, veía que eran sólo ramas y el viento lo que había en realidad. Nunca pensó que el camino a casa tuviera tal compleja oscuridad, pero se animaba con un resplandor pequeño, pero hermosísimo que sabía pertenecía a su hogar. Laura era mucho más consciente de todo lo que la rodeaba, delo que sentía y pensaba y eso le permitía dar pasos con mayor seguridad. La incertidumbre y los límites no contrarrestaban el inmenso anhelo de llegar. Finalmente, en la vuelta menos pensada, sintió el aroma de casa y se dejó deslumbrar por la más bella escena que hubiese podido recordar. Ahí estaban las praderas de hierbas verdes, pintadas de flores amarillas, enmarcadas en un cielo calipso y un verde mar. También estaba toda su tribu en una gran ronda esperándola abrazar. El camino había valido la pena y ahora ya podía descansar en paz.
Catapulta: ¿ En qué parte del camino de la vida crees que estás? ¿Qué víboras y fieras internas te acechan y debes iluminar? ¿Cuál es tu verdadero hogar de amor y de paz?
13 de diciembre: Dos hermanas mellizas recibieron un vestido de regalo para Navidad. A pesar de ser muy parecidas en talla y vivir en la misma casa y ciudad, el traje de cada una las hizo verse absolutamente diferentes y las comenzó a distanciar. La primera tenía un vestido que por afuera era de seda natural, muy glamoroso, refinado y de un corte exclusivo que nadie podía imitar. Por lo mismo ella se creía más que los demás. Todas sus palabras eran sentencias de “la verdad” y avasallaba con sus juicios a quien se osara atravesar; se creía muy inteligente y cotizada además. No tenía pelos en la lengua y actuaba como si Saba fuese a reinar. Su hermana en cambio, tenía un vestido muy sencillo que asemejaba un forro, hecho de algodón y una que otra hebra áspera sin diseño ni color especial. Había algunas partes rotas y eso le hacía vivir con una constante inseguridad. No se creía muy importante, pero actuaba con autenticidad; además, lo poco que traía en sus bolsillos siempre lo podía regalar. Si bien era reconocida por su inteligencia y gran creatividad, ella no se creía el cuento y siempre se ponía al final de la fila para no opacar a nadie más. Sabía cuáles eran sus verdades, pero jamás las imponía porque mucho más se interesaba en ver la forma de conciliarlas con la de los demás. Así, las dos hermanas se fueron alejando y construyeron mundos muy diferentes cada cual, hasta que la muerte las fue a buscar. Tal como ésta última exigía, se debían desvestir para pasar al cielo y al verse desnudas la sorpresa fue total. La siempre glamorosa tenía toda la piel hecha jirones con llagas de vieja data en realidad. El forro interior de su vestido había sido hecho con fibras ásperas y un algodón de muy mala calidad, por lo que el constante roce la había dejado como una pasa exprimida, sin brillo ni vitalidad. Su hermana en cambio, lucía un cuerpo de niña, suave y tierno como un damasco de estación sin cosechar. Su traje por dentro era de seda natural, el diseño le calzaba perfecto y los colores estaban como acabados de pintar. Recién ahí cayeron en la cuenta que llevaban exactamente el mismo vestido, pero que habían invertido la postura con las evidentes consecuencias para su porvenir celestial…
Catapulta: ¿Qué vestido sueles usar; el de la autosuficiencia, la vanagloria y la soberbia espiritual o más bien el de la sabia humildad mezclada con la bondad? ¿Cómo piensas que llegará tu cuerpo espiritual al tránsito al más allá?
14 de diciembre: Cornelio era un gladiador romano de vasta experiencia y buena reputación. Había estado más de 20 años en la arena y había vencido con honor y dignidad a muchos contendores del imperio, no sin cierta dificultad. Sin embargo, ahora el gladiador enemigo parecía una bestia descomunal. Ostentaba su fuerza echando espuma por la boca y dando alaridos sin parar. Su musculatura era impresionante y traía una barra que alentaba su maldad. Sus piernas se movían con agilidad y para colmo tenía la fama de usar tretas y artimañas con frialdad. Daba golpes bajos y no obedecía ninguna regla de decencia, pero era inevitable el combate y se debía preparar. Junto con untar sus manos en polvo y sal, Cornelio sabía que esta vez requeriría algo especial. Su fuerza y caballerosidad no serían suficientes para ganar por lo que acudió al sacerdote del coliseo para que lo pudiera ayudar. Este, que conocía al gladiador desde su más tierna edad, accedió a su petición y preparó un rito que seguro le iba a dar la victoria aun cuando no le evitaría luchar. En un tiesto sagrado vertió aceites y hierbas propias del lugar; luego las entibió al fuego y untó todo el cuerpo del hombre con prolijidad. El efecto no se hizo esperar, ya que al presentarse en el circo su brillo inusual logró encandilar al oponente y ganar tiempo para adoptar la posición más estratégica para pelear. Tal como lo esperaba el enemigo lo trató de agarrar ocupando trampas, pero se le escapó una y otra vez de las manos como un pez en el mar. Finalmente tanto se cansó que se puso a vociferar y a golpear todas las rejas que rodeaban el arenal. Para sorpresa de todos con su furia rompió una jaula de fieras que salieron desaforadas a atacar. Cornelio se elevó de un salto a las graderías donde observaban los demás y vio cómo su enemigo moría destruido por su propia maldad. El aceite lo había salvado, por lo que se dejó envolver por su aroma y dar gracias a la divinidad.
Catapulta: ¿Te vendría bien una unción en esta aceite ritual? ¿Cuánto necesitas que te resbalen los ataques del mal? ¿Cuánto y cómo te debes elevar?
15 de diciembre: Las flores de yerbera eran hermosas en realidad, sin embargo sus pétalos y tallos eran tan frágiles que las hacían vulnerables a cualquier eventualidad. Ese día hacía un calor fatal, tanto que hasta el aire se escondía para lograr algo de paz. Aún así, las plantas lucían erguidas y bellas como siempre, protegidas en la sombra de un nogal, pero no sabían lo que estaba pronto a pasar. Sin avisar, apareció en el jardín un ladrón de flores que las metió en un saco de plástico y para que no lo vieran, las dejó ocultas en un auto del lugar. Las latas del vehículo se habían convertido en un verdadero horno y la temperatura subía por segundos, asfixiando a las pequeñas plantas sin piedad. El secuestro inesperado y la tortura posterior las fueron languideciendo de tal forma que estuvieron a punto de fallecer. Al notar su ausencia el jardinero se percató de lo que acababa de pasar y el ladrón, asustado, escapó dejando su botín sin retirar. Ya era muy tarde cuando las pudieron rescatar y su aspecto era tan patético como los huiros del mar. Su color se había desvanecido y también su turgencia natural. Los pétalos se habían chamuscado y los tallos y hojas se habían deshidratado como pasas en un salar. ¿Qué hacer? ¿Cómo resucitarlas después de padecer un horno de tal densidad? Habían pasado casi 8 horas friéndose en una cárcel mortal. Lenta y tiernamente las sacó de la bolsa y las dejó respirar. Luego las regó con suavidad y las fue dejando beber, sin que se fueran a arrebatar. Sacó las hojas que ya no tenían futuro y depositó los maceteros en una sombra fresca donde se pudieran recuperar. Toda la noche las dejó descansar y al otro día, las fue a revisar. Las yerberas habían resucitado casi en su totalidad; los tallos se habían vuelto a afirmar, los pétalos tenían su tintura habitual y las hojas parecían acelgas a punto de ser cosechadas. La vulnerabilidad era real, pero también su resiliencia si alguien las amaba y cuidaba de verdad.
Catapulta: ¿Te han secuestrado últimamente y te han torturado marchitando tu color y turgencia natural? ¿Crees en tu resiliencia y en los cuidados amorosos de los demás?
16 de diciembre: El Rucio fue trasplantado de ciudad, a una nueva donde su color de pelo, su altura y hasta su modo de hablar eran una excentricidad. Su interés por conocer y aprender de lo nuevo, le valió inmediatamente el cariño y el respeto de los demás, pero en su alma se fueron acumulando preocupaciones sobre esta cultura, que a sus ojos al menos dejaba mucho que desear. Ciertamente sintió dolor e incomodidad con una pobreza material difícil de solucionar, pero lo que más le inquietaba de la nueva ciudad era su forma circular, donde giraba sin parar una violencia muy dañina para toda la comunidad. Los adultos se trataban con golpes y palabras feas que volaban sin parar. Los pequeños eran barridos como moscas, porque sólo parecían molestar. Muy pocos iban a la escuela y los que iban, parecían aprender casi nada. Al menos eso parecía, ya que cuando crecían, los jóvenes no tenían sueños que conquistar; sólo evadían su frustración consumiendo basura sin sentir ni pensar. Esta corriente negativa, como de aguas negras y tóxicas, incluso le había dado el nombre al lugar, que era un “Puente Negro” hacia la desesperanza y la soledad. El Rucio, impotente, ante esta miseria amorosa, pensaba cómo regalarles una nueva oportunidad; eran tan buena gente, pero lo pasaban muy mal. Al principio intentó suplir su necesidad material, pero vio que eso no era lo fundamental, por lo que sacó de sus bolsillos unas semillas que había traído de su casa y que nunca había valorado tanto como hasta esta oportunidad. Una se llamaba Fe y la otra Vínculos y con sorpresa vio cómo comenzaron a crecer, con sólo enseñárselas a unos pocos cómo se debían cultivar. Se formaron dos árboles de tamaño descomunal; sus gruesos troncos, sus frondosas ramas y sus profundas raíces hicieron posible generar un corte en la redondez de la ciudad. El Rucio había abierto una puerta a la luz y a la amorosidad, por lo que fue nombrado hijo ilustre de una nueva área que llamaron “Puente Esperanza” en honor a las plantas que había podido trasplantar. Su cultivo sería lento y no sin gran dificultad, pero por al menos por ahí comenzaron a circular algunos niños, jóvenes y uno que otro adulto que quería cambiar su forma de relacionar, recordando al Rucio excéntrico que los había querido de verdad.
Catapulta: ¿Cuál consideras que es la mayor pobreza de la humanidad? ¿Qué plantas puedas aportar para cortar el círculo vicioso de la violencia y el desamor?
17 de diciembre: Para la esforzada tortuga todo parecía ir cuesta arriba en la carrera en que se había inscrito para salvar a su comunidad. A pesar de su duro entrenamiento y de una dieta frugal, ya llevaba varios días recibiendo señales de que la contienda iba a ser difícil de abordar. Liebres, cervatillos, conejos, corrían aparentemente más rápido y ocupaban trucos que ella jamás podría ni querría ocupar. Algunos hacían trampas y otros descalificaban a los corredores con franca maldad, por eso cuando comenzó a escuchar los resultados de cada tramo, no podía creer lo que estaba sucediendo: ¡acababa de triunfar!. Sí, sin prisa, pero sin pausa, había logrado llegar a la meta con gran holgura y con su conciencia tranquila de que jamás había actuado mal. Al otro lado de la cinta que acababa de cortar, había muchos esperándola para celebrar, pero ella estaba tan asombrada y agradecida que decidió meterse dentro de su caparazón para sentir y gustar lo que acababa de pasar. No era obvio; al contrario todo iba destinado a la fatalidad y ahora que estaba en la victoria quería saborear cada segundo este regalo antes de continuar. En silencio y en la intimidad de su propio hogar se guardó a sí misma, haciéndole inevitable el llorar. La derrota habría sido fatal para su seguridad, para su familia y su comunidad y aunque estaba dispuesta a asumirla con dignidad, este triunfo le venía con un bálsamo para recuperar la alegría y la paz. Sabía que esto era sólo el principio de una nueva carrera que ya tendría que enfrentar, pero esta vez nadie la sacaría de su cáscara donde de rodillas se puso a bendecir la bendición que le habían regalado por su fidelidad.
Catapulta: ¿Eres capaz de detenerte en un momento de triunfo para agradecer y gustar? ¿Qué te parece ir sin prisa, pero sin pausa cuando parece que otros te ganan ventaja?
18 de diciembre: Elena sabía que la entrada a su casa ya no daba para más. Debía reconstruirla y hacerla más amplia, segura y luminosa para que todos pudieran entrar. Sin embargo, cuando los maestros llegaron cerca de las cinco de la tarde a trabajar, ella quedó impactada por su velocidad para destruir todo, así como el lobo con la cabaña de los cerditos al soplar. Antes de que se pusiera el sol ya habían botado los cielos, destruido los muros y picado el piso como si el mismo nombre de Atila llevarán inscrito en su radar. En la misma obra, ellos habían invertido días, semanas y quizás más. Cada clavo y cercha había sido medida con prolijidad y los había obligado a martillar hasta altas horas de la noche y aún así, habían requerido ayudantes para poder terminar. Ahora que todo era un escombro, el peligro era real. Los clavos habían deshonrado su función original y eran púas fieras dispuestas a matar. Lo mismo con los muros rotos que eran esquirlas de guerra para quien osara pasar. Elena estaba desolada por una parte al constatar cómo costaba tan poco esfuerzo destruir su casa y dejarla como un campo de batalla víctima del mal, sin embargo, también sabía que era una etapa necesaria que vicenciar si quería una entrada apta para lo que soñaba en realidad. Se aguantó las lágrimas, confió en el plano nuevo que le mostraban los arquitectos y tuvo la precaución de no pasar por donde no debía para no salir herida ni sufrir de más.
Catapulta: ¿Eres capaz de soportar la destrucción de lo que conoces? ¿Confías en los planes nuevos del “arquitecto” aunque solo veas escombros a tu alrededor? ¿Cómo te cuidas de los peligros?
19 de diciembre: El ave había vivido siempre en el bello rosal; ese era su hogar; ahí estaban sus amigos y toda la historia linda que pudiera recordar. No había faltado una que otra contrariedad, pero era consciente que en ese espacio aromático y lleno de colores, había sacado sus plumas y aprendido a volar. Ahí había criado a sus polluelos y construido un nido donde muchas aves diferentes venían a aprender cómo educar. Hoy, sin embargo, había crecido tanto el matorral que las espinas le habían comenzado a pinchar. Al principio lentamente, pero ahora la hacían sangrar. En la medida que más se entrometía entre sus ramas para no sufrir más, las púas más se enterraban y ya habían teñido todo su pecho de un escarlata difícil de quitar. Su sufrimiento llegó a tal punto que pensó que el corazón mismo se lo iban a atravesar, por lo que tomó la decisión que jamás antes osó pensar. Debía alejarse para siempre de su querido rosal; ya había crecido demasiado y la convivencia no daba para más. Con lágrimas en los ojos, el pajarillo se fue zafando de las espinas con cuidado para no desgarrarse más, hasta que llegó a tener sus patas en la rama más alta y estaba lista para volar. Qué desprendimiento más duro y tan necesario, le dijo piando a su querido hogar. Éste, por primera vez también le habló diciéndole: “No sabía cómo hacerte volar lejos y es lo único que se me ocurrió para regalarte tu libertad. Perdona si te he dañado, pero sé que me lo agradecerás. Nunca te lo dije antes, pero tu huevo cayó aquí por casualidad. Sé que perteneces a un lugar más grande y ya encontrarás tu nuevo hogar. Vuela alto, Loica mía, jamás te podré olvidar. Ah y cuando vengas a visitarnos, que tu pecho rojo siempre te recuerde sólo poner tus patitas y nunca adentrarte más, para que mis espinas no te puedan dañar”.
Catapulta: ¿En qué medida esta historia te identifica con alguna relación que estás viviendo? ¿ Qué vas a decidir? ¿Quieres realmente volar a pesar de la incertidumbre total?
20 de diciembre: Juana odiaba las alturas y aún más el peligro y la adrenalina, pero lamentablemente la única forma de cruzar el torrentoso río era por un delgado puente, hecho de palitos de bambú, que dejaba mucho que desear. Sus cuerdas estaban gastadas y le faltaban tablas para pisar; era un verdadero hilo de fibras roídas abandonadas en el lugar. Los primeros dos pasos los intentó dar impulsada por la rabia, pero casi se tropezó y vio el acantilado bajo sus pies y se puso a temblar. Quedó paralizada de terror; se sintió incapaz. De pronto un hombre muy luminoso apareció desde el otro lado del puente y la tomó por las manos con especial suavidad. Luego sólo le dijo: “No me dejes de mirar. Fija tu vista en la mía y no mires nada más”. Juana confió en su mirar cristalino y se dejó hipnotizar por su aura amorosa que la rodeaba como una esfera de seguridad. Dio el primer paso y prosiguió varios más, pero luego vino un viento fuerte y sacudió el esqueleto de bambú y sisal. Miró hacia abajo, vio las piedras sobresalientes en el agua revoltosa y estuvo a punto de desmayarse una vez más. El hombre le insistió: “Mírame. Concéntrate en mis ojos. Nada va a pasar”. Su voz era tan dulce y calma, que atrevió a dar un paso más. Sentía que él conocía cada palo, cada amarra, como si él mismo lo hubiese armado en realidad. Pero, como si esto ya no fuese suficiente para su capacidad de tolerar su propia fragilidad, Juana vio que venía una tromba de elefantes queriendo pasar por el mismo lugar. “Aquí si que me caigo y muero”, pensó, dejando de mirar al hombre que no la había soltado jamás. Efectivamente el elástico de fibra natural se dobló a tal extremo con el peso, que rozaron los filos de las piedras del altar sacrificial, sin embargo, frente a la sorpresa de todos, los elefantes se tiraron al río a nadar y Juana miró al hombre en esos segundos en que pensó que ya todo iba a acabar. Este le sonrió tan plácidamente de vuelta, que no tuvo más que entregarse y ceder a su voluntad. Con el movimiento inverso, Juana y el hombre bueno salieron disparados por los aires y aterrizaron suavemente en unas praderas preciosas que los esperaban con una fiesta fenomenal. “Por qué así” preguntó ella. “Es la única forma mi niña de llegar hasta acá. Ya todo pasó y lo hiciste genial”.
Catapulta: ¿Qué es lo que más pánico te da atravesar? ¿Confías en la mirada de Jesús como guía único de tu caminar? ¿Quiénes son tus elefantes?
21 de diciembre: La llave del jardín llevaba meses funcionando bien, pero un jardinero muy brusco en vez de ajustarla para poner una nueva manguera, la apretó con tanta fuerza que la dejó rodada y empezó a gotear. Al principio fue sólo un poco, pero después la filtración se desató. Apenas la abrían, salía agua por todos lados y producía una inundación alrededor. Su dueño intentó sellarla con silicona, pero sólo un rato funcionó. Luego intentó con una goma de neumático y esta se filtró. Con todo la poza a su alrededor iba formando barro y ya era difícil acercarse a ella sin salir mojado y embarrado por la situación. El gasfíter finalmente apareció y dio las siguientes indicaciones para su reparación. Lo primero es cortar la matriz, para que no entre más agua al circuito y que toda el agua que aún haya en las cañerías pueda salir de ahí. Por lo anterior, el dueño se sacó los zapatos dispuesto a empaparse, abrió la llave y dejó que saliera todo el chorro contenido en las entrañas oscuras de la matriz. A principios fue a borbotones y después fue menguando el flujo hasta solamente un chorrito y gotas que parecieron eternas, pero que pronto dejaron de escurrir. Sólo ahí, el gasfíter pudo comenzar a trabajar: con un soplete secó bien el conducto, vio el canto que se había rodado; le echó un ácido fuerte para preparar la superficie a sellar y luego puso todos los ungüentos para pegar la nueva goma que se había roto por apretar. Las indicaciones de secado fueron 24 horas o más, sin que nadie la tocará o abriera el canal principal. Pasado ese tiempo, la llave volvió a funcionar a la perfección y no filtró más. En la poza salieron flores y hasta pajaritos vinieron a cantar. El agua filtrada había sido bien utilizada y del mal salió bien una vez más.
Catapulta: ¿Se te abrió la llave de la pena y no la puedes arreglar? ¿Cómo contienes la filtración o la dejas fluir para que se pueda después reparar? ¿Qué vida podrán generar tus lágrimas de hoy en un tiempo más?
22 de diciembre: El pequeño velero surcaba el mar con gran dificultad. Las olas se habían encabritado y los vientos a cada momento lo querían volcar. Los cielos estaban pintados de gris y el sol no se asomaba ni por casualidad. Los monstruos del fondo del océano habían salido a ostentar su maldad y la pequeña nave parecía una pluma al vaivén de la inmensidad. Sus velas estaban empapadas y su mástil no hallaba el norte ni atisbaba ninguna costa donde atracar. Su madera crujía con la furia de las olas y sus súplicas se perdían en los ecos de la soledad. ¿Qué hacía; se dejaba hundir nada más? pensaba mientras sentía cómo el agua fría y salada se entrometía en sus entrañas queriéndolo tragar. Cerró los ojos y a su recuerdo vino el puerto de donde había zarpado días atrás. El rey le habían encargado su mayor tesoro y él se había comprometido a guardarlo pasara lo que pasara, sin importar. Oculto en la sencillez de su vientre maternal, el velero era el útero del futuro del reino y no podía renunciar, ahogándose en la tormenta o en su propia fragilidad. Con reverencia abrió el cofre y deslumbrado vio su contenido brillar. Parecía el interior de un volcán, lleno de gemas, rubíes y piedras de belleza sin igual. Lo más impresionante era que palpitaban como si estuvieran vivas y no dejaban de moverse como un caleidoscopio de cristal. El velero valoró su misión y la confianza que no podía traicionar; le habían encargado cuidar al Amor para poderlo multiplicar Cerró el cofre, despercudió sus velas y siguió navegando sin aflojar hasta que perdió la conciencia y el tiempo lo dejó descansar. Al otro día, los mismos vientos se apaciguaron y lo llevaron a puerto con su tesoro especial. La algarabía al recibirlo fue total: sus velas se habían vestido con caracolas de oro, su madera brillaba con estelas de diamantes y sal; su vientre de tablas, iba abierto y chorreando sangre real, pero lo más impresionante era que en su proa iba un niño de luz, conduciendo el timón hacia el cielo con una sonrisa llena de alegría y paz. El Amor había nacido y la vida volvía a reinar. Todo gracias al sacrificio y resistencia de un pequeño velero blanco que fue valiente hasta el final.
Catapulta: ¿Eres tu velero que lleva el Amor en tus entrañas? ¿Qué tormentas y peligros te han acechado para hacerte abortar? ¿Ves al niño Dios reinar?
23 de diciembre: La niña cayó en una caverna oscura, llena de culebras y hiedras de alambicado tejido, imposibles de penetrar. A pesar de sus intentos de salir, una y otra vez, volvió a resbalar y así se fue cansando de las mordidas y de las heridas que le causaban las plantas al rozar. De pronto vio una cuerda gruesa caer que la quería rescatar. La tomó con todas sus fuerzas, pero era tan áspera y tan ruda que le rompió las manos y se tuvo que soltar. Lo peor fue que al caer nuevamente, se hundió a mayor profundidad y sintió que ya no tenía esperanzas de volver a la superficie a reír y a gozar. Cuando de rodillas sollozaba, vio como un cordón de seda apareció como una acuarela espectral en medio de la oscuridad. Su aroma y textura eran tan suaves que lo amarró a sus muñecas como una trapecista profesional. Parecía una caricia celestial que, sin prisa, pero sin pausa, comenzó a jalarla devolviéndole la confianza en la vida y la luz que ya atisbaba en la entrada del pozo infernal. A medida que el cordón la subía, requirió un poco más de fuerza para que no se fuera a cortar; su peso no era menor y le dio pánico volver a precipitarse en forma mortal. Al observar mejor a su rescatista de seda natural, vio que por dentro también iba la cuerda áspera abriendo camino para espantar las serpientes y cortar las hiedras del mal. Para salvarla se habían requerido las dos cuerdas y no pudo más que agradecerles y celebrar con alegría y humildad todo el esmero y cuidado que ambas habían tenido al trenzarse en forma tan particular.
Catapulta: ¿Has caído últimamente en alguna caverna similar? ¿Qué o quiénes te han logrado sacar? ¿Has agradecido de verdad?
24 de diciembre: Serapio era un pirquinero trabajador y esforzado. Con su picota y su pala siempre había buscado esa mina preciosa que le permitiera asentarse y plasmar todos sus sueños y felicidad. Varias vetas lo habían entusiasmado, pero finalmente habían resultado ser polvo y tierra nada más que se desvanecía al lavar. Sin embargo, esa tarde su pala tocó algo más duro que el metal. Al barrer el polvo vio un brillo inusual. Echó agua de su cantimplora para despejar su hallazgo y vio una especie de artería roja atravesando la roca que se ramificaba por todo el lugar. Tomó todas sus herramientas y se puso a picar, encontrando un verdadero sistema sanguíneo de rubíes y las piedras más preciosas que hubiese imaginado jamás. Junto con ellas había capilares de diamantes y alveolos de zafiros y turquesas de mar. Ni el más grande genio del universo podría haber hallado tesoro igual. Serapio decidió vender toda su fortuna y comprar este campo para poderlo trabajar. Estaba tan entusiasmado y lleno de felicidad, que no puso real atención cuando firmó el papel de la propiedad y sólo cuando cayó la tarde, fue consciente de la tremenda barbaridad que acababa de realizar. La tierra que ocultaba el tesoro siempre le había pertenecido y figuraba su nombre con toda claridad. Siempre había sido un hombre rico, con todas las oportunidades para plasmar sus proyectos y sueños sin ninguna dificultad; sólo si se hubiese dedicado a cavar en su propio terreno y no vagabundear por el mundo en busca de una fortuna efímera y sin profundidad. Será, dijo Serapio y le dio gracias a Dios por la tremenda revelación que se le había dado para continuar en la abundancia y gozo su segunda mitad.
Catapulta: ¿Te has topado ya con tu tesoro esencial? ¿Qué herramientas te pueden ayudar a descubrir esta verdad? ¿Qué relación crees tiene Dios con este tesoro?
25 de diciembre: Apenas nació, la creatura percibió el frío y el desarraigo del tibio útero que la había cobijado, por lo que sus ojos y sus pulmones se coordinaron a la perfección para expulsar toda el agua que la inundaba por dentro y no la dejaba respirar, estallando en un llanto gutural. Qué soledad más erizante sentía en su piel; todo ruido era una amenaza y extrañaba el murmullo dulce y embriagador que lo había arrullado en su cuna natural. El viento helado era una aguja china clavándole cada poro, por lo que experimentó un miedo mortal: acaso moriría apenas vislumbrar esta nueva realidad. ¿Esto era la vida tan esperada y anhelada de la que se hablaba en la eternidad?. Sus puños apretados se remecían agitados igual que todas las células que podía reconocer vibrando con él. Extremidades, órganos y sistemas se resistían a esta nueva condición de tener que luchar y trabajar por percibir ser uno sólo, un yo separado de la totalidad. Así iba cayendo en el abismo de la desolación, dispuesto a ser carne para los lobos que comenzaban a aullar. Sin embargo, sin esperarlo recibió un abrazo que jamás podría olvidar. Una piel suave y tibia lo empezó a envolver como una manta real; su aroma era fresco y de un diversidad difícil de explicar. Una voz llena de miel lo arrulló y lo abrigó con besos de ternura angelical. La vivencia fue tan excitante como consoladora por lo que no pudo más que silenciarse y alertar todos sus sentidos para grabar la delicia de ser amado así, sin más. El niño se durmió embriagado en ese sopor amoroso, gustando la maravilla de vivir en medio de la humanidad aun cuando seguían los lobos aullando en la oscuridad.
Catapulta: ¿Eres capaz de imaginar lo que sintió el Señor al nacer en nuestra condición humana? ¿Qué pensamientos, sentimientos y mociones te provoca esta realidad?
26 de diciembre: El monje recién había sido aceptado en el monasterio. cuando fue llamado a la barbería por su superior. Sin decir agua va, el muchacho vio cómo sus crespos dorados caían como plumas de gallina muerta al suelo, al ser rasurados por una filosa navaja de plata. En cosa de minutos, su antes apuesto rostro se vio transformado en algo completamente nuevo; no era más feo, pero sí muy diferente y se extrañó de los ángulos de su cara y de los relieves desconocidos que ahora eran evidentes en su cráneo lustroso y brillante. Salió fuera y lo primero que lo estremeció fue el viento frío que lo atravesó. Qué sensación más rara sentir su piel como de recién nacido a la intemperie y sin protección. A poco andar por la ciudad, los comentarios también le comenzaron a afectar; unos lo felicitaban por su vocación y otros los criticaban directamente o sonreían socarronamente al verlo pasar. No era menor ser consciente de cómo casi 500 gramos menos de pelo lo habían hecho una persona nueva para sí misma y para los demás. Ya al mediodía el dolor fue brutal; el sol arremetía contra su piel alba y virginal y la pelada parecía el cráter de un volcán. Se protegió con un sombrero y se echó ungüentos para aliviar el dolor con lo que logró volver al monasterio y hablar con su superior. “Maestro, ¿por qué me impuso tan rápidamente un cambio si apenas ingresé hoy?” preguntó el chiquillo ya semi acostumbrado a su nuevo aspecto no carente de molestias y dolor. “Mi amado aprendiz, tu calvicie será un recordatorio de la vida nueva que elegiste para estar con Dios. Deberás ser perseverante y adaptarte día a día a este nuevo rostro interno y exterior. Tus crespos de oro ya sólo eran un peso para tu misión. La gente ya sabrá claramente a quién perteneces y tu reconocerás quién es quién con sólo darte una vuelta alrededor. Ciertamente a veces te dará frío y otras veces mucho calor, pero lentamente tu piel se irá curtiendo y ya vendrá el tiempo en que sólo sentirás en tu cabeza las suaves caricia del creador soplando en tu mente toda su inspiración”.
Catapulta: ¿Te acostumbras a tu nueva vida espiritual? ¿Qué consecuencias evidentes te ha traído? ¿Confías en el gran “maestro” de tu vida?
27 de diciembre: La estatua yacía escondida años, quizás siglos, debajo de una vieja lona en las bodegas del museo nacional. Nadie la había notado como algo especial y en los inventarios aparecía como un bulto nada más. Por eso cuando el bodeguero fue enviado a limpiar, no cupo en sí al ver la figura que acababa de destapar. Con un cuidado único comenzó a tocar sus brazos, su pecho, su textura suave, admirado del gran tesoro que acababa de encontrar. Cómo nadie la había visto y ubicado en el salón principal, se preguntaba acariciando los dedos de una mujer de piedra tallada con especial delicadeza y una piedra extraña, que parecía mármol, pero era más blanda y se deshacía al tocar. Intrigado el hombre se fue a buscar a los anales del museo para averiguar de dónde provenía y porqué la habían relegado a las bodegas, siendo que -al menos para sus ojos- era de una belleza sin igual. Recorrió los libros viejos hasta que por fin encontró la información que quería encontrar. “Estatua hecha en material orgánico, imposible constatar su origen y/o durabilidad. Fue encontrada en un campo cubierta de barro y paja; sólo se sabe que un anciano muy bueno la cuidó hasta su muerte como en un altar. Su forma y belleza no es de gusto popular; es considerada como niña a pesar de representar a una mujer de mediana edad. Se cree que el artista puso mucho cuidado al tallar, ya que no se siente al tacto ninguna aspereza ni rugosidad; sólo se ven surcos marcados en su rostro dibujando lágrimas y comisuras en los labios, como si la imagen tuviese la misma facilidad para reír y llorar. Su defecto es que su superficie es muy frágil y fácilmente se puede dañar. Los análisis preliminares dicen que su interior es de roca y que si se pone a contraluz se puede ver como un rubí palpitando en el centro del torso, como si estuviera viva en realidad. Puede ser muy valiosa como obra de arte, pero se sugiere guardar porque es tal su rareza que muy pocos la sabrán apreciar” terminaba el informe y el bodeguero entendió que era verdad. Por eso, decidió cuidarla como el abuelo del registro y esperar el momento propicio para que el público del museo la pudiese valorar y celebrar.
Catapulta: ¿Eres capaz de reconocer a las personas bellas que te rodean? ¿Qué te provocan? ¿Cómo cuidarlas y promoverlas a pesar de su fragilidad aparente?
28 de diciembre: El chef francés ya había tirado los huevos al sartén. También había añadido las setas, los pimientos, las zanahorias, el tocino y la sal para hacer la más fina y sabrosa omelette para el banquete real. Sin embargo, a medio camino algo anduvo mal y la preparación se convirtió en un desastre de proporción. Los huevos no se unían a los ingredientes; los pimientos se quemaban y las zanahorias seguían crudas, sin rendirse a la cuchara de palo que trataba de enmendar el desastre sin ningún acierto la verdad. El maestro de la cocina había preparado tantas veces antes este plato y estaba orgulloso de su capacidad; qué pasaba ahora que todo parecía un fracaso y la vergüenza acechaba con más fuerza que los gatos que esperaban una oportunidad en la ventana del lugar. Las lágrimas le corrían por el delantal y estuvo tentado de tirar toda su historia al tacho de la basura, renunciando a cualquier esperanza y dignidad. Tan ofuscado estaba que apenas oyó la voz de una chiquilla linda que se asomó a su hombro diciéndole: “Dale vuelta a la tortilla; ya verás”. Tras reincorporarse, el chef obedeció automáticamente y con su destreza habitual, tomó el sartén, comenzó a mover el menjunje y lo lanzó por los aires arriesgando su reputación y profesión además. Uno a uno fueron cayendo los ingredientes en una mezcla semi cocida, pero de una textura inédita y un color muy especial. Era la omelette más bella y perfecta que hubiese conocido en toda su trayectoria profesional. Con orgullo la presentó al rey y obtuvo un premio especial. Intrigado fue a buscar a la niña que lo había salvado, pero nadie la había visto ni sabía de su existencia en realidad. El chef agradecido instauró para siempre esta receta llamándole “La omelette celestial” pues en ella sólo había que lanzar todo al cielo y dejarse sorprender por el armado que el Gran Chef de la vida puede cocinar.
Catapulta: ¿Eres capaz soltar los ingredientes que hoy te aprobleman?¿Logras ver las cosas desde otra perspectiva al darle vuelta a tu tortilla vital?
29 de diciembre: Diego había empacado dos maletas muy diferentes para su viaje a Europa a donde se iría a vivir como inmigrante. El tramo era muy largo y ciertamente en el barco tendría que aceptar días soleados y calmos y otros de tormenta y agitación; el océano siempre actuaba así con él y con todos los viajeros que se atrevían a vivir. En una maleta llevaba puras cosas lindas como optimismo, fe, esperanza, una lupa gigante para ver las gracias y bendiciones diarias, colores alegres, sonrisas por mil, energía, pasión, ilusión, curiosidad, amor, libertad, ternura y bonitos recuerdos atesorados en viajes pasados. En la otra llevaba miedos, angustias, cerros de fantasmas, desolación, pesadillas que había creado y otras que le habían regalado; también cargaba en ella ambiciones, esclavitudes, apegos, toneladas de frustraciones, heridas antiguas y un cerro de lágrimas que había acumulado sin querer. Cada mañana al ver el horizonte, Juan debía decidir qué maleta abrir y ver qué ponerse para acercarse así su destino. Los días de sol le salía más fácil la elección, pero los días nublados o de lluvia, la opción era más difícil de realizar. A mitad de camino cuando entendió que finalmente siempre dependía de sí mismo qué vestir, decidió ponerle unos letreros gigantes a cada una, para ayudarse en el discernimiento existencial. A una le escribió: “Infelicidad; si eliges cualquiera de estas ropas lo vas a pasar mal”. A la otra le rayó con rojo la siguiente oración: ”Vístete con agradecimiento, siempre te sonreirá el corazón”. Dicen que cuando llegó a Europa le preguntaron su nombre para la inscripción y en vez de Diego contestó, Diamor. El ego y su maleta de desdicha la había lanzado al mar; sólo llevaba consigo un bolso liviano y bellísimo que se llamaba libertad.
Catapulta: ¿Qué maleta eliges el día de hoy? ¿Eres consciente que la desdicha y la felicidad siempre están en lo que piensas y no necesariamente en la realidad? ¿Cómo te gustaría llamarte en verdad?
30 de diciembre: Berna, el misionero, estaba en medio del río africano y la corriente lo quería llevar. Había tantos hipopótamos, cocodrilos y serpientes venenosas flotando junto a él, que sobrevivir era una odisea difícil de lograr. Con horror veía cómo se devoraban unos a otros y las aguas turquesas se teñían de espanto, desesperanza y maldad. Él había viajado de tan lejos, dejando sus propios vínculos atrás, convencido de poder sembrar alegría, educación, amor y paz en tierras que ya casi nadie quería cultivar. Sin embargo, ahora el río había crecido tanto y estaba todo tan revuelto que no sabía cuándo podría volver a su misión y si sus plantaciones estarían vivas al volver a su lugar. Todo se había inundado de esta corriente sucia que llevaba palos, piedras y bultos difíciles de identificar. ¿Qué hago Señor?, se preguntaba aferrado a una pequeña balsa hecha de bambú y cuerdas nada más. La respuesta no se oía y parecía que hasta Dios se había ido para no sufrir más. Berna, estaba triste; no sabía cómo aliviar el dolor de pequeños animales que flotaban a la deriva y que él trataba de salvar subiéndolos a su embarcación tan frágil como la estabilidad general. Finalmente se dejó llevar por las corrientes y esperó con paciencia a que el agua volviera a su cauce y a su nivel natural. Cada ser vivo volvió a su madriguera y pudo lamer sus heridas y reponerse de la catástrofe que acababan de padecer con tanta violencia y sin razón además. Berna, al volver a sus tierras vio con sorpresa cómo el lodo había fertilizado y ablandado lo que le había costado tanto picar. Sus semillas habían crecido en su ausencia una enormidad. Dios se había encargado de cuidarlas y reproducirlas a no poder más. Tanto así que todos los animalitos que había cuidado en la inundación se mudaron ahí para construir su nuevo hogar. Berna bajó los brazos un momento para descansar; sabía que el Señor los tenía en alto para proteger a la humanidad.
Catapulta: ¿Dónde están tus brazos cuando todo parece ir mal? ¿Eres capaz de actuar como humano aunque estés rodeado de bestias? ¿Confías en que la misteriosa fecundidad de la “inundación” del mal?
31 de diciembre: Pablo estaba muy concentrado trabajando en arreglar su invernadero. Unas tablas se habían soltado en el invierno y era necesario volver a clavarlas para poder proteger las plantas del calor del sol. En eso estaba cuando una bella mariposa lo distrajo con su vuelo juguetón haciendo que se martillara un dedo en vez del clavo en cuestión. Vio de inmediato cómo su dedo gordo tomaba un feo color y cómo su mismo corazón se concentraba en dos falanges palpitando en pleno infarto de dolor. Tal fue su rabia y desesperación que tiró el martillo lejos con tan mala suerte, que éste justo rebotó en un macetero de rododendro y le fue a dar con toda la fuerza en su nariz que crujió. En milésimas de segundo la sangre se desvió de dirección y se salió toda por su tabique causando un destrozo aun mayor. Las flores lo miraban con estupor y la pobre mariposa coqueta se escondía temerosa en un rincón. Cuando pasados unos segundos el matico en su dedo y en su nariz lo alivió, Pablo se sentó entre medio de los tulipanes a reflexionar sobre lo que le pasó. Si hubiese aceptado la primera distracción con mayor humildad y buen humor, habría evitado la segunda aflicción. Con su propia sangre pintó un letrero a la entrada del invernadero para nunca olvidar la lección: ”Lo que se acepta duele menos” dijo y tomó a la mariposa para agradecerle su vuelo y su belleza que nunca más olvidó.
Catapulta: ¿En este año que acaba, qué aspectos de tu vida vale la pena aceptar para que duelan menos y puedas partir el próximo año más libre y feliz?
Tejidos de Cielo y Suelo
Dicen algunos que nosotros elegimos nuestros nombres antes de nacer. Que se los dictamos a nuestros padres porque en ellos se esconde una vibración particular que nos va moldeando todas las dimensiones para lo que venimos a ser y hacer a la existencia. Ciertamente en cada vibración siempre existe el riesgo de desentonar e irnos al suelo más profundo, renunciando a nuestro don único que vinimos a cantar. Pero también existe la tremenda oportunidad de que este nombre sea uno de los puentes que nos conduzca al cielo a nosotros mismos y a los que nos acompañan.
Cada nombre y cada historia aquí inventada es un oportunidad para conocernos mejor a través de esta clave universal que no distingue ninguna situación. Siempre seremos llamados por nuestro nombre y será parte constitutiva de nuestra identidad. Para bien o para mal, los nombres que aquí irán saliendo serán los “soplados” para comenzar, pero seguro que en 365 días habrá muchos que no se podrán trabajar, sobre todo ciertas combinaciones que son alucinantes de observar. No es lo mismo un Pablo que un Juan Pablo, ni una Magdalena que María Magdalena. Cada palabra va aportando sus matices, sus tonos y son fascinantes de auscultar.
Espero que estas breves historias que nacen de la intuición, de la experiencia y de la invención, sean una puerta para limpiar y arar los suelos que cada uno lleva dentro, grabado en su alma cuando la palabra se hizo carne, y que le permitan el retorno al cielo con júbilo y gozo.
Este libro puedes leerlo en orden o saltarte de una página a otra al azar; espero que la Providencia te ayude a iluminar tu propio cuento desde el que yo pude redactar. Ah, y no olvides lo más importante: no hay día que no tenga un nombre para profundizar; todos somos materia prima para crecer y acercarnos cada vez más a lo que vinimos a plasmar en esta realidad.
Manuel era un hombre rústico y sencillo a no poder más. Se dedicaba a la pesca y tenía brazos fuertes para remar y coser las redes que cargaban toneladas de peces desde su niñez que había sido también austera desde que podía recordar. Como las olas del mar, sin embargo no había que dejarse engañar, ya que su corazón manso por naturaleza, si lo apretaban más de la cuenta, podía volverse furia y tormenta sin par. Lo que sí, duraba un susurro, ya que él mismo se entregaba luego en lágrimas atemorizado de que a alguien hubiese podido dañar. La paternidad se le daba como un don natural y solía ser el mejor consejero de su comunidad. No se andaba con medias tintas y tenía la fe bien puesta en Dios por lo que su juicio era certero sin venderse ni comprar amistad. Nada de medias tintas; eso era para los pulpos y a él no se le daba enredar. En las mañanas era muy frecuente verlo cantar; es que su corazón de niño nunca logró madurar. En su barca jamás entró la codicia ni la vanidad. Siempre se contentó con sus redes, con sus peces y con las aves que lo venían a visitar. Creían los mal hablados que conversaba con ellas y en parte decían verdad. Manuel tenía una red colgada en las nubes, porque decía que ahí podía pescar angelitos que le soplaban mensajes lindos para anunciar. Quizás por lo mismo ya de anciano fue elegido para conducir a todos los demás con su sabiduría y alegría servicial. En fin, Manuel era de una grandeza comparable con el mismo océano donde cada mañana iba a trabajar. Por eso mismo se ocultaba en su simpleza aparente y humildad; no fueran a descubrir que era un profeta de cielo mezclado en el suelo para sembrar amor y paz.
Para pensar: ¿Qué Manuel conoces que te haya inspirado esta vibración natural? ¿Sabías de su espíritu heroico y humilde?
Carola, como le decían sus amigas, vivía en un reino de aparente orden y control total. Cada mañana estructuraba su día para vivirlo feliz y que ninguna variable se le fuera a escapar. Elegía de su ropero un vestido lindo, colorido, liviano, a la moda, atractivo, pero sin ostentar. Planificaba sus tareas y disponía de la “A” la “Z” su cabeza para que todo calzara y cumpliera con las ideas que ya tenía pensadas. No quería que nada le hiciera hacer las cosas distinto y navegaba con éxito con bastante facilidad. El problema venía cuando algo era diferente ya que se ofuscaba con un berrinche fenomenal. Una energía muy triste y muy dura salía de su corazón, haciéndose daño a sí misma y a los demás. Con todo, ella quería caer bien, ser buena persona, querida, pero ocultaba una herida que no podía manejar. Su padre se había ido de viaje cuando era muy pequeña, dejándole una rabia/tristeza del tamaño de una catedral, por lo que había aprendido a ocultar sus sentimientos, sus emociones y también su femineidad. Mejor era la coraza y el control que la posibilidad de ser abandonada. Así, se le daba mejor lo masculino, lo funcional, lo evidente, lo que la hacía un poco insensible a los demás, en especial a los que llevaban el corazón en bandeja para ofertar. Su fuerza se suavizaba cuando se dejaba llamar Carolina o Carolita por los que la amaban de verdad. Sólo así podía conectarse con su niña linda y volver a confiar que el mundo ciertamente era impredecible, pero también lleno de belleza y sorpresas para gozar.
Para pensar: ¿Eres consciente que detrás de cada nombre siempre hay una historia y una herida que sanar? ¿Cómo amar y dejarse amar por las Carolas y darles seguridad?
Felipe desde que nació llamó la atención por su particularidad. Era intenso, simpático, despierto, llevado a sus ideas y con una fuerza interior que nada ni nadie podía frenar. Podía aparecer avasallador a ratos, pero su corazón estaba siempre presto a reparar. Quizás por lo mismo su afición por los caballos no fue del todo casualidad; eran el mejor espejo que encontró para ver su imagen y poder cabalgar sin ser domado del todo, salvo por un amor descomunal. Así se fue entregando a quienes de verdad apreciaban su esencia, pero corcoveaba y pateaba de lo lindo si lo querían pasar a llevar. A veces había que acortar las riendas de su lengua para que no hablara tantas verdades sin caridad, pero en el fondo era un hombre bueno, trabajador y muy leal. A medida que fue creciendo fue desarrollando músculos que le permitieron galopar por muchos lugares y aprender a valorar la diversidad. Felipe era un viajero incansable de humanidad, ya que no había nada más atractivo para él que un corazón que escuchar, sobre todo si era silvestre y diferente a él y su realidad. Como sus pies eran firmes y su lomo estaba acostumbrado a soportar pesos, no tuvo miedo de abrirse caminos por donde nadie había pasado jamás. Los que lo conocían lo admiraban, le temían a ratos; no pasaba desapercibido para nada, pero él era absolutamente inconsciente de que estaba haciendo camino y estelas al andar. Su vista, como la de los caballos, siempre iba hacia delante; nunca hacia atrás. Le gustaba el viento al galopar y sobre todo el viento suave de su naturaleza amada y la libertad.
Para pensar: ¿Qué aspecto de este nombre te gusta en forma especial? ¿Cuál te cuesta integrar? ¿Cuán domado y/o libre te sientes tu mismo con tu ser esencial?
Alejandro era un hombre grande desde pequeño; tanto como si cada letra extendiera su esencia. Venía vestido desde el origen por un aura de realeza, distinción, sobriedad, mansedumbre y creatividad que lo hizo ser diferente al resto desde que podía recordar. Si bien era un niño y tenía la posibilidad de errar y jugar, se sentía obligado internamente a ser más maduro que el resto y restarse frente a la locuras que se solían dar. Sin embargo, cuando llegó a ser un hombre grande su fuerza no se dejaba de notar. Su voz pausada y dulce iba llena de autoridad; de rocas, de estructura como si su misión de vida fuese construir y gobernar. Lo que no conocía casi nadie era que en ese corazón manso y noble se había escondido también una gran soledad. Una especie de nostalgia eterna que apagaba la chispa natural. Las cosas y las personas le entusiasmaban y verdaderamente se quería entregar, pero este lastre de plomo interno lo boicoteaba a sí mismo privándose de la pasión plena y la extroversión natural. Cierto que su trabajo meticuloso y su gran habilidad para pensar le permitieron hacer imperios donde nadie pensó jamás, pero también acrecentaron su herida y sensibilidad, ya que no sentía contenido a ese niño que habría querido ser Ale o Alex nada más, para disminuir un poco ese peso de la comunidad.
Para pensar: ¿Crees que la extensión de un nombre tiene que ver algo con su esencia más profunda? ¿Qué sucede con los apodos o versiones más cortas? ¿En qué medida suavizan o exacerban su vibración existencial?
José sí que era bueno y fiel, pero no le gustaba demasiado la vida ruidosa y los chismes de la sociedad. Convivía con ellos, disfrutaba con libertad, pero su mundo interno era tan diferente y tan grande que siempre tenía un pie en este mundo y otro más allá. Un pie muy concreto, gozador, valiente, trabajador y dedicado a lo que le pidieran en realidad. El otro en cambio, pisaba en dimensiones muy profundas y espirituales a las que muy pocos sabían llegar. José estaba ligado a la bondad como las abejas al panal y resentía los planes que urdía el mal. A José no le gustaba por lo mismo figurar; le gustaba proteger y apoyar a otros, pero siempre en segundo lugar. No sabía si era temor o inseguridad; probablemente algo de eso había, pero sobre todo una humildad muy característica que lo hacía amable, aunque no hablara ni hiciera nada. A veces su nombre se revitalizaba con el de Tomás; un hombre con dos facetas muy diversas y complejas de administrar; uno de juerga e incrédulo y otro amoroso y servicial. El gemelo era uno sólo, pero ayudaba a acentuar un pie u otro, de acuerdo al estado amoroso en que se encontrara José con los demás. Sí, porque José era regalón al extremo y necesitaba caricias como combustible vital. No grandes aplausos, pero sí seguridad de que él era importante y un pilar para la comunidad. José era sencillo, pero no había que hacerlo enojar. En esas ocasiones el dulzor de las abejas que lo caracterizaban se convertía en campo de batalla dispuesto a defender su territorio y no dejarse pasar a llevar.
Para pensar: ¿Qué aspectos de la sencillez y humildad de José te resuenan en tu realidad? ¿Cuál es tu lugar favorito al relacionarte con los demás? ¿Dónde se encuentran tus pies?
Juan Pablo era un soldado que había sufrido mucho en su infancia producto de la guerra que había asolado a su pueblo y a su familia en particular. Por lo mismo había aprendido muchos más trucos que los niños de su edad y había desarrollado una sensibilidad y sentido protector difícil de igualar. Como había sufrido hasta las entrañas, sabía empatizar con los que sufrían cualquier dolencia, tristeza o enfermedad dedicando toda su fuerza, energía e inteligencia para convertirse en un general muy admirado, respetado y con fama de heroicidad. Sin embargo, su capacidad de amar la había postergado por la guerra y por servir a los demás, por lo que cuando llegó Francisca a su vida no supo bien cómo reaccionar. Su frescura fue despertando en él su amorosidad y elasticando capacidades que jamás pensó tener ni necesitar. Su mirada inquieta y llena de bondad fue haciendo que él sacara sus armaduras y dejara un rato de pelear. Su risa linda y sonora le hizo conocer dimensiones mucho más profundas que lo que él podía manejar. Esta intervención del amor incondicional le permitió a este hombre explotar todo su potencial y terminó siendo un gran estadista de su comunidad. Al poco tiempo y contra todo pronóstico logró conquistar la paz, no sólo de su pueblo y de su familia sino también de su propia alma, que pudo sentir y disfrutar la vida en totalidad. Juan Pablo así pasó a la historia como un hombre ejemplar que pudo integrar en una danza perfecta la capacidad de luchar y amar.
Para pensar: ¿Qué se te da con mayor facilidad; luchar o amar? ¿Qué o quién te ayuda a complementar? ¿Es tu historia digna de recordar?
Mario podría haber ido a una gran universidad y/o ocupar una gerencia por su gran inteligencia y sentido común, que lo hacía un hombre muy sabio en comparación a los demás. Sin embargo, había algo en él que detestaba cualquier forma de ambición u opulencia material. Su felicidad estaba en lo más sencillo, en lo más simple, pero sin quitarle ni un ápice a su elegancia y dignidad original. Su familia era de la más alta alcurnia y posición social, pero él se ocultaba en el campo, en su cabaña, en ropas muy rústicas, disfrutando ver pasar el tiempo, sin alterarse por los avatares y vértigo en que vivían los demás. Para ellos, podía parecer flojo o un proyecto chingado ya que sus frutos y productos apenas alcanzaban a servir para su pasar. Nunca había salido en un diario ni ocupado el palco para liderar. Lo suyo era la vida plácida, gozadora y sin ánimos de transformar el entorno, sino fundirse en él como si fuese uno más junto a los bosques, los perros y la murtilla natural. Sus ojos delataban su nobleza y su integridad, pero a la vez goteaban un dejo de nostalgia o frustración existencial. Su vida entera era un misterio para el paradigma occidental tan acostumbrado a producir y a aparentar. Quizás finalmente ese era su gran aporte a la sociedad: poner un freno a lo típico y dar un testimonio de un modo distinto y sólido de felicidad.
Para pensar: ¿En qué medida el ejemplo de Mario te cuestiona tu forma de vivir en la actualidad? ¿Quién estará más cuerdo en realidad? ¿Cómo construyes tu felicidad?
Trinidad desde pequeña siempre había respondido mejor al llamado de Trini, porque su nombre completo le hacía mucho peso en la espalda y no se sentía capaz. Por mucho tiempo pensó que esta sensación obedecía a que creía que la reprendían o a una responsabilidad que pensaba no había sabido cumplir o llevar. Sin embargo, al mirarse al espejo, su imagen le reflejaba verdaderamente más de una persona habitando su humanidad. Había una más bien grave y mansa, siempre dispuesta a acoger y a amar. De ella salía otra dispuesta a emprender cualquier temeridad y en sus ojos la pasión por la vida y la enseñanza no la podía frenar. La tercera persona, siempre iba más camuflada, pero con igual intensidad que las dos primeras, creaba cosas a su paso e iba encendiendo fuegos en otros sin destruir ni quemar. Por lo mismo esta niña llegó a la adultez tratando de lidiar con tanta autoridad, sobre todo teniendo en cuenta que ella misma se sentía la mayoría de las veces una cuarta integrante de este clan; frágil, temerosa e inadecuada para dialogar con esta sola unidad de fuerzas que salían siempre por el mismo canal. Un día, en vez de seguir resistiendo este peso como si fuera una calamidad, la Trini más pequeña invitó a las tres Trinis grandes para elaborar un plan. En vez de ir en su espalda ellas pasarían al frente a enfrentar cualquier situación existencial y si a la miedosa le venía el pánico o sentía nuevamente incapaz, entre las tres le harían una silla de brazos y la llevarían en andas hasta que se pudiese recuperar. La Trini comprendió que la tribu que la formaba era un privilegio en realidad y desde ahí hasta su muerte cada tarde se la vio bailando frente al espejo en un ronda virtual espectacular.
Para pensar: ¿Qué otros nombres conoces que son difíciles de llevar por su gran peso moral? ¿Crees que afectan en la personalidad y en la misión de las personas?
Horacio nació con una mal formación consistente en tener más grande que todos su corazón. A ratos le palpitaba con tanta fuerza que ensordecía cualquier otra posibilidad de conversación, pero la mayor parte del tiempo le permitía expresar la ternura y nobleza de este gran órgano y su función. Para compensar tanto esfuerzo y ejercicio del pecho, mucha de la sangre iba destinada a la emoción y dejaba a otros la gran intelectualidad o la erudición. Por lo mismo, probablemente, nunca tuvo gran ambición; lo suyo era formar familia, vivir seguro y mantener su honor, aun cuando todos claudicaran a los principios y al valor. Su labia era abundante y su mejor arma de seducción. Le gustaba ser querido y cuidado como un niño regalón; tanto que a veces podía pasar por un osito de peluche, dispuesto a dar abrazos con genuino amor. Sin embargo, tenía un gemelo del mismo nombre que ostentaba la total contradicción. Cuentan que su corazón enorme se había agriado por el dolor y en vez de ternura y nobleza, escupía odio y resentimiento sin control. La codicia había nublado su corazón y en vez de calma gustaba sembrar discordia y desunión. Cuánto mal esparcía sin conciencia y convencido de su miserable misión. Los dos hermanos Horacio se habían separado de pequeños por esta misma condición: amor y odio no tenían la posibilidad de mezclarse; no había opción.
Para pensar: ¿Qué versiones tóxicas conoces de tu propio nombre? ¿Qué tanto de eso puede existir en ti? ¿Qué Horacios te ha tocado conocer?
Domingo hacía pleno honor a su posición dentro de los días de la semana ya que a él le gustaba en esencia disfrutar de la vida y descansar. No entendía muy bien a los que se agitaban tanto de lunes a viernes y no paraban ni para almorzar. A él le gustaba transitar por la vida a su ritmo pausado, contemplando largamente cada belleza que resonaba en su sensibilidad. Por lo mismo probablemente tenía una gran percepción de su mundo interno y buscaba todos los medios para poder encarnarlo en la realidad. Muchas veces las palabras le quedaban cortas y sumaba las manos y el cuerpo entero para expresar las experiencias inefables que acumulaba al viajar. Lo suyo no eran los conflictos y no tenía frenos para volar con mucha libertad. Nuevamente como la frecuencia del primer día de la semana, no le gustaba que lo ordenaran, apuraran ni menos que le dijeran qué sentir o qué pensar. Domingo por lo mismo era un poco atípico para los demás. Si bien era querido, su frecuencia bohemia y artista era difícil de encasillar. Su sencillez y buen aspecto era digna de destacar, aunque hiciese todo lo posible por verse feo o desagradar. Su belleza interna se le traslucía y encantaba como el aroma del azahar; una mezcla entre dulce y cítrico que podía encantar y descolocar al mismo tiempo si no se le sabía tomar. Lo más lindo de él sin embargo, fue que fue capaz de construir su propia felicidad sin recetas ni moldes de nadie más y así, sin querer queriendo, inspiraba a todos los demás.
Para pensar: ¿Qué añoras conquistar de un nombre como este dueño de tanta libertad? ¿Qué te molesta de una vibración como ésta? ¿Logras disfrutar su aroma y aprender de su modelo de felicidad?
Germán era un heladero muy especial ya que sólo tenía dos sabores en su tonel. El primer sabor siempre iba arriba del envase que poseía y lo ofrecía por doquier. Su aspecto era muy higiénico, de un color amarillo suave, con aroma a vainilla dulce y con un agradable sabor que, de primeras, gustaba muy bien. Sin embargo, había algo en la contextura, apariencia y decante final del producto que hacía difícil reconocer de qué estaba hecho y no lo lograba vender bien. Aunque Germán hiciera sus máximos esfuerzos en arreglar la receta, igual no podía sacarle una persistente sensación a plástico, lo que generaba una baja en la popularidad y credibilidad, muy a pesar de él. El tema, según algunos, radicaba justamente en el otro sabor que llevaba en el tonel, ya que hacía tal esfuerzo por ocultarlo que impregnaba todo lo que quería ofrecer. Nadie sabía de qué estaba hecho ni cómo lucía porque era imposible escarbar tan hondo en el pote. Nunca lo ofrecía, nunca lo sacaba a la luz y puede ser que hasta él mismo hubiese olvidado los ingredientes que había puesto en él. Tampoco se animaba a hacerlo de nuevo, a limpiarlo, a trabajarlo un poco más o de frentón a mezclarlo con el amarillo de vainilla que tan bien sabía ofrecer. Los demás finalmente se acostumbraron a su oferta y no le pidieron más de lo que podía hacer. Esto, lamentablemente ocasionó dos respuestas en el heladero y su tonel: si bien exhibía una gran sonrisa para poder vender, también apareció una mueca difícil de leer. Algunos apostaban por rabia, otros por tristeza; pero seguramente era todo eso y más lo que no podía contener.
Para pensar: ¿Hay algún nombre así que no logras descifrar en su totalidad y/o que te parece plástico en su humanidad? ¿Qué crees que ocultan personas así o qué historia crees que los preceden?
Carmen había heredado el nombre de su madre y ésta a su vez de su abuela y así, una larga suma de generaciones que le daban mucho peso a su personalidad y cierta responsabilidad difícil de soltar. Carmen raramente era Carmencita para los demás; con suerte Carmela si se quería relajar, pero la mayor parte del tiempo, era tal su preocupación por agradar y no desentonar en nada ni con nadie, que se acostumbró a postergarse y a no reconocer su propio papel en el teatro general. Carmen era encantadora, preocupada de los detalles, pero su ceño fruncido y su trompita inquieta revelaba un ser sin paz. Como una ardilla movediza no paraba de trabajar; iba de un lado a otro y jamás se daba permiso para el ocio o para soltar su interior sin temor a ser juzgada. En sus mejores tiempos, su inteligencia aguda y aplicada le demostró que podía hacer lo que se propusiera sin que nada la pudiera frenar, sin embargo eso también lo abandonó porque el peso histórico le imponía mandatos que no podía soltar. Quizás el peor de ellos era el ser obediente a la autoridad aunque no le gustara su modo de actuar; había que guardar silencio aunque la injusticia inundara la ciudad; había que seguir las costumbres de antaño aunque estuvieran mal y/o hicieran daño a los demás. Carmen era buena y trataba de luchar, pero no confiaba en sí misma y le entregaba el poder a quien hablara más fuerte o la pasara a llevar. Era una mujer bondadosa, brillante y con gran capacidad; sólo faltaba que lo hiciera consciente y conquistara la anhelada libertad.
Para pensar: ¿Cuántos mandatos de otros y/o de tus ancestros pesan en tu personalidad y te restan libertad? ¿Cómo te puedes soltar?
Fernanda era una niña dulce y gozadora a no dar más. Sus ojos redondos siempre estaban llenos de risas y los hoyuelos de sus mejillas revelaban una sabiduría natural para ser feliz y hacer feliz a los demás. Sin embargo no había que confundir su rostro con tontera ni con excesiva espontaneidad, ya que su inteligencia era superior a la del resto, sólo que iba camuflada para no asustar. Tampoco había que confundir su dulzura con debilidad, ya que sus principios eran tan sólidos que nada ni nadie la podía doblegar cuando se trataba de defender su postura y argumentar. Probablemente de todos los nombres, Fernanda había recibido una gracia especial; era linda, buena, inteligente y fuerte además. Quizás su único punto débil tenía que ver con la sobre exigencia o creerse inmortal. Tal era su capacidad de darse, de producir, de pensar, de crear, de amar, que no siempre era consciente del cansancio y el desgaste que le provocaba en su humanidad. Por lo mismo, de vez en cuando la atacaba la tristeza, la melancolía o una suerte de sin sentido existencial. Algunas de sus conocidas con el mismo nombre, por esta razón habían perdido la cordura y empezado a delirar; a dañarse o dañar. Sin embargo, la reina que llevaba dentro siempre la lograba rescatar. Como una amazona, volvía a armarse, a apearse a su caballo y no se daba más tiempo para sufrir o perder energía porque su lado masculino de Fernando la impulsaba a estar por sobre la adversidad.
Para pensar: ¿Qué aspectos de este nombre reconoces en ti? ¿Cuánta dulzura y alegría aportas a tu entorno? ¿Eres de los que se exigen más de la cuenta?
Carlos no era de los que le gustara figurar. Su figura menuda y un poco desarreglada revelaba una naturaleza muy particular; esa que quedan pocas, como una madera noble difícil de encontrar. De todos los hombres del pueblo, probablemente él era uno de los que más se podía confiar. Siempre desde las sombras no paraba de trabajar y estaba disponible para cualquier tarea que se le encargara sin chistar. Lo suyo era la familia y la comunidad; lo sencillo, lo humilde, lo real; no los reconocimientos ni escenarios porque era muy tímido y prefería callar a hablar. Había aprendido a protegerse de los prepotentes y poderosos que se multiplicaban como callampas por la ciudad; aquellos que inflaban sus egos a costa de los demás. Carlos por lo mismo solía arrancarse a lugares aislados o bien vivir en su oficina como un refugio natural. Si él salía de ahí era para aportar al bien común o una causa social, pero se sentía seguro, protegido, en paz en su hábitat y le era una tensión viajar. Su nombre tenía muchas historias asociadas; había reyes, artistas y hasta un santo italiano asociado, sin embargo su valor tenía que ver justamente con lo personal; con el uno a uno, no con la masividad. Su madera prácticamente estaba en extinción y lo más complejo era que muy pocos la sabían valorar. La inmensa mayoría pasaba de largo frente a su figura o la descalificaban por no ser tan popular. Craso error la verdad, ya que se perdían a un buen amigo; leal, fiel, astuto y comprometido como esos que ya no hay.
Para pensar: ¿Tienes amigos como Carlos? ¿Eres capaz de descubrir, apreciar y disfrutar de maderas nobles como las que ya no hay?
Francisco era un scout de tomo y lomo y estaba muy orgulloso de su vocación de volver siempre a lo esencial. Cierto que le entusiasmaba la fiesta y la ciudad, pero no podía ser más pleno y feliz si estaba rodeado de naturaleza y sirviendo a los demás. Su personalidad curiosa e inquieta no le permitía estar demasiado rato concentrado en una sola, pero era como un láser de fuego que quemaba cuando se trataba de amar. Alguno de sus compañeros de ruta no lograban entender todos sus proyectos y cuestionaban su autoridad como jefe de la manada, sin embargo a él lo orientaban las estrellas del cielo y a ellas no podía renunciar. A veces se le colaba el mal genio y ejercía su autoridad con cierta rigidez, pero una vez más obedecía a una certeza interior que no podía obviar: lo esencial. Era como una piedra de oro que él había visto al explorar en el río y trataba de que los demás la vieran; la amaran, pero la mayoría de las personas estaban atentas a piedras pirita, que brillaban, pero eran falsas como metal. Francisco quizás por lo mismo adhería como un imán a aquellos pocos capaces de sentir y gustar lo mismo que él y conectarse con ese pulso de la vida, palpitando en lo sencillo, en lo más pequeño, en lo más natural y libre de la maldad. Los niños, los ancianos, los enfermos, los que sufrían cualquier necesidad eran su foco como scout; estaba siempre listo para servir y amar más.
Para pensar: ¿Eres de los que ves el oro real o te seduce el brillo de este mundo aunque sea falso? ¿Qué guía tu vida? ¿Estás siempre listo para servir y amar lo esencial?
Bernardita llevaba un vestido de nido de abejas, unos moños color rosa y una bolsita llena de flores muy tierna y coqueta para su edad. Parecía una muñeca de porcelana, encarnación perfecta de la ternura y femineidad. Sin embargo, no había que dejarse engañar por esta primera imagen; su fuerza y carácter era un huracán. Apenas tocarla, sus ojos eran de fuego, su cerebro una máquina de astucia y sagacidad y muchas veces su lengua una espada capaz de atacar a quien osara contrariarla o imponerle su verdad. Bernardita tenía mucho de Bernardo oculto en su personalidad; cierto que se vestía de rosa y con vestidos de niña, pero era una guerrera brava que no cejaba de luchar. Una cruzada con armadura de hierro, con un corazón muy difícil de conocer y penetrar. Sus sentimientos y afectos los tenía relegados, porque no quería ser vulnerable a nadie ni tener que depender de alguien más. Cuentan que su infancia más temprana le había enseñado a ser autosuficiente y un poco obstinada. Las penas y rabias que había vivenciado la habían marcado a fuego y no siempre sabía cómo canalizar toda esa energía vital. A veces se le daba el sarcasmo, la dureza o la erudición intelectual; todo con tal de que nada ni nadie la pudiera gobernar. ¿Cómo ayudarla?, se preguntaban sus amigas; sólo amándola en su ser esencial, lograban concluir al final. Era una mujer muy valiosa, fuerte, valiente y aguerrida; sólo necesitaba integrar sus dos fuerzas internas pudiendo aprender a amar y luchar al mismo tiempo, sin sentirse permanentemente amenazada.
Para pensar: ¿Logras tu amar y luchar al mismo tiempo o se te da una tendencia con más intensidad? ¿Cuál es tu imagen y tu esencia real?
Cristián tenía un ropero con ropa de parecida en forma y calidad. Las más de las veces se vestía muy normal con pantalón de tela y una camisa cuadrillé o blanca para nunca llamar la atención de los demás. Su máxima osadía era un chaleco sin mangas, que combinaba a la perfección con su espíritu conservador y tradicional. Se le daba fácil la abogacía, los estudios de historia, de religión o todo lo que tuviese que ver con su anhelo más profundo de entender y aportar a la humanidad. Sin embargo en su nombre también se revelaba una cuota grande de inseguridad; no siempre se podía calzar bien los pantalones y mandar le resultaba una exigencia abismal. Una vez en el poder, era muy servicial, pero le jugaban malas pasadas su afán de no caer mal. Su tono de vida más calmo y moderado, no sólo se veía en los tonos claros que elegía para vestirse, sino también en los tiempos que se tomaba para pensar; le cargaba que lo apuraran o que lo obligaran a gestionar rápido o a solucionar sin decantar sus reflexiones, porque las necesitaba para equilibrar su cabeza y su corazón con libertad. Toda su apariencia evidenciaba esta forma existencial; ningún color estridente lo acompañaba y no era de los que se arriesgaba para modelar. Probablemente se explicaba por su facha que era un poco de niño viejo, carente de toda agresividad de macho alfa como otros solían ostentar. Cristián era un hombre bien portado que daba ganas de chasconear y cambiarle el ropero con una guayabera o camisa mostaza que impusiera la moda de la comunidad. Lo que pocos sabían es que toda la fuerza de su carácter sí existía y se ponía rojo de rabia si lo hacían enojar, verde de tristeza si sentía incapaz y morado de vergüenza si se sabía equivocado o en falta frente a su propia integridad. Gran hombre al fin aunque muchas veces su percha no superara mucho en altura a los demás.
Para pensar: ¿Te consideras más bien tradicional o loco para vestirte el alma? ¿Te gusta ser bien portado o desafiar la moda de los demás? ¿Dónde aflora tu ser más esencial?
Matilde vivía adentro de una biblioteca llena de cuentos y personajes mágicos. Desde pequeña se había fascinado con sus historias, con sus aventuras, sus hazañas heroicas y sobre todo con los hechizos y conjuros que se cocinaban en el lugar. Tan encantador era todo que el mundo de afuera no le terminaba de calzar; siempre había una crítica, un cuestionamiento, una pregunta, una discusión hacia el modo mundano en que vivía el resto de la sociedad. Su nariz respingada y curiosa le daba un aire de hada difícil de disimular y su cerebro inquieto y agudo tenía más ideas de las que podía procesar. Matilde en el fondo era una artista que ocupaba todos los canales que podía para crear y expresar ese mundo interno que la desbordaba y que necesitaba canalizar. A ratos le servían los pinceles, también los lápices y los colores eran su forma natural de hablar. Su lengua era un canto permanente y la escritura y la lectura se le daba como un don especial. Su sombrerito de flores le daba un toque silvestre muy singular; parecía un personaje tomado de sus libros lleno de misterios y hechizos que hipnotizaban a quien la conociera de verdad. Sin embargo, a muchos hombres de la ciudad les parecía un poco ida, volada, dispersa; hasta desadaptada. Lo que en realidad sucedía era que no valoraban ni conocían lo que era la vida de verdad, en cambio a Matilde le palpitaba por dentro sin poderla frenar.
Para pensar: ¿Te atrae el mundo de Matilde? ¿Te consideras volado(a) y/o disperso como persona? ¿A qué crees que se debe ese rasgo de personalidad?
Catalina tenía una apariencia que podía engañar a algunos ya que parecía liviana, fresca, simple y muy natural. Una verdadera lechuga, llena de energía y vitalidad. Había quienes incluso podían creer que en su sonrisa linda y brillante no había nada más que una cara bonita y una gran habilidad para socializar. Sin embargo, esa tela suave, despierta, simpática y vivaz, tenía una tramado más profundo de gran complejidad; más parecía una cebolla o alcachofa con muchas capas y hojas que develar. En sus entrañas se escondía un dolor importante de rebeldía e insatisfacción existencial. No le gustaba el orden social imperante y si bien se adaptaba a él, era una rebelde y luchadora existencial. Sus estructuras le parecían injustas y la pobreza le dolía como un cáncer terminal. No le gustaba que nadie se le impusiera y no dudaba en hacer su voluntad para ayudar. Su fuerza interna y su inteligencia práctica le daban un toque un tanto masculino, pero sin perder su elegancia ni sobriedad. El tema era donde ocultaba su vulnerabilidad, ya que ese lado le incomodaba una enormidad. Sólo se confiaba a unos pocos que la cuidaban y admiraban por su coherencia e integridad. Catalina, en el fondo, era una reina indomable, sin corona ni reino donde gobernar, pero que ocupaba su frescura aparente como estrategia para poder avanzar y conquistar su ansiada libertad.
Para pensar: ¿Conoces a personas así? ¿Qué admiras de ellas? ¿Eres más bien rebelde o aceptas el orden social que te tocaenfrentar?
Ignacio desde muy niño se destacó por su singularidad. Siempre, sus padres, sus profesores, sus amigos, sus hermanos, reconocían en él a alguien fuera de lo normal. Sus ojos gigantes revelaban en parte su personalidad: un hombre con ojos de cielo queriendo reencontrarse en la tierra con esa riqueza espiritual. Como casi nunca conseguía calzar su espíritu con la realidad, ponía a trabajar su genio para abrir nuevos caminos para él y para los demás. Sus soluciones eran únicas, inéditas, fruto de su proceso mental difícil de seguir, pero lleno de lógica e inteligencia muy especial. Si se hubiese podido ver su cabeza por dentro, habría sido un tsunami de conceptos entrelazados haciendo conexiones y procesos de alta complejidad. Un verdadero fuego interior que lo quemaba como una locomotora espiritual. Por lo mismo a ratos, tenía arrebatos de rabia por impotencia y frustración que eran difíciles de tolerar por él mismo y por los demás. Las emociones lo inundaban por dentro como queriendo aplacar el fuego con lágrimas, pero se armaba un buen desastre que exigía horas para aplacar. A veces hasta se hacía daño a sí mismo y se enemistaba con los demás. Sin embargo, con el paso del tiempo se aprendió a dominar con cuotas de buen humor y sabiduría espiritual. Supo cómo administrar su fuego interno y a no desperdiciarlo con aquellos que no lo sabían valorar. Su libertad fue total y era tan coherente consigo mismo que se ganó el respeto y admiración de los demás. Ignacio llegó a ser un gran hombre; un motor para su comunidad que aumentó la superficie de cielo en la tierra con su entrega generosa y heroica además.
Para pensar: ¿Te consideras tú una persona singular, con camino propio, capaz de ser y hacer con coherencia? ¿Cuáles consideras que son los pro y los contra de esta personalidad?
Santiago tenía todo para triunfar. Era apuesto, tierno, preocupado, habiloso, despierto, carismático y líder para los ojos de los demás. Pintaba para presidente en todo lo que se propusiera y era un perfecto candidato para todo proyecto social o de emprendimiento comercial. Sin embargo, tenía un problema muy personal y difícil de solucionar: él no creía en sí mismo y hacía esfuerzos sobrehumanos por no decepcionar a su comunidad que tanto confiaba en él y su capacidad. Tan fuerte era su tensión interna y tanto el poder que ponía en los otros, que a ratos se llegaba a enfermar del cuerpo o del alma por no sentirse lo suficientemente bueno. Y es que la presión externa era como una muralla inmensa, que no le permitía conocerse a cabalidad, ya que en el fondo era un alma en extremo sensible que sólo buscaba afecto a través del servicio y su imagen angelical. Sólo el día en que Santiago cayó en una depresión existencial, pudo después liberarse de esta carga mortal. Bajó sus propias expectativas y comenzó a ser segundo en los proyectos para no engolosinarse con lo que antes le había causado la enfermedad. Se dio cuenta que sí era un gran aporte, pero conquistó la libertad de ser él mismo y no vivir para la opinión y la insaciable demanda de su comunidad. Sí, tuvo algunos costos y más de alguien se lo vino a enrostrar, pero Santiago ya había aprendido que debía ser líder de sí mismo primero y no someterse a la droga del aplauso nunca más.
Para pensar: ¿Cuánto pesa en ti la aprobación de los demás? ¿Cómo te conectas con tu propia necesidad? ¿Qué costos te conlleva esa libertad?
Magdalena era desde niña una mujer atormentada ya que llevaba en sus hombros una pesada manta que no la dejaba fluir en paz. Según ella, este peso se lo había puesto alguien más. Un ser o seres desconocidos que le quitaban toda su autonomía y responsabilidad. Si bien a ratos era feliz y sonreía, su lamento y queja se le colaba con frecuencia como una forma natural de respirar. Hasta su voz sonaba a nostalgia, a agonía, a una lágrima extendida de desolación existencial. Cuando se le añadía María a su nombre solía mejorar; esto le daba fuerzas para ser protagonista de su propio devenir y no culpar a la realidad. No obstante cuando era Magdalena a solas, su estado de víctima la solía absorber y dominar. Todo y todos eran responsables de su desdicha o su estado actual. Qué ganas daba de sacarle esa manta y dejarla volar como una mariposa llena de colores y libertad; el problema era que ella la tomaba con tanta fuerza que no había forma de liberarla de esa carga vital. Daba pena su modo porque era una mujer linda, buena, inteligente, trabajadora y capaz; es más, podría haber sido una líder del amor y de la bondad. Sin embargo, la capa gruesa sólo ella se la podía desprender si asumía el riesgo de hacerse responsable de todo lo que le sucedía y crecer como mujer, soltando su infantilismo espiritual. Ya no había otro que la oprimiera o no la dejara volar; era ella quien tenía la llave de su plenitud existencial.
Para pensar: ¿Cuánto de esta energía corre por tus venas y no te deja fluir en paz? ¿Cuánto de víctima somos todos culpando a los demás? ¿Qué hace falta para cambiar?
Martín con sus ojos de ardilla, curiosos y despiertos, era todo un misterio para los demás. Era tal el brillo que salía de su cara que podía iluminar una ciudad, sin embargo era casi imposible adivinar qué pensaba o sentía en realidad. Su mirada era un pozo profundo con un tremendo potencial; a veces se veían saltar ideas, risas lindas y cantarinas y hasta una que otro proyecto genial, pero al querer beber más, Martín se sellaba sin poderlo controlar y ponía un guardián muy fuerte protegiendo la entrada. Ni él mismo sabía bien porqué se metió tanto dentro de sí ni porqué le costaba tanto mostrar su intimidad; parecía que algún dolor profundo lo había marcado a corta edad. La pena es que tanto él como el resto se perdían de una profunda riqueza intelectual y espiritual. Cuentan que de adolescente una niña muy dulce y paciente, que buscaba un hogar, quedó tan prendida de sus ojos negros y almendrados que se fue de golpe a lo profundo de Martín sin poderle avisar. Desde ese día, ella se convirtió en un puente maravilloso que ayudó a Martín a ir adquiriendo seguridad. En cada viaje que ella hacía a su interior, traía cosas más lindas y nuevas, que todos admiraban con autenticidad. El joven se dio cuenta que su introversión podía dejarla atrás y que sus ojos astutos y atentos eran un don que debía compartir y cultivar. El amor lo había salvado de una profunda soledad y él no podía hacer menos por los demás. Así, de mayor llegó a ser un gran líder social; su brillo interno dejó de ser una promesa y se convirtió en una maravillosa realidad.
Para pensar: ¿Tienes miedo a mostrar tu mundo interior a los demás? ¿Qué crees que te pierdes tu y los demás con tu introversión? ¿De qué riesgos o personas te proteges?
Ana era una mujer sabia, chispeante, que ya al pronunciar su nombre regalaba entusiasmo y paz a los demás. Había nacido con ciertos dones de espíritu, que le permitían navegar con una mezcla de dulzura, inteligencia y un toque de ingenuidad en medio de la sociedad. Si la llamaban Anita aumentaba aún más su ternura y femineidad, sin embargo no podía confundirse esto con falta de fuerza o temeridad. Ana era una mujer fuerte, decidida, clara en sus principios, autosuficiente y capaz de enfrentar casi toda adversidad, sobre todo la material ya que se le daban con facilidad las causas altruistas y/o darse por completo a cuidar a los demás. Por lo mismo no se interesaba demasiado en acumular bienes ni darse lujos como vestidos o viajar. Más la movían los pobres, los enfermos o los héroes de la antigüedad. Esta mujer por lo mismo, a ratos era envidiada y/o atacada por otras féminas de su comunidad, que no soportaban su ligereza de ánimo y su constante felicidad. La tildaban con palabras feas y hasta chismes le inventaban para poderla debilitar; sin embargo su energía transitaba siempre por una frecuencia más elevada de amor e inocencia real. Si bien era consciente de esa tensión tan mundana como banal, no se quedaba en eso y prefería seguir prendida a sus altos ideales ya que nadie se los podía arrebatar. Ana o Anita, según la quisieran llamar, pasó a la historia por su profunda consecuencia, sencillez, amorosidad y por su tono libre y alegre de vivir y contagiar a la humanidad.
Para pensar: ¿Sientes celos de aquellas personas que siempre parecen felices y a las que la vida les sonríe? ¿Cuál será su secreto en realidad? ¿Qué harán con la envidia y la maldad?
Patricia era una mujer muy difícil de conocer en su intimidad. Por fuera era simpática, atractiva, con mucho carácter y un poco brusca en su modo de ser y de tratar a los demás. Parecía vestida con una coraza de dureza e indiferencia frente a los sensibles o a los que ostentaban su vulnerabilidad. Rechazaba de antemano todo viso de ternura y femineidad; eso no era para ella y en el fondo de su alma admiraba la masculinidad. El arte y los colores no los sabía combinar; a su juicio eso no era útil ni importante para sobrevivir en la sociedad. Lo suyo era conquistar cimas, llegar donde nadie más había podido arribar; obtener metas, triunfos, como si viviera en una maratón sin final. Por lo mismo entre sus pares era querida, pero muy respetada porque no era cosa fácil discutirle o ser su rival. Su paso firme, su voz ronca y su ironía no las dejaba de usar. En el fondo Patricia era un ser muy fuerte y que ocultaba con mil muros su sentir y su pesar. Odiaba que alguien viera sus lágrimas o que le quitaran su libertad; antes de eso sacaba garras y dientes para luchar. Su dilema era que eso generaba cierta distancia por su autosuficiencia natural; era un buen soporte frente al sufrimiento ajeno, pero para el propio no sabía bien dónde se podía cobijar. Qué soledad la de la Patricia, ya que ni ella misma sabía dónde vivía su corazón cuando necesitaba sentirse amada y ser abrazada como una niña sin más vestimenta ni defensa que su piel y nada más.
Para pensar: ¿Te sueles vestir de fuerte y aguerrido frente a los demás? ¿Qué crees que pierdes y qué ganas con esta coraza? ¿ A qué se deberá?
Claudia era muy buena persona, sensible, trabajadora, esforzada y muy buena para cuidar a los demás, sin embargo vivía en una virutilla que no podía desenredar. Genuinamente cada mañana se despertaba con la mejor intención de vivir en paz, de fluir, de volar a las alturas para disfrutar toda lo que la vida le quería regalar, pero se tropezaba con los hilos de su mente y comenzaba a pasarlo mal. Venía una vecina y pensaba que la había mirado mal; aparecía un amigo y sentía que le había ocultado la verdad; se le presentaba un proyecto y dudaba de si lo podía lograr; la invitaban a un paseo y creía que era un parche y no la invitada principal; cocinaba un plato y pensaba que nadie lo iba a apreciar y así, todo las bendiciones las boicoteaba con una inseguridad que no podía superar. A pesar de su inteligencia y simpatía natural, causaba sin querer distancia y desconfianza su virutilla existencia; probablemente los demás temían enredarse en la misma maraña de sentimientos tóxicos que no tenían porqué existir en realidad. Claudia sufría en su propia cabeza y no había forma de rescatarla si es que ella no se hacía consciente y ocupaba la llave para escapar. A veces lograba encontrarla cuando se sentía relajada o con alguien que la amara en forma incondicional, pero las más de las veces dudaba y enredaba aún más los hilos, restándose grandes dosis de felicidad.
Para pensar: ¿Eres de los que tiene virutillas mentales? ¿Cómo te logras rescatar de tanto pensamiento tóxico y sin asidero además? ¿Qué te podrías estar perdiendo?
Bernardo era un caballero como los que ya no quedan ya. Su estampa e hidalguía le daban un aire medieval, pero sus ideas eran muy innovadoras y luchaba por ellas sin dudar. La suya era una cruzada difícil de entender para el mundo real, ya que él daba su vida por valores y principios que parecían en extinción. Lo suyo era por ejemplo, defender al más débil sin importar que le pudiera pasar. No importaba las distancias ni las luchas que debía sortear si se trataba de defender su fe y la cristiandad. En el fondo amaba mucho al Señor y por él estaba dispuesto a renunciar a muchos privilegios y comodidad. Bernardo le gustaba gozar la vida y reír a todo dar, pero más se sentía llamado a reflexionar, a meditar y a analizar el estado de las cosas para ver cómo las podía transformar. Su fidelidad al amor también era digna de destacar y aunque no le faltaban pretendientes, él esperaba a que llegara una mujer especial. Debía compartir su convicción y luchar a la par, sin embargo valoraba mucho el que se dejara cuidar y proteger por su armadura real. En su pecho iba palpitando un corazón más grande de lo normal y era capaz de sacar su espada al ver una injusticia, una maldad o un abuso social. Por lo mismo tenía pocos amigos y los cuidaba de verdad; sabía que quedaban pocos de su especie y les juraba eterna lealtad. Bernardo era un buen consejero y apasionado además; pero sólo compartía su interior con quien le diera seguridad. Dicen que murió lejos de su patria, conquistando almas para la paz y más de alguno dice que se ve en el cielo su mirada, azul y verde, llena de bondad.
Para pensar: ¿Qué personas conoces actualmente que se parezcan a Bernardo? ¿Te consideras un igual? ¿Cuáles son tus valores o ideales por los que decides en cada oportunidad?
Amanda era de una dulzura celestial, su tono suave, femenina, un poco lenta y sus ojos, dos almendras gigantes que revelaban una profundidad difícil de navegar. Si bien no era especialmente hermosa, poseía un encanto particular, pero sobre todo una capacidad de ver mucho más que los demás en el ámbito intelectual. Sus ideas se trenzaban como abejas en un panal y si bien de pequeña hablaba sin parar exponiendo lo que pensaba, en la medida que fue creciendo se fue enmudeciendo y observando nada más. Es que a pesar de su talento, era de una timidez abismal, tanto que a ratos parecía que no estaba presente o que no tenía nada que aportar. Craso error ya que su sabiduría le era natural y le hacía muy bien al resto escuchar lo que sentía en un mundo interno que ni ella misma sabía dónde podía terminar. Su viaje silencioso había comenzado a muy corta edad, cuando su don la había hecho sentir diferente y la discriminación solapada la había hecho llorar sin cesar. Su corazón se había hundido en tristeza y soledad, pero no se lo dijo a nadie y su mundo propio comenzó a explorar. Se amigó con los libros, con las ciencias y las artes, donde divagaba y creaba con plena libertad. Ahí fluía como una sirena en altamar, pero se le colaba cierta tristeza melancólica difícil de consolar. Como todos anhelaba un amor incondicional que valorara su ser sin juzgarla ni pedirle lo que no podía dar. A pesar de todo, con los años y sus obras llegó a ser muy respetada en la ciudad y cuentan algunos que su rostro de cielo se iluminó plenamente al partir al más allá.
Para pensar: ¿Crees que ser más talentoso te puede distanciar de los demás? ¿Cuáles son las respuestas más habituales al no sentirse parte? ¿Qué beneficios se pueden obtener del silencio y la soledad?
Dionisio había muy pocos en la historia de la humanidad y es que había que ser muy fuerte e íntegro para vestir nombre igual. Tenía mucho peso al solo sonar, por lo que requería grandes hombros y un corazón descomunal. Si bien se le relacionaba con la fiesta y el vino, él las detestaba en forma especial; había visto demasiados seres queridos sucumbir a esta enfermedad irracional, que nublaba toda inteligencia y voluntad. Si bien era apuesto y muy interesante para conversar, su timidez y espíritu manso lo hacía optar por el trabajo y su hogar como primera prioridad. Su tenacidad e ingenio eran imposibles de quebrantar; jamás una prueba lo iba a doblegar; antes muerto decía, que renunciar a una meta o ser desleal. Dionisio, sin embargo debía luchar para que los demás no se aprovecharan de su buena voluntad. Su corazón gigante no sabía poner límites y los frescos y mal paridos le ocasionaban mucho sufrimiento y enfermedad. Finalmente optó por la independencia y los vínculos mínimos para funcionar. Sólo iba a entregar su alma a quien la mereciera, dándose en forma radical; con el resto distancia y cuidado porque la fiesta nadie se la iba a aguar.
Para pensar: ¿Te gustan las fiestas y el ruido o eres de los que aprecia la tranquilidad? ¿Cómo eres para establecer límites con los abusadores? ¿Cómo lo has resuelto hasta ahora?
Loreto era una bailarina encantadora y muy llamativa además. Sus vuelos y enaguas se movían hipnotizando al público con extrema seguridad. Sus tacos altos estilizaban aún más su buena figura y no daba un paso en falso, ya que era muy experimentada en su oficio y llena de personalidad. Los hombres quedaban prendidos de su voz fuerte, de su larga caballera y de su inteligencia práctica y rápida además. Su imán era fuerte y lideraba a las demás bailarinas aún sin quererlo, ya que había nacido para mandar con don y asertividad. Su necesidad económica, sin embargo, siempre la obligaba a trabajar más de la cuenta, aún cuando sus pies sufrían de calambres o quería descansar. Por lo mismo, cuando bajaba el telón y no había nadie que la pudiera mirar, Lola, Lolo o Lolita, como la solían llamar, se sentía un poco sola y triste, pero no podía ni quería defraudar su imagen de luces con su sombra natural. Sin enaguas ni vuelos, se veía más flaca de lo normal; también su pelo y su maquillaje perdían luminosidad. Estaba cansada de lidiar con una fama y un nombre que la apresaba en la actividad y el éxito sin parar. Cada noche, después de su espectáculo, se juraba a sí misma que al día siguiente iba a parar, pero tenía miedo de perder el afecto, el aplauso y los bienes que había reunido y postergaba una noche más. Lo que ella no sabía era que era amada por muchos sólo por su corazón bueno y leal; no necesitaban sus tacones, sus piruetas ni tampoco las joyas ni el champagne.
Para pensar: ¿Eres de aquellos que crees que hay que “hacer” algo para ser amado? ¿Te atreves a parar? ¿Te consideras trabajólico?
Laura movía sus trenzas de oro y plata como si pudiesen hablar. Por lo menos así parecía cuando feliz corría por los montes, prendidos de flores e insectos que extasiados la veían pasar. La ciudad con sus luces y ruidos, no eran para ella de ningún atractivo especial, ya que su alma se conectaba con los ríos, los pájaros y las brisas llenas de mensajes de la naturaleza indomada. Quizás porque su espíritu era muy similar. A Laura no se la podía doblegar; sólo encantar por la buena y con astucia además. Si así sucedía ella era una tromba de ideas, de locuras lindas, de creatividad expansiva que a veces asustaba a los demás. No es que fuera avasalladora o poco empática, ya que tenía un inmenso corazón de bondad; lo que sucedía es que tenía más proyectos en su interior que los podía plasmar. Su luminosidad y simpatía sólo competían con su genialidad y carácter que se hacían notar. En el fondo su esencia estaba muy adherida a la libertad y a la plenitud existencial. Recorría los caminos del campos bordando coronas de flores y pintaba bellísimos paisajes con tintes naturales que podía preparar con una magia especial. Laura era linda, una niña mujer, llena de encanto y viveza como muy pocos conocían o podían gustar. Bien llevada era un aporte único y energía celestial; sólo verla triste o enojada era un tormento ya que toda su energía y sus trenzas podían convertirse en un tormento o en armas para defenderse y quemar a quien se le quisiera atravesar. Bendita niña mujer, fue muy feliz en su vida y dejó tras de sí una estela de luz difícil de borrar.
Para pensar: ¿Qué te gustaría tener de este nombre? ¿Eres más de campo o de ciudad? ¿Eres feliz en realidad?
Ximena tenía una florería que alegraba a toda la ciudad. Abría muy temprano y cerraba muy tarde para no parar de ofrecer bendiciones a quien necesitara una sonrisa o un consuelo especial. Su tienda era tan grande y tan variada que era una delicia entrar; además su personalidad fuerte y segura permitía ofrecer cada flor como si fuese caviar. A pesar de eso, le faltaba un poco de delicadeza y femineidad a sus productos y eso le jugaba malas pasadas. Los tiestos de flores y los maceteros estaban puestos en forma muy práctica, pero carecían de ternura y detalles, sobre todo al armar los ramos y arreglos, por lo que no siempre tenía los resultados esperados de tanto trabajar. Ximena intentaba aplicadamente aprender a hacer lazos lindos, armar cucuruchos elegantes o a combinar las flores con cierta estética particular; sin embargo su cerebro era mucho más hábil en calcular, hablar, vender, socializar, que en crear una obra de arte especial. Cuando cerraba su negocio, a pesar de su fuerza interna y capacidad para luchar, se sentía a ratos desconsolada, sobre todo cuando tenía que despertar a su ayudante, que no era muy dado a esforzarse de más. La soledad y la autosuficiencia no era buenas compañeras después de tanto faenar; añoraba que alguien le regalara a ella un inmenso ramo de rosas rojas y la subiera a un altar, agradeciendo todo lo que hacía y su genuina bondad.
Para pensar: ¿Conoces personas como Ximena, muy extrovertidas y seguras en apariencia, pero con una procesión interna de soledad? ¿Qué lado del cerebro te funciona con más fuerza?
Ernesto era un nombre con tanta historia y con tanto peso social, que no siempre era fácil llevarlo o sentirse digno de semejante energía vital. Cada persona que había recibido ese nombre había sido destinado a recorrer un camino propio, único, distante y distinto al de los demás. Eso, por una parte los había obligado a desarrollar una inteligencia muy elevada, pero también cierta dificultad para entender los sentimientos e ideas de los por su camino osaban cruzar. Para compensar esta suerte de destierro en medio de la comunidad, solían refugiarse en los libros, en los conocimientos o en grandes proyectos que consumieran su tiempo y los mantuvieran siempre ocupados en algo importante e inusual. Su corazón sin embargo, anhelaba ser amado a todo dar. Buscaban en todo momento el reconocimiento y el afecto, que se les hacía esquivo por su personalidad. Por lo mismo, su estampa tampoco la dejaban al azar. Los Ernesto podían destinar horas a escoger su ropa, peinar su bigote o ver qué auto iban a comprar. Y es que la imagen estaba muy fundida con su anhelo de ser alguien famoso o renombrado, como su nombre les exigía desde que comenzaban a respirar. Sólo si se hacían conscientes de este apego a lo terrenal y comenzaban a conocer su valor esencial, las personas con este nombre tan grande, se hacían nuevamente pequeñas y podían tocar la verdadera felicidad. Bajaban la guardia, se hacían vulnerables y se volvían ricos de dicha ya que encontraban en los demás un tesoro precioso que jamás su mente prodigiosa logró imaginar.
Para pensar: ¿Cómo es tu empatía con los demás? ¿Crees que hacerte más vulnerable puede ayudarte a la felicidad? ¿Cuánto pesa la imagen en tus decisiones cotidianas?
Paulina era la alumna más estudiosa de la universidad. Pasaba horas y horas repasando las materias y preparándose para no dejar nada al azar. Muy pocas veces se le veía en los recreos distendiéndose o perdiendo el tiempo, porque para ella lo más importante era no fallar. Sus profesores la estimaban como una alumna muy destacada; era responsable, amorosa, aplicada, observadora, detallista y muy meticulosa para trabajar. Su apariencia también la delataba con esta suerte de perfección profesional; su pelo estaba siempre en su lugar y su ropa –un tanto fuera de su edad- siempre estaba planchada. Nadie sabía de dónde había aprendido tanta auto exigencia ni qué sentía cuando algo iba mal, ya que ante eso, Paulina se esmeraba aún más y parecía como si no hubiese pasado nada. Su único problema era que se perdía la otra mitad. Se perdía los juegos y conversaciones del recreo en donde también se aprendía, pero desde una perspectiva radicalmente diferente a la de la sala y ella nunca iba para allá. También se perdía los momentos de ocio donde se creaban nuevos proyectos y se respiraba una preciosa libertad. Se perdía de chasconearse y sentir la maravilla de la vida sin planes y el improvisar. La vez que se dio permiso para faltar a sus obligaciones sintió una tensión descomunal; salía de su zona de confort con miedo, pero también deslumbrada por las miles de sorpresas que se le presentaban sin esperar. Sus profesores le ordenaron entonces aprender de modo no convencional, combinando sus clases con recreos y la vida real. Así llegó a titularse como la persona más completa y preparada que por generaciones conoció la universidad.
Para pensar: ¿Te consideras “mateo” y responsable en detrimento de la libertad vital? ¿Cuál es tu zona de confort? ¿Qué beneficios te podría traer salir de ahí?
Salvador bien le hacía honor a su nombre ya que en la playa donde trabajaba, se dedicaba a lanzar salvavidas y hacer resucitación a todos los náufragos y bañistas que ahí sucumbían al poder del mar. A veces las personas efectivamente habían sido víctimas de una corriente sorpresiva o de una ola más agresiva de lo normal, pero las más de la veces debía salvar a bañistas que habían comido o bebido más de lo que la prudencia aconsejaba para poderse bañar. Salvador no era el encargado de enseñar normas de prevención o educación para ir al lugar, pero a ratos se sentía impotente frente a la inmensa cantidad de personas que debía rescatar. Había muchos villanos que ahogaban de adrede a otros para vanagloriarse y fanfarronear; también había muchos héroes falsos que por un poco de fama se metían mar adentro y luego los tenía que sacar; pero las peores eran las víctimas que buscaban sólo la atención dramática de los demás. Este fiel y responsable salvavidas no podía dejar de acudir y era incapaz de poner límites a su afán de servir y ayudar. A tanto llegaba su carga emocional que al terminar su turno no tenía fuerzas ni siquiera para procesar cómo optimizar su gestión y no caer en los abusos de los veraneantes así sin más. Su corazón tan generoso y dado, en realidad obedecía a una experiencia temprana de orfandad. Malamente él había asociado amor con servicio incondicional y en cada salvavidas que lanzaba en realidad iba amarrada su propia valía y autoestima. Su única salida era respirar profundo y revestirse de autoridad, dejando fuera del balneario a quien no estaba en condiciones de nadar. Anticipación y límites era su salvación personal, para que no abusaran de su servicio y que su nombre no significara su condena vital.
Para pensar: ¿Eres de los que busca amor a través del servicio ilimitado a las necesidades de los demás? ¿Con cuál de los tres tipos de personas enganchas con mayor facilidad? ¿Qué límite te podrá faltar?
Viviana era una mujer resuelta e independiente, sin importar su condición ni edad. Desde pequeña había sido una amante de la libertad y esa fuerza y pasión se le salía por sus tremendos ojos como si la habitaran dos volcanes a punto de explotar. Su lengua tampoco la restaba cuando tenía que dar su opinión y jamás cedía su verdad frente a la presión del resto o la impopularidad. Por lo mismo a medida que fue creciendo se fue ganando el respeto y autoridad de su familia y del resto de la comunidad; en el fondo escondía una líder innata aunque ella siempre le hiciese el quite a esa responsabilidad. Viviana era muy buena para reírse y siempre veía el lado lindo de la vida, aunque tuvo importantes ocasiones donde la tristeza la fue a visitar. Como si no tuviese permiso para la fragilidad, se secaba las lágrimas y partía dirigiendo el buque como una capitana en alta mar. Nada de lloriqueos; hay que trabajar, se decía con una fuerza admirable y hasta sus brazos y piernas parecían de un marinero heroico por la fuerza que podía sacar de su femineidad. El único problema de Viviana era que no se dejaba cuidar ni proteger por nadie, por lo que a ratos se sentía sola o sobrepasada. Su salvación era dejarse regalonear, pero para eso casi tenía que estar en peligro vital. Vivi como le llamaban sus amigos, era un pilar fundamental. Un verdadero sol de donde se nutrían muchos; más incluso que los que ella lograba dimensionar.
Para pensar: ¿Quiénes son pilares en tu vida? ¿Se dejan ayudar a ratos? ¿Cómo vives tu independencia y la libertad para ser tú?
Ramón, como todo inmigrante era muy observador de la nueva realidad en la que se tenía desenvolver para poder triunfar. Su aspecto más bien rudo no lo hacía especialmente atractivo para los demás en la primera mirada, pero no así su astucia y su inteligencia que le llevó a aprender mucho más y más rápido que todos los que venían en su barco a la ciudad. Si bien su principal foco era hacerse de un buen destino con estabilidad y seguridad, le era inevitable tener un pie en su tierra y otro en la que lo había sabido cobijar. Este rasgo se le manifestaba en su constante análisis comparativo de las personas a quienes auscultaba con un bisturí espiritual. Sabía quiénes eran decentes y quiénes lo podían engañar y jamás se dejaba pasar a llevar. Sabía que había de todo en todas partes, pero el contraste de sus dos paradigmas lo llevaba a una cierta desconfianza y distancia natural. Él venía de una patria donde la nobleza y la honestidad eran regla familiar y quien no la siguiera, era reprendido con severidad. Así también era él; de una madera noble y firme como ya no hay y exigente a morir en la integridad. Ramón, como las escasas letras de su nombre, no era dado a hablar mucho ni menos a sembrar rumores o comentarios que no servían para nada. Si él hablaba era para aportar, para juzgar o para expresar, rudimentariamente, los grandes sentimientos que escondía en su gran osamenta que apenas podía cargar. Su único dilema era aceptar sus propias incoherencias, sus errores, sin reprenderse con tanta dureza y/o evadirlas para no sufrir más. Como había salido muy joven de su patria, no sabía cómo los adultos de su país sumaban su fragilidad al resto de su persona y se ensimismaba en silencios difíciles de cortar. Ramón, fruto de su esfuerzo y rigurosidad, no sin algunos tropiezos, logró mayor flexibilidad y finalmente fue reconocido como hijo ilustre de la nueva nación donde hizo familia y su hogar.
Para pensar: ¿Eres de los que se juzga con dureza por la propia incoherencia? ¿Cuánto hablas en realidad? ¿Te sientes inmigrante a veces en tu propia comunidad?
Rosario era una mariposa de una belleza muy particular. Sus colores y diseño se asemejaban a un lirio del campo o a un sol amaneciendo por sus tonos pastel y su armonía natural. Apenas volaba generaba alegría; incluso las flores se reían con górgoros al verla pasear. Sus ojos achinados y brillantes iban despertando a los demás seres del lugar, contagiando con sus patas una ligereza y simpatía difícil de opacar. Algunos le hacían bromas aludiendo a que su nombre se dividía en dos en realidad, ya que habría nacido de una Rosa anaranjada muy curiosa, que de tanto reírse se había puesto a volar. Sin embargo, a veces su frecuencia era tan etérica y tan sutil su energía, que se dejaba pasar a llevar. Fácilmente un moscardón dominante o un saltamontes maniático la dejaban sin flor y sin polen además. El tema era que acumulando estos abusos, Rosario se iba apagando en su frescura esencial. Su brillo se nublaba, su sonrisa se torcía en mueca y hasta sus alas parecían quebrarse por la debilidad. Ella pensaba que no tenía fuerzas para pelear y sólo sabía desahogar su frustración con rabietas o un llanto que sus amigas, las flores, no podían consolar. La chinita Pepa, su mejor consejera, la ayudaba pintando sus alas con colores de mayor intensidad; que los demás insectos no confundieran su simpatía con debilidad. Incluso había días en que la pintaba de un rojo carmesí y negro para espantar al moscardón o a cualquier otro bicho que no valorara su elegancia y delicadeza como un regalo para atesorar.
Para pensar: ¿Quiénes alegran tu vida? ¿Consideras que los demás te pasan a llevar? ¿Qué colores necesitas para poner límites de verdad?
José Miguel venía de otro planeta aunque él no lo pudiera recordar. Había sido enviado en una nave junto a otros pocos extraterrestres, pero los habían disfrazado con toda variedad de trajes humanos para que se pudieran adaptar. Sólo en sus ojos era posible reconocer su verdadero lugar de origen ya que traslucían un brillo particular. El objetivo de la invasión obedecía a que su mundo estaba a punto de desaparecer, ya que se regía por altos ideales y una integridad galáctica, que estaba siendo seriamente amenazada. La esperanza era que en la tierra tuvieran mejor suerte y que sus sutiles poderes le ayudaran a colonizar. En concreto José Miguel tenía el don de la amorosidad; su ternura era incomparable y con su mirada podían derretir cualquier corazón sin avisar. Su inteligencia era normal a los ojos de la mundanidad; cumplía con lo necesario, ya que no era su afán figurar en el primer lugar. Lo suyo era multiplicar la siembra de la virtud y el idealismo de su planeta para que los habitantes de su planeta se pudieran trasladar. Así, cuando lograba conectarse con su esencia original, se embarcaba en causas muy nobles, imposibles quizás y luchaba con todas sus fuerzas para hacerlas triunfar. A veces tenía éxito y era muy admirado por los terrícolas, pero también muchas veces era tildado de Quijote, de iluso, de ingenuo, de un romántico empedernido, desadaptado de una sociedad exigente y competitiva a no poder más. Con frecuencia se inquietaba por el tiempo en que demoraba su misión espacial, pero luego recordaba que el tiempo era relativo y que cualquier paso que se diera en humanidad, permitiría conquistar su objetivo astral. Por mientras todo esto sucedía José Miguel aprovechaba de disfrutar al máximo la experiencia terrestre y nunca desaprovechaba una oportunidad para sentir y compartir la felicidad que le venía por gracia natural.
Para pensar: ¿Eres un idealista? ¿Cuáles son las causas que te mueven? ¿Cómo lidias con los terrícolas?
Matías era un monje hecho de fibra y huesos, de una estricta rigurosidad tanto como maestro de la comunidad, como cuando estaba a las órdenes de alguien más. Su sonrisa era suave y era difícil oírlo reír a carcajadas. Su comida siempre era frugal y sus costillas y osamenta parecían su trofeo de control personal. Efectivamente hacía un gran esfuerzo diario por mantener todo bajo control y que ni siquiera las emociones lo pudieran traicionar. Le gustaba el orden, la rutina, lo predecible y lo convencional. Nada más lejano a su alma que la aventura, el riesgo o el apostar, ya que sabía a ciencias cierta que podía perder todo lo que tanto trabajo le había costado juntar. No obstante lo anterior, ese fuego le hacía falta y lo trataba de suplir con alguna actividad permitida en el monasterio, pero no la podía encontrar. El problema era que le faltaba intensidad; él era como un cuadro al que le faltaban pinceladas para poderlo colgar. Al conversar con su consejero tomaba conciencia de que su cabeza quería hacer un imperio con su lógica y exiliar a las otras facultades como el amar y el cuidar a los demás. Prefería evadirse de todo aquello que le recordara su propia vulnerabilidad. En el fondo había anestesiado su corazón al ingresar porque le había dado vértigo la intensidad de la vida y no quería sufrir de más. El problema era que así se restaba de disfrutar y de desplegar todo su potencial. Poco a poco fue acumulando mucha frustración y el pobre monje a veces reventaba en brotes de rabia o bien de enfermedad. Lo único que lo aliviaba eran los ungüentos de grasa que le daban calor y sabor, para despertar su espíritu y disfrutar sin medir ni calcular el riesgo o cuánto le podía costar.
Para pensar: ¿Quién manda en tu ser: la razón o el corazón? ¿Qué pro y contras observas de esta tendencia? ¿Qué puede aliviar la carencia de esta opción?
Constanza era en extremo inteligente. Un lince en realidad; veía mucho más que sus hermanas y sus ojos eran como dos radares que captaban todo lo que sucedía, integrándolo en ecuaciones difíciles de alcanzar. Tenía un maletín lleno de herramientas de donde tenía para regodearse en creatividad. Era buena para el canto, para la pintura, para la escritura y para todo lo que le permitiera explayar su mundo interno que era infinito y lleno de variedad. Su único problema, era que le faltaba seguridad y a veces convertía sus dones en una carga y su vida era un drama operático de lágrimas y desolación total. Creía ella, quizás con razón, que le había faltado cuidado y atención de sus papás frente a su sensibilidad y capacidad. Era una planta delicada y la habían dejado a la intemperie así, sin más. Coni, Coty, Costi o como le quisieran llamar era un pequeño diamante en bruto, pero que requería de trabajo para poderlo hacer brillar. Cuando así se lo proponía podía asumir liderazgos y bien mandar. Cuando creía en su poder, podía ser una reina en belleza y encantar a los demás con su atractivo natural. Si confiaba en sus talentos podía crear maravillas y plasmar hermosas obras de arte para su comunidad. Si optaba por lo contrario, podía enredarse en los vericuetos de su intensa interioridad; si no veía bien podía irse a negro y sufrir una enormidad; si no creía en su don, podía afearse, encorvarse y convertirse en una mujer amarga y apagada. Por eso cada mañana debía proponerse jugar con su nombre y aplicar la Constancia como actitud fundamental. No dejarse estar y saber que un ser especial como ella, requería siempre atención y cuidado en un invernadero de humanidad.
Para pensar: ¿Qué malas pasadas te juega a ti la inseguridad? ¿Estás conectado con tu mundo interno? ¿Cómo calificas tu sensibilidad?
Agustín era tan alto y tan flaco que no siempre lograba ver bien el rostro de los demás e inevitablemente, a veces, parecía como si efectivamente los mirara hacia abajo o con aires de superioridad. Su porte y elegancia, si bien eran muy apetecidos por las féminas, a sus pares les provocaba cierta distancia que no podían evitar. Quizás como su corazón estaba varios centímetros más alto que el de ellos, era difícil descubrir que lo movía, con qué se agitaba o qué hacía con la rabia y la pena que afectaba a todos por igual. Quizás por herencia de su abuela inglesa, era un poco flemático y no sabía cómo expresar sus sentimientos sin frialdad. Sus palabras iban siempre cargadas de cierta ironía que no era fácil de descifrar. Era un hombre bueno, correcto, muy leal a sus principios y no solía despeinarse ni con un vendaval, pero le faltaba un poco de grasa para poderlo tomar. Su esencia era un atado de fibras perfectamente trenzadas para funcionar y no había cosa que odiara más que equivocarse o que alguien le enrostrara alguna fragilidad. Su mirada era dulce, pero le faltaban unos gramos para poderse conectar. Probablemente por todo lo anterior era más callado que lo normal. No quería ser mal leído, pero tampoco le animaba mucho leer a los demás. Estaba cómodo y no se exigía más de la cuenta en el vincular. A él se le daban mejor las ideas, los conceptos, los números, que las emociones propias o la de los demás. Pensaba, finalmente que en su cabeza estaba más seguro ya que con su altura, caerse con los sentimientos, le podía costar más que al resto y herirlo en forma mortal.
Para pensar: ¿Qué prima en tu modo de ser: la cabeza o el corazón? ¿Cómo crees que te perciben los demás? ¿Qué opinas de los flemáticos?
Marisol vendía panes dulces a la salida de la Iglesia y con eso podía alimentar a su familia, con sencillez y humildad. Cada vez que alguien le hablaba para comprar, bajaba su mirada y apenas sonreía en realidad ocultando una suerte de vergüenza y/o inferioridad heredada. Era temerosa de la gente o de que se pudiera equivocar; siempre estaba atenta a ser servicial para no tener problemas con otros o que la pudieran echar de su lugar. Si bien era muy linda de cara y sus ojos titilaban como perlas negras en el mar, apenas se dejaba ver por una timidez innata que no podía superar. Era inteligente, trabajadora, amorosa y muy maternal, pero a la hora de dar la pelea afuera siempre partía derrotada. En casa era muy diferente; una leona de verdad. Ahí sacaba todo su carácter y rugía si era necesario para mandar. Tenía rabia escondida; frustración y energía contenida por los esfuerzos que debía soportar. Sus hijos la querían y admiraban, pero no les gustaba su actitud inicial de apocarse por lo que hacía o por no hubiese estudiado tanto como los demás. Le decían que no podía ser una leona en casa y apenas un cachorro en la ciudad. Que mejor era ser una sola unidad. Un día un hombre bueno la quiso empoderar. Puso un letrero grande frente a sus panes y la comenzó a promover por toda la comunidad. La reacción no se hizo esperar, Marisol vendió el doble y luego el triple y tenía ingresos que le dieron estabilidad. Entonces levantó el rostro y sacó su melena de leona a brillar con temeridad. El público de la Iglesia se asustó al principio; no era la Marisol que conocían y hasta sus panes dulces sabían más salados que lo normal. Ese día casi no vendió nada y volvió triste a su hogar. “Ni tanto ni tampoco” la consolaron sus hijos ayudándola a cocinar y así ella comprendió que en el medio estaba la verdad.
Para pensar: ¿Qué crees que sienten verdaderamente aquellos que siempre se muestran serviles e inferiores a los demás? ¿Cómo ayudarlos a equilibrar su valor sin exagerar?
Teresa hilaba lanas en el sur del país y tenía para ello un don especial. Sacaba tintes de la naturaleza y lograba tejidos de una belleza sin igual. De sus manos salían chalecos, mantas, gorritos, telares de diseños que competían con el entorno natural, al punto que hasta algunas flores y aves se ponían celosas y se iban de su hogar. Las más de las veces era sociable y caía muy bien a los demás, pero también era conocida por su gran carácter y su dominio natural. Su mente era aún más rápida que sus manos y podía tejer cosas lindas y lograr una profunda vida espiritual, pero podía ser presa del mal espíritu y decir y hacer cosas feas si alguien le caía mal. Ponía sus manos en sus caderas y no tenía empacho en decir verdades sin caridad. Luego se arrepentía, claro, pero más de algún herido dejaba que costaba tiempo y energía sanar. Su infancia había sido demasiado corta y la adultez la había pillado sin poder empacar todo lo necesario, por lo que a veces le costaba trabajo empatizar o comprender que su mundo no era el centro y que habían otros que no pensaban igual. Era buena, pero atormentada por su propia cabeza que no dejaba de enredarse con los hilos y lanas que no lograba hilar según su voluntad. Oscilaba entre un color y otro, entre un punto y un diseño perfecto que nunca lograba plasmar; peleaba con su corazón y a ratos con las vecinas que también trabajaban la lana con virtuosidad. Teresa la grande le llamaron cuando partió a la eternidad y fue conocida por ser la única mujer con agallas para pelear incluso con la divinidad.
Para pensar: ¿Te consideras una persona enredada o compleja a nivel emocional? ¿Cuánto te impactó tu infancia en tu forma de mirar? ¿Cómo es tu carácter en realidad?
René se dedicaba al buceo en la costa para poder alimentar a su familia y ganarse la vida en general. Su trabajo era muy solitario, silencioso y esforzado además, ya que debía pasar muchas horas en el mar, acompañado de huiros y lobos nada más. Le habían ofrecido trabajos en la ciudad, pero los rechazaba todos ya que para él, la gente y lo social eran una tensión natural. Al igual que las cuatro letras de su corto nombre, él era muy corto de palabras, de inteligencia emocional para poder comunicarse como lo hacían los demás. No así su inteligencia práctica –tipo ingenieril- en que nadie lo podía superar. Diseñaba por intuición arpones precisos, calculaba las mareas, reconocía la morfología de la costa y lograba incluso predecir por dónde aparecerían los peces para pescar. Allá en la profundidad era libre, se sentía a sus anchas y lograba conversar a la perfección hasta con las gaviotas o los cangrejos que lo querían de verdad. René sin embargo, una vez a la semana tenía que salir del mar para vender su producción y poderla faenar. Uf, cuánto sufría de sólo pensar que tenía que hablar con la gente, comercializar su pesca y hasta decir lo que sentía o pensaba a los que se iba a encontrar. Mucho más fáciles eran los peces que sólo miraban y nadaban sin molestar, pensaba ensimismado y un poco huraño para la percepción de los demás. A pesar de eso, René era admirado en la ciudad por su lucidez intelectual; el tema era conseguir un buen vocero que le permitiera decodificar sus ideas y comunicarlas con asertividad, sin clavar arpones a la gente real. Gran desafío en el que a veces tenía éxito, pero sólo si se sabía amado y respetado en su personalidad.
Para pensar: ¿Qué tipo de inteligencia crees que tienes en mayor proporción? ¿Te cuesta la gente? ¿En dónde te sientes pleno y en paz? ¿Cómo llevas tu personalidad con los demás?
Cecilia era una gallina grande, con un plumaje muy bien armado de tonos café, negro y rojo, que ostentaba en su pecho con orgullo y dignidad. Su mayor alegría y misión existencial era cuidar a sus pollos, a los que protegía con su pico y garras de quien los quisiera atacar. Se le daba en forma muy linda escuchar, apapachar y en su pecho cobijaba a quien lo estuviera pasando mal. Se sentía feliz con eso y muy valorada además. Como toda ave de corral, se manejaba perfectamente con la vida de las demás gallinas y tenía un arte muy grande en lo social. Sabía perfectamente qué decir, qué usar, y hasta dónde poner los huevos para no desentonar. Si bien hablaba bajito, para no figurar en primera línea porque le daba terror a que la pudieran criticar, tenía un carácter muy fuerte y era capaz de sacarle plumas a su enemigo atacando con ferocidad. Su dilema sin embargo, era que no estaba contenta con su hábitat y siempre soñaba con cimas más altas y un nido de águila en vez de un corral. Eso le provocaba un resabio amargo en su ser y no siempre lo podía expresar con asertividad. A veces esa frustración la proyectaba en su gallinero creando líos o criticando de más; a veces en sus más cercanos con comentarios que poco aportaban a la unidad, o incluso en su propio ser, dejándose estar en su belleza o arrancándose sus propias plumas sin piedad. Verdaderamente trataba de superar esta contrariedad pues era una gallina buena y muy leal; lo único que le faltaba era extender sus alas y ver que también podía volar y ser libre si se arriesgaba a ser ella misma y a no depender tanto de los demás.
Para pensar: ¿Cuáles son tus aspiraciones y anhelos más profundos? ¿Estás satisfecho con lo que eres y posees? ¿Cómo podrías volar en paz y libertad?
Jorge había heredado el reino de sus ancestros y debía llevar con maestría este honor y responsabilidad. El problema fue que al mirar las finanzas se dio cuenta que su nación estaba en bancarrota y que hacerlo público sería fatal. Con tremendo esfuerzo trató de repuntar todos los emprendimientos que existían en el pueblo, pero él no había sido formado precisamente para laborar, sino para administrar lo que otros habían producido con anterioridad. Esta tensión hizo que Jorge perdiera en gran parte su alegría y don natural para crear y jugar y se afanara con todas sus fuerzas en restablecer la seguridad económica y social de su pueblo al que se debía por filialidad. Qué feliz hubiese sido si al menos por un día le hubiesen vuelto a su infancia sin responsabilidad; con tiempo y recursos para reír y jugar. Había sido un niño muy bueno, amigo de sus amigos y un fiel admirador de su papá. Creía que él era un ser de otro mundo; un semi Dios que lo había amado con incondicionalidad. También lo había dejado un poco abandonado, es verdad, pero él le perdonaba todo a su padre, pues el ejercicio de ser rey explicaba cualquier ausencia o falla en su paternidad. Por eso cuando Jorge asimilaba el tremendo fiasco que había cometido su padre en el reino, no lo podía perdonar. Le había heredado un salvavidas de plomo y le había privado de la posibilidad de reinar para las artes, para el espíritu, para la belleza, para la familia, que eran sus más preciados anhelos y que hoy veía como imposibles de alcanzar. Su consuelo estaba en la reina y en sus hijas que reconocían en él a un hombre justo y abnegado y por lo mismo lo querían y acompañaban aunque no hubiese cobre para gastar. Su mirada melancólica, su personalidad bien portada, su espalda un poco encorvada y su silueta más flaca de lo normal, quedaron selladas en la estatua de la plaza del pueblo cuando pasó a la posteridad, con un letrero que decía: Honores al rey Jorge por su trabajo y fidelidad a la corona y por ser un excelente marido y un buen papá.
Para pensar: ¿Cuántos Jorge conoces a los que los ahogan las responsabilidades del mundo sin poder ser en libertad? ¿Qué costos tiene esta herencia? ¿Qué salidas y consuelos logras divisar?
Claudio era jardinero del palacio desde su más tierna edad. Había aprendido el oficio de su padre y este de su abuelo y así hasta los ancestros que se pudieran recordar. Por lo mismo quizás, era un hombre movido por la tradición y por el no innovar. No había nada peor para él que un cambio de estructura o que le vinieran a opinar sobre cómo podar o cultivar sus amadas plantas, que eran su vínculo más profundo y esencial. Su sensibilidad hacia ellas era tan grande, que más parecían sus hijas por cómo las apapachaba y sufría con sus berrinches o cuando se querían marchitar. Era el primero en despertarse para trabajar y jamás perdía el tiempo en conversar con otros o ser oído de los rumores y copuchas que en el palacio no podían faltar. Para él los cortesanos y trabajadores eran demasiado complejos y poco confiables en realidad; prefería conversar con sus plantas que jamás traicionaban, aunque pudieran salir afectadas. Por lo mismo, poco a poco se fue aislando de su comunidad; era introvertido, silencioso y difícil de leer en su intimidad. Nunca hablaba de su familia ni tampoco se le conocía desgracia o dicha especial; él prefería vivir en las sombras salvo que el rey lo hiciera llamar. Ahí él mostraba su corazón noble, de principios y profundamente leal. Como un roble, su majestad sabía que en él tenía un súbdito en quien sostenerse y confiar. Quedaban pocos como él y lo tenía que cuidar. Su único problema era que no quería actuar y sólo cuando al reino le entró una plaga feroz, Claudio sacó su espada y mostró su liderazgo y heroicidad. Su rostro se vistió de vigor y su lengua fue sabiduría para los demás. Sus conocimientos de plantas y de las personas también fueron claves en la reconstrucción final. “Ojalá fueses así todo el tiempo” le dijo el rey, al nombrarlo caballero por su entrega valiente a la comunidad, pero sabía que presionarlo era el peor camino para obtener lo mejor de Claudio y lo dejó marchar a sus amados parques sin chistar.
Para pensar: ¿Por qué crees que algunas personas prefieren convivir más con la naturaleza que en sociedad? ¿Qué valores ves en esa opción? ¿Qué costos tiene para ellas y para los demás?
Andrés, el pez, de pequeño había sido especialmente juguetón, regalón y libre para disfrutar todo lo que el océano le proveía. Él, astuto y observador, nadaba por los arrecifes fascinado con cada descubrimiento, armando construcciones maravillosas de conchas y algas de color. No era especialmente sociable, pero no tenía problemas en relacionarse con especies muy diversas y le fascinaba viajar para conocer y explorar. Su gran talento estaba en su cabeza que no paraba de pensar y brillar con escamas de plata y oro en altamar. Sin embargo, cuando creció y vio su hábitat lleno de tiburones y peligros, focalizó todas sus energías en tener un espacio seguro para armar su hogar. Trabajó incansablemente y claramente lo logró después de una decena de inviernos, pero tuvo como consecuencia que su cuerpo se le rigidizó y su corazón tuvo menos espacio para maniobrar. Su forma de nadar, por ejemplo, pasó a ser la única legítima y mucho le costaba aceptar que la anguila serpenteara o que el estrella amara reptar. Así también su inteligencia superior para calcular, no entendía bien los matices ni la utilidad de la inútil como pintar los corales con tintes o cortar flores marinas para bailar. Por esto, a pesar de su tremendo corazón, a veces su lengua hacía estragos al hablar y dejaba más heridos que un huracán. Poco a poco fue siendo consciente de que algo andaba mal y pidió ayuda al Calamar. Este le inyectó su tinta en el corazón del pez Andrés para hacerlo reaccionar; el buen pez tenía que aprender a aceptar otros modos de ser y actuar y mejorar su forma de vincularse con los demás. Con humildad, cambió sus escamas y todo su cuerpo comenzó a brillar, logrando volver a los arrecifes a reír y jugar, sin descuidar sus construcciones ni dejar de trabajar.
Para pensar: ¿Cómo equilibras firmeza con flexibilidad? ¿Te cuesta aceptar otros modos de ser y de pensar? ¿Juegas aún?
Elena era la maestra de la escuela rural más lejana que se pudiese pensar, en parte por vocación y en parte porque le gustaba también la soledad. No entendía bien a las demás mujeres y sus intereses intelectuales no tenían cabida en la mayoría de las personas de su edad. Pensar era su hobbies favorito y el segundo planificar, sin dejar ningún detalle al azar. Elena era brillante, ordenada, sistemática, trabajólica, honesta, íntegra, apasionada y locuaz. Las ideas le rondaban en la cabeza todo el tiempo y no había libro ni idioma que se escapara a su capacidad. Cada día se levantaba al alba y era capaz de recorrer kilómetros con tal de no fallarle a sus alumnos, aunque hubiese un temporal. Su deber ser era tan grande como su corazón, y aunque le costaba expresar su amor genuino en forma física, siempre hallaba el modo de hacer sentir valiosos y queridos a sus niños sin importar su condición ni edad. Elena soñaba con grandes cruzadas para cambiar el mundo y creía que con la educación lo podía lograr; su único dilema era incorporar la fuerza de su emocionalidad. Podía ser terca, peleadora y tenaz si no la convencían los argumentos de los demás; pero también podía ser dulce, tierna y hambrienta de cariño si confiaba en la nobleza de quien la fuese a acompañar. El problema estaba en su corazón y en su no elegida soledad, ya que no siempre andaba feliz y a veces hasta se llegaba a enfermar. Los sentimientos no lo entendía bien y tampoco lo podía planificar. Su cerebro no le era suficiente para entender lo que le sucedía a ella o a los demás. Por lo mismo, la mochila que cargaba era más pesada de lo que podía soportar y la frustración y el mal genio la solían visitar. Se suavizaba un poco su carácter si se acompañaba de María o de algún apodo como Nena o Mane, como solían ponerle sus alumnos para alegrarla y darle esperanzas en su maravillosa labor de transformar vidas más allá de la escuela y su lugar. Grande Elena, pero ojalá pudiera aprender a amar y amarse a cabalidad.
Para pensar: ¿Te gusta enseñar? ¿Cuál es tu vocación principal? ¿Cómo podrías ayudar a equilibrar tu pensar y el amar?
Consuelo era difícil de consolar. Toda su vida había sido una eterna lucha por vencer el drama y la adversidad. Su simpatía, su belleza y hasta su inteligencia emocional, nunca eran suficientes para regalarle largos períodos de paz. Ciertamente había momentos lindos donde su nombre podía ostentar con tranquilidad, pero las más de las veces, alguna tragedia familiar la dejaba sin habla y la volvía a golpear. Quizás por lo mismo desarrolló una resiliencia fenomenal. Se había caído y levantado tantas veces que era maestra en humanidad. Conocía en carne propia la pobreza y la abundancia total; el desprecio social y la fama global; el desenfreno y la más estricta moral; la soledad más profunda y la popularidad; la depresión más honda hasta el éxtasis espiritual. Nada en ella se vivía en matices, siempre el péndulo bailaba en su alma con intensidad. Así, su humor, un poco irónico, revelaba su largo y diverso camino existencial. Había estado en todos los contextos, en todas las circunstancias; no había escatimado en explorar fronteras, incluso en las sombras y la oscuridad. Su autosuficiencia y fuerza interna eran un ejemplo y sin querer su vida consolaba a los demás; si ella había podido superar tanta prueba, era un aliciente muy especial. Su único dilema era poder atesorar este estado para su propia vida y no sufrir más. Si uno miraba su rostro, sin importar su edad, siempre un ojo mostraba mucha vivacidad y algo de masculinidad; en cambio el otro, un tanto caído y más pequeño, evidenciaba una desolación vital. Su lengua oscilaba entre un mutismo absoluto a una verborrea superficial; no sabía dominar del todo su torbellino interno y sus ansias de serenidad. Siempre pedía al cielo que le regalaran su nombre para poder y sentir la promesa de la divinidad; dicen que al final la obtuvo y que su rostro resplandeció en armonía y felicidad. Era una mujer muy buena y se merecía eso y más.
Para pensar: ¿Cómo enfrentas las adversidades y/o tragedias? ¿Cómo definirías tu recorrido existencial? ¿Qué te consuela en realidad?
Gonzalo era un viejo chico desde que podía recordar. Le atraían las costumbres del pasado y le costaba mucho cambiar. Sentía que el mundo que lo rodeaba iba demasiado rápido y que había mil cosas que no alcanzaba a entender ni procesar. Por lo mismo, prefirió irse a vivir al campo para tener una vida con más paz y poder mandar a sus anchas sin que lo presionaran los demás. Cada mañana se montaba en su caballo y recorría el fundo para verificar que todo siguiera igual: los cercos con sus alambradas, los animales pastando y el maíz creciendo sin que nadie se lo fuera a robar. Sin embargo, no había día que no hubiesen cortado el alambre, un animal perdido en los cerros y maíces robados antes de cosechar. Esto hacía que Gonzalo acumulara mucha rabia y frustración y no siempre la podía canalizar con salud mental. A veces se enfermaba, otras se silenciaba amurrado y las más de las veces las mañas y enojos no lo dejaban respirar. Ciertamente a él lo movían ideales muy nobles y nadie podría haber objetado alguna de sus conductas por inmoral. Él era un hombre íntegro y correcto, fiel y trabajador además, pero le faltaba flexibilidad y aprender de la diversidad. Su misma mamá lo había tratado de “chasconear” cuando pequeño y darle códigos para moverse en el mundo sin traicionar sus principios, pero sin juzgar con tanta radicalidad. Si Gonzalo se aplicaba y hacía el esfuerzo lo lograba ser un tremendo aporte a la sociedad, sin embargo, si optaba por la flojera o la comodidad de no conocer más allá de sus fronteras, se quedaba dando vueltas en su caballo y se perdía de la felicidad.
Para pensar: ¿Cómo asimilas la velocidad de los cambios del mundo? ¿Te es fácil adaptarte a la diversidad de personas? ¿Haces el esfuerzo de aprender de los demás?
Mariana hacía pasta con la receta de su abuela y era muy estricta y esforzada a la hora de cocinar ya que necesitaba de esos ingresos al trabajar. Seguía paso a paso las instrucciones del libro familiar y se descomponía si algo estaba fuera de lugar. Hacer siempre lo mismo en forma estructurada le daba seguridad en sí misma y en la vida, ya que había tenido capítulos tristes y de mucha necesidad que la hacían estar siempre temerosa de la carencia material. La responsabilidad, la obediencia y la autoridad eran los pilares de su cocina y le era prácticamente imposible innovar. La harina debía estar cernida con un tamiz especial, los huevos debían venir del gallinero y las hierbas que la sazonaban debían venir de Italia, porque o si no, según ella, el negocio empezaría a ir mal. Su almacén lograba vender bastante y era bien reconocida en su comunidad, por lo que la mayoría del tiempo estaba en paz; el problema era cuando los ingredientes no estaban o alguien entorpecía su trabajo con alguna contrariedad. Mariana, teniendo un corazón inmenso y mucha vocación además, se agriaba en pensamientos feos hacia su profesión y fácilmente le cobraba la cuenta a los demás. Pensaba que el dueño del gallinero la quería molestar o que el molinero había guardado el trigo para hacerla quebrar. Se enojaba, se angustiaba y casi se enfermaba ante el temor de la necesidad, culpando a gente inocente con la que luego se tenía que reconciliar. Tenía la tentación de tomar los inconvenientes propios de la vida como algo personal y se perdía, sin darse cuenta, muchísimas oportunidades de negocios y recetas que le hubiesen quedado exquisitas si se hubiese atrevido a arriesgar más de lo habitual. Cuando Mariana aprendió a confiar más en sus vecinos, a hacerse cargo de su vida y a confiar de que nunca le iba a faltar, hasta su pasta se hizo más dulce, más sabrosa y mucha más gente le fue a comprar.
Para pensar: ¿Cómo te relacionas con la autoridad externa y cuán autónomo eres en tu forma de pensar? ¿cuán víctima te sientes de los demás en los momentos adversos? ¿cuánta estructura necesitas para tu seguridad emocional?
Macarena había recibido de herencia de su abuelo un hermoso y apetitoso pan. Estaba perfectamente horneado, esponjoso, crujiente, aromático y muy fino además. Le faltaba un poco de sabor, pero era una obra de arte por donde se le pudiese mirar. Este pan tenía la extraña cualidad de no descomponerse y volver a reconstituirse una vez partido, ya que la intención de su abuelo había sido proveer a su nieta de un nutriente eterno para su felicidad. Se lo merecía pues tenía todos los dones más lindos de un mortal. Era buena, inteligente, bonita y muy generosa además. Hasta ahí Macarena podría parecer tremendamente afortunada, pero algo andaba mal ya que su alma estaba en los huesos y padecía de un hambre mortal. Preocupada fue a ver a su abuelo para ver cómo mejorar; su salud estaba en crisis y se sentía enferma de gravedad. Este, que era muy sabio, comenzó a preguntarle por su dieta y cómo administraba el pan. La mujer describió cómo cada vez que se encontraba con alguien, le ofrecía primero el pan. “¿Y guardas para ti un pedazo, niña mía?”, le preguntó. “Mmm, no”, dijo con sinceridad. “Siempre lo entrego entero porque creo que lo necesitan más”. “¿Cómo es con los de tu casa? ¿Funcionas igual?”, volvió a consultar el anciano. “La verdad sí abuelo; si viene mi hermana se come todo el pan y apenas se reconstituye, aparece mi padre y se lo doy igual. Así también con mi marido; cada día le entrego todo el pan que me has dado y yo me quedo sin nada”. “Basta de postergarse Macarena” levantó la voz el abuelo, con santa autoridad. “Ese pan era para ti y para compartir, pero no de ese modo, porque o si no vas a morir y contigo el pan mágico tampoco va a existir. Los demás son igual de importantes que tú y debes poner límites en tu donar. No te engañes más que así no vas a tener amor real”, sentenció, agregándole un nuevo ingrediente al pan. Cada vez que se encontrara con alguien el pan iba a hablar recordándole a Macarena sacar su porción, amándose como era justo para ella y para los demás.
Para pensar: ¿Cómo administras tu propio pan? ¿Eres de los que se posterga todo el tiempo para obtener el amor de los demás? ¿Qué te puede ayudar a recordar una dieta sana?
Iván tenía dos abrigos para resistir el crudo y despiadado invierno de Siberia. Ambos cubrían muy bien su osamenta que no era ni tan grande ni tan fuerte como solía aparentar con ambos atuendos, que lo hacían parecer un oso invernal. Es que su esencia más profunda era muy consciente de su fragilidad humana, limitada y mortal, por lo que los abrigos representaban una feroz lucha espiritual entre el bien y el mal. Uno de sus abrigos era blanco, como la luna cuando se inflaba para iluminar el mar. Iván lo elegía para andar por la ciudad y repartir sus dones y talentos a los demás. Se sabía carismático, líder, simpático, astuto, trabajador y con una ambición sana que le permitía realizar todos los planes que quería lograr. Cuando usaba ese abrigo defendía a su familia con garras, desviviéndose por darle todo lo que pudiera necesitar. Su casa era una cueva maravillosa donde la abundancia y la alegría se podían tocar. Así era Iván cuando su inteligencia innata la orientaba a hacer un mundo mejor y eran muchos los que lo seguían, enceguecidos por su imán y vitalidad. Otras veces, movido por la impaciencia, el ego y el poder, elegía el abrigo oscuro de color café. Lo usaba para camuflarse en las sombras y ocupar atajos que le dieran ventajas sobre los demás. Se sentía traicionado por las autoridades y el sistema social y eso le daba derecho a actuar para su propio beneficio, aun cuando afectara a los que más amaba o a su comunidad. El abrigo le anestesiaba el espíritu noble y lo hacía optar por la codicia y la manipulación que le pudiese servir para ganar terreno a su gloria personal, incluyendo a su familia como víctima principal. Así Iván se debatía día a día en qué elegir para sobrevivir a la tempestad, pues él, en su soledad, sabía que abajo de ambos abrigos había un niño necesitado de amor y seguridad y que ni un extremo ni el otro lo iban a satisfacer de verdad.
Para pensar: ¿Qué abrigos te has puesto para cubrir tu fragilidad? ¿Cómo te sientes cuando te enfrentas a tu verdad más desnuda? ¿Cómo administras la lucha interna entre el bien y el mal?
Margarita hacía honor a la flor que llevaba su nombre pues era de una belleza sencilla y muy dulce en el primer mirar. Se daba con facilidad en todos los ambientes y siempre agradaba con su presencia a los demás. Su cara siempre dibujaba una sonrisa silenciosa y sus ojos brillaban como perlas de mar. Le gustaba mucho observar la realidad. Sin embargo, su ánimo oscilaba tanto como los pétalos que solían deshojar, haciéndola en extremo vulnerable a su entorno y a la opinión de los demás. Apenas caía la lluvia de la adversidad, la niña se doblaba casi al punto de fallecer y costaba mucho poderla recuperar. Un drama profundo y antiguo se apoderaba de su humanidad y es que siendo buena y bellísima, se sentía inferior a todas las demás. La debilidad de su tallo tampoco le ayudaba ya que su carácter era frágil y solía dejarse a llevar. El origen de todo esto estaba en su extrema sensibilidad; su alma era la de una artista amante de la belleza y no siempre podía calzar con la demanda del mundo y su frialdad. Sus padres de tanto cuidarla tampoco la ayudaron a probar sus propias fuerzas y salió a la vida con menos fuerza que la rosa o que el girasol con quienes la solían comparar. A ratos, por lo mismo, optaba por figurar, pero luego se ocultaba en las sombras para que nadie la pudiese dañar. Más tarde explotaba en una risa ansiosa y ruidosa que asustaba a su comunidad, la que casi siempre terminaba en llanto y desolación total. Se tentaba con la sensualidad y con la agresividad para poder triunfar, pero eso le era completamente ajeno a su ser esencial; más parecía una flor injertada grotesca que un hada preciosa que era a lo que estaba llamada. Armonizar las emociones para ella era todo un dilema existencial y ciertamente requería de tutores firmes que la pudieran acompañar. Aferrada a ellos, sus ramas se podían multiplicar y todos sus talentos exponerse sin salir dañada. Margarita contenida y amada por sí misma podía ir reconociendo sus propias fuerzas y extender sus maravillosos pétalos como una corona real.
Para pensar: ¿Cómo administras la sensibilidad? ¿Qué máscaras o pantallas te son más habituales para obtener el reconocimiento de los demás? ¿Qué o quiénes son tutores que te ayudan a contener tu esencia original?
Gerardo había entrado al servicio militar a corta edad. Ni siquiera había tenido la oportunidad de elegir, ya que la guerra había llegado a su país y reclutó a todos los jovencitos que tuviesen un poco más de fuerza y resistencia para luchar. Había estado en el frente por muchos meses, años en realidad, presenciando escenas de violencia y crueldad, que prefería no recordar. Para sobrevivir había tenido que pintarse un camuflaje verde, negro y café que apenas dejaba ver sus manos, sus ojos o sentir su corazón palpitar. El problema fue que esta gruesa capa de grasa y betún se le quedó para siempre adherida a su piel y después no supo bien quién era en realidad. Ciertamente esa historia estaba en su pasado y ahora vivía como cualquier mortal en la ciudad, sin embargo las pesadillas y recuerdos lo torturaban sin cesar. Como una especie de penitencia inconsciente por el daño hecho y recibido, a pesar de querer hacer el bien, muchas veces elegía el mal como si estuviese rodeado de enemigos en su propio hogar. A veces hasta el más mínimo estímulo hacía explotar una granada en su boca o en sus manos y se ponía a pelear en forma descontrolada. El drama de Gerardo es que no se podía perdonar a sí mismo y aceptar que había sido un niño forzado a pelear. Era una víctima más de la violencia y no sabía cómo cortar este círculo de oscuridad. A veces se castigaba con evasiones, con adrenalina o con adicciones que le hacían mucho mal, pero debajo de sus bototos y de su ropa gruesa, se ocultaba una alma buena que había obedecido a la autoridad y que sólo quería ser amada y aceptada por los demás. Sólo cuando pudo experimentar esa salvación, el hombre apareció con su ser esencial: un gran hombre, honesto, idealista, impulsivo, leal, apasionado a no más dar, con hambre de paz y de que el mundo le diera otra oportunidad.
Para pensar: ¿Con qué rapidez juzgas a los demás? ¿Eres capaz de ver en su pasado una explicación a un comportamiento antisocial? ¿Cómo ayudar?
Paula, como todos los demás seres humanos, tenía en su columna vertebral escondidas las baterías para funcionar, sin embargo la de ella era muy especiales y sobrecargadas. Desde muy temprano se activaban dándole una cantidad de energía descomunal; en su cuerpo y en su mente había como un corriente de alta tensión que la obligaba a levantarse y a correr a toda velocidad. Los colores salían de sus manos como si fuese una bomba nuclear y siempre quedaba corta en el tiempo para todo lo que quería realizar. Su corazón también se alimentaba de esta fuente general por lo que amaba en forma intensa y siempre se daba con transparencia y gratuidad. Tanta energía a veces producía ciertos cortes de circuito en su cerebro que no lograba ordenar tantas ideas juntas y se podía dispersar. Su cuerpo, sin importar la edad, casi siempre estaba tonificado como si una carrera fuese a comenzar. Tenía cuerda para rato y era siempre la que bailaba hasta que la música había que cortar. Quizás por su sobrecarga energética no siempre su ser era apto para profundizar en una idea o en un lugar; la ansiedad por saber más, por pintar, por esculpir, por crear la hacía funcionar como una Redbull natural. No obstante lo anterior era en extremo meticulosa para trabajar; conociendo sus pilas sobrecargadas siempre se daba el tiempo para planificar todos sus pasos y era perfeccionista y cuidadosa logrando cerrar todos sus proyectos con prolijidad. Las pilas de su columna también eran un imán para los demás; irradiaba sin querer grandes rayos de alegría, de entusiasmo y de positividad. Por lo mismo era especialmente querida y valorada por toda su comunidad. Algunas cosas le costaban más, pero era tan esforzada que compensaba cualquier dificultad. Era una linda persona, ingenua, amorosa y muy ayudadora además. Todos acordaban que era un privilegio tenerla aunque ella no lo supiera o creyera a cabalidad. Dudaba de sí misma a cada rato y había que reforzarla con frecuencia para recargar esa esencia bendita que Dios le había regalado con tanta generosidad.
Para pensar: ¿Cómo son tus pilas naturales? ¿Te sientes identificado con esta forma de ser? ¿Qué personas conoces con la energía de Paula?
Cristóbal había nacido en la mitad de la selva del Amazonas y se había criado en medio de la naturaleza más bella y desbordada que se pudiera imaginar. No había ningún lujo, pero sí una tribu muy sabia y amante del arte, de la religión y de la salud natural. Lo había cuidado una anciana tan arrugada como espiritual, quien le había enseñado a descifrar los mensajes de la divinidad en todo ser vivo, en el río y en el cielo además. Al momento de su juventud debió marcharse a la ciudad a estudiar y a trabajar y la verdad nunca se pudo adaptar a cabalidad. Hasta los zapatos le incomodaban para caminar. Anhelaba la tierra, el agua y el verdor hinchando sus venas como savia real. Lo de él era lo simple, lo esencial, la contemplación, la camaradería y la libertad. No obstante su nostalgia fuerte por su origen, poco a poco fue tratando de llevar su sabiduría a los habitantes de las calles y a la sociedad. Intentaba darles a conocer la alegría de la fe en algo más grande que su propia materia y realidad. Su sensibilidad era preciosa y los códigos del mundo le resultaban ajenos, como si víboras lo quisiesen picar. No le gustaba trabajar de sol a sol como los demás y los estudios le parecían demasiado aburridos como para intentar un camino formal. Por lo mismos, pocas veces era valorado por su grandeza espiritual, pero él se afirmaba en la imagen de su viejita linda y las peticiones que ella le había hecho al zarpar en su canoa de juncos y sisal. Le había pedido ser portador de una misión única que debía realizar: poner a Dios en el centro de la ciudad, sin importar los medios o modos que ocupara para poderlo lograr. Cristóbal ocupó la música y algunos pocos lo supo encantar; luego pintó cuadros y unos cuantos más pudo sumar. Así también lo intentó con la escritura, con la educación, con la siembra y hasta con sus manos intentó esculpir una imagen al lado de una catedral. Finalmente, decidió ofrecerse él mismo como árbol vivo, echando raíces en lo profundo de su ser, extendiendo sus manos como ramas de un frondoso nogal y tratando de dar muchos frutos sencillos que alimentaran a los habitantes hambrientos de la capital. Llegó a ser tan arrugado como su viejita amada y un viejo muy fecundo para quienes se dieran el tiempo de conocer su preciosa simplicidad.
Para pensar: ¿Crees que tienes inteligencia espiritual par captar lo esencial y lo trascendente de la realidad? ¿Cómo hacerle espacio a esta dimensión en nuestra ajetreada sociedad? ¿Qué persona sabia te inspira?
Violeta, al igual que el color que la representaba, era una mezcla compleja entre el rojo de la pasión -con todos los medios que ésta tenía para expresar esa energía vital- y el azul -que la enfriaba con una racionalidad y tristeza más allá de lo normal-. No siempre alcanzaba a dar con el tono perfecto para ser violeta nada más. Había días en que el tinte se le iba más hacia el rojo y ahí su elocuencia y sensibilidad se expresaban con vehemencia brutal. Violeta en esos días era capaz de crear poemas llenos de amor y de exuberancia emocional, de inventar recetas únicas, de pintar obras maravillosas y hasta de componer los más bellos sonetos que alguien pudiese imaginar. Sin embargo, era tanto el desborde de sangre existencial que quedaba extenuada y punto de morir de anemia espiritual. Otros días en cambio, su matiz era más cargado al azul y no podía con su humanidad. La sangre se le hacía tóxica y la asfixiaba en una melancolía que nada podía crear. Destruía con su cerebro todo el valor de su creatividad; menospreciaba su arte y se dedicaba a trabajar en lo práctico y racional. Sin embargo, cuando cada color estaba en su justa proporción esta mujer era de una fuerza e inteligencia sobrenatural. La creación se juntaba con la astucia permitiendo abrir caminos donde nadie había cruzado jamás; su ímpetu con su liderazgo inspiraban a muchos que la seguían por su carisma y particularidad; su linda locura se mezclaba con su rebeldía natural y permitía sembrar ideas que no existían antes de su actuar. Así, cada mañana debía ajustar sus ingredientes internos para estar en equilibrio y no traicionar su color esencial. Era demasiado hermoso, necesario y sobre todo muy escaso y difícil de encontrar.
Para pensar: ¿Conoces personas como Violeta? ¿Qué te enseñan o inspiran? ¿Cómo las puedes ayudar a cuidar su equilibrio personal?
Bárbara vivía en un castillo en la Edad Media y tenía varios roles y encargos que cuidar. A pesar de pertenecer por linaje a la nobleza y su sangre era más azul que la de la misma alteza real, ella prefería el bajo perfil y servir a los demás. Su primer trabajo era cuidar la capilla del lugar. Ella tenía una especial conexión con Dios por lo que poner las flores, limpiar las velas, dar la comunión o cantar, le hacían sentir muy feliz y plena de verdad. Su segunda misión era decorar los pasillos del castillo con arte de los cortesanos y así poderlos ayudar. Se le daba la estética, los colores, lo bonito, lo simple y siempre pedía nuevos libros para aprender más. En el fondo, le encantaba hacer puentes con los artistas de los villorrios fuera de las murallas de su castillo y darles mejor vida y bienestar. No obstante su interés intelectual, le costaba mucho concentrarse y las ideas se le dispersaban como moscas al cocinar. Su mente tenía tantos intereses que se le confundían los conceptos y su sopa de letras cerebral era inspiración para el humor de los juglares al festejar. Tan grande era su humildad, que ella misma se reía y jamás se lo tomaba a mal, ya que en el fondo sabía que su riqueza y fortaleza no estaba en el saber o en el dar cátedra de ortografía o gramática a los demás. Sin embargo, el gran don de Bárbara –por la que fue nombrada caballero- era su gran escudo de integridad y honestidad. No tenía pelos en la lengua y jamás permitía una injusticia o un abuso sin luchar. En el fondo una guerrera como ya casi no existen en la actualidad; lo único es que tenía que elegir bien a su rey para no equivocarse de causa y servir al mal.
Para pensar: ¿Qué sintonías tienes con este nombre? ¿Te gusta el bajo perfil? ¿cuáles son tus luchas y a qué rey sirves?
Rafael había sido nombrado líder de la expedición para rescatar a unos turistas que se habían perdido hace algunos días al pasear. Su sabiduría y su señorío innato fueron algunas de las causas para elegirlo, pero por sobre todo su lealtad a causas imposibles y su nobleza e idealismo natural. Cada mañana se levantaba muy temprano y ofrecía con gentileza desayuno a los voluntarios para animarlos a otro día más de búsqueda y avanzar. Era de rutinas y procedimientos, porque no le gustaba errar y porque en el fondo ocultaba una gran inseguridad en su valía personal. Los ritos y reglas contenían esta energía en orden y sólo los más cercanos conocían su lado frágil frente a la adversidad. Su impronta de autoridad era real, pero la procesión interna se le arrancaba de los modos más inesperados sin pensar. En las cimas del camino de búsqueda dejaba ver una gran sensibilidad y preocupación por los demás. Sus ojos le brillaban con sinceridad al pensar en el porvenir de los turistas y si en realidad los podría salvar. En las simas, en cambio, la ira lo solía contaminar. No le gustaba que lo desobedecieran y se contrariaba por detalles que no valían la pena en verdad. También algo de vanidad se le colaba y le gustaba el reconocimiento de su capacidad intelectual. En las llanuras que recorría oscilaba entre dos estados muy diferentes, pero así era su esencia y le servían para la misión que le habían encomendado realizar. Por horas iba ensimismado y con melancolía existencial, que le permitían reflexionar y discernir con profundidad. Al rato se volvía muy sociable y se rodeaba de gente para aprender y conversar sobre cómo continuar. Eso sí, detestaba a la gente ignorante o a los que sólo vivían de los chismes y la morbosidad. Finalmente, a los turistas los pudo rescatar al fondo de una quebrada, pero frente a la sorpresa de todos, se retiró en silencio y soledad. A él lo habían educado que era su deber no más; no sabía qué hacer con los aplausos, las luces ni menos con la notoriedad en la comunidad.
Para pensar: ¿Cómo te manejas con el deber ser? ¿Cómo actúas en las cimas y simas de tu vida? ¿Te gusta el aplauso o prefieres no exponerte?
Estela era tal cual el nombre con el cual la habían bautizado. Su madre apenas nacer supo al oírla llorar que la niña dejaría huellas a su andar. Al principio el oleaje que produjo fue muy calmo; apenas un oleaje muy suave, como una caricia de mar. Sus ojos dulces y observadores se dejaron amar y apapachar como un dulce difícil de sacar. En su adolescencia se encabritó más de la cuenta y su estela parecía un tsunami a punto de arrasar; el tema era que su fuerza y sensibilidad interna la tenía que aprender a calibrar. Su alma parecía un verdadero motor fuera de bordo tratando de ajustar velocidades y saber dónde navegar. Experimentó por diferentes lugares y no tuvo ningún miedo en viajar lejos para probar; una brújula interna la empujaba y no podía dejar de buscar. Finalmente en la adultez, encontró su océano, su tribu y su lugar por lo que su estela volvió a ser mansa y sutil como el olor de azahar. Sin embargo, no había que dejarse engañar, ya que tenía la potencia para armar una tempestad sobre todo si tocaban a los suyos o la querían dañar. Su silencio frecuente se volvía una verborrea imparable sin avisar y es que Estela era así, impredecible en su vida emocional. La intensidad que su madre había percibido apenas verla asomar, seguía siendo parte de su esencia y nadie se lo podría quitar. Lo suyo era amar y sentir con toda intensidad; vivir la vida a concho aunque incluyera lágrimas y demás. Las huellas en la vida, según ella, sólo se marcan bien en la arena si llevas vivencias múltiples al caminar. Ese tesoro de aprendizajes es el que permite que otros te sigan y que las estelas en el agua sirvan para dibujar mejores realidades que las que hay. Quizás son efímeras según los prácticos, pero más de alguien las siente, las sigue, las goza y se puede sentir acompañado por estas almas lindas que son como ángeles un poco impulsivos, pero buenos de verdad.
Para pensar: ¿Qué estelas estás dejando en tu vida? ¿Hay sellos propios que sirvan de inspiración a otros? ¿Cómo manejas la impulsividad?
Rodrigo era muy buen mozo, casi un modelo para fotografiar, por lo que su imagen era parte muy importante de su identidad. De niño parecía un querubín para pintar y en su adolescencia un actor de Hollywood con un encanto muy particular. Este consistía en una rara mezcla de coquetería con una tristeza insondable, que nadie podía descifrar; ni él mismo sabía a ciencia cierta de dónde venía un rasgo ineludible de fatalidad. En verdad, Rodrigo era mucho más complejo que una foto o lo que subía al Instagram y no siempre lograba resolver sus conflictos internos con serenidad. A veces creía que su melancolía venía de no tener un lugar seguro para estar, por lo que su belleza la convertía en seducción para que lo alojaran y poder armar un hogar. Otras veces creía que su tristeza la originaba su falta de papá, por lo que sin querer aparentaba una falsa seguridad y prepotencia que no siempre caía bien a los demás. Lo extrañaba con el alma, pero no sabía cómo rellenar ese espacio que le dolía tanto al respirar. Rodrigo en el fondo era un eterno regalón que buscaba por todos los medios que alguien lo cuidara, lo apapachara y le dijera que su amor era incondicional, aunque estuviese feo, desarreglado o no tuviera ningún triunfo que mostrar. Era bueno de alma, pero no sabía bien cómo despegarse de la imagen y amar para ser amado en profundidad. Por lo mismo a veces se confundía amando con cosas, con acciones, con ironías, con muchas palabras, con rabia, con llanto y a veces hasta con pataletas difíciles de controlar. Otras veces atinaba con gestos tiernos, regalos generosos y una simpatía sin igual. Pero se complicaba al dudar de su valía y confiar en los demás. Su destino parecía una camino sin salida: la imagen lo obligaba a estar siempre bien, pero en su fuero interno no estaba en paz. Cómo integrarse en una sola película con las pérdidas y ganancias; con luces y sombras; con lo lindo y lo feo; con el amor y el desamor… La única salvación de Rodrigo, como la de todos en realidad, era encontrarse de corazón con el gran Padre y Creador de su humanidad y saberse amado profundamente incluso antes que aprendiera a respirar.
Para pensar: ¿Cuan importante crees es el amor paternal en tu autoestima personal? ¿Cuánto te somete la imagen externa? ¿Qué caminos buscas para amar y sentirte amado?
Soledad era una artesana muy hábil y reconocida por su oficio de construir armaduras para proteger a los caballeros de sufrir heridas en la batalla. Dominaba el metal como si fuese mantequilla y era muy astuta para negociar. No dejaba que nadie le hiciera trampas con los materiales o al cobrar, ya que su mente de comerciante y su porvenir dependían sólo de su capacidad. No le gustaba ir en la primera fila de los artesanos ni tampoco hacer ostentación de su inteligencia superior a los demás; creía que era mejor hacerse pasar por simplona y así poder ganar tiempo y observar. Muchos se engañaban con su sonrisa inicial, ya que no tenía ningún miedo a desenfundar su espada y mostrar una lengua muy afilada. Es que de tanto armar defensas para la vida de los demás, sin querer se había ido envolviendo en una sutil pero firme armadura de escamas de acero que la hacia difícil de penetrar. A algunos les parecía fría o incluso con poca facilidad para socializar, pero en el fondo Soledad no quería salir nuevamente dañada. Su oficio lo había aprendido por necesidad al ver que muchos morían al ir con el pecho al frente y había optado inconscientemente por protegerse debajo de una mascara de metal. Sólo muy pocos tenían la llave para entrar en su corazón y descubrir a la persona maravillosa que era en realidad. Soledad era valiente, fuerte, una guerrera mucho más fuerte que muchos hombres que iban a pelear, sin embargo en su comunidad un machismo solapado no la había dejado florecer a cabalidad. En su ciudad las niñas tenían que sólo bordar, coser y limpiar y su naturaleza era mucho más ambiciosa y osada por lo que optó por su oficio como una forma de escapar a su propio nombre y a una frustración existencial. Soledad era un sol lleno de vitalidad y energía, pero no tenía suficientes espacios y canales para brillar. Mejor atesoraba sus triunfos a solas y se cuidaba de no sufrir más.
Para pensar: ¿Eres de los que proteges tu intimidad de todos con una coraza? ¿qué te llevó a esa actitud? ¿Qué conductas machistas ves a tu alrededor?
Sandra, era una odalisca de una belleza muy especial. No se sabía si era agraciada o no bajo su propia percepción, pero era evidente que tenía un imán único para atraer a los demás. Su gran carisma era su personalidad. Una mujer hecha y derecha, llena de fuerza y capacidad para sobreponerse a la adversidad. Si se hacía llamar Sandrita disminuía su poder, pero Sandra a secas era una matriarca que bien podía mandar una ciudad. No obstante su innata capacidad, a ella le gustaba el bajo perfil y no figurar y hacía su baile sólo en su casa o en donde se sintiera verdaderamente amada. Sus huesos eran firmes y su tranco clarísimo de escuchar. Podía ser silenciosa en su habla, pero tenía claridad de lo que pensaba y no dudaba en manifestarlo con vehemencia si lo tenía que realizar. Su baile de pañuelos y movimientos los había aprendido de su abuela, que la había dejado a muy corta edad. La había llorado por dentro y esas lágrimas aún luchaban por emerger y darle la verdadera paz. Pero eso Sandra no se lo permitía más que en la más íntima soledad. A pesar de esta herida, ella era un puntal muy sólido y la que marcaba el ritmo de la comunidad. Su lucidez y rapidez de mente se movían tan ágil como sus caderas al bailar. Podía ser tierna a su modo y muy buena mamá, pero más se le daba el trabajar con obediencia y fidelidad a quien le diera la confianza y llevara el primer lugar. Había pocas como Sandra, sólo que ella no reconocía aún su gran valor y la importancia de su baile y su fuerza para el equilibrio total.
Para pensar: ¿Qué lugar te sale más natural a tu personalidad, la primera o la segunda fila? ¿Reconoces tu valor y tu fuerza natural? ¿Qué te hace disminuir tu valor y carisma?
Raimundo era un diplomático de carrera muy hábil y reconocido en socializar. Su simpatía era evidente y su manejo de los temas contingentes lo hacía siempre estar donde había que estar, con las personas más adecuadas para avanzar. No lo hacía por interés, sino porque se sentía realizado con esta vocación esencial. No le había ido muy bien con los estudios y la verdad, tampoco le gustaba esforzarse en exceso si los amigos y conocidos lo podían ayudar. Su máxima primordial era “Más vale tener muy buenos amigos que ser millonario” y lo creía sin dudar. Lo suyo eran los vínculos, aglutinar a la gente y generar una energía linda que les permitiera a todos potenciarse y sumar. Raimundo, según algunos desconfiados y mal hablados, era un poco superficial, sin embargo se equivocaban, ya que no por conocer las modas y los códigos de la gente, dejaba de tener un corazón inmenso y muy generoso además. Él era el primero en ofrecerse en ayudar a cualquier causa espiritual; era noble, cariñoso, afectuoso, aunque a veces se pusiera un poco rabioso de más. En el fondo Rai sí se creía un poco el rey del mundo, pero no por sus méritos intelectuales ni por su poseer ni aparentar, sino por una realeza interna que le regalaba una autoridad y prestancia que nadie podía negar. Es que él había sido bendecido por una seguridad en sí mismo muy especial. Jamás se creía más que los otros, pero nunca tampoco menos, aunque en su carrera diplomática no tuviese una gran embajada. Podía apenas tener para comer o para viajar, pero él estaba siempre alegre y digno bajo cualquier pobreza o adversidad. Su tamaño más bien pequeño lo hacía amigable y jamás causaba miedo o rechazo en su ciudad; era lo más parecido a un perro león, fiel, acogedor, lleno de chispa, de talentos y una gran melena para pavonear; lo único importante era nunca hacerlo enojar, porque podía ser fiero y ponerse luego muy triste por las mordidas o rasguños que pudiese ocasionar.
Para pensar: ¿Eres de muchos o pocos amigos? ¿Te consideras hábil para socializar y aglutinar a los demás? ¿Cómo es tu autoconfianza?
Sebastián confeccionaba y vendía botellas de cristal. Las conocía a la perfección en sus colores y grosor y era muy buen conversador con sus clientes, por lo que casi siempre lograba vender una buena partida de ellas y poderse sustentar. Se defendía con su buena pinta y trabajando sin parar; jamás cerró su tienda antes del anochecer y abría antes del alba para optimizar. Se le hacían difíciles las letras y no había ningún libro en su casa porque no soportaba la complejidad del pensamiento ni menos la filosofía o la espiritualidad. Lo suyo eran los números, sumar y restar sus ingresos y lo más concreto y practico para funcionar. La mayor de las veces tenía éxito en su negocio y andaba feliz si sus botellas se vendían más, pero había un detalle no menor que siempre lo atormentaba en la oscuridad de sus bodegas cuando nadie lo podía observar. El problema estaba en su mercadería que era muy frágil y se quebraba con excesiva facilidad. Podían verse brillantes, bonitas y hasta elegantes en su vitrina, pero a veces de sólo tocarlas, se quebraban y ya no servían más que para reciclar. Sebastián sabía que había algo que andaba mal, pero no lo quería afrontar. Prefería seguir hacia delante y chutear los vidrios rotos para otro lugar. El dilema de este fabricante era que la arena que utilizaba había sufrido de constantes marejadas, dejándola con componentes estructurales más escasos que las demás. Siglos y siglos de abandono en las costas le habían lavado por dentro y la habían hecho visiblemente adecuada, pero no firme ni estable como otras arenas de mar. A las botellas de Tatán, como algunos lo llamaban, les faltaban cimientos y seguridad. No le habían tocado y habían mermado su profundidad y calidad esencial. Su fórmula era susceptible de mejorar, pero él insistía en pensar que era víctima del mundo y que nadie lo entendía en su fatalidad. Por lo mismo abría y cerraba su tienda y nunca se decidía a ir a la playa que le proveía la arena y echar toneladas de sal y silicio para verdaderamente vender botellas perfectas y no sólo en apariencia nada más.
Para pensar: ¿Sientes que hay algunas fallas estructurales en tu historia? ¿Te atreves a hacerte cargo y trabajar en ellas de verdad? ¿Cómo son tus botellas de cristal?
Carla estaba encargada de escribir todos los libros en la época medieval. Su pulcritud y perfeccionismo le habían hecho merecer esta tremenda dignidad. Desde muy pequeña la habían conocido en el pueblo por su gran responsabilidad y en parte se debía a que había tenido que crecer más rápido de lo normal. Su letra era firme, clarita y permitía que siempre se leyera con honestidad. Se levantaba al alba y no paraba de trabajar y siempre buscaba los modos de arreglárselas sin molestar a nadie más. No le sobraba; al contrario, pero andaba siempre elegante, sonriente y con un temple de hierro que no dejaba traslucir sus penas o necesidad. Era una profesional muy destacada y silenciosa cuando se requería, pero alegre y buena para celebrar cuando la ocasión lo ameritaba, siendo su risa un deleite especial. Un día, el prior de la ciudad le encargó una misión muy particular: debía escribir la historia de cómo se había formado esta pequeña comunidad, incluyendo todos los relatos de cada miembro, sin faltar a la verdad. Cada artesano, dama, caballero y sirviente se puso en fila para contar su versión y Carla las escuchó con atención real. Una vez recopilada toda la información, la empezó a redactar y finalmente la entregó para que el prior la pudiera revisar. Al mirar las páginas y al leer el relato éste se quedó muy impresionado por la rectitud de las líneas y que ninguna falta de ortografía o mala palabra había para comentar. Todo era transparente, auténtico, leal, aunque estuviese lleno de enredos, rumores e historias que no eran dignas de repetir en realidad. ¿Cómo hizo para mantenerse fiel a la verdad con tanta humanidad?, le preguntó a Carla. “Mire, muchos me contaron cosas y había de todo en verdad, pero mi madre me enseñó a ser de una línea aunque me cueste la vida o la libertad. Me pidieron que torciera las líneas o que favoreciera a unos para no quedar mal. Hasta panes y joyas me ofrecieron porque hay muchas intrigas y miserias en esta comunidad. También vi cosas preciosas y mucha bondad y las quise resaltar. Prefiero ser optimista y mirar desde ahí la ciudad. Podré perder amigos o salir perjudicada desde el punto de vista material, pero nadie me quita ser fiel a mi misma y guardar la integridad”. Por su trabajo y su ejemplo de fidelidad, Carla fue nombrada “Hija Ilustre del lugar”. Ella emocionada de que sus esfuerzos fueran reconocidos, se compró unos aros lindos, se arregló el pelo y se fue a celebrar con los que la amaban de verdad.
Para pensar: ¿Cómo “escribes” las líneas de tus vínculos con toda su complejidad? ¿Logras ser fiel a ti mismo y no caer en los rumores o intrigas de los demás? ¿Dónde pones más énfasis al leer la realidad; en lo bueno o en lo malo?
Pilar entró a un concurso de panaderos confiada en que sus productos iban a ganar. Su receta tenía los mejores ingredientes, pero sobre todo no había nadie que los preparara con tanta dedicación y amor de verdad. Cada bolita de masa era como un hijo para ella y los cuidaba como acunándolos hasta que salieran del horno listos para ser alimento de vida para los demás. Cuando llegó al certamen, sorprendida, vio cómo otros participantes tenían un marketing mucho más agresivo que el de ella y sus ingredientes y preparativos parecían una receta de caviar. Cada vez que los otros se “vendían” ella se silenciaba más y se iba, sin querer avergonzando de su sencillez y amorosidad. Ella llevaba sus panes en una canasta con género cuadrillé y nada más. No había luces, letreros ni jingles para promocionar las bendiciones que ella había preparado para degustar. Su timidez e inseguridad salió a flote y se fue a ocultar para ver qué iba a pasar. Su don era observar y parecer inexistente para luego poder actuar. Dejó que todos hicieran su show y que hablaran sin parar. Ciertamente a media tarde unas lágrimas gordas de soledad cayeron de sus ojos, pero sólo ayudaron a humedecer un poco más sus panes con una bellísima sensibilidad y aroma de humildad. Ella, al igual que sus productos era de una belleza calma y una dulzura que ni la miel podía igualar. Sus manos tenían callos de tanto trabajar, pero para ella eran un orgullo de su oficio ya que con ellas había podido alimentar a muchos en su pueblo natal. Al llegar la premiación, los jueces por poco la pasan de largo porque no se atrevió a hablar más fuerte, pero el aroma y sabor de sus panes, los hicieron regresar. ¿Quién hizo esta maravilla? Preguntó un glotón que no podía dejar de probar. Pilar se sacó sus cabellos de su cara deslavada, se irguió tanto como pudo y salió adelante con orgullo y femineidad. “Usted es la ganadora; nunca había probado maravilla igual. Un pan que reúne amor, suavidad, fuerza, carácter, paz, inteligencia, sabor de antaño y hogar”.
Para pensar: ¿Confías en la bondad de lo que realizas sin la necesidad de meter bulla? ¿Eres capaz de resistir la presión de la competencia? ¿Cómo es tu juez interior sobre tu valor esencial?
Daniela optó por ser carabinera a muy corta edad. No sabía bien si le gustaba el uniforme, el orden, la estructura o la seguridad que esta organización le evocaba ya que su abuelo había sido oficial. Casi como si estuviese ejerciendo, día a día organizaba su tiempo y su agenda con una planificación rigurosa y muy formal. No le gustaban los desórdenes y era muy estricta a la hora de mandar. No obstante no había que confundir esto con dureza o distancia emocional. Daniela era amorosa, preocupada, dulce a su manera y muy servicial. Los conflictos le daban alergia y le cargaba pelear; por eso siempre optaba por la prevención o ceder nada más. Su cabeza era rápida, práctica y podía prever más situaciones que los demás, por lo que cuando entró a la Escuela de Carabineros, la mandaron a logística y a servicios especiales para la comunidad. Desde ahí pudo crear escuelas para ayudar a los niños y hacía viajes hasta los más recónditos lugares con tal de ayudar. En el fondo sabía que había nacido para eso y los medios de la institución la podían ayudar. Sus armas maestras eran la honestidad, la integridad, la bondad, el trabajo esforzado y el buen humor además. A veces se daba el permiso para hacer locuras y se vestía como comando especial, pero no para atrapar delincuentes o cuidar el banco de la ciudad, sino para hacer cuentos a los niños y a los viejitos que solía visitar. Daniela por su constancia y fidelidad llegó a ser mayor y su pecho lució orgulloso hasta el final, lo único que se echo de menos fue que no se atreviera a ir a la primera línea, ser general y luchar por el bien, contra los malos de la calle que cada vez abundaban más.
Para pensar: ¿Te atreves a ir a la primera línea de batalla o prefieres la seguridad? ¿Cuál es tu aspiración final? ¿Qué te frena o te impulsa a actuar por el bien?
Nicolás había nacido en Rusia y se dedicaba a construir esas preciosas muñecas pintadas que se van cobijando de más grande a más pequeña hasta llegar prácticamente a un poroto sólido que no se puede partir más. Las matrioskas eran difíciles de armar. Cada capa de madera debía medirse a la perfección para calzar unas con otras y que no se fueran a topar. Así también el diseño y pintura debía ser muy meticulosos ya que se replicaban una y otra vez en cada modelo para sorprender. Sin embargo, jamás quedaban iguales y en cada muñeca iban saliendo nuevos aspectos de su identidad. Para afuera se veían lindos, casi perfectos y brillantes además. Las muñecas se vendían mucho por su apariencia y juego inicial, pero más temprano que tarde las niñas las dejaban sólo como un adorno y jamás como su muñeca del alma a la que siempre iban a cuidar. Es que su interior estaba siempre sin pintar; color madera, sencillo, sin trabajar. El vacío y el eco de sus entrañas dejaba una sensación extraña que no se podía explicar. Además el hecho que se partieran por la mitad las hacía poco confiables para jugar. Parecía que en cualquier momento se destornillaban solas aunque su cara siguiera inmóvil y sin nada expresar. Algunas niñas optaban por quedarse con la muñequita más pequeña, porque era diferente a las demás, pero era tan compacta y cerrada que poca información le podían sacar. Nicolás intentó hacer modelos de muñecas con más alma e identidad, pero le dio miedo perder la fama y fracasar. Prefirió continuar con las miles de capas sin nunca tratarlas por dentro o al menos trabajar el poroto de muñeca que todos querían conocer y amar.
Para pensar: ¿Conoces personas que son parecidas a las Matrioskas? ¿Conoces tu propia alma verdaderamente? ¿ Eres capaz de arriesgarte a ser auténtico contigo mismo y con los demás?
Sergio había sido minero toda su vida y desde pequeño había sufrido los sufrimientos y rudeza de esta actividad. Las jornadas eternas, los ingresos escasos, un precario bienestar y la injusticia social habían sido su alimento en cada despertar. Por lo mismo en su juventud se fue llenando de sentimientos que agriaron su corazón a no poder más. Su alma se volvió tan oscura como el carbón que solía apalear. Un día armó una revolución para destruir toda la estructura de la mina y frente a sus ojos vio saltar palos, rieles, lámparas y hasta al capataz. Una vez que la nube de polvo se disipó y los llantos de los caídos cesaron, Sergio vio estremecido lo que acaba de protagonizar. Raramente no sentía el gozo que esperaba alcanzar; estaba solo y la paz se había ido del lugar. Recién entre los destrozos y los vítores lejanos de algunos compañeros borrachos de maldad, vio que la violencia no había servido de nada. Su corazón de piedra lloraba y empezó a ablandarse como una especial sabiduría y fecundidad. En medio de su aprendizaje radical comenzó a sentir cómo vetas de amor recorrían sus venas como ríos de oro que le dolían por su verdad, pero que a la vez le enseñaban una nueva forma de enfrentar la vida y su adversidad. Su alma era noble, su inteligencia sencilla y leal, su humildad sobrecogedora y su deseo de reparar se apoderó de él a todo dar. Palo por palo empezó a levantar la mina y a aliviar las heridas del capataz. Comprendió que era tan hombre como él y se merecía la misma dignidad. Desde ese día comenzó a enseñarle a los nuevos mineros cómo relacionarse para obtener mejores condiciones, pero desde la empatía y el dialogo con verdad, sin resentimientos y con Dios detrás. Sergio tras su muerte fue nombrado patrón de los mineros, porque había aprendido a excavar lo mejor de cada persona y hacerlo brillar.
Para pensar: ¿Cuál camino eliges a diario frente a las injusticias y la objetiva maldad? ¿Qué costos te ha traído optar por la venganza? ¿Qué vetas de oro puedes trabajar en ti y en los demás?
Andrea vivía en una gran tinaja de greda, de esas lindas y antiguas en donde agua o vino se solía guardar. Su forma y su cavidad le habían permitido ambientarse dentro de ella como un útero maternal, identificándose con su esencia más de lo que pudiera notar. Desde su infancia había captado mucha más información que lo normal, escuchando mil voces de la dura situación que los adultos suelen desafiar. Había sufrido abandonos e injusticias, como todos quizás, pero la forma cóncava de su ser le hacía continuar con estos ecos en su psique que no la dejaban en paz. Casi siempre se ofrecía con generosidad para ofrecer agua o vino a quien necesitara compañía o solidaridad, pero como buena vasija de barro se había dejado permear con algo de pesimismo natural, haciéndosele más complejo que al resto amar y sentirse amada. Muchas veces había rodado cerro abajo decepcionada de la humanidad, pero su resiliencia y espíritu fuerte la obligaban a levantarse y recomenzar. Como llegaba poca luz a su interior, muchas veces se enredaba más de la cuenta y hacía dramas profundos donde sólo cabía un vaso de agua y no más. Sus sentimientos se desbordaban impulsivamente y el odre antiguo parecía explotar por la intensidad, no sin salpicar a los que tenía cerca y luego tener que reparar. No obstante lo anterior, había una pequeña ranita dentro de la tinaja que le susurraba a Andrea que el histrionismo excesivo estaba mal. Lentamente la llamaba a la cordura y finalmente lograba aquietar sus aguas y continuar arreglando lo que acababa de estropear. En la tinaja de Andrea, lamentablemente siempre se quedaba pegada un capa de borra al final; por lo que sin quererlo siempre al sorbo que ofrecía, tenía un toque semi amargo al final. Andrea era muy trabajadora, dominante, valiente, fuerte de carácter; sellada a fuego en integridad, pero también muy sensible y frágil además. Parecía dura como el acero, pero igual que su arcilla, las lágrimas la solían traicionar echándole siempre la culpa de sus desdichas a los demás, en vez de mirarse a sí misma y transformarse en ánfora de cristal.
Para pensar: ¿Te pareces en algo a la identidad de esta tinaja? ¿Cómo poderse transformar? ¿Cuál es el sabor del agua que ofreces a los demás?
Mónica tenía un taller de costuras y era excelente sosteniendo todos los hilos que debía coser y bordar. Nada en su tienda quedaba fuera de su alcance y tenía contados hasta los botones de nácar que le había regalado su mamá. Su mente era más hábil que las agujas para ir uniendo ideas, zurciendo historias y armando piezas de alto diseño que compartía con elegancia de gacela donde las pudiera desfilar. Su fama aumentaba conforme a su esfuerzo y llegó a tener una boutique muy cotizada y genial. Sin embargo, su inseguridad le jugaba malas pasadas: al verse discriminada, superada o no atendida como esperaba por la sociedad, ella no dudaba en usar su talento para crear dramas y darle vida a conversaciones que la hacían sufrir y dañar a alguien más. Jamás lo hacía por mala, sino que por proteger su negocio de la competencia que creía la podía dañar. Lamentablemente siempre se sentía un poco perseguida o atacada y no lograba estar del todo tranquila, aunque en su tienda se hicieran filas para comprar. Mónica a veces armaba vestidos tan intrincados que nadie los podía usar, ya que era en exceso perfeccionista y no siempre hallaba modelos que pudieran reflejar lo que quería crear. Le gustaba lo fino y era capaz de no comer por estar a la altura de la alta sociedad. Sus manos largas, delgadas y aparentemente frágiles engañaban, ya que se convertían en tijeras, alfileres y tiza para cortar, pinchar y marcar lo que se le ocurría confeccionar. No le gustaba la compañía al trabajar y menos socias costureras que la contradijeran en su modo de organizar la meticulosa labor de confeccionar. Sí era buena para dar órdenes y no le gustaba realizar la parte más aburrida del coser como aceitar las máquinas o barrer los retazos al terminar. Mónica era una mujer fuerte, autosuficiente, de gran valor y valentía además. Encontrar su lado débil y vulnerable era como hallar una aguja en su taller, pero que lo tenía lo tenía y como todos anhelaba en el fondo mucho amor y cariño incondicional, solo que no siempre sabía cómo pedirlo y había que decodificarlo sacándole los alfileres de la boca y dejándose pinchar.
Para pensar: ¿Cómo te sale más fácil trabajar en equipo o solo? ¿Eres controlador(a)? ¿Cuál de todas las características de Mónica te resuenan más en lo personal?
Con Pedro, Jesús efectivamente no se equivocó. Era una piedra que poseía todas las virtudes, versatilidad y características de este elemento de la naturaleza y difícilmente se podía encasillar en un solo molde para clasificar. Sin embargo, con todo había algunas líneas comunes que le permitieron ser elegido para liderar una cruzada imposible y loca para la humanidad. Pedro tenía la inteligencia concreta del mundo porque sabía de qué estaban hechos los demás. Bien de tierra, bien de materia, nada de aire ni ilusiones utópicas de la realidad. Pedro también era firme y incorruptible y no se dejaba pasar a llevar. Tenía su carácter y por sobre todo una simpleza preciosa y digna de admirar. Con él se podía esperar lo mejor como edificar una catedral, pero también era iracundo e impulsivo por lo que sin pensarlo se lanzaba a defender o a atacar a quien dañara su causa o identidad. Pedro era noble, pero no muy bueno para hablar. Trabajaba de sol a sol y se enorgullecía del trabajo como una forma de agradecer y bendecir la oportunidad de estar vivo y respirar. Pedro amaba intensamente, tanto a veces, que no podía regularse y era un poco torpe en su manifestación física y verbal. Le costaban las mujeres y hacía grandes esfuerzos por lidiar con las sensibilidades y virutillas en que solían enredarse todos en su comunidad. Para él, las cosas eran pan, pan y el vino, vino, y el resto era sólo perdida de tiempo sin lógica ni productividad. Por largas horas sin embargo, se quedaba en silencio reflexionando con mayor profundidad que la misma cantera que lo habitaba y que nunca dejaba de explorar. A veces salían vetas de oro que brillaban en la ciudad; otras veces pillaba rocas muy feas y se avergonzaba de verdad. Su corazón era para él un misterio que no terminaba de entender, pero lo obedecía como si fuese un rey interno que le ordenaba actuar de acuerdo a sus afectos, sin importar las consecuencias que tuviera que pagar. Pedro lo sentía ardiendo por un amor fuera de lo normal; no lograba asirlo como la materia con la que sí sabía trabajar, pero le saltaba por los ojos y no lo podía controlar, pero sí compartirlo con todo el que quisiera darle el tiempo para podérselo demostrar.
Para pensar: ¿De qué está hecho tu corazón y de qué tamaño es? ¿Te consideras más bien concreto o abstracto en tu forma de ser? ¿Cómo amas?
Guillermo quiso ser bombero desde muy chico. Le gustaba ayudar a la gente a salir de los accidentes y a apagar los incendios que solían ocasionarse por el calor de la ciudad. Guillermo era un hombre muy fuerte, grande, mucho más alto que los demás y por lo mismo su pura imagen destilaba protección y seguridad. No era necesariamente el más rápido para sacar cálculos matemáticos; tampoco era el más bueno para hablar y escribir le cargaba en realidad, sin embargo su valentía y corazón eran insuperables en tamaño y capacidad. Guillermo era capaz de ofrecer la propia carne como escudo humano y/o dejarse quemar si era necesario salvar la vida de alguien más. Sus manos eran grandes, su voz muy ronca y se imponía sobre las multitudes al mandar operaciones de evacuación o rescates social. Sabía mejor que nadie de estrategia defensiva, ofensiva y también sobre cómo proceder cuando se trataba de emergencias siendo y sintiéndose el héroe para sí mismo y para los demás. El dilema venía a su corazón en los tiempos de calma y tranquilidad. No sabía bien reconocer su propósito y se solía desmotivar. Sus músculos mutaban a grasa o a fibra, convirtiéndose en un esqueleto mutante sin destino que apuntar. Sus manos se hacían daño al pelear con la frustración y la soledad. La gente olvidaba su entrega y valoraba a los eruditos o exitosos en calcular y Guillermo quedaba relegado como si se tratara de un oso que debía por la fuerza invernar. La clave de su equilibrio residía entonces en siempre tener a alguien a quien cuidar, pero era el mismo el motivo del rescate y si no olvidaba eso, sería un héroe inmortal, feliz y pleno a no poder más.
Para pensar: ¿Cuánto de tu vida las inviertes en “salvar” a los demás? ¿Cuánto te alimenta el alma ser héroe? ¿Qué peligros y dilemas encierra esta “profesión” de bombero espiritual?
Josefina tenía a cargo un circo maravilloso y tenía mil artistas que regalaban belleza, destrezas y risas a quien los quisiera visitar. Su carpa e instalaciones eran sencillas, pero tenían un encanto antiguo que las hacía muy acogedoras y atractivas en verdad. Todos los que lo visitaban se iban felices después de ver el espectáculo y comentaban por días la alegría que habían sentido con lo que ella les había ofrecido para disfrutar. Su especialidad eran los payasos y los artistas del humor. Ingenuos, un poco torpes y pícaros a la vez, hacían a todos sacar sus vetas de niños y sonreír sin necesidad de ser groseros o transgredir límites que otros artistas solían ceder para conquistar los esquivos aplausos de los demás. Su misma risa era divertida y su simpatía hacía eco de un espectáculo a otro, llenando el ambiente de una energía linda y dulce como el caramelo de las manzanas rojas que se reflejaban en sus mejillas al abrir cada noche su circo de felicidad. Nadie sabía de sus penas y jamás las dejaba ver a los demás; sólo su genio a veces se ponía irritable y era capaz de matar con una mirada. Josefina era muy astuta y dominante para mandar su empresa por lo que una vez apagados los focos, sacaba cuentas y veía cómo poder continuar con su vocación esencial que era profundamente espiritual. Ella estaba convencida que con el circo llegaría a la eternidad. A veces venían comerciantes de la ciudad y de su ingenuidad se querían aprovechar. Ella astutamente se hacía la tonta y jamás de dejaba embaucar por alianzas que no le iban a resultar. Le gustaba también el arte, pero no se decidía del todo por cual practicar; realizaba un poco de dibujo, cocina o canto, pero jamás el trapecio ni saltar. A ella le gustaba el ritmo pausado y sus zapatos debían estar en tierra para darle paz. Nada de locuras ni riesgos porque lo suyo era siempre consecuencia de un buen plan; era estudiosa, muy matea en realidad y veía mil posibilidades antes de aprobar un nuevo espectáculo para estrenar. La adrenalina no era lo suyo, salvo en lo apasionada que era para amar a sus hijos o a los que valoraban su vocación circense sin juzgarla ni quererla cambiar.
Para pensar: ¿Qué espectáculos le entregas diariamente a los demás? ¿Cómo combinas la simpatía y la ingenuidad con no dejarte pasar a llevar? ¿Es la adrenalina lo tuyo?
Beatriz era una famosa cantante de ópera. Su voz fuerte y estentórea se imponía en el escenario a todo dar y siempre con sus artes y melodías abría y cerraba toda escena como si fuese el acto final de su vida. Su carácter de prima donna la acompañaba desde la más tierna edad; en algún modo la relación con su propia madre la había formado para ser fuerte y jamás mostrar su debilidad. No se lo permitía y jamás aceptaba un puesto en la obra donde no pudiera brillar. Su ánimo, tal como su arte, oscilaba entre el gozo y el drama sin poderlo dominar y a veces hasta ella se cansaba un poco de estar siempre atenta al público y a las fotos que le pudieran sacar. Para ella la elegancia y lo exclusivo eran parte de su maleta imprescindible para actuar. No escatimaba en gastos y exigía en su camarín todos los lujos que se le pudieran prodigar. Sólo ella sabía cuánta necesidad había sufrido su familia en tiempos pasados y antes prefería estar muerta que volver a ser maltratada y/o quedar mal frente a la sociedad. Beatriz también tenía una veta muy sentimental y atenta a ayudar. Daba shows a escondidas a los que no tenían y regalaba sus propias ganancias sin que nadie se pudiera enterar. Su corazón de prima donna era atento a quien necesitara de su cuidado y se esmeraba en aliviarlo en su sufrimiento, pero siempre con cierta distancia emocional. Detestaba lo dulce, lo sensible, lo naif, lo tierno o lo que pudiera sonar a maternal. Ella era una artista y jamás reconocería en público su profunda necesidad de ser amada, por lo que prefería las frases célebres, los looks llamativos, la boca afilada, la lengua llena de verdad, antes de sentirse tan frágil y pequeña como los demás. Su talento era fruto de un esfuerzo descomunal; su voz la había cultivado como un bonsái. Sabía que sus cuerdas vocales eran apenas una vertiente y no un mar, por lo que aprovechaba al máximo su popularidad e invertía mucho en lo social. Estar donde los contactos la podían potenciar; conseguir nuevos escenarios y obras donde actuar. Gran mujer, fuerte y distante en apariencia, pero en el fondo una pequeña niña sedienta de un abrazo y de una contención incondicional.
Para pensar: ¿Cómo llegas al corazón de personas con esta personalidad? ¿Logras ver y agradecer su bondad esencial? ¿Cómo serán en bambalinas en realidad?
Susana era la reina de la fiesta; la más popular. Todas sus bromas, salidas, bailes y gestos eran de una simpatía brutal. Lograba risas, miradas, seguidores y fans, que le alimentaban el alma sin parar. Su pollera y sus blusones estaban llenos de vuelos, pepas, mostacillas, lentejuelas y flores, como si en Cuba hubiese nacido con el sol adherido a su piel, sin poderse despegar de un brillo espectacular. Se sabía dueña de un poder sobre la gente y la mayoría del tiempo lo usaba para el bien y el servicio de los demás. Le gustaba sanar los cuerpos y las almas, sobre todo si habían nacido con alguna deformidad y/o requiriesen un trabajo lento y persistente además. Era cuidadosa, observadora y muy astuta para operar y pensar. Sin embargo, también a veces se creía dueña de esta energía y la ocupaba mal. Se hacía una líder agresiva y no escatimaba en usar armas para atacar a quien eligiera como su víctima hablando y haciendo mal, en forma inconsciente o deliberada. Podía parecer una niña linda y encantadora, pero tenía esa veta peligrosa que ni ella misma podía controlar. Hasta sus ojos se encorvaban en una especie de locura temporal, que daban miedo porque era impredecible su reacción emocional ¿Qué le había pasado para tener esta disociación tan radical? Susana había nacido como una niña normal; muy inteligente y artista de alma, con una gran sensibilidad. Sin embargo, a mitad de camino, algo la truncó dejándola herida en su desarrollo global. Parecía mujer, pero le faltaba algo para completar su femineidad. Trataba de ser buena y amable, pero se le escapaban plumas de guerra y mucha rabia contenida contra otro que no lograba identificar; era inteligente y trabajadora, pero auto boicoteaba sus proyectos y no lograba triunfar como esperaba y siempre debía recomenzar. Susana era una luz evidente, pero que ocultaba una tremenda sombra que no la dejaba en paz. Su extroversión sólo se entendía como una compensación a un gran dilema interior que ni ella misma lograba canalizar sin dañarse ni dañar; pero ella prefería seguir bailando con sus vuelos antes de enfrentar un duelo que no se creía capaz de soportar.
Para pensar: ¿Conoces personas que a pesar de su popularidad, prefieres mantener lejos de tu humanidad? ¿Qué las podría ayudar? ¿En que medida asocias la excesiva extroversión con algún dolor sin procesar?
Max era el príncipe de un pequeño reino perdido en la inmensidad. Su padre era Maximiliano; rey que gobernaba con mano firme y autoridad eficaz. Todo en su nación funcionaba a la perfección y se esmeraba en no equivocarse en ningún detalle para no tener conflictos con sus vecinos ni con su comunidad. Al entrar en el palacio y al recorrer las calles, hasta el aire parecía artificial. La pintura no tenía ninguna mancha y las flores parecían erguidas como en desfile militar. Los banquetes eran opíparos y nadie se podía quejar que faltase algún detalle material. Max y Maximiliano miraban con orgullo su reino y se vanagloriaban de su gestión de impecabilidad. Los turistas e invitados sin embargo, fotografiaban admirados los edificios construidos con prolija regla y las plazas que no paraban de verdear, pero se iban con prontitud del lugar. Príncipe y Rey no sabían qué más méritos hacer para ser populares y no podían explicarse la razón de su creciente soledad. Consultando a un urbanista nada pudieron sacar. Tampoco el paisajista ni el gran chef los pudo ayudar. Ni siquiera el estilista municipal que le hacía guiños en su pelo y vestimenta como si con eso algo pudieran mejorar. Fue un anciano, muy sencillo el que les dio la pista para avanzar: “Ustedes se han esmerado tanto en ser lo máximo en todo, que se les olvidó lo principal: amar de verdad. Su nivel de competitividad ha llegado a tal grado que ni siquiera en ustedes existe un vínculo real. Sólo formas y tareas que no dejan espacio para lo mínimo natural y gratuito que alimenta el alma de la humanidad. Fluyan y no intenten todo controlar. Tampoco pretendan ser en todo populares porque eso no es posible en esta realidad. La vida se vive en los detalles pequeños, en los encuentros íntimos, en la nimiedad de un abrazo dado en la oscuridad, en una lágrima compartida con ingenuidad, en un beso robado a la vida sin pensar”. Max se percató recién en ese momento de cuánto extrañaba a un verdadero papá y no sólo tener a un rey que acatar. Maximiliano recién cayó en la cuenta en cuán perdido estaba y cuántas generaciones llevaba su linaje sin saber nada de amar.
Para pensar: ¿Cuánto te obsesiona obtener los máximos en todo? ¿Qué costos tiene en tus vínculos? ¿Cómo valoras los mínimos preciosos de la vida?
María y José era dos hermanos mellizos muy simpáticos y nacidos un poco prematuros para su edad, por lo que parecían frágiles, pero eran un par de toritos muy fuertes en realidad. Tenían hoyuelos en su mentón como si un ángel los hubiera marcado al bajar y los ojos llenos de viveza, como queriendo gritarle a la muerte que jamás los iban a vencer contra su voluntad. Su infancia había sido dura y les había faltado oxígeno para respirar. A pesar de lo anterior, su curiosidad por la vida y por vivir con intensidad se les colaba por cada oportunidad que aprovechaban a cabalidad. Eran traviesos y hacían rabiar a algunos con su forma única de razonar. Pensaban con el corazón y con su sensibilidad, más que con el cerebro y su practicidad. Eran habilosos y despiertos, pero no con una lógica lineal. A estos mellizos no se los podía poner en el mismo molde que los demás niños del lugar, porque habían venido a una misión muy especial; abrir caminos y ablandar los corazones de los que eran rígidos y no querían cambiar. Cada uno fue adquiriendo su identidad con su hermano o hermana adherido como otra mitad. María José se llamó al final la niña y tenía la fuerte personalidad del primer nombre, pero una cierta melancolía implícita de José que no se podía despegar. En el fondo siempre peleaban dentro de ella lo femenino y lo masculino y no podía equilibrarlos sin dudar. Su hermano José María padecía una situación similar; le encantaban los afectos, jugar, crear cuentos y disfrutar de lo mucho o lo poco que le tocara sin reclamar como su hermana, pero también salía un José fiel y trabajador que no paraba de servir y amar a quien se pudiera encontrar. A ambos les encantaba disfrutar la vida con sencillez y profundidad. Costaba pillarlos concentrados y eran muy buenos para hablar, tanto que a veces les costaba escuchar a los demás. Los dos mellizos eran buenos y su vibración era de una frecuencia celestial. Dicen que a veces los acompañaban algunos ángeles a pillar sapos o pelotear, pero fácilmente se metían en líos que costaba desenredar. Qué bendición fueron estos niños para todos en verdad; sólo había que canalizar su energía para que no se perdieran en las nubes y pudieran adaptarse al mundo real.
Para pensar: ¿Qué te evocan niños como estos? ¿Cómo vibras con esa frecuencia natural de felicidad? ¿Crees que existen ángeles alrededor nuestro?
Antonio se había criado en el campo y tenía las manos y el cuerpo enjutos de trabajar. Su piel estaba ajada por su exposición al sol y su estilizada figura al Quijote hacía recordar, ya que siempre luchaba con gigantes difíciles de derrotar. Su idealismo era tan profundo y tan bello que parecía estar rodeado de un halo celestial, pero también de un sino complejo de pronosticar. Antonio vivía en un destierro existencial ya que su alma noble y su carácter robusto ya poco espacio tenían en la sociedad. Cada vez se sumaban más personas burras dispuestas a burlarse de su nobleza como si lepra, en vez de admirar su integridad y hondura espiritual. Por lo mismo el caballero de la triste figura se empezó a adelgazar, no sólo del cuerpo sino del alma y le costaba continuar. Cómo se vive en un mundo inmoral e interesado puramente en lo material, cuando se anhelan nubes preciosas y Dulcineas de verdad. Antonio como las mismas uvas que cosechaba de sol a sol, se empezó a secar, y sólo lograba recomponerse a través de su familia y orando a su Señor Dios en quien creía a cabalidad. Era inteligente y sociable, pero se fue silenciando con el paso del tiempo y muy pocos pudieron conocer sus geniales ideas y su proyecto para la comunidad. Pobre Antonio, cómo sumarle fuerzas a su cruzada valórica y de paso salvarle la propia vida de la desolación total. Fue un amigo y vecino quien lo pudo salvar. Al igual que Sancho, José conocía su caballerosidad, pero se manejaba mejor en los códigos del mundo y le fue abriendo camino al andar. Pepe, sacó su espada y su bolsa de monedas para defender y avanzar, de modo que Antonio pudiera seguir sembrando la tierra con semillas de idealismo y de paz. Finalmente, Antonio fue nombrado patrono de la ciudad; pero no en vano fue conocido como el santo de los imposibles porque sus sueños eran como las estrellas más lejanas que siempre alumbraban, pero que eran difíciles de bajar.
Para pensar: ¿Te consideras una persona idealista? ¿Cuánto te afecta la miseria humana que hoy parece predominar en la sociedad? ¿Quiénes te pueden ayudar?
Maureen era lo más parecido a la encarnación del ying y el yang; tanto así, que dependía mucho de qué lado se le contemplara para poder conocerla a cabalidad. Su lado luminoso era de una dulzura y nobleza difícil de encontrar. Su mirada era genuinamente tierna, ayudadora, empática, bellísima en su energía aunque jamás se lo creyera en realidad. En ella todo era vitalidad concentrada y bullían ideas de su cabeza como una turbina a punto de explotar. Rápida, brillante, acuciosa, responsable, no paraba de trabajar y sus manos urdían proyectos maravillosos para el bien de la comunidad. Cuando ella misma se sabía en ese lado, blanco, lleno de inspiración y paz, realmente se veía su carisma como celestial dando mucha seguridad y liderazgo para los demás. Maureen en esos días se amaba a sí misma y se sentía una guerrera del bien y la creatividad. Sin embargo, como todos, su lado oscuro era difícil de dominar. Los nervios le jugaban malas pasadas y todos sus dones se torcían para hacerle daño a su propia persona e incluso a los demás. Nerviosa, impaciente, no podía parar de hablar como un intento desesperado de retomar la calma que se le escapaba como una luciérnaga en la inmensidad del bosque que la quería tragar. Su desolación y la desesperanza se apoderaban de su voluntad y caía sin remedio en tristeza y soledad. En ese lado, ella era muy compleja de tratar. Su carácter fuerte la hacía feroz si alguien se quería acercar y su lengua una espada afilada para cortar. La lucha por el equilibrio la cansaba más que a los demás; la vida siempre era una tensión para ella y gastaba mucha energía en integrar sus dos lados sin pelear. Qué mujer más atractiva y buena comentaban todos al verla pasar, pero la veían a la distancia para reconocer con qué lado se encontraban y no equivocar. Sólo le faltaba un espejo personal para saber combinarse y aceptarse con su dualidad sin juzgarse con tanta severidad.
Para pensar: ¿Cómo es tu lado luminoso y cómo es tu lado oscuro? ¿Cómo te logras integrar? ¿Qué te quieren decir de tu esencia y potencial?
Jesús había recibido ese nombre en honor a su abuelo y esté a su vez de su papá y la verdad era una herencia muy difícil de administrar. Había tanto que se esperaba de su gestión y de su persona , como si el mismo hijo de Dios se hubiese encarnado una vez más, pero él se sabía limitado, pequeño, un humano más. Quizás por eso, desde que recordaba cargaba una cruz de responsabilidad con la que se comportaba de modo desigual. A ratos la abrazaba con devoción y fidelidad. Trataba de ser coherente, valiente y salvar a toda su familia a costa de sacrificios y abnegación total. Pero luego se cansaba, se rebelaba contra este destino y se anestesiaba por dentro para no sentir tanto peso y ser libre una vez más. Se ponía frívolo, rabioso, plástico y superficial. Se emborrachaba con el mundo, con las cosas y se evadía en el consumo y la espuma de la existencia, sin profundizar. En eso se la llevaba casi todo el rato y no sabía bien cómo superar o estar a la altura del gran nombre de la humanidad. En el fondo seguía siendo sólo un niño, menudo, necesitado de contención y la incondicionalidad de su papá, pero éste también le quedaba grande, lejos y no lograba la vinculación que anhelaba para respirar. Le había faltado piso, certeza, tierra firme para andar y desplegar sus miles de talentos sin tensión ni soledad. A lo largo de su vida Jesús fue buscando seudónimos y apodos que le permitieran lidiar mejor con esta energía y así, como Shu, Jéshu u otros nombres logró conquistar más espacios de paz. Sin embargo siempre se restaba de ir a la primera línea y prefería nunca figurar; no quería ser cuestionado ni verse expuesto a las masas porque algo en su ADN le hacía percibir su descontrol y de la alienación de la que esta era capaz. Jesús no quería ser objeto de pasión ni crucifixión como el maestro que lo precedió, pero con eso se restaba también de la plenitud de la vida y de la resurrección final. Le daba miedo vivir y darse por lo que siempre se limitaba a lo justo para no perder el dominio de la situación, haciéndose un poco un maniquí humano virtual. Lo malo de eso es que su ámbito de irradiación se reducía a la más mínima expresión cuando su esencia y sus dones estaban pensados para la máxima misión: amar intensamente sin importar la muerte porque esta no existe cuando se cree en la eternidad.
Para pensar: ¿Qué evoca para ti el nombre de Jesús? ¿Le pondrías a alguien este nombre, por qué? ¿Eres de los que se restan por miedo a morir frente a los demás?
León no siempre había sido el gran hombre que era hoy con su melena al viento y su rugido fenomenal. Su madre recordaba con dolor todas aquellas noches donde de niño había arañado a sus compañeros, se había comportado como una pequeña fiera y hasta la había mordido por no entender los códigos del comportamiento social. León había nacido con mucha más energía que los demás niños y no podía expresarla sin explotar. Sus ideas se amontonaban en su cabeza y de tanto apretarlas en su cerebro lo hacían caer en ira y ansiedad. Así fue creando su melena a punta de tirones de pelo y afilando sus colmillos con la frustración de no saber cómo atinar en cada oportunidad. Trataba pero caía una y otra vez en una agresividad que lo dejaba triste y extenuado de tantos manotazos y rugidos sin poder mejorar. Sin embargo, el tiempo y la paciencia de sus padres -que habían vivido lo mismo al madurar- lograron que León pudiera irse domando sin perder su esencia natural. Era en extremo inteligente y muy sensible además por lo que fue aprendiendo a guardar sus garras y a comportarse sin dañar. Se hizo muy hábil para hablar y sin darse cuenta, comenzó a mostrar un liderazgo frente a los demás animales haciéndose rey indiscutible del lugar. Aprendió que con sólo mostrar las garras o rugir con fuerza era suficiente para reinar y que lo más importante de su cetro era servir y amar. Lo que no pudo cambiar fue su infinita necesidad de cariño por lo que siempre buscaba regaloneos para ronronear como el gatito de su mamá. Era muy dependiente de la opinión del resto y lloraba con facilidad y si bien pudiese verse durmiendo gran parte del día, hacía su trabajo con responsabilidad. Lo suyo era ser una presencia explícita y pasiva que otorgaba seguridad y protección a quien se quisiera cobijar en su comunidad. Buen corazón tenía este hombre que anhelaba cuidar a la ciudad; sólo había que darle el tiempo para crecer con amor y libertad.
Para pensar: ¿Cómo canalizas tu rabia y frustración natural? ¿Quién personas te dan seguridad? ¿Eres en esencia regalón?
Marcela tenía dentro de sí un filamento de miel trenzado en vez de columna vertebral. Desde él emergían nervios de dulzura a quien la pudiera encontrar. Sus ojos eran como dos panales adormilados llenos de paz. Sus palabras eran suaves como una seda natural; sus manos tiernas y atentas a ayudar; su cuerpo fino en sus movimientos y de una dignidad natural; su mente perceptiva como una verdadero radar y su voluntad firme y difícil de quebrar. Sin embargo, su ADN original de bondad y miel tenía una fragilidad y era cuando alguien atacaba a las abejas que llevaba dentro produciendo el néctar esencial. Marcela al verse agredida entraba en caos total; las pequeñas obreras, antes dóciles y trabajadoras, eran verdaderos cuchillos dispuestos a matar. El filamento de trenzas se encendía y deshacía en una especie de locura temporal, siendo capaz de transformarse en un ser muy diferente al inicial. Marcela al verse agredida, dominada, no tomada en cuenta o menospreciada , se convertía en un quique y su cuerpo mutaba sin poderlo controlar. Sus ojos eran volcanes capaces de quemar con una mirada; sus palabras bisturís filosos que cortaban sin piedad; sus manos eran tijeras rapidísimas con el poder de destruir una ciudad; su cuerpo era una mole de rabia difícil de mover de su lugar; su mente captaba más señales que lo normal, pero se le hacía imposible encontrar el norte donde aterrizar; su voluntad se derretía y era muy fácil de doblegar, una vez rendida de pelear. El desafío era volver a trenzarla y a ordenar el panal sin salir tan dañada ella misma o alguien más. Marcela no podía hacerlo sola y necesitaba un ángel guardián que supiera peinar su espíritu una vez más; de lo contrario quedaba perdida en la agresividad. Ya consciente se torturaba a sí misma por esta forma de reaccionar, desconociendo que ese modo era su única manera de equilibrar tanta dulzura que se le había dado para regalar. Su armonía, recarga interna y protección pasaba por esos dos movimientos tan extremos y sólo le quedaba perdonarse y aceptar su don sin reclamar. Había muy pocos seres humanos construidos con esa estructura de trenza dulce, aunque se necesitaban como prioridad nacional.
Para pensar: ¿Qué te provocan las personas dulces? ¿Cómo crees integran la rabia y frustración? ¿Cómo volver al estado natural sin ser tan vulnerable a los demás?
Luis era tan sutil en su forma y tan tímido por esencia que necesitaba un catalizador para sacar fuera todo su potencial natural. Si iba acompañado por sus hermanos Felipe, Ignacio o Miguel, él sacaba una fuerza fenomenal. Se erguía en su postura y hasta era percibido como un príncipe por los demás. Ahí salía su elegancia, su sensibilidad, su simpatía, su amor por conocer el mundo y ser un diplomático real. Luis era noble de alma, un soñador como los que ya no hay, pero dudaba demasiado de su valor y se empequeñecía sin motivo a ser Lucho nada más. Al asumir este apodo, ganaba en amigos y cercanía, pero perdía en altura y perspectiva humana, que era el gran don que estaba llamado a plasmar. Luis era originario de una civilización que casi no existía ya; él era de esos hombres caballeros que gustaban usar sombrero, que escuchaban música clásica con discos de vinilo, que dejaban a las mujeres pasar primero, que usaban pañuelo y corbata, que hablaban con parsimonia y añoraban tiempos de calma para simplemente estar. Los ritmos de ahora le daban vértigo fatal; a Luis le gustaba la sobre mesa, las historias, los gustos finos, los lujos que exigían tiempo para preparar y era adicto a las conversaciones de la sociedad; era su modo peculiar de tener una red social. Nada de tecnologías ni Instagram; para él lo importante era ver a la cara a la gente y poder aprehender de sus vidas y de sus almas un aprendizaje vivencial. Su anhelo era proporcional a su timidez actual y por eso prefería ir con alguien más que le enseñara los códigos actuales, al menos para poder funcionar y sobrevivir a la exigencia material. Luis era inteligente, pero necesitaba más tiempo que los que le daban para calzar sus conceptos con la inmensa diversidad que lo habitaba de humanidad. Sus competencias eran poco cotizadas por el mundo que estimaba más la rapidez, el rendimiento y la astucia aunque estuviera en crisis la ética y la integridad. Él en cambio era confiable, bueno de verdad, de procesos lentos, poco vendedor de sus talentos y de una riqueza humana digna de imitar. Conocía desde el poblador más humilde hasta el rey nacional y ambos eran sus amigos de verdad. Luis era el perfecto consejero para una corte que quisiera reinar con sabiduría y generosidad, pero como eso ya no existía, él sólo pedía paciencia para que vinieran nuevos tiempos donde la gente volviera a la cordura de antaño y pudiera recuperar su sitial.
Para pensar: ¿Te consideras una persona con competencias y valores “antiguos”? ¿Qué costos tiene mantener esta integridad? ¿Qué herramientas te ayudan a lidiar con el mundo actual?
Nicole era la machi de la tribu, reconocida en todo el pueblo por sus poderes espirituales, religiosos y su gran carácter. Su pelo negro aceituno era de un brillo maravilloso y sus ojos poseían la chispa de la luna, revelando un alma llena de misterio y magia celestial. Su pequeña estatura no engañaba a nadie ya que se sabía era un mujer muy fuerte, con mucha opinión y capaz de salvar o maldecir a su gente si tenía opción. Las oraciones salían de su boca con facilísima inspiración y probablemente se debía a la cercanía que había entre ella y su corazón. Podía reír a carcajadas y despertar a todos los niños que acababan de dormir o bien llorar desconsolada cuando sus conjuros resultaban diferente a lo esperado o alguien le hacía algún daño por envidia o maldad. Nicole no tenía pelos en la lengua y era capaz de sacar todas sus armas para pelear. Sus enemigos la respetaban y los habitantes de la tribu la buscaban como líder y consejera porque su sabiduría se derrochaba en su caldero como mermelada. La diplomacia sin embargo no era su fuerte y a veces se metía en conflictos e intrigas que nada tenían que ver con su anhelo genuino de sanar el cuerpo y el alma de los demás. En esas ocasiones hablaba con la verdad sin anestesia y más de alguno salía herido por su franqueza y frontalidad, pero finalmente se le agradecía que jamás mintiera o disfrazara la realidad. Como madre era genial; práctica, eficiente, entretenida y un poco trabajólica de más. Nada de apapachos o arrumacos excesivos, pero sí amor y seguridad incondicional. A Nicole le encantaban las fiestas, bailar, cantar y celebrar; parecía perder el control y borrarse en trances con la divinidad, pero en su fuero interno, ella se sabía mujer y mortal y nunca jugaba con el fuego que se le había prestado para acompañar a su tribu con amorosidad. Que gran privilegio era tenerla como curandera; nadie lo podía negar por lo que una vez al año todo el pueblo le agradecía su vocación y servicio con una bella trenza floral que la coronaba como puente precioso con el más allá.
Para pensar: ¿Conoces personas con un don especial en lo espiritual? ¿Cómo crees que administran este don? ¿Qué tensiones crees les puede ocasionar esta conexión?
Marcos vivía en el sur de Chile, oculto entre la cordillera y la selva fría que reinaba por ahí. Se despertaba muy temprano a contemplar cómo despertaban los cerros y a mirar a los peces y aves partir su jornada. Las flores del campo lo hipnotizaban por horas y los colores de la naturaleza lo embriagaban como la sidra de manzana que le encantaba tomar. Marcos tenía una sensibilidad fuera de lo normal y sus sentidos le permitían captar bellezas y también sufrimientos que nadie podía apreciar. Sus cuadernos de notas se llenaban sin ninguna dificultad e iba haciendo poesías con cada bendición o tristeza que solía experimentar. Él pensaba que el trabajo era sólo un medio para vivir y por eso se daba tiempos de inutilidad preciosos y fecundos para la humanidad. Sin embargo, un día la vida lo obligó a viajar. De un día para otro apareció en medio de edificios y rodeado de frialdad. Su mente era brillante y hizo su mejor esfuerzo por adaptarse y calzar. Se sacó su sombreo de huaso, se puso zapatos brillantes y hasta una corbata ató a su cuello para disimular. Se levantaba cada mañana a inspirar el rocío, como acostumbraba desde su infancia, pero en vez de aire fresco inhalaba contaminación e indiferencia de los demás. A medio día tomaba su cuaderno de notas para plasmar sus vivencias, pero lamentablemente cada día se iban vistiendo de más amargura y soledad. Marcos añoraba lo simple, lo bello, lo espiritual, pero su entorno sólo respiraba asfalto y una carrera desbocada por rendir y ganar. Él sabía del engaño en que vivía la humanidad; se lo habían soplado los cerros sureños que conocían al hombre desde la eternidad, pero Marcos no tenía la fuerza para contrarrestar. Tenía la mano literaria para denunciar; tenía la inteligencia para detectar los nudos, pero no tenía la voluntad para echarse encima a toda la sociedad. Por eso, tristemente optó por crear su propio mundo y dejar de luchar. Hizo su ecosistema de flores y pájaros y desistió de la transformación social, rodeándose solo de los que pudieran sintonizar su frecuencia celestial. Tras su temprana partida, sus escritos quedaron como herramientas para despertar conciencia en los demás, pero sobre todo quedó sellado a fuego en los corazones de quienes lo conocieron su infinita capacidad de amar hasta el más pequeño ser que le dieran a cuidar.
Para pensar: ¿Qué conexión sientes con la naturaleza virginal? ¿Qué te dice de tu ser esencial? ¿Cómo te adaptas al cemento y a la locura actual?
Arturo era bisnieto de reyes de comarcas inglesas de larga tradición y abolengo, pero su padre había emigrado a Sudamérica cuando el reino había empezado a decaer y los enemigos a acechar. De ese tiempo aún conservaban el grueso escudo de armas y una cierta superioridad difícil de administrar. Aun cuando se mezclara con todos los demás, Arturo se sentía superior al resto y lo hacía notar en la dimensión donde naturalmente se destacara más, pudiendo ser su inteligencia, su ironía o un cuerpo más grande que lo normal. No lo hacía en forma evidente, porque en su casa le habían enseñado a no aparentar, por lo que lidiaba con una rara mezcla entre austeridad y autoridad moral difícil de doblegar. Lo que él decía era la verdad; lo que él quería era la voluntad obligada para su clan; lo que él mandaba había que acatarlo con celeridad y cuando él reía había que celebrarlo y regalonearlo como anfitrión principal. Quizás por lo mismo, este rey sin reino era difícil de tratar. Ciertamente era noble y jamás actuaba mal; también era ex extremo trabajador y jamás aceptaba lo que no se había ganado con su propia sangre, pero sus silencios y mal genios dejaban mucho que desear. Arturo sonreía poco y no se interesaba por conocer a los que no le traían ningún beneficio para su actuar; por lo que las amistades eran un bien escaso para su familia y para él además. Su flema inglesa también era fácil de detectar ya que valoraba de sobremanera la imagen que daba más allá de mostrarse frágil, abierto o con su vulnerabilidad. El escudo de su bisabuelo coronado con un león atravesado con una lanza lo delataba de algún modo y de ese karma no se podía librar; era un ser humano que había sufrido el ocaso de su propia monarquía y había preferido anestesiarse antes que asumir el nuevo paso que la vida le ofrecía para reinar.
Para pensar: ¿Te comportas superior a los demás? ¿Cómo integras los fracasos? ¿Cuánto te esclaviza la imagen?
Florencia era lo más parecido a una cala que se pudiera encontrar. Su cuello era largo y frágil y se erguía con una elegancia única para su edad. Grandes hojas crecían alrededor de su tallo, impidiendo la entrada a quien quisiera dañarla o apurarla en hablar. Su sutil figura hacía eco en su forma de actuar; parecía encumbrada en una dimensión abstracta, de ideas, de acuarelas, que los otros no veían o no podían pintar. Florencia gustaba del silencio y sólo daba chillidos cuando la contrariaban o la querían sacar de su comodidad; el resto del tiempo era fina, buena compañera, una dama por donde se la pudiese mirar. Su color era el blanco y hacía honor a esa sensación de frescura y luminosidad. Sus palabras, cuando osaba hablar, eran profundas, asertivas, dulces y llenas de verdad. Su inteligencia se destacaba en sortear bien a los farsantes, a los prepotentes o a los que se creían más; ella con su encanto y apariencia de volada, los confundía y no sabían por donde atacar. El problema de esta niña vestida de flor, era la soledad. Había crecido en un lugar pobre y sin mucha salud mental, por lo que no había tenido espacio para expresar su innata belleza y espiritualidad. Por lo mismo algunas veces ni siquiera florecía por pura inseguridad, hundiéndose en el barro de la desolación y autodestrucción real. Sin embargo, la mayoría del tiempo, Florencia se iba prendida con otras flores más fuertes que la apoyaban y la escudaban al andar; ocupando su lugar sin molestar a nadie y aportando su aroma y originalidad. No quería más problemas; sólo ansiaba estar tranquila y que nadie la fuese a dañar. Por eso no quiso hacer carrera ni ostentar; su ambición quedó restringida a la calma del hogar y a la seguridad que le daba la belleza de una tarde o una linda amistad. Florencia era bellísima y dulce, pero fácil de marchitar; sobre todo si no recibía los cuidados para su alma y su cuerpo sensible a la maldad. Muchas veces se podían ver lágrimas saliendo de sus ojos en la oscuridad, pero paradójicamente estas la hacían aún más linda y en eso nadie la podía superar. Qué flor más bella, decían muchos, al verla pasear, pero también sabían que no se podía consolar con facilidad. Florencia pertenecía a otro mundo y aquí estaba solo de invitada.
Para pensar: ¿Qué te evocan personas como Florencia que parecen vivir en una dimensión diferente a los demás? ¿Cómo cuidarlas sin poseerlas? ¿Cómo consolar su angustia existencial?
Paz era una gran contradicción para sí misma y para los demás. Si bien su nombre era elocuente y lleno de energía linda para irradiar, las mas de las veces estaba lejos de vivir en esa frecuencia celestial. Le ayudaba mucho si se hacía acompañar por María quien le regalaba esa cosa práctica y concreta que necesitaba para aterrizar, pero cuando estaba sola, Paz vivía atormentada por conflictos difíciles de aliviar. El primero tenía que ver con un deber ser muy alto, que la obligaba a ser buena aunque no lo quisiera en realidad. Por lo mismo, no sabía dónde guardar sus rabias, sus frustraciones y las exigencias que hacía a los demás. Al mismo tiempo, se le hacía muy fácil compararse con el resto y sufrir por lo que no tenía, por lo que no era o por lo que jamás podría alcanzar. Esta ansiedad la enfermaba por dentro y teñía los ambientes por donde solía pasar de una estela compleja de procesar. Ciertamente era buena persona y no elegía el mal, pero le costaba ver las necesidades de los demás. Su propia guerra interna era tan grande que no veía las batallas que también daban otros por conquistar la anhelada calma y libertad. A Paz no le gustaba mucho trabajar; prefería que alguien más lo hiciera por ella porque era muy regalona en realidad. Su inteligencia y habilidad estaban, pero vivir en guerra no le dejaba fuerzas para más. Su aporte principal entonces tenía que ver con tensionar creativamente a su comunidad. Sus comentarios, sus críticas, sus actos, sus miradas sacaban de la zona de confort y exigían generar nuevas respuestas para fluir sin pelear, por lo que Paz aportaba como un catalizador inconsciente a su energía esencial. Ninguno de sus vecinos ni familiares quería tener más conflictos, ya la vida tenía suficiente con qué lidiar, por lo que ella con sus energías complejas forzaba a hacer un esfuerzo adicional. Paz producía lo que su nombre develaba, pero por contraste existencial. La PAZ grande, la plena, era tan escasa y tan esquiva que todos debían poner de su parte para poderla conquistar.
Para pensar: ¿Qué personas sacan lo mejor de ti a través de la tensión? ¿Crees que aportas paz a tu entorno? ¿Cuál es la estela que vas dejando al pasar?
Ricardo era un boxeador de barrio que había aprendido el oficio en las calles por necesidad, ya que en su familia siempre había habido escases de pan para el cuerpo y otro poco para el alma, haciéndolo autosuficiente y valiente por condición. Su astucia la había desarrollado al máximo de su potencial y sabía que en la escuela nadie le iba a enseñar lo que necesitaría para sobresalir en la sociedad. Por eso, con sus ojos observaba todo con acuciosidad y con sus puños se defendía fuerte de quien lo quisiera atacar. Probablemente por exacerbar tanto su masculinidad, ya en su adolescencia constató que para las mujeres era un imán. Así, cambió el boxeo por el arte de hablar con simpatía y no dejar entrar ningún golpe en que alguien lo quisiera humillar. Su habilidad con los chistes, su lengua rápida y sagaz, su encanto natural con la gente le empezó a dar beneficios y él, que no quería repetir la historia de su familia nuclear, aprovechó bien cada oportunidad. Parecía liviano y divertido, pero no daba puntada sin hilo para ascender y lograr la ansiada seguridad económica y social. A los 30, ya era reconocido por ser un zorro astuto al que nadie podía doblegar. Sin embargo, la pasión por figurar y tener lo empezó a embriagar, pero tuvo la suerte de enamorarse de quien lo supo encauzar. Él sabía que tenía limitaciones en su formación académica por su historial, por lo que apenas pudo absorbió toda la información relevante que le faltaba para adaptarse al 100% con la comunidad. Por lo mismo su defensa y máscara se empezó a engrosar; sólo a los más íntimos les permitía conocer su fragilidad y su historia con la pobreza y la agresividad. Casi nadie, ni él mismo a veces, reconocía al niño humilde y temeroso que se vio forzado a pelear, pero justamente en esa memoria estaba la clave de su integración y felicidad. Sólo así bajaba la guardia y se dejaba vencer por la bondad y confianza que necesitaba para respirar.
Para pensar: ¿Cómo dirías que fue tu infancia? ¿De qué modo te marcó en lo que eres hoy? ¿Qué del proyecto inicial de tu ser debes integrar a la realidad actual?
Julio era un soñador. Cada mañana se levantaba temprano a ver el sol saliendo por el océano para ver si le podía regalar una nueva inspiración para cantar o recitar. En su continente el astro salía por ahí y a él le calzaba a la perfección, porque le daba cuerda para animarse y valorar un día más sin tomarle verdaderamente el peso a la realidad. Su romanticismo se le daba en igual proporcionalidad; era un galán tierno y caballero por donde se le quisiese mirar. Sus ojos delataban una cierta melancolía y tristeza que mataba a las féminas de su ciudad y él se sabía amado y se dejaba amar por muchas, sin complicarse para nada. Se preocupaba mucho de su apariencia y no soportaba el paso del tiempo o la limitación que pudiese exigirle la vida al trabajar. Julio no era bueno para eso; sólo lo hacía para poder seguir soñando y viajar, más no fuera con su mente y volar más allá donde solo almas de aire pueden llegar. Era brillante, pero su mayor inteligencia estaba en lo social ya que conocía a muchas personas que lo podían ayudar, sin embargo era muy confiado y con facilidad lo podían engañar. El tema de fondo era que sus sentidos eran en extremo sensibles y su corazón se alimentaba de todos los estímulos que podían captar. Su gozo era el amor en tono mayor y todo el resto lo entrampaba, lo enojaba, lo hacía perder el tiempo según él y con ello, se le hacía cuesta arriba lidiar con los trámites, con las leyes, con las exigencias, con los proyectos humanos y peor aún con las cuentas, que le cargaba pagar. Así y todo era muy dependiente del afecto de los demás; le alimentaba el ego su fama, su bronceado y/o tener más conquistas para mostrar. Su destino, sin embargo tenía fecha de caducidad y cada mañana sabía que tenía un día menos de jovialidad. Quiso detener el tiempo con cremas, pócimas y falseando su identidad, pero un día tuvo que asumir que era un anciano más. Su única escapatoria a tan compleja trampa de juventud y amar con intensidad, era que viajara dentro de sí mismo y que viera la maravillosa persona que ocultaban los cueros viejos y las arrugas de la edad. Su amabilidad y galantería seguían intactas y su corazón de poeta tenia mucho más material para crear. El siempre sería recordado por su verso, por su mirada clara y su estilo único de aportar belleza a la comunidad.
Para pensar: ¿Te consideras un galán? ¿Qué tanto te importa el reconocimiento del resto? ¿Cuánto tiempo inviertes en tu imagen personal?
Celia y Selia vivían juntas en la ciudad. Se habían hecho amigas por su afinidad natural por la alegría y la espiritualidad. Ambas habían salido pequeñas de su hogar y anhelaban con toda el alma formar uno nuevo lleno de amor y de unidad. La primera lo buscaba a través del optimismo y su capacidad innata para gozar. De la nada hacía un instrumento, inventaba música y generaba una fiesta sencilla que entusiasmaba a todo el vecindario hasta la madrugada. Selia, tenía a su vez su gracia particular. Si bien era artista como su amiga, era mucho más introvertida y tímida para bailar. Ella prefería la junta pequeña, la escritura, con velas y una conversación entre amigos sobre lo inmaterial. A ambas las unía la genuina preocupación por aliviar el dolor de los demás, sin embargo una la vivía desde el don y la otra desde la rigurosidad. Una se reía a carcajadas y no disimulaba su gordura como trofeo de su felicidad; la otra apenas sonreía a escondidas, con tierna femineidad, cuidándose mucho para estar siempre distinguida y delgada además. La primera efectivamente era azúcar morena siempre disponible para celebrar; la segunda en cambio optaba por ser endulzante, efectivo, pero con un dejo a insípido que faltaba completar. Su liderazgo las unía y las potenciaba frente a las demás mujeres y la comunidad en general; sin darse cuenta, ambas estaban a cargo de cruzadas bellas y fecundas para los que necesitaban esperanza y sentido más allá de los funcional. Eran como María y Marta: se debían fusionar; tierra y cielo cada una en su proporcionalidad. La libertad de la primera y la prudencia de la segunda eran una buena mezcla para probar, sólo que ambas debían aceptarlo y valorar lo que su tocaya le podía aportar. A Celia, Selia le daba distinción, inteligencia y capacidad de trabajar. A Selia, Celia le regalaba el gozo, la fiesta y la libertad para respirar a sus anchas sin temer más a la opinión de los demás. Finalmente ambas decidieron intercambiar sus nombres según la oportunidad, aprovechando cada fortaleza para poder ser más felices y de paso ayudar a los demás.
Para pensar: ¿Con cuál de las dos te identificas más? ¿Qué actitud ante la vida debes fortalecer para ser más feliz y hacer más felices a los demás?
Amparo había nacido como un pequeño grano de arena, insignificante y sin la valoración en belleza, inteligencia ni ningún atributo en particular. Sus padres y amigos la habían acogido con cariño al principio, pero después –poco a poco- se fue haciendo invisible a todos porque su timidez y tono era tan sutil que casi nadie la lograba notar. Sin darse cuenta, se metió en una ostra y pasó toda su infancia y adolescencia en una soledad total. Su delgadez y fragilidad era tan extrema que sólo a través de sus ojos brillantes y redonditos, se podía saber que estaba viva en realidad. Sin embargo, dentro de su escondite hecho de nácar y brillo natural, su figura se fue cubriendo –al igual que las perlas- con capas y capas de una belleza muy especial y cuando llegó a ser una mujer hecha y derecha, Amparo ya tenía una personalidad única y una fuerza que ni ella misma podía dimensionar. Su silueta se hizo muy elegante y escogió un estilo bohemio que le sentaba perfecto con su osamenta muy evidente desde el rostro hasta los pies que solía ocultar. Comenzó también a convertirse en una intelectual muy preparada en artes, literatura y todo lo que hablara de belleza e historia de la humanidad. Cuando alguien la interpelaba o le preguntaba su opinión, Amparo salía con palabras bien fundamentadas, un tanto secas, duras, hasta con cierta severidad. Su vida dentro de la ostra la había hecho pensar mucho y tener un juicio del resto bastante radical. Si la hacían enojar, de la niña pequeña ya no quedaban restos que encontrar; al contrario, salía un torrente de energía y hasta furia y descontrol si se sentía juzgada o amenazada. Amparo era una perla única y su autoestima se compensó con tan doloroso proceso de formación sin apapachos, estímulos o afectos del tipo maternal. Se hizo plenamente autosuficiente, determinada y una mujer de un atractivo de imán. Lo único que nadie pudo borrarle fueron sus ojos anhelantes de amor de verdad.
Para pensar: ¿Qué heridas de tu infancia sientes que se han convertido en perlas para tu vida actual? ¿Guardas resentimientos o síntomas que deberías trabajar más? ¿Qué dicen tus ojos en realidad?
Adolfo era lo más parecido a un lobo salvaje dentro de la fauna que los seres humanos podían asemejar. Su infancia había sido la de un cachorro normal, con sus hermanos y sus padres sin mayor contrariedad. Había sido un niño bueno, inocente, muy feliz en realidad. Sin embargo, en su adolescencia algo de su forma de ser cayó mal a los demás y comenzó una dinámica que causó mucho daño en su forma de enfrentar la vida y los vínculos en general. Algunos pensaron que fue algo de su físico, otros su forma de hablar, pero el resultado final fue que Adolfo se formó sintiéndose constantemente agredido por el resto y eso lo hizo sacar sus colmillos y aullar. Ya de grande era muy difícil verlo en comunidad; prefería andar solo y no dejarse mostrar. La amargura llegó en la misma proporción que su habilidad para entender la fragilidad del ser humano y saber dónde y cuándo podía atacar. Su inteligencia se agudizó igual que su olfato para reconocer a los débiles y mandarlos a su antojo y voluntad. Su carácter apasionado se empezó a develar y así logró tener muchos seguidores inspirados en su liderazgo natural. El dilema estuvo entonces en cómo lo iba a usar. Cuando había luna menguante o creciente su instinto se parecía aplacar, lográndose adaptar a las reglas de la gente sin dañarse ni dañar. Era metódico, estructurado, trabajador y sabía como sobrevivir en la adversidad. Sin embargo, en luna llena no se sabía cómo podía reaccionar: podía enamorarse y darse nuevamente con confianza como el niño que alguna vez fue o convertirse en un animal salvaje dispuesto a vengarse del sufrimiento que le infringieron sin razón más que por ser único frente a su camada. El mismo a ratos soñaba con ser un perro fiel, alegre y domesticado para calzar, pero sabía que su naturaleza salvaje siempre salía a pasear. Dicen que un día desapareció sin dejar huellas y sin avisar… Todos los que lo apreciaban pedían que ojalá hubiese encontrado a una manada y que la felicidad tan esquiva se hubiese quedado con él para siempre y que no sufriera más de soledad.
Para pensar: ¿Reconoces la relevancia de las heridas de la adolescencia en la formación de tu identidad actual? ¿Qué consecuencias ves? ¿Cómo sanar de lo instintivo que posees?
Javiera se había unido al circo antes de que pudiera recordar. Un día había aparecido ahí y había hecho del carro de los payasos su hogar. Al ir creciendo su chispeza y simpatía natural parecían haber calzado a la perfección con la vocación que la vida le tenía preparada. Cada noche, con un esmerado trabajo de maquillaje y con una rutina estrictamente ensayada Javiera salía al escenario con los demás artistas, derrochando gracia y talento especial. Sus movimientos eran divertidos, su cuerpo entero causaba afecto con sólo verlo bailar y si más encima hacía reír con su performance, las graderías parecen tomar vida de tanto carcajear. Los niños y el público se iban con su imagen de eterna sonrisa, talento y meticulosidad, sin embargo al volver a su camarín se completaba su rostro y su personalidad. Ella sabía que el don no era suficiente para perdurar, por lo que era muy exigente consigo misma y con su equipo además. Sus modos dulces y educados se combinaban con su rigurosidad y su alto poder de mando que ejercía diariamente, pero sin abusar. Sin maquillaje en las calles, se veía como una persona seria, grave quizás; parecía que iba contando y calculando nuevas estrategias para mostrar y nunca nadie la reconocía como la payasita Pinpona a la que solía interpretar. En el fondo, Javiera se sabía sola en el mundo y que lo que obtuviera de él sería fruto de su trabajo y esfuerzo tenaz; por lo mismo tenía una sana ambición que la llevaba siempre a emprender nuevas rutinas, nuevos shows y hasta cabritas había probado vender para ganar más. Su alma de artista se tenía que complementar entonces con la de empresaria y no siempre sabía por cuál optar. Su corazón la llevaba al escenario y su razón a la caja, por lo que finalmente decidió abrir su propio circo con sencillez y profesionalismo para probar que podía hacer algo diferente, teniendo mucho que aportar a la sociedad con sus ideas y originalidad.
Para pensar: ¿Qué te mueve más: el escenario o la caja? ¿Crees en la Providencia Divina? ¿Es sana y ordenada tu ambición actual?
Marta tenía un piño de vacas y de ellas vivía vendiendo la leche y los productos que de ella pudiera obtener. Su vida era una rutina muy clara y estructurada ya que estos animales, según ella, exigían esa forma para poder sacarles el mayor provecho. Se levantaba al alba a llevarlas a la lechería, ahí las aseaba, las ordeñaba y luego las llevaba a pastar para volver a reiniciar el ciclo de producción. En la tarde hacía mantequilla, queso y se iba a acostar con el sol para poder seguirle el ritmo a las vacas. Llevaba años así por lo que dominaba su oficio a la perfección. Era orgullosa y segura de sí; tenía mucho carácter, además, así que espantaba de su mente y de su campo a quien la quisiera cambiar o molestar. No paraba de trabajar por lo que era muy confiable para sus clientes y predecible en su forma de actuar. Su conversación era sencilla y sabia desde lo que su oficio y los animales le habían enseñado de la humanidad. Sin embargo, un día llegó un experto holandés a ofrecerle algunas innovaciones para que pudiera hacer quesos diferentes y tener tiempo para ir a la ciudad. El hombre realmente tenía herramientas muy efectivas y creativas garantizadas y habló con Marta para ayudarla a ampliar su forma de pensar. Ella hizo el intento de comprender y flexibilizar, pero no pudo hacerlo porque le dio un miedo terrorífico la incertidumbre y el cambio de su comodidad. Ningún argumento lógico ni emocional fue suficiente para que ella se arriesgara a innovar; sus pies como los de sus amadas vacas, se quedaron atrapados en el potrero con el barro de siempre y no fue capaz de avanzar. El buen hombre, frustrado y derrotado, dejó a Marta con sus costumbres y sus modos de trabajar, comprendiendo que no a todos les resulta posible salir de su zona de confort porque les traería más bien que mal.
Para pensar: ¿En qué forma sientes te cuesta salir de tu zona conocida? ¿Qué emociones o factores son los que te frenan? ¿Qué o quién te tensiona creativamente a salir?
Luz María siempre iba vestida con su vestidito de encajes blanco, su sombrero de flores y su canasto con frutas para ir a pasear al campo con sus primas y los amigos del lugar. Desde su infancia siempre había tenido el privilegio de contar con afecto suave e incondicional, con reglas muy estrictas y claras, con una fe firme y contenedora y con los bienes materiales necesarios para que nunca le faltara nada. Por lo mismo, su forma de entender la vida y las relaciones con los demás era muy conservadora y repelía con fuerza todo cuestionamiento o a las personas que tuvieran otra forma de pensar. Acostumbrada a su paradigma, aunque salía de su casa para estudiar o trabajar, esos eran verdaderos paréntesis – necesarios y justificados- pero que no influían en su ser como si viviera en una burbuja especial. Era muy inteligente y la curiosidad le picaba en su interioridad, pero era más fuerte la fuerza de la costumbre, el deber ser y su historia personal. Por lo mismo, sin darse cuenta, a pesar de convertirse en una mujer hecha y derecha, siguió siendo siempre una niña, carente de toda la luminosidad que estaba llamada a dar. Su voy la usaba, pero siempre moderadamente para no escandalizar ni ganarse enemigos en la ciudad; su trabajo era bueno, pero jamás asumía desafíos o se la jugaba con pasión por una causa que la pudiera exponer a la realidad; su corazón era en extremo bondadoso, pero no abrazaba con fuego que pudiera encender el corazón de alguien más… Su cara y su cuerpo eran especialmente hermosos, pero jamás se sacaba partido ni lo gozaba con libertad. En el fondo su luz era real, pura, digna de clonar, pero estaba sin el arrojo ni el heroísmo de una antorcha existencial. El potencial lo tenía, pero Luz María debía liberarse del dominio de la educación que había recibido, darse la oportunidad de conocer más de su propio ser y el de los demás, vencer sus temores y abrirse a la posibilidad de ensuciar su vestido, desordenarse el pelo y armar un proyecto propio que rompiera la burbuja ancestral. De lo contrario, debería resignarse a ser sólo una pequeña vela, dulce y cándida, pero incapaz de salir de su entorno de la infancia y jugársela de verdad
Para pensar: ¿Consideras que vives en una burbuja? ¿Qué pro y contras te da? ¿Cómo piensas podrías realizarte más plenamente en tu originalidad?
Lucas fue producto de un embarazo muy complicado, ya que su mamá al esperarlo tuvo mucha pena y además dificultades para trabajar. Quizás por lo mismo, nació con una deuda de seguridad y de calma para crecer en paz. Su vida aunque deseada, se dio en medio de la adversidad. Su forma de ser y de pensar se destacó desde pequeño por ser muy diferente a los demás; si todos veían figuras o formas geométrica, el veía duendes y monstruos de verdad. Si todos se quedaban en silencio para observar, Lucas hablaba mucho y tocaba todo con el legítimo deseo de aprehender la realidad. Si todos marchaban al son de la música, él salía bailando con una coreografía espectacular y si todos se quedaban serios, él se reía a carcajadas. Muchas veces sus compañeros no comprendían sus intereses o lo que él jugaba con tanta intensidad; parecía como si su mundo interno fuese de otra especie o dimensión espacial. Al crecer, su simpatía y bondad le permitieron hacerse un espacio en la comunidad, pero siempre desde un lugar diferente al del orden social. Lucas amaba vestirse con ropas diferentes; gozaba con la música antigua y hasta con películas que ya nadie veía y que a él lo hacían llorar. Sin embargo, su corazón era muy sensible y se daba cuenta del rechazo que a veces producía o de los gestos poco amables que recibía por su originalidad. Esto le hizo acumular muchos sufrimientos y soledad porque era consciente de ser distinto y no siempre sabía cómo comportarse para calzar. Oscilaba entre el mutismo y la rigidez estructural, asumiendo formas que lo apretaban y fanatizaban hasta obsesionar, pero luego su espíritu se le rebelaba y se iba al otro extremo de la extroversión y hipismo total. Lucas era un diamante espiritual que, sin quererlo ni saberlo, aportaba la nota faltante de humanidad, iluminando a los demás, pero estos no siempre tenían la paciencia o la percepción para valorar su individualidad. Por lo mismo se hizo inseguro y vulnerable a desviarse de su ser esencial, que en el fondo era el de un niño muy regalón, que ansiaba en cada célula un hogar y una madre que lo pudiera apapachar.
Para pensar: ¿Cómo acoges a las personas que se salen de la norma social? ¿Te consideras acogedor e interesado por conocer otras formas de pensar? ¿Cómo puedes desarrollar todo tu potencial sin dejarte aplastar?
Úrsula era como un cubo con seis caras muy diferentes por donde poderla mirar. Todas ellas le pertenecían, pero costaba integrarlas y siempre –como el volumen geométrico- quedaba una oculta y que era un misterio frente a los demás. Una de las caras tenía que ver con su simpatía y encanto natural; era tierna, delicada, femenina, como una gatita regalona, por lo que captaba fácilmente la atención de los demás. Por la segunda cara de su cubo era ambiciosa y deseosa de ganar siempre un buen lugar; no había nada que le molestara más que estar detrás de otros o tener que esperar. Ese aspecto de su ser la podía hacer implacable en su modo de gestionar, generando cierta distancia en su vincular. Un tercer lado proyectaba una gran habilidad para conversar; a ella se le daban las palabras como don y las sabía usar para convencer y vender con mucha facilidad; sin embargo a veces era poco prudente y hablaba sin pensar en las consecuencias o si podía dañar. Una cuarta cara más compleja y que siempre trataba de guardar, tenía que ver con su alto dominio y su rebeldía natural. A ella no le gustaba que la mandaran y las cosas se tenían que hacer a su modo para estar en paz. La quinta cara evidenciaba una autoestima bipolar; a veces se creía mejor que todos y después se iba a un abismo existencial, generando una soledad muy grande y una tristeza que bien podía esconder, pero que jamás la lograba aplacar. La última cara de Úrsula tenía que ver con su percepción del mundo y la realidad; ella creía que las cosas siempre estaban contra ella y por lo mismo era luchadora y frontal. Si las causas eran buenas podía ser una amiga fiel e incondicional, pero también podía convertirse en una lengua difícil de controlar. Como el dado giraba de un lado a otro tratando de equilibrar su personalidad, pero dependía mucho de con quien estuviera y si se encontraba a gusto o no para mostrar su diversidad. Por lo mismo, se agotaba fácilmente y debía darse tiempos de silencio y oración para poderse centrar.
Para pensar: ¿Cuáles dirías que son los seis aspectos principales de tu personalidad? ¿Cómo los compatibilizas? ¿Cuál es la cara más linda y la más compleja que posees?
Augusto nació en una familia pequeña, con solo una hermana mucho mayor, por eso fue consentido hasta que creció. Durante todo ese tiempo, el niño, habiloso e inquieto, creyó que su voluntad era sinónimo de concreción. Todo lo que él quería, gustaba o pensaba, más temprano que tarde llegaba a sus manos de parte de las mujeres que lo criaron, ya que su papá se tuvo que ir lejos y no pudo poner freno a este vicio de educación. Ya siendo un chiquillo, Augusto se dio cuenta que fuera la situación era diferente a la de su hogar y como era inteligente se adaptó. Aprendió -no sin esfuerzo- cada lección de humildad e incluso de discriminación que recibió por su carácter complejo y su obstinación. En su cabeza observadora y con excelente memoria no olvidaba detalle de cada persona o situación e iba haciendo un registro meticuloso para cuando necesitara esa información. Sus compañeros lo veían callado, introvertido, fuerte, serio, ambicioso y peleador, ya que siempre defendía con vehemencia sus ideales y sueños del corazón. El no se contentaba con poco; soñaba con grandes conquistas y hasta un imperio formar conforme a sus intuiciones y razón. Ya en la adultez, se fue moviendo con la astucia de un zorro, logrando un liderazgo natural que hasta a él mismo lo sorprendió. Sus órdenes, al igual que de pequeño, eran seguidas por otros y sus anhelos más profundos poco a poco se iban haciendo realidad. Toda la información acumulada por años la pudo utilizar para hacer cosas muy buenas y levantar obras que nunca nadie se había atrevido a realizar. Su mente obsesiva, creativa y sensible permitió que nacieran iniciativas únicas y dignas de admirar. Sin embargo, siempre tenía a mano la tentación de manipular y controlar a los demás, ya que tenía el poder en sus manos y no lo quería soltar. Augusto en su vejez tuvo sólo dos caminos para continuar: o seguía creyéndose un emperador eterno de un reino que pronto lo iba a renegar o se hacía un servidor del pueblo, dispuesto a entregar su corona y vivir en paz.
Para pensar: ¿Reconoces en tú personalidad aspectos relacionados con este nombre? ¿Qué ves de bueno y de negativo en la ambición personal? ¿Qué medios has utilizado tu para “gobernar”?
Camila como ser humano tuvo un proceso evolutivo muy diferente a los demás. Apenas nació fue un capullito débil y temeroso frente al mundo que venía a visitar. Parecía realmente como si no estuviese muy convencida de vivir y menos en una realidad un tanto hostil y fría para su sensibilidad. Ya una vez resignada, se hizo adicta a la vida y la empezó a disfrutar con total intensidad. Como niña era un gozo verla trepando a los árboles, investigando bichos, escribiendo historias y pintando todos los seres mágicos que lograba ver e imaginar. Una vez llegada a la adolescencia, como una cuncuna temerosa, se volvió a guardar. No le acomodaba la forma nueva de su cuerpo y le costó congeniar con los jóvenes de su edad. Una vez más pareció ocultarse entre hojas para hibernar y esconderse de un mundo que no le parecía fácil para su forma de sentir y pensar. Sin embargo, el sol de la adultez la vino a resucitar una vez más y Camila emergió como una mariposa digna de admirar. Su silueta delgada y femenina la asemejaba a una artista de baile tradicional, pero sus ideas y creaciones la hacían similar a un gigante lleno de fuerza y vitalidad. Ahí se hizo consciente de su poder y autonomía natural; ella tenía voz y voto para determinar su futuro y el de su comunidad. Sin embargo, cuando ya se encontraba lista para volar, nuevamente la vida la volvió a probar, haciéndole evidente que su forma de crecer siempre sería con ritmos cíclicos de replegarse para luego expandirse a todo dar. Esas oscilaciones eran dolorosas y la extenuaban por el alto desgaste emocional. Quería estar lista de una vez, pero siempre aparecían nuevas facetas que emergían de su individualidad como flores en medio de la inmensidad. Así logró llegar a ser una bellísima mujer, de apariencia frágil, pero con una resiliencia y fuerza sobrenatural que se delataba en sus ojos llenos del sol que la alimentaba en forma espiritual; su único desafío era siempre aceptar la realidad tal cual era y aportar su toque de luz mágico y su dulce sensibilidad, sin restarse por su debilidad.
Para pensar: ¿Cómo ha sido tu proceso evolutivo como ser humano? ¿En qué etapa te encuentras hoy? ¿Crees en tu potencial a pesar de los sufrimientos?
Roberto era un tipo muy bueno para hablar; es más tenía una fortuna acumulada en cuentos, anécdotas, vivencias, negocios, proyectos con los que podía abrir una biblioteca nacional. Cada vez que se acercaba a alguien no podía dejar de contarle todas sus ideas, sus sueños, su recorrido y eso lo hacía sentir amado y muy especial. Ciertamente en su existencia había atesorado muchas más historias que lo normal; en parte por su gran curiosidad por aprender del mundo, de las civilizaciones, de la gente y del arte en general. El dilema que tenía era que tenía una dificultad enorme para escuchar y sólo ponía atención a quien lo pudiera alimentar con nueva información. Eso le acarreaba problemas con los demás, sobre todo cuando ya se sabían sus cuentos y se aburrían por su auto referencia que no podía controlar. También por herencia de su madre tenía una sensibilidad muy linda por lo espiritual y por eso se embarcaba en causas que intentaran ayudar a la humanidad. Lo hacía por su bondad natural, sin embargo, a veces también tenía que purificar sus intenciones ya que se le colaba la tentación de sacar provecho personal e ir avanzando en la carrera social. Roberto también era especialmente adicto a la belleza en todas las formas en que esta se pudiera dar, por eso le gustaba mucho coleccionar pinturas, monedas, esculturas, joyas y todo objeto que pudiera atesorar. A veces los compartía y era especialmente generoso para dar, pero sólo lo hacía con aquellos a quienes consideraba amigos de verdad. Roberto por todo lo anterior, se fue haciendo más bien un poco ermitaño y decía no necesitar muchas personas, pero se engañaba a sí mismo en su esencia vital, ya que él necesitaba a la gente para poder construir su identidad. Roberto aunque se hiciera todo un caballero poderoso o omnipotente, en el fondo era un niño regalón que sólo quería captar la atención.
Para pensar: ¿Logras diferenciar las intenciones que te mueven cuando haces el bien? ¿Te gusta coleccionar? ¿Por qué? ¿Eres capaz de escuchar verdaderamente?
Sofía era una princesa bien particular. Si bien le encantaban los vestidos de color de rosa y vestir a sus muñecas hasta cansarse de jugar, también era muy aguerrida, aventurera y buena para pelear. Su personalidad era muy definida y tenía casi 50 y 50 de dulzura y brutalidad; una reedición de Fiona llena de energía y bondad. Sofía intentaba hacer honor a la sabiduría que la denominaba por origen y no fallar; casi siempre lo lograba y era muy querida por los demás. Sin embargo, a veces su sabiduría se le escapaba de las manos, sobre todo cuando tenía el anhelo de obtener un puesto o tener cosas que poseían los demás. Ahí salía su veta un poco celosa y no se podía controlar. Sentía en el fondo de su alma que era injusta la vida y que a ella siempre le tocaba menos o salía perjudicada. Su gran aprendizaje era aprender a agradecer lo que tenía y no ambicionar más. Si ya tenía dos muñecas no tenía porqué envidiar a otras princesas que tenían más; si ella tenía lindos ojos azules, no tenía porqué llorar si su pelo no era rubio como el de su prima y rabiar. En el fondo Sofía tenía que hacer el mismo camino que todos los plebeyos de su pueblo natal: debía ir desprendiéndose de lo superfluo e ir conectándose con lo más esencial. Esa era la mayor de las sabidurías y a ella, como a nadie le iba a costar. Saber que su mayor tesoro no estaba en la tiara o en las joyas que su madre la reina le podía heredar, sino en su corazón sensible y tierno que amaba con libertad. Para eso también debía aprender a flexibilizar su forma de pensar, ya que a ella le gustaba cuadrar todo como si la vida se pudiera controlar. A medida que fue creciendo diferentes tropiezos le dieron esa oportunidad y eso le ayudó a tener más amigas y a comprender que no todos piensan igual. Aún así hasta viejita, Sofía fue reconocida como una mujer alegre y muy amable al estar; a veces se le salía el ogro que llevaba dentro, pero lo guardaba con celeridad para no asustar. Al fin fue coronada en su pueblo como soberana y se esmeró hasta el último día por ser fiel a su responsabilidad.
Para pensar: ¿Cómo se comporta el ogro que llevas dentro? ¿Te consideras sabio? ¿Qué piensas te falta conquistar para ser coronado con esta virtud fundamental?
David cuando nació tuvo solo dos posibilidades para poder vivir: o se hacía el leso y pasaba desapercibido para que nadie lo notara que estaba ahí o se hacía el genio más brillante y loco para poder existir. Su familia, empobrecida y aproblemada, no sabía que él iba a venir. Por eso, él sabía que no había término medio para ser feliz; su comportamiento y las condiciones de su infancia lo llevaron a los extremos y entre ellos oscilaba casi con vértigo para sí mismo y a ratos también para los demás que no sabían cómo convivir con un niño así. Cuando elegía hacerse el leso, David parecía un grandulón, bonachón, dulce y regalón. Como esos niños regordetes, que no quieren moverse y que siempre parecen tener sueño y son quejosos y mimados como un algodón. Cuando optaba por esa faceta, sus movimientos eran lentos, sus reacciones muy tardías y dejaba que sus amigos, parientes o cercanos hicieran su trabajo por él. Sus ojos achinados y caídos, tiernos en realidad, hacía que casi todos cayeran rendidos a su manipulación inconsciente que ocupaba para hacer su voluntad. Sin embargo, cuando ese camino no le era beneficioso, su ser completo se revolucionaba y era capaz de superar a cualquiera en velocidad física y mental. Sus palabras no las alcanzaba a ordenar antes de que salieran de su boca y por lo mismo no siempre era bien entendido en su genialidad. Su extremo hiperventilado era muy productivo y especial, pero traía oculto el peligro de la fundición del sistema y la soledad, ya que ni él mismo sabía qué hacer con tanta energía e ideas que ordenar. Como las dos hebras de la onda que había tomado su ancestro contra Goliat, David, el humano corriente, siempre debía discernir para dónde iba a apuntar: Si su propio corazón lo convertía en una piedra fría y funcional o se hacía cargo de su herida de origen y lograba perdonarse y perdonar. David era un líder de todos si lo quería en realidad, sólo le faltaba conquistarse a sí mismo y amarse de verdad con toda su originalidad.
Para pensar: ¿Cuáles son tus extremos de personalidad? ¿Cómo los equilibras y/o los administras para no destruirte ni destruir a los demás? ¿Cómo está tu corazón en verdad?
Diego hacía deportes desde que aprendió a andar. Sus piernas y brazos venían dotados de fuerza, coordinación, elasticidad y una inteligencia kinestésica que nadie podía superar. Antes de aprender a escribir o a sumar, él ya trepaba árboles y coordinaba la pelota como un profesional. Esta vinculación tan fuerte con su corporalidad lo hizo siempre muy agradecido de la vida en forma natural. Era feliz en el campo, en una cancha o en la playa donde pudiera moverse con libertad. Jamás se complicaba mucho por los problemas en que el resto se solía enredar y su sonrisa era tan amplia como su sinceridad. Su seguridad con el mundo le venía dada como una herencia celestial y eso a su vez le regala una autoestima muy alta, que nada ni nadie podía doblegar. Diego como buen deportista le gustaba ganar; era competitivo, ambicioso, pero nunca usaba engaños para triunfar. Su modo de vida sano le había inculcado una especie de ley natural: nunca le hagas a los demás lo que no te gusta a ti y con eso actuaba en su cotidianeidad. Con todas estas virtudes de alguien sencillo, transparente, bueno, sabio en verdad, tenía que lidiar con su impulsividad y su eterno deseo de figurar. A Diego le encantaba ser popular y a veces transaba con tal de tener algunos puntos más con su comunidad. Su único dilema era confiar en sus otras facultades y no limitarse a sus músculos nada más. Diego era muy inteligente y hábil en lo social, pero le daba miedo arriesgarse a otras áreas donde otros le pudieran ganar. Como todos detestaba perder, pero con eso se limitaba a probar otros dones como liderar, crear o plasmar grandes obras que pudieran ayudar a los más pobres de la ciudad. Diego muy pocas veces se ponía triste y eso sólo sucedía cuando alguien que él amaba era dañado o sentía que no podía superar una meta con su capacidad. Ahí se iba para dentro y nadie lo podía sacar de su ensimismamiento hasta que él mismo se pudiera rescatar. Después de unos días de encierro, sin embargo, volvía a sonreír y a aportar su energía linda a quien lo pudiera encontrar.
Para pensar: ¿Cómo es tu relación con tu corporalidad? ¿Te consideras una persona popular; te interesa eso? ¿Cuáles son tus principales fortalezas?
Isabel había sido criada para ser princesa y comportarse de acuerdo a todas las normas que imponía la sociedad para una mujer de su rango y clase social. Sin embargo, a poco andar este corsé le empezó a apretar. Su espíritu libre, fuerte y aventurero no quería quedarse encerrado en casa a bordar, a cocinar u a obedecer a alguien más. Sus manos era muy ágiles para crear y delataban su mundo interno lleno de fantasías e historias que contar. Se le daba bien pintar, bailar o escribir, pero detestaba las estructuras, los números y tener que administrar lo contingente y real. Su alma era de aire y era feliz pudiendo convivir con duendes, hadas y magos que le susurraban secretos y fábulas sin parar, por lo que mucho más temprano que tarde fue tildada de rebelde y difícil de tratar. Su estilo distaba de ser tierno, pero se le daba amar con pasión e intensidad. Su modo era fuerte, dominante y muy apegada a lo sensorial. Isabel necesitaba tocar, correr y gastar mucha energía física para mantener a raya su espíritu indomable y noble que no se dejaba doblegar. Con todo, se tuvo que hacer amiga de la soledad ya que eran muy pocos los hombres y amigos que empatizaban con su sensibilidad. Su corazón era bueno, leal y muy fiel cuando se sabía amada de verdad; de lo contrario se escondía en una ironía y humor un tanto negro muy difícil de aceptar. Cuando Isabel se hizo mayor su estandarte fue la autonomía y la libertad; que nadie le dijera qué pensar, qué decir y menos qué ponerse o cómo actuar. Su mente inquieta y autocrítica no dejaba de buscar una tribu para encajar, por lo que amaba el arte y la historia en forma especial. Su maternidad fue compleja; no se le daba con facilidad el hecho de tener que cuidar a otros y conectarse con la vulnerabilidad. Lo suyo era galopar contra el viento en los campos, imaginar historias amorosas y poderlas representar con su don sin inhibiciones ni normas de la sociedad. Si eso se le daba, tocaba momentos plenos y de felicidad, pero si la necesidad la obligaba a doblegarse, realmente se ponía muy triste y perdía toda su originalidad, transformándose en un robot sin luces ni programas para aplicar.
Para pensar: ¿Qué te parecen los moldes culturales de la actualidad? ¿Calzan con tu esencia y personalidad? ¿Qué problemas te acarrea el ajuste con lo establecido?
Rosa no tenía claro quién había nacido primero, si la flor o ella, pero tenía claro que estaban plenamente fundidas en su identidad. Podía ser multifacética y asumir mil colores con tal de ayudar a los demás, ya que su principal característica era servir y saberse útil en la comunidad. Su modo en general era muy sutil, suave y no era dada a hablar demasiado; prefería escuchar, sin embargo tenía sus opiniones muy claras y no se dejaba dominar. Rosa a veces se hacía llamar Rosita para cuando quería matizar sus espinas y la distancia emocional que no podía controlar. A ella le encantaba amar y estar vinculada, pero detestaba el exceso de cercanía y se protegía con estas púas para que nadie pudiese pasar. Al principio de su vida, había sido mucho más confiada y había expuesto sus sentimientos y pensar a los demás, pero había salido dañada –como todos- y no había querido exponerse más. Sin darse cuenta, estas espinas comenzaron a crecer en su alma y la protegieron una enormidad, pero también hicieron más difícil el acceso para quien quisiera de verdad conocer su ser y estar en paz. Rosa, a veces también se decía Rosi como queriendo minimizar su gran carácter y su tozudez natural. Era de cabeza dura y costaba una enormidad sacarla de su posición para flexibilizar su tallo o poderla doblar. Ella sabía que sus logros y florecimiento no se le daban sino después de luchar y resistir inviernos y pruebas que otros no solían pasar. Su talento era perseverar y hacer esfuerzos enormes por destacarse sin renunciar. Ella resistía mucho más peso y responsabilidad que el resto, pero también podía dejarse invadir por sentimientos tristes y alejarse de su felicidad, clavándose sus propias espinas sin piedad. Con todo era una mujer protagonista, reconocida por su elegancia y fuerza natural; su aroma era fino y nadie quedaba sin notar su presencia y su impronta original.
Para pensar: ¿Eres de los que ponen espinas al vincularte con los demás? ¿Cómo suavizas tus características más dominantes? ¿Cuál es el aroma que dejas en los demás con tu presencia?
Pablo era un pintor excepcional. Sus manos plasmaban con una facilidad impresionante las imágenes que llegaban a su mente sin parar. A veces hasta sentía que había una vertiente dentro de su ser y que manaba formas, figuras y colores como un caleidoscopio astral. Sus obras las podía comercializar a buen precio y era bueno para negociar, pero su mayor felicidad radicaba en liberarse de esas ideas que le empezaban a estorbar dentro y las tenía que liberar. Sus colores preferidos eran los de gran intensidad; su trazo era firme y a ratos alocado, haciéndolo muy original. En el fondo sus manos eran espejos de un corazón lleno de pasión y amor para dar, lo que sí no siempre podía controlar este río y rabiaba con facilidad. Este don sin embargo, llevaba implícita otra gran dificultad: su sensibilidad era absolutamente atípica y muchas veces sufría de incomprensión y soledad en el resto de la sociedad. Pablo supo desde pequeño que su camino sería uno que haría al andar; nada de carreteras ya pavimentadas o el rumbo establecido serían su opción vital. Por lo mismo su adolescencia y madurez fue un poco atormentada y probablemente de sus ojos salieron muchas más lágrimas que en los demás. Los adultos que lo criaban no sabían por dónde orientar su singular personalidad, ya que era regalón en extremo pero también añoraba con fuerza la libertad. Por lo mismo el equilibrio de su ánimo era como la de un trapecista en peligro real; oscilaba del gozo más profundo a la agonía mortal. Su risa tierna y juguetona develaba un alma angelical, pero su dificultad para adaptarse a la norma social lo podía convertir en un demonio feroz si lo querían atacar. Pablo fue admirado por muchos, pero el amor se le escapaba como las olas del mar; venía a visitarlo como un tsunami pero luego lo desgarraba por dentro dejándolo en aridez total.
Para pensar: ¿Por qué camino te resulta más habitual transitar, por el pavimentado o haces camino propio? ¿Te atormentan a veces las ideas de tu mundo interno?
Inés era la dueña de casa de un castillo medieval y bajo sus órdenes tenía todo un ejército de servidores para que el rey y la reina encontraran siempre todo en su lugar. Se levantaba al alba y preveía desde el clima hasta lo que iban a almorzar. Su gran inteligencia práctica no dejaba ningún detalle al azar. Conocía los mejores datos para comprar y jamás gastaba un céntimo que no se justificara con máxima prioridad. Su look era perfecto y jamás mostraba un asomo de cansancio o pena por algo que le pudiera pasar. Inés era de aquellas personas que era feliz entregándose entera a servir y amar a quien admirara con fidelidad. Recorriendo el palacio era posible detectar su gran don de autoridad; la mezcla perfecta entre exigencia y cuidado de las personas la hacía ser muy amada y respetada. Su elegancia era un tono natural y si bien jamás había tenido nada en abundancia, ella hacía malabares para siempre estar a la moda y jamás desentonar con su estilo sencillo y casual. Con el pasar de los años, Inés se hizo imprescindible para que todo funcionara y jamás faltó ni un día aunque estuviese enferma de verdad. Era un tremendo aporte para los reyes, quienes también le empezaron a pedir sus consejos llenos de sabiduría y humanidad. Nené, como le decían con cariño los mayordomos y jardineros del lugar, era una mujer de tomo y lomo y escuchar su voz era un privilegio en verdad. Lo que nadie sabía, era que ella ocultaba en su pieza de la torre final del palacio un cofre lleno de anhelos que no podía concretar. Añoraba su propia casa aunque tuviese sólo metros para cuidar; añoraba su propio reino donde disponer con libertad; ansiaba espacios para poder influir con su carisma espiritual; quería ser en forma plena y tener la oportunidad de descansar, de enojarse, de ser un humano a cabalidad. Su sacrificio por el resto le hacía feliz, pero le pedía a la vida que le diera una oportunidad de no tener que depender económicamente de nadie y volar con libertad. Para su sorpresa, al final de los días, hubo mucho más amigos y súbditos para su despedida que para el sepelio real. Nené era una reina para todos aunque nunca la corona se hubiese podido calzar; su corazón había trascendido a la historia y nadie la olvidaría jamás.
Para pensar: ¿Qué tesoros o añoranzas guardas en tu interior? ¿Qué similitudes ves entre Nené y tú? ¿Cómo equilibras el darte a otros y cuidar tu propio ser?
Verónica desde pequeña quiso ser artista en cualquiera de las formas que pudiera expresar su gracia y creatividad. Le encantaba mezclar colores y hacer figuras abstractas que otros pudieran admirar. También era excelente para componer canciones y sacar de su alma melodías que hipnotizaban a los demás. El baile se le daba con un poco menos de fuerza, pero igual captaba la atención de todos porque su coquetería y femineidad le compensaban cualquier debilidad. En el fondo su ser estaba lleno de atractivo y misterio que no podía negar; era de aquellas personas tocadas por una varita mágica de encanto natural. Quizás por lo mismo, no se le hizo fácil calzar en el molde que correspondía a su posición social, por lo que fueron creciendo en ella dos elementos muy complejos de administrar. Por una parte, la rebeldía se hizo su amiga principal y por otro, una cierta amargura y baja autoestima al no obtener los aplausos que se merecía por destacar. Con los años Verónica tuvo que lidiar con una tensión fenomenal de ser fiel a su esencia o adaptarse a la presión de su comunidad, por lo que fue guardando su don y mutándolo a una visión crítica y a creerse dueña de la verdad. La tensión de ser o no ser en ella se volvió una lucha muy fuerte y hasta la llegaba a enfermar, porque se sabía llena de talentos, pero impotente de poderlos canalizar. Sentía que había nacido a destiempo o en una época que no era capaz de reconocer su valor esencial, en especial por ser mujer y talentosa además. Su inteligencia ciertamente era muy superior y su sensibilidad igual, pero tenía problemas para comunicar afectivamente su modo de pensar. Se volvió una persona con mucho carácter y respetada, pero generaba cierta distancia y desconfianza por su incapacidad de dialogar. Su única salida fue el mundo espiritual; ahí nadie la cuestionaba y podía pintar, escribir, crear sin límites y encontrar su espacio, su tiempo y su hogar.
Para pensar: ¿Crees que este es tu tiempo? ¿Cuán rebelde te sientes frente a los moldes que te exige la sociedad? ¿cómo logras administrar tu tensión entre ser o no ser lo que eres en realidad?
María de los Ángeles había bajado del cielo enviada con una misión muy especial: debía encarnarse entre huesos y músculos para ser mensajera y testimonio de la existencia de ese lugar lindo al que todos pueden ir después de vivir acá. Para eso venía con dos ojitos lindos, llenos de brillo, dulzura y paz. Dios los había sacado del mismo firmamento para que -por si solos- fueran espejos de esa realidad. Su cuerpo era gracioso y tierno, lleno de simpatía y una inocencia conmovedora, que despertaban cariño y risas cuando se ponía hablar. Su pelo lleno de rizos y su boca llena de palabras divertidas también combinaban con su cerebro prendido de ideales y estrellas que los demás no entendían ni podían mirar. María de los Ángeles desde un principio supo que sería diferente a sus hermanas y a las amigas del lugar, pero nunca supo que sería una misión tan desafiante y solitaria además. A medida que crecía sus alas se empezaron a cansar y sus ojos a apagar, ya que el mundo no le interesaba el cielo y su voz se empezó a debilitar. Sin embargo, su espíritu era perseverante y fuerte, por lo que después de llorar un poco, se rearmó y buscó nuevas estrategias para dar cuenta de su misión existencial. Con nuevos estudios y herramientas logró convencer a unos pocos y esos, a su vez, a otros más, por lo que su esperanza se acrecentó y le dio nuevos bríos para luchar. Sus rulos se alisaron un poco y su boca se comenzó a tranquilizar, ya que aprendió que el cielo había que comunicarlo asertivamente y sin asustar a las personas porque estas temían a la muerte y preferían vivir engañadas en la realidad. La mensajera del cielo jamás desistió de su cometido, pero tuvo que buscar aliados para no cansarse tanto y poder seguir volando hacia la eternidad. Su único consuelo era Dios que diariamente la venía a visitar en sueños y le daba nuevas fuerzas para continuar. ¡Bendita María de los Ángeles!, cuando ella misma partió al cielo fue recibida por miles de querubines llenos de rizos y serpentinas para celebrar su regreso al hogar.
Para pensar: ¿Eres de los que comunican cielos o estás anclado a lo terrenal? ¿Qué medios ocupas para encantar? ¿Qué aumenta tu esperanza?
Karin tenía a su cargo una escuela rural y casi 80 niños que educar. El edificio lo mantenía perfectamente limpio, brillante y se alteraba si algún pequeño dejaba alguna mochila fuera de lugar. Todas sus comidas, tareas y necesidades las tenía muy ordenadas y era exigente en su cumplimiento porque para ella el rigor y la disciplina eran pilares fundamentales para criar. Sus clases eran muy bien preparadas y se esmeraba al extremo para poderles entregar todos los contenidos que necesitaban para triunfar. Estaba siempre disponible para ayudar a los que necesitaran refuerzos extraordinarios y podía no dormir con tal de estar presente con sus amados alumnos si alguno se enfermaba o lo pasaba mal. Sin embargo, tenía serías dificultades para abrazarlos y hacerlos sentir en un hogar. Sus brazos se ponían tiesos cuando se le acercaban y parecía que le faltara grasa en sus músculos y la espontaneidad para expresar. Lo mismo con su boca que era muy torpe para expresar afectos ya las ideas se le quedaban atrapadas en su inseguridad. Karin era muy profesional, matea y perfeccionista como nadie más, pero tenía grandes dificultades para amar y sentirse amada. Ella había sido criada en una escuela militar y no sabía cómo administrar la vida sin mandar. Si bien sus alumnos la admiraban mucho y agradecían su sacrificio descomunal , se sentían lejanos a ella y solían rebelársele cuando llegaban a la pubertad. De niños todo funcionaba de acuerdo a la estructura personal de la directora, pero cuando ya surgía la vida y su sorpresa natural, ella se descomponía y no sabía como educar en la libertad. Su auto exigencia y rigidez le jugaban demasiadas malas pasadas y no siempre sabía como pedir o disfrutar. Muy distinto fue cuando logró ser abuela ya que Karin se liberó de la necesidad de educar; por primera vez en su vida abrió su corazón y dejó fluir toda su energía amorosa como una catarata de mar.
Para pensar: ¿Cómo educas a los demás? ¿Cuánto te influye la estructura y la auto exigencia? ¿Qué debería soltar para amar más y disfrutar la vida tal cual es?
Gabriel había soñado siempre con un puesto en la embajada. Le gustaba la vida de la gente importante y los lujos que solía ver por la ventana de ese edificio lleno de luces y reuniones sociales. Era ambicioso e inteligente, pero no le gustaba trabajar demasiado y quería hacer un camino más corto a la comodidad y confort existencial. Su facha y su labia le ayudaban mucho pues se sabía mover en todos los estratos sociales, captando los códigos y cayendo muy bien a quien le quisiera conversar. La reserva de su propia intimidad era su gran carta de triunfo, ya que nunca se sabía con certeza qué pensaba o a dónde quería llegar; su alma de diplomático le surgía como don natural. Lo que sí no podía negar era un toque de tristeza o una mirada de niño al que le había faltado cariño al madurar, pero él se excusaba con historias que lograban encantar a los demás. Como todo chiquillo hizo el camino de estudios y luego el tema profesional, pero siempre llevaba en su maletín el cargo de embajador y ser alguien que trascendiera en la ciudad. Se compró lindas corbatas y un traje muy elegante que cuidaba como oro ya que el dinero le escaseaba tanto como a los demás, pero él lo hacía rendir para su objetivo primordial. Gabriel parecía manso y era muy bueno de alma en la profundidad, pero cuando se enojaba salía una energía muy descontrolada. Toda su rabia, frustración, soledad y necesidad de sentirse valorado en lo esencial, salía como lava ardiente, quemando a quien estuviese cerca sin importar si era responsable o no de su ira gutural. Luego Gabriel se sumía en llanto y en una desolación al que nadie lo podía acompañar. Una vez más, su rasgo diplomático le jugaba una mala pasada, ya que era más importante para él el parecer bien y feliz, que la autenticidad o el mostrarse vulnerable en una amistad. Un día obtuvo su sueño y le asignaron una linda embajada. Disfrutó como niño chico las ostras, los bailes y los banquetes que le hicieron para celebrar, pero pasado unos meses, vio cómo el espejismo se desvanecía y sintió una decepción brutal. Por primera vez en su vida evaluó la posibilidad de buscar la plenitud en sí mismo y pedir ayuda a alguien más. La diplomacia había fracasado y tenía que intentar la guerra contra sus propios fantasmas para conquistar la paz.
Para pensar: ¿Conoces personas cuya forma de relacionarse es la diplomacia y la higiene emocional? ¿Qué costos crees tiene esta actitud? ¿Cómo vivir de verdad?
Mauricio o Mauro era un hombre de un atractivo sin igual. Desde pequeño había aprendido el arte de seducir y obtener sus objetivos de los demás. Para eso se vestía con una capa oscura que dejaba mostrar sólo lo que él quería y nunca su debilidad. Desde el alba al anochecer era un abanico de trucos, de sonrisas, de estrategias, de modos y gestos que dejaban hipnotizados a todos como si tuviese un imán. El dilema era lo que ocultaba, ya que lo sumía en una profunda inseguridad y soledad existencial. Su corazón de niño seguía aún palpitando por ser amado sin necesidad de hacer gracias ni shows para sus papás. Mauro había aprendido malamente que para captar la atención había que ser sólo luz y guardar las sombras porque esas podían espantar. Por lo mismo, entre función y función social, trataba ansiosamente de encontrar refugios donde poder sacarse su capa y ser de verdad, mostrando sus penas, sus sueños, sus anhelos del alma y sobre todo sus miedos a ser aceptado a cabalidad. Era tal la tensión en la que vivía que solía comer y beber en exceso y avasallar al resto con su osamenta y voz descomunal. Tenía siempre público nuevo que caía rendido a sus encantos y a sus chispeantes salidas, pero extrañaba amigos incondicionales y vínculos que lo contuvieran en sus silencios y cansancios, como a todo ser humano real. Un día Mauricio tuvo una oportunidad única para zafar de esta trampa y la supo aprovechar. Estaba, como siempre, haciendo reír a los demás, entreteniéndolos con sus historias y cantos, cuando su capa se quedó atrapada en un clavo de la pared donde se fue a apoyar. De pronto, se vio desnudo con su vulnerabilidad, haciendo evidente sus temores y sombras a los demás. Su cara delató una agonía mortal, por lo que quienes lo rodeaban lejos de abandonarlo o juzgarlo con severidad, se acercaron a cubrirlo con sus propias mantas y Mauricio vivenció por primera vez el amor humano y su fraternidad. Desde ese día, se fue aventurando a mostrarse tal cual y ganando confianza para dejar su capa oscura sin usar.
Para pensar: ¿Eres de aquellos que siempre está buscando la atención de los demás a través de una sonrisa y encantos? ¿Dónde quedan tus sombras, tus temores y tu inseguridad? ¿Te atreves a confiar?
Alejandra era tan alta y tan grande que desde que era una niña había sido tratada como una adulta, aunque su corazón perteneciera a una niña y requiriera más abrazos y apapachos que los demás. Su aspecto engañoso de madurez, le jugaba muy en contra a la hora de amar, ya que parecía autosuficiente, cuando en realidad necesitaba toneladas de amor para continuar. Su perspectiva de la vida era similar al de una jirafa que, con su cuello largo, veía muy diferente a lo que los otros animales podían detectar. Veía el pasado como un libro abierto y el futuro se le develaba como si tuviera una bola de cristal; su dilema era el presente ya que no entendía los códigos de los demás y no siempre sabía cómo comportarse para integrar su originalidad. Podría decirse que desde la más tierna edad, su pensamiento filosofo y cuestionador no la dejó disfrutar del juego y la libertad que necesitaba todo niño para evolucionar. Sin embargo, esta característica también le permitió conectar con mucha facilidad las ideas y su cerebro creció como el de nadie más, pero también como estaba más sola en las alturas, se solía enredar y sucumbir en una profunda soledad. Su inteligencia era superior y siempre aportaba una visión nueva a su comunidad, pero los hilos se le enredaban en una introspección difícil de desenredar. Quizás por todo esto era muy respetada y seguida, pero le faltaban pares para compartir l cotidianeidad. Su semblante casi siempre iba serio, como con un peso marcado en el seño, que le quitaba frescura y alegría natural. Su porte tampoco le ayudaba mucho con su femineidad. No valoraba su belleza, tampoco se cuidaba para conquistar. Esos eran flancos que no quería enfrentar y se refugiaba en su cerebro superior y dejaba oculto su corazón y su cuerpo para no sufrir más. Alejandra era un ser muy especial, pero le faltaba valorar su tesoro interno y reconocer que su porte era un don y no una maldición de soledad. Quizás su única salida era el encuentro con la divinidad. Allá en las alturas del cielo, podrían inspirarle su valor y sanar su necesidad natural de ser amada.
Para pensar: ¿Cómo es tu perspectiva de la vida? ¿Te consideras un ser distinto al resto; qué consecuencias te provoca? ¿Cuál es tu certeza de tu valor esencial?
Renato vendía comida en un puesto de feria artesanal. Sus vecinos de la derecha tenían tiendas de frutas coloridas y aromáticas y vendían sin parar. Sus vecinos de la izquierda ofrecían carnes y pescados y la gente no paraba de comprar. En cambio él vendía productos lácteos y le costaba mucho competir ya sea por los colores, por los aromas o por la variedad. En su vitrina se exponía leche, quesos frescos y maduros y un poco de manjar. También ofrecía mantequilla, pero algo de gracia le faltaba a sus productos y apenas vendía para sobrevivir en paz. Renato era muy buena gente, trabajador y leal además, pero le faltaba un toque de pasión y más sabor para ofertar. Parecía un yogurt natural, sin frutas y sin gusto a nada. En el fondo, sus productos aunque sanos e higiénicos, carecían de una estética más refinada y una elaboración más sofisticada que le permitieran captar más la atención de los visitantes y no ser sólo una materia prima más. Consciente de que le faltaba gracia, el feriante se fue a Francia a estudiar. Se demoró casi dos años en aprender sobre quesos finos, confites de dulce y postres deliciosos con los que pudiese competir y destacar. Al volver a su puesto, parecía renacido y una persona muy diferente a la que había salido a viajar. Hasta su cuerpo se había fortalecido y parecía más seguro además. Hablaba de sus recetas y las vendía con destreza total. Los conocimientos adquiridos y la vida misma le habían permitido madurar, igual que sus quesos, dándole más sabor a su propia esencia poniéndole color, atractivo y un misterio personal. Renato llegó a ser un feriante muy destacado e innovador además; sólo porque se había permitido renacer desde la profundidad.
Para pensar: ¿Conoces gente “desabrida” que después de un proceso renació totalmente? ¿Qué factores pueden influir en esta maduración? ¿Te das a ti mismo esa oportunidad?
Silvia escribía novelas policiales, de misterio, de drama y de terror con una pluma sensacional. Su voz áspera al contarlas le daba aún más suspenso a sus historias y tenía gran aceptación social. Su mano difícilmente lograba independizarse del cigarro, que se había convertido en su amuleto inspirador y que le permitía lidiar con la ansiedad. Su lengua era filosa y sus palabras de aguda inteligencia para quien la pudiera seguir en su argumento fundamental; tenía un tono un tanto amargo, pero de gran atractivo y profundidad. Su educación y modo no tenían nada que adeudar, pero generaba una distancia natural con el resto como si parte de su don tuviese que ver con una aura de artista incomprendida, que se sintonizaba con una frecuencia anormal. Su risa le salía de las entrañas y a veces hasta servía para grabar efectos de miedos cuando sus novelas querían televisar. Nada de lo femenino ni romántico le gustaba a Silvia como motivos para redactar; tampoco en su ropa o en su peinado, ya que prefería la bohemia y la clandestinidad. Su porte intelectual era su mayor fortaleza y no quería abrir ningún flanco de vulnerabilidad donde otros pudieran conocer su profunda sensibilidad. Un día un periodista muy incisivo le preguntó por su fuente de inspiración real y sin querer a Silvia se le llenaron los ojos de lágrimas y no pudo contestar. Su aura de escritora de extrema sensibilidad tenía una grieta insondable de soledad. Le había faltado mucho cariño y su máscara si bien le era útil, no le sanaba la interioridad. Las novelas que escribía eran tímidas proyecciones de su visión de la humanidad, ya que ella como nadie sabía lo difícil que es entender y entenderse con los demás. Su corazón dulce y tierno lo había tenido que guardar bajo mil páginas para que nadie lo fuese a dañar y sólo lo desahogaba con personajes y relatos que pudiesen hablar de las miserias propias de la humanidad. Un día su editor la forzó a escribir una historia de amor para probar y ella, a pesar de su resistencia inicial, pudo ver que en su alma también existía la posibilidad de dar alegría con sus palabras y dulcificar su pluma para los demás. Silvia llegó a ser premio nobel con esta última novela, reconociendo que en las personas siempre hay algo bueno, lindo y verdadero que se puede rescatar. Ese día dejó el cigarro y se puso una linda cinta roja en su pelo negro que brillaba sin parar; Silvia al fin había escrito un final feliz y no lo quería borrar.
Para pensar: ¿Qué piensas verdaderamente del ser humano y la humanidad? ¿Le tienes fe? ¿Qué final te gustaría redactar para ti y los demás?
Alfredo era un hombre mucho más alto que lo normal. Su osamenta casi alcanzaba los cielos y frecuentemente se tenía que doblar para pasar por las puertas o saludar a los demás. Su estampa era distinguida y su voz suave, pero llena de autoridad. De algún modo, a lo largo de su vida se había ganado el respeto de los demás, con su integridad y fortaleza espiritual. Su mente no era especialmente rápida, pero sí trabajaba sin parar y sobre todo, ponía toda su energía en ser un buen papá. No obstante lo anterior, le era muy difícil dialogar o entrar en comunicaciones en forma horizontal con ellos o con alguien más. Quizás por su misma altura, siempre se ubicaba en una relación vertical donde él tenía la razón y la verdad y, aunque con dulzura, siempre se imponía su voluntad. Alfredo guardaba sus sentimientos y sus pensamientos muy lejos de los demás; era como si efectivamente los retuviera en las alturas de su ser, donde nadie más lo pudiera ver ni comprometer con su vulnerabilidad. Jamás nadie le escuchó una palabra destemplada o hacer algo que faltara a la moral; él era uno de esos hombres de antes cuya palabra valía de verdad. Su descendencia fue grande y llegó a ser un abuelo fenomenal. Cariñoso, sabio, pero siempre un poco distante y muy compuesto para chacotear o regalonear. Lo justo y lo necesario; moderación y diplomacia, eran sus pilares para funcionar. Por lo mismo, si bien logró reunir una gran fortuna al no parar de trabajar, nunca hizo ostentación de ella y ayudaba en secreto a mucha gente que le venía a pedir solidaridad. Cuando él murió, fue despedido con profunda tristeza por la comunidad; él con su nobleza y altura había sido un tremendo aporte para todos otorgando protección y seguridad. Lo único que se quedó en la duda es si había sido feliz en verdad o si le había hecho falta desordenarse un poco, gastar más y expresar sus afectos con mayor intensidad. Nunca lo pudo contestar, por lo que Alfredo se fue con su misterio al más allá.
Para pensar: ¿Cómo reaccionas frente a personas así? ¿Qué tipo de relaciones estableces normalmente con los demás: horizontales o verticales? ¿Te hará falta vivir con más intensidad?
Anibal vivía en un pueblo lleno de conflictos comerciales, sociales y políticos, no sólo con sus vecinos con quienes competía sin cesar, sino también con su propia comunidad. Él desde pequeño recibió como obvios ciertos códigos de agresividad y modos de ser que distaban mucho de la fraternidad. Probablemente por lo mismo y debido a su brillante capacidad de analizar a las personas, quiso de adulto ser militar para utilizar toda su estrategia para dominar a los demás. Su don sin embargo, tenía dos vetas y no le era fácil mantenerlas equilibradas. Por un lado, estaba su faceta de servicio público a su nación y su anhelo sincero de liberar a su pueblo de la opresión y la guerra eterna que los había condicionado. En esas instancias ponía todo su tiempo, su capacidad y hasta su vida en ofrenda con tal de ver a los niños respirar la paz y la tranquilidad. Por otra parte, surgía de su interior un ego difícil de tratar, sacando aspectos muy tóxicos como el abuso de poder, el control, la violencia y la dominación. A ratos, Anibal sentía un guerrero dentro con ansias de dañar sin motivo ni causa real. Por lo mismo, generaba mucha distancia social y era incapaz de establecer vínculos sin calcular ni buscar beneficios para ganar. Era incapaz de sentirse amado por sí mismo y no por las charreteras de su uniforme militar. Con los años, fue acumulando victorias famosas y su pecho se comenzó a inflar con medallas y trofeos de los vecinos que había logrado someter a su voluntad, sin embargo, su corazón estaba cada vez más sólo y vacío y no sabía con qué aliviar el dolor que le causaba al andar. La ira creció y la irritabilidad igual, ya que Anibal comprendió, con su genialidad, que la guerra la llevaba dentro de su alma y que no tenía cómo vencerse a sí mismo, sin renunciar a su imagen y apegos de la mundanidad. Cuando murió hicieron una gran estatua en su honor en medio de la plaza donde solía jugar. Los orfeones y banderas lo homenajearon hasta la madrugada, pero nada pudo borrarle la marca en el mármol que esculpió el artista en su pecho al quererlo retratar. Anibal seguía en lucha, pero en un campo de batalla donde nadie lo podía ayudar.
Para pensar: ¿Qué luchas internas estás viviendo? ¿Qué apegos del mundo no te dejan en paz? ¿Cuáles son tus códigos más automáticos al relacionarte con los demás?
Valentina era dulce como esa manzanas acarameladas que venden en las ferias para entusiasmar a los niños y a los adultos en general. Sus modos y sus palabras eran de una ternura similar a la de los osos de peluche que regalan para el día del amor y de la amistad. Sus ideas eran tan ingeniosas y creativas como los globos de colores que venden en los circos para alegrar. Su corazón era tan grande y esponjado de buenas vibraciones que se asemejaba a los algodones de azúcar que entusiasman a todos al pasear. Su capacidad de ponerse en el lugar de los más necesitados y ayudarlos era igual a un pulpo de mil brazos capaz de sostener y consolar. Su habilidad para convencer a otros y asumir liderazgos era similar al que lleva la guaripola en un desfile militar. Su simpatía y encanto eran como un bola de luces en una disco para bailar, ya que su brillo interno irradiaba a todos y a todo el lugar. Valentina era una niña muy bendecida por la divinidad y respiraba amor y optimismo como energía vital, sin embargo, su tentación era no cuidarse y extralimitarse en su darse sin dejar nada para su propio consumo y necesidad. Por lo mismo a veces su manzana de caramelo se moreteaba por dentro y no sabía parar. El oso de peluche quedaba sin una pata y no era capaz de pedir ayuda a los demás. Los globos se pinchaban a veces y lloraba desconsolada y frustrada al ver que no todo era posible de plasmar. Sus tentáculos se enredaban y agotaban de impotencia al ver la infinita pobreza que no lograba sanar. Su corazón de algodón se llenaba de tristeza y se consumía en la soledad olvidándose de estar sostenida por la divinidad. Su brillo se apagaba y quedaba relegada a un rincón sin ser consciente de su tesoro esencial. Por todo aquello Vale, tenía que diariamente detenerse y sentir cuánto valía en realidad y que los diamantes humanos hay que saberlos pulir, pero también cultivar.
Para pensar: ¿Cuánto te cuidas a ti mismo al querer cuidar a los demás? ¿Cómo es tu corazón y tu sensibilidad para ayudar al resto? ¿Qué valor te das a ti mismo en realidad?
Amaya llegó al mundo sin avisarle a nadie porque ni siquiera pensó que era necesario e irrumpió con su llanto intenso a sus papás. Estos sorprendidos se adaptaron rápidamente a este nuevo ser que era en extremo autosuficiente y singular. No le gustaba que la tomaran de la mano para caminar; tampoco le gustaba que le eligieran qué debía comer y hacía rabietas cuando la obligaban con una sopa, los brócolis o una ensalada. Cuando entró al colegio destacó por su aguda inteligencia y su espíritu crítico, aunque se fue matizando con cierta timidez y ensimismamiento emocional. Mientras eso sucedía maduró mucho más rápido que lo normal y se hizo un adulto chico con un profundo mundo espiritual. Apenas tuvo independencia económica, se fue de su casa y arrendó una pequeña pieza en el centro de la ciudad. Ahí conoció la amplitud de los pensamientos humanos y se hizo una erudita en casi todos los temas que pudo abarcar. Eso fue dándole la seguridad en su riqueza y comenzó a levantar la voz para hacerse notar. A poco andar, comenzó a liderar proyectos artísticos e intelectuales con cierta crítica a lo establecido para hacerle espacio a los que no pensaban igual. Amaya tenía mil cosas que comunicar, desde el feminismo hasta cómo amar sin subyugarse a alguien más. Su dilema era encontrar pares con quienes sentirse en tribu y aliviar una soledad incipiente, que la acechaba sin parar. Su autonomía de origen debía compatibilizarla con un vincularse en forma incondicional, en donde no tuviera temor de ser ella misma aunque no hubiese nadie igual. Amaya tenía el don para cambiar el mundo y su brillo y fuerza era fenomenal; sólo tenía que buscar el modo de no asustar al resto con su intensidad y tampoco aislarse sin donarse a la sociedad. Buen desafío y misterio ser una joya y saberse adaptar.
Para pensar: ¿Cuán autónomo te consideras a nivel emocional? ¿Te atreves a ser diferente al resto y hablar con tu verdad? ¿Qué tensión te trae ser fiel a tu ser original?
Iñaki era como un osito, tierno y regalón, que encantaba con sus mejillas rojas como un duende de colección. Su amorosidad y bondad eran tan evidentes que hacían amarlo sin condición, pero encandilaban de tal modo que no dejaban apreciar todos los otros dones que había recibido como bendición. Su rostro era lindo, angelical, decían muchos al quedarse hipnotizados con el azul claro de sus ojos que llamaban mucho la atención. A medida que fue creciendo, jamás perdió su corazón grande y bonachón, pero pudo ir desarrollando también otras áreas como la erudición y la investigación. Con pocos años se convirtió en una enciclopedia llena de datos curiosos y tenía la convicción para hacer creer a todos que su boca siempre tenía la razón. Al llegar a la juventud, explotó como una flor, sacando todos los colores y aromas que tenía a disposición del mundo que estaba feliz con su aparición. Pocas veces se veía personas con tanto brillo, con tanta profundidad, con tanta belleza y con tanta libertad para ser como lo había creado Dios. No había aparentemente límites para sus sueños y su capacidad de creación. Sin embargo, como todos, Iñaki tenía un talón de Aquiles y debía estar atento a su cuidado y tentación. El podía ser un artista de la manipulación y utilizar mil rostros para su ambición. Era un ángel caído del cielo, pero no podía robarse el fuego de los dioses y partir sólo en la aventura que se le encomendó. A veces, eso mismo, le provocaba rabias desproporcionadas o la incomprensión de los códigos del mundo de hoy, por lo que se podía sentir superior al resto o caer en la desolación. Su sensibilidad era tan grande como su capacidad de aprender de todo y su carisma heredado del sol. Iñaki había nacido para cambiar el mundo, pero siempre tenía la libertad para hacerlo para bien o mal, según su decisión. La clave para él era una buena contención emocional y espiritual, donde pudiera sentir que si bien era distinto al montón, debía pedir ayuda a tiempo y saberse un enviado con el fuego de Dios y no el mismo Señor.
Para pensar: ¿Cuáles son tus principales dones? ¿Cuál es tu talón de Aquiles? ¿Cuál es el fuego que te dio Dios para cuidar?
Benjamín era un cocinero muy exigente y profesional. Cada plato para él era una obra de arte y cada detalle era minuciosamente preparado para que quedara lindo y rico además. Su ternura natural la expresaba en su forma de trabajar, picando finito hasta las cebollas que a veces lo hacían llorar. Sin embargo, sus verdaderas lágrimas las ocultaba todo lo que podía porque en su cabeza las ideas no paraban de trabajar. Es más inventaba recetas despierto y dormido y a veces hasta se enfermaba de tanto pensar y no siempre poderlas concretar. Para él su oficio tenía un matiz claramente espiritual ya que en cada plato fundía su esencia y se trataba de donar para hacer sentir gozo y plenitud a los demás. Su problema recurrente es que nunca se dejaba un poco para probar y cuando ya se había acabado el manjar que había preparado, se quedaba con ese mal gusto en la boca de quienes se han postergado en exceso para agradar. Esa energía a veces se le acumulaba y salía en forma de comentarios agudos o de frentón críticos a sus ayudantes o a los comensales de su restaurant. Era como si tuviese rocoto en la lengua y le picara de tanto guardarse de molestar u ocupar el primer lugar. El era feliz sirviendo y protegiendo a cada amigo o cliente que venía a almorzar, pero en el fondo de su despensa, también siempre quería que los demás lo pudieran agasajar o al menos agradecerle su bondad. Hay días en que este chef caía en tristeza y desgano total. Apenas comía o se llenaba de chatarra para bajar la ansiedad; su único antídoto para esa condición natural era leer un letrero que había pintado en su cocina y que decía: “Recuerda, tú eres único y un gran aporte para los demás”. A Benja no lo podían apurar; él solo debía regresar a su equilibrio emocional y desde esas mismas sombras siempre discurrían nuevas ideas para cocinar. En el fondo, era un gran chef de la vida y su estilo un gourmet existencial que no todos podían apreciar, pero que hacía mucha falta en la ciudad. La clave era que dejara atrás su inseguridad y que tomara las riendas de su restaurant con perseverancia, disciplina y sobre todo con mucha fe en su originalidad y bondad natural. Después de unos años de esfuerzo y trabajo sin parar, daba orgullo ver las filas de gente que querían degustar sus platos llenos de optimismo y espiritualidad.
Para pensar: ¿Cómo equilibras el darte con cuidarte? ¿Cómo cultivas tu mundo espiritual y tu riqueza personal? ¿Eres inseguro, enrollado, un poco melancólico en tu tono natural?
Natalia había heredado de su abuela una casa muy linda, llena de colores y flores que la hacían parecer un pedazo de cielo muy especial. Sin embargo, para llegar a ella debía atravesar cada día un laberinto lleno de recovecos y trampas que no siempre lograba sortear. Había días en que Natalia se enredaba en su recorrido y terminaba llorando en un camino sin salida sin saber cómo llegar a su hogar. Otros en cambio, estaba lúcida y despierta y en segundos podía disfrutar de esa belleza tan abundante y reía orgullosa con su capacidad. Así pasaba los días oscilando entre la agonía y el éxtasis y nunca lograba dejar las pistas necesarias en su camino para no perderse más. Sabía que al fondo había un tesoro esperándola, pero se boicoteaba a sí misma y muchas noches terminaba durmiendo en pasillos oscuros y tristes que la desconsolaban en forma brutal. Probablemente junto con la herencia de la casa, la abuela le había dejado una psiquis un tanto indecisa y atormentada; teniéndolo todo para ser feliz, se le escapaba de las manos ese destino y sufría más de lo normal. A ratos parecía muy fuerte y caminaba decidida hacia donde creía estaba su casa linda recién pintada, pero cuando se topaba con los muros de piedra de su laberinto mental, se ofuscaba tanto que quedaba bloqueada y sumida en una inseguridad muy difícil de revertir por los demás. Ella no dejaba que nadie la ayudara y se encerraba en sí misma, poniendo púas para que nadie se atreviese a entrar. Sus amigos intentaban sortearlas, pero pronto se cansaban al recibir su rechazo y hasta su mal genio, sin ninguna posibilidad de comunicarse con su alma herida y sedienta de felicidad. Natalia debía destruir los muros que la alejaban de su hogar lleno de potencial, pero su única salida era mostrarse vulnerable, ser más humilde y aceptar que había otros caminos para sentirse amada.
Para pensar: ¿Cómo boicoteas tu felicidad con los enredos de tu mente? ¿ Aceptas la ayuda y la estructura de los demás? ¿Te consideras una persona enrollada?
Tomás cargaba en sus hombros dos canastos muy pesados difíciles de equilibrar, muy semejantes a aquellos que se cargan en oriente con granos de arroz o plátanos para faenar. En uno de ellos llevaba kilos de emocionalidad y bondad; toneladas de profundidad en su espíritu y un carisma sobrenatural. De ese tiesto caían miles de semillas que iban fecundando el camino por donde solía pasear. Eran de miles de colores y formas y ayudaban a multiplicar la belleza y el bien de su comunidad. Cuando ese canasto se rebalsaba de bendiciones, Tomás se sentía orgulloso de haberlas cultivado y se sabía reconocido por el resto y con una misión muy especial. Sin embargo, en el otro canasto llevaba paquetes con deseos más mundanos y banales que también lo tentaban a todo dar. Le gustaba la buena vida, los lujos, las comidas en exceso y cierta superficialidad. Si bien no era en sí mismo malo el contenido de este canasto, solía traerle problemas a su felicidad, ya que no siempre sabía medirse o elegir bien los medios para satisfacer esa hambre de ser valorado como alguien apuesto y superior a los demás. Cuando ese lado se llenaba más de lo normal, Tomás se tropezaba con sus propios pies y frecuentemente se caía, sufriendo más de la cuenta y se arrepentía de su tontera y espejismo de fama y poder material. Poco a poco, y en la medida que fue siendo consciente de su riqueza esencial, comenzó a vaciar su canasto de lujos y cosas y a llenarlo de logros reales que le dieran seguridad. Se dio cuenta de que podía ser bueno, coherente y no usar más máscaras para aparentar ser alguien que no era en realidad. Finalmente se metió en los bolsillos parte de sus legítimos deseos de pasarlo bien con naturalidad; también guardó unos pocos tacos con carne que eran su debilidad y con sus manos, se dedicó a sembrar semillas de humanidad por todos los lados que pudiese cultivar. Descubrió su diamante interno y fue feliz, irradiando mucha luz a su comunidad.
Para pensar: ¿Qué canasto te pesa más en la actualidad? ¿Qué tipo de semillas estás dejando caer de tu ser esencial? ¿Cuánto pesa en ti la máscara que muestras a los demás por inseguridad?
Clemente había sido el último en nacer en una familia grande y sus hermanos estaban muy lejos de su edad. Por lo mismo, había sido muy regaloneado por todos ellos y había hecho siempre su voluntad. Apenas balbuceaba palabras y sus deseos eran satisfechos como si fuese un rey celestial. No toleraba la frustración y menos que le pusieran límites a sus berrinches o a las travesuras que se le ocurrían con mucha facilidad. Al crecer, se hizo hombre más rápido que los demás y adquirió una impronta de autoridad muy fuerte y compleja de contrarrestar. Sus ideas eran órdenes y sus rabietas distaban mucho del nombre que le habían asignado al bautizarlo, pero no era muy consciente de esta fragilidad. Él sólo se sentía a gusto si los demás seguían fieles a su reinado y nadie le ponía coto a sus deseos que se comenzaron a complejizar. El problema se le presentó una mañana en que la vida no quiso regalarle más clemencia a Clemente y las circunstancias se amotinaron en contra de él con rebeldía y fuerza total. Rabió, pateó y peleó por días y meses, vociferando a los cuatro vientos su indignación y malestar, pero la vida se mantuvo firme y no le cedió a esta pataleta brutal. Agotado y triste se dejó llevar maldiciendo su desdicha e infortunio existencial, sin saber que se le estaba regalando su salvación y libertad. Transitó desolado y ensimismado por un buen tiempo, hasta que su conciencia e inteligencia comenzó a despertar. Nadie podía ser el centro del mundo para siempre y debía conocer qué necesitaban y querían los demás. Así, poco a poco, la clemencia fue llegando a su corazón de verdad y comenzó a sentir y gustar el gran gozo que le producía ceder y servir con gratuidad. Sus berrinches desaparecieron y la alegría llegó a su corazón como nunca antes y gustó la felicidad real. Al verlo la vida reconsideró su actuar y se aliaron para esparcir un reinado de paz.
Para pensar: ¿Te consideras voluntarioso? ¿Haces aún pataletas cuando las cosas no te resultan como querías? ¿Qué te da verdadera felicidad?
Raúl tenía un programa de radio en su pueblo natal y con su voz tenía encantadas a todas las féminas del lugar. Dios lo había bendecido con un tono dulce, amoroso y embriagador. Tenía visos de coquetería y seducción, pero sobre todo una gran dosis de empatía y capacidad de contener las emociones de los demás con especial bondad. Cada día escogía las canciones y las conversaciones que necesitaban los oyentes para partir el día con alegría y optimismo, lo que lo convertía en un personaje carismático y popular. Su aspecto físico no era fenomenal, pero sí lo suficientemente armónico y ordenado para complementar su don vocal y su humanidad para tratar. En las reuniones que lo invitaban, no podía evitar dirigir la conversación, pero lo hacía con genuino interés de conocer al resto y sacar la información necesaria para aprender más sobre su ciudad y las miles de historias que se ocultaban detrás de cada rostro que lograba auscultar. Raúl por lo mismo era muy querido y admirado por todos, aunque no faltaba quien lo envidiara por su éxito y su habilidad social. No obstante esa pequeña resistencia, él navegaba en una frecuencia donde nada de eso le afectaba con profundidad, pues su genética más profunda era buena y su corazón no paraba de ensancharse con cada vida que podía acompañar. Raúl, sin embargo podía sonar también un poco aprendido o actuado al interactuar, como esos diplomáticos que sonríen, pero nunca sabes qué piensan en realidad. Él era así con todos y le costaba bajar esas defensas de distancia emocional. Esto le acarreaba fans, pero los amigos del alma escaseaban cada vez más y no sabía cómo solucionar ese impasse. Su don llevaba una maldición difícil de administrar y consistía en que le faltaba un par que oyera su propia historia y se interesara por su humanidad. Raúl sonrió hasta el final y su programa radial pasó a ser una celebridad, pero siempre en su voz se colaba un toque de nostalgia y soledad que compensaba sólo con boleros y melodías románticas de la antigüedad.
Para pensar: ¿Cómo es tu capacidad de escucha y de interés por conocer realmente a los demás? ¿Qué dones tienes para empatizar? ¿Quién consideras es tu par para acompañarte?
Alicia lucía sus preciosas trenzas doradas como si fuese una princesa recién recortada de un cuento. Sus mejillas rosadas pintaban perfecto en su cara redonda y coqueta como si un artista se hubiese esmerado en hacerla bella y delicada como una rosa. Sus ojos grandes y observadores captaban todo como dos radares poderosos y guardaba esa información como un tesoro a explotar cuando tuviese necesidad. Se dejaba cuidar y mimar sin ningún pudor por los demás y a veces hasta se hacía la inútil, para que el resto hiciera lo que a ella no le agradaba realizar. Su inteligencia era rápida, pero solía escapársele en sueños demasiado grandes que reventaban como pompas de jabón al quererlos concretar. Su anhelo era ser feliz a todo dar, pero se le escurría cada vez que la tenía cerca para saborear. Su problema estaba en que en el medio de su corazón tenía un agujero muy extenso por donde se le filtraba un aire frío imposible de contrarrestar; algunos doctores sostenían que era miedo a la vida, otros inseguridad, pero los que más se acercaban decían que le había faltado más ternura y amor de su mamá. Ese forado le boicoteaba cada intento de sentir abrigo interno y gustar la paz. Apenas sentía algo lindo dentro, partía una corriente helada que le provocaba frustración e insatisfacción vital. No podía estar quieta, se enojaba con ella y con todos y su genio se transformaba en un huracán. Las trenzas volabas con sus tirones, su mejillas se hinchaban de escarlata de tanto llorar y lo peor era ver su carita desencajada por el frío mortal. Su amorosidad y generosidad innata se le rebelaban como falta de carácter y voluntad para cerrar con sus propias manos ese forado fatal. Su única salida era trabajarse en serio y en profundidad; de lo contrario podía perder la cabeza, dando tumbos entre agonías y éxtasis difíciles de procesar. Alicia estaba llamada a ser la protagonista de una linda historia, uno de maravillas, pero debía encontrar el modo de sanarse a sí misma para no dañarse ni dañar a nadie más.
Para pensar: ¿Te has puesto a pensar qué boicotea tu proyecto de felicidad? ¿Te has trabajado alguna vez en serio para poder integrar tu herida madre? ¿Qué efectos te produce en tu estado emocional?
Rossana era una artista itinerante que viajaba con su guitarra a donde la vida la quisiese llevar. Su cuerpo grande y un poco varonil espantaba a quien osase atravesarse con su voluntad. No tenía miedo a nada, aparentemente, y su intimidad era un secreto que cuidaba como un tesoro nacional. Su simpatía y encanto se le daban con prodigalidad y cada vez que armaba su pequeño escenario sacaba aplausos a rabiar. Su talento era evidente, pero lo que más llamaba la atención era su alma de guerrera que se le colaba en sus gestos y su modo de hablar. Nada de niñerías ni femineidad; ella era una mujer fuerte y de armas tomar. Tenía la capacidad de vivir sola y con alguien más, pero no se le daba bien cuidar de otros más pequeños o hacerse cargo de la vulnerabilidad. Detestaba la rutina, trabajar para otros y esforzarse al despertar, ya que como todo artista valoraba más la noche que el día para crear. Jamás duraba en un trabajo fijo, salvo que fuera por extrema necesidad, lo que mermaba su espíritu libertario y un poco rebelde además. Sus canciones manaban de una fuente interna inagotable que la hacía ver la vida muy diferente a las demás; para ella la igualdad era su bandera de lucha y al no obtener lo mismo que el resto, dejaba colarse en su alma vetas de orgullo y envidia muy complejas de administrar. Sin embargo, la misma desigualdad la hacía especialmente sensible a todo lo humano y a ser una oreja poderosa para las víctimas que se encontraba en el camino al actuar. Ahí despertaba una Rossana heroína, idealista y capaz de dar la vida por salvar a alguien más. Conquistado su corazón, ella era todo entrega y fidelidad; armaba su tienda y cantaba canciones lindas junto al fuego para demostrar su cuidado y femineidad. En ese espacio la cantante gitana se convertía en un verdadero talismán, lleno de magia, de sensualidad, poesía y de bondad. Lástima que al terminar el fuego volvía a su coraza habitual y se marchaba antes de que el resto pudiese conocerla más profundamente o armar junto a ella un hogar.
Para pensar: ¿Te consideras un corazón itinerante en tu modo de relacionarte con los demás? ¿Qué te hace escapar? ¿Qué vetas de orgullo u otras emociones habría que mirar más?
Juana había fundado su escuela para niños hace tantos años que no se acordaba bien la fecha ni el motivo que la había impulsado a crear un lugar diferente para los pequeños del lugar. Su espíritu era aguerrido y a pesar de las muchas dificultades que tuvo, siempre encontró los modos para superarlas y salvarlos de la orfandad. No se le daba la ternura ni el cuidado maternal, pero sí se le traslucía su alma noble y entregada en cada lección que planificaba para que tuvieran una oportunidad. Su sabiduría innata sobre la naturaleza y sus secretos le ayudaba a lidiar con sus enfermedades y penas que no cesaban de aparecer con la edad, pero para ella eran ofrendas que la llenaban de felicidad. Juana era abnegada y no dejaba de trabajar, aun cuando no le reconocieran públicamente su labor e incluso la discriminaran por ser poco refinada o demasiado buena para hablar. Sus ojos achinados y brillantes revelaban su propia historia de carencias y necesidad; ella quería tejer vidas más lindas y menos dolorosas que la que ella misma había tenido que atravesar. Por lo mismo, Juana era una guerrera apasionada y brava si tenía que pelear por alguno de sus chicos y nada le hacía doblegar su orgullo aunque fuese humillada frente a los demás. Se tragaba sus lágrimas y resistía estoica hasta esperar el momento oportuno para defender su integridad. Podía hasta ser grosera y sacar su espada para matar; nadie podía hacerla cambiar sus principios y su testarudez se volvía su mejor arma para pelear. Juana, llegó a la vejez un poco sola por su rebeldía y por no darse tiempo para su propia vida, pero sus alumnos fueron como sus hijos en la posteridad y siempre llevaron en su alma un pedazo de su maestra tan amada y respetada por mantener firme su ideal.
Para pensar: ¿Cuáles son tus principales ideales que te sostienen? ¿Qué costos te lleva vivirlos? ¿Qué situaciones te rebelan?
Graciela tenía a su cargo una caballeriza muy fina en un condado de Inglaterra y se sentía orgullosa por tener los mejores animales del país. Cada mañana seguía una estricta rutina de ejercicios con ellos, compraba los mejores alimentos y cada semana los hacía revisar por un veterinario para que ningún virus los fuera a debilitar. Así también, cada tarde sacaba sus peines de marfil para escobillar sus crines y hacerlos lucir como príncipes en brillo y lujo sin fin. Nada quedaba fuera de su ojo atento y exigente, porque no resistía ver a otros caballos mejores que los de ella, sobre todo después de la rigurosidad y cuidados que les daba. Su estructura y disciplina era casi militar y jamás transaba con nada ni nadie que no estuviese en su manual. Jamás osó ni siquiera un cambio de dieta ni un paseo fuera del lugar; todo debía estar controlado para ser bueno, según su manera de ver la realidad. Un día, un comerciante de Arabia trajo a Inglaterra unos potros fuertes y vigorosos de su país. Los animales eran bellísimos, libres, llenos de carisma y una mirada de fuego que era imposible de resistir. Su galope era veloz y armónico y en un segundo dejaron atrás a los mejores especímenes de Graciela. ¿Qué comían? ¿Cómo los entrenaba? ¿Quién les había enseñado a correr así?, gritaba desesperada, mientras veía al comerciante abrazarlos sin fin. Cuál no fue su sorpresa al saber que no había ni tanta estructura ni tanta disciplina como ella quería obtener, pero sí una gran vocación y espíritu que ella jamás lograría entender. Los potros corrían rápido porque amaban a su amo y lo querían ver feliz; en cambio los animales de Graciela corrían desesperados por competir. Ese día ella comprendió que no todo es obedecer y seguir la lógica y su razón; hay fuerzas más grandes que éstas y que tienen que ver con el amor y la pasión; pero para eso era necesario que tanto ella como sus caballos dejaran las riendas fluir; que se sacaran un momentos las orejeras y que pudieran comer sin sufrir.
Para pensar: ¿Cuánto te esclaviza la estructura, el control y la disciplina personal? ¿En qué momentos dejan de ser tus aliados y te restan la capacidad de vivir? ¿A qué le temes?
Bastián era alto y espigado y muy observador para su edad. Su infancia no había sido fácil y se había acostumbrado a conocer a la gente antes de darse así nada más. Su sensibilidad era extrema y su corazón más grande que una sandía para amar por lo que a veces sufría más de la cuenta y se sentía incomprendido en su visión de la vida y da la sociedad. Por lo mismo, desde pequeño se comenzó a destacar, no sin dar problemas por pensar tan diferente, pero su propio camino comenzó a labrar. Ya en la juventud se le reconocía como un líder y un hombre sabio, lleno de ideales nobles y la pasión por hacerlos realidad. Su único enemigo real era su propio yo con su inseguridad. Su rostro era dulce y atractivo y su silueta elegante, como un caballero medieval, pero sus palabras eran claras y fuertes como las de un boxeador profesional. Su ambición siempre lo llevaba a lugares nuevos por explorar y a pesar de sus fracasos, jamás se rendía y no dejaba de soñar. Su periplo eso sí implicaba largas noches de soledad; no era fácil seguirle el tranco y menos entender dónde iba y cuál era su motivación principal. Ciertamente buscaba seguridad material ya que no quería pasar pobrezas ni dolores como los de tantos que había visto al pasear, pero su búsqueda más profunda tenía que ver con lo espiritual, sólo que no lograba darle forma al amor que tenía dentro y era lo que más quería plasmar. Su liderazgo natural para con el resto era su seguro existencial, pero claramente necesitaba un partner o un guía que le recordara para dónde continuar. Quizás en su versión moderna, Bastián era muy parecido a Don Quijote por su integridad; sólo necesitaba a Sancho y a Dulcinea para poder cambiar el mundo y hacer realidad su sueño principal.
Para pensar: ¿Te consideras un líder? ¿Qué apoyos necesitas de otros para poder continuar? ¿Cuál es tu sueño principal?
Raquel tenía el pelo crespo, como una virutilla enmarañada; sus ojos eran despiertos y un poco más abiertos que lo normal; su cara era armónica, pero algo le faltaba para estar en armonía total, igual que su espíritu que saltaba de un lugar a otro anhelando la paz. Raquel adoraba a la gente y por eso había decidido dedicar su vida a una peluquería donde pudiera hacer muy felices a los demás. A pesar de sus múltiples esfuerzos y desvelos, no siempre era fácil contentar a tan exigente clientela y lloraba desconsolada. Tenía tanta energía puesta fuera de ella, que no se daba cuenta cómo se le escapaba la vida entre un moño y otro y se tiraba sus rulos desesperada. A veces su alma buena y noble creía haber logrado el clímax de paz, pero de un momento a otro una horquilla se caía de un peinado, un tinte salía mal y toda su estabilidad se iba al tacho de basura como el pelo que acababa de cortar. Raquel tenía los nervios tensos y se le enrulaban con más facilidad que su pelo aunque los quisiera alisar. No comprendía bien a las mujeres y sentía que a ratos no había espacio para su forma de ser y pensar. Ella sólo quería hacerles el bien, pero se volvía un poco empalagosa y muchas trataban de arrancar. Su peluquería a veces se quedaba vacía y a pesar de su optimismo, ella se sentía rechazada por la comunidad. El dilema de Raquel consistía en moderar su intensidad; debía cepillar su cabello igual que su personalidad, para que así la gente tuviese el tiempo de conocerla y valorar su identidad. Quizás no había mejor salón en toda la ciudad; tampoco existía alguien que supiese más de cortes y estilos para peinar, pero el don de relacionarse era como subir el Everest sin respirar. Finalmente decidió hacerse unas lindas trenzas en el alma para mantener su energía más contenida y no asustar a quienes la fueran a visitar. Después de un buen tiempo fue reconocida como “Hija Ilustre” por las familias del lugar; al fin había encontrado su espacio y seguridad. Por primera vez en su vida, ni su pelo ni su alma se tuvieron que tensionar; Raquel estaba en paz.
Para pensar: ¿Tienes rulos en tu alma que te quitan la paz? ¿Te cuesta socializar con los demás? ¿Cómo contener tu intensidad para no asustar?
María Paz vivía justo al medio de dos ciudades que eran muy diferentes en realidad. Una estaba en guerra y la otra estaba en paz. La primera tenía muchas cosas para comprar y la segunda era de una austeridad que llegaba a asustar. La primera siempre tenía proyectos nuevos que desarrollar y la segunda se conformaba con la continuidad. En una era posible encontrar genios y una simpatía brutal; en la otra la gente era un tanto aburrida y poco intelectual. En una de ellas había jardines bellísimos y se notaba que la estética era algo fundamental; en la otra más primaba lo práctico y lo funcional y era imposible encontrar flores aunque se pagara una gran cantidad. En un lado de la frontera todo era carácter y fuerza de voluntad; en cambio en la otra frecuentaba lo pusilánime y la flojera así sin más. Para María Paz resultaba muy difícil decidir cada día dónde habitar. Tenía un pie en cada lado y dependía a veces hasta del clima cómo ella se iba a comportar. Ambas ciudades le pertenecían y oscilaba entre un modo y otro sin poder auto regularse y saber cómo enfocar. En el fondo dentro de ella había una gran guerra y un gran anhelo de paz, pero era imposible conquistarla si no comprendía que se debía integrar y ser ciudadana de ambos pueblos y saberlos administrar. El gran dilema radicaba en quien la iba a visitar, ya que nunca se sabía con quién se iba uno a encontrar. La clave con la Pacita, como le solían llamar, era darse un tiempo para ubicarse y ver dónde tenía puestos sus pies al llegar y si estaba en alguno más complejo, esperarla hasta que se pudiese mudar al otro lado de su hogar. Podía ser un poco cansador, pero valía la pena el esfuerzo porque en su lado bueno, Paz era genial.
Para pensar: ¿En qué ciudades oscilan tus pies al caminar? ¿Cómo te regulas cuando ves que emerge algún aspecto más complejo de tu personalidad? ¿Cómo te verán los demás?
Álvaro se dedicaba a producir lápices de colores para que los niños y artistas pudiesen pintar. Había aprendido el oficio de su padre y ocupaba las mejores minas y madera para que no se quebraran y pudiesen perdurar una eternidad. Su vocación sincera era crear cosas lindas y no cejaba en buscar las mejores materias primas para no defraudar la infancia o la creatividad de quien los fuese a usar. Combinaba los tonos de tal modo que realmente salían productos maravillosos y eran muy cotizados por la sociedad, pero su fábrica carecía de una característica y le ocasionaba algunos estragos con sus clientes, aunque fuesen de corta edad. Álvaro era una de una timidez y cautela fuera de lo normal, por lo que se mostraba diligente, pero distante y le resultaba muy difícil vincularse con los demás. Era aplicado, esforzado, amable y muy trabajador, pero un tanto higiénico y lejano a la autenticidad. Era como si sus lápices le sirvieran de escudo para no mostrar su corazón y los usara de cerco o empalizada, hermosa por cierto, pero impenetrable y misteriosa además. El dilema del fabricante de lápices es que temía equivocarse en sus relaciones y optaba por la impecabilidad antes que la espontaneidad. Optaba por la tarea y los resultados antes que dejarse llevar por los trazos que podía colorear con libertad. Le salía más fácil mandar y mantener reglas estrictas antes que conversar y compartir la mutua vulnerabilidad. Su dilema radicaba en su propia infancia y la carencia afectiva que lo había marcado con tonos tristes y temerosos que no quería recordar. Tampoco había sido fácil su tiempo de colegio y sus compañeros habían sido duros en el trato con su sensibilidad artística y emocionalidad. Por eso había preferido esconderse en cajas metálicas o de cartón que nadie pudiese dañar. Había optado por anestesiarse antes que sufrir más y dedicarse al hacer sin conectarse con su ser bueno e integral. Álvaro debía aprender a soltarse y a confiar que ya era un hombre confiable y amable además; que podía aventurarse con más libertad y que todos sus lápices tenían goma de borrar, por lo que si se equivocaba, no tenía gran importancia en realidad.
Para pensar: ¿Te da temor mostrarte a los demás en forma natural? ¿Qué te pasa cuando te equivocas? ¿Con qué te proteges del daño que otros te puedan causar?
Alfonso era un animal curioso en su anatomía ya que a pesar de tener un cuerpo pequeño y frágil, tenía una cabeza muy grande y melenuda y un rugido similar al de un león para hablar. Su estampa e identidad era engañosa ya que, de primeras, se imponía con franca autoridad, pero luego se veía su silueta y no se sabía bien cómo actuar. Alfonso era como uno de esos perros de raza que tienen las patas cortas y el cuerpo pegado al suelo, pero tienen una mandíbula de hierro y son fieros para pelear. Es como si no tuviese conciencia de su inferioridad física y/o bien la compensaran con un espíritu gigante que nadie podía doblegar. Alfonso desde siempre se había sentido revestido por una autoridad única y su autoestima era firme como la de un roble de cien años o más. No es que no sufriera inseguridad ni temores al fracasar, pero se sentía impulsado desde dentro a sobresalir como si tuviese un gen de la realeza en su sangre y no lo pudiese negar. Se sentía llamado a servir y a fundar nuevos reinos acordes a la nobleza y a valores que estaban en extinción en la sociedad. A veces se enojaba más de la cuenta y había que arrancar porque sus mordidas no se medían al dañar. Luego, como un cachorro volvía arrepentido a buscar caricias y el perdón de los demás. Otras veces se enredaba en muchas palabras y no lograba concretar ya que primaba en él su corazón que quería agradar a sus súbditos, sin poder cortar a tiempo alguna tontera o abuso desleal. Se sabía más bien práctico que intelectual y la erudición extrema lo asustaba por lo que optaba por la vida sencilla y natural. Su sueño era vivir en el palacio de verano sin preocupaciones económicas, disfrutando de la caza y la pesca como un verdadero rey, servido con buen vino y delicias para degustar. Sin embargo, su mayor felicidad estaba en su hogar, con su familia, sus princesas bellas y su mujer que lo reverenciaban sin cesar. Si bien no le gustaba que lo ahogaran en amor, porque valoraba su independencia territorial, siempre volvía a él moviendo su cola alegre y entusiasmado de saber que sí existía su pequeño reino donde era amado y admirado como un rey.
Para pensar: ¿Qué valores son los que te mueven a actuar? ¿Te consideras una persona con autoridad intrínseca? ¿Te identificas en algún modo con el espíritu de Alfonso?
Francisca no era afín a los riesgos y gustaba de quedarse en casa mientras los demás de su tribu salían a conquistar. Ella era feliz en lo conocido, en lo estable, en lo predecible y en las rutinas de su hogar. Era muy fuerte y un pilar para los demás; es más, muchos de su comunidad acudían a ella cuando se trataba de aconsejar ya que tenía una sabiduría innata y un criterio sin igual. Jamás sus juicios eran radicales ya que amaba la moderación y la armonía familiar, pero nunca se pasaba dejar a llevar. Se le hacía fácil ayudar en la salud del cuerpo y del alma a los que salían a conquistar; conocía perfectamente los ungüentos, las pócimas y todas las hierbas que los podían aliviar. Siempre se preguntaba si no tenía algunas vetas de médico o chamán, pero tampoco se había querido arriesgar a salir para estudiar eso o profundizar en esa especialidad. Sin embargo, tanto sabía que le era muy frecuente encontrarse a sí misma más enfermedades que lo normal. Era un poco hipocondriaca, pero eso le servía mucho para empatizar. Pasaba de un tratamiento a otro, buscando de algún modo auto justificar también su temor a emprender algo nuevo o salir de su ciudad. Probablemente ese celo por quedarse en su zona de seguridad se debía a su infancia muy exigida y a un poco de frialdad. A Francisca no le había faltado amor, pero sí abrazos, arrumacos, besos, chacotas y más libertad para jugar. La formación en la norma y disciplina militar, la habían convencido que fuera y lejos había más peligros de los que podría sortear y se había construido un mundo que sí pudiese dominar. Con todo, era un tesoro para su tribu ya que era alguien con quien se podía contar siempre, con su nobleza, amistad y fidelidad. A veces se sentía un poco sola, pero se le quitaba pronto con un poco de ejercicio físico o alguna manualidad. Sus ambiciones no eran más que cuidar a su familia y vivir en paz. Como su homónimo hombre valoraba por sobre todas las cosas la vida sencilla, sin bulla y con humildad.
Para pensar: ¿Qué se te da más; salir o quedarte? ¿ Eres casero o un nómade existencial? ¿ Te consideras una persona hipocondriaca?
Mirtha era como una hormiga trabajadora que se esmeraba de la mañana a la noche sin parar. De pequeña había aprendido que la vida era un esfuerzo y que las cosas había que conquistarlas para poderlas disfrutar. No le gustaba ostentar sus capacidades -que las tenía en gran cantidad-; al contrario se le daba el bajo perfil, pero no podía ocultar su facilidad para reírse de sí misma y hacer feliz a los demás. La sonrisa la tenía dibujada en su rostro desde su nacimiento, al igual que su buena voluntad para servir a quien necesitara en realidad. Era rápida de mente y cuerpo y se movía con mucha agilidad. Le gustaba lo espiritual, pero le costaba creer en esta conexión existencial en su propia realidad. Mirtha tenía eso sí un problema y era que se postergaba demasiado y se creía imprescindible para que el hormiguero funcionara en paz. No se detenía de subir y bajar cajas, aunque no tuviese una gota más de energía para gastar. Tenía miedo de que si no era útil no la fueran a amar en profundidad, pero estaba muy errada ya que lo lindo era su espíritu y no sus patitas para laborar. Era amorosa y dulce y de una simpatía sin igual, pero no había que hacerla enojar; sino se paraba en sus patas y podía ser fiera y picar para defender su hogar. La clave para su felicidad era que ella se cuidara un poco más, que estaba bien que ayudara, pero que guardara un poco de reserva personal. Su espíritu alegre y servicial; su tono silencioso y dócil no se podía llevar al extremo de que explotara y se enfermara de tanto pensar en los demás.
Para pensar: ¿Qué se te da con más facilidad: el protagonismo o el bajo perfil? ¿Eres capaz de reírte de ti mismo? ¿Cómo reaccionas cuando te enojas?
Eliana era una periodista muy capaz. Tenía siempre esa mirada inquisitiva de querer saber más sobre su entrevistado y auscultar sus secretos aunque no los quisiera develar. Su trato era un tanto bruto, como una italiana apasionada, pero también era muy consecuente y querida además. Su tema era que a ella jamás la podían entrevistar; su vida privada y sus vínculos los guardaba bajo siete llaves y nos los soltaba ni por millones ni por un titular. Había aprendido a desconfiar de la gente porque no quería salir dañada. Sabía, por deformación profesional, que muchas veces las cosas se sacaban de contexto y que su imagen podían perjudicar. Eso la hacía ser muy buena en su trabajo, pero un poco inhibida y tímida en todo lo demás. No le gustaba la gente ni menos la vida social. Prefería contemplar a su gato y quedarse con él a regalonear. Tenía la certeza que él no la iba a traicionar. El problema era que no tenía dónde ser auténtica al 100% y expresarse con libertad. Siempre la acompañaba el temor o su lengua de víbora que podía envenenar a cualquiera con su poca asertividad. No conocía lo que era la delicadeza ni la ternura porque jamás la había recibido como vivencia fundamental, pero sí que la añoraba para sí misma y buscaba alguien que sintonizara con su frecuencia un tanto satelital. Ser pareja de Eliana era de alta complejidad ya que era un tanto bipolar: le gustaba que la cuidaran y protegieran, ronroneando como su gato, melosa y sin aullar, pero luego sacaba sus garras, mostraba sus dientes y se le erizaban los pelos de miedo sin avisar. La única solución era dejarle sus tiempos y esperar. Como buena gata, se saltaba a los tejados por el tiempo en que necesitaba su soledad, pero tarde o temprano tenía hambre y volvía sumisa al hogar.
Para pensar: ¿Te consideras con personalidad más afín a los gatos o a los perros? ¿Eres agudo con tu lengua? ¿Cómo controlas tu bi polaridad afectiva?
Hilario había creado un traje maravilloso de colores, como si hubiese recibido una maestría en diseño en la universidad más profesional. Sus bigotes eran crespos como si los hubiese enrulado con gomina artificial. Sus ojos eran chispeantes y alegres como si fuese un niño o un gnomo a punto de fugarse de un cuento ancestral. Sus ideas eran locas y atrevidas y aportaban gran genialidad. Su cuerpo era pequeño como si supiera que el crecer implicaba el riesgo de ponerse grave o triste además. Su risa era tierna y cálida como si lo habitase un narrador de chocolate y miel natural. Su corazón era tan grande y generoso que a veces hasta lo llegaba a doblar por la mitad, pero sin duda su mayor gracia era su espíritu que lo llevaba prendido en globos de helio para que nadie se lo fuera a dañar. Hilario con tanta gracia y simpatía a nadie le caía mal; era muy querido y popular en su pueblo, pero le costaba a ratos ganarse un espacio al hablar. Otros hombres se creían más valiosos que él por su lógica y seriedad, pero de esos había tantos que no le llegaban ni a la mitad de su originalidad. Sin embargo en él no todo era risa gracias a su extrema sensibilidad; tenía demasiados dones y estos lo podían agobiar. Muchas veces se comprometía en más de lo que podía lograr y luego tenía un taco de reclamos o angustia infernal. Su modo de liberarse era la risa y la lágrima por igual. No tenía miedo como otros a expresar sus sentimientos y llorar si sentía la necesidad. A su paso, todas las personas y las casas se iban salpicando con sus colores, con su energía linda y espiritual; a veces también con su mal genio, pero eso era mucho menos frecuente de observar. Hilario con su corta estatura llegó a ser uno de los más altos de la ciudad, no en centímetros, pero sí en estima y aprecio general. Lo único que le faltaba era verse al espejo y confiar que su esencia era inédita y sobrenatural.
Para pensar: ¿Eres una persona alegre y que irradia felicidad? ¿Qué colores y diseños son los que más identifican tu esencia? ¿Logras valorar tu originalidad?
Judith era la abadesa de un convento muy poco convencional. Ahí se respiraba mucha libertad ya que dejaba que sus novicias e internas conocieran el mundo, sobre todo las áreas más profundas del espíritu, la cultura y la pobreza local. Según ella con estas cosas no necesitaban más para el encuentro con Dios y la felicidad. Su sabiduría personal, sin embargo no implicaba falta de carácter o liviandad. Su voz era autoridad aunque apenas se lograra escuchar su dulce tono al hablar. Su opinión siempre era un poco rebelde en la comunidad local ya que luchaba incansablemente por superar las injusticas que se daban cada vez más. Su alma era muy noble y le dolía cuando algún feligrés o mendigo sufría por la indiferencia o la discriminación social; para ella no había nada más importante que la dignidad de cada cual aunque apenas tuviese para vestirse o para almorzar. Su espíritu era tan grande y su anhelo tan infinito que el resto apenas la lograba alcanzar; por lo mismo a veces su sabiduría se perdía en palabrerías y en conversaciones dispersas que no lograban encantar. Lo suyo era más de piel que de comunicar; se le tupía lo emocional y era un poco torpe para amar a los demás. Lo que sí era hábil era para servir y trabajar en silencio y con extrema humildad. Jamás una vanidad o un gasto superfluo se podía permitir ya que en su convento era reina la austeridad. A veces se le pasaba la mano y no tenía ni para comer, pero andaba feliz igual. Su espíritu y Dios le eran más que suficientes para recuperar sus energías y continuar sirviendo hasta la más avanzada ancianidad. Cierto que tenía mañas e ideas fijas como todos a su edad, pero si se le escuchaba con atención se entendía de dónde venía y parecían más caprichos de niña que mal. Con lo años fue reemplazada como abadesa, pero nadie la quiso retirar ya que sus consejos –cuando se los pedían- era de la máxima utilidad. Los más jóvenes se acercaban a ella con paciencia y admiración total. Sabían que demorarían más de la cuenta en la conversación con ella, pero que sin dudar sus corazones se irían siempre prendidos de alguna linda reflexión o novedad. Había muy pocas como ella y la debían atesorar.
Para pensar: ¿Cuáles son tus tres claves para la plenitud? ¿Qué haces para conquistarlas a diario? ¿Qué estela o huella crees estás dejando en los demás con tu pasar?
Elsa era hija de un coronel de ejército acostumbrado a mandar con excesivo autoritarismo y frialdad. Muchas veces, de pequeña, se había sentido como parte de las reclutas y jamás se había atrevido a desafiarlo por temor al castigo o la desaprobación emocional. Su padre ocupaba tanto el escenario de su vida y de la de tantos más, que a Elsa no le quedaba espacio para ser ni para actuar con libertad. Por eso, no le quedó otra que obedecer el modelo y adaptarse a tener éxito bajo el régimen impuesto y no desentonar. Se hizo la más aplicada de su curso, la más estricta con su disciplina y no se daba ningún permiso para equivocarse o errar. Con los años conquistó muchos más logros que los que podía juntar, pero su alma seguía siendo la de esa niña desolada que sólo quería ser amada y jugar. Elsa se hizo tan dura y fría, aparentemente, como su papá. Era ruda de modos y no sabía comunicarse con asertividad. No se daba permiso para sentir y menos para expresar; todo debía ser cuadrado y rígido para poder funcionar. Sin embargo, la vida le dio otra oportunidad desarmándole el molde y haciéndole guerra en todos los frentes para que pudiera flexibilizarse y liberarse de su cárcel mental. Primero fue la competencia social; aprendió con lágrimas que aunque mucho se esforzara siempre alguien más la podría superar. Luego, su marido fue un rebelde y la desafió hasta el punto de hacerla explotar. Nada en él era predecible y la tensionó más de lo que podía soportar. Por lo mismo, sus hijos fueron más intrépidos y difíciles que lo normal. Entre los dos estilos de autoridad que veían, los pequeños niños supieron sacar ventaja de la debilidad de cada cual e hicieron todas las locuras que pudieron para llamar la atención y molestar. Elsa, desesperada e impotente, sólo quería autoexiliarse de esta carrera horrible por figurar. Había aprendido que ese no era el camino para su felicidad ni la de sus hijos además. Lloró por horas esperando refuerzos por su papá, pero el coronel ya era viejo y tenía su propia batalla que lidiar. Ese día aprendió que su único rescatista era la valentía de aventurarse sola sin esperar premios ni éxitos nunca más. Bajó la guardia y se comenzó a conectar con sus sentimientos y su esencia más vital. Al fin se atrevía a adueñarse de una parte del escenario y probarse a sí misma, sin importar la aprobación del resto. Se puso unas viejas zapatillas de ballet que nunca se había atrevido a usar y fue por primera vez la protagonista de su vida bailando con gozo inefable y paz.
Para pensar: ¿Cuál es tu experiencia con el molde social; qué tanto reprimió tu esencia y originalidad? ¿Qué pruebas te han tensionado para cambiar? ¿Eres el protagonista de tu vida o te dejas mandar?
Gaspar era el líder de la caravana de camellos y se sabía dueño de un gran carisma y autoridad. Todos le obedecían por una mezcla de temor y respeto a su forma de actuar. Gaspar tenía un látigo en su lengua y no tenía ningún empacho en ocuparlo a quien se quisiera rebelar. Le gustaba mandar y jamás obedecía a nadie porque creía que no había ninguna potestad sobre él y su caravana real. Era un nómade, un beduino y el desierto era su hogar. Sus camellos siempre eran los más fuertes, los mejor adornados, los que duraban más al caminar, por lo que se creía superior a los demás. Su porte era medio, pero usaba chaquetas y vestiduras que ensalzaban su figura como si fuera mucho más grande que lo normal. De hecho su lenguaje no verbal correspondía al de un gigante en prepotencia y se creía siempre dueño de la verdad. En el fondo era un buen hombre y muy íntegro a la hora de actuar; jamás negociaba con los bandidos de las dunas y socorría a todos los heridos que solía encontrar. Sin embargo, jamás mostraba esa faceta a los demás como si mostrar su corazón bondadoso y sensible le pudiera perjudicar. Prefería mostrar sus brillos, sus cadenas de oro y las joyas que acumulaba al peregrinar antes que exponer su verdadero anhelo espiritual. Gaspar era el encargado de dar alivio a todos los que entraban al arenal; él lo conocía mejor que nadie y los guiaba hasta el final, pero prefería hacerse el duro; el fuerte, antes que se viera su esencia paternal. Gaspar al envejecer tuvo que aprender a la fuerza a soltar parte de sus ropajes y máscaras para aparentar. Al igual que sus camellos, había límites en el desierto de la vida y él no los podía negar. Cuando le tocó el tiempo de partir, vinieron de todas partes del mundo a despedirlo como un héroe nacional; cada uno en la intimidad de su vínculo había conocido al verdadero Gaspar y estaba agradecido y orgulloso de su amistad.
Para pensar: ¿Eres de los que prefiere ocultar su corazón bondadoso y aparentar entre ropajes de prepotencia y poder social? ¿Qué herida de fondo proteges con esa actitud? ¿Qué límites hay en el mandar?
Pía casi siempre prefería ir acompañada de su prima María, que era más grande que ella, para que la dejaran entrar a todos los lugares donde se podía aprender, bailar y conversar. Si bien ella era una niña traviesa y divertida, le gustaba mucho más escuchar a los grandes y todo ingresaba a su memoria y a su afectividad como si tuviese un radar y computador espacial. Quizás por tanto codearse entre mayores, ganó mucha personalidad. No se achicaba ante nadie y opinaba con mucha fuerza y libertad. Cuando se enojaba, hasta su prima arrancaba del lugar, ya que Pía dejaba de ser pía y se convertía en una leona aguerrida defendiendo su postura y verdad. Si bien era sencilla de modos, le gustaba mucho la cultura, las artes y viajar. No necesitaba a nadie a su lado para eso, pero feliz si alguna amiga la quería acompañar. El único requisito era la independencia y la conversación profunda para contemplar la realidad. A Pía no le gustaba la superficialidad de muchos y se aislaba a ratos frente a la incomprensión social; sin embargo cuando tenía que hablar al resto, solía hacerlo con gran autoridad y era muy respetada como una líder espiritual. Quizás algo se le colaba del origen de su nombre, ya que de Dios no se lograba escapar. Para ella era parte de su identidad, aunque a ratos le gustase pelear con Él o no mirarlo más. Pía era clara, asertiva, pero un poco seca para hablar. Hasta su voz era ronca y le cargaba lo meloso y dulzón que su prima le sugería con insistencia para poder conquistar a los jóvenes del lugar. Para ella no había opción, o la querían como era o si no, no se iba a casar. Mejor era estar sola que mal acompañada, decía convencida de su posición al ser presentada en sociedad. Pía llegó a ser una gran intelectual, elegante, sabia y muy autónoma en su actuar; un referente femenino muy valioso y digno de destacar.
Para pensar: ¿Eres de esas personas que les gusta conversar con contenido? ¿Logras encontrar pares? ¿Cuánta autonomía afectiva has logrado conquistar en tus vínculos y con el deber ser social?
Hugo había llegado a la capital a muy temprana edad, dejando una infancia de carencias y miserias importantes que lo hicieron ambicioso de un buen lugar en la vida y que nadie lo pasara a llevar por su origen y falta de oportunidad. Esforzado al máximo, trabajó en todo lo que pudo encontrar; no había nada a que le hiciera asco con tal de ir logrando su anhelo más profundo de lograr la seguridad económica y social. Su inteligencia no era tan especial, pero sí su astucia y su capacidad de observar. Él, como muy pocos, en su nuevo hábitat citadino, sabía lo que costaban las cosas, sabía cómo ahorrar y cómo hacer dinero con facilidad, sin nunca faltar a sus valores y a su integridad. A los pocos meses se hizo muy popular, ya que era extrovertido y bueno para convocar. A pesar de que muchos lo miraban con recelo, poco a poco se fue haciendo su espacio y se ganó el respeto y admiración de casi todos en la ciudad. Era muy bueno para ostentar sus logros y sus compras por pura inseguridad, pero con su simpatía y buen corazón lograba equilibrar las fuerzas y continuar. Un día entró a su casa y por primera vez en su vida, se percató a dónde había podido llegar. Había varios autos estacionados en su puerta, su casa era sólida y elegante, ubicada en los cerros más altos del barrio principal. Su señora lucía preciosa y sus hijos tenían todo lo que él jamás pudo comprar, pero algo faltaba en su entorno y en su corazón y sin que pudiera detenerlas, las lágrimas comenzaron a inundar su alma y no podía parar. ¿Hugo, qué te pasa?, se preguntaba desesperado, queriéndose despertar de una pesadilla, pero no lo podía lograr. De pronto por el jardín de su parque vio un viejo árbol de roble que lo atraía como un imán. Se recordó que lo había traído del sur apenas llegar. Al igual que él había llegado flaco, debilucho, asustado de arraigarse en otro lugar, pero hoy lucía grueso, firme y con una copa para envidiar. Sin embargo, al acercarse vio que lágrimas de savia lo recorrían sin parar; también estaba triste y faltaba algo para re significar su vida después de haber alcanzado la cima material. Hugo vio que su camino había sido bueno, pero que ese día debía iniciar su segunda mitad. El regreso a su alma de niño era prioridad; sanar sus heridas y perdonar también era fundamental. No avergonzarse de su origen y saber que las raíces siempre nos vuelven al hogar, pero ahora sin correr, sin aparentar, alimentados del agua fresca que nos nutre por dentro aunque nadie lo vea o se percate de su felicidad.
Para pensar: ¿Qué carencias afectivas, materiales o de otra índole te han movido en la primera mitad de tu vida para poderlas superar? ¿Será tiempo de reaccionar? ¿Hay lágrimas reprimidas que quieren explotar?
Ester era una mujer muy sencilla que se dedicaba a lavar y a hacer costuras para la alta sociedad. Su delicadeza en el trabajo la hacía única en su labor, ya que no se le escapaba una mancha ni daba puntada sin la perfección total. Lo que nadie conocía era su profundo conocimiento de la humanidad. A través de la ropa que lavaba podía conocer cómo era cada persona y su forma de actuar. Nunca faltaban los secretos en los bolsillos de las prensas, los botones caídos, manchas rebeldes o las bastas a medio armar, que delataban para ella evidencias de los comportamientos que nadie podría haber adivinado jamás. Lo mismo al coser, ya que cada cliente se desahogaba con ella pensando que era invisible o que sólo sabía escuchar. Ella solo cocía y aprendía una barbaridad de sus virtudes, vicios, sus sueños, sus pecados y su intimidad. Con todo esto Ester se fue convirtiendo en una sabia y maestra, experta en predecir conductas y en aconsejar, pero sólo a los de su clase porque en sus clientes era subestimada. Ella sostenía que lo que le pasaba a los ricos, también pasaba al otro lado de la ciudad, sólo se diferenciaban en las ropas que usaban y en su tremenda soledad. Ester ya cansada de tanta manualidad, vio que su destino era ayudar. Sus manos no sólo eran hábiles para coser vestidos y diseñar, sino también para reparar almas adoloridas y corazones que ya nadie quería sanar. Con su voz suave, su dulzura y su timidez habitual, empezó a dar horas para quien la quisiera visitar. Para su sorpresa, día tras día, la fila aumentaba y casi ya no daba abasto para acompañar. Ester era una mujer muy buena y jamás cerraba su taller hasta que la última persona se hubiese ido con más paz. Su único dilema fue valorar su misión y su valor personal, por lo que fue necesario darle una ayudante que la pudiera ordenar en sus deseos de dar y darse para no morir de cansancio y recibir también lo que correspondía por su servicio a la comunidad. Ya de viejita Ester no cabía más de plenitud y amor y pudo morir rodeada de ricos y pobres con homenajes y una gran fanfarria en su funeral. Se necesitan más como ella y jamás la iban a olvidar.
Para pensar: ¿Conoces personas como Ester? ¿Crees conocer en profundidad a las personas? ¿Te das el tiempo para ayudarlas, acompañarlas por amor y gratuidad?
Rafaela había nacido como una mujer grande a pesar de su corta edad. Parecía que en su mochila del cielo la hubieran provisto de más herramientas que lo normal. Traía simpatía y picardía en la dosis justa con la ingenuidad. Sus pasos y voces eran muy graciosas y era un espectáculo poderla mirar cómo conversaba con sus muñecas y las hacía bailar. Ella sólo irradiaba chispitas de luz y vida a todo el que la pudiese encontrar; era lo más parecido a un sol lleno de energía y vitalidad. Quizás por lo mismo, le llamaba la atención la gente y era ávida por conocer el mundo y su diversidad. Leía libros, buscaba revistas y no paraba de conversar para obtener más datos e informaciones para su enciclopedia personal. También era muy reflexiva y jamás hablaba sin pensar. Es más, a veces los adultos que la rodeaban acudían a ella por consejos y consuelos, olvidando que la relación debía ser al revés para no torcer su responsabilidad. Rafaela sí era terca y fuerte si la contrariaban en su voluntad. Podía estar amurrada horas o hacer un escándalo de proporciones si la pasaban a llevar. Una pequeña diva, linda y talentosa, pero con un genio extrovertido y a veces difícil de controlar. Le gustaban las cosas buenas, pero era muy consciente de los que no tenían y compartía lo suyo sin ninguna dificultad. Sus penas, que no eran pocas, las vivía sola y nadie conocía profundamente su intimidad. Ella quería ver la vida en positivo, tirar para adelante y jamás molestar. Su problema era que así a veces explotaba en llanto de tanto acumular. Se ponía ansiosa y no podía encontrar la paz. Para ella era muy importante aprender que a pesar de su madurez y optimismo natural, debía darle también espacio a su pequeña niña, dejándola hacer locuras, jugando y permitirle llorar.
Para pensar: ¿Te consideras una persona naturalmente optimista y con carácter? ¿A quién le compartes tus penas? ¿Sueles explotar?
Ingrid había llegado de Alemania hace muchos años, pero no se podía borrar de su mente ni de su forma de actuar la genética familiar. Cada mañana despertaba a todos porque no soportaba la flojera de nadie y los llevaba a trabajar. Durante todo el día cosechaba cosas en el campo y al llegar la tarde las empezaba a cocinar. De acuerdo a sus valores nada se podía perder y así podía quedarse hasta la madrugada antes de que un tomate o un ají se pudiera malograr. Cada receta era exacta a la de sus ancestros y no se podía cambiar ni una pizca de sal. Era muy estricta y exigente con sus ayudantes y se enojaba si alguien se salía de su estructura mental. Ingrid era vehemente y dominante a no dar más; tanto que a veces parecía más una sargento militar que una dueña de casa o una mamá. Sin embargo, como toda receta alemana tenía un interior bueno y generoso, sólo que era fruto de una historia dura y sin mucho afecto maternal. Ingrid era muy inteligente y muy capaz, pero su ceño fruncido la hacía parecer distante y la gente le arrancaba un poco por miedo a salir dañada. Como toda buena alemana, ella era muy buena para ahorrar y para hacer producir las cosas a pesar de la escasez o adversidad. Por eso le gustaba mucho estar a cargo de la administración de las cosas y de la contabilidad; no se le escapaba ningún número y era muy buena para cobrar. Ingrid, una vez que se sentía en confianza mostraba su capacidad de reírse y disfrutar, pero necesitaba unas pocas cervezas y sentirse dueña de la situación para mostrar su simpatía genuina y su energía vital. Por todo lo anterior era muy confiable y predecible además; era una mujer correcta y esforzada, pero necesitaba con urgencia fluir con más calidez y libertad. Su creatividad era enorme y su liderazgo natural, pero le faltaba un poco la energía de Laura o de Amanda para equilibrar su gen germano con uno latino para ser feliz y hacer feliz a los demás.
Para pensar: ¿Qué genes dominan tu forma de ser y de actuar? ¿Tienes el ceño fruncido que te impide ser feliz y/o fluir en libertad? ¿Qué energía te permitiría equilibrar?
Víctor era el portero del castillo y con una dulzura única abría la puerta elevadiza cada vez que alguien quería pasar. Su trabajo era sencillo y no requería de ningún intelecto fuera de lo normal. El lo había preferido así porque no le gustaba demasiado estudiar, aunque tuviese capacidad. Él prefería disfrutar de los ritmos de la vida con lentitud y que nada ni nadie lo fueran a tensionar. Casi siempre lo lograba y en su rostro se reflejaba una sonrisa única, como si fuese un niño a pesar de sus canas y avanzada edad. A pesar de que su responsabilidad implicaba la seguridad, jamás él peleaba con nadie y prefería dejar pasar a los prepotentes antes que pelear por sus derechos o discutir de más. Su filosofía de vida tenía que ver con una especie de relajo y estoicismo donde nada lo pudiese alterar; su alma era frágil y vulnerable porque había sufrido mucho de pequeño, por lo que se había vestido con una especie de capa de ingenuidad. A ratos podía parecer limitado o muy básico para reaccionar, pero en realidad se hacía el leso para no entrar en conflictos y tensionar su naturaleza pacífica y un poco pasiva de más. A Víctor las cosas le pasaban; no era de los que las tomara por las astas y las moviera a su voluntad. La puerta misma del castillo a veces se mandaba sola y él salía volando junto con las piolas y parecía un bufón para los demás. Tenía ideas muy únicas sobre las personas y había creado su propia filosofía vital, pero era tal su dispersión, su falta de sistematicidad, que nunca las lograba escribir o plasmar eficientemente para que alguien más las pudiese aprender o replicar. Con todo, era muy querido, un hombre bonachón y de una frecuencia muy inusual; todo en él se le perdonaba como si nunca lograra la madurez total. El rey al final de sus días, lo premió por su fidelidad, aun cuando vio que la puerta estaba un poco rota y la mantención dejaba mucho que desear. Así era Víctor, bien intencionado y noble, pero no digno de una mayor responsabilidad, salvo que se aplicar en serio y viese su vida en juego para poder explotar todo su potencial. No habiendo ese contexto, él siguió igual; al vaivén de la vida y dejándose mecer con comodidad. Al ver su cara de felicidad, bien valía preguntarse si no estaba del todo errado en su forma de actuar.
Para pensar: ¿Conoces personas como Víctor; qué sentimientos te generan? ¿Te parece que desperdician sus talentos o son más sabios en realidad?
Marina vivía efectivamente cerca del mar porque pertenecía por esencia a ese lugar. Su voz era un arrullo como cuando las olas te bañan con dulzura total; su sabiduría era profunda como las honduras del océano y altamar; su interior estaba lleno de sorpresas y siempre tenías algo nuevo que aprender y admirar. Su inteligencia era evidente, como si tuviese petróleo para explotar, pero no hacía jamás ostentación de su saber o se vanagloriaba frente a los demás. Sus gestos eran pausados y se tomaba tiempo para actuar; nada en ella era reactivo y la prudencia era su lema de relacionar. Se podría comentar que no era bella, pero su encanto era como el de las caracolas que te hipnotizan apenas te pones a escuchar. De su corazón emanaba sólo energía buena y deseos de ayudar, como cuando la luna se reflejaba en el ancho horizonte regalando paz. Sin embargo, su fuerza y su poder no se debían subestimar; igual que las aguas, sin aviso previo se podía encabritar y sacar toda su energía arrasando ciudades con facilidad. Marina era en extremo trabajadora y cosechaba sus frutos con paciencia oriental. Nada la apuraba, como si estuviese tejiendo una red y cada pesca tuviese su propósito y final especial. Su anhelo más profundo en la vida era trascender y dejar huellas en la arena aunque se borraran apenas marcar; sobre todo en la cultura porque encontraba que estaba perdida y que no era capaz de reconocer la divinidad. Ella sabía de dónde venía y también dónde quería llegar, pero su objetivo de vida era que más personas pudieran despertar a esa realidad. Lo único que debía cuidar Marina era la excesiva severidad con ella y ahogarse en sus propias aguas de sensibilidad. Su impotencia ante la ceguera humana a veces la hacían dudar de si lo que hacía tenía o no sentido o debía renunciar. Sin embargo, a la mañana siguiente, con su tono suave y amoroso se volvía a levantar. No podía hacer otra cosa y perseveraba aunque estuviera a la deriva navegando en soledad. Marina era un ser del cielo, como esos que ya no hay, y había que cuidarlo como el mismo océano como la esperanza de la humanidad.
Para pensar: ¿Cuál es tu mayor anhelo de trascendencia? ¿Qué modos son los más frecuentes en tu actuar? ¿Tienes esperanza en el futuro de la humanidad?
Sara vivía en un departamento del centro de la ciudad; uno muy antiguo y señorial porque a ella le gustaba la tradición y las costumbres que ya casi no hay. Su carácter alegre y extrovertido hacía que a todos les cayera bien y que nunca tuviese un problema por nada, pero eso no significaba que fuese sumisa o débil en realidad. Lo que Sara tenía era un arte maravilloso para gobernar; con sus trucos, ojitos y encantos, lograba siempre ejercer su voluntad desde las decisiones familiares hasta los tomates que el casero le tenía que regalar. Era una pequeña niña consentida a la que le gustaba que la regalonearan a todo dar. 100% aplicada en las cosas de su casa, pero no muy dada a trabajar fuera o a aplicarse en estudiar. Ella tenía una inteligencia emocional mucho más desarrollada que lo normal, por eso, aún cuando era muy capaz para las artes, las letras y los números no se le escapaban por nada, ella prefería el buen vivir y el disfrutar como vocación personal. Cada año se conseguía las mejores frutas para hacer mermelada; también obtenía los más bajos precios al regatear; su casa era un chiche lindo de elegancia y limpieza total, por lo que ella se sentía como una princesa real. Cuando la vida la obligaba a arriesgarse no se restaba de aprender o de viajar, pero con la promesa escrita de que iba a volver a su hogar. Regresar a sus libros de cocina, a sus recetas familiares, a sus ritos domingueros, a su siesta de las tres de la tarde para ella era un tema estructural. Necesitaba la rutina, las normas, lo conocido para poder transitar en paz. Todo lo que veía afuera de su balcón le causaba pánico de sólo mirar. Tanta gente, tantos cambios, tanta velocidad, no estaban hechos para Sara que requería un estilo más manso y calmo de reaccionar. Sara como su nombre pertenecían a formas antiguas de valores y costumbres de sociedad, por lo que cada vez se le hacía más difícil adaptarse a los demás. Sin embargo, armó su propia tribu y su comunidad por lo que no fue necesario acelerarse ni cambiar a su esencia real.
Para pensar: ¿Qué tiempos se acomodan más a tu esencia original? ¿Qué cosas buenas ves en la tradición y qué en la innovación? ¿Qué tensión te produce la vida actual?
Gloria manejaba un jeep todo terreno espectacular. Sus ruedas eran gigantes y se metían al barro y a las dunas como si fuesen de manjar. Ella gozaba con la adrenalina, con aprender, con explorar, con viajar a mil partes donde pudiera experimentar la vida y avanzar. Lo que nunca hacía era arriesgar su vida o la de los demás, ya que calculaba a la perfección los peligros y siempre precavía cualquier imprevisto que le pudiera pasar. Era un gozo verla jugando con tanta libertad y sin complicarse con nada; parecía un conquistador del siglo XXI donde todo se solucionaba con eficacia y rapidez genial. Por lo mismo era en extremo confiable y muchos se subían a su auto para pasear, porque sabían que con Gloria siempre podían contar. El único problema era cómo manejaba ya que no ponía mucha atención a los detalles de los peatones y a veces los salpicaba con barro o no los veía cuando le pedían parar. Su mirada era tan focalizada, que le costaba el gran angular. Cuando otros le decían que fuera más lento o que cuidara más su modo de andar, ella no comprendía y se ponía triste porque era incapaz. En parte se explicaba porque de pequeña siempre se las había tenido que arreglar sola y no se había permitido llorar. Eso era para las niñas sensibles y ella quería sobresalir y ganar; no en vano su nombre era Gloria y en el fondo eso quería alcanzar. Jamás usó una mala práctica o fue desleal ya que para ella el honor también era fundamental. Sin embargo, a mitad del camino de su vida, pareció que los neumáticos de su jeep comenzaran a guatear. Estaba triste, las cosas no funcionaban como antes y la soledad la empezó a acompañar de copiloto sin preguntar. ¿Es que le faltaba algún aspecto humano que integrar? ¿Es que debía pasar de la gloria humana a la trascendental? ¿Es que ya era tiempo de estacionarse un rato y contemplar la huella y el horizonte que quería admirar?. Gloria era inteligente y buena y tras su reflexión se decidió a cambiar: de ahora en adelante iría más lento y miraría más. Se cambió a un auto Van con neumáticos suaves y que avisaban cualquier movimiento o peatón al manejar. Con estas ayudas, Gloria se convirtió en transporte comunal y nunca fue más feliz en su vida que cuando pudo con todos compartir y pasear.
Para pensar: ¿Consideras que los detalles son importantes para tu felicidad? ¿Qué tipo de auto identifica más tu personalidad? ¿ Qué gloria buscas más, la del suelo o la del cielo?
Baltazar era un niño al que le costó muchísimo esfuerzo llegar a la vida y por lo mismo fue cuidado como si fuera de cristal. Cada vez que lloraba mil manos lo venían a calmar y si pedía algo, lo obtenía antes de terminar de respirar. Por lo mismo al crecer, pensó que su voluntad era orden real y se convirtió en un pequeño tirano a pesar de los múltiples dones y virtudes que traía en su esencia original. Cuando las cosas no le resultaban a la primera se ponía a alegar; si la comida no le agradaba era capaz de vomitar; si sus amigos no lo seguían les quería pegar; si sus deseos no eran cumplidos, se ponía furioso y lo pasaba muy mal. Sin embargo, el niño era muy bueno e inteligente y se dio cuenta de que tenia que cambiar. Si nadie le ponía límites, los buscaría él mismo para su salvación. Lo primero que hizo fue observar a los demás niños y aprender cómo se comportaban para ver otra realidad. Vio que muchos pasaban frío o hambre y que incluso trabajaban para ayudar a sus papás. También vio que la mayoría no tenía las oportunidades que él tenía y se avergonzó por su pataleta inicial. Poco a poco fue creciendo su verdadera esencia que era muy dulce, creativa y de una profunda sensibilidad. Sus ojos se hicieron más grandes y su mirada era como la de un osito tierno y querible a no más dar. Bajó su voz y a veces había que pedirle que manifestara con fuerza qué quería hacer o almorzar. Entre un extremo y otro, el niño llegó a ser un adolescente muy sabio y conocedor de la naturaleza humana y cómo irla regulando para el bien propio y el de la comunidad. Su propio recuerdo de “pequeño tirano” le hacía ser un “gran servidor” muy generoso, atento y conciliador. Cuando llegó a viejo fue un hombre notable y con un tremendo corazón, muy querido por todos y un buen consejero para el gobernador. Claro que había valido la pena venir a la vida y dejar esta importante lección grabada a su alrededor: “es más feliz quién sirve con amor que quien manda con terror”.
Para pensar: ¿Qué situaciones te hacen actuar como tirano? ¿Qué límites no estás viendo? ¿Cómo puedes servir más y amar mejor?
Victoria había nacido para ser reina y por ello, desde niña la vestían con complicados atuendos y corset. Su pelo lo enrulaban por horas y le restringían los alimentos para que se viera delgada como un pez. El problema era que ella adoraba andar vestida de soldado, su pelo era lacio como el de los caballos y le fascinaba comer. Con esta presión tan fuerte para ser algo que no era, su alma se resintió mucho y la tristeza y la inseguridad se alojó en su interior. No entendía bien porqué nadie estaba contento con su modo espontáneo, con su cuerpo grueso, con su risa sonora, con sus locuras divertidas, con su dispersión natural, con su afán por ensuciarse; con su debilidad por los dulces, con su corazón transparente y su anhelo de libertad tan radical. Los corset empezaron a aumentar y ya no sólo para su cintura, sino también para su cerebro y para su corazón por lo que cuando le llegó la hora de reinar, no supo quién era ella en realidad. Trataba de dar en el gusto a cada cual, pero su pelo se volvía a alisar y su cabeza jamás lograba memorizar los aburridos discursos que le daban para hablar. Victoria se fue apagando y su brillo se extinguió igual que sus ganas de comer. A los pocos años de su reinado, parecía el anhelado pez, pero ni ella ni los súbditos que reinaba estaban en paz. Todos sabían que algo andaba muy mal. Ella no se quería y por lo mismo se le hacía prácticamente gobernar su propia vida y la de la ciudad. Tomó malas decisiones y fue perdiendo batallas contra enemigos muy terribles en realidad. Cuando ya estaba a punto de entregar su castillo a la maldad, un sabio consejero le sacó sus vestidos de vuelos y su peluca colonial, reemplazándola por una bella armadura y una cola para atar sus pelos que por primera vez volaban en libertad. También le dio un saco de comida, dándole la orden de ir a pelear. “¿A quién debo vencer?” preguntó ella, sin entender la profunda verdad. “A ti misma niña mía; debes vencer tus propios miedos y ver que no hay ningún error en tu forma de ser y de pensar.”. Al tiempo Victoria volvió radiante, feliz y con un sobrepeso real. Al fin aceptaba quién era, se amaba en su originalidad y nunca más se dejaría gobernar por las expectativas de los demás.
Para pensar: ¿Qué corset ahogan ahora tu forma original? ¿Qué características de tu ser no despliegas por inseguridad? ¿Qué aspectos de tu ser no amas o no integras?
Daniel siempre había querido ser scout aun cuando su tamaño le jugara en contra para todas las pruebas que ahí tenía que sortear. Sus piernas gruesas y cortas no le iban a hacer fácil escalar y sus brazos más bien torpes tampoco le ayudarían a construir cabañas o a cortar leños para quemar. Daniel era consciente de sus muchas limitaciones, pero jamás se desanimaba o se dejaba vencer porque tenía otras capacidades que nadie tenía en realidad. Daniel era simpático a rabiar y ejercía el mismo poder que el fuego para atraer a los demás. Sus historias eran hipnóticas y su sonrisa le abría todas las puertas de su comunidad. No había nadie tan generoso como él y su bondad era para nombrarlo capitán. El liderazgo de este chico era gigante, ejerciendo un poder casi sobrenatural. Gracias a sus palabras y a sus acciones, los demás scouts eran sus aliados y lo ayudaban a encumbrarse a los lugares más escarpados donde nadie lograba llegar. Así también sus ideas geniales y su gran sistematicidad le ayudaban a siempre tener un techo y una hoguera para calentar su humanidad. Daniel era muy ordenado y no dejaba nada al azar. Lo que no tenía en altura ni en fuerza, lo tenía en inteligencia y en felicidad natural. Por lo mismo su rostro era casi angelical. Sus ojos claros y su sonrisa acogedora y protectora de los demás. Cuando pasaron los años, él no creció más, pero tampoco se dejó amargar; había cosas mucho más importantes en su naturaleza y no se podía quejar. Daniel era muy amado y respetado en su comunidad. Todos confiaban en su persona y él amaba servir por pura gratuidad por lo que llegó a ser elegido el jefe de la manada. Jamás un scout tan pequeño había llegado a un lugar tan grande y menos a ser nombrado caballero honorable de la ciudad. Qué alegría que jamás se dejó pasar a llevar y le demostró a todos que en el interior reside la mayor verdad de lo que cada uno vive y elige vivir de acuerdo a su voluntad.
Para pensar: ¿Eres una persona positiva? ¿Qué tal es tu inteligencia emocional? ¿Eres ordenado y sistemático para trabajar?
Hortensia era una flor grande y fría que aparecía solo en las sombras del sur, abrazada por los vientos y acunada por las heladas. Mientras más adverso el clima, más se erguía y más bellos colores salían de sus tallos como si el mismo frío fuera un aliciente para ser. Su timidez era abismante y dentro de todas las flores del jardín, ella era la única que no gustaba de socializar ni escuchar los chismes de las demás. La tierra ácida que necesitaba para nutrir sus grandes hojas espantaban a las demás y eran muy pocas las que apreciaban su naturaleza sin juzgar. Las rosas chismosas la encontraban muy altiva y creían que las miraba en menos desde su altura fenomenal. La verdad Hortensia siempre les había querido conversar, pero sus espinas le daban miedo y prefería no arriesgar. Los girasoles eran su fascinación, pero sabía que eran absolutamente incompatibles como amistad. El sol a ella la mataba y el frío y la oscuridad significaban la muerte para tan esplendoroso ser de oro que admiraba a toda la ciudad. Hortensia había partido criándose en la pobreza más paupérrima que se pudiera imaginar. Sólo restos había en su tierra y la soledad era la única invitada a almorzar. Ya a mediana edad el destino cambió y su hábitat comenzó a ser valorado con lo que la suerte de la flor también se empezó a transformar. Sus colores se pusieron de moda y hasta sus pétalos –antes menospreciados- fueron el furor de los floreros y todo el mundo los empezó a cotizar. Hortensia seguía siendo la misma flor tímida y austera y no supo cómo acoger esta realidad, por lo que optó por aislarse aún más y sólo conversar con las flores que le dieran seguridad. Ella por ser tan solitaria había desarrollado una gran capacidad observadora y era muy buena para pensar. Todo lo tenía bajo su control y no había hoja que se callera de su cuerpo sin que ella lo notara y la tuviera contabilizada. Por lo mismo su fortuna aumentó aún más, pero le empezó a faltar con quién compartirla y la tristeza se sentó en su mesa cada despertar. Por primera vez en su vida se vio obligada a salir, a conversar, a salir de su oscuridad para conocer cómo otros vivían y ver que igual podía combinarse con otras flores sin correr peligro y además gozar. Finalmente Hortensia empezó a disfrutar la vida y conoció a un girasol espectacular. Se turnaban con la luz y las sombras y jugaban sin parar. Terminaron sus días en un bellísimo florero de cristal y dicen que fue el más lindo arreglo floral que se recuerde en la ciudad.
Para pensar: ¿Eres “flor” de luz o de oscuridad? ¿Cuál es tu tierra más nutritiva para crecer? ¿Eres tímido(a); en qué momentos; con qué personas?
Bartolomé vivía en una torre de piedras que él mismo había construido y sólo dejaba entrar a escasos amigos que conocían su vulnerabilidad. Para el resto se veía como una mole, hermosa y brillante, pero impenetrable y distante además. Cada mañana se asomaba al alfeizar y desde ahí observaba por horas si alguien acechaba su construcción o si había algún peligro para salir a pasear. Cuando lograba cruzar la puerta era evidente su inteligencia y liderazgo natural, ya que detrás de él venían ejércitos obedientes y muchas mujeres haciéndole alabanzas por su gran capacidad. Bartolomé era un hombre bueno de alma efectivamente, pero le faltaba espontaneidad, alegría, entusiasmo y brillo esencial. El tema es que la torre se le quedaba adosada a los huesos y lo hacía más rígido y empaquetado que lo normal. Su dilema era que temía demasiado equivocarse y prefería eso a que dejar de controlar la realidad. Sus pasos eran tan pensados y su mente tan dominante que no disfrutaba la vida y parecía mucho más viejo y amargado que lo que debía para su edad. Era respetado y admirado por los habitantes de la comarca, pero era muy seco y serio además. Parecía que todo lo loco, lo lindo, lo superfluo en él no se podían dar. Bartolo era un sobrenombre que le podía ayudar a soltarse, pero a él no le gustaba usarlo porque le parecía muy infantil e informal. Él quería ser respetado y no el personaje de un cuento de duendes o de alfombras capaces de volar. Su introversión era más gruesa que la muralla de su torre y era imposible leer qué sentía o qué pensaba de la realidad; todo lo asimilaba con la misma expresión impasible como si le hubiesen cercenado los nervios para vivir con intensidad. Un día, mientras dormía, un ladrón logró entrar en su torre porque juraba que iba a encontrar mil tesoros, libros y una inmensidad de información y mercancía para comerciar. Cuál no fue su sorpresa al ver sólo lágrimas embaladas en lo alto, inseguridades acopiadas en la bodega y una tristeza envasada en el trinche de la entrada. Bartolomé se había ocultado del mundo para no sufrir más; ya suficiente había tenido con su infancia y quería una adultez diferente donde nadie lo pudiese dañar. El ladrón compasivo se llevó los sacos de toda esa energía densa para poderlo ayudar y le dejó unas bolsas de libertad y relajo para ver cómo podía reaccionar. Al otro día Bartolo salió radiante a la ciudad; un milagro había sucedido e invitó a todos a celebrar su integración vital.
Para pensar: ¿Cuán gruesa es tu torre actual? ¿Qué lágrimas, inseguridades, miedos y/o tristezas te quitan tu libertad? ¿Quién te puede “robar” todo lo denso para liberarte de tu celda vital?
Olivia, como el olivo, de primeras no era el árbol más popular del huerto ni su aroma era tan especial. Sus hojas verdes grisáceas no llamaban la atención, su tronco era áspero y sus frutos eran amargos al probar. Nada que hacer para competir con los manzanos, los nogales o los mismos cítricos que se vanagloriaban con sus vistosos y aromáticos frutos sin cesar. Así también esta mujer sencilla, de una belleza normal, de una inteligencia promedio, parecía no deslumbrar entre las otras féminas de su comunidad. Quizás por lo mismo, creció un poco aislada y desconfiando de aquellos tan populares y bellos como el níspero o el palto que ostentaban su fama sin pudor y con algo de vanidad. Sin embargo, con perseverancia y fidelidad, su esencia profunda y noble no se dejó amedrentar. Lentamente, Olivia igual que su árbol de origen, cuidaba sus ramas, su follaje y sus aceitunas porque confiaba que algo bueno y único tenía para aportar. Podía ser que sus pequeños frutos mestizos de verde y negro supieran amargos y desagradables de entrada, pero ella era muy potente espiritualmente y sabía que sólo faltaba alguien que la pudiera aprovechar para multiplicar el bien y dar a conocer su esencia original. Un día llegó una granjera ingeniosa y observadora además, llamada María y su sumo a su nombre principal. Así María Olivia, percibió su valor precioso y constató que con un pequeño proceso de preparación ella, al igual que las aceitunas, podían ser un tremendo alimento para la humanidad. Hizo unos pequeños cortes en su corazón para que drenara la amargura acumulada por años y la dejó estar. Lentamente el agua con sal y cenizas empezó a cicatrizar esas heridas y la mujer se empezó a sanar. Poco a poco, comenzaba a dulcificarse y a tomar un color, textura y sabor fenomenal. Luego con amor infinito la dejó reposar; ella necesitaba tiempo y fidelidad incondicional en su cuidado para que asimilara que nunca más iba a ser discriminada o despreciada por los demás. Finalmente, tras un tiempo ella estuvo lista para darse y para dar. De todos los frutos del huerto no hubo ninguno más fecundo, más versátil, más durable, más sabroso, más intenso que lo que ella pudo aportar. María Olivia sólo había requerido más cuidados, pero llegó a ser la más buena, las más potente y bella de todas las mujeres de su comunidad.
Para pensar: ¿Eres de aquellas personas que necesitan más tiempo y algunos procesos para florecer? ¿Qué amargo hay que extirpar de tu alma? ¿Quién o qué puede ser tu granjero para sacar lo mejor de ti?
Paola había recibido el nombre de su abuela, aunque en esa época era poco común entre las niñas de la ciudad. Sin embargo, al verla nacer tan débil y necesitada de afecto, no pudo haber otro nombre para ella al igual que los antiguos romanos que así llamaban a la más pequeña del clan. Por suerte las condiciones mejoraron y la niña creció con buena salud y con amor real. Parecía que el tono del nombre había quedado atrás. En los estudios fue muy ordenada y se esmeraba por la perfección casi al punto de enfermar. Así, las reglas fueron su refugio y también su escalera para subir a un estado de mayor seguridad personal. Su aspecto físico lo cuidaba igual y nada podía quedar al azar. Si bien era sencilla, jamás se permitía un kilo de más. “Todo controlado” era su máxima para funcionar con armonía total, o eso creía ella al menos al reflexionar. Sus cuadernos estaban llenos de líneas de colores y post it para no olvidar sus pendientes y su letra jamás se salía de los márgenes porque eso la obsesionaba casi tanto como no fallar. Paola era esencialmente alegre, suelta, sociable y divertida además, pero no podía mantener a raya sus reglas y se encarcelaba en una jaula de cristal, espantando de paso a los demás. Al principio el resto apreció mucho su orden y sistematicidad, pero a corto plazo los empezó a ahogar. No todos necesitaban los mismos modelos para funcionar y esa flexibilidad ella no la entendía ni la podía adoptar. Su dulzura natural se transformaba en ira y le salían gestos y palabras que después lloraba con intensidad. Ella quería liberarse de sus estructuras, pero no sabía por dónde estaba la puerta y se paralizaba frente al miedo a fracasar. A pesar de su altura y de sus logros, seguía siendo esa niña pequeña que su abuela había bautizado para ayudar. Paola debía dar el salto radical y aprender que esas hojas viejas ya no le servían y que debía volar. Ya había llegado al lugar donde podía respirar en libertad y que era grande en verdad. Tenía una vida linda y muchos frutos por cosechar. Ya podía dejar su jaula y de paso, los demás se acercarían a ella y podrían disfrutar de su esencia más primera, que era sólo bondad. Un día dejó los lápices de colores y los post it y se atrevió a improvisar. Al principio le dio pánico, pero el aire lindo y nuevo que entró a sus pulmones la alentó para ir por más. Así, poco a poco, fue soltando sus reglas y aprendió a escribir una vida como una mujer hecha y derecha con gozo y paz. Su abuela ya estaba tranquila, su niña hermosa ya había crecido y celebró hasta la madrugada.
Para pensar: ¿Crees que ya eres grande de verdad? ¿Cuántas reglas te están ahogando o ahogando a los demás? ¿Qué miedo es el que más te frena a volar?
Octavio era efectivamente el octavo de una familia esforzada y que necesitaba cada céntimo para sobrevivir en paz. Por lo mismo, desde pequeño aprendió a luchar por su pedazo de pan y a saber que el mundo le iba a exigir el máximo de su potencial. A ratos era diligente, obediente y trabajador como el que más, pero a ratos también se dejaba estar y pensaba que otros lo iban a cuidar. Esta mezcla de independiente y regalón total lo hizo con un carácter especial; a ratos era de una simpatía y extroversión genial, pero sin decir agua va, se convertía en una tromba difícil de parar. Las mañas y los caprichos eran parte de su arsenal, así también su astucia y pillería para negociar. Sus siete hermanos mayores lo superaban en altura y experiencia vital, pero a él nadie le ganaba en fuerza y dominio para mandar. Costaba creer que fuera el menor cuando tenía ínfulas de emperador hasta a su mamá. A Octavio le cargaba estudiar, para él lo que valía era lo practico, lo concreto, lo que sirviera para llenar su bolsa de pan; nada de ideas filosóficas o complicadas; eso era para los que tenían oportunidades y tiempo para vagar. No entendía a los que pensaban diferente y subestimaba los planes altruistas que otros armaban para ayudar. Las cosas debían ser bajo su prisma o estaban mal. Con esta determinación y funcionalidad, ya en su juventud tenía un pequeño imperio para ostentar, pero le faltaba lo espiritual. Tenía un buen auto y una casa digna de un rey de Gibraltar, pero era incapaz de estrechar lazos firmes con los demás; todo era diversión nada más. Sin querer la escases material y su puesto en el clan no sólo lo habían privado de alimento material sino también uno más profundo y esencial. Le había faltado vivenciar el amor real y por eso buscaba afuera lo que tenía que buscar en su interioridad. Octavio debía ponerse en el primer lugar para sí mismo y saber que Dios lo amaba tal cual era y que no necesitaba aparentar.
Para pensar: ¿Crees que ha influido en tu personalidad y en tu vida el lugar que ocupas entre tus hermanos? ¿Te consideras una persona más bien del “mundo” o más del “cielo”? ¿Cómo es tu vínculo con Dios?
Guadalupe había nacido a los pies del mismo cerro donde Juan Diego, el indio mexicano había tenido la aparición de la Virgen, y por eso su familia -en su honor- la bautizó igual. Su alma era linda y noble y brillaba como el sol. A su alrededor todo era bondad y ternura y los colores de su espíritu impregnaban de un tono muy especial. Su aspecto físico no era muy agraciado, pero lo compensaba con creces su simpatía y alegría jovial. Guadalupe era sencilla en sus ambiciones y sólo quería ayudar; tanto que a veces se le pasaba la mano y caía en el descuido personal o en ceder demasiado a las necesidades de los demás. Hasta su aspecto físico parecía un poco despeinado, su cara no conocía el maquillaje y su ropa jamás combinaba como si el azar dominara su moda personal. Al principio, tanto desaliño llamaba la atención, pero después de sentir su dulzura y encanto, se transformaba en una belleza única y genial. Su carácter era dócil y obediente y jamás se la veía enojada; sus emociones sólo se le escapaban como lágrimas de sal. Dentro de sus aficiones a Lupe o Lupita, como le decían sus amigas, estaba bordar y jardinear y lo más bello que podía hacer era mezclar ambas manualidades en flores de hilo y pétalos de seda natural. En silencio y sin ostentar urdía los más bellos diseños y trabajaba sin molestar. Lupe era muy inteligente, pero no quería sobresalir y como con sus bordados hacía maravillas en las finanzas, con los números y en balances que nadie más podía salvar. Parecía que la misma Virgen la hubiese tocado con su mano dándole la bendición de la santidad; pero Guadalupe no era consciente de eso y vivía en las sombras en verdadera felicidad. Su único dilema a resolver era el de la ansiedad, ya que tanta bondad no aplacaba sus angustias, miedos, preocupaciones y hasta los dedos heridos de tanto bordar. Por lo mismo, a veces comía más de lo que necesitaba para saciar esa hambre de paz. Lupe sabía que debía darse tiempo para sí misma, para sus propios balances, pero no podía parar de trabajar. Sabía que su bordado también tenía un reverso que trabajar e integrar. Reconocía que a veces hasta el mismo descuido en su apariencia era un antídoto para alejar a los demás de su intimidad. Linda y amorosa Lupe; sólo le faltaba amarse un poco más y bordarse florecillas en su propio vestido para emular a la patrona que la supo apadrinar.
Para pensar: ¿Qué te dice tu aspecto personal de tu carácter y autoestima? ¿Sientes alguna protección especial del santo de tu nombre? ¿Qué hay al reverso de tu bordado que debes integrar?
Óscar había recibido de su padre un mandato muy singular y que él cumplía a cabalidad. Cuando era pequeño y su familia apenas tenía para subsistir, su papá le había dado un saco de género muy sencillo, pero con la capacidad de elasticarse hasta el infinito y más allá. En él debía ir reuniendo todas las ganancias que pudiese para nunca repetir su historia de carencias y orfandad. Fue así como el joven se alejó de su hogar decidido a sacar del mundo todo lo que éste nunca le había dado con gratuidad. Como era habilidoso y seductor natural, las primeras monedas llegaron con facilidad. Estas mismas las invirtió con astucia y las multiplicó así sin más. Casi sin darse cuenta, logró expandir su saquito mágico aún más que su estómago que se empezó a abultar como si fuera un globo para elevar. Óscar se empezó a dar permisos para disfrutar, haciéndose un sibarita natural. Ya lo más sencillo le molestaba y necesitaba cada vez más lujos y caprichos para estar en paz. Todo lo sensual le atraía y su saco parecía que se había perforado, porque nunca estaba tranquilo sin ganar más dinero ni consumir algo material. Oscar un día volvió a su casa y su papá apenas lo reconoció al entrar. Se había convertido en un hombre gordo, esnob, simpático, hablador y genial a primera vista como si fuera un rock star. Sin embargo, al mirar su interior de su alma el padre también reconoció a un pobre niño hambriento de calma, un poco solo, desorientado y con una inseguridad abismal. “Hijo mío”, le dijo, “dame el saquito mágico que lo debo cambiar. Ya tienes lo suficiente de este mundo y ahora lo debes reemplazar por uno espiritual. Anda vaciando tus riquezas compartiendo con los demás con generosidad. Devuélvele la mano a la vida y verás cómo esta te recompensa con salud mental. El saco debe deshincharse al igual que tu vientre para equilibrarse y volver a tu origen y hogar”. Óscar al principio se enojó y después se echó a llorar, pero después arrepentido aprendió la lección de la vida y obediente aceptó la voluntad paternal. Así se convirtió en un gran hombre y por primera vez degustó la verdadera felicidad.
Para pensar: ¿Cuánta energía has invertido en el último tiempo en llenar el saco mágico de la riqueza material? ¿Qué consecuencias te ha traído en tu calidad de vida? ¿Qué cambios deberías emprender para equilibrarte?
Regina era una niña linda y elegante de la alta sociedad. Su pelo rubio brillaba por la ciudad, sus ojos brillantes observaban todo con acuciosidad y su nariz se respingaba como si tuviera alergia a la fealdad y pobreza que abundaba en realidad. Era como si hubiese nacido prendida a la belleza, a la estética y al arte más exigente con un collar. Sus modales eran finos, al igual que sus manos que hacían destrezas con lo pequeño como un cirujano profesional. Sus dedos se trenzaban como culebras para hacer maravillas con piezas diminutas y tenía una paciencia y meticulosidad que nadie podía superar. No sucedía igual con los trabajos que le exigían fuerza física, ensuciarse o descuidar su pelo y su piel alba como el nácar natural; ella no estaba hecha para eso y lo delegaba a alguien más. Su inteligencia era muy reflexiva y sus ideas eran de alta complejidad, pero le costaba concretar sus planes porque era reacia a los grandes esfuerzos y tampoco se dejaba apurar. En ella todo era de un ritmo lento, pausado, como si fuese en una corte nupcial. Sus pies pequeños no le permitían correr y sostener su osamenta que era imponente y un poco floja en verdad. Regina era muy buena persona, pero le hacía falta más calle para sacar su potencial, sin embargo ella se resistía porque estaba muy cómoda en el barrio alto y no quería bajar. A lo largo de los años esquivó la parte fea de la existencia con bastante suerte, pero no se podía restar de su plenitud vital. Necesitaba ser una reina para todos y no sólo para la pequeña corte de su hogar. Ahí divagaba entre ser o no ser, pero nunca se decidía en realidad. Sabía que le faltaba algo, pero le daba pánico y vértigo fracasar. En el fondo, era consciente que en su infancia la habían dejado bastante sola en su palacio de cristal, por lo que no quería abrir esas heridas y volver a experimentar el frío en el alma y conectarse –a través de los más pobres- con su pobreza familiar. El camino estaba muy claro, pero la decisión sólo ella la podía tomar si quería brillar en la eternidad.
Para pensar: ¿Te consideras una persona capaz de asumir riesgos y esfuerzos grandes o delegas eso en alguien más? ¿Cuál es tu ritmo natural? ¿Cómo fue tu infancia en verdad?
Úrsula era una mujer linda y llena de bondad. Sus ojos eran como dos cielos que brillaban sin parar buscando amor y felicidad. Sin embargo, cada vez que los tocaba se le escapaban y volvía a la búsqueda sin cesar. Nadie sabía si había recibido alguna maldición o un hechizo infernal, pero en sus manos no podía atesorar por mucho tiempo el gozo y la paz; era como si en la repartición de bienes a ella le hubiesen determinado sólo mirarlos, pero nunca poseer de verdad. Así le regalaban una muñeca y desaparecía en la oscuridad; tenía una casa en el campo y la sequía asolaba el lugar; tenía un matrimonio hermoso y su marido se tenía que enfermar; tenía un cuerpo fuerte y de repente sentía debilidad. A pesar de lo anterior, jamás se le veía triste, desesperada o en descontrol real; su fuerza espiritual era tan grande y su fe tan inquebrantable, que hasta le alcanzaba para sembrarla en los demás. Úrsula siempre se preocupaba de los más débiles, ayudaba a los enfermos y tenía palabras de consuelo para quien lo pasara mal, pero jamás se daba permiso para que alguien la apañara, le secara las lágrimas o le regalara tiempo para escuchar su soledad. Su sino era así, pensaba ella, pero estaba profundamente equivocada. El tema era que desde pequeña la sociedad le había enseñado mal y ella había sido muy buena alumna para aprender a postergarse, tanto que hasta a Dios habían involucrado en el tema, como si Él tuviese algo que ver en realidad. Casi parecía como si tuviese las piernas quebradas ya que cada paso que daba parecía que iba más para atrás que para adelante en realidad. Un día, la vida le regaló una gran oportunidad ya que le encargaron cuidar un jardín de flores con la única condición de que no las podía regalar. Por primera vez inspiraba su aroma, contemplaba sus colores, oía sus susurros al hablar y estaba obligada a quedárselo para ella nada más. Al principio sintió la tentación de salir fuera a donarlas, pero recordó la condición y volvió a entrar. Se pasó horas tocando cada pétalo y sintió cómo efectivamente estos le devolvían las caricias a su esencia espiritual. Su alma se llenó de colores, de aromas, de diseños preciosos y felicidad celestial. El cielo sólo se podía compartir si se estaba dentro de él y no sólo se dedicaba a promocionarlo como un comercial. El cielo estaba para todos y cada uno y ella no quiso ser nunca más la excepción a esta regla universal.
Para pensar: Revisa tu día y ve cuánto te has postergado efectivamente por el bien de los demás. ¿Logras vivir un momento de cielo real? ¿Cómo lo visualizas para ti y para los demás?
María Luisa era una buena amalgama entre dulzura y terquedad; entre carácter indómito e inseguridad estructural; entre rebeldía y docilidad total; entre amor y pasión a no más dar; entre caos y perfección cósmica sin que se pudiese despeinar; entre inteligencia y brutalidad; entre rigidez y un laissez faire universal; entre ternura y bestialidad; entre una mujer elegante y ejecutiva y una loca con ganas de bailar. Es como si ambos nombres se lo hubiesen puesto para regalarle un poco de cada cual, pero en su justa medida para no exacerbar un polo y poderla anular. María era buena, quería seguir el camino pavimentado y estar dentro de los estándares de la conducta de la sociedad. Luisa en cambio, la desordenaba al punto de transformarla en una guerrera capaz de matar a quien se interpusiera a su voluntad. Luisa también no medía los riesgos de su impulsividad ya que le gustaba la adrenalina y el viento al manejar; María era quien la llevaba a la compostura y a una adecuada velocidad, pero a veces una se imponía a la otra y ahí quedaba literalmente el desastre total. Cuando la primera dominaba todo el pandero, se convertía en una persona demasiado predecible, rutinaria, perfecta, convencional; demasiado apegada a las normas, a la religión fanática y a la moral sin criterio personal. María sin Luisa se creía dueña de la verdad y se volvía una especie de tirana tratando de evangelizar al resto a través de la fuerza brutal. Cuando Luisa se hacía cargo de la situación, la locura era impredecible y se podía pensar en cualquier adversidad. El peligro acechaba su alma y también su corporalidad, al punto de poder chocar o matar a alguien más. Por eso, las dos decidieron hacer una alianza para la eternidad. Ninguna iría sin la otra a ninguna parte y tratarían de equilibrar su energía vital. Así el nombre fue uno solo y dio un tono muy atractivo y encantador además; la mezcla perfecta entre princesa y un pequeño ogro que todo ser humano necesita para triunfar.
Para pensar: ¿Qué lado del péndulo de tu ser te empuja más? ¿Qué aspectos peligrosos de tu lado más ogro deberías considerar más? ¿Alguna vez has atentado contra tu integridad corporal?
Lucía había nacido como una anciana a pesar de su imagen de niña angelical. Sus ojitos negros como aceituna delataban un alma antigua, como esas que casi ya no se ven, pero con cierta angustia existencial debido a su inadecuación con el mundo actual. Sus gustos eran como medievales y sus intereses casi sincronizados con 100 años atrás. Por lo mismo su conversación parecía destemplada para los demás, que si bien la querían no la aceptaban del todo por considerarla “rara” y anticuada. Sus modos eran elegantes y frágiles como si siempre anduviera con guantes y sólo se los sacara para tocar el piano, para bordar o coser alguna manualidad. Su esencia no soportaba la vulgaridad en ninguna de sus formas y se enfermaba al ver a sus amigas moviéndose y hablando como cabras de cerro, sin control ni femineidad. Cómo podía ella comunicar su valor en un mundo que no valoraba nada del pasado y sólo hinchaba el presente sin importar la posteridad. Lucía era una pequeña luz en su pueblo, pero nadie la quería mirar y a veces, hasta recibía agravios y basuras que la opacaban aún más. El tema era su rigidez y su incapacidad para aprender de lo nuevo y ver también su virtud o misterio a pesar de la incomprensión inicial. La mujer anciana, sabia y bondadosa, pero duramente estructurada, no tenía las herramientas para influir en los demás y se fue convirtiendo en un faro lejano, triste, solitario y lleno de pesar. A veces intentaba recuperar terreno a través de gritos y rabia, pero sólo lograba quedar más sola y afónica de tanto decirle al viento palabras que nadie sabia descifrar. Un día, resignada decidió irse lejos y asentarse en un despoblado para continuar su vida sin nadie más; para su sorpresa de a poco fueron llegando peregrinos con su misma sintonía y nostalgia brutal de tiempos remotos que sólo en los libros se pueden contemplar. Pero también eran como bloques de cemento incapaces de aprender sobre la modernidad. Armaron una villa reutilizando palos de una antigua ciudad; pusieron una vitrola y sintonizaron una emisora que sólo cantaba melodías de 1960 o más atrás. Pensaron que estaban listos y que serían felices con su modo de ser y de pensar, pero al poco tiempo igual comenzaron a chocar. Ella se dio cuenta que la rigidez no era buena para nadie y que debían cambiar. Había cosas lindas y rescatables en el pasado, pero también había que ser flexibles y reconocer en cada persona y tiempo su valor esencial. Finalmente Villa Lucía –como llamaron al pueblo en su honor en realidad- fue conocido por su riqueza y diversidad cultural.
Para pensar: ¿Crees que todo tiempo pasado fue mejor? ¿Qué cosas de la vida actual te generan urticaria? ¿Qué de bueno ves en la modernidad.
Emilio era un hombre pequeño, pero con una tremenda fuerza para luchar. Su tronco era corto, pero sus brazos parecían los de un gigante disponibles para mover una ciudad. Gran parte de su vida la había destinado a trabajar en el campo, pues no había tenido otra oportunidad. Se levantaba al alba y con las gallinas se iba a acostar. Era sociable y buena gente, pero escondía secretos que a nadie rebelaría sino fuese por la fuerza o una profunda amistad. Tanto se había esforzado en forjar un nombre, una historia y un hogar, que se había olvidado de reconocer su propio ser y su identidad más esencial. Emilio tenía un mundo interior muy grande, pero no encontraba el tiempo para poderlo desplegar. Su fe en Dios era muy sólida, pero también lo distraía la pala, la poda y todos los trabajos que la tierra le demandaba sin piedad. Quizás por lo mismo, su vía de escape era conversar. Se lo hablaba todo tratando de compensar su silencio habitual. Emilio casi no se daba el tiempo para la vulnerabilidad; no había tiempo según él para estarse quejando ni menos llorar. Por lo mismo, la procesión la llevaba por dentro y se le escapaba con rabietas y/o dolores de estómago difíciles de apaciguar. No confiaba en nadie y no se dejaba ayudar. Eso, según él, era para los débiles o para los niños y él lo que más añoraba era ser respetado como una gran autoridad. Su pose habitual era la de un hombre dócil, pero no había que engañarse en realidad, ya que debajo de su mirada ladina, iba ese guerrero anhelante de libertad y de cierta resistencia social. Emilio tenía una herida que aún no podía sanar; no podía aceptar su destino y la obligación de tener siempre que trabajar para poder alimentarse y estudiar. Ciertamente era injusto pero no había a quién cobrarle esa cuenta en la sociedad. Simplemente le había tocado nacer en un lugar y no en otro y eso lo atormentaba mucho más de lo que podía reconocer con honestidad. Su refugio fueron las flores que recibían orgullosas sus mimos y fecundidad; no importaba que no figurara en la alta escala social; él era el rey de las flores y de los frutos y eso le daba toda la dignidad que necesitaba para vivir y heredar. Por lo mismo a sus hijos y nietos les dio todo lo que pudo y más quizás y así vio con orgullo cuando ya era un anciano, que su esfuerzo había sido una aventura feliz y con un buen final.
Para pensar: ¿Consideras que la vida te ha dado oportunidades para desplegar tu potencial? ¿Te consideras fuerte espiritualmente para resistir una vida de trabajo? ¿Qué resentimientos guardas?
Esteban era casi un santo en vida, aunque él jamás fuera consciente de su bondad y virtud sin igual. Había crecido derecho, como esos árboles que tienen firmes tutores para no desviar. Quizás por lo mismo había elegido caminos de desarrollo que lo llevaran por lo pavimentado, obedeciendo a otros en la autoridad. Si bien jamás realizaría algo contra sus principios, no era de los que les gustaba llevar la batuta ni asumir los costos de la decisión final. Era inteligente, pero más bien metódico y estudioso, lo que daba excelentes frutos de productividad. Era sociable diplomáticamente, pero no se daba con facilidad. Tenía que recibir muchas evidencias de confianzas para exponer su corazón y su genuino modo de pensar. Esteban era un caballero, de tomo y lomo, con una madurez intrínseca desde que tuvo la altura para desfilar en la sociedad. No se daba muchos permisos para desordenarse y jamás perdió el control por una tentación o ligereza banal. Para él el orden y la disciplina eran pilares para caminar; si bien era magnánimo con el resto, él no se daba excusar ni siquiera para garabatear. Era un hombre bien portado, educado a la antigua, con valores y creencias que lo hacían confiable y leal. Podría uno no estar de acuerdo con él, pero sí sabías cómo iba a actuar. Esteban era un señor de altos ideales y estaba dispuesto a morir sin claudicar, no importaba si fuese en una hoguera o en una guerra campal. Lo que sí requería este soldado era tiempos de paz; momentos en donde dejara fluir su espíritu con más libertad; necesitaba darse el tiempo para hacerse las preguntas que lo asediaban y que no quería enfrentar; necesitaba tiempo sin uniforme, ni gomina, para reír, fluir y hacer locuras como los demás. A medida que fue pasando el tiempo, algunas escapadas le permitieron sentir y gustar ese complemento vital. El podía ser un gran hombre, pero también amarse en el error, en la adversidad o la derrota personal. Por todo lo anterior era un buen ejemplo de humanidad; un gran amigo y de una fidelidad a toda prueba, como si fuera un perro San Bernardo tierno y grandulón además, pero capaz de matar si ve en peligro a sus amados o su causa existencial. Gran tipo fue Esteban; digno de santificar.
Para pensar: ¿Qué características reconoces tu en las personas santas? ¿Qué hay que chasconear en ti para poderte integrar a cabalidad? ¿Eres un amigo fiel?
Elisa era un pajarito rubio con algunas mechas despeinadas. Siempre había sufrido de un poco de frío y andaba con las plumas mojadas. Decían sus tías que su madre se había ido del nido apenas ella supo llegar; no fue de mala pájara, sino que tuvo la urgencia de volar. Por lo mismo, esta pequeña ave creció carente de amor maternal y no pudo aprender bien todas las destrezas necesarias para volar con libertad. Su pico apenas se atrevía a piar; a veces cuanto cantaba parecía más un lamento que una melodía afinada. En otros momentos quería opinar sobre la bandada y dar muy buenas ideas que lograba armar, pero su tono era tan bajo y afónico, que muy pocos lograban entender su genialidad. Elisa un día intentó volar sola fuera del nido y casi se mató de bruces en el suelo pues le faltaron fuerzas para elevarse más. Su padre, un pájaro gordo y expansivo, la retó primero y después la sobreprotegió tanto que nunca más lo volvió a intentar. Uno a uno la pajarita vio cómo los demás se iban independizando y convirtiéndose en aves maravillosas y bien emplumadas. Ella en cambio, a pesar de sus múltiples talentos y dones, tenía tal miedo que se quedó como en un estado intermedio que no era ni chicha ni limonada. Claramente ya no era un polluelo, porque hasta las plumas empezaban a blanquear, pero tampoco era un águila imponente y fuerte, como lo que estaba llamada a ser en realidad. Más bien parecía un canario tímido y dulce, pero que no lograba ocupar un verdadero lugar. En gran parte se debía a su papá, que no la soltaba y la convirtió en una posesión más, pero también se debía a su temor ancestral por asumir riesgos y aceptar que la vida siempre le lleva una que otra caída brutal. Su única salida fue al ser mamá. Cuando vio los cuatro huevitos esperando nacer en el mismo nido donde ella había vivido, se le apretó el güergüero de angustia y por primera vez gritó más fuerte que un águila real. No, ellos no vivirían lo mismo que ella y jamás los iba a abandonar. Sería una buena pajarita y los criaría con paciencia y amor total. Poco a poco fue sanando sus heridas, sus plumas y aunque viejita, una tarde de verano aprendió a volar. No muy lejos ni muy alto, pero si pudo sentir la libertad.
Para pensar: ¿Qué impacto tiene o tuvo la relación con tus papás en quien eres hoy? ¿A qué crees que estás llamado a ser? ¿Has experimentado la dulzura y gozo de la libertad?
Liliana era la dueña del can can; ese baile llamativo y lleno de sensualidad que finalmente no muestra nada, pero que encanta por su potente energía existencial. Su histrionismo y personalidad seducían casi más que los brillos de su vestido y su sonora risa al carcajear. Ella era 100% autosuficiente y consciente de que su negocio lo había hecho sin ayuda de nadie y que si alguien compartía sus pasos, era por gusto, pero no por dependencia ni necesidad. Cada mañana se despertaba al alba para planificar el día y ver cómo sortear los miles de obstáculos que tenía su rubro en la ciudad. Tenían que ser bailarinas fuertes, atractivas, saludables y de armas tomar; nada de ceder en límites o dejarse pasar a llevar por los hombres o por la autoridad. Anotaba cada detalle para no olvidar la perfección de su performance, ya que sabía ahí estaba la razón de su éxito y prosperidad. Ella misma llevaba las cuentas, escribía la música, diseñaba los vestuarios y hasta martillaba la escenografía para cada show que lograba inventar. Nada de enfermedades, nada de lágrimas, había que continuar. Lily tenía una fuerza descomunal, también una creatividad y un modo de trabajar que podría haber sido gerente de una transnacional; sin embargo, ella había optado por el arte y el baile sabiendo que le iba a costar más; pero tenía fe en su talento y que los astros se le iban a alinear. Casi siempre así sucedía, pero al pasar de los años se empezó a cansar. Necesitaba ayuda con el maquillaje, con la cobranza y la contabilidad, pero no sabía cómo pedir ayuda sin sentirse mal consigo misma o traicionar sus principios de amazona tribal. Era muy querida y admirada por todos, aunque a algunos más sensibles y/o conservadores no entendían su modo espectáculo y la criticaban sin más. Hubiesen preferido un ballet o un desnudo total. Ella en cambio, insistía en su elegancia y la fuerza femenina sin pasar a lo banal. Cuando a Lily y a su teatro le tocó un cambio generacional, ella por primera vez –y ya segura económicamente- vio que podía darse permisos y soltar algunos hilos para que otros pudieran bailar. Armó equipos de coreografías y de libretos y vio que sí podía confiar. El baile era aún más potente, la taquilla estaba llena, pero ella podía descansar. Se sacó el maquillaje, colgó las lentejuelas, guardó los tacones y salió por primera vez a recorrer como una niña libre su hermosas ciudad. Ya volvería al teatro, pero podía amarse y dejar de luchar más no fuera por algunas funciones antes de regresar.
Para pensar: ¿Te consideras una personas autosuficiente? ¿Eres trabajólico? ¿Qué heridas crees se esconden en ambas características? ¿Cómo las puedes sanar?
Berta era una mujer hecha para gozar. Su carita redonda, llena de pecas, apenas encerraba sus ojos claros como pintados con agua de mar. Su sonrisa era contagiosa a no más dar; tenía esa frescura y liviandad que muy pocos pueden ostentar. Su niñez fue plácida y llena de abundancia afectiva y material; había sido una de esas personas elegidas para que no le faltara nada. Su pelo rubio brillaba tanto como su alma que era pura bondad y generosidad. Jamás había vivenciado la carencia, lo mezquino y/o la maldad en su cuna y juraba que todo el mundo era igual. Sin embargo, como si la vida tratara de compensar tanta abundancia y felicidad, a Berta apenas casarse todo le empezó a costar. Su optimismo seguía en pie, sobre todo al ver cómo en sus hijos se multiplicaba su capacidad de amar, pero su esposo era una tensión constante y la hacía sufrir como nunca había sentido jamás. Su impulsividad, sus arrebatos, sus infidelidades, sus modos violentos, su falta de consideración, su egoísmo, su pobreza espiritual, su falta de fe, su incapacidad para cuidarla y darle lo que estaba acostumbrada, fueron para ella verdaderos puñales que la comenzaron a desangrar. Al principio pensó que sólo era una etapa y que ya se le iba a pasar; que él no había conocido el amor verdadero y que con su fuerza lo iba a lograr transformar. Sin embargo, a poco andar vio que era él el que la cambiaba quitándole la alegría y la paz. Como ella era muy inteligente y buena y no quería a nadie dañar, encontró una fórmula para mantenerlo lejos y que no le afectara más. Como era muy linda de cara, no vio importancia en dejarse estar y agregó muchos kilos a su cuerpo para que él ni la fuera a tocar. Berta se convirtió en Bertita y volvió a ser la reina de su hogar. Una mujer gozadora, feliz, capaz de sortear al mal con puro buen humor y comida además. Puede que no fuera muy recomendable su modo de actuar, pero en su tiempo era lo único a lo que podía optar. Con ello, sus hijos y nietos siempre tuvieron un regazo amoroso, tibio y muy sabio para llegar. Recuperó su alegría y fue reconocida como la madre, la abuela, la bisabuela y la gorda más feliz y luminosa de toda la ciudad. De su marido espantoso, mejor ni hablar, total es otra historia y que vale la pena olvidar.
Para pensar: ¿En qué medida tu cuerpo refleja tus heridas emocionales? ¿Te sirve el buen humor para sortear a las personas difíciles? ¿Qué es lo más importante al final de la vida?
Hernán era un niño muy aplicado y que se ganaba todos los premios de su generación sin dudar. Era bueno para el deporte, bueno para estudiar, bueno para socializar, bueno para los idiomas, bueno para organizar, bueno para liderar, bueno para rezar, bueno para hacer cosas y bueno para amar; lo único donde nunca obtenía premios era en la autoestima personal. Teniendo tantos dones y habilidades, él siempre se ponía al servicio del resto y era incapaz de poner límites a los demás. Se dejaba pasar a llevar por el sólo miedo de ser rechazado o no valorado como el más especial. Tenía una inseguridad tan grande que apenas podía caminar sin que se le cayeran los pantalones como un niño de corta edad. Así lo llamaba el entrenador y se comprometía a correr para ganar la competencia final; al mismo tiempo lo llamaba el profesor de ciencias y lo ponía a cargo de un proyecto vital; el cura del colegio le pedía que fuera a misionar y sus amigos lo invitaban a pasear. A todo decía que sí, sin saber cómo priorizar, quedando finalmente muy mal parado y angustiado además. A Hernán le faltaba una cuota de madurez y masculinidad donde se amarrara bien los pantalones y decidiera por sí mismo y no por agradar a los demás. Sin embargo, ese cinturón se le soltaba y no sabía cómo actuar, haciéndose disperso y poco confiable además. Poco a poco todos sus talentos se fueron chingando y él quiso esmerarse aún más. Creyó erróneamente que postergándose podría cumplir con todos sus compromisos y no fallar; pero la verdad sólo se agobió y se empezó a enfermar. Apenas salió del colegio se vio chingado a no poder más. Ya no corría tan rápido, tampoco tenía las mejores notas, no había aprendido tanto inglés como él quería y no tenía muchos amigos para conversar. Todo su potencial se había quedado amarrado en su incapacidad para decidir por sí mismo y dejar de poner a otros en su lugar. Era consciente que el tema le venía por genética familiar; pero no sabía cómo zafar de esta problemática y en la medida que crecía su mundo, crecía también la complejidad para contentar a todos sin defraudar. Un día vio en una tienda un cinturón muy especial; había que apretarse mucho la cintura y no respirar para que no se fuera a soltar. Hernán se lo compró y lo empezó a probar; cuando alguien le pedía algo que no iba a poder cumplir se ajustaba un agujero más del cinturón y aunque le doliera daba una negativa para no dejar caer sus pantalones una vez más. Parecía un verdadero silicio, pero le empezó a funcionar. Su agenda comenzó a despejarse de excesivas tareas y su amor propio a germinar. Nadie podía dar lo que no tenía y se tenía que cuidar. Al principio descolocó al resto acostumbrado a su buena voluntad, pero luego comprendieron que así era mucho más efectivo y confiable que en la anterioridad. Hernán dejó de estar chingado y se dio una nueva oportunidad de florecer antes de que fuera muy tarde y no quedara pólvora para explotar.
Para pensar: ¿Sientes que se han chingado tus talentos y capacidades por la baja autoestima? ¿Qué miedo es lo que te motiva a tratar de quedar bien con todos? ¿Qué cinturón te puede ayudar?
Benito era un gatito muy lindo y regalón. De pequeño ronroneaba sin ninguna dificultad en la falda de quien lo quisiera recibir, pues le encantaba la vida y la afectividad. Su aspecto atigrado y sus ojos llenos de luz le daban personalidad y aunque fue el más chico de su camada, tenía una energía única que atraía hasta los ratones de su comunidad. Desde sus primeros pasos, aprendió que era especial; sus planes de subirse a los árboles o de cazar insectos siempre llamaban la atención de los demás. Sus ambiciones eran casi infinitas y soñaba con un océano lleno de peces para comer y conquistar. Por eso cuando llegó a ser adulto, aunque siguió siendo menudo y de baja estatura, tenía la impronta de un tigre fenomenal. Dentro de su mente siempre había una lucha entre su instinto y la bondad; cuando cedía con el primero, se convertía en una fiera casi para encerrar, pero cuando se iba al otro extremo, parecía un animalito de altar. Su astucia e inteligencia se empezaron cada vez a notar más y tenía tanta energía que nadie le podía seguir en sus aventuras porque se cansaban de sólo escuchar todos los planes que quería concretar. Su carisma gatuno era un arma real; era como si en sus bigotes pudiese conocer a los demás animales y poderlos manipular a su antojo para algún plan. En el fondo Benito llegó a ser un híbrido entre gato y fiera sin domesticar. Sus garras eran muy fuertes y su autoridad se imponía con una sola mirada. Podía ser muy encantador por segundos y luego atacar; podía ronronear nuevamente y después arañar sin piedad. Lo que sí jamás dejaba su simpatía atrás ya que sabía que era su arma principal. Benito a ratos –como todo gato- requería escaparse lejos de los demás. Tenía que procesar los pelos que se iba tragando y vomitarlos en soledad, ya que sabía que nadie más comprendía su forma de funcionar. En esos momentos se conectaba con su esencia de felino y ordenaba nuevamente sus ideas para volver a trabajar. Por lo mismo no era extraño contemplarlo deambulando solo por el desierto o estar liderando una marcha de animales contra el león, su enemigo principal. Benito como gato/tigre siempre había envidiado su melena y su poder y el sitial que todos le daban ya que lo encontraba un flojo y un hijo de su papá. El en cambio era hijo de la vida y había luchado por cada conquista que logró atesorar. Benito, el pequeño gatito, llegó a ser un gran líder de todos, pero le faltaba más paz y ser un poco menos intenso para no sufrir de más.
Para pensar: ¿Eres un chico agrandado? ¿Qué ambiciones tienes? ¿Consideras que tienes carisma? ¿Manipulas a veces a los demás?
Pedro Pablo era un soldado más de la infantería real y cuidaba su uniforme con orden y prolijidad. Era famoso por su gran respeto y caballerosidad y más parecía un príncipe que un militar. Jamás se le oía levantar la voz a nadie más; en realidad era difícil escucharlo hablar ya que su timidez le impedía expresarse con espontaneidad. Desde niño le había costado lidiar con su sensibilidad y no era raro que derramara sus lágrimas a pesar de que más frustración le daban por la opinión de los demás. Quizás por lo mismo derretía a todas las damiselas con su rostro tierno y angelical; daban ganas de protegerlo, pero a la vez regalaba cierta indiferencia que aumentaba aún más su fama de galán. El tema era que él no quería desfilar ni menos pelear; él quería ser un artista y viajar por diferentes lugares para aprender y pintar. Era muy buena persona y querido además, pero muchas veces terminaba revuelto en conflictos ya que no podía solucionar sus problemas con sólo dialogar. Las palabras no salían de su boca y la desesperación lo llevaba a alterarse y alterar. Necesitaba más tiempo para decantar sus emociones y poder hacer su cuadro interno antes de reaccionar. No obstante todo lo anterior, su inteligencia racional era muy superior a la de los demás y a la hora de la batalla era elegido como el estratega por su general. Su visión y análisis eran muy originales y siempre daba con ideas que nadie más lograba solucionar. Quizás por lo mismo tenía pocos amigos de verdad; algunos lo envidiaban y creían que detrás de su timidez había una pesadez o soberbia aunque no fuese real. Pedro Pablo era simple, se contentaba con recibir amor y honestidad; su mayor ambición era el trabajo bien hecho y la fidelidad a sus ideales, aunque nadie los practicara en la sociedad. De mayor su perseverancia y lealtad fue recompensada con honores y un buen pasar. Pudo construir un pequeño castillo y llevar a una princesa para construir una familia y un hogar. Nunca quiso hacer bulla y su timidez trucó en una apacibilidad y prudencia digna de imitar. Jamás habló mal de nadie y su corazón permaneció intacto de la maldad. Pudo viajar y pintar con libertad y logró ser muy feliz en realidad.
Para pensar: ¿Te consideras una persona tímida? ¿Cómo lo haces cuando las palabras no salen de tu boca? ¿A qué aspiras como propósito de tu vida?
María Jesús era como una gatita, melosa, dulce y femenina a no poder más. Sus ojos y sus pestañas largas se movían conscientes de la hipnosis que provocaban en los demás y casi siempre lograba satisfacer sus deseos a punta de ronroneos y su ternura natural. No le gustaba llamar la atención ni ser la protagonista en hablar; prefería observar desde la distancia y ver cuándo era seguro el entorno para entrar. Comía muy poco porque no necesitaba más y reptaba entre las sombras para no figurar. Su pelo negro brillaba hasta en la noche y sus orejas puntiagudas estaban atentas a cualquier ruido que la pudiera amenazar. Casi parecía un ninja en cuanto a su sobria actuación en la comunidad. La razón de su conducta era que ocultaba un gran sufrimiento y un peso existencial: sus nombres eran demasiado grandes, con más energía psíquica que la cabía en su osamenta humana para tanta divinidad. María Jesús debía ser buena, inteligente, servicial, una líder y valiente además. Ella en cambio, muchas veces se sentía torpe, incompleta, indigna de tanta majestad. Por eso cuando estaba obligada a opinar o a interactuar con los demás, le salía destemplado como si no pudiese regular su intensidad. A veces tartamudeaba o gritaba desesperada; a veces quedaba muda y en otras mareaba con una verborrea sin final. Sin embargo, en su propia casa, era muy diferente y sacaba sus garras sin ninguna dificultad. Defendía su territorio con dominio y no dejaba pasarse a llevar. Era muy insegura de primeras, pero también obstinada y rígida para reaccionar. Comía a destajo y sólo quería flojear. Podía ser rebelde, caprichosa, hasta mandona y desconsiderada, pero luego recapacitaba y volvía a ser amorosa, tímida, regalona y dependiente en extremo de la autoridad. Su salida a tan complejo destino era aceptar su dualidad y sino sabiendo equilibrarse en cada lado de su péndulo antes de hacerse daño por omisión o por exagerar. Ni tanto ni tan poco era su lema y se debía ser disciplinada y constante para sacar su potencial.
Para pensar: ¿Crees que cargas un “peso” mayor por alguna historia familiar o responsabilidad? ¿La aceptas? ¿Cómo integras tus opuestos y te alimentas sanamente?
Héctor solía vestirse con colores grises o azules para no llamar la atención en su oficina, ya que para él lo importante era el deber y no destacar a su persona como algo especial. Era amable, silencioso, servicial, ordenado, meticuloso, estructurado y amaba la rutina como su salvavidas existencial. El problema era que tanta represión de sus afectos y necesidades lo llevaba a ser un tanto neurótico y posesivo de más. Los proyectos eran sus hijos y sus pertenencias materiales eran verdaderos apéndices de su corporalidad. El hombre estaba como preso en lo denso y era incapaz de elevarse a lo más espiritual, por lo que el amor se le hacía esquivo y complejo de expresar. Más fácil le salía la ira o la intolerancia al que no pensara igual. Por todo lo anterior, era muy incomprendido y solitario como el que más. Jamás se reía con libertad y no entendía las bromas ni los códigos sutiles para relacionarse con el resto de la humanidad. Héctor era noble de alma y tenía altos ideales que quería plasmar, pero no tenía las habilidades para conectarse con su fuente interna y sacar su esencia con autenticidad. Desconocía otros colores, otras formas y le daba pánico explorar. Estaba tan atado a su posesión de la realidad, que no podía aventurarse más allá. Juzgaba con mucha dureza a los diferentes y a los que osaban vestirse con rojos y verdes para bailar. Lo único inamovible para él era su trabajo y la calculadora que no dejaba de ocupar para hacer las sumas y restas sin fallar. Sin embargo, la vida le dio una oportunidad cuando cerraron su empresa y a la calle fue a dar. Obligado tuvo que usar otros tonos, aprender otros códigos y aceptar que había diferentes formas de enfrentar la adversidad. No poseía nada y eso lo hizo por primera vez rico en realidad. Podía conversar con todos e improvisar nuevos modos de trabajar. Así pudo conectarse con otros de la calle y hasta enamorarse de una florista que parecía arcoíris por su belleza y libertad. Su energía reprimida se pudo liberar y llegó a ser un hombre llano y hasta un poco desordenado a vista de los demás. Qué bendita la vida que lo despojó de todo para llenarlo de lo espiritual.
Para pensar: ¿Eres apegado a lo material, a tus poderes, a las cosas? ¿En qué medida eso afecta tu relación con los demás? ¿Qué debes soltar para ser más libre?
Carmen Gloria tenía una peluquería genial, llena de colores, peinados locos y tinturas sin ningún límite para alegrar a sus clientas que no paraban de entrar. Su voz fuerte se oía de un secador a otro, dando órdenes como si estuviera en un tribunal. Ella conocía el negocio y sabía que ningún detalle se podía dejar al azar. Contaba cada ml de shampoo que se usaba y hasta la electricidad que utilizaban los tubos para enrular. Era un poco amarrete y no le gustaba rebajar, ya que necesitaba el dinero de su negocio para alimentar a sus hijos y a su mamá. Para tener más clientes, su simpatía derrochaba con mil cuentos y una lengua bastante suelta para garabatear y ampliar chismes muy divertidos de la sociedad. Su centro de belleza se asemejaba mucho al diario local, ya que todo ahí se sabía antes de publicarse a los demás. El tema era hacerla enojar o no darle el gusto a su voluntad. Su simpatía se trocaba por agresividad pura y su lengua en una arma filosa, imposible de controlar. Todo se debía a su tremenda inseguridad y a la necesidad real de recibir afecto y seguridad. Por lo mismo algunas mujeres habían preferido evitar su negocio si en algo opinaban diferente a ella o no la querían enfrentar. Carmen Gloria era dura para hablar, pero no por mala intención, sino por su sufrimiento y coraza para no sentirse sola y abandonada. El tema justamente radicaba en que confiara más en el resto y que aceptara que no todos eran como ella o les gustaba su modo de peinar. Había algunas que preferían el pelo al natural o de frentón no tenían dinero para invertir en su pelo una vez más. Carmen Gloria sin embargo no era llana a perdonar; se volvía terca y se alejaba juzgando a sus clientas sin antes preguntar. Su risa habitual se volvía triste y aunque ellas quisieran volver a
Para pensar:
Astrid
Maite
Michelle
Yenny
Margot